Diferencia entre revisiones de «Ruta de la Seda»

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Se cuenta que el [[Emperador Wu]] de la [[Dinastía Han]] decidió en 138 a. C. fraguar alianzas con los reinos del oeste y del noroeste, enemigos de las tribus [[Xiang-Nu]], ya que sufrían una serie de invasiones cada vez más frecuentes, más violentas y menos contenibles, protagonizadas por una serie de tribus nómadas situadas al noroeste de sus fronteras (los [[Hunos]]). Tribus cuya superioridad militar era una consecuencia directa del hábil manejo de una caballería fuerte, esbelta y ligera, más apta para la guerra que la china, cuyos caballos eran absolutamente inadecuados para toda actividad que exigiera rapidez de movimientos. Y por tal motivo, encomendó al general [[Zhang Qian]] esta misión, otorgándole cien de sus mejores guerreros y presentes de incalculable valor para sellar esta alianza militar y política.
Se cuenta que el [[Emperador Wu]] de la [[Dinastía Han]] decidió en 138 a. C. fraguar alianzas con los reinos del oeste y del noroeste, enemigos de las tribus [[Xiang-Nu]], ya que sufrían una serie de invasiones cada vez más frecuentes, más violentas y menos contenibles, protagonizadas por una serie de tribus nómadas situadas al noroeste de sus fronteras (los [[Hunos]]). Tribus cuya superioridad militar era una consecuencia directa del hábil manejo de una caballería fuerte, esbelta y ligera, más apta para la guerra que la china, cuyos caballos eran absolutamente inadecuados para toda actividad que exigiera rapidez de movimientos. Y por tal motivo, encomendó al general [[Zhang Qian]] esta misión, otorgándole cien de sus mejores guerreros y presentes de incalculable valor para sellar esta alianza militar y política.


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Posteriormente, las misiones [[diplomacia|diplomáticas]] y comerciales con los reinos del [[Valle de Ferghana]] no lograron garantizar la seguridad ni afianzar el comercio, por lo que [[China]] preparó una invasión a gran escala, aunque fue en la segunda embestida en el año 102 a. C. que China logró conquistar todas las tierras entre sus propias fronteras y los Reinos del Valle de Ferghana. Así los chinos no sólo consiguieron asegurarse la importación de los famosos caballos de las estepas, sino que consiguieron establecer sus propios productos en los mercados de estos reinos. Además, el emperador Zhang Qian obtuvo información sobre Roma y se encontraron en algunos relatos como la "historia de los Han" de Hou Hanshu, los de Sima Qian y Ban Gu y documentos enviados al emperador Wu Di. Cincuenta años más tarde, cuando [[Marco Licinio Craso]] cruzó el Eufrates para conquistar Parthia en el año 53 a. C., se asombró al ver un brillante, suave y maravilloso nuevo tejido. El emperador Wu Di envió una delegación al rey [[Mitrídates II]] en el 110 a.C y fue entonces cuando se inició la Ruta de la Seda. Unas décadas más tarde, las más acaudaladas familias de Roma, estaban marabilladas de vestirse con el más preciado tejido: la [[seda]].
Posteriormente, las misiones [[diplomacia|diplomáticas]] y comerciales con los reinos del [[Valle de Ferghana]] no lograron garantizar la seguridad ni afianzar el comercio, por lo que [[China]] preparó una invasión a gran escala, aunque fue en la segunda embestida en el año 102 a. C. que China logró conquistar todas las tierras entre sus propias fronteras y los Reinos del Valle de Ferghana. Así los chinos no sólo consiguieron asegurarse la importación de los famosos caballos de las estepas, sino que consiguieron establecer sus propios productos en los mercados de estos reinos. Además, el emperador Zhang Qian obtuvo información sobre Roma y se encontraron en algunos relatos como la "historia de los Han" de Hou Hanshu, los de Sima Qian y Ban Gu y documentos enviados al emperador Wu Di. Cincuenta años más tarde, cuando [[Marco Licinio Craso]] cruzó el Eufrates para conquistar Parthia en el año 53 a. C., se asombró al ver un brillante, suave y maravilloso nuevo tejido. El emperador Wu Di envió una delegación al rey [[Mitrídates II]] en el 110 a.C y fue entonces cuando se inició la Ruta de la Seda. Unas décadas más tarde, las más acaudaladas familias de Roma, estaban maravilladas de vestirse con el más preciado tejido: la [[seda]].
[[Archivo:Westerner on a camel.jpg|150px|thumb|El transporte animal, particularmente en [[camello|camello bactriano]] era muy habitual en la ruta.]]
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Revisión del 06:49 21 abr 2010

