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Paleolítico inferior: País Vasco[editar]

Es muy escasa la evidencia arqueológica correspondiente al Paleolítico inferior en el País Vasco[1]​ y, en muchos casos, se trata solo de restos de industria lítica localizada en superficie y, por tanto, descontextualizada. Los yacimientos más representativos correspondientes a este periodo son: en Guipúzcoa, Lezetxiki e Irikaitz; en Álava, Embalse de Urrúnaga; en Navarra, Cuenca de Pamplona y Urbasa; en el País Vasco francés, alrededores de San Juan de Luz, alrededores de Baiona y Bidache-Le Tambaou.

La ausencia de información contrasta con el largo periodo en el que se desarrolla el Paleolítico inferior. En el País Vasco las primeras evidencias humanas pueden, desde criterios de la tipología de los hallazgos, situarse en hace unos 250 000 años, y el final de este largo periodo hacia el 130 000 BP. A pesar de ello, teniendo en cuenta la cronología del Paleolítico inferior europeo, o los no muy lejanos hallazgos en la sierra de Atapuerca, pueden adelantarse las primeras huellas humanas al menos a hace unos 600 000 años.

Fauna[editar]

Entre los escasos restos localizados en este periodo se encuentran especies extintas de elefante (Palaeoloxodon antiquus), hipopótamo (Hippopotamus maior), rinoceronte (Dicerorhinus etruscus), mamut de la estepa (Mammuthus trogontherii), oso de las cavernas (Ursus deningeri), bisonte estepario (Bison priscus), lobo (Canis lupus), león de las cavernas (Panthera spelaea), así como de jabalí (Sus scrofa) y corzo (Capreolus capreolus).

Medio ambiente[editar]

“Sólo disponemos de una información relativa y fragmentaria respecto a la reconstrucción del medio ambiente en el que se desenvuelven los primeros pobladores del País Vasco”.[2]​ Los estudios arqueobotánicos del yacimiento de Irikaitz indicarían un medio templado y húmedo, probablemente un periodo entre glaciaciones, con un paisaje dominado por un bosque caducifolio mixto -roble y avellano-.

Tipo humano[editar]

El protagonista de este periodo sería el Homo heidelbergensis. El único testimonio antropológico físico del que disponemos en el País Vasco es un húmero del yacimiento de Lezetxiki. Los pequeños grupos de cazadores recolectores, entre 20 y 30 individuos, habitaron en enclaves de carácter temporal tanto al aire libre como en abrigos y cuevas en relación directa a las áreas de captación de recursos. La alimentación consistiría en una combinación de productos vegetales y cárnicos, sin poder, por el estado de los estudios, precisar mejor la dieta de aquellos grupos.[Nota 1]

Cultura material[editar]

Chopping-tool

Aunque con variaciones regionales, se reconoce al Achelense como el principal complejo industrial de este periodo, una vez superada la fase de los cantos tallados: está presente en África y Eurasia, su amplia extensión demuestra la capacidad y el interés por recorrer y explotar muy diferentes lugares del Homo erectus.[3]​ Junto a la pervivencia de los cantos trabajados -chopper y chopping-tool-, el Achelense se caracteriza por la fabricación de bifaces, que con el tiempo evolucionan a formas mas esbeltas y de filos más constantes sobre canto rodado o núcleos, a los que habría que añadir un conjunto de hendedores, raederas, muescas y denticulados. Todos ellos realizados en retoque simple sobre cuarcitas, sílex y areniscas. También podemos encontrar algún ejemplo incipiente de la técnica de Levallois, que sirve de enlace con el Paleolítico medio. Precisamente, en la industria lítica de varios sitios de la sierra de Urbasa, se ha querido ver la transición cultural del Paleolítico inferior al Paleolítico medio.

Recursos de sílex en el territorio vasco[editar]

En la zona del Pirineo occidental podemos encontrar cuatro variedades significativas: Flysch, Urbasa, Loza y Treviño. El sílex de Flysch posee dos variantes: una costera (Cretácico superior) y otra pirenaica (Paleoceno). La variante costera aflora en torno al tramo central de la costa vizcaína y la pirenaica al norte de los Pirineos. El de Urbasa se origina durante el Paleoceno y puede recogerse en la sierra del mismo nombre al oeste de Navarra. El de Loza y el de Treviño se sitúan en puntos no muy alejados del Condado de Treviño y son de muy fácil acceso. Además, el segundo es de muy buena calidad.

