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Violencia de Género

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El patriarcado modela sociedades en las que el hombre, en mayor o menor medida, ejerce el dominio sobre la mujer. La violencia basada en el género (VBG) es consecuencia de esa construcción cultural y social.[1]

La violencia de género o violencia basada en el género es aquella violencia basada en la construcción socio-cultural que determina roles entre sexos. Es un tipo de violencia física, psicológica, simbólica, institucional,... dirigida contra personas o grupos, ya se de en el ámbito público o privado. La gran mayoría de las víctimas de la violencia de género son mujeres y niñas. Es una violación de los derechos humanos que incluye la violencia y discriminación contra la mujer y las personas LGBT+, así como el sexismo, la misoginia y la trans-fobia.[2][3]

La violencia de género incluye asaltos o violaciones sexuales, prostitución forzada, discriminación laboral, el aborto selectivo por sexo, violencia física y sexual contra personas que ejercen la prostitución, el infanticidio en base al género, la castración parcial o total, la mutilación genital femenina, el tráfico de personas, violaciones sexuales en guerras o situaciones de represión estatal, el acoso y hostigamiento sexual —entre ellos el acoso callejero—, patrones de acoso u hostigamiento en organizaciones masculinas, ataques homofóbicos y transfóbicos hacia personas o grupos LGBT+, el encubrimiento y la impunidad de los delitos de género, la violencia simbólica difundida por los medios de comunicación de masas,[4]​ entre otros.[3]​ se den estos en cualquier ámbito, tanto el público como el privado, y ya sean sus perpetradores particulares o agentes estatales.

Las Naciones Unidas, haciéndose eco de la fuerza que ganó el movimiento feminista en los años 70, celebró en 1975 la primera Conferencia Mundial sobre la Mujer, coincidiendo con el Año Internacional de la Mujer y declarando 1975-84 Decenio de las Naciones Unidas para la Mujer. Desde entonces, numerosas Asambleas Generales se han dedicado a la violencia contra las mujeres, su discriminación por razones de género y su promoción y empoderamiento. En 1985, en Nairobi, la Conferencia Mundial para el Examen y la Evaluación de los Logros del Decenio de las Naciones Unidas para la Mujer: Igualdad, Desarrollo y Paz; con la participación de 15.000 representantes de organizaciones no gubernamentales (ONG), se entendió como «el nacimiento del feminismo a nivel mundial». El 2 de julio de 2010, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó por unanimidad la creación de ONU Mujeres, nueva entidad de la ONU «para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres».[5]

El feminismo con sus aportaciones sobre el patriarcado y el género, con su activismo, posibilitó que la violencia contra la mujer dejase de ser entendida como un tema privado para pasar a entenderse como un problema social de ámbito mundial; entendiéndose, como hoy en día se entiende, consecuencia de la histórica y desigual relación de poder entre hombres y mujeres.[6][a]

[La violencia contra la mujer] es una manifestación de relaciones de poder históricamente desiguales entre mujeres y hombres que han llevado a la dominación y discriminación de las mujeres por parte de los hombres y a la prevención del pleno adelanto de la mujer, y que la violencia contra la mujer es uno de los mecanismos cruciales por los que las mujeres se ven obligadas a ocupar una posición subordinada en comparación con los hombres.
Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer – ONU. 23 de febrero de 1994.

Concepto género

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Para comprender la violencia de género es imprescindible comprender y distinguir, tal y como hoy se entienden (2021), los conceptos sexo y género. En tanto que el sexo hace referencia a “las características biológicas”, muy concretamente a la genitalidad que las personas presentan en el momento de nacer (ya, en ese momento, en la designación de identidad sexual, intervendrían condicionantes socio-culturales). El género hace referencia a “las características sociales”, a la construcción socio-cultural que asigna valores a mujeres y hombres. Marca aquello que se espera de cada sexo (roles) y asigna estatus y relaciones de poder entre sexos.

En la asignación de caracteres de género intervienen factores de carácter social, cultural, religiosos, creencias… siendo diferentes dependiendo de la cultura del grupo y se modifican al tiempo que cambian las sociedades: son sensibles a las transformaciones sociales, políticas y culturales. Los caracteres de género se asimilan en el desarrollo de las personas y tienden a perpetuarse por transmisión cultural. [7]​ La violencia de género hace referencia a esa violencia consecuencia de esa construcción socio-cultural.

Origen del término

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La primera referencia al término “genero” se encuentra en De la lengua latina de Marco Terencio Varrón en el año 43 a. C. : “genus”. [b]​ En la Roma Clásica se preocuparon en asignar “sexus” a los sustantivos y pronombres: “genus” sirvió para asignar “sexo” a las palabras. Lo que hoy en español es la propiedad género de sustantivos y pronombres: género masculino, género femenino.

El paso de la acepción gramatical a su uso en las Ciencias Sociales proviene de la psicología, fue el psicólogo John Money, junto a sus colegas Joan y John Hampson de la Johns Hopkins University, quien, en los años 50, comenzara a usar “gender” (derivado del latín) para diferenciarlo de sexo, concepto rígido que generaba problemas a la hora de asignarlo a nacidos intersexuales.[c]​ Posteriormente, también sería usado por Robert Stoller con igual significado. Sexo continuó usándose para referirse a la genitalidad y género para referirse a las identidades psicológicas. «Las observaciones de Money hicieron que aquello que se comprendía como “sexo masculino” y “sexo femenino” empezara a ser visto de manera menos categórica y más matizada en la ciencia».[8][d]

La actual acepción de género, de uso en las Ciencias Sociales, se debe a la antropóloga feminista Gayle Rubin, en aquel tiempo estudiante en la University of Michigan. En su artículo, considerado fundamental en los estudios de género, The Traffic in Women: Notes on the ‘Political Economy’ (1975) expone por primera vez el binomio sexo / género: «Acuñé la frase ‘sistema sexo/género’ mientras buscaba a tientas una alternativa a ‘patriarcado’, que consideraba un término irremediablemente impreciso y conceptualmente confuso».[8]​. Gayle Rubin trataba de revelar que los procesos de socialización de las personas eran la verdadera causa de la subordinación y exclusión social de las mujeres. En 2011, «Rubin reconocería la influencia del trabajo de Money en su propuesta teórica y reivindicaría su claro apoyo al feminismo».[8]

Actualmente, el concepto género puede definirse como «una categoría social como lo es la raza, la clase, la edad, etc. Que atraviesa y es atravesada por todas las otras categorías sociales».[9]​ Es parte principal del paradigma feminista.[10]

Uso abusivo del concepto género

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El concepto “género” se popularizó en los años 90, en casos, con un uso inadecuado del mismo. Se extendió un uso que no atendía a su significado y razón de ser: visibilizar que las «características humanas consideradas “femeninas” eran adquiridas por las mujeres mediante un complejo proceso individual y social, en vez de derivarse “naturalmente” de su sexo», enfrentándose así al determinismo biológico. Se llegó y se llega a equiparar “género” con “mujer”, así se equiparaba o se equipara “estudios de género” con estudios de o sobre mujeres (o viceversa), “perspectiva de género” con perspectiva de la mujer y “violencia de género” con violencia contra la mujer; en este último caso, evitando hablar como tal de la específica “violencia machista” o “violencia contra la mujer”, sustituyéndolas por violencia de género. Joan W. Scott trató ampliamente el tema en Gender: a Useful Category of Historical Analysis (1986).[11][12]

Paralelamente, se procura su no utilización. Se procura oscurecer la violencia de género con términos aparentemente neutrales como, por ejemplo, “violencia doméstica”.[12]​ Ese fue caso de la disputa en torno al título de la “Ley orgánica integral de medidas contra la violencia de género” que se promulgó en 2004 en España con el objeto de promover la igualdad, «remover los obstáculos que impiden o dificultan su plenitud» y «proporcionar una respuesta global a la violencia que se ejerce sobre las mujeres»,[e]​ la RAE encabezó la polémica que procuró se titulara: “violencia doméstica”.[13][14]

Resistencias a su uso en el español

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Patriarcado

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El derrocamiento del derecho materno fue la gran derrota histórica del sexo femenino en todo el mundo. El hombre empuñó también las riendas en la casa; la mujer se vio degradada, convertida en la servidora, en la esclava de la lujuria del hombre, en un simple instrumento de reproducción. Esta baja condición de la mujer, que se manifiesta sobre todo entre los griegos de los tiempos heroicos, y más aún en los de los tiempos clásicos, ha sido gradualmente retocada, disimulada y, en ciertos sitios, hasta revestida de formas más suaves, pero no, ni mucho menos, abolida.
El origen de la familia, de la propiedad privada y el Estado. Friedrich Engels (1884)

La familia es la primera en transmitir valores y patrones de comportamiento. Desde la perspectiva de género la familia es la primera en transmitir valores y comportamientos relacionados con los diferentes roles que tradicionalmente conviven en la familia.[15]​ Actualmente la familia patriarcal puede aparecer desdibujada; en sus orígenes, convirtió a la mujer en objeto propiedad del hombre, el patriarca. Al patriarca pertenecían los bienes materiales de la familia y sus miembros. Así, la mujer pasaba de las manos del padre a las manos del esposo, teniendo ambos plena autoridad sobre ella, pudiendo decidir, incluso, sobre su vida. La mujer estaba excluida de la sociedad, formaba parte del patrimonio de la familia, relegada a la función reproductora y a las labores domésticas. Hoy, perviven en la familia rasgos de este modelo de familia que se conoce como “patriarcado”.[15][f]

