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Tartarín de Tarascón

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Portada del libro "Tartarín de Tarascón"

Tartarín de Tarascón (en francés Tartarin de Tarascon) es un personaje ficticio protagonista de la novela Las aventuras prodigiosas de Tartarín de Tarascón (en francés Les aventures prodigieuses de Tartarin de Tarascon) de 1872 de Alphonse Daudet.[1]

Personajes

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  • Tartarín de Tarascón
  • Pascualón
  • Bezuquet
  • Baia
  • Princesa Likiriki
  • Rey Negonko
  • Bompard
  • Bravida
  • Duque de Mons
  • Príncipe Gregory de Montenegro
  • Costecalde
  • Padre Batailet
  • Excourbanies
  • Franquebalme
  • Capitán Barba Azul

Argumento

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Tartarín de Tarascón

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Episodio primero: En Tarascón

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Se da inicio a la persona de Tartarín como un hombre sin igual en toda Europa, con una colección de armas de todo el mundo, entre las que se mencionan rompecabezas, krises malayos, lazos mexicanos, etc., y una biblioteca abundante de historias de aventuras con autores tales como Julio Verne, James Cook, James Cooper o Gustave Aimard; siendo, pues, muy culto.

Se da una introducción a las costumbres tarasconenses, tales como su búsqueda interminable por la caza imaginaria y el sustituto de ésta por las gorras, las romanzas bien aprendidas 1 para cada familia o las extrañas fantasías en el habla.

La opinión popular sobre Tartarín es favorable, aunque no está exenta de críticas. Se narran las continuas fantasías y pensamientos paranoicos de Tartarín sobre enfrentar gente peligrosa y vivir aventuras vernianas.

Cientamente, a pesar de que Tartarín parecía más peligroso que una compañía de piratas malayos y tenía tantas armas como nadie, él no había salido jamás de las inmediaciones a Tarascón en su interior hay una constante batalla entre, haciendo referencia a El Quijote de la Mancha, el Quijote y Sancho; siendo Sancho su personalidad aficionada a la comodidad burguesa y El Quijote el atrevido caballero sin miedo a la incomodidad. Esta constante lucha, en la que Tartarín-Sancho solía ser victorioso, evitaba que el intrépido sureño partiera a aventuras a las que se le invitaban, como aquella de Shanghái. Como se refirió antes, los tarasconenses y provenzanos son muy fantasiosos, pero no mentirosos, por lo que el mismo Tartarín afirmó haber ido a Shanghái y no dudó jamás de sus palabras.

Tras la llegada de un circo un león de Atlas, Tartarín quedó excitado por semejante bestia que conocía muy bien gracias a sus lecturas. Inmediatamente surgió el rumor de que partiría a Argelia para cazar a ese animal, esto sin él siquiera enterarse. Tartarín nunca lo desmintió; primero daba respuestas distraídas y terminó por afirmarlos con plena seguridad. Sin embargo, el viaje no ocurría en ya 3 meses, y la gente comenzó a burlarse y desprestigiarlo, aunque Tartarína ya creía haber ido y vuelto. Finalmente Tartarín-Sancho decidió seguir los pasos de los exploradores que tanto estudió, como Mungo Park, René Caillié, David Livingstone y Henri Duveyrier, tras la motivación dada por Bravida.

Episodio segundo: Entre los Turcos

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Para los tarasconenses Argelia, Egipto o Marruecos eran lo mismo: Turquía.

Ya se había comenzado el viaje a Turquía partiendo de Marsella, en un barco donde conoció al el piloto, el capitán Barba Azul, y un elegante y culto príncipe montenegrino, después de haber sufrido terriblemente los mareos de su primer viaje sobre el mar.

Tartarín quedó consternado, nada era como lo imaginaba. Cualquier negro que veía era confundido por sus ojos por piratas, no habían leones a simple vista de Argel y parecía que había más turcos en Marsella que en la misma Argel.

Tras un fatídico accidente cazando un burro en lugar de un león de Atlas, se decidió a ir más al sur según le instruyeron unos compatriotas de Alsacia.

Sin embargo, cuando iba de regreso a su hotel tuvo un enfrascamiento amoroso con una turca en el coche. El héroe provenzal se quedó estupefacto y trató por todos los medio buscarla en la parte turca de la ciudad, pero fracasó. Un día se encuentra con el príncipe y este al reconocer en él una verdadera amistad, rápidamente encuentra para él a la misteriosa mujer, aunque era ligeramente diferente a como la recordaba. La misteriosa argelina se llamaba Baia, pero no hablaba francés o algo parecido. Se logra mantener una relación con su encanto moro gracias a la inspiración de Lamartine, Aimard y Cantar de los Cantares, por lo que Tartarín olvida por completo su aventura; compra una casa y vive como un turco con Baia.

