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Diferencia entre revisiones de «Moda»

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=== La moda y sus contradicciones ===
=== La moda y sus contradicciones ===
La contradicción se encuentra en que una persona que adquiere una estética determinada para revelarse como singular, desviándose de las corrientes de moda más comunes, en realidad está creando otra distinta. Se ven como disidentes frente a un grueso de imitadores, pero para Simmel eso no es más que una forma inversa de imitación.
La contradicción se encuentra en que una persona que adquiere una estética determinada para revelarse como singular, desviándose de las corrientes de moda más comunes, en realidad está creando otra distinta. Se ven como disidentes frente a un grueso de imitadores, pero para Simmel eso no es más que una forma inversa de imitación.
y ademas diva se nace no se hace y la moda se pone cada uno en su casa tu inventas la moda asi que inventala cumple tus sueños se feliz haz deporte no comas solo bebe alchol es bueno asi que sueña grande vuela ALTO HAZ UN FLAN CON LECHE
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Otra contradicción es que la propagación de una tendencia en la moda desemboca necesariamente en su fracaso. Toda moda ampliamente aceptada pierde su atractivo al dejar de ser un elemento diferenciador.<ref name=":0">{{Cita web|url=http://accesoriosymoda.es/la-moda-y-las-tendencias-democracia-o-conspiracion/|título=La moda y las tendencias ¿Democracia o conspiración?|fechaacceso=11 de septiembre de 2015|autor=|enlaceautor=|idioma=|sitioweb=|editorial=}}</ref>
Otra contradicción es que la propagación de una tendencia en la moda desemboca necesariamente en su fracaso. Toda moda ampliamente aceptada pierde su atractivo al dejar de ser un elemento diferenciador.<ref name=":0">{{Cita web|url=http://accesoriosymoda.es/la-moda-y-las-tendencias-democracia-o-conspiracion/|título=La moda y las tendencias ¿Democracia o conspiración?|fechaacceso=11 de septiembre de 2015|autor=|enlaceautor=|idioma=|sitioweb=|editorial=}}</ref>



Revisión del 06:54 25 abr 2017

Gisele Bundchen.

La moda (del francés mode, y éste del latín modus, "modo" o "medida")[1]​ se trata de un conjunto de prendas de vestir, adornos y complementos que se basan en gustos, usos y costumbres, y que se usan durante un periodo de tiempo determinado.

Consideraciones generales

La moda y sus contradicciones

La contradicción se encuentra en que una persona que adquiere una estética determinada para revelarse como singular, desviándose de las corrientes de moda más comunes, en realidad está creando otra distinta. Se ven como disidentes frente a un grueso de imitadores, pero para Simmel eso no es más que una forma inversa de imitación. y ademas diva se nace no se hace y la moda se pone cada uno en su casa tu inventas la moda asi que inventala cumple tus sueños se feliz haz deporte no comas solo bebe alchol es bueno asi que sueña grande vuela ALTO HAZ UN FLAN CON LECHE O VE A GUANTANAMO Otra contradicción es que la propagación de una tendencia en la moda desemboca necesariamente en su fracaso. Toda moda ampliamente aceptada pierde su atractivo al dejar de ser un elemento diferenciador.[2]

Teorías sobre la transmisión vertical

Thorstein Veblen y Bourdieu

En su obra La teoría de la clase ociosa, Veblen relata cómo la moda es una herramienta que la clase ociosa usa para diferenciarse del resto de clases, fundamentalmente las más bajas. Se contrapone la belleza y el el simbolismo del ocio, relacionado con el ser pudiente, con la sobriedad y eficacia de las prendas de las clases bajas e industriales. Bourdieu llama a esto prácticas distintivas, manifestación de la lucha de clases, en este caso simbólica, cuyo objetivo es perpetuar la desigualdad entre las mismas.