Paleolítico medio[editar]

Este periodo comprende una cronología entre el 130 000 y el 35 000 BP, su inicio coincide con el interglaciar Riss-Würm y continúa en la primera mitad de la glaciación Würm. El complejo tecnológico característico es el Musteriense y, a diferencia del Paleolítico inferior, contamos con más y mejor información arqueológica para acercarnos a su realidad en el País Vasco. Los yacimientos más importantes son: en cuevas y abrigos, Venta Laperra en Vizcaya, Arrillor en Álava, Abauntz y Coscobilo en Navarra, Lezetxiki y Amalda en Guipúzcoa, Olha, Olha 2, Isturitz, Gatzarria y Hareguy en el País Vasco francés; al aire libre, Kurtzia en Vizcaya, Urbasa en Navarra, Murba en Álava y Basté en el País Vasco francés.[1]

Medio ambiente[editar]

Respecto al medio ambiente, se distinguen tres fases principales en su desarrollo: durante el Eemiense -130 000/115 000 BP- el clima era cálido y húmedo, con un claro avance de los bosques de frondosas y de la fauna de tipo templado con osos, ciervos y cabras. Durante el Würm antiguo -115 000 /75 000 BP- se produce un largo y lento enfriamiento, lo que provoca un incremento de las áreas abiertas y, por lo tanto, un progresivo retroceso de los bosques y la presencia de especies como el rinoceronte lanudo. Finalmente, en el Würm pleno -75 000/40 000 BP-, tiene lugar una intensificación del frío hasta la manifestación más plena del Pleniglacial superior -32 000 BP-.

Tipo humano[editar]

El Paleolítico medio es obra del Homo neanderthalensis y sustituye al Homo heidelbergensis del Paleolítico inferior, del que probablemente evolucionó. A pesar de que contamos en el área vasca con numerosos restos de industrias líticas y abundante fauna, no ocurre lo mismo con los vestigios de antropología física, ya que solo se han encontrado ocho piezas dentarias, repartidas en tres yacimientos, una mandíbula en Isturitz y varios restos en Olha.

Cultura material[editar]

Proceso de obtención de una lasca mediante la técnica de Levallois.

El Musteriense representa un grupo de industrias que presentan cambios respecto al Paleolítico inferior. La principal diferencia radica en el desarrollo de la industria sobre lasca. La técnica de Levallois para la obtención de lascas responde a un criterio de funcionalidad. Dentro de la cultura musteriense se han catalogado diversas facies industriales en función del grado de presencia de diferentes útiles:

  • Musteriense Típico, con un equilibrio en el conjunto instrumental.

Esta organización en facies no representa una evolución cronológica -diacrónica-, su variedad respondería a las necesidades concretas y cambiantes de los grupos de cazadores recolectores neandertales, es decir, se ligaría a razones de funcionalidad.

Hábitat[editar]

El frío predominante durante el Musteriense habría llevado a un hábitat preferente en abrigos y cuevas, aunque se conozcan algunas ocupaciones al aire libre. La elección de los asentamientos depende, en alguna medida, de la accesibilidad a las materias primas y los recursos de caza, actividad que parece seleccionar más las especies pero que aún no se sistematiza.[2]​ En algunos yacimientos de la región se han encontrado hogares, lo que confirmaría un uso regular del fuego. Por lo general no hay evidencias de que el neandertal desarrollara un mundo simbólico, al menos hasta sus momentos finales. Las conchas para uso ornamental encontradas en varios niveles del yacimiento de Lezetxiki apuntan a un incipiente y novedoso comportamiento simbólico no presente en el periodo anterior.