Tartarín-Sancho estaba compladisísimo con la nueva vida hasta que, un día, una burlas del capitán Barba Azul comenzó el resurgir de Tartarín-Quijote. Este capitán le comentó burlesco que si era cierto que estaba con una mora que fingía no hablar francés y que en ausencia de su esposo, ésta cantaba las bellas canciones francesas. Al mismo tiempo, Tartarín lee en el periódico un mensaje urgente sobre la inquietud de Tarascón por su cazador de leones, tal vez ya deborado por las fauces del león o las del Sahara. Tartarín se avergonzó de su molicie y partió a la mañana siguiente al desierto.

Episodio tercero: En el país de los leones

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Toma un coche al sur, donde se encuentra con la antigua diligencia de Nimes, que perdió su trabajo por los trenes, y un grupo de tímidos hombres. Hubo un hombre chaparro que parecía incómodo por su apariencia bélica de Robinson Crusoe, por lo que Tartarín hizo gala y soberbia de ser un célebre cazador de leones que ya llevaba cientos de leones y panteras en su historial. El hombre chaparro le advirtió que ya un amigo suyo, Chassaing, había matado al último león. Tartarín le preguntó al cochero quién era ese soberbio hombre pequeño, y él responde que era Bombonnel, el célebre cazador de panteras, al que Tartarín dijo haber conocido y haber cazado juntos.

Avergonzado, Tartarín se baja del coche en Miliana, donde da un sobresalto al ver un enorme león, pero al ver que parecía un gato entrenado con un plato en el hocico y escoltado por unos negros con garrote, se enojó como nunca por humillar de es esa forma a un animal tan glorioso. Comenzó una pelea entre el heróico tarasconés y los negros guardas del león, hasta que llegó el príncipe montenegrino a detener la pelea; cosa que fue sencilla por su quepis; el príncipe explicó que se trata de una especie de monasterio musulmán antiquísimo que envía leones entrenados para pedir limosnas y sostener el recinto.

A las orillas del Cheliff, se hicieron de un camello flaco, débil y feo, pero muy leal. Con forme iban al meridiano todo se mostraba miserable, ruinoso y con vicios.

En una ocasión se creyó oír un león, por lo que Tartarín tan armado como Robinson Crusoe, salió a buscar una emboscada, mientras le confió todo al príncipe que lo esperaría en un sepulcro. El cazador esperó por algunas horas en un sotillo, pero fue vencido por el miedo ante la noche rojiza el ruido incesante del desierto, por lo que regresó al sepulcro, pero no había nada más que su camello: el supuesto príncipe huyó con todo su dinero.

A la mañana siguiente despierta con el terrible rostro de un león frente a él, pero ahora no temió y le disparó sin vacilar. Inmediatamente saltaron 2 negros engarrotados y furiosos, pero que fueron aplacados por un milagro católico: un guardia de Orleansville (Chlef). Tartarín fue prisionero de la justicia por estar disparando en zona no permitida. Vendió lo que le quedaba para pagar la multa y enviar la piel del león a Bravida.

Le apenaba el cabello, por lo que intentó deshacerse de él, pero este le seguía adonde fuera. Ya en su casa, quedó perplejo ante el siguiente espectáculo: Baia hablando en un francés perfecto y de fiesta con el capitán Barba Azul. Tartarín, enfurecido, decidió irse, pero como ya no tenía nada, el amante capitán lo regresaría a Marsella gratis, no sin antes que el tarasconense subiera al alminar y gritara de cosas, tras saber que Baia y el muecín eran enamorados. Ya partidos, el camello se metió al mar para seguir al barco, y el capitán lo rescató por compasión.

Port-Tarascón

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Libro primero

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Comienza por mencionar el descontento de Tartarín con las recientes reformas del gobierno: prohibición de corridas de toros y la clausura del monasterio de los Padres Blancos, al que Tartarín y los tarasconenses ayudaron a defender contra el ejército. [1]

Historia

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Tartarín vive en el pequeño pueblo francés de Tarascón. En ese lugar, es presidente de la asociación de caza local y muy admirado por todos sus vecinos.[2]​ Un día se desplaza a África para cazar un león. En el viaje conoce a un supuesto príncipe de Montenegro, que en realidad es un timador que espera estafarlo. Adquiere un camello para buscar al león y cazarlo. En el transcurso de su viaje salva de unos bandidos a una diligencia. Finalmente, cazará un león. Aunque se encontrará con que era un animal ciego y manso que un par de mendigos usaban para ganarse la vida exhibiéndolo, por lo que es linchado por esto. Sin embargo, sí puede conseguir la piel del animal y demostrar a sus vecinos que dio caza a un gran león.[2]

Referencias

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  1. a b «Les Aventures prodigieuses de Tartarin de Tarascon». Britannica Encyclopedia. Consultado el 11 de octubre de 2017. 
  2. a b «Resumen de Tartarín de Tarascón». Rosaspage. Consultado el 11 de octubre de 2017.