La difusión vertical de los gustos es el mecanismo según el cual, argumenta Veblen, la moda se transmite de una clase a otra, pues toda clase imita a la inmediatamente superior. Los miembros de una clase se pueden identificar entre ellos al estar en un mismo nivel, y diferenciarse de otros al haber una barrera que los separa con el resto.

El gusto diferenciado de cada clase no es inherente a sus miembros. Según Bourdieu es la consecuencia de la socialización de los individuos dentro de las mismas. Su familia, su escuela, sus amigos de la infancia, etc. Este gusto se aprende del contexto, y se interioriza. El término nuevo rico tiene una connotación despectiva, pues designa a alguien que si bien acaba de llegar, en términos económicos, a una nueva clase, no lo ha hecho en términos simbólicos, ya que no viste y se comporta de la misma manera, no ya por voluntad sino porque se ha socializado como alguien pobre, con unos esquemas mentales que le permiten procesar la realidad que le rodea para esta clase en concreto, no para otra.[2]

Teorías sobre la transmisión horizontal

Simmel considera que la moda es simplemente una herramienta que los individuos utilizan para liberarse de la angustia de la elección, al poder considerase miembro de un grupo con facilidad. La individualidad exige una serie de responsabilidades que se diluyen en el grupo, y obliga a los sujetos a defenderse por sus propias fuerzas (de los ataques simbólicos, se entiende). La moda sería aquí un mecanismo que responde a una necesidad social, y por tanto no se le puede buscar una finalidad última.

Conforme mayor sea la dificultad de los individuos para diferenciarse, más febril es el combate simbólico de distinción-imitación que sucede entre diferentes clases, exigiendo esto, a su vez, más cambios y a mayor velocidad para satisfacer esta demanda. Y aquí el sistema productivo responde con una mayor obsolescencia.[3]

Keynes y el concurso de belleza

Keynes ideó la metáfora del concurso de belleza para explicar el funcionamiento de los mercados bursátiles, pero sirve también para explicar el funcionamiento de la moda desde la perspectiva de la transmisión horizontal.

Imaginemos un concurso donde debemos elegir entre seis rostros aquel que consideremos que será el más votado. Si somos perspicaces nos daremos cuenta de que no debemos escoger en función de nuestro gusto particular, ni tampoco en el gusto mayoritario. Suponiendo que el resto de concursantes son igual de perspicaces que nosotros, debemos escoger el rostro en función de lo que pensamos que otros pensarán. Se trata de un juego de pienso que piensa que yo pienso sin fin. ¿Escogerán los demás en función de su gusto individual? ¿De la media de los gustos particulares? ¿O escogerán pensando en las estrategias de otros participantes?. En definitiva, todas las personas, aunque no lo sepan, participan en un concurso de belleza. El problema que plantea, es que es imposible adivinar el resultado con certeza.[3]

Historia de la moda en la industria del vestido

Diseño de moda de 1909
Norma Talmadge, prototipo de flapper.

Siglo XVI

En el Renacimiento italiano se acostumbraba por parte del género masculino el uso de capa corta y sin capucha, birrete, sombrero con plumas y zapatos de punta roma y ancha. Las mujeres también llevaban bullones y acuchillados en las mangas, y su gorguera rizada, además de las faldas y sobrefaldas, jubones y corpiños, capas o mantos rozagantes y su cofia para la cabeza.

A partir de la segunda mitad del siglo, la creciente importancia de la monarquía española, impone en Europa el estilo de la corte del emperador Carlos I de España, un estilo de gran sobriedad, caracterizado por el uso de colores oscuros y prendas ceñidas, sin arrugas ni pliegues y aspecto rígido, sobre todo en las mujeres en las que se impone el uso del verdugado. En el borde superior de la camisa se usó un cordón que dará lugar a la gorguera o lechuguilla.

