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A lo largo del texto, Sarmiento explora la [[dicotomía]] entre la civilización y la barbarie. Como observa Kimberly Ball, «la civilización se manifiesta mediante Europa, Norteamérica, las ciudades, los unitarios, el general Paz y Rivadavia»,<ref name="ball177">Ball 1999, p. 177</ref> mientras que «la barbarie se identifica con América Latina, España, Asia, Oriente Medio, el campo, los federales, Facundo y Rosas».<ref name="ball177" /> Es por esta razón que ''Facundo'' tuvo una influencia tan profunda. Según González Echevarría: «al proponer el diálogo entre la civilización y la barbarie como el conflicto central en la cultura latinoamericana, ''Facundo'' le dio forma a una polémica que comenzó en el periodo colonial y que continúa hasta el presente».<ref name="gonzech2003-2">González Echevarría 2003, p. 2</ref>
A lo largo del texto, Sarmiento explora la [[dicotomía]] entre la civilización y la barbarie. Como observa Kimberly Ball, «la civilización se manifiesta mediante Europa, Norteamérica, las ciudades, los unitarios, el general Paz y Rivadavia»,<ref name="ball177">Ball 1999, p. 177</ref> mientras que «la barbarie se identifica con América Latina, España, Asia, Oriente Medio, el campo, los federales, Facundo y Rosas».<ref name="ball177" /> Es por esta razón que ''Facundo'' tuvo una influencia tan profunda. Según González Echevarría: «al proponer el diálogo entre la civilización y la barbarie como el conflicto central en la cultura latinoamericana, ''Facundo'' le dio forma a una polémica que comenzó en el periodo colonial y que continúa hasta el presente».<ref name="gonzech2003-2">González Echevarría 2003, p. 2</ref>
Rosas recibio como heredero su sable de San Martin, heroe maximo de la Argentina.



La primera edición de ''Facundo'' fue publicada en 1845. Sarmiento eliminó los últimos dos capítulos para la segunda edición (1851), pero los volvió a incluir en 1874, decidiendo que eran importantes para el desarrollo del libro. La primera edición dio lugar a varios libros cuyo objetivo es analizar o criticar ''Facundo'', siendo el principal ''[[Muerte y resurrección de Facundo]]'' de [[Noé Jitrik]], en el cual el autor explora desde su clasificación literaria hasta su relevancia histórica.<ref>{{cita web|título=Noé Jitrik: Muerte y resurrección de Facundo|url=http://www.abanico.org.ar/2006/11/jitrik.htm|fechaacceso=18 de marzo de 2009|editorial=Abanico.org}}</ref>
La primera edición de ''Facundo'' fue publicada en 1845. Sarmiento eliminó los últimos dos capítulos para la segunda edición (1851), pero los volvió a incluir en 1874, decidiendo que eran importantes para el desarrollo del libro. La primera edición dio lugar a varios libros cuyo objetivo es analizar o criticar ''Facundo'', siendo el principal ''[[Muerte y resurrección de Facundo]]'' de [[Noé Jitrik]], en el cual el autor explora desde su clasificación literaria hasta su relevancia histórica.<ref>{{cita web|título=Noé Jitrik: Muerte y resurrección de Facundo|url=http://www.abanico.org.ar/2006/11/jitrik.htm|fechaacceso=18 de marzo de 2009|editorial=Abanico.org}}</ref>

Revisión del 15:24 4 may 2009

Facundo: Civilización y barbarie
de Domingo Faustino Sarmiento

Portada de la primera edición
Género Biografía y ensayo Ver y modificar los datos en Wikidata
Idioma Español
Artista de la cubierta Alberto Nicasio
Editorial El Progreso de Chile (primera edición en español)
País Argentina
Fecha de publicación 1845
Páginas 251
Texto en español Facundo o civilización y barbarie en las pampas argentinas en Wikisource

Facundo: Civilización y Barbarie es un libro escrito en 1845 por el presidente argentino Domingo Faustino Sarmiento, durante su exilio en Chile. Es una de las bases de la literatura hispanoamericana: fue una obra que ayudó a definir los parámetros del desarrollo de la región, de su modernización, su poder y su cultura. Como lo indica su título, Facundo marca el contraste entre la civilización y la barbarie en la Argentina de principios del siglo XIX. El crítico literario Roberto González Echevarría describió a la obra como el «libro más importante que haya sido escrito por un latinoamericano en cualquier disciplina o género».[1]

Facundo describe la vida de Juan Facundo Quiroga, un gaucho que causó estragos en las provincias argentinas durante las décadas de 1820 y 1830. El historiador Felipe Pigna afirma en el documental Algo habrán hecho por la historia argentina que «El Facundo fue mucho más que un libro, fue un panfleto contra Rosas, ahí Sarmiento describe al caudillo y propone eliminarlo».[2]Juan Manuel de Rosas gobernó Argentina entre 1829 y 1832 y nuevamente de 1835 hasta 1852; fue debido a Rosas que Sarmiento debió exiliarse a Chile, en donde escribió el libro. Sarmiento ve a Rosas como un heredero de Facundo: ambos son caudillos y representan la barbarie que deriva de la naturaleza y la falta de civilización presente en el campo argentino.[2]​ Como explica Pigna, «Facundo, a quien odia y admira a la vez, es la excusa para hablar del gaucho, del caudillo, del desierto interminable, en fin, de todos los elementos que representan para él el atraso y con los que hay que terminar».[3]

