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Revisión del 11:38 4 feb 2009

Paquius Proculus y su esposa. Acuarela de Pompeya, del siglo I, ahora se exhiben en el Museo de Capodimonte.

El matrimonio en la Antigua Roma era una de las principales instituciones de la sociedad romana y tenía como principal objetivo generar hijos legítimos, que heredarían la propiedad y la situación de sus padres.[1][2]​ Entre las clases más prestigiosas, también servía para sellar alianzas políticas o económicas. Un ejemplo era el de Julia Caesaris (hija de Julio César y Cinilla), quien inicialmente se había comprometido con Marco Junio Bruto y que terminó casándose con Cneo Pompeyo Magno debido al deseo de su padre de una alianza con Pompeyo que condujo al Primer Triunvirato. Otro ejemplo fue el que dio lugar al matrimonio de Octavia con Marco Antonio, parte del tratado de Tarento.[3][4]

Varios ritos del matrimonio en la Antigua Roma fueron hederados por el mundo occidental contemporáneo, como la existencia de un anillo de compromiso, un velo para la novia, la unión de las manos de los contrayentes o el acto del beso con la novia después de que quien dirija la ceremonia de matrimonio los declare legamente casados.

Perspectiva histórica

César Augusto retratado como Pontifex Maximus.

En un principio, no era necesario un acto jurídico o religioso para que el matrimonio fuera considerado legal en la Antigua Roma: bastaba la convivencia entre un hombre y una mujer para que éstos fueran considerados casados. La estructura jurídica del matrimonio se llevó a cabo en la época de la República Romana, pero fue modificado por el Imperio.

Hasta el 445 a. C., los únicos que tenían derecho a contraer matrimonio eran los patricios.[5]​ En ese mismo año, a través de la Ley de Canuleia, el matrimonio les fue permitido a todos los ciudadanos, así como la unión entre los patricios y los plebeyos.

En la época de Augusto, primer Emperador Romano, la legislación relativa al matrimonio sufrió cambios. En ese momento, había en Roma un declive demográfico que sintieron particularmente las clases sociales más destacadas. Sin embargo, no fue un declive cualquiera, pues provocó la disminución de la fecundidad de las parejas, causada por la presencia de plomo en las tuberías que llevaban el agua potable y por el hecho de que las mujeres usaban maquillaje en el que se encontraba presente dicho elemento químico. Además, las parejas evitaron procrear más de dos hijos para evitar el reparto de los bienes, lo que llevó a una devaluación social, dado que el marco en el orden particular dependía de la riqueza personal. Para fomentar el nacimiento y el matrimonio, Augusto hizo uso de dos leyes, la lex Iulia de maritandis ordinibus (18 a. C.) y la lex Papia Poppaea (9 a. C.). Estas leyes determinaron que todos los hombres con una edad comprendida entre los veinticinco y los sesenta años, y todas las muljeres entre los veinte y los cincuenta años pertenecientes al Senado y a la orden ecuestre (las dos instituciones más importantes del Estado romano) tendrían que casarse obligatoriamente, de lo contrario, serían penalizados. La penalización consistía en impedir que recibiesen legados o herencias de personas que no eran su familia. También se estableció el ius trium liberorum a través de la cual los padres con tres o más hijos legítimos gozaban de determinados privilegios, como la reducción de la edad mínima para el acceso a los tribunales. Para las mujeres, la concesión del ius trium liberorum permitía la gestión propia de sus bienes (sin la interferencia del marido o del padre), podiendo legalmente heredar y legar. Las medidas tuvieron poco efecto y el propio ius trium liberorum fue muchas veces atribuído como "recompensa" para los hombres que no querían tener hijos, como ocurrió en los casos de Marco Valerio Marcial, Cayo Plinio Cecilio II, Cayo Plinio Cecilio II y Suetonio.

Requisitos

Representación de la prostitución.

Para que un matrimonio fuera válido en la Antigua Roma (iustae nuptiae) era necesario que se respetaran los siguientes requisitos: capacidad jurídica matrimonial, la edad y el consentimiento.

Conubium

La capacidad jurídica matrimonial recibía el nombre de conubium y de ella gozaban únicamente los ciudadanos romanos. Los extranjeros, los esclavos, los actores y los que se dedicaban a la prostitución estaban impedidos para contraer matrimonio, aunque el conubium podía concederse en casos excepcionales.