Siglo XVII

En esta época domina la moda francesa, tanto en hombres como en mujeres. Se utilizaban los calzones cortos con medias de seda, chupa y casaca que, a mediados del siglo, se vuelve más reducida y con pliegues laterales hacia atrás y mangas estrechas. Con la caída de la dinastía francesa vuelve el traje simple y se llevan calzones ajustados hasta media pierna, chaleco, corbata y casaca, faldones con cuello alto y vuelo, pelucas empolvadas y rematadas por un lazo, incluso sombreros de tres o dos picos. Después de la revolución, se deja el cabello largo y liso, sombreros de copa alta cónica o en tubo, con alas cortas y más tarde zapatos con tacón de color al que se añaden lazos o hebillas y botas altas con vueltas. La mujer viste con painers o verdugados anchos y aplastados en los dos frentes, corpiño acorsetado y escote con gasas o encajes. Polonesas, batas con cuello de encaje y manga larga. En el traje francés, corpiño puntiagudo, mangas abolladas, faldas rectas y abiertas, que luego son drapeadas con polizón y larga cola. Cuello doblado, mangas tirantes hasta el codo con chorreras. Junto con la revolución desaparece el vuelo de la falda y se imita a las vestiduras clásicas: talle alto, chaquetilla corta con manga larga, falda con pliegues, grandes escotes, chales y guantes largos. En cuanto al peinado, hacia atrás con rizados que luego se hacen más altos y voluminosos con tirabuzones, lazadas y plumas. Bonetes y sombreros de alas anchas. Zapatos con tacón alto y punta estrecha, y luego de algún tiempo se pasaron a los bajos.

Siglo XVIII

En el siglo XVIII se destacan como prendas masculinas las casacas francesas y las chupas (casacas de inferior clase y algo estrechas), las chaquetillas, los calzones ajustados hasta la rodilla, las corbatas en vez de las golillas, las pelucas y los grandes sombreros. Mientras tanto, en las vestiduras femeninas continúa el mismo estilo que en el siglo anterior y se adopta el uso de las mantillas para la cabeza. Se llevaban también vestidos largos, grandes sombreros y sobre todo, la mujer se caracteriza en las altas sociedad por llevar sobre su cuerpo un corsé, el cual era una forma de demostrar su altura, entre otras cosas de esa época se usaban anillos, y algunas veces guantes largos, collares y demás.

Siglo XIX

Durante este siglo fueron propios el frac, la levita y el pantalón para los caballeros, y la mantilla de seda y las peinetas para las señoras españolas. Tras la época napoleónica (de 1800 a 1820) en la que la silueta femenina mostraba una silueta esbelta con el talle siempre alto, ceñido justo bajo el pecho, dejando el resto de la prenda caer recta sobre el cuerpo, hubo un cambio drástico con el Romanticismo, que dio paso al corsé que daba al talle forma de reloj de arena y el miriñaque que ahuecaba las faldas amplias, llegando a su apogeo durante 1860, causando que las damas no pudieran pasear del brazo de su esposo o prometido. En 1870 fue sustituido por el polisón que solo ahuecaba la falda por detrás y que pasó de moda en 1890, cayendo desde entonces la prenda hasta el suelo sin armazón alguno, aunque hasta 1900 las faldas fueron un poco acampanadas. Entre 1820 y 1914 hubo en el vestuario femenino occidental una clara distinción entre vestidos de día, siempre con manga larga (aunque podían ser hasta el codo en verano) y cerrados hasta el cuello, y vestidos de noche, siempre de manga corta y muy escotados.

Siglo XX

Años 1900

La moda del siglo XX comienza en el año 1900 con la llamada silueta S, debido al corsé que empujaba los pechos hacia arriba, estrechaba la cintura y sus faldas ajustadas a la cadera y las ensanchaba en forma de campana al llegar al suelo. En el mundo laboral empiezan a incorporarse los trajes sastre y el corte con influencia masculina para las mujeres. Los vestidos seguían siendo largos, cubrían los zapatos, las plumas y los encajes hacían furor; destacaron los grandes sombreros, con infinidad de adornos y ornamentos. La moda prácticamente solo fue seguida por las clases altas y medias. En 1908, la silueta fue mucho más recta, sin marcar tanto la cintura, y se produjo una oleada de orientalismo debido a los diseños de Paul Poiret y los ballets rusos.