A lo largo del texto, Sarmiento explora la dicotomía entre la civilización y la barbarie. Como observa Kimberly Ball, «la civilización se manifiesta mediante Europa, Norteamérica, las ciudades, los unitarios, el general Paz y Rivadavia»,[4]​ mientras que «la barbarie se identifica con América Latina, España, Asia, Oriente Medio, el campo, los federales, Facundo y Rosas».[4]​ Es por esta razón que Facundo tuvo una influencia tan profunda. Según González Echevarría: «al proponer el diálogo entre la civilización y la barbarie como el conflicto central en la cultura latinoamericana, Facundo le dio forma a una polémica que comenzó en el periodo colonial y que continúa hasta el presente».[5]

La primera edición de Facundo fue publicada en 1845. Sarmiento eliminó los últimos dos capítulos para la segunda edición (1851), pero los volvió a incluir en 1874, decidiendo que eran importantes para el desarrollo del libro. La primera edición dio lugar a varios libros cuyo objetivo es analizar o criticar Facundo, siendo el principal Muerte y resurrección de Facundo de Noé Jitrik, en el cual el autor explora desde su clasificación literaria hasta su relevancia histórica.[6]

Contexto histórico

Durante su exilio en Chile, Sarmiento escribió Facundo en 1845 como un ataque contra Juan Manuel de Rosas, gobernador de Buenos Aires en la época. El libro fue un análisis crítico de la cultura argentina bajo el punto de vista del escritor, representada en hombres como Rosas y el líder regional Juan Facundo Quiroga, principalmente en San Juan. Para Sarmiento, Rosas y Quiroga eran caudillos, es decir, hombres fuertes y poderosos que no se adhieren a la ley.[7]

El libro de Sarmiento es una crítica y un síntoma de los conflictos culturales de Argentina. En 1810, el país se había independizado de España, pero Sarmiento protestaba por la falta de unidad de los ciudadanos. La división política del país se debatía entre la ideología de los unitarios (apoyados por Sarmiento), quienes querían un gobierno centralizado, contra los federales, quienes creían que las regiones debían ser autónomas. Esta división fue una de las más significativas entre la ciudad y el campo. Al igual que en la actualidad, Buenos Aires era la ciudad más grande y más rica del país debido a su cercanía con el río de la Plata y al océano Atlántico. Buenos Aires no sólo tenía acceso al comercio, sino también a las ideas y a la cultura europea. Estas diferencias económicas y culturales causaron una tensión creciente entre Buenos Aires y las demás ciudades argentinas.[8]​ Pese a su ideología unitaria, Sarmiento nació en una provincia, siendo nativo del oeste de San Juan.[9]

Conflicto entre unitarios y federales

Las divisiones en Argentina llevaron a un conflicto que comenzó en 1826, cuando el unitario Bernardino Rivadavia fue elegido presidente. Los simpatizantes de un gobierno descentralizado desafiaron al partido unitario, desembocando en una seguidilla de eventos violentos. Los federalistas Juan Facundo Quiroga y Juan Manuel de Rosas quisieron una mayor autonomía para las provincias y se vieron más inclinados a rechazar la cultura europea.[10]​ Los unitarios defendieron la presidencia de Rivadavia, ya que ésta ofreció oportunidades de educación para los habitantes de zonas rurales mediante un programa universitario de estilo europeo. Sin embargo, bajo el gobierno de Rivadavia, bajaron los salarios de los trabajadores,[11]​ y los gauchos fueron encarcelados u obligados a trabajar sin recibir una paga.[12][11]

Desde 1828, se instalaron y se fueron reemplazando distintos gobernadores de Buenos Aires, comenzando con el federalista Manuel Dorrego.[13]​ Sin embargo, el gobierno de Dorrego duró muy poco tiempo y fue reemplazado por el unitario Juan Lavalle;[14]​ éste fue derrotado por una milicia de gauchos liderados por Rosas. A finales de 1829, la legislatura designó a Rosas como el gobernador de Buenos Aires.[15]​ Bajo este gobierno, un gran número de intelectuales emigró a Chile, como Sarmiento, o a Uruguay.[16]

Juan Manuel de Rosas

Juan Manuel de Rosas, gobernador argentino entre 1829 y 1852.