Visión general de la Ruta de la seda

La Ruta de la seda era una red de rutas comerciales entre Asia y Europa que se extendía desde Chang'an (actualmente Xi'an) en China, Antioquía en Siria y Constantinopla (actualmente Estambul, Turquía) a las puertas de Europa y que llegaba hasta los reinos hispánicos en el siglo XV.

El término "Ruta de la seda" fue creado por el geógrafo alemán Ferdinand Freiherr von Richthofen, quien lo introdujo en su obra Viejas y nuevas aproximaciones a la Ruta de la seda,[1]​ en 1877.

Debe su nombre a la mercancía más prestigiosa que circulaba en ella, la seda, cuya elaboración era un secreto que sólo los chinos conocían, aunque los romanos se convirtieron en grandes aficionados tras conocer dicho secreto antes del comienzo de nuestra era a través de los partos: éstos organizaron entonces el comercio. Muchos productos transitaban estas rutas: piedras y metales preciosos, telas de lana o de lino, ámbar, marfil, laca, especias, vidrio, materiales manufacturados, coral, etc.

Origen

Mapa del este de Xinjiang con los lugares y cursos originales de la ruta.

Se cuenta que el Emperador Wu de la Dinastía Han decidió en 138 a. C. fraguar alianzas con los reinos del oeste y del noroeste, enemigos de las tribus Xiang-Nu, ya que sufrían una serie de invasiones cada vez más frecuentes, más violentas y menos contenibles, protagonizadas por una serie de tribus nómadas situadas al noroeste de sus fronteras (los Hunos). Tribus cuya superioridad militar era una consecuencia directa del hábil manejo de una caballería fuerte, esbelta y ligera, más apta para la guerra que la china, cuyos caballos eran absolutamente inadecuados para toda actividad que exigiera rapidez de movimientos. Y por tal motivo, encomendó al general Zhang Qian esta misión, otorgándole cien de sus mejores guerreros y presentes de incalculable valor para sellar esta alianza militar y política.

Trece años después, habiendo sido hostigado durante diez años por los Hunos, el General Zhang Qian regresa a la Corte Imperial Han con sólo un miembro de la partida. Aunque no había logrado establecer ni una sola de las alianzas militares de su misión, el general Zhang informó a la corte, de la existencia de treinta y seis reinos, verdaderas potencias comerciales, en las fronteras oestes de China. En realidad, cuando el emperador Wu Di estaba cautivo consiguió mucha información de las tribus de Asia Central y países como el Nag-Si (Persia), Tiaozhi (Caldea) y Li- Qian (el Imperio romano). En el 126 a. C., volvió a la capital china Chang'an y en el 119 lanzó una ofensiva contra los hunos y se establecieron contactos entre la dinastía Han y los países de la región. Así, el general Zhang contó de los magníficos caballos de las llanuras del Valle de Ferghana en Asia Central (hoy Kirguizistán, Uzbekistán y Tayikistán), mucho más fuertes y veloces que los caballos chinos, con los que la caballería del Imperio Han podría enfrentar a los Hunos en mejores condiciones.


Posteriormente, las misiones diplomáticas y comerciales con los reinos del Valle de Ferghana no lograron garantizar la seguridad ni afianzar el comercio, por lo que China preparó una invasión a gran escala, aunque fue en la segunda embestida en el año 102 a. C. que China logró conquistar todas las tierras entre sus propias fronteras y los Reinos del Valle de Ferghana. Así los chinos no sólo consiguieron asegurarse la importación de los famosos caballos de las estepas, sino que consiguieron establecer sus propios productos en los mercados de estos reinos. Además, el emperador Zhang Qian obtuvo información sobre Roma y se encontraron en algunos relatos como la "historia de los Han" de Hou Hanshu, los de Sima Qian y Ban Gu y documentos enviados al emperador Wu Di. Cincuenta años más tarde, cuando Marco Licinio Craso cruzó el Eufrates para conquistar Parthia en el año 53 a. C., se asombró al ver un brillante, suave y maravilloso nuevo tejido. El emperador Wu Di envió una delegación al rey Mitrídates II en el 110 a.C y fue entonces cuando se inició la Ruta de la Seda. Unas décadas más tarde, las más acaudaladas familias de Roma, estaban maravilladas de vestirse con el más preciado tejido: la seda.