La organización social basada en el patriarcado se ha mantenido en mayor o menor medida a lo largo de la historia. Esta persistencia ha sido posible por la transmisión de generación en generación (tanto a hombres como a mujeres) de determinados valores, principios, patrones de comportamiento que son precisos para el buen funcionamiento del individuo en la cultura y sociedad en la cual están inmersos.
Patriarcado y estereotipos de género en México: extensión y representación en la imagen. Sonia M. Frías y Joaquina Erviti.[16]

El patriarcado tiene un carácter ancestral. Hasta donde se conoce con certeza, aunque puedan existir excepciones, los grupos y sociedades humanas se han regido por el patriarcado. No obstante, el patriarcado tuvo un origen, aunque al día de hoy todavía esté en discusión ese origen. Engels fija su origen en la aparición de la propiedad privada. Con anterioridad, las estirpes habrían seguido una línea materna dado la imposibilidad de conocer con certeza la paternidad. Con la aparición de la propiedad privada, las mujeres claudicaron ante la envestida masculina deseosa de conocer con certeza la filiación paterna de la descendencia y, así, fijar la herencia en su prole. Sería en ese momento en el que se fijasen las relaciones de poder entre mujeres y hombres; estos debían ejercer el control sobre la mujer para garantizar la certeza de la paternidad. «Podríamos decir que aquello que nos viene de las antiguas familias patriarcales subyace “inscrito” en la civilización humana algo así como una reacción a histórica, invisible e inmutable».[17]

El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado ha inspirado al feminismo del siglo XX. Muchas de las descripciones a las que Engels recurre para apoyar sus tesis han sido rebatidas, «con todo, Engels realizó una gran contribución a nuestros conocimientos sobre la posición de las mujeres en la sociedad y en la historia».[g]

«El patriarcado como forma de organización social está apoyado en estructuras políticas, económicas, educativas, legales e ideológicas que promueven la diferenciación de género»,[16]​ forma parte de los estudios de género, proporcionando la base histórica de las actuales relaciones de poder entre mujeres y hombres.

Feminismo

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El feminismo es un movimiento reivindicativo que ha luchado y lucha por los derechos de la mujer. Podría hablarse de un feminismo de diversas sensibilidades, incluso de varios feminismos; también, implicado en la defensa de otros derechos. En cualquier caso, en su diversidad, le guía la defensa de la plena igualdad de derechos entre mujeres y hombres.[18]

Los orígenes del actual feminismo podemos hallarlos en la filosofía racionalista del siglo XVII y su desarrollo (el siglo XVIII) en la Ilustración. Aquellas primeras feministas cuestionaron la legitimidad de la subordinación de la mujer en la sociedad, apoyándose en la “igualdad natural” de todos los seres humanos postulada por el racionalismo. En el siglo XVII, la organización social se sustentaba en la “desigualdad natural”: unos pocos gobernaban sobre la mayoría porque a esos pocos, su nacimiento los legitimaba para gobernar; y la mayoría, también por nacimiento, estaban destinados a ser gobernados. La desigualdad natural era la que también justificaba el que los hombres ocuparan los diferentes puestos de la sociedad y las mujeres quedasen excluidas, mantenidas bajo la tutela de estos. Las mujeres, por naturaleza, eran inferiores a los hombres. Una de las primeras feministas de las que se tiene noticia fue Marie de Gournay, autora de, entre otras obras, De la igualdad entre hombres y mujeres, en la que ya en 1622 cuestionaba la condición a la que estaba relegada la mujer y la contradicción en la que incurrían aquellos que, criticando el poder absoluto de los monarcas, justificaban el estado de exclusión y subordinación de las mujeres. [19]

las ideas feministas fueron penetrando cada vez más en el pensamiento ilustrado, aunque, es curioso, suscitando dos tipos de reacciones bastante peculiares: por un lado ganando adeptos más o menos brillantes entre personajes de ambos sexos; por otro, sus detractores dentro de la propia Ilustración contrargumentaban sin mencionar nunca a un interlocutor, cual si el feminismo no existiera, ignorándolo de facto o, más bien, fingiendo ignorarlo, pero, en paralelo, desarrollando argumentos misóginos. [19]

Estos primeros movimientos feministas se conocen como feminismo ilustrado o primera ola;[h]Mary Wollstonecraft, Olympe de Gouges, autora esta última de la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadanía, entre otras, fueron feministas destacadas de la época. Junto a posiciones favorables y de apoyo como la de Nicolas de Condorcet: «O bien ningún individuo de la especie humana tiene verdaderos derechos, o todos tienen los mismos» siguió la reacción de rechazo; como muestra, el panfleto de grupos radicales Proyecto de una ley que prohíba a las mujeres aprender a leer. La iglesia cristiana, de enorme peso en aquella época, mantuvo inmutable su consideración de la mujer, que puede resumirse en “Eva, la costilla de Adán”; aunque más consecuencias tuvo la misoginia de destacados filósofos (Hegel, Schopenhauer, Kierkegaard, Nietzsche,…) que en el siglo XIX tuvieron gran influencia en tiempos en los que las diferentes ciencias se estaban conformando. Ante esa reacción, «sin formación y sin poder, pocas mujeres podían pretender abanderar la defensa política o moral de su sexo e igual sucedía con los varones comprometidos en la querella política»[20]

A mediados del siglo XIX surge el Movimiento liberal sufragista. En 1848 en Nueva York, la Convención de Seneca Falls reúne a varios cientos de activistas que firman la primera declaración por los derechos de la mujer en Estados Unidos, y en Inglaterra surge el movimiento sufragista liderado por Emmeline Pankhurst, reivindicando el voto y los derechos civiles frente al Estado. Este movimiento se prolonga hasta terminada la II Guerra Mundial, logrando el derecho universal al voto en numerosos países y demostrando las mujeres, durante los periodos de las dos grandes guerras, su capacidad en trabajos antes reservados a los hombres.[20]

Mujeres feministas se manifiestan en Santiago de Chile pidiendo democracia durante el gobierno militar de Augusto Pinochet.

Dando un salto en el tiempo, que incluiría las siempre presentes reacciones de rechazo, en las décadas de los 60 y 70 del siglo XX el feminismo se muestra especialmente activo, «supuso el fin de la mística de la feminidad y abrió una serie de cambios en los valores y las formas de vida que todavía se siguen produciendo»,[20]​ las mujeres acceden a las universidades y sus aportaciones transforman las Ciencias Sociales. Aun hoy, la lucha por los derechos de la Mujer, pero también la de los derechos humanos, se nutren de sus aportaciones teóricas. Los estudios de género, los enfoques de género para abordar muy diversos temas sociales, aportaciones del feminismo, han demostrado su capacidad explicativa en muchos terrenos, no solo en el campo de la mujer. Los propios conceptos de patriarcado y género, tal como hoy se entienden, son aportaciones del feminismo. [21]

Históricamente, la violencia de género, principalmente la violencia de género en la familia y la pareja, ha sido, como tal, ignorada por las leyes.[22]​ Fue la aportación feminista a las Ciencias Sociales en los años 60 (siglo XX) la que posibilitó que la violencia contra la mujer diese el salto de lo privado a lo público. El feminismo, con la enunciación del patriarcado, diferenciando género de sexo, puso en evidencia que la violencia contra las mujeres era consecuencia de las históricas y desiguales relaciones sociales entre hombres y mujeres que priman la masculinidad.[6]​ Se trataba de combatir la todavía presente "desigualdad natural" que justificada la subordinación de la mujer frente al hombre.

Hoy en día, la comunidad internacional reconoce la importancia de estas aportaciones y la capacidad transformadora de los movimientos de mujeres, relacionando la lucha contra la discriminación de la mujer con los objetivos de paz y el progreso. [23]

Discriminación múltiple (interseccionalidad)

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Los discursos hegemónicos y las prácticas sociales legitimadas en Occidente están configuradas para (y por) un sujeto masculino, perteneciente a la etnia, la clase, la cultura y la lógica epistémica dominante. Esta concepción de sujeto […] niega y construye como subalternas las subjetividades que escapan al canon.
La importancia de la interseccionalidad para la investigación feminista. Javiera Cubillos Almendra.[24]

Retomando la definición de género como «una categoría social como lo es la raza, la clase, la edad, etc. Que atraviesa y es atravesada po todas las otras categorías sociales»,[9]​ (raza negra hombre / raza negra mujer, clase acomodada hombre / clase acomodada mujer, excluido social hombre / excluída social mujer...) la interseccionalidad se refiere a las múltiples discriminaciones que pueden coincidir con la discriminación de género.