Según el historiador latinoamericano John Lynch, Juan Manuel de Rosas fue «un terrateniente, un caudillo rural y el dictador de Buenos Aires desde 1829 hasta 1852».[17]​ Nació en una familia adinerada de un alto nivel social, pero la estricta educación que recibió lo influenció psicológicamente de manera muy profunda.[18]​ Sarmiento afirma que debido a la madre de Rosas, «el espectáculo de la autoridad y la servidumbre deben haberle causado impresiones muy duraderas».[19]​ Poco después de llegar a la pubertad, Rosas fue enviado a una estancia y permaneció allí durante treinta años. En ese tiempo, aprendió a manejar el lugar y estableció un gobierno autoritario en la zona. En el poder, Rosas encarceló a los residentes por razones desconocidas, lo cual Sarmiento define como actos similares al tratamiento que Rosas le daba al ganado. Sarmiento argumenta que con este método lograba que los ciudadanos conformasen «el ganado más manso y ordenado que existiese».[20]

El primer período de Juan Manuel de Rosas como gobernador duró sólo tres años. Su gobierno, asistido por Juan Facundo Quiroga y Estanislao López, fue respetado y Rosas fue halagado por su habilidad de mantener la armonía entre Buenos Aires y las zonas rurales.[21]​ El país cayó en el caos luego de la dimisión de Rosas en 1832, y en 1835 fue convocado nuevamente para gobernar. En esta ocasión, regresó con un gobierno más autoritario, obligando a todos los ciudadanos a apoyar su régimen federalista.[22]​ Según Nicolas Shumway, Rosas «obligó a los ciudadanos a usar la insignia roja de los federales, y su imagen apareció en todos los lugares públicos...  los enemigos de Rosas, reales e imaginarios, fueron encarcelados, asesinados o llevados al exilio por la mazorca, una banda de espías y matones supervisados personalmente por Rosas. La publicación fue censurada, y los periódicos porteños se vieron obligados a defender el régimen».[23]

Domingo Faustino Sarmiento

Domingo Sarmiento, autor de Facundo.

En Facundo, Sarmiento es tanto el narrador como uno de los protagonistas. El libro contiene elementos autobiográficos de la vida de Sarmiento, además de la vida de los argentinos en general. También expresa y analiza su propia opinión y relata algunos eventos históricos. Dentro de la dicotomía del libro entre la civilización y la barbarie, el personaje de Sarmiento representa a la civilización, identificada con las ideas europeas y norteamericanas; apoya la educación y el desarrollo, y se opone a Rosas y a Facundo, quienes simbolizan la barbarie.

Sarmiento fue un educador, un hombre civilizado que se adhirió al movimiento unitario. Durante el conflicto entre unitarios y federales, peleó contra Facundo en varias ocasiones, y en España se convirtió en miembro de la Sociedad Literaria de Profesores.[24]​ Sarmiento regresaría de su exilio en Chile, en donde comenzó a escribir Facundo, como político. Pasó a ser miembro del Senado luego de la caída de Rosas y fue presidente de Argentina durante seis años (1868–1874). Durante su presidencia, Sarmiento se concentró en la inmigración, la ciencia y la cultura. Sus ideas se basaron en la civilización europea; para él, el desarrollo de un país debía basarse en la educación. Sobre el final de su gobierno, fundó los primeros colegios militares y navales de Argentina.[25]

Sinopsis

Las pampas argentinas. Para Sarmiento, esta geografía inhóspita fue un factor clave en la carencia de civilización en el país.

Luego de una extensa introducción, los quince capítulos de Facundo se dividen en tres secciones: los primeros cuatro capítulos describen la geografía, antropología e historia argentina; los capítulos del quinto al decimocuarto relatan la vida de Juan Facundo Quiroga; y el último capítulo expone la visión de Sarmiento de un futuro argentino bajo un gobierno unitario.[26]​ Según Sarmiento, la razón por la que describe el contexto argentino y utiliza a Facundo Quiroga para condenar la dictadura de Rosas es porque «en Facundo Quiroga no sólo se ve a un caudillo, sino también una manifestación de la vida argentina, consecuencia de la colonización y de las peculiaridades del terreno».[27]

Contexto argentino

Sudamérica, mostrando la ubicación de las pampas en Argentina, Uruguay y Río Grande del Sur.

Facundo comienza con una descripción geográfica de Argentina, desde los Andes en el oeste hasta la costa atlántica del este, en donde dos ríos confluyen en la frontera entre Argentina y Uruguay. Uno de estos ríos, el Plata, marca la ubicación de Buenos Aires, la capital. Mediante esta descripción de la geografía de Argentina, Sarmiento resalta las ventajas de Buenos Aires; los ríos son arterias que comunican a la ciudad con el resto del mundo, permitiendo el comercio y ayudando a formar una sociedad civilizada. Buenos Aires no había logrado llevar civilización a las áreas rurales y, como consecuencia, gran parte de Argentina se había visto condenada a la barbarie. Sarmiento también argumenta que las pampas, las amplias y vacías llanuras del país, «no les ofrecen escapatoria o escondite a las personas para defenderse e impide la civilización en la mayor parte de la Argentina».[28]​ Pese a las barreras de civilización causadas por la geografía del país, Sarmiento explica que gran parte de los problemas del país habían sido causados por gauchos como Juan Manuel de Rosas, quienes eran bárbaros, incultos, ignorantes y arrogantes; gracias a ellos la sociedad argentina no había logrado progresar hacia la civilización.[29]​ Sarmiento luego describe los cuatro tipos principales de gauchos y la forma de reconocerlos para entender a los líderes argentinos, como Juan Manuel de Rosas.[30]​ Según el autor, sin una comprensión de los tipos de gauchos argentinos, «es imposible comprender nuestros personajes políticos, ni el carácter primordial y americano de la sangrienta lucha que despedaza a la República Argentina».[31]