Paleolítico superior[editar]

Cronológicamente comprendido entre el 36 500 y el 12 000 BP se desarrolla durante la segunda mitad de la última glaciación -Würm-. Sus manifestaciones son muy elocuentes en el territorio vasco: en Vizcaya, Bolinkoba, Atxeta, Santimamiñe, Venta Laperra, Lumentxa, Atxurra. En Guipúzcoa, Ermittia, Urtiaga, Ekain, Erralla, Amalda, Aitzbitarte IV. En Álava, Arrillor, Atxoste, Kukuma, Montico de Charratu, Martinarri -Treviño-, Pelbarte, Prado y Socuevas. La escasa presencia en el interior del territorio vasco contrasta con la realidad de la cornisa cantábrica, donde se concentra la mayoría de asentamientos del Paleolítico superior.[4]​ También a estos momentos pertenecen los santuarios rupetres de Venta Laperra, Arenaza I, Santimamiñe, Ekain y Altxerri.

Medio ambiente[editar]

El Paleolítico superior se caracteriza por un clima general riguroso, frío y seco, entre los que se instalan momentos frescos y húmedos: se desarrolla durante la segunda mitad del Würm, sucediéndose diversas fluctuaciones climáticas. En general, el paisaje sería de tipo abierto con no demasiadas masas forestales: es, en todo caso, significativo que algunas áreas cantábricas sirvieran como refugios para muchas comunidades de plantas, de tal manera que en el periodo siguiente se conocerá una rápida expansión de los bosques.

También la fauna cazada nos ofrece pistas sobre el medio ambiente. Así durante el Auriñaciense se ha comprobado la coexistencia de animales habituados a ambientes fríos y atemperados, por lo que, si bien los inviernos eran muy fríos no puede descartarse una dulcificación veraniega. Durante el Solutrense, el clima conoce, dentro del ambiente siempre frío, el interestadio Würm III-IV, donde animales como el caballo o el ciervo encuentran buen acomodo, al que le sigue el último episodio estadio glacial, el Würm IV, de frío intenso que ha dejado sus huellas en el paisaje vasco -restos de antiguos glaciares-, o en la fauna, presencia de reno, durante el cual discurre el periodo Magdaleniense.

Tipo humano[editar]

Es el humano anatómicamente moderno -Homo sapiens- el responsable de las culturas del Paleolítico superior. No obstante, durante las primeras fases, y relacionado con el complejo Chatelperroniense, se nos plantea una compleja situación de convivencia entre estos y los últimos neandertales, lo que ha dado lugar a modelos interpretativos de convivencia y de reemplazo.

Cultura material[5][editar]

El Paleolítico superior es un periodo de innovación tecnológica. El utillaje lítico opta por la producción en soporte laminar en detrimento del lascar, así como por el uso de nuevas materias primas como el hueso, asta, marfil o diente para confeccionar nuevos instrumentos y adornos. Las herramientas tienden a diversificarse y especializarse: en hueso azagayas, propulsores, arpones y anzuelos, mucho de los cuales, si su uso va a ser prolongado se decorarán; en sílex -principalmente- raspadores, raederas, buriles, muescas, denticulados, puntas, láminas retocadas, perforadores, etc..

Atendiendo a la evolución de las industrias, los prehistoriadores distinguen las siguientes fases:

