Calavera de alfeñique

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Calavera de dulce.

La calavera es una representación de un cráneo humano que se elabora de dulce u otras materias primas.

De dulce

La golosina está hecha de azúcar de caña, casi siempre de una pieza y sin colorante (excepto que a veces le añaden un poco de vainilla), y adornadas con líneas de otro dulce con tinte vegetal, comúnmente de verde, azul, amarillo o rojo. Lleva además papeles de brillo metálico en los citados colores, y en la frente suele llevar, escrito con el segundo dulce citado, el nombre de una persona estimada, generalmente viva. Algunas personas guardan este dulce unos días y luego lo tiran, otros lo comen.

Actualmente, también suelen hacerse este tipo de golosinas utilizando chocolate o semillas de amaranto y frutas secas en lugar de los ingredientes antes mencionados.

Calaveras de Chocolate

De barro

Existen así mismo pequeños juguetes hechos de barro, los que asemejan la forma de un cráneo humano. Estos se elaboran con dos partes de barro cóncavas que al unirse forman una figura hueca, además, a la parte baja de una de las mitades se le divide una parte, misma que luego es utilizada como mandíbula inferior del juguete. A la parte baja (la que funge como mandíbula) se le hace un orificio, lo mismo a la parte superior de la figura hueca, por donde se introduce un hilo. Ambas partes luego de haber sido cocidas en el horno, se unen por medio de una cinta adhesiva y al alar del hilo ya mencionado, la figura aparenta abrir y cerrar la mandíbula, produciendo un peculiar sonido al hacerlo. Normalmente estos juguetes son pintados con pintura de color plata, aunque también es común encontrarlas en colores como el blanco, negro y rojo, además se les agregan ojos de chaquira de diversos colores. Esta tradición se complementa de otra, las personas compran estos juguetes muy regularmente con la intención de obsequiarlos a los seres queridos.

Otra tradición relacionada al uso de calaveritas de juguete, es la de "pedir calaverita", la cual consiste en salir a pedir limosna para comprar veladoras para colocar en los altares de las iglesias y en las tumbas durante las fiestas, para alumbrar a las animas en regreso. Esta tradición ha perdido fuerza en los últimos años, o bien se ha cambiado por otras costumbres no relacionadas con la festividad

De ataúd

También existe otra versión, que consiste en un ataúd de cartón pintado de negro, con un esqueleto de barro blanco que va de la cabeza a la cadera, y el resto está pintado en el fondo del ataúd o es también de barro pero en una pieza separada de la mitad superior, y ésta está articulada al fondo por la cadera, también atada a un hilo que sale en la parte de la caja que tiene los pies, para que al jalar del hilo la mitad superior se levante.

Literarias

Las calaveras literarias provienen de la segunda mitad del siglo XIX, cuando se comenzaron a elaborar y publicar dibujos de algunos personajes y políticos importantes de la época, personajes que eran representados como esqueletos pero conservando rasgos que los hacían fácilmente identificables. Además, estos dibujos contenían escritos que narraban la causa de la muerte de los personajes a los que iban dedicados, todo ello de forma jocosa y haciendo una relación de la forma en que viven los individuos con la forma en que se supone han muerto, por ejemplo: si una mujer es muy bonita o coqueta, se diría que la muerte se la llevó por besarla. No obstante hay quienes tratan de darle un origen prehispánico a esta tradición, con el argumento de que el mismo Nezahualcóyotl dedicó varios de sus poemas a la muerte, aunque dicho argumento carece de bases firmes.

Actualmente las calaveras se dedican entre personas pertenecientes a una misma familia, a personalidades públicas, amigos e incluso compañeros de trabajo o escuela.

La estructura de las calaveras literarias es muy variable, por lo regular se hacen en forma de versos que riman entre si. Las encontramos desde cuartetos, donde la segunda frase rima con el remate; en otras ocasiones, el primer verso es el que rima con el remate, etc., y pueden contener el número de estrofas que se deseen.

Tabú

Estos simbolismos pueden ser percibidos como ofensa y hasta tabú en otras culturas, pero en México son vistos como algo muy normal. A manera de ejemplo, debemos recordar que en Europa el simbolismo de la muerte ha producido una especie de sentimiento de miedo entre las personas (sin ser exactamente tanatofobia), a raíz de las plagas de peste negra que asolaron durante el siglo XIV.[1]

Véase también

Referencias

  1. Rangel Abundis, Alberto (2005). «De las danzas de la muerte al día de muertos. De la tanatofobia a la tanatofilia». Cirugía y cirujanos (México: Academia Mexicana de Cirugía) 73 (3): 241-245.