Sarmiento luego hace hincapié en los campesinos argentinos, quienes son «independientes de toda necesidad, libres de toda sujeción, sin ideas de gobierno, porque todo orden regular y sistemado se hace de todo punto imposible».[32]​ Los campesinos se reúnen en pulperías, en donde pasan el tiempo bebiendo y jugando. Evidencian su entusiasmo de demostrar su fortaleza física mediante la doma de caballos y las peleas con cuchillos. Raramente estas peleas llevan a la muerte, a la cual denominan desgracia, y Sarmiento resalta que la residencia de Rosas era utilizada en ocasiones como refugio de los criminales, antes de que comenzase a adquirir poder político.[30]

Según Sarmiento, estos elementos son cruciales para comprender la Revolución Argentina, en la cual el país se independizó de España. Aunque si bien la guerra de la independencia fue provocada por la influencia de las ideas europeas, Buenos Aires era la única ciudad que podía tener civilización. Los campesinos participaron en la guerra más para demostrar su fortaleza física que para civilizar el país. Al final, la revolución fue un fracaso debido al comportamiento bárbaro de la población rural, que llevó a la deshonra de la ciudad civilizada, Buenos Aires.[33]

Vida de Juan Facundo Quiroga

Juan Facundo Quiroga. Como personaje principal de Facundo, representa a la barbarie, la antítesis de la civilización.

La segunda parte de Facundo explora la vida del personaje que le da el título, Juan Facundo Quiroga—el «Tigre de los Llanos».[34]​ Pese a haber nacido en una familia adinerada, Facundo recibió sólo una educación básica en lectura y escritura.[34]​ Amaba el juego, siendo llamado

«el jugador»;[35]​ en efecto, Sarmiento describe su juego como «una pasión feroz, ardiente, que le reseca las entrañas».[36]​ En su juventud Facundo fue antisocial y rebelde, negándose a mezclarse con otros niños,[34]​ y estas características se fueron pronunciando cada vez más a medida que fue creciendo. Sarmiento describe un incidente en el cual Facundo había matado a un hombre, escribiendo que este tipo de comportamiento «marcó su paso por el mundo».[36]

Las relaciones de Facundo con su familia finalmente se rompieron, y, tomando la vida de un gaucho, se unió a los caudillos en la provincia de Entre Ríos.[37]​ Los gauchos comenzaron a reconocerlo como un héroe luego de su asesinato de dos españoles luego de una fuga de prisión, y reubicándose en La Rioja, Facundo tomó una posición de líder en la Milicia de los Llanos. Construyó su reputación y ganó el respeto de sus compañeros mediante sus feroces acciones en los campos de batalla, pero odió y trató de destruir a aquellos que eran diferentes a él por ser civilizados y educados.[38]

En 1825, cuando el unitario Bernardino Rivadavia se convirtió en el gobernador de la provincia de Buenos Aires, organizó una reunión con los representantes de todas las provincias de Argentina. Facundo se presentó como el gobernador de La Rioja.[39]​ Sarmiento da una descripción física del hombre al que considera que personifica al caudillo: «era de estatura baja y fornida; sus anchas espaldas sostenían sobre un cuello corto, una cabeza bien formada, cubierta de pelo espesísimo, negro y ensortijado», con «ojos negros llenos de fuego».[34]​ Rivadavia pronto fue desplazado, y Manuel Dorrego pasó a ser el nuevo gobernador. Sarmiento aclara que Dorrego, como federalista, no estaba interesado en el progreso social ni en terminar con el comportamiento bárbaro en Argentina mejorando el nivel de civilización y educación de los habitantes de las zonas rurales. En el desorden que caracterizó la política argentina del momento, Dorrego fue asesinado por los unitarios y Facundo fue derrotado por el general unitario José María Paz.[40]​ Facundo escapó a Buenos Aires y se unió al gobierno federalista de Juan Manuel de Rosas. Durante el conflicto entre ambas ideologías, Facundo conquistó las provincias de San Luis, Rio Quinto y Mendoza.[41]

En el regreso a su hogar de San Juan, la cual Sarmiento dice que Facundo gobernó «únicamente con su nombre aterrador»,[42]​ se dio cuenta de que su gobierno carecía de apoyo por parte de Rosas. Fue a Buenos Aires a enfrentarlo, pero Rosas lo envió a realizar otra misión. En el camino Facundo fue asesinado.[43]​ Según Sarmiento, el asesinato fue planeado por Rosas: «La Historia imparcial espera, todavía, datos y relaciones para señalar con su dedo, al instigador de los asesinos...».[44]

Consecuencias de la muerte de Facundo

En los últimos capítulos del libro, Sarmiento explora las consecuencias de la muerte de Facundo para la historia y la política de la República Argentina.[45]​ También analiza el gobierno y la personalidad de Rosas, comentando sobre la dictadura, la tiranía, el papel del apoyo popular, y el uso de la fuerza para mantener el orden. El autor critica a Rosas utilizando las propias palabras del gobernador, haciendo observaciones sarcásticas sobre las acciones de Rosas, y describiendo el «terror» establecido durante la dictadura, las contradicciones del gobierno, y la situación en las provincias que fueron lideradas por Facundo. Sarmiento escribe: «La cinta colorada es la materialización del terror que acompaña a todos lados, en las calles, en el pecho de la familia; debe pensarse en él al vestirse, al desvestirse, y las ideas siempre se nos graban por asociación».[46]