El transporte animal, particularmente en camello bactriano era muy habitual en la ruta.

Transporte

Era muy común el uso de animales en la Ruta, especialmente el camello y el elefante. Los antiguos del desierto del Sahara ya habían importado animales domesticados de Asia entre el 7500 a. C. y el 4000 a. C. Objetos datados del 5º milenio a.C., encontrados en la época badariense del Egipto prédinástico indican relaciones con lugares distantes, como Siria. Desde o el comienzo del 4º milenio a.C., los antiguos egipcios de Maadi importan cerámica y maderas para la construcción de Canaán.

El comercio de lapislázuli proviene de una única fuente conocida en el mundo antiguo, Badahšan, localizada en el noroeste de Afganistán, localidad distante de las grandes culturas, como la Mesopotámica y Egipcia. A partir del 3º milenio a.C., el comercio de lapislázuli fue extendido hasta Harappa y Mohenjo-daro, ambos en Valle del Indo.

Transporte marítimo

El reciente descubrimiento del navío chino Nanhai I, prueba la existencia de una Ruta Marina de la Seda que se habría originado 200 años antes que la ruta terrestre.

Una Enorme Red de Cultura Humana

A pesar de que el Barón von Richthofen bautizara, en 1870, a esta red comercial importantísima como (en alemán) Seidenstrasse, o Ruta de la Seda, es importante aclarar que la seda no era el único bien que se comerciaba a lo largo y ancho de la misma. China importaba, principalmente, oro, plata, piedras preciosas, marfil, cristal, perfumes, tintes, y otros textiles provenientes de Europa y de los reinos por donde transitaba la ruta y aquellos otros reinos aledaños que tenían sus propias rutas comerciales que engarzaban, en algún punto, con la misma Ruta de la Seda. El Imperio del Centro (China) exportaba mayormente: seda, pieles, cerámica, porcelana, especias, jade, bronce, laca y hierro.

No era común que los comerciantes atravesaran la Ruta de la Seda en todo su largo y ancho. Los mercaderes intentaban buscar el mejor precio a través de los mercados de su propio territorio o aventurándose en las fronteras de otros reinos, donde vendían sus mercancías, y los compradores, a su vez, extendían los bienes por su propio reino, o llevándolos a las fronteras de los más próximos en busca de mejores beneficios. Este canje, obedeciendo a leyes de mercado, hacía llegar las mercancías y bienes desde Chang'an (actual Xi'an) hasta Antioquía, en Siria, y de allí hasta Constantinopla, donde esperaban los navíos venecianos que llevarían esta inmensa cantidad de bienes y riqueza, no sólo proveniente de China, sino también de todos los reinos asiáticos y medio-orientales.

El eje Roma-Chang'an marcaba el principio y el final de una gran cadena de intercambios cuyos eslabones que enlazaban a territorios que hoy corresponden a Turquía con Siria, a Irak con Persia, al Cáucaso con las fronteras de la India y China; y cuyos centros comerciales, en los que se realizaban las últimas y las primeras transacciones, dependiendo si se avanzaba hacia Changan o hacia el Caspio, eran las ciudades próximas al valle de Fergana (Bukhara, Khiva y Samarkanda) o las situadas en el inhóspito desierto de Takla-Makan, cuyos oasis eran bien conocidos por los conductores de las caravanas; especialmente los de las ciudades de Tashkurgán, Kashgar, Yarkand y Hotan (o Jotán) en las que, por imperativos del clima, estaban obligadas a detenerse durante un período de tiempo siempre incierto hasta alcanzar el límite oeste de la verdadera China de entonces: la Puerta de Loulan.