  • Chatelperroniense (36 000 - 33 000/30 000 BP): junto al utillaje de herencia Musteriense -raederas, denticulados, etc.-, presenta, como más propio del desarrollo Paleolítico superior, un instrumental sobre lámina a partir del retoque simple y del novedoso retoque abrupto. En este sentido, destacan las puntas de Châtelperron -hojas de dorso curvo formado de retoque abrupto-, que junto con las azagayas constituirán armas arrojadizas para cazar a distancia en espacios abiertos.
  • Auriñaciense[6]​ (34 000 - 28 000 BP): su industria, cualitativamente desgajada de las tradiciones anteriores, se caracteriza por sus soportes laminares y el desarrollo de útiles más diversificados. El desarrollo de intrumentos en materia prima orgánica -hueso y asta- enriquece aún más las colecciones:
    • Auriñaciense arcaico: aún con cierto porcentaje de útiles musterienses, se caracteriza por los raspadores en hocico y las hojas auriñacienses, así como una industria ósea con azagayas de base hendida.
    • Auriñaciense antiguo: se acentúan los caracteres novedosos de la etapa anterior y además se generalizan los adornos personales, conchas y dientes perforados.
    • Auriñaciense evolucionado: aparecen los buriles de pico curvo, desaparece el sustrato Musteriense y desciende el número de azagayas de base hendida
  • Gravetiense (28 000 - 21 000 BP): perviven elementos auriñacienses junto con útiles característicos del Gravetiense, distinguiendo dos fases:
    • Gravetiense antiguo (28 000 - 25 000 BP): con puntas tipo Gravette, buriles de Noailles -buriles múltiples-, elementos que tienden a desaparecer en la etapa posterior.
    • Gravetiense reciente (25 000 - 21 000 BP): encontramos azagayas tipo Isturitz -de base estriada, ocasionalmente desviada hacia un lado y con muescas- y las puntas tipo Font-Robert -puntas pedunculadas- en sílex.
  • Solutrense (21 000 - 16 000 BP): caracterizado por la elaboración de un utillaje lítico singular, gracias al empleo del retoque plano. Su fabricación requerirá de unos conocimientos y una pericia muy desarrollada, donde la materia prima era cuidadosamente elegida: sílex de buena calidad que se calentaba antes de su trabajo con el fin de aumentar su elasticidad. Así se elaboraban puntas largas, simétricas y finas para su uso como proyectiles, denominadas, según su forma, de sauce, laurel, de base cóncava, de pedúnculo y aletas.
  • Magdaleniense (16 000 - 12 000 BP): supuso el punto máximo de eficiencia tecnológica y adaptabilidad del modelo social cazador-recolector. La cultura material se caracteriza por una industria ósea muy estandarizada y variada. La industria lítica experimenta un proceso de microlitización. La diversificación del instrumental adquiere en este momento su máxima expresión. Generalmente se ha tendido a dividir el Magdaleniense en dos fases diferentes: una antigua con ausencia de arpones, y otra reciente con estos instrumentos. A su vez se distinguen diversas facies, a tenor de le representación de dos de los útiles más frecuentes, los raspadores y los buriles.[7]
Instrumental del Paleolítico superior: Puntas de Chatelperron, Punta de la Gravette, Punta Solutrense y Arpones y otros proyectiles del Magdaleniense.

En el Paleolítico superior destaca el comportamiento simbólico de los grupos humanos. Si durante el Paleolítico medio existen discrepancias en torno al significado de determinados adornos o inhumaciones neandertales, cronológicamente situados en sus últimas etapas, es ahora cuando, de la mano del Homo sapiens, el pensamiento simbólico se manifiesta a través de complejos ritos funerarios y de expresiones artísticas -arte mueble y parietal-.[8]

Hábitat[editar]

Durante el Paleolítico superior la cornisa cantábrica fue una de las áreas más densamente pobladas de Europa, especialmente en las épocas de mayor rigurosidad climática. El incremento sustancial del número de yacimientos durante las últimas fases del Paleolítico superior se ha venido interpretando como señal de un importante crecimiento demográfico de la población prehistórica.

Son muy numerosos los yacimientos localizados en el interior de cuevas, las cuales se ubican, principalmente, en valles bajos y territorios litorales. No obstante, la ocupación al aire libre debió de ser también muy importante, aunque no nos han llegado demasiadas evidencias. En términos generales, los territorios interiores y abruptos se utilizan estacionalmente, seguramente en los meses de primavera y verano. Se ha observado que los grupos cazadores presentan una gran movilidad, combinando varios campamentos de carácter estacional o temporal, asociados a diversas actividades, tales como la caza o la explotación de materias primas a la manera de talleres, con asentamientos más estables y polifuncionales.

Así como a las poblaciones del Paleolítico inferior y medio se las calificó como «depredadores oportunistas», los grupos del Paleolítico superior son considerados como «depredadores organizados». Las estrategias de caza del Paleolítico superior antiguo, donde ciervos, cabras, sarrios y ocasionalmente caballos y bóvidos se convierten en presas, evolucionarán hacia una especialización que culminará en el Magdaleniense con la caza selectiva de cabra montesa y ciervo.

El análisis de los restos óseos, su grado de fragmentación, huellas de carnicería y proporcionalidad de los huesos del esqueleto, nos informan del aprovechamiento integral de los animales: carne, tuétano, piel y huesos como materia prima para la realización de instrumentos e incluso como soporte para el desarrollo del arte.