La idea de que personas o grupos pueden sufrir varios tipos de discriminación, una discriminación múltiple, es intuitiva; no obstante, no mereció atención hasta que en Estados Unidos el feminismo negro y chicano lo hicieron visible en los años 70. Desde el ámbito académico estadounidense fue formulada por feministas afroamericanas en los años 80: había estudios sobre racismo y estudios sobre violencia contra la mujer; pero, los unos, sobre racismo, centrados en el hombre, y los otros en la mujer blanca; esto excluía la problemática de las mujeres negras, sometidas a una múltiple discriminación. La formulación de la interseccionalidad abrió el camino para dar visibilidad a la problemática de las mujeres negras, pero también la de las mujeres asiáticas, latinas…, la múltiple discriminación que sufren en el mundo occidental. Igual puede decirse de los colectivos LGBTI+, sometidos, en casos, a una múltiple discriminación. [25]

Kimberlé Crenshaw explicaba así las múltiples discriminaciones que se dan en las mujeres negras: «pueden ser discriminadas del mismo modo que las mujeres blancas; o que los hombres negros; o pueden sufrir una “discriminación doble” en razón de los efectos combinados que discriminan sobre las bases del sexo y de la raza; o, finalmente, pueden ser discriminadas en tanto mujeres negras, no por la suma de ambos factores (el racial y el sexual), sino específicamente por ser mujeres negras».[25]

Los orígenes de la interseccionalidad implican una crítica al feminismo occidental de la época. Las categorías hegemónicas occidentales se trasladaban o trasladan al feminismo hegemónico (“blanco”) que «promoviendo la idea de una identidad común, invisibilizó a las mujeres de color y que no pertenecían a la clase social dominante».[24]​ Kimberlé Crenshaw, como jurista, puso como ejemplo demandas de mujeres afrodescendientes que, alegando discriminación aportaron experiencias no coincidentes con casos de discriminación de mujeres blancas ni de hombres negros, la discriminación no fue detectada por el derecho antidiscriminación estadounidense desestimando las demandas. [24]

La interseccionalidad puso en evidencia que la visión exclusiva de las categorías hegemónicas invisibiliza los otros tipos de discriminación u opresión. Kimberlé Crenshaw propuso “categorías identitarias” más complejas y Patricia Hill Collins, una “matriz de dominación” en la que se relaciones los diferentes sistemas de discriminación – opresión y sus diferentes manifestaciones locales.

Características

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La violencia de género se distingue de la violencia común en que se dirige a las personas o grupos por motivaciones de género, «perpetúa roles estereotipados por sexos que niegan la dignidad humana y la autodeterminación del individuo y obstaculizan el desarrollo humano». La violencia de género conculca los más elementales derechos humanos. «Aunque la mayoría de las víctimas / sobrevivientes son mujeres y niñas, los niños y los hombres también son blanco de violencia sexual y de género».[2]

La violencia de género no solo tiene un impacto devastador en las mujeres y las niñas, «también obstaculiza el desarrollo de hombres y niños. Eliminar la violencia de género y las desigualdades de género ayuda a fortalecer comunidades enteras».[2]

La violencia contra la mujer, la violencia sexual, la violencia contra las personas y colectivos LGBTI, el sexismo en las universidades,... son violencias de género. En la pareja, en los conflictos armados, en las emergencias,... se da la violencia de género. Ser refugiado, inmigrante, pertenecer a una minoría étnica, ser niña, niño o adolescente, supone un plus de vulnerabilidad frente a la violencia de género.

Violencia simbólica

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En toda relación de poder se da la violencia como medio para ejercer y mantener el poder. La violencia simbólica es aquella que procura que el dominado o dominados acepten el poder ejercido como legítimo. Se ejerce mediante mensajes y símbolos. Es un tipo de violencia que no es fácil detectar, ya que, por su carácter, es efectiva cuanto más desapercibida pasa para sus destinatarios. Se da en todos los ámbitos, desde las relaciones interpersonales a la destinada a condicionar a la sociedad en su conjunto.

Las relaciones sociales se basan en toda una serie de convenciones que predicen nuestros comportamientos y predicen los comportamientos de los demás, lo que confiere a las relaciones sociales un cierto grado de predictibilidad que las hace viables. La violencia simbólica desde la perspectiva de género habla de cómo se difunden mensajes, comportamientos y actitudes presentes en las sociedades como consecuencia de milenios de patriarcado.

El concepto “Violencia simbólica” fue formulado por Pierre Bourdieu en la década de los 70 y viene cobrando importancia dada la influencia que los medios de comunicación y las redes sociales ejercen en la formación de la opinión individual y pública. “Lloras como una nena” o “compórtate como un hombre” son muestras de violencia simbólica, pero también lo son mensajes, imágenes y contenidos sexistas de los medios de comunicación de masas, así como el propio lenguaje, nutrido igualmente por el patriarcado. En todos los casos contribuye a perpetuar las desiguales relaciones de poder entre hombres y mujeres.[26][6]

En el contexto de la violencia de género, contraponer a la violencia contra la mujer argumentos del tipo: “los hombres también son víctimas de violencia” es una forma que se da principalmente ante el anuncio de proyectos de ley que tratan de proteger a la mujer de una la violencia que no tiene parangón con otras violencias en la vida cotidiana.[26]

Hay que resaltar que, en según países y medios, los medios de comunicación se esfuerzan por ofrecer una información no discriminatoria y proactiva frente a la violencia simbólica. No obstante, los estereotipos y contenidos sexistas siguen presentes en los medios de comunicación de masas.[27]

Violencia contra las mujeres

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Cartel búlgaro Abre los ojos, una campaña contra la violencia contra las mujeres.
Reconociendo que la violencia contra la mujer constituye una manifestación de relaciones de poder históricamente desiguales entre el hombre y la mujer, que han conducido a la dominación de la mujer y a la discriminación en su contra por parte del hombre e impedido el adelanto pleno de la mujer, y que la violencia contra la mujer es uno de los mecanismos sociales fundamentales por los que se fuerza a la mujer a una situación de subordinación respecto del hombre, [...] Proclama solemnemente la siguiente Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer e insta a que se hagan todos los esfuerzos posibles para que sea universalmente conocida y respetada.
Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer. ONU 1993.[28]

La gran mayoría de la violencia de género es violencia contra las mujeres. La ONU, en 2005, calificó la violencia contra las mujeres como una pandemia mundial.[29][i]​ Según un informe de la OMS, una de cada tres mujeres en el mundo, a lo largo de su vida, habría sufrido violencia física y/o sexual por parte de su pareja o de terceros.[30]

ONU Mujeres ve esencial la investigación, recogida de datos y las estadísticas para mejor comprender la magnitud y frecuencia de la violencia contra las mujeres y niñas, siendo instrumentos indispensables para «desarrollar intervenciones y políticas basadas en datos empíricos para poner fin a la violencia contra las mujeres y niñas».[j]​ La siguiente relación es un resumen extraído del artículo de ONU Mujeres Hechos y cifras: Poner fin a la violencia contra las mujeres (noviembre de 2020).[31]

  • El 35% de las mujeres han sufrido violencia física o sexual por parte de su pareja o por terceros.[k]
  • Una de cada tres mujeres asesinadas en 2017 lo fueron a manos de su pareja o expareja.[l]
  • Mujeres y niñas representan el 72% de la trata de personas. Concretamente las niñas representan las tres cuartas partes de la trata infantil. Mayoritariamente, la trata de mujeres y niñas tienen como destino la explotación sexual.[m]
  • En 2019 mujeres entre 20 y 24 años declararon haberse casado antes de cumplir 18 años. Todavía, en números grupos sociales es frecuente el matrimonio infantil concertado fuera de su voluntad.[n]
  • 200 millones de mujeres y niñas entre 15 y 49 años habrían sometidas a mutilación genital. Todavía hay sociedades en las que la mutilación genital está generalizada.[n]
  • 15 millones de niñas adolescentes en el mundo han sufrido relaciones sexuales forzadas. «En la inmensa mayoría de los países, las adolescentes son el grupo con mayor riesgo de verse forzadas a mantener relaciones sexuales (u otro tipo de actos sexuales) por parte de su esposo, pareja o novio actual o anterior. De acuerdo con los datos disponibles para 30 países, tan sólo un 1 por ciento de ellas ha pedido alguna vez ayuda profesional».
  • En la Unión Europea, una de cada diez mujeres mayores de 15 años habrían sido objeto de ciberacoso.[o]
  • Más del 80% de parlamentarias de diversas regiones denunciaron haber vivido algún tipo de violencia sexual durante su mandato.[q]
  • Menos del 40% de las mujeres víctimas de violencia recurren a algún tipo de ayuda. .[r]

«La cuestión de la violencia contra la mujer adquirió prominencia gracias al trabajo de base de las organizaciones y movimientos de mujeres en todo el mundo».[32]​ La violencia contra las mujeres, especialmente la violencia en el ámbito de la familia y la pareja, hasta los años 70 (del siglo XX), era considerada un tema privado que no despertaba interés, llegándose a disculpar, considerando esta violencia producto de desavenencias entre cónyuges. Fue en 1979 cuando la Asamblea General de las Naciones Unidas incluyó a la mujer, y la violencia contra la mujer, en el ámbito de los derechos humanos. Desde entonces, la preocupación de las Naciones Unidas ha sido acabar con la violencia contra las mujeres y, como medio necesario para conseguirlo, acabar con la discriminación por motivos de género. Hitos en esta lucha fueron la Conferencia Mundial de Derechos Humanos de las Naciones Unidas realizada en Viena en junio de 1993 y la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing en 1995.