Década de 1910

En esta década se distinguen dos periodos:

  • Desde 1905 hasta comienzos de la Primera Guerra Mundial, se caracteriza por ser el apéndice de la moda recargada propia de la Belle Époque, así como por la aparición de una silueta que tiende hacia la verticalidad en la mujer (se ponen de moda los corsés rectos y largos y las faldas con poco vuelo y acompañadas de una sobrefalda) y al orientalismo. Las faldas de día se acortan hasta los tobillos, dejando a la vista los zapatos.
  • Aparece durante todo el conflicto antes citado y se caracteriza por la aparición de modas mucho más cómodas para la mujer (las faldas continúan acortándose hasta casi media pantorrilla y los cuerpos siguen la línea natural del cuerpo, sin corsé), debido al hecho de que éstas tenían que suplir la falta de mano de obra masculina en los puestos que estos antes ocupaban. Como causa de esta comodidad en el vestir, tendremos luego la moda andrógina propia de los años veinte.

Década de 1920

En 1920 la ropa ya era mucho más práctica. Nuevamente vuelve a cambiar la silueta, descendiendo el talle hasta marcarlo en las caderas. Se populariza el traje de chaqueta para calle y para las fiestas se elegían los vestidos con grandes escotes en la espalda así como abrigos largos con pieles. En esta década se destacan las faldas cortas hasta la rodilla. Los sombreros son sobrios y cerrados (cloché) y por primera vez las mujeres se dejan el pelo corto.

En esta década las mujeres cambiaron su aspecto blanco por la apariencia natural del polvo facial rosado, creado por la cosmetóloga polaca Helena Rubinstein. Los años 20 fueron uno de los periodos más revolucionarios del siglo XX en este sentido, pues las mujeres adoptaron la costumbre de ir maquilladas, guardando en el bolso polveras y pintalabios para los retoques. Hasta ese momento, las únicas que se habían maquillado eran las artistas y las prostitutas. Las mujeres jóvenes se destaparon y comenzaron a beber y a fumar en público como una provocación al rígido estatus que reinaba a principios del siglo.

Las chicas a la moda se pintaban los labios rojos, lucían el cabello corto y los ojos pintados con sombras oscuras, y solían bailar jazz hasta el amanecer. Esta fue, probablemente, la década más atrevida y transgresora. Fue una época de cambio que afectó todos los aspectos culturales y que repercutió con fuerza en la moda.

Década de 1930

El optimismo terminó con el crack de la Bolsa en octubre de 1929 que provocó una grave crisis económica mundial durante los siguientes años. En 1930 la cintura vuelve a marcarse en su lugar natural y las faldas se alargan hasta por debajo de la rodilla. Volvió la feminidad y los adornos en prendas y sombreritos y el cabello abandona el estilo "garçon" por peinados un poco más largos, con ondas. A partir de 1935 se suelen marcar los hombros, dando a la silueta un aspecto de triángulo invertido.

1940 a 1945

Fueron los años de la Segunda Guerra Mundial, y eso perjudicó a la moda. El 'look' se militarizó y los tejidos se volvieron pobres debido a la carestía de materiales. Debido a esto las chicas se vestían con uniforme de ciudad, es decir, trajes de chaqueta. El largo de las faldas continua por debajo de las rodillas, y se popularizaron los panties, aunque fueron escasos. Usaban los zapatos topolino, de corcho y los gorritos diminutos que eran muy sencillos o simplemente pañuelos a la cabeza.

Décadas de 1940 y 1950

En 1947 volvió el esplendor, triunfó el nuevo 'look' de Christian Dior. Otra vez se vuelve a forzar la silueta con una cintura estrecha y tomaron volúmenes hombros y pechos. Se aumentó el vuelo de las faldas, cuyo largo continuaba por debajo de las rodillas. Comenzó el culto por la belleza porque las mujeres estaban hartas del estilo sobrio y cómodo; las curvas eran el nuevo símbolo de la belleza femenina. Aparecieron los zapatos con tacón de aguja, usaban abrigos de paño, bolsitos al codo y los más elegantes sombreritos y pamelas.