Finalmente, Sarmiento examina el legado del gobierno de Rosas atacándolo y ensanchando la dicotomía entre la civilización y la barbarie. Enfrentando a Francia y a Argentina—representando la civilización y la barbarie, respectivamente—Sarmiento contrasta la cultura y la crueldad:

El bloqueo de la Francia duraba dos años había, y el Gobierno americano animado del espíritu americano, hacía frente a la Francia, el principio europeo, a las pretensiones europeas. El bloqueo francés, empero, había sido fecundo en resultados sociales para la República Argentina, y servía a manifestar en toda su desnudez, la situación de los espíritus y los nuevos elementos de la lucha que debían encender la guerra encarnizada, que sólo puede terminar con la caída de aquel Gobierno monstruoso.[47]

Género y estilo

El crítico y filósofo español Miguel de Unamuno comentó sobre el libro: «Nunca tomé Facundo de Sarmiento como una obra histórica, ni creo que pueda ser evaluada en esos términos. Siempre la consideré una obra literaria, una novela histórica».[48]​ Sin embargo, Facundo no puede clasificarse como novela o en un género literario específico. Según González Echevarría, el libro es «un ensayo, una biografía, una autobiografía, una novela, una epopeya, una memoria, una confesión, un panfleto político, una diatriba, un tratado científico y una guía».[5]​ El estilo de Sarmiento y su exploración de la vida de Facundo unifican las tres partes en que se divide la obra. Incluso la primera sección, que describe la geografía de Argentina, sigue este patrón, ya que Sarmiento declara que Facundo es un producto natural de su entorno.[49]

El libro también es en parte ficticio: Sarmiento utiliza su imaginación además del rigor histórico para describir a Rosas. En Facundo, el autor incluye su opinión de que la dictadura de Rosas es la causa principal de los problemas de Argentina. Los temas como la barbarie y la crueldad que se desarrollan a lo largo del libro son, para Sarmiento, meras consecuencias del gobierno ejercido por Rosas.[50]​ Para respaldar sus opiniones, Sarmiento utiliza estrategias propias de la literatura.

Temáticas

Civilización y barbarie

En Facundo, Sarmiento describe a los gauchos como representantes de la barbarie.

Facundo no es sólo una crítica al gobierno de Rosas, sino también una extensa investigación sobre la historia y la cultura argentina, a la cual Sarmiento muestra mediante el controvertido gobierno, y la caída de Juan Facundo Quiroga, un arquetípico caudillo argentino. Sarmiento resume el mensaje del libro en la frase «Esa es la cuestión: ser o no ser salvajes».[51]​ La dicotomía entra la civilización y la barbarie es la idea central del libro; Facundo es retratado como salvaje y opuesto al progreso real mediante su rechazo hacia los ideales culturales europeos, visibles en la sociedad metropolitana de Buenos Aires.[52]

El conflicto entre la civilización y la barbarie refleja las dificultades de América Latina en la era posterior a su independencia. El crítico literario Sorensen Goodrich argumenta que aunque si bien Sarmiento no fue el primero en articular esta dicotomía, la convirtió en un tema prominente y poderoso que podría impactar la literatura latinoamericana.[53]​ Explora el problema de la civilización contra los groseros aspectos de la cultura de un caudillo, la cual se basa en la brutalidad y el poder absoluto. Facundo ofrece un mensaje oposicionista que, con el tiempo, otorgaría una alternativa beneficiosa para la sociedad. Aunque Sarmiento solicita varios cambios, como funcionarios honestos que entendiesen las ideas de la Ilustración europea, siempre considera a la educación como el tema principal. Los caudillos como Facundo Quiroga, al principio del libro, son vistos como la antítesis de la educación, la cultura y la estabilidad civil; la barbarie es como una eterna letanía de males de la sociedad.[54]​ Son los agentes de la inestabilidad y del caos, destruyendo sociedades mediante su descarada indiferencia hacia la humanidad y hacia el progreso social.[55]

Si Sarmiento se ve a sí mismo como una persona civilizada, Rosas es bárbaro. El historiador David Rock explica que «los opositores contemporáneos recrudecieron a Rosas como un tirano sanguinario y un símbolo de la barbarie».[56]​ Sarmiento ataca a Rosas mediante su libro promoviendo la educación y la civilización, mientras que Rosas utiliza el poder político y la fuerza bruta para deshacerse de cualquier obstáculo. Al relacionar a Europa con la civilización, y a la civilización con la educación, Sarmiento transmite una admiración hacia la cultura europea que al mismo tiempo le da un sentido de insatisfacción hacia su propia cultura, motivándolo a llevarla hacia la civilización.[57]​ Utilizando las características de las pampas para reforzar su análisis social, caracteriza a quienes se hallan aislados y se oponen al diálogo político como ignorantes y anárquicos, simbolizados por la geografía física desolada de Argentina.[58]​ Por el contrario, América Latina está conectada directamente con la barbarie, y Sarmiento utiliza a la región simplemente para ilustrar la manera en que Argentina está desconectada de los numerosos recursos que la rodean, limitando el crecimiento del país.[55]