Violencia contra la mujer en las minorías étnicas

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Violencia en la pareja

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La violencia en la pareja es la más extendida violencia basada en el género. Las cifras que ha dado la ONU sobre datos de los años 2000 a 2018, son muestra de su magnitud:

  • El 26% de mujeres mayores de 15 años que han mantenido relaciones de pareja habrían sufrido violencia física o/y sexual por parte de su pareja: en el mundo, 641 millones de mujeres habrían sufrido esta violencia.
  • Una de cada cuatro adolescentes entre 15 y 19 años (que han mantenido relaciones de pareja), ya, a esas edades, habrían sufrido violencia física o sexual por parte de su pareja. [33]

Por regiones, con tasas del 33% al 51%, Oceanía, Asia meridional y África subsahariana serian las zonas donde se dan las más altas prevalencias de la violencia de pareja entre mujeres entre 15 y 49 años de edad (que hayan mantenido relaciones de pareja). En Europa, con unas tasas entre 16% a 23%, Asia central con un 18%, Asia oriental con un 20% y Asia sudoriental con un 21%, serían las zonas con las tasas más bajas.[34]

«Es un hecho que en una relación de pareja la interacción entre sus miembros adopta formas agresivas», esto formaría parte de las dificultades a las que se enfrentarían las parejas.[35]​ La perspectiva de género, la desigual relación de poder entre sexos, no pretende dar una explicación única a la violencia en la pareja, «pero a menudo puede ser el más influyente de los condicionantes».[36]

Christopher Kilmartin y Julie A. Allison, en 2006, apoyándose en la encuesta nacional sobre violencia contra las mujeres (NVAW) en EEUU, un estudio de 8.000 hombres y 8.000 mujeres, concluían que «la violencia de género es abrumadoramente violencia cometida por hombres contra mujeres. [...] Las mujeres tenían entre 7 y 14 veces más probabilidades que los hombres de informar que sus parejas las golpeaban, las estrangulaban o intentaban ahogarlas.[3]

El informe del Instituto Nacional de Estadística español, sobre la «Estadística de Violencia Doméstica y Violencia de Genero (EVDVG)» del año 2019, vista en los juzgados, diferencia entre violencia doméstica y violencia de género en la pareja: 5.395 personas fueron denunciadas por violencia domestica sobre las que se dictaron medidas de protección o cautelares. El 72% fueron hombres y el 28% mujeres. Siendo 7.654 las víctimas de este delito, el 62% mujeres y el 38% hombres (no se incluyen los específicos de violencia de género). En tanto que «se registraron 31.911 mujeres víctimas de violencia de género correspondientes a los asuntos en los que se habían dictado medidas cautelares u órdenes de protección».[37]

Violencia en la pareja entre personas LGBTI+

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Chueca. Fiestas del Orgullo 2011.

En la pareja LGBTI+, la violencia, al igual que en las parejas heteronormativas, se produce con el objeto de dominar y controlar a la pareja.[38][39]

La violencia en la pareja LGBTI+ es un tema silenciado que poco a poco va saliendo a la luz.[s]​ Las causas de esta invisibilidad habrían sido la abundancia de mitos sobre el colectivo y este tipo de relaciones, la discriminación y la hostilidad hacia los colectivos LGBTI+ que habrían desdeñado esta violencia, la propia actitud de los colectivos LGBTI+ no reconociendo el problema por temor a ponerse en el foco de atención y dar argumentos a la homofobia, así como, el que los colectivos LGBTI+ hayan dado prioridad a temas de mayor gravedad que afectan a estos colectivos.[38]

Los estudios que van surgiendo sobre el tema presentan una gran variabilidad en las tasas de prevalencia; no obstante, evidencian que la prevalencia de la violencia en la pareja entre personas LGBTI+ puede ser muy alta, entre el 25 y el 60%. La violencia psicológica y psicológica/emocional serían las más frecuentes, aunque la violencia física y sexual también estarían presentes.[38]​ La tasa de prevalencia en los estudios sobre la violencia en las parejas en las que al menos uno de sus miembros es transexual, transgénero o intersexual son también dispares: entre un 18 y un 80%; coincidiendo igualmente en que se estarían dando altas tasas de violencia.[39]

Un problema o limitación de los estudios sobre los colectivos LGBTI+ es que, mayoritariamente, se asemejan a un “cajón de sastre” en el que se incluyen innominadamente todas las relaciones de pareja que escapan al modelo convencional heteronormativo (probablemente este artículo sea reflejo de ello). Especial mención merecen las relaciones en las que al menos un miembro es transexual, transgénero o intersexual ya que estas parejas no necesariamente responden a la dinámica intragénero.[39]

Así como «la violencia de género que sufren las mujeres a manos de sus parejas o ex parejas se construye sobre la base de la discriminación estructural de la mujer en la sociedad patriarcal», las parejas LGBTI+ pueden estar impregnadas por la cultura de género, los roles de género se pueden ir asumiendo y distribuyendo en la pareja. En las parejas transexual, transgénero o intersexual, probablemente, aquel «que se adapta a la norma será el que ejerza la violencia sobre el otro miembro que más abiertamente la transgrede».[39]

En medios jurídicos la violencia en las parejas LGBTI+ no se reconoce como violencia de género sino que se considera violencia doméstica.[t]​ La violencia de género en las parejas LGTBI+ se encuentra en el punto en el que se encontraba la violencia contra las mujeres en los años 70: «escaso interés social, insuficiente sensibilidad, escasa concienciación e invisibilidad». Un factor clave para afrontarla es la existencia de políticas y leyes que reconozcan y protejan a estos colectivos: «En los países donde existe un mayor reconocimiento y derechos, la prevalencia de la violencia es menor y su erradicación es más sencilla».[38]

Violencia Sexual

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«La violencia sexual contra niñas y mujeres es una de las manifestaciones más claras de los valores, normas y tradiciones en una cultura patriarcal que alientan a los hombres a creer que tienen el derecho de controlar el cuerpo y la sexualidad de las mujeres». [40]​ La violencia sexual es una de las consecuencias de esa situación de subordinación de las mujeres respecto a los hombres. El carácter ancestral de esta subordinación se relaciona con la tolerancia de la sociedad frente a estos delitos.[41]

Un creciente número de estudios sobre el tema evidencian que la violencia sexual contra las mujeres y niñas está muy extendida y afecta a todas las partes del mundo. «entre el 7% y el 36% de las mujeres informan haber sufrido algún tipo de abuso sexual en la infancia» Y entre el 6 y el 59% habrían sido forzadas por sus parejas. En la violencia sexual contra las mujeres el perpetrador preferente es su pareja, seguido por conocidos o miembros de la propia familia, siendo también víctimas de desconocidos.[42]

Estudios referidos a la zona del Caribe y Latinoamérica revelan que solo el 5% de las mujeres adultas víctimas de violencia sexual denuncian los hechos. Cuando lo exteriorizan recurren a familiares, amigos o asesores religiosos. Los motivos de la no denuncia serían el temor al estigma, a las represalias del perpetrador, vergüenza, sentimiento de culpa, falta de apoyo de la familia y desconfianza en los organismos encargados de gestionar la denuncia.[42]

La ablación del clítoris, la mutilación genital, es un tipo de violencia sexual y de género que persigue el control de la sexualidad femenina. Contrario a las creencias populares no guarda relación con las religiones, aunque en casos coincida, es una costumbre ancestral que tiene más que ver con el patriarcado. Unicef estima que al menos 200 millones de niñas y mujeres en el mundo han sido víctimas de la mutilación genital. Indonesia, Egipto y Etiopía concentran el 50% de su práctica. En las sociedades donde la ablación está ampliamente arraigada, es muy difícil, si no imposible, que la mujer que no ha sido sometida a la mutilación pueda casarse. La ablación del clítoris es una violencia de género en el entorno de la familia en la que también participan las mujeres.[43]​.[u]

Una cultura basada en el abuso de poder que ejerce el poder mediante mecanismos de control y subordinación, imponiendo los deseos por la fuerza, conduce a que los hombres también sean víctimas de la violencia sexual, especialmente los niños. Según datos del Instituto de Estadística de Guatemala, en el año 2019, 435 mujeres / niñas fueron víctimas de violación (consumada o no), siendo también víctimas 25 hombres / niños.[41][v]

Violencia sexual contra la infancia

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Es especialmente preocupante la violencia sexual contra la infancia. De las 8.157 «evaluaciones clínicas por delitos sexuales» que el Instituto Nacional de Ciencias Forenses de Guatemala INACIF) realizó en 2018, 3.754 estuvieron referidas a niños y niñas menores de 14 años. [44]​ Según se desprende del informe del Instituto Nacional de Estadística de Guatemala referido al año 2019, de las 41,1 mujeres víctimas de violación consumada por 100.000 mujeres habitantes, más del 50% fueron niñas y adolescentes hasta los 19 años: el 33% fueron adolescentes entre 15 a 19 años y más del 29%, niñas menores de 15 años.[45]​ Siendo aún más preocupante los casos de violaciones que se dan en niñas menores de nueve, cuatro y un años. [w]

Existen dificultades para cuantificar la violencia sexual contra la infancia, más que en la violencia sexual en otras edades. Una mayoría de estos delitos no son denunciados, por lo que las estadísticas, en casos, deben basarse en estimaciones. Esto, a su vez, hace que sea difícil unificar criterios. Como resultado, la violencia sexual contra la infancia podría estar, en gran parte, invisibilizada. [46]

Los niños y niñas víctimas de violencia sexual continuada mantienen un sentimiento de indefensión al resultar baldíos sus intentos de acabar con los abusos. La persistencia de los abusos, su impotencia por detenerlos, desarrolla en los niños y niñas el Síndrome de acomodación al abuso, parecido al Síndrome de Estocolmo. Los niños y niñas pueden mostrar desarreglos anímicos y emocionales, llegando a somatizarse en problemas físicos; aunque, en casos, pueden permanecer asintomáticos. Posteriormente, presentarían algo muy parecido al Síndrome de Stress Postraumático; igualmente, podrían permanecer asintomáticos sin mostrar síntomas del trauma; esto, porque principalmente los niños de corta edad no percibirían el abuso. A largo plazo, las consecuencias son múltiples, pudiendo presentar alteraciones físicas, conductuales, emocionales, sociales y sexuales. El papel de la familia es fundamental en el proceso de superación del trauma.[47]​ Otra consecuencia de la violencia sexo contra las niñas y adolescentes son los embarazos no deseados.