Comerciantes en la ruta.

Kashgar (la actual Kashi), punto de encuentro de las caravanas procedentes de la India, Afganistán, Tayikistán y Kirguizistán, era el otro extremo de la Ruta de la Seda en el territorio chino y, por tanto, el primer encuentro directo para las mercancías, las ideas y de las religiones entre China, Occidente y el sur de Asia. La ciudad de Yarkand, visitada por Marco Polo en dos ocasiones (en 1271 y en 1275), sigue siendo uno de los enclaves comerciales más importantes de la región autónoma de Xinjiang y uno de los centros musulmanes de mayor importancia en la República Popular China.

Por la Ruta de la Seda no circulaban solamente mercaderes con bienes de todos los reinos, sino también asaltadores, ladrones y pilluelos, por lo que los caminos no eran totalmente seguros. Así, lo peor que les podía pasar, era que por aquellos desfiladeros y glaciares, se despeñara un camello; perdieran al animal y a su preciada carga, y además su estiércol, que utilizaban como combustible. Y aún era peor, si el camello perdido transportaba comestibles. Casi en el 80 % de la Ruta, no hay árboles; sólo hielo, nieve y glaciares.
Algunas caravanas no llegaron nunca a su destino. Unas eran asaltadas por bandas feroces de asesinos, que para hacerse con las mercancías, no dudaban en matar, y otras veces, morían los caravaneros víctimas de accidentes o enfermedades. En cada localidad que paraban para descansar, debían proveerse de comida para un mes, por lo menos. No es de extrañar, que Plinio el Viejo dijese que la seda china era muy cara (“gastos inmensos”).

Si bien junto a mercaderes matones, la Ruta de la Seda también fue una vía donde el Budismo se extendió por toda Asia. Misioneros budistas de la India llevaron las enseñanzas del Buda desde la India a Taxila, de Taxila al Tíbet, del Tibet a Dunhuang, donde penetró en China. Los conocimientos más avanzados de la época, propios de las Universidades Budistas de Nalanda, Vikramasila, Odantapuri, Vilabhi y Ratnagiri, entre otras, circularon también de un reino a otro junto con los peregrinos, monjes, maestros y discípulos que viajaban en busca de conocimientos o a llevar sabiduría a los monasterios del Tibet, de Dunghuang o al complejo de Monasterios en las Grutas de Mogao, en China. También, monjes de todos los reinos iban de peregrinaje a la India en misiones para encontrar manuscritos y textos budistas originales para traducirlos a las lenguas vernaculares de sus propias regiones y traer conocimientos nuevos en los campos de la filosofía budista, la medicina o la astronomía.

Paralelamente a los monjes budistas, también trajinaron hacia el siglo V esta ruta los monjes y misioneros crisitianos nestorianos quienes establecieron varias misiones en el trayecto logrando un especial éxito entre los mongoles Khitan, e incluso una misión en la capital occidental de la China, la ya citada Xi'an (estela de Singanfu) y los misioneros maniqueos que convirtieron a los turcos uigures de Turfán.

Más tarde, con el apogeo del Islam bajo la Dinastía Omeya (661-750), que quería controlar las más importantes líneas comerciales a China, tomó la mitad occidental de la Ruta de la Seda, y esta se vio interrumpida, ahogando el comercio de otras naciones con precios elevados y altas tasas. Este fue el principio del fin.

El aspecto más importante del entramado comercial de esta ruta es el papel de intermediarios que ejercían los comerciantes islámicos. Éstos, conscientes de los beneficios económicos que dejaba este trasiego comercial, no permitieron la entrada de comerciantes europeos o asiáticos en la ruta, convirtiéndose en los elementos que hacían funcionar el sistema. Las caravanas, procedentes de Siria y Mesopotamia, cruzaban todo el continente asiático para adquirir -a bajo precio- los productos que después venderían -a precios desorbitados- a los comerciantes o intermediarios europeos, para ello, las caravanas hacían uso de una red de albergues llamados caravansarays para pernoctar, protegerse y proveerse.

Para el mundo islámico, la Ruta supuso una excelente fuente de ingresos que se convirtió en la base de su economía. Para Europa, una sangría económica irrenunciable (los productos eran insustituibles).