Década de 1960

Esta década se destaca por la revolución. Se utilizaba ropa cómoda de nuevo siguiendo la línea natural del cuerpo, la ropa juvenil, y se deja atrás el lujo burgués. Se abandona el uso habitual de sombreros y guantes de vestir. A partir de 1966 se había puesto de moda la ropa extravagante, con estampado de mariposas, de flores, pop-art o étnicos. Las siluetas volvieron a ser más lisas y se comenzaron a imponer rápidamente por todo el mundo entre las jóvenes las revolucionarias minifaldas, cortas hasta el muslo, aparecidas en Londres en 1965 de la mano de la diseñadora Mary Quant.

Década de 1970

En 1970, los adolescentes se pudieron expresar libremente. Aquí surgió el concepto de la ropa diferente, original, divertida y extravagante. El cabello se usaba corto o largo y con cortes geométricos. Tanto los hombres como las mujeres comenzaron a usar pantalones de campana y se impusieron las blusas de algodón, etc.

Fue una década muy diversa, aquí se produjo un furor hacia lo retro. Las flores fueron el principal símbolo no sólo en la ropa sino que también en el pelo, y representaban la ideología ilusoria que los guiaban a la llamada revolución de las flores. Resaltaban los trajes y vestidos, que se lucieron con ajustados pantalones. El algodón fue remplazado por la lycra, usaban botas o zapatones de taco, tipo suecos.

Década de 1980

En 1980, la moda trajo consigo considerables cambios. El nuevo estilo se caracterizaba por el uso de ropa interior visible, ya sea sobre una camiseta, debajo de una camiseta translúcida o tirantes de encaje visibles. Esta nueva moda fue altamente controvertida, volviéndose un sinónimo de liberación para las mujeres, ya que antiguamente usar la ropa interior así les daba aspecto de una mujer desarreglada. Gracias a esta tendencia, las mujeres de hoy pueden vestir camisetas cómodas sin tener que preocuparse por las transparencias o los tirantes de los corpiños.

Década de 1990

Esta época se basaba en la variedad y no en una tendencia específica y duradera. La gente trataban de ponerse lo que le hiciera sentirse más cómoda, sin darle mucha importancia a la opinión de los demás o a las tendencias, porque se había llegado a la conclusión de que no había una verdadera libertad. Las camisetas de grupos musicales se volvieron populares así como el cabello suelto. La gran innovación fue la aparición de los pírsines, tatuajes y pinturas de pelo.

Siglo XXI

Pasarela de moda en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, Campus Ciudad de México.

A finales del siglo XX y principios del XXI, era posible ver, encargar y enviar la ropa a cualquier parte del mundo gracias a medios de comunicación o Internet. Por consiguiente, la moda actual parece que se está dirigiendo hacia una uniformidad universal.

Década 2000-2010

En esta época toma fuerza el concepto de tribus urbanas. Si bien las subculturas ya existen desde los 60 y 70 (Véase Beatnik y Hippies) algunas no adoptan el sentimiento contracultural que dio origen a algunas de ellas, siendo únicamente identificables por su forma de vestir (véase por ej. la cultura emo). Estos conceptos influyeron directamente en los modos de vestir, principalmente por la creciente exposición a los medios masivos como internet. Los hombres tanto como las mujeres adoptan el chándal para todo tipo de trabajo u ocasión. Las mujeres usan borcegos, zuecos o sandalias. Se reincorporan prendas de los años 1980, regresando el estampado floreado. Se usan los shorts, polleras y pantalones tiro alto y las minifaldas.