Los perpetradores de violencia sexual son mayoritariamente hombres, personas cercanas a la víctima y, en casos, sus custodios.

Violencia contra los colectivos LGBTI+

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American Club, Hanoi. agosto 2014.

El colectivo LGBTI sufre discriminación y violencia en gran parte del mundo. La percepción de orientaciones e identidades de género que transgreden los estereotipos establecidos provoca discriminación y violencia. la Comisión Interamericana de Derechos Humanos destaca «los altos niveles de ensañamiento y crueldad» que se dan en la violencia contra el colectivo LGBTI.[48]​ Igualmente, sostiene que estos casos de violencia van más allá de la responsabilidad individual del perpetrador, son un fenómeno social que hay que contextualizarlo en el prejuicio contra orientaciones e identidades de género divergentes.

La violencia contra personas LGBTI+ son delitos de odio, «tienen un impacto simbólico, y envían un mensaje de terror generalizado a la comunidad LGBT».[48]​ En 2011, al menos, 76 países mantenía leyes que penalizan las relaciones entre adultos del mismo sexo.[49]

En junio de 2011, el Consejo adoptó la resolución 17/19, la primera resolución de las Naciones Unidas relativa a derechos humanos, orientación sexual e identidad de género.[49]

las actitudes homofóbicas sumamente arraigadas, a menudo combinadas con la falta de protección jurídica adecuada contra la discriminación basada en la orientación sexual y la identidad de género, exponen a muchas personas LGBT de todas las edades y en todas las regiones del mundo a violaciones flagrantes de sus derechos humanos. […] Poner fin a la violencia y la discriminación contra las personas debido a su orientación sexual e identidad de género es un gran reto en materia de derechos humanos.
Navi Pillay Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.[49]

Es difícil cuantificar la violencia contra personas LGBTI. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos, haciendo referencia a su ámbito de actuación y en 2015, observaba que las estadísticas disponibles no reflejaban su verdadera dimensión. Son muchos los factores que dificultan el que estén reflejados todos los casos de violencia contra personas LGBTI, en casos son las deficiencias en la recolección de datos, también, las reticencias en denunciarlos: víctimas, familiares y amigos se ven condicionados por el alto rechazo que sufre el colectivo LGBTI: cuando se denuncian estos delitos puede ocurrir que se oculte la causa, por temor a la estigmatización y temor al rechazo en el momento de la denuncia y más allá. También, el colectivo LGBTI está más expuesto a la violencia policial.[48]

En la mayoría de los países, la ausencia de sistemas eficaces de registro y denuncia de los actos violentos de ese tipo, denominados "delitos motivados por prejuicios", contra personas LGBT oculta el verdadero alcance de la violencia. Cuando existen esos sistemas, las estadísticas oficiales tienden a subestimar el número de incidentes. Las víctimas suelen ser reacias a denunciar sus experiencias por temor a la extorsión, la violación de la confidencialidad o las represalias.
Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos.[50]

A los actos graves de violencia contra las personas lesbianas, gay, bisexuales y trans se suman las agresiones cotidianas que en gran parte permanecen ocultas: empujones, palizas, lanzamiento de botellas, piedras… «son tan comunes en algunas partes de la región que podrían no ser denunciados en tanto se consideran parte de la ‘vida cotidiana’ de las personas LGBT».[48]

El colectivo LGBTI mantiene un fundado temor de persecución. En numerosos países, donde las leyes los criminaliza, es una persecución institucional; en otros, las leyes y los usos sociales impiden que vivan su sexualidad en plenitud, a menudo se ven obligados a mantener su identidad u orientación sexual oculta durante toda su vida. En mayor o menor medida, en la gran mayoría de los países están expuestos a la violencia.[51]

Investigaciones demuestran que los niños y niñas LGBTI están más expuestos a la violencia interpersonal que los niños y niñas heterosexuales, con tasas de acoso y hostigamiento que puede superar el 80%. Este hostigamiento causa problemas de salud física y mental y, en casos, los acosos pueden conducir al suicidio. En su mayoría, estos acosos y hostigamientos no son denunciados por la percepción de que no se van a resolver y el temor a que la violencia se agudice. UNICEF considera «imprescindible promover normas sociales positivas que acojan la diversidad en todas las culturas del mundo como medida decisiva para reconocer y proteger los derechos de todos los niños».[52]

El colectivo LGBTI es un colectivo que soporta un alto grado de discriminación y rechazo. Los estereotipos, tópicos y prejuicios que niegan a la persona su identidad cuando esta escapa a esos estereotipos rígidos basados en la genitalidad, contribuyen y tienden a perpetuar ese rechazo. Por esto, es importante, como parte para prevenir la incomprensión y el rechazo, evitar y rechazar los tópicos y expresiones despectivas en el lenguaje.

El Consell de L’ Audiovisual de Catalunya, el Departament de Treball, Afers Socials i Families de la Generalitat de Catalunya y El Col.legi de Periodistes de Catalunya, en 2017, publicaron “Recomendaciones sobre el tratamiento de las personas lesbianas, gays, bisexuales, transgéneros e intersexuales (LGBTI) en los medios audiovisuales”; una publicación con recomendaciones para evitar «la difusión de contenidos que puedan fomentar o justificar la homofobia, la bifobia, la lesbofobia y la transfobia». Junto a un cuadro de expresiones a evitar y expresiones inclusivas, se encuentran recomendaciones para evitar en los medios de comunicación contenidos discriminatorios o estigmatizantes. [53]

Violencia de género en las escuelas

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La violencia de género en las escuelas es un obstáculo muy importante para la escolarización universal y el derecho de las niñas a la educación. A escala mundial, un tercio del cuerpo estudiantil de 11 a 15 años sufrió acoso escolar por parte de sus compañeras y compañeros en al menos una ocasión durante el mes pasado; niñas y niños tienen idéntica probabilidad de experimentar acoso. Si bien los niños tienen mayor probabilidad que las niñas de sufrir acoso físico, estas últimas tienen mayor riesgo de sufrir acoso psicológico y denuncian que se ríen de ellas con más frecuencia que de los niños por su rostro o su aspecto físico.
Hechos y cifras: Poner fin a la violencia contra las mujeres. ONU Mujeres.[31]

La escuela se asemeja a un microcosmos en el que se reproduce lo mejor y lo peor de la sociedad. Así, las diferentes formas de violencia de género pueden darse en la escuela. La interseccionalidad, otros tipos de violencia y la coincidencia de otras desigualdades con la de género, aumentan la vulnerabilidad de niños y niñas frente a la violencia. Como en otros ámbitos, en la escuela, las niñas son más vulnerables que los niños a la violencia de género. Pertenecer a colectivos LGBTI+, la pobreza, la marginalidad, pertenecer a una etnia minoritaria, sufrir algún tipo de discapacidad, vivir en zonas de conflictos armados, las emergencias sociales son factores que amplifican el riesgo.[54]

Siendo la escuela el instrumento que la sociedad se ha dado para la capacitación de los nuevos miembros de la comunidad y la trasmisión de la cultura, la hace muy sensible a la violencia simbólica, pudiendo convertirse en vehículo preferente de transmisión de la cultura patriarcal, bien por los planes educativos o la ideología imperante entre los docentes, bien por el traslado a la escuela del ambiente familiar. [55]

La escuela puede marcar preferencias curriculares entre sexos que determinaran una posterior posición en la sociedad diferente para cada sexo. También sería donde se aprende «a ser alumnos y alumnas, pero también varones y mujeres, vale decir, que aprenden los comportamientos adecuados por pertenecer a una u otra de estas categorías».[55]

La ausencia de legislación que penalice el castigo corporal en la escuela en numerosos países, deja desprotegidos a la mitad de los niños y niñas del mundo.

El castigo corporal en la escuela se ha analizado e investigado históricamente sin tener en cuenta el género. No obstante, el castigo y la disciplina en la práctica dependen con frecuencia del género y son básicos para reforzar los roles de género y el comportamiento que se espera en la escuela. En algunos países se percibe a los niños como fuertes e indisciplinados, por lo que tienen más probabilidades de sufrir castigos físicos, mientras que las niñas tienen más probabilidades de ser víctimas de castigos psicológicos y verbales. [54]

El bulliying es habitual en las escuelas, la violencia sexual también se da en las escuelas, «Los datos de 40 países de ingresos bajos y medianos muestran que hasta el 10% de las adolescentes de entre 15 y 19 años denunciaron incidentes de relaciones sexuales u otros actos sexuales forzados acaecidos durante el año anterior» (UNICEF, 2014). «Los alumnos varones de mayor edad pueden aprovecharse de su posición de poder en la escuela para abusar de las alumnas. En el Camerún, el 30% de la violencia sexual experimentada por las escolares fue a manos de alumnos varones», pudiendo también ser perpetrada por docentes. [54]

La violencia de género en la escuela, para su comprensión, debe contextualizarse con las normas sociales imperantes en las diferentes sociedades, en especial, el grado de aceptación que se mantenga en relación con la violencia de género.