Escritura y poder

En la historia de la América Latina posterior a su independencia, las dictaduras fueron relativamente comunes—los ejemplos van desde José Gaspar Rodríguez de Francia, en Paraguay durante el siglo XIX, hasta Augusto Pinochet, a mediados del siglo XX en Chile. En este contexto, la literatura latinoamericana se distinguió por las novelas de protesta o novelas del dictador; la historia principal se basa en la figura del dictador, su comportamiento, sus características y la situación de la población bajo su régimen. Los escritores como Sarmiento utilizaron el poder de la palabra escrita para criticar al gobierno, empleando a la literatura como herramienta, como ejemplo de resistencia y como un arma contra la represión.[59]

La utilización de esta conexión entre la escritura y el poder fue una de las estrategias de Sarmiento. Para él, la escritura debía ser catalizadora para la acción.[60]​ Mientras que los gauchos pelearon con armas físicas, Sarmiento usó su voz y su idioma.[61]​ Sorensen declara que Sarmiento empleó «el texto como un arma».[59]​ Sarmiento no sólo escribió para Argentina sino para una audiencia mucho más amplia, especialmente los Estados Unidos y Europa; según su opinión, estas regiones eran más civilizadas, y su propósito fue seducir a los lectores hacia su propio punto de vista político.[62]​ En las numerosas traducciones de Facundo, la asociación de Sarmiento de la escritura con el poder y la conquista es evidente.[63]

Ya que sus libros solían servir como vehículos para sus manifestaciones políticas, los escritos de Sarmiento comúnmente se burlaban de los gobiernos, y Facundo fue el ejemplo más prominente.[64]​ Eleva su propia posición a expensas de la minoría gobernante, a menudo retratándose a sí mismo como invencible debido al poder de la escritura. Hacia finales de 1840, Sarmiento fue exiliado por sus opiniones políticas. Cubierto de moretones el día anterior por las golpizas de soldados inescrupulosos, escribió en francés «On ne tue point les idees» (citado erróneamente de «on ne tue pas de coups de fusil aux idees», lo cual significa «las ideas no pueden ser asesinadas con armas»). El gobierno decidió descifrar el mensaje, y al traducirlo, dijeron «Así que, ¿qué significa esto?».[65]​ Ya que sus oponentes no lograron entender el significado del mensaje, Sarmiento pudo ilustrar su ineptitud. Sus palabras se presentan como un «código» que necesita ser «descifrado»,[65]​ y que a diferencia de Sarmiento, los que se encuentran en el poder son bárbaros y no tienen educación. Su desconcierto no sólo demuestra su ignorancia, sino que, según Sorensen, ilustra «el desalojo inevitable que trae toda trasplantación cultural», ya que los habitantes de las zonas rurales de Argentina y los aliados de Rosas eran incapaces de aceptar la cultura civilizada que, según Sarmiento, llevaría al país hacia su progreso.[66]

Críticas

La obra ha tenido críticas muy variadas desde su publicación original. Con respecto al lenguaje empleado, varios críticos opinan que está bien expresado en el contexto característicamente criollo, mientras que otros piensan que esta particularidad provoca que el libro tenga una prosa opaca y sin equilibrio. Por ejemplo, el crítico literario uruguayo Álvaro Melián Lanifur escribe: «La prosa de Sarmiento es incoercible, desigual, bárbara, carece de gusto e ignora o desdeña el valor fonético de las palabras y el arte de su colocación armoniosa. En vano se buscaría en las páginas de Facundo el equilibrio, la exactitud, la suavidad del matiz, la ática pureza».[67]​ Por el contrario, personalidades como Guillermo Hudson, Carlos Guido Spano y Miguel de Unamuno halagan la escritura, señalando incluso que es superior a la utilizada en los libros españoles.[68]

Las intenciones de Sarmiento al escribir el libro han sido motivo de varios debates entre sociólogos, críticos y expertos en política argentinos. Muchos piensan que Sarmiento quería dar a entender que la barbarie (representada por las figuras de Facundo y Rosas) no puede coexistir de ninguna manera con la civilización, por lo que es necesario deshacerse completamente de la primera.[69]Noé Jitrik, el autor de Muerte y resurrección del Facundo, escribe que en el libro Sarmiento se contradice a sí mismo, ya que en la primera parte se dedica a dilapidar la imagen de Facundo Quiroga y en la segunda, cuando profundiza más en su vida, lo describe de una manera diferente, sin tanta aversión, humanizando al caudillo.[70]​ Enrique Anderson Imbert explica esta contradicción explicando que la principal intención de Facundo es hundir a Rosas, y que para hacerlo Sarmiento debió valerse hasta del recurso de salvar en ciertas circunstancias a Facundo.[71]​ Sarmiento justificó su postura antirosista afirmando que sólo cuando finalizase su gobierno, el país podría civilizarse y llegar a imitar a los pares europeos.[72]