Por otra parte, otras comunidades de animales -aves, peces, reptiles, anfibios, mustélidos- tienen una presencia muy desigual: no solo se reconocen en escaso número, sino que, en muchos casos, más que producto de caza por parte de las comunidades humanas, su presencia puede deberse a muertes naturales en fases de abandono de las cavidades.

La explotación del litoral a finales del periodo complementará la dieta de las poblaciones: lapas, ostras, mejillones y caracoles serán consumidos con tanta frecuencia que sus desechos originan verdaderos concheros.

Mesolítico[editar]

Medio ambiente y Clima[editar]

Hace 11 700 años, las corrientes oceánicas adoptaron un modo de funcionamiento similar al actual: las aguas superficiales del Atlántico Norte se calentaron y las temperaturas, especialmente en Europa, ascendieron varios grados en unas pocas décadas. La humedad general también aumentó. Finalizaba el Dryas reciente y con él el Pleistoceno y comenzaba un período templado, el Holoceno, que facilitará al Homo sapiens su dispersión por áreas antes poco visitadas o despobladas.

Un factor importante de variación térmica que actuó a lo largo de este periodo, fue el cambio en la insolación veraniega en el hemisferio norte, que alcanzó un máximo al inicio del Holoceno. Además, hace 11 500 años, los hielos del manto Finoescandinavo se habían derretido por completo, pero los del manto Laurentino mantenían buena parte de su espesor. El aumento de la humedad también se dejó sentir en Asia, donde masas húmedas de aire oceánico provocaban monzones veraniegos más penetrantes e intensos que hoy, pudiendo llegar incluso hasta el corazón del Sahara.

Clima y paisaje del Mesolítico en el País Vasco

La mejora climática afectó a la distribución de la fauna y flora, en algunos casos significó la extinción de diversas especies. Estos cambios supusieron un nuevo reto para el ser humano, que adoptó nuevas estrategias de poblamiento, de caza y de recolección

En el caso de la flora, el aumento de temperaturas y de la humedad del Holoceno, propició que los paisajes de estepas fueran cubiertos por espesos bosques, primeramente por dos especies muy colonizadoras como Pinus (pino), Betula (abedul) y posteriormente con la continua dulcificación climática, por bosques de hoja caduca. En este territorio fundamentalmente dominaba el Quercus y Corylus con matices territoriales. En zonas de altura, el pino tendrá todavía bastante importancia. En las veredas de los ríos se desarrollan los bosques galería, con taxones como el chopo (Populus), tilo (Tilia), sauce (Salix), olmo (Ulmus), etc. Se ha demostrado que en las primeras fases del Holoceno el haya (Fagus sylvatica) empezó a tener buena representación en el territorio, lo que denota la humedad en el ambiente.

Al norte, en la región cantábrica, predominará el bosque mixto caducifolio; encontraremos los taxones Corylus y Quercus como principales componentes de la flora, junto a otras especies arbóreas como Fagus sylvatica, Quercus ilex tp., Castanea sativa, etc. El proceso de evolución del estrato arbóreo es muy rápido y continuo: en Ekain, hacia el 10 000 BP, la analítica de polen refleja un 25% de especies forestales. No obstante, al final del Mesolítico, algunos registros arqueológicos observan una caída del bosque posiblemente debido a la acción humana.

La densidad boscosa que se produce en el medio natural contribuyó a la dificultad de tránsito, la visibilidad, así como el acceso a los recursos naturales. Además, este nuevo hábitat será propicio para especies como el corzo, que convivirá con el ciervo o el jabalí. En medios montañosos encontramos cabras montesas y sarrios. En áreas más abiertas encontraremos caballos y uros.

Todas estas especies serán cazadas por las comunidades prehistóricas con cierta preferencia en estas fechas por ciervos, corzos y el jabalíes: todos estos animales y varios más están reflejados en los yacimientos de Ekain, Atxoste, Mendandia o Aizpea.

Esta variedad de animales cazados es un reflejo de las estrategias de explotación integral de las comunidades Mesolíticas, que se complementan con la explotación de los recursos marinos -tanto por marisqueo como por pesca-, en las áreas costeras: Pico Ramos, J3 -Txotxipi- y Urtiaga. Se recolectan mayoritariamente lapas y también mejillones, almejas, bígaros, ostras e incluso percebes. En el abrigo de Aizpea, en la navarra pirenaica, hay constancia de pesca de salmón y trucha.