Sexismo en las universidades

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Violencia de género en los conflictos armados

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La violencia de género en los conflictos armados es principalmente violencia sexual, mayoritariamente contra mujeres y niñas, pero el drama que esta supone y sus elevadas cifras no puede oscurecer que esta violencia sexual también la sufren hombres y niños. Tampoco pueden quedar al margen los otros tipos de violencia de género que se dan en estos conflictos.

En los conflictos armados colapsan las relaciones humanas. En gran medida, desaparecen todas las garantías que tratan de preservar los derechos humanos, es el más evidente fracaso de las sociedades, se conculcan todos los derechos humanos y se atenta contra ellos en todas las esferas. En estos conflictos, a la mujer se la cosifica y su cuerpo es utilizado como arma de guerra para combatir al enemigo, «para desmoralizarlo, disolver su voluntad y sus ganas de vivir».[56]

La violencia sexual en escenarios de conflicto bélico es tan antigua como los mismos conflictos bélicos, ya se daba en los ejércitos hunos, mongoles, griegos y romanos. Aunque también hombres y niños, mujeres y niñas eran consideradas botín de guerra que pasaban a ser propiedad de los soldados en régimen de esclavitud. Hasta terminada la II Guerra Mundial, estos abusos eran aceptados como normales en el desarrollo de las confrontaciones bélicas. Finalizada esta, se creó la Organización de las Naciones Unidas y una de sus primeras acciones fue la articulación de los convenios de Ginebra en los que se calificaron estos abusos sexuales como crímenes de lesa humanidad.[56]

La historia reciente ha puesto de relieve la magnitud de la violencia sexual en estos contextos. Entre 100.000 y un millón de mujeres alemanas pudieron ser víctimas del ejército soviético. Entre 80.000 y 200.000 mujeres coreanas, chinas y filipinas, durante la II Guerra mundial, habrían pasado a llenar los burdeles al servicio de las tropas japonesas. Durante la guerra de Vietnam (1958 a 1975), las tropas estadounidenses también perpetraron actos de violencia sexual, aunque no se conozcan las cifras.[56]​ Durante la partición que dio lugar a la creación de las actuales India y Pakistán, 70.000 mujeres pudieron ser víctimas de violencia sexual. Igualmente, durante el conflicto que condujo a la creación de Bangladesh en 1971, entre 200.000 y 400.000 mujeres bengalíes habrían sido víctimas de soldados pakistaníes, según numerosos analistas, en una campaña perfectamente estructurada para sembrar el terror en Pakistán Este. [57]

Las guerras de los Balcanes, y muy especialmente, la guerra de Bosnia (1992-1995), «marcaron un punto de inflexión en la manera de conceptualizar el uso de la violencia sexual en los conflictos armados».[57]​ La guerra de Bosnia, más que conflictos anteriores, puso de manifiesto que la violencia sexual en tiempos de guerra no responde a actos de violencia sexual, aunque generalizados, sin conexión entre ellos, producto de la quiebra de los derechos humanos. Puso de manifiesto que responden a estrategias militares e ideológicas, a la utilización del cuerpo de la mujer como arma de guerra. En la guerra de Bosnia entre 20.000 y 60.000 mujeres, aunque pudieron ser muchas más, fueron violadas sistemáticamente.[x]​ También fue frecuente la violencia sexual con hombres y niños como víctimas. [57]​ «Ha quedado ampliamente documentado»[57]​ que fue parte de una estrategia de limpieza étnica. Las mujeres bosnias musulmanas fueron violadas sistemáticamente en un intento de “limpiar” el país de sangre musulmana.[56]

Las masacres de Ruanda en 1994, también dejaron al descubierto la sistemática violación de mujeres y niñas y su posterior asesinato. Se estima que fueron 250.000 a 500.000 las mujeres violadas.[58]​ Ya en el siglo XXI siguen los conflictos armados y, con ellos, la violencia sexual propia de estos conflictos. La República Democrática del Congo, la República Centroafricana, Siria, entre otros, son escenarios de confrontación bélica y violencia sexual, en mayor o menor medida, generalizada.[57]

La violencia sexual en conflictos armados suele ir acompañada de torturas, incluso el posterior asesinato de las víctimas. Siendo utilizada la violación de la mujer como arma de guerra, suele obligarse a los familiares a presenciarlas, procurando causar el máximo daño. A través del cuerpo de la mujer se trata de humillar a toda la comunidad. En la víctima, a los daños propios de la agresión ejecutada brutalmente, se suman posibles daños físicos permanentes, psicológicos incapacitantes y, según las culturas, la estigmatización y el rechazo. Los posibles embarazos se convierten en un estigma que acompañará a la mujer de por vida.[y]

El primer condenado por el delito de violación en tiempo de guerra, condenado por un crimen contra la humanidad, lo fue por el Tribunal Internacional para la antigua Yugoslavia en 1993. Posteriormente, el Tribunal Internacional para Ruanda, en 1994, en la sentencia Akeyesu, calificaría la violación como crimen de guerra y de lesa humanidad, determinando que la violación y agresiones sexuales generalizadas eran constitutivas de un delito de genocidio, en ese caso, dirigido contra la población tutsi.

Las mujeres no toman parte en la decisión de iniciar el conflicto, y si en algún caso intervienen, será una intervención muy minoritaria y en papeles secundarios. La guerra es cosa de hombres. Tampoco van a jugar un papel significativo en la pacificación después de concluido el conflicto. La ONU, en Consejo de Seguridad. En el año 2000, reconociendo que «los civiles, y particularmente las mujeres y los niños, constituyen la inmensa mayoría de los que se ven perjudicados por los conflictos armados», «reafirmando el importante papel que desempeñan las mujeres en la prevención y solución de los conflictos y en la consolidación de la paz», subrayó la importancia de incorporar a las mujeres en la toma de decisiones para su prevención, y una vez dados, en los procesos de solución, reconoció «la urgente necesidad de incorporar una perspectiva de género en las operaciones de mantenimiento de la paz».[59][60]

Fotografía del prisionero Satar Jabar siendo torturado conectándole al cableado eléctrico por manos y genitales

La violencia sexual contra hombres y niños en tiempos de guerra ha sido silenciada durante mucho tiempo. La atención de ONGs y los medios de comunicación, en los conflictos armados recientes se han centrado muy mayoritariamente en la violencia sexual contra mujeres y niñas. Referido al conflicto yugoslavo, Dubravka Zarkov se quejó de que «Los medios de comunicación internacionales, tan proclives a dar a conocer violaciones a mujeres, evitaban informar sobre hombres que sufrían abusos sexuales. […] Las mujeres violadas eran noticia; los hombres violados, no». En el conflicto de la ex Yugoslavia «de 6.000 víctimas en los campos de concentración del distrito de Sarajevo, 5.000 eran hombres; de ellos, el 80% denunció haber sufrido violaciones». En Liberia, de una muestra de 1.666 hombres, de los 367 que fueron combatientes 118 habrían sufrido violencia sexual y 57 de 360 habrían sido obligados a practicar la servidumbre sexual. [61]

La violencia sexual contra hombres, incluida la castración, ya se daba en los ejércitos chinos, amalecitas, egipcios y escandinavos. Más recientemente, los abusos en la prisión de Abu Ghraib, perpetrados por tropas estadounidenses, fueron puestos al descubierto al salir a la luz las fotografías de los perpetradores auto fotografiándose cometiendo estos abusos. La OCAH (la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios) ha cifrado en 25 los conflictos en la década 2000-2010 en los que se han dado casos de violencia contra los hombres, concluyendo que «echar luz sobre la violencia sexual contra hombres y niños es fundamental y oportuno», constatando que «las lagunas en la investigación al respecto son numerosas».[62]

Violencia de género en las emergencias

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«Las emergencias humanitarias, los desastres, las crisis económicas y las pandemias generan, para las mujeres y las niñas, mayores riesgos de padecer violencia».[63]

Violencia de género y la COVID-19

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La pandemia de COVID-19 está causando un sufrimiento humano y una devastación económica incalculables en todo el mundo. Recientemente pedí un alto el fuego global inmediato para centrarnos en nuestra lucha compartida para superar la pandemia. Hice un llamamiento por el fin de la violencia en todas partes, ahora. Pero la violencia no se limita al campo de batalla. Para muchas mujeres y niñas, la amenaza es mayor donde deberían estar más seguras. En sus propias casas. Por eso, hoy hago un nuevo llamamiento a favor de la paz en el hogar, y en los hogares, en todo el mundo.
Mensaje de video del Secretario General [ONU] sobre la violencia de género y el COVID-19[64]

Con motivo del 25 de noviembre de 2020, día mundial dedicado a la erradicación de la violencia contra las mujeres, en plena pandemia de COVIR-19, Con el lema Pinta el Mundo de Naranja, ONU México advertía que en México 7 de cada 10 mujeres se habían enfrentado a algún tipo de violencia. En países tan diversos como Argentina, Túnez, Reino Unido, en el periodo de la pandemia, se habrían multiplicado por cinco las llamadas a los teléfonos de ayuda a la mujer en casos de violencia. En el caso de México estas llamadas aumentaron un 1,1% pasando de 914.853 en 2019 a 925.205 en 2020 en el periodo de enero a septiembre.[63]

Para afronta la pandemia por CIVID-19, los Estados decretaron cierres de fronteras, de actividades no esenciales y confinamientos, llegando al confinamiento en el hogar. Conforme se fueron decretando los confinamientos en los hogares, los Estados fueron alertando a la ONU de que las llamadas pidiendo ayuda a los servicios de apoyo a las mujeres fueron aumentando. «Las víctimas y las supervivientes no tienen forma de escapar cuando la violencia sucede en el lugar en el que se les ha pedido que se refugien: su hogar». Así, la violencia en el ámbito de la familia ha aumentado en tiempos del COVID-19.