Varios escritores han señalado que Sarmiento, además de contradecirse en la precisión de los hechos históricos, utilizó la exageración para describir la situación de las campañas y las ciudades, a las cuales caracterizó como opuestas e incapaces de convivir. Según Alberto Palcos, las campañas y las ciudades «convivían y se influenciaban unas a otras; la barbarie no era total en el campo ni la civilización en la ciudad».[73]​ Otras críticas a Sarmiento radican en su descripción de la figura del gaucho, el cual actualmente es uno de los símbolos de la identidad argentina: en Facundo, Sarmiento lo describe como «desocupado, despreocupado e irresponsable» además de «bárbaro y carente de civilización», basándose en las imágenes de Quiroga y Rosas, y propone desplazarlo de la sociedad hasta erradicarlo, apoyando la campaña en su contra que llevó a cabo Bartolomé Mitre.[72]

Legado

Para la traductora Kathleen Ross, Facundo es «una de las principales obras de la historia de la literatura hispanoamericana».[74]​ Fue muy influyente en el establecimiento de «un proyecto para la modernización»,[75]​ con su mensaje práctico realzado por una «estupenda belleza y pasión».[74]​ Sin embargo, según el crítico literario González Echevarría no sólo es un poderoso texto fundacional sino también «el primer clásico latinoamericano, y el libro escrito sobre América Latina por un latinoamericano más importante de cualquier disciplina o género».[74][1]​ La influencia política del libro puede ser vista en la llegada final de Sarmiento al poder. Asumió como presidente de Argentina en 1868 y finalmente pudo aplicar sus teorías para asegurarse de que la nación alcanzase la civilización.[76]​ Aunque Sarmiento escribió muchos libros, consideró a Facundo como la mayor fuente de sus opiniones políticas.[77]

Según Sorensen, «los primeros lectores de Facundo se vieron profundamente influenciados por las luchas que precedieron y sucedieron la dictadura de Rosas, y sus consideraciones pasaron de su relación con el conflicto a la hegemonía política».[78]​ González Echevarría nota que Facundo proveyó el ímpetu para que otros escritores examinasen las dictaduras en América Latina, y aclara que aún se lee hoy en día porque Sarmiento creó «una voz para los autores latinoamericanos modernos».[5]​ La razón de esto, según González Echevarría, es que «los autores latinoamericanos pelearon con su legado, reescribiendo Facundo en sus obras incluso si querían desenredarse de su discurso».[5]​ Las obras del dictador posteriores, como El Señor Presidente de Miguel Ángel Asturias y La fiesta del chivo de Mario Vargas Llosa, se basaron en sus ideas,[5]​ y el conocimiento de Facundo realza la comprensión del lector sobre estos libros.[79]

Una ironía del impacto del género y de la literatura ficticia del ensayo de Sarmiento es que, según González Echevarría, el gaucho se ha convertido en «un objecto de nostalgia, un origen perdido alrededor del cual se debe construir la mitología nacional».[79]​ Mientras que Sarmiento trató de eliminar al gaucho, también lo convirtió en un «símbolo nacional».[79]​ González Echevarría además argumenta que Juan Facundo Quiroga también sigue existiendo, ya que representa «nuestra lucha sin solución entre el mal y el bien y nuestro implacable camino de vida hacia la muerte».[79]​ Según la traductora Kathleen Ross, «Facundo sigue causando controversia y debate porque contribuye a los mitos nacionales de las ideologías de la modernización, el antipopulismo, y el racismo».[80]

Historia de la publicación y la traducción al inglés

La primera edición de Facundo fue publicada en 1845, en el suplemento literario del periódico chileno El Progreso. La segunda edición, también publicada en Chile (en 1851), contuvo significativas alteraciones: Sarmiento removió los últimos dos capítulos siguiendo el consejo de Valentín Alsina, un abogado y político argentino exiliado.[26]​ Sin embargo, las secciones perdidas reaparecieron en 1874 en una edición posterior, porque Sarmiento las vio como cruciales para el desarrollo del libro.[81]

Facundo se tradujo al inglés por primera vez en 1868, por Mary Mann, bajo el título Life in the Argentine Republic in the Days of the Tyrants; or, Civilization and Barbarism (Vida en la República Argentina en los días de los tiranos; o, Civilización y barbarie). Más recientemente, Kathleen Ross ha realizado una traducción moderna y completa, publicada en 2003 por la University of California Press. En la «Introducción de la traductora», de Ross, nota que la versión de Mann del siglo XIX del texto fue influenciada por su amistad con Sarmiento y por el hecho de que éste era, en ese momento, candidato a la presidencia de Argentina: «Mann deseaba expandir la causa de su amigo en el extranjero presentando a Sarmiento como un admirador e imitador de las instituciones políticas y culturales de Estados Unidos». Por lo tanto, en esta traducción no se publicó gran parte de la obra que convirtió a Facundo en uno de los principales libros de Hispanoamérica. Ross continúa: «La eliminación de las metáforas por parte de Mann, este recurso estilístico que caracteriza la prosa de Sarmiento, es particularmente llamativo».[82]