Cultura material[editar]

Mesolítico microlaminar

Facie que deriva, sin solución de continuidad, de las industrias del final del Paleolítico superior, ahondando aún más en el proceso de microlitización. Dada que la regionalización parece ser una situación habitual a partir del Mesolítico, bajo el concepto de microlaminar, caben las denominaciones de Aziliense, Epimagdaleniense o Sauveterriense entre otras. Todas son coincidentes en su objetivo de una producción lítica sobre laminitas estandarizadas y de pequeño tamaño para obtener pequeños instrumentos para su enmangue en varillas de madera. Para ello utilizan con frecuencia la talla indirecta, y diseñan núcleos piramidales y prismáticos de donde pueden extraer centenares de laminitas. A partir de ellas conforman, como elementos más representativos y abundantes los dorsos, apuntados o no, que se incrustan en fustes que sirven de soporte para las flechas, lanzadas ahora, presumiblemente, con arco. Junto a ellos, aparecen los elementos de sustrato común: raspadores, buriles, raederas y muescas. Los yacimientos de este periodo en Álava son: Atxoste, Mendandia, Socuevas, Berniollo, y Martinarri: esta alta frecuencia de yacimientos en el territorio, frente a su escasa presencia en la etapa anterior, señala el interés de las comunidades humanas por la ocupación de zonas de altura y de interior, un fenómeno de carácter europeo.

Mesolítico de muescas y denticulados[9]

Caracterizado por la alta frecuencia de muescas y denticulados, supone una llamativa ruptura respecto a la trayectoria evolutiva de la industria lítica y su deriva hacia la microlitización. De hecho, se percibe un claro incremento en las dimensiones del instrumental y la reducción de la variedad tipológica. Respecto a lo primero los soportes elegidos para confeccionar los instrumentos son de tipo lasca, o informes -trozos- e incluso núcleos agotados, sin que se observe una aparente estandarización ni de los mismos ni de su retoque, del tipo simple pero mediante técnicas poco cuidadas. Además, el llamativo  aspecto tosco de las piezas es debido a continuos reacondicionamientos y reavivados de los filos una vez que han perdido efectividad:  es decir, son piezas constantemente recicladas y reutilizadas. Respecto a lo segundo, la reducción de la variedad del equipamiento, llama la atención la ausencia de herramientas en piedra para la caza, sugiriéndose que para ello utilizaron armamento en soportes perecederos como la madera: los estudios de traceología parecen demostrar que bastantes de los instrumentos sobre sílex sirvieron para el trabajo de la madera. La tecnología de talla les permite trabajar con una gran variedad de materias primas sin importar su calidad. Esta facie ha sido identificada en los yacimientos alaveses de Fuente Hoz, Mendandia, Atxoste, Entzia, Kanpanoste y Kanpanoste Goikoa.

Mesolítico geométrico

Supone el retorno a la tradición tecnológica interrumpida durante el Mesolítico de muescas y denticulados. Por tanto, se retoma la talla sobre láminas de pequeño tamaño, estandarizadas, ahondando en la microlitización. Los núcleos, fundamentalmente piramidales o prismáticos, exigen una talla muy cuidada, a menudo con percusión indirecta. Entre los elementos más significativos del periodo está la fabricación de triángulos y trapecios -variados en formas y técnicas-: se trata de elementos de menos de dos centímetros de longitud que incrustados en los laterales de varillas de madera actuaron como proyectiles. Junto a ellos, son habituales los raspadores, perforadores y raederas, así como muchas láminas que sin retocar fueron habitualmente utilizadas, aprovechando sus filos cortantes, en trabajos de carnicería, curtido de pieles, a modo de cuchillos, etc. Los arqueólogos han observado una evolución de los geométricos en formas y en tipos con el paso del tiempo, pero también según áreas geográficas. La extensión geográfica de los tipos más específicos se entienden como las señas de identidad de cada comunidad: marcarían el ámbito de actuación e influencia de los diferentes grupos, que parece tener un sentido territorial. Los yacimientos más importantes en Álava donde podemos encontrar esta facie son Fuente Hoz, Socuevas, Atxoste, Kanpanoste Goikoa, y Mendandia.