Década de 2010

Los hombres implementan el escote en V junto con pantalones pitillos (o chupines) y zapatillas de marca. Los pantalones blancos en los hombres son sensación, en cambio, los pantalones oscuros aportan una gran elegancia, tanto como las camisas abiertas con remeras o camisetas debajo y arremangadas. Las mujeres prefieren moda fresca pero con un toque moderno, poco maquillaje, cabello natural pero con peinados estructurados combinando un poco de moda de los año 1960. El vintage tiene fuerte presencia en el guardarropa femenino. En cambio en el vestir masculino empieza a crecer una moda alternativa que busca identidad, donde influyen las tendencias y estilos propios, siendo un poco más arriesgado y divertido.

El impacto de los medios de comunicación

La sociedad de consumo de masas empezó a jugar un papel central en el momento que la moda se entendía como la necesidad de marcar una distinción entre cada persona, de lo cual hablaban Pierre Bourdieu y Jean Baudrillard.[4]​ La moda forman parte de nuestro contexto, marca todo desde lo que comemos y bebemos hasta los lugares que debemos frecuentar. Actualmente, el hecho de vestir incluye factores tan disimiles como el autoestima, la seguridad, la experiencia estética, las prácticas del consumo e imitación y el deseo de la inclusión.[5]​ Nunca se debe olvidar que todas las modas son peligrosas desde el momento que se vuelven extremas.

Los medios de comunicación masiva son y han sido una importante herramienta en el campo de la información y difusión de la misma,[6]​ pueden llegar en muy poco tiempo a cualquier parte del mundo debido al proceso de globalización. Se encuentran conectados tal que, la moda, es un medio a su vez mediado por los medios de comunicación que contribuyen a los procesos de socialización. Se vuelven creadoras de una nueva cultura y reorganización global del mercado. Generando millones de ingresos a nivel mundial y contando con una influencia tal en la sociedad contemporánea que pocos igualan el poder que se les ha conferido.

Vivimos en la era de la comunicación, los medios nos hacen cómplices de información de todo tipo.Son los encargados de enseñarnos a modelar las percepciones que tenemos de la realidad.[7]​ En estos medios se encuentra un bombardeo que impacta a toda la población principalmente adolescentes y en los últimos años adultos jóvenes esto mediante: series y comerciales de televisión, programas, reality shows, redes sociales como instagram y Facebook, revistas, música, entre otros. Y todo esto nos lleva a un nuevo individualismo multicultural.  El impacto de las redes sociales y la tecnología entre los jóvenes basándose en los conceptos sociológicos de grupo y de relaciones primarias, provocan entre los jóvenes la necesidad de identidad.[8]

La influencia de las marcas

La moda y el vestir guardan una compleja relación con la identidad: por una parte la ropa que elegimos llevar puede ser una forma de expresar nuestra identidad, de decir a los demás algo sobre nuestro género, clase, posición, etc.[9]

Esta generación de consumidores no recibe con pasividad las historias de las marcas que le cuentan las compañías, es creadora conjunta de su significado. Para los vendedores esto significa que el viejo truco de gritar lo fantástica que es la marca o el uso de ella, ya no funciona. Hoy día es crucial escuchar a los jóvenes consumidores y entender como acomodan su marca en sus vidas y en su estilo de vida.

En sus encuestas Talk Track realizadas a más de 2000 adolescentes en Estados Unidos, entre 13 y 17 años de edad, el grupo Keller Fay encontró que los jóvenes tienen en promedio 145 conversaciones a la semana acerca de marcas.

Por supuesto, cada país o región tiene sus marcas preferidas locales. Topshop esta dominado H&M en Reino Unido, Zara Triunfa en España y G-Star en Holanda. Pero H&M en general logra el mayor éxito internacional en el mercado de los chicos de la Generación Y.[10]

El color como parte importante

Se descubre que existe una fuerte compatibilidad entre las emociones, el consumo de moda y el color, a pesar de los arraigos culturales y de los diferentes tipos de población analizados; es decir, el color muestra correspondencia en cuanto a su significado y está asociado a las emociones. Adicional mente, a partir del análisis de las encuestas localizadas en una única región, se demuestra una fuerte tendencia a obedecer las preferencias de color, en cuanto a la toma de decisiones de ingreso a establecimientos de consumo y al evento de la compra como tal, con resultados concluyentes y definitivos en su mayoría, lo que permite inferir que el consumo es afectado por el color y que se puede influenciar al consumidor, a tal punto de desistir de consumir un objeto por no encontrar su tonalidad favorita.