Decadencia

Una nueva situación política en China, (la protagonizada por las dinastías Tang, Song, y Yuan, desde el siglo VII hasta mediados del siglo XIV), y una nueva realidad económica y cultural en Occidente hicieron posible el restablecimiento de nuevas relaciones entre los dos mundos gracias a las que, junto a las mercancías, empezaron a intercambiarse también las ideas, los conocimientos artísticos, los idiomas y las religiones. Desde entonces las Rutas de la Seda dejaron de ser caminos exclusivos de los comerciantes y de los militares, y empezaron a ser transitados cada vez con más frecuencia por intelectuales y por monjes de las principales religiones del mundo, que supieron también, como si fueran ávidos comerciantes del espíritu, intercambiarse entre ellos las enseñanzas de Buda, Confucio, Jesucristo y Mahoma.

El viaje de Zhang Qian hacia Europa.

Oriente y Occidente comenzaban así a necesitarse el uno al otro, a pesar de que el enemigo acechaba siempre desde el norte; en esta ocasión, desde Mongolia. Y aunque la intensidad del comercio crecía incesantemente desde el siglo VIII, también crecían en igual o mayor proporción los asaltos, los saqueos, las confiscaciones y los asesinatos masivos perpetrados por las hordas nómadas del norte; tribus que, después de ser unificadas por Genghis Khan a comienzos del siglo XIII, demostraron que eran invencibles.

Hacia el siglo XV, con el auge de la navegación y las nuevas rutas marítimas comerciales, y el apogeo de los Imperios Árabe, Imperio mongol y Turco (selyúcidas y otomanos, ambos por igual en períodos distintos de tiempo) fue languideciendo lentamente la importancia de la Ruta de la Seda como principal arteria comercial entre oriente y occidente, y algunas de las más florecientes e imponentes ciudades a lo largo de su recorrido, fueron perdiendo importancia e influencia y, olvidados por el mundo exterior, se convirtieron en una vaga sombra de lo que fueron.

En esa época se destacan los viajes de los europeos Giovanni da Pian del Carpine y Marco Polo.

Marco Polo

Marco Polo no fue el primer europeo en transitar la ruta, pues al menos Mateo Polo y Nicoló Polo (tío y padre de Marco) habían realizado un viaje similar antes de invitar a Marco Polo a ser parte de la segunda expedición al khanato de China. La celebridad de este viajero no se debe a su novedad, sino a la descripción del viaje y las maravillas narradas en su libro "Il Milione" (El Millón), más conocido como Los viajes de Marco Polo o Libro de las maravillas.

Varios misioneros viajaron con anterioridad a Marco Polo. En 1245, Giavanni de Pian Carpine acompañado por Esteban de Bohemia, viajaron hasta el Volga y llegaron a entrevistarse con Genghis Khan. Cuando llegaron a Karakorum le dieron al nuevo Khan la carta que les había dado el papa para que se convirtieran al cristianismo e hicieran frente común ante el Islam. También, en 1254, Rubruquis junto con Bartolomé de Cremona fueron al centro de Asia por orden del rey de Francia, san Luis IX, con la misión de convertir a los mongoles. Llegaron hasta Kararkorum el 1254.

Con posterioridad a Marco Polo, durante el Renacimiento, otros europeos viajaron al Imperio chino, a la corte del Hijo del Cielo: Jorge Pire, Fernão Pires y los jesuitas. Jorge Pires llegó en 1513 a las islas Lintín y Ferno Pires (mercader) hizo la primera factoría comercial europea en el estuario de Zhujiang. La Compañía de Jesús, en cambio, fue para evangelizar y ganarse el favor del monarca y las clases privilegiadas; el primer enviado fue el célebre Mateo Ricci en 1583.

Véase también

Referencias

  1. "Approaches Old and New to the Silk Roads" Vadime Eliseeff in: The Silk Roads: Highways of Culture and Commerce. París (1998) UNESCO, Reimpresión: Berghahn Books (2000), pp. 1-2. ISBN 92-3-103652-1; ISBN 1-57181-221-0; ISBN 1-57181-222-9 (pbk)

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