Hábitat[editar]

Durante el Mesolítico encontramos dos tipos de yacimiento: abrigos bajo roca y yacimientos al aire libre.

Los primeros corresponden a la mayoría de los yacimientos descubiertos hasta nuestros días, gracias, en gran parte, a su conservación. Es el caso de Kanpanoste, Kanpanoste Goikoa, Atxoste y Mendandia. Se caracterizan por su tamaño pequeño o mediano. Por ejemplo, Mendandia albergaría un grupo humano de entre 15 y 20 personas. Además, el acceso a este tipo de yacimientos es sencillo, a pesar de que resulten difíciles de localizar. En sus inmediaciones discurren cursos de agua de caudales variados, los cuales han beneficiado a los grupos humanos y a la fauna. A lo sumo, se sitúan a 30 m de distancia. Por otra parte, la ubicación de los abrigos responde a una posición estratégica, en zonas altas, pero sin llegar a posiciones de montaña. De esta manera podrían disfrutar tanto de recursos procedentes del valle como de recursos propios de zonas de altura. Por lo tanto, se garantiza una gran variedad de recursos (animales y vegetales).

Los yacimientos al aire libre conocidos son escasos, y en muchas ocasiones se vinculan a afloramientos de sílex.

La funcionalidad de los yacimientos debió ser muy variado, combinando los grupos las ocupaciones en unos y en otros. De uso estacional y relacionado con la caza serçíoa Mendandia, donde los alimentos de ahumaban para su conservación y se transportaban a otro lugar. De uso permanente debió ser el lugar de Atxoste, donde los estudios de traceología han demostrado el desarrollo de una gran cantidad de actividades.

Referencias[editar]

  1. a b Sáenz de Buruaga, Andoni (2000). «El Paleolítico inferior y medio en el País Vasco: síntesis de datos y algunas impresiones». SPAL: Revista de prehistoria y arqueología de la Universidad de Sevilla (9). 
  2. a b Arrizabalaga Valbuena, Álvaro (2005). «Las primeras ocupaciones humanas en el Pirineo Occidental y Montes Vascos: un estado de la cuestión.». Munibe Antropologia - Arkeologia (57). 
  3. Ripoll López, Sergio (2011). «El Paleolítico inferior en Europa». En Ripoll López, Sergio, ed. Prehistoria I: Las primeras etapas de la Humanidad. Centro de Estudios Ramón Areces. 
  4. Cabrera, Victoria; Arrizabalaga, Álvaro; De Quirós, Federico Bernaldo; Maíllo, José Manuel (2004). «La transición al Paleolítico superior y la evolución de los contextos auriñacienses (50.000-27.000 BP)». KOBIE (Serie Anejos) (8). 
  5. Barandiarán, Ignacio (2007). «El Paleolítico y el Mesolítico». En Barandiaran, Ignacio; Martí, Bernat; Del Rincón, María Ángeles; Maya, José Luis, ed. Prehistoria de la península Ibérica. Ariel. 
  6. Arrizabalaga, Álvaro (2007-2008). «Veintisiete años después del "Auriñaciense y Perigordiense en el País Vasco": nuevas investigaciones de campo acerca del Paleolítico superior inicial en el País Vasco». Veleia: Revista de prehistoria, historia antigua, arqueología y filología clásicas (24-25). 
  7. Álvarez, Daniel (2007). «El Magdaleniense inferior cantábrico. Contexto cronológico y estructuración». Munibe (58). 
  8. Muñoz, Francisco Javier (2011). «El Paleolítico superior en Europa». En Ripoll López, Sergio, ed. Prehistoria I: Las primeras etapas de la Humanidad. Centro de Estudios Ramón Areces. 
  9. Alday, Alfonso (2006). El mesolítico de muescas y denticulados en la cuenca del Ebro y el litoral mediterráneo peninsular. Diputación Foral de Álava. 

Notas[editar]

  1. Últimamente, se ha debatido sobre la importancia del carroñeo en la dieta de los grupos del Paleolítico inferior.