El vínculo del color con el consumo de moda, no es consistente y genera conflictos con respecto a los significados del color, pero se concluye, que a raíz de los efectos del color en las emociones de los individuos, el objeto desde el diseño, debe contemplar la tendencias y la gamas cromáticas del color, con el fin de dar cobertura a la mayor cantidad de individuos.[11]

Búsqueda de identidad

La moda y las marcas no sólo acoge el deseo de imitar a los demás o a una comunidad determinada, sino de expresar la individualidad. Es decir, aunque la indumentaria indica nuestra afiliación a comunidades concretas y expresa valores, ideas y estilos de vida compartidos, no queremos ser «clones» vestidos de forma idéntica a nuestros amigos. La ropa que elegimos llevar representa un compromiso entre las exigencias del mundo social, el medio al que pertenecemos y nuestros deseos individuales.

Una moda que tenga éxito capta el «estado de ánimo» o el «gusto» que está surgiendo.La moda, como discurso y como práctica, encarna al cuerpo, haciéndolo social e identificable, y cómo esta construcción del cuerpo a través de la ropa es de considerable importancia para el desarrollo de la sociedad moderna.[9]

Véase también

Referencias

  1. «Diccionario de la lengua española». Real Academia Española. 7 de marzo de 2015. Consultado el 7 de marzo de 2015. 
  2. a b «La moda y las tendencias ¿Democracia o conspiración?». Consultado el 11 de septiembre de 2015. 
  3. a b «La moda y las tendencias ¿Democracia o conspiración? (2) - Blog de moda». Consultado el 11 de septiembre de 2015. 
  4. Fernández, G. (2016). Comportamientos de la moda y la imagen en tiempos contemporáneos. Universidad Nacional Autónoma de México. noviembre 02, 2016. http://132.248.9.195/ptd2016/mayo/513015724/Index.html
  5. Duarte, A. (2015). Vistiendo la ciudad: Hacia una perspectiva estética de la moda y la vida urbana. Universidad Nacional Autonoma de México. Noviembre 05, 2016. http://132.248.9.195/ptd2016/mayo/513015724/Index.html
  6. Acquart,M. (2016). La problemática social y medioambiental de la industria global de la confección y la moda ética como mecanismo de gestión hacia la sustentabilidad. Universidad Nacional Autónoma de México. Noviembre 08,2016. http://132.248.9.195/ptd2016/marzo/302069075/Index.html
  7. Carrillo, V. (2005). [file:///C:/Users/usuario/Downloads/Dialnet-FactoresSocioculturalesEnLosTCANoSoloModaMediosDeC-1382753%20(1).pdf «Factores socioculturales de los TCA. No sólo moda, medios de comunicación y publicidad.»]. Universidad de Extremadura. Consultado el 5 de diciembre de 2016. 
  8. Lorente, S. (2002). «Juventud y télefonos móviles: es algo más que una moda.». 33. Consultado el 6 de diciembre de 2016. 
  9. a b Entwistle, Joanne. El cuerpo y la moda. Una visión sociologica. Polito Press. Consultado el 2 de noviembre de 2016. 
  10. VAN DEN BERGH, JOERI (2014). La Generacion Y. Quiere más que marcas cool. PATRIA. Consultado el 2 de noviembre de 2016. 
  11. Peláez Becerra, et,al, Sonia M. (1 de octubre de 2010). «Chromatic Emotions: Analysis of color perception based on emotions and its relationship with consumption of fashion». Scielo. 

Enlaces externos