El Secretario General de la ONU recomendó a las naciones que todos los planes y programas de recuperación contemplasen la problemática derivada del género; al tiempo que, la Alta Comisionada para los Derechos Humanos recordó la relevancia de los Derechos Humanos y elaboró directrices para preservarlos.

27 de marzo de 2020, como primera iniciativa frente al COVID-19, la Relatora Especial publicó un comunicado de prensa exhortando a los Gobiernos a «continuar combatiendo la violencia doméstica durante la pandemia de COVID-19», temiendo que esta y los feminicidios en mano de la pareja aumentaran; en parte, debido a su aislamiento de la mujer junto a sus agresores y, también, debido a las dificultades de acudir a servicios de ayuda y centros de acogida y a las limitaciones en la actuación policial debido a la pandemia.

La pandemia del COVID-19 ha puesto al descubierto la carencia de planes efectivos para combatir la violencia de género contra las mujeres y especialmente la violencia domestica contra la mujer. Esto debería de servir para impulsar «cambios amplios en los factores jurídicos, políticos, culturales y sociales que propician la violencia de género contra la mujer, a atajar la desigualdad y los déficits estructurales que han retrasado sistemáticamente el progreso de las mujeres y a volver a diseñar las sociedades y transformarlas».[65]

Notas

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  1. Organización de Naciones Unidas (1995). ONU, ed. «Declaración y Plataforma de Acción de Beijing» (en español). p. 27. Consultado el 23 de junio de 2021. «La creciente influencia del sector no gubernamental, en particular, las organizaciones de mujeres y los grupos feministas ha pasado a ser un catalizador del cambio. Las organizaciones no gubernamentales han desempeñado una importante función de promoción de proyectos de ley o mecanismos que velan por el adelanto de la mujer. Asimismo, estas organizaciones han generado nuevos enfoques del desarrollo. Muchos gobiernos han ido reconociendo progresivamente el destacado papel que desempeñan las organizaciones no gubernamentales y la importancia de trabajar con ellas para lograr avances en la consecución de las metas.» 
  2. Cuba, Ernesto (2 de marzo de 2021). Anuario de Glotopolítica AGlo, ed. «GLOTOPOLÍTICA Y TEORÍA DEL LENGUAJE Lingüística Feminista y apuesta glotopolítica» (en español). Consultado el 20 de julio de 2021. «Para él, el sustantivo “genus” (el original latino) provendría del verbo “generare”, que puede ser traducido como “procrear” o “causar” (Corbeill 2015: 13). Siguiendo la antigua tradición de los gramáticos griegos, Varrón concebía las palabras como formas que contienen la esencia de aquello que representan. Así pues, la palabra “género” remitiría “naturalmente” a la capacidad de las palabras para procrear y generar vida.» 
  3. Cuba, Ernesto (2 de marzo de 2021). Anuario de Glotopolítica AGlo, ed. «GLOTOPOLÍTICA Y TEORÍA DEL LENGUAJE Lingüística Feminista y apuesta glotopolítica» (en español). Consultado el 20 de julio de 2021. «Si bien el término género no era nuevo en el inglés, la innovación de Money fue aplicarlo en un contexto diferente –como cualidad humana– aunque manteniendo su denotación tradicional. Por lo tanto, el género [G2] proporcionó una herramienta conceptual para discutir la masculinidad o feminidad de quienes no habían nacido ni como hombre ni como mujer.» 
  4. Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) Argentina (2020). «Violencia de género. Conceptos, marco normativo y criterios de actuación en el ámbito de la salud.». En PNUD Argentina, ed. https://www.ar.undp.org/ (en español). p. 40. Consultado el 13 de julio de 2021. «En el discurso biomédico de los años ‘50, el género fue entendido como una convicción subjetiva, psicológica, fija e inmodificable, independiente de la configuración del cuerpo sexuado, y en muchos casos fue impuesto a las personas intersexuales en forma arbitraria. En este sentido, para la medicina de la época la ambigüedad era un “problema” a resolver optando por cirugías de adecuación genital y un trabajo de “adaptación” psicológica al género “designado”». 
  5. BOE -España, ed. (29 de diciembre de 2004). «Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género» (en español). Consultado el 20 de julio de 2021. «Los poderes públicos no pueden ser ajenos a la violencia de género, que constituye uno de los ataques más flagrantes a derechos fundamentales como la libertad, la igualdad, la vida, la seguridad y la no discriminación proclamados en nuestra Constitución. Esos mismos poderes públicos tienen, conforme a lo dispuesto en el artículo 9.2 de la Constitución, la obligación de adoptar medidas de acción positiva para hacer reales y efectivos dichos derechos, removiendo los obstáculos que impiden o dificultan su plenitud». 
  6. Sonia M. Frías y Joaquina Erviti (enero 2012). Universidad Nacional Autónoma de México, ed. «Patriarcado y estereotipos de género en México: extensión y representación en la imagen» (en español). Consultado el 20 de julio de 2021. «Las sociedades actuales mantienen todavía vestigios del sistema y estructura social patriarcal que fomenta las diferencias entre hombres y mujeres, relegando a éstas últimas a posiciones subordinadas.» 
  7. Lerner, Gerda (1985). Editorial Crítica, ed. «La creación del patriarcado» (en español). Consultado el 20 de julio de 2021. «[Engels] 1) Subrayó la conexión entre cambios estructurales en las relaciones de parentesco y cambios en la div1s1on del trabajo, por un lado, y la posición que ocupan las mujeres en la sociedad, por el otro. 2) Demostró una conexión entre el establecimiento de la propiedad privada, el matrimonio monógamo y la prostitución. 3) Mostró la conexión entre el dominio económico y político de los hombres y su control sobre la sexualidad femenina. 4) Al situar “la histórica derrota del sexo femenino” en el período de formación de los estados arcaicos, basados en el dominio de las elites propietarias, dio historicidad al acontecimiento incapaz de probar ninguna de estas propuestas, definió las principales cuestiones teóricas de los siguientes cien años.» 
  8. Biswas, Andrea (marzo de 2001). Tiempo Cariátide, ed. «La tercera ola feminista» (en español). Consultado el 20 de julio de 2021. «Cuando hablamos de olas nos referimos a diferentes tendencias y ramas de un mismo movimiento. Lo que caracteriza a una y otra son usualmente diferencias de opinión o interpretación de una idea. De cualquier manera, todas las olas deben de mantener ciertos preceptos. En el caso de las feministas, aunque algunas sean seguidoras de la segunda y otras se inclinen más por la tercera ola, todas —y todos— luchan por dar poder a las mujeres y conseguir una posición social igual a la de los hombres y por lograr la participación femenina en la toma de decisiones, sean éstas en el ámbito público o privado.» 
  9. Naciones Unidas México / ONU Mujeres (2020). «ONU México: poner fin a la violencia contra las mujeres y las niñas no está en pausa». En Unicef Mexico, ed. https://www.unicef.org/mexico/ (en español). Consultado el 7 de julio de 2021. «La violencia contra las mujeres y las niñas es una pandemia que no hemos logrado erradicar y que afecta a todos los países del mundo. En el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres y de la campaña Únete, la Organización de las Naciones Unidas convoca a la sociedad en su conjunto a hacer frente a otra pandemia: la violencia contra las mujeres y las niñas, la cual ha generado que en México 7 de cada 10 mujeres hayan enfrentado algún tipo de violencia.» 
  10. ONU Mujeres. «Investigación y recogida de datos: Poner fin a la violencia contra las mujeres». En ONU Mujeres, ed. https://www.unwomen.org (en español). Consultado el 17 de julio de 2021. «ONU Mujeres colabora con sus socios para mejorar la recopilación, el análisis, la elaboración de informes y la utilización de datos como parte de nuestro enfoque integral para poner fin a la violencia contra las mujeres y niñas. En la actualidad, ONU Mujeres mantiene una colaboración clave con la Organización Mundial de la Salud (OMS) en un programa quinquenal mundial (2018-2022) para reforzar las metodologías de medición de la violencia contra las mujeres y para mejorar la recopilación de datos a nivel regional y de país.» 
  11. ONU Mujeres (noviembre 2020). «Hechos y cifras: Poner fin a la violencia contra las mujeres». En unwomen.org, ed. https://www.unwomen.org (en español). Consultado el 17 de julio de 2021. «Estos datos no incluyen el acoso sexual. Algunos estudios nacionales muestran que la proporción puede llegar al 70 por ciento de las mujeres, y que las tasas de depresión, abortos e infección por VIH son más altas en las mujeres que han experimentado este tipo de violencia frente a las que no la han sufrido.» 