Véase también

Bibliografía

  • Carilla, Emilio (1973). Lengua y estilo en el Facundo. Buenos Aires: Universidad Nacional de Tucumán. ISBN 3942402108. 
  • Newton, Jorge (1965). Facundo Quiroga: Aventura y leyenda. Buenos Aires: Plus Ultra. 
  • González Echevarría, Roberto (2003). «Facundo: Introducción». En Domingo Faustino Sarmiento, ed. Facundo: Civilización y barbarie. Berkeley, CA: University of California Press. pp. 1-16. 
  • Ramos, Julio (1998). Paradojas de la letra. El don de la lengua. Buenos Aires.  Texto «editorial Ediciones Excultura» ignorado (ayuda)
  • Sanhueza, Guillermo (1987). Ensayo Domingo Faustino Sarmiento y la educación chilena. Santiago de Chile: IPS. 
  • Ball, Kimberly (1999). «Facundo por Domingo F. Sarmiento». Latin American Literature and Its Times. 1, World Literature and Its Times: Profiles of Notable Literary Works and the Historical Events That Influenced Them. Detroit: Gale Group. pp. 171-180. ISBN 0-7876-3726-2.  Parámetro desconocido |editor2-nombres= ignorado (ayuda); Parámetro desconocido |editor1-apellidos= ignorado (se sugiere |apellidos-editor1=) (ayuda); Parámetro desconocido |editor2-apellidos= ignorado (se sugiere |apellidos-editor2=) (ayuda); Parámetro desconocido |editor1-nombres= ignorado (ayuda)
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  • Ludmer, Josefina (2002). The Gaucho Genre: A Treatise on the Motherland. Durham, NC: Duke University Press. ISBN 0-8223-2844-5. 
  • Lynch, John (1981). Argentine Dictator: Juan Manuel de Rosas 1829–1852. Nueva York: Oxford University Press. ISBN 0-19-821129-5. 
  • Mann, Horace (1868). «Biographical Sketch of the Author». En Domingo Faustino Sarmiento, ed. Life in the Argentine Republic in the Days of the Tyrants, or, Civilization and Barbarism. Nueva York: Hafner. pp. 276-396. 
  • Ross, Kathleen (2003). «Introducción de la traductora». En Domingo Faustino Sarmiento, ed. Facundo: Civilización y barbarie. Berkeley, CA: University of California Press. pp. 17-26.  Parámetro desconocido |ots= ignorado (ayuda)
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  • Sorensen Goodrich, Diana (1996). Facundo and the Construction of Argentine Culture. Austin: University of Texas Press. ISBN 0-292-72790-9. 

Referencias

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  2. a b Algo habrán hecho por la historia argentina, segunda temporada, capítulo VI
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  5. a b c d e González Echevarría 2003, p. 2
  6. «Noé Jitrik: Muerte y resurrección de Facundo». Abanico.org. Consultado el 18 de marzo de 2009. 
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  9. «Biografía de Domingo Faustino Sarmiento». El Historiador. Consultado el 13 de marzo de 2009. 
  10. Shumway 1991, p. 107
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  15. Shumway 1991, p. 117
  16. Sarmiento 2003, p. 229
  17. Lynch 1981, p. 1
  18. Lynch 1981, p. 11
  19. Sarmiento 2003, p. 213
  20. Sarmiento 2003, p. 215
  21. Shumway 1991, p. 117–118
  22. Shumway 1991, p. 118
  23. Shumway 1991, p. 120
  24. Mann 1868, p. 357
  25. González Echevarría 2003, p. 10
  26. a b Error en la cita: Etiqueta <ref> no válida; no se ha definido el contenido de las referencias llamadas ross18
  27. Sarmiento 2003, p. 38
  28. Sarmiento 2003, Capítulo 1
  29. Sarmiento 2003, Capítulo 2
  30. a b Sarmiento 2003, Capítulo 3
  31. Sarmiento 2003, p. 71
  32. Sarmiento 2003, p. 72
  33. Sarmiento 2003, Capítulo 4
  34. a b c d Sarmiento 2003, p. 93 Error en la cita: Etiqueta <ref> no válida; el nombre «sarm93» está definido varias veces con contenidos diferentes
  35. Newton 1965, p. 11
  36. a b Sarmiento 2003, p. 95
  37. Sarmiento 2003, Capítulo 5
  38. Sarmiento 2003, Capítulo 6
  39. Sarmiento 2003, Capítulos 7 & 8
  40. Sarmiento 2003, Capítulo 8 & 9
  41. Sarmiento 2003, Capítulos 11 & 12
  42. Sarmiento 2003, p. 157
  43. Sarmiento 2003, Capítulo 13
  44. Sarmiento 2003, p. 204
  45. Sarmiento 2003, p. 227
  46. Sarmiento 2003, p. 210
  47. Sarmiento 2003, p. 228
  48. Citado en Sorensen Goodrich 1996, p. 42
  49. Carilla 1973, p. 12
  50. Ludmer 2002, p. 17
  51. Sarmiento 2003, p. 35
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  53. Sorensen Goodrich 1996, p. 6
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  55. a b Sorensen Goodrich 1996, p. 10–11
  56. Citado en Ludmer 2002, p. 7
  57. Sorensen Goodrich 1996, p. 9
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  63. Sorensen Goodrich 1996, p. 27
  64. Sorensen Goodrich 1996, p. 100
  65. a b Sarmiento 2003, p. 30
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