Tampoco había conubium entre padre e hijo (incluso si el hijo o hija era adoptado) y entre hermanos (incluso si eran medio hermanos). Tampoco estaba permitido el matrimonio de un hombre con la hija de su hermano, sin embargo, esta prohibición fue modificada por el Senado Romano para permitir el matrimonio del emperador Claudio con su sobrina Agripinila en el año 49 a. C., exponiéndole las razones al estado romano.[6]

Edad legal

La edad mínima que podían tener las personas para casarse estaba relacionada con la pubertad (pubertas). En el caso de los hombres, esta edad estaba fija en los catorce años y en las mujeres en los doce años. De hecho, era sumamente raro que un hombre se casara a los treinta años. En cuanto a las mujeres, esperaban llegar a una edad entre los catorce y los quince años. El matrimonio de un hombre con una mujer de mayor edad era socialmente aceptado, aunque no tanto el caso contrario.

Casarse cuando aún no se había completado el proceso del desarrollo físico implicó para muchas jóvenes romanas la muerte prematura durante el parto u otras complicaciones asociadas. Las mujeres de las clases menos acomodadas se casaban a una edad más madura, ya que no era tan fácil conseguir la dote. Los padres podían realizar una promesa matrimonial para sus hijos a los siete años de edad.

Consentimiento

El consentimiento requerido para contraer matrimonio era el de los contrayentes y el de los pater familias.[7]

Noviazgo

La celebración del noviazgo de los contrayentes se realizaba en una ceremonia (sponsalia) en la cual se reunían las familias de éstos. El novio ofrecía regalos a la novia, entre ellos un anillo de hierro (más tarde de oro), el cual era colocado en el dedo anular de la mano izquierda. En la antigüedad se creía que este dedo se comunicaba con el corazón através de un nervio. También se firmaba el contrato nupcial, en el cual se establecía el monto del dote (dos). Realizados estos trámites, se daba lugar a un banquete. El matrimonio se producía en un período comprendido entre algunos meses y dos años después.

Tipos de matrimonio

Existían dos formas jurídicas para contraer matrimonio, el cum manum (también llamado in manum) y el sine manum.

A través del matrimonio cum manum la mujer pasaba de la autoridad de su padre a la del marido. Se trataba de una forma patriarcal de matrimonio, dado que la mujer no tenía ningún tipo de derechos sobre sus bienes e incluso sobre su propia vida. La situación era semejante a dos hijos sujetos a la patria potestas o de dos esclavos a la domenica potestas.

El matrimonio cum manum cayó en desuso, incluso antes de la final de la República, lo que dio lugar a una nueva forma el sine manu. En esta forma, la mujer permanecía bajo la tutela de su padre (en caso de que su padre muriera sería un tutor), disponía de sus bienes y recibía sus herencias; en caso del divorcio, el dote no sería sólo para el marido. El matrimonio cum manum se manifestaba en tres formas: el confarreatio, el coemptio y el usus.[7]

Cum manum

Confarreatio

Busto de un sacerdote flamen.

El confarreatio era la más antigua y solemne forma de matrimonio en la Roma Antigua, siendo practicada por los patricios durante esos tiempos. Era práctica obligatoria entre los Rex Sacrorum, los Flamen Dialis, los Flamen Martialis y los Flamen Quirinalis, además sólo podían casarse de esta forma, estos sacerdotes tenían que ser hijos de las parejas casadas en un confarreatio.

El confarreatio también era la única forma de matrimonio en el que los sacerdotes podían estar presentes, y eran los Flamen (en representación de Júpiter) y al igual los Pontifeces Maximus. La ceremonia se celebra en presencia de diez testigos, ya que los novios estaban con la cabeza cubierta uno a lado del otro en bancos cubiertos con piel de oveja ofrecida en un sacrificio. Pronunciadas como fórmulas solemnes, el novio da una vuelta a la derecha en el altar, toma un poco de sal y una bola de espelta, el panis farreus (da lugar al nombre confarreatio).

Octavio y Livia decidieron para casarse esta forma de matrimonio.

Coemptio

El coemptio fue una restauración simbólica de los tiempos remotos en los que los hombres compraban a las mujeres para poder casarse. Requería únicamente cinco testigos, en la cuál el novio le pagaba al padre de la novia una moneda de plata y una de bronce, lo que colocaba al hombre en un equilibrio seguro (el libripens).