  12. ONU Mujeres (noviembre 2020). «Hechos y cifras: Poner fin a la violencia contra las mujeres». En unwomen.org, ed. https://www.unwomen.org (en español). Consultado el 17 de julio de 2021. «Se calcula que, de las 87.000 mujeres asesinadas intencionadamente en 2017 en todo el mundo, más de la mitad (50.000) murieron a manos de sus familiares o parejas íntimas. Más de un tercio (30.000) de las mujeres asesinadas intencionadamente en 2017 fallecieron a manos de su pareja íntima o de una pareja anterior.» 
  13. ONU Mujeres (noviembre 2020). «Hechos y cifras: Poner fin a la violencia contra las mujeres». En unwomen.org, ed. https://www.unwomen.org (en español). Consultado el 17 de julio de 2021. «Las mujeres y niñas representan conjuntamente un 72 por ciento, y las niñas suponen más de tres cuartas partes de las víctimas infantiles de la trata. La trata de mujeres y niñas se realiza, en la mayoría de los casos, con fines de explotación sexual.» 
  14. a b ONU Mujeres (noviembre 2020). «Hechos y cifras: Poner fin a la violencia contra las mujeres». En unwomen.org, ed. https://www.unwomen.org (en español). Consultado el 17 de julio de 2021. «Durante la década pasada, la tasa global de matrimonio infantil descendió; la mayor disminución en dicho período se registró en Asia Meridional. Hoy en día, África Subsahariana es la región en la que el riesgo de matrimonio infantil es más elevado: allí, más de una de cada tres mujeres de 20 a 24 años se casó antes de cumplir los 18. El matrimonio infantil suele traducirse en embarazos precoces y aislamiento social, interrumpe la escolarización y eleva el riesgo de que las niñas experimenten violencia doméstica.» 
  15. ONU Mujeres (noviembre 2020). «Hechos y cifras: Poner fin a la violencia contra las mujeres». En unwomen.org, ed. https://www.unwomen.org (en español). Consultado el 17 de julio de 2021. «Esto incluye la recepción de correos electrónicos o mensajes SMS no deseados, ofensivos y sexualmente explícitos, así como contactos ofensivos o inapropiados en redes sociales. El riesgo más elevado se registra entre las jóvenes de 18 a 29 años.» 
  16. ONU Mujeres (noviembre 2020). «Hechos y cifras: Poner fin a la violencia contra las mujeres». En unwomen.org, ed. https://www.unwomen.org (en español). Consultado el 17 de julio de 2021. «En un estudio multipaís, las mujeres afirmaron que el acoso consistía principalmente en comentarios de carácter sexual y en personas que las acechaban, las seguían, las observaban o las miraban lascivamente. Entre un 31 por ciento y un 64 por ciento de los hombres reconocieron haber llevado a cabo actos de este tipo. Los hombres jóvenes, con mayor nivel educativo y aquellos que experimentaron violencia en la niñez tenían mayor probabilidad de cometer acoso sexual en las calles.» 
  17. ONU Mujeres (noviembre 2020). «Hechos y cifras: Poner fin a la violencia contra las mujeres». En unwomen.org, ed. https://www.unwomen.org (en español). Consultado el 17 de julio de 2021. «Esta incluía comentarios, gestos e imágenes de naturaleza sexista o sexualmente humillante, amenazas y acoso laboral. Las mujeres citaban que el canal más habitual por el que sufrían este tipo de violencia eran los medios sociales, y cerca de la mitad (el 44 por ciento) denunciaron haber recibido amenazas de muerte, violación, agresión o secuestro dirigidas contra ellas o sus familias. El 65 por ciento había sido objeto de comentarios sexistas, principalmente por parte de parlamentarios». 
  18. ONU Mujeres (noviembre 2020). «Hechos y cifras: Poner fin a la violencia contra las mujeres». En unwomen.org, ed. https://www.unwomen.org (en español). Consultado el 17 de julio de 2021. «En la mayoría de los países para los que existen datos disponibles sobre esta cuestión se constata que, entre las mujeres que buscan ayuda, la mayoría acude a familiares y amistades. Muy pocas recurren a instituciones formales, como la policía o los servicios de salud. Menos del 10 por ciento de quienes buscan ayuda acuden a la policía.» 
  19. Luis Manuel Rodríguez Otero, Yolanda Rodríguez Castro, María Lameiras Fernández y María Victoria Carrera Fernández (enero 2017). International Journal of Social Work and Social Sciences Nº 13, ed. «Violencia en parejas Gays, Lesbianas y Bisexuales: una revisión sistemática 2002-2012» (en español). Consultado el 23 de junio de 2021. «Podemos señalar que el interés por parte de la comunidad científica en relación a esta temática ha aumentado casi en un 400%, si lo comparamos con la anterior revisión.[revisión de 2002 a 2012 frente a una anterior de 1978 a 2002]». 
  20. Luis Manuel Rodríguez Otero, Yolanda Rodríguez Castro, María Lameiras Fernández y María Victoria Carrera Fernández (enero 2017). International Journal of Social Work and Social Sciences Nº 13, ed. «Violencia en parejas Gays, Lesbianas y Bisexuales: una revisión sistemática 2002-2012» (en español). Consultado el 23 de junio de 2021. «El motivo de esta delimitación jurídica, como indica Laurenzo (2008), se basa en que la violencia de género “hunde sus raíces en la discriminación estructural de sexo femenino propia de la sociedad patriarcal” (p. 39), por lo que sus víctimas son siempre mujeres. En contra posición la violencia doméstica apunta a la familia como sujeto de referencia y encuentra su explicación en las relaciones asimétricas, que afectan tanto a hombres como mujeres, propias de la estructura familiar (Laurenzo, 2008; Marqueda, 2006).» 
  21. Amnistía Internacional, ed. (1998). «La mutilación genital femenina y los derechos humanos» (en español). Consultado el 17 de julio de 2021. «En muchas sociedades, una razón importante que se esgrime en favor de la mutilación genital femenina es la creencia de que mitiga el deseo sexual de la mujer y, por lo tanto, reduce las posibilidades de que haya relaciones sexuales fuera del matrimonio. […] En el caso de la infibulación, a la mujer la “cosen” y la “abren” sólo para su esposo. Las sociedades que practican la infibulación son marcadamente patriarcales. Es de importancia vital impedir que la mujer tenga contactos sexuales “ilegítimos”». 
  22. Gobierno de Guatemala SVET (ed.). «Política pública contra la violencia sexual en Guatemala (2019-2029)». https://www.svet.gob.gt/ (en español). p. 44. Consultado el 12 de julio de 2021. «La ENSMI 2014-2015 indica que el 1.4% de hombres entre 15 y 49 años ha sido víctima de violencia sexual en algún momento de su vida. El INACIF reporta que, en el 2018 del total de evaluaciones realizadas, 837 se realizaron a personas del sexo masculino, de las cuales 559 responden a niños y adolescentes menores de 19 años.» 
  23. Gobierno de Guatemala SVET (ed.). «Política pública contra la violencia sexual en Guatemala (2019-2029)». https://www.svet.gob.gt/ (en español). p. 45. Consultado el 12 de julio de 2021. «Datos del INACIF en el 2018, muestran que del total de evaluaciones realizadas en el área clínica por delitos sexuales (8.157 evaluaciones) el 67% fueron realizadas en personas menores de 19 años, y el 68% de ese porcentaje fue cometido en personas menores de 14 años. Igualmente, significativo y preocupante es el 1.4% y 4.7% de evaluaciones realizadas por delitos sexuales en personas menores de 1 año y entre 1 y 4 años de edad, respectivamente. Las evaluaciones realizadas en ese año (con igual tendencia en los años anteriores) presentan los porcentajes más bajos en la misma proporción que aumenta la edad de las víctimas.» 
  24. Ana Villellas, Pamela Urrutia, Josep Maria Royo, María Villellas (Junio 2016). «Violencia sexual en conflictos armados». En Escola de Cultura de Pau, ed. https://escolapau.uab.cat/ (en español). Consultado el 16 de julio de 2021. «Autoras como Cockburn (2008) han destacado los dilemas que se derivan de las cifras de las que se dispone y que dan cuenta de la complejidad desde la que debe abordarse el análisis. ¿Cuántas mujeres que murieron también habían sido violadas? ¿Cómo contabilizar las violaciones repetidas? ¿Y las violaciones en grupo? ¿Podría contarse como violación la prostitución forzada? ¿Cómo estimar la violencia sexual no denunciada? ¿Y los casos de quienes sí buscaron ayuda pero no quedó registrado?» 
  25. Jiménez Rodríguez, Nayibe Paola (2010). Universidad Autónoma de Colombia, ed. «Violencia sexual: la guerra en contra de los derechos de las mujeres» (en español). Consultado el 16 de julio de 2021. «Los cuerpos de las mujeres se convierten en transmisores de mensajes de humillación, control y poder (Coomaraswamy 1999). Así pues, la violencia sexual, más que motivada por un deseo sexual del victimario hacia la víctima, obedecería a la voluntad de destruir el tejido social y familiar de una comunidad determinada (Mackenzie 2010, 208).» 

Referencias

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Bibliografía

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