Usus

El matrimonio per usum o usus tenía lugar cuando una mujer ya había vivido un año con un hombre. Sin embargo, durante el año la mujer tuvo que haber pasado tres noches fuera de su casa (trinoctio), de lo contrario continuaría siendo soltera y bajo la supervisión del padre.

Ritos

Elección de la fecha

Debido a su importancia en la vida de los hombres y las mujeres, el matrimonio debía realizarse en fechas consideradas como favorables. El período considerado como el más adecuado era la segunda mitad del mes de junio, porque estaba relacionada con el solsticio de verano, momento del apogeo del mundo natural.

Era desaconsejado casarse entre los días 13 y 21 de febrero (días del festival de Parentalia), entre el 1 y el 15 de marzo, días fijos de cada mes (Kalendae, Nonae y Idus), y los días en los que se abría la «puerta del mundo» (una fosa del Circo Máximo en el que se creía se podían comunicar con el mundo de los muertos), es decir, el 24 de agosto, 5 de octubre y el 8 de noviembre. Casarse en el mes de mayo era desaconsejado, ya que era el mes en que se festejaba la Lemuria, o fiesta de los muertos; en la que se rezaba por aquellos que habían muerto hace poco tiempo.

Aunque no estaba prohibido, no era convincente casarse en los días festivos romanos, porque los invitados optarían por participar en estos eventos y no en la ceremonia. Las viudas a menudo elegían casarse en estos días, ya que no llamarían tanto la atención para una nueva unión con otro hombre.[8]

Ceremonia

Jasón y Medea junta sus manos (dextrarum junctio). Portada de un sarcófago romano.

En vísperas del día de la boda, la novia dedicaba los juguetes de su infancia a Lares, así como su bulla (un collar que le fue colocado en su octavo día de vida para protegerla de los ojos del mal). Se abandonó el uso de la toga praetexta, una soga con un borde púrpura, y se instauró la tunica recta, la «túnica correcta», la cual era blanca y se extendía hasta los pies.[9]​En la cintura se colocaba un cingulum, un cinturón atado con un nudo especial para esa ocasión, el nodus herculeus (en alusión a Hércules, que según la leyenda había tenido más de setenta niños),[9]​ el cual debía ser desatado por el esposo cuando la ceremonia del matrimonio terminara. Su cabello estaba dividido en seis madejas (sex crines) en forma de la punta de una lanza, siendo estas madejas con cinta de lana. La cabeza después era cubierta con un velo anaranjado, el flammeum. El simbolismo de este velo era tan grande, comparado al de la propia ceremonia, a este acto se le denominaba nubere, literalmente, «colocar el velo». Encima de este se colocaba una corona de majorana y de verbena (en la época imperial pasó a ser una corona de hojas de naranja). Los zapatos de la novia eran del mismo color que del velo.

Al día siguiente, la casa de la novia era decorada (particularmente se le prestaba más atención a las puertas y a las ventanas) con ramas de árboles siempre verdes y flores.

Matrimonio entre dos ciudadanos romanos. Mural de un sarcófago en el Museo de Capodimonte.

La novia era asesorada por la pronuba, una matrona casada una única vez y que aún seguía viviendo con su marido, a través de estas características se simbolizaba a «la esposa ideal». Era la que juntaba las manos de los novios (dextrarum iunctio), acto seguido por una declaración por parte de la novia: ubi tu Gaius, ego Gaia (para algunos autores esta frase seria dicha cuando la mujer llegaba a su nueva casa).

Cumplidos estos ritos, se celebraba la cena nuptialis en la casa de la novia. Luego en el banquete participaban los familiares y los conocidos y el evento se prolongaba hasta altas horas de la noche. Luego se producía el deductio, una simulación del secuestro de la novia por el novio: esta se refugiaba en los brazos de su madre, mientras el novio fingía que se la quitaba, todo acompañado con lamentos y lágrimas fingidas. El deductio fue una alusión al secuestro de Sabinas, en la que Rómulo y sus compañeros tomaron a sus esposas y recurrieron a la fuerza.

Luego se da inicio al certamen, en la cuál se encienden unas antorchas que conducen a la esposa a la casa de su marido. La niña era acompañada por tres niños, que tenían padres aún vivos (patrimi e matrimi). Dos niños van de la mano al lado de la novia, mientras que el tercero iba adelante de la novia con una antorcha de espino, que se había encendido en la casa de la novia. Los restos de esta antorcha era considerados como capaces de otorgar una larga vida, por eso era distribuídos entre los participantes del certamen. Los niños o la novia cargaban una roca y una zona, símbolos de la vida doméstica (la principal actividad esperada de una mujer casada era encargarse la ropa de su familia, como lavarla).

Las personas que venían acompañando el certamen gritaban «Thalasse», nombre de una deidad protectora del matrimonio, y recitaban versos, algunos de carácter recomfortante. También arrojaban núculas, capturadas por los niños.

El novio, que se había adelantado durante el certamen para llegar a su casa, recibe a su novia, y le ofrece un poco de agua. Esto, junto con el aceite de oliva y la grasa animal se realiza un ritual que consistía en untarlo en las puertas de la casa. Luego era llevado dentro de la habitación por los compañeros o por su marido, para que nadie se tropezara al entrar a la nueva casa, lo que era interpretado como un signo negativo. La pronuba conducía a la cama matrimonial, dónde el certamen se consumía. El novio podía entrar, aunque fuera por continuar con el certamen. Antes de realizar el pronuba se realizaba un sacrificio.

Al día siguiente, la esposa, se vestía con una stola de las matronas (una especie de vestido-capa), se realizaba una ofrenda a Lares y a Penates. Ese mismo día ocurría un banquete (spotia) reservado entre familias.


Referencias

  1. De Halicarnaso, Dionisio. «2». En Dionisio de Halicarnaso, ed. Antiguidades Romanas. p. 25. 
  2. Jackson, W. M. «Recuerdos de Roma, capítulo 7». Enciclopedia Quillet (III edición). pp. Pág. 523, El matrimonio en la Antigua Roma. 
  3. Jackson, W. M. «Recuerdos de Roma, capítulo 8». Enciclopedia Quillet (III edición). pp. Pág. 582, Primer Triunvirato, los tres signatarios y el Conveniode Lucca. 
  4. Cicerón, Marco Tulio. «2». Cartas a Quinto. pp. Pág. 3. 
  5. «Los únicos que podían contraer el matrimonio en Roma, la Historia de los milenios». 2006. Consultado el 3 de enero de 2008. 
  6. Anais. «5». Suetónio, Vida dos Doze Césares - Cláudio (XII edición). p. 26.  |coautores= requiere |autor= (ayuda)
  7. a b «El matrimonio en la Antigua Roma desde tiempos de Cayo Julio César». 2005. Consultado el 3 de enero de 2008. 
  8. Plutarco, Questões Romanas, 105.
  9. a b Anais. «48». História Natural (VIII edición).  |coautores= requiere |autor= (ayuda)

Bibliografía

  • Pastor, Bárbara. Breve historia de la Antigua Roma, su monarquía y su república. Editorial Nowtilus. ISBN 978-84-9763-535-6
  • Funari, Pedro Paulo. Grécia e Roma. São Paulo: Editora Contexto, 2003. ISBN 85-7244-160-3
  • García, Morente Manuel. Historia Universal, Roma desde sus comienzos hasta su caída.
  • Gardner, Jane F. Women in Roman Law and Society. Indiana University Press, 1991. ISBN 0-253-20635-9
  • Grimal, Pierre. A vida em Roma na Antiguidade. Mem Martins: Publicações Europa-América, 1995. ISBN 972-1-03901-2
  • Grimal, Pierre. La civilización romana, Vidas, costumbres, leyes y artes. Editorial Paidos. ISBN 978-950-12-5023-7
  • Mangas, Julio. Historia Universal Antigua de Roma. Editorial Vicens-Vives. ISBN 978-84-316-4877-0
  • Pastor, Díaz Nicomedes. Obras de Nicomedes-pastor Diaz, Real Academia Española.
  • Pinsky, Jaime (org). 100 textos de História Antiga. São Paulo: Editora Contexto, 2002. ISBN 85-7244-128-X
  • Orodea, María Plácido. Principios del derecho político y civil de los romanos. Universidad Complutense de Madrid. Google Books

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