Juan de Juni

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Detalle de la cabeza de Cristo, en El entierro de Cristo, Museo Nacional de Escultura de Valladolid.

Juan de Juni[1]​(Joigny, Francia, 1506Valladolid, 1577) escultor franco-español. Junto con Alonso Berruguete formó la gran escuela de la escultura castellana, con una gran y extensa obra realizada mayormente en los más de treinta años que permaneció en Valladolid. Presentó un gran dominio en los materiales escultóricos como el barro cocido, la piedra y la madera y un perfecto conocimiento de la anatomía humana.[2]

Su oficio fue el de escultor, también denominado como "maestro de hacer imágenes" o como entallador que por misión tenía el hacer los elementos decorativos de fachadas, portadas o retablos, así también se dedicó a la construcción y al montaje de la arquitectura de los retablos a quienes se les llamaba ensamblador y como prueba de su oficio de arquitectura se sabe que realizó en el año 1565, en Valladolid, el Arco para recibir a la reina Isabel de Valois, conservándose aún el diseño de dicha obra.[3]

Biografía

Juan de Juni se formó en Francia y en Italia, de donde fue llamado por el obispo Pedro Álvarez de Acosta que era portugués, para construir el palacio episcopal de Oporto;[4]​ después viajó a España hacia 1533, donde trabajó en León y participó en la realización de la decoración escultórica de la fachada del edificio de San Marcos con los relieves del Descendimiento y en la parte alta el de la Resurrección así como en el claustro con el altorrelieve del Nacimiento de Cristo realizado en piedra, también intervino en la obra de la sillería del coro. Se sabe que en el año 1537 estaba modelando unas figuras en barro cocido y policromado para la iglesia de San Francisco de Medina de Rioseco.

En 1540 recibió por parte del obispo de Mondoñedo fray Antonio de Guevara el importante encargo de ejecutar para su sepulcro del Convento de San Francisco de Valladolid, El Entierro de Cristo; antes había pasado por Salamanca para ejecutar el sepulcro de Gutierre de Castro (existente en la catedral vieja); fue durante su estancia en esta ciudad cuando enfermó e hizo la redacción de su testamento el 26 de octubre de 1540 pero una vez superada la enfermedad se trasladó a Valladolid, para trabajar en el encargo descrito aquí arriba.

En 1545 los canónigos y parroquianos de la iglesia de Santa María de La Antigua le encargaron el retablo mayor que a pesar del largo pleito que sostuvo con el discípulo de Berruguete, Francisco Giralte, finalmente fue realizado y terminado por él. Su fama se fue extendiendo y no le faltaron los encargos ni clientela selecta: la Orden de Santiago para la sillería del coro de San Marcos de León; Pedro Álvarez de Acosta que entre otras obras le encargó el retablo mayor de la catedral de Burgo de Osma; para el obispo de Zamora, Antonio del Águila y Paz, su sepulcro en Ciudad Rodrigo.[5]

A partir de 1577 y por razones de salud fue delegando en su hijo Isaac las funciones del oficio y administración de bienes

"Sepan quantos esta carta vieren... cómo yo Juan de Juni, escultor, vecino desta villa de Valladolid, morador, fuera de la puerta del Campo... doy mi poder cumplido a vos Isac de Juny, mi hijo, vecino desta villa, para que por mi... podais pedir e demandar e recibir e cobrar en juicio..."
[6]

Dictó su nuevo testamento el 8 de abril de 1577, y cumpliéndose su voluntad recibió sepultura en la iglesia del convento de Santa Catalina de Siena en Valladolid. En el convento hay un libro titulado Inscripciones de las lápidas que se conservan en el pavimento de la iglesia, debajo del entarimado en el cual, entre otros, menciona como enterrados a varios familiares de Juni y a él mismo fallecido entre el 9 y el 17 de abril de 1577.[7]

Familia

Contrajo matrimonio por primera vez con Catalina de Montoya con quien tuvo una hija, María, a la que declaró heredera en su testamento del año 1540.[8]​ Ana de Aguirre fue su segunda esposa en 1544, la cual falleció sin descendencia en 1556. Una tercera vez contrajo matrimonio Juni, con María de Mendoza, con la que tuvo el artista varios hijos, y a la que menciona en 1561, como fiadora en la conclusión del retablo de La Antigua. Pero el hijo con quien tuvo más relación y se sabe más de él, es Isaac, hijo natural nacido en León, ya nombrado en el primer testamento, «como hijo natural viviendo en su casa». En su último testamento de 1577 se nombra a Isaac como de treinta y ocho años quien recibió la cuarta parte de los bienes propios del escultor; estos bienes se escogerían entre los que se refirieran al arte de escultura y ensamblaje.[9]

Italia

Su estancia en Italia se puede comprobar por la influencia en sus obras, por ejemplo, en el estilo de Jacopo della Quercia, en el concepto de relieve de poco grosor, (uno de los logros del siglo XV en la plástica italiana), en los ropajes que dan un ritmo movido a la escultura, y que se ve con claridad en sus primeros trabajos en León. Se da como segura la estancia de Juni en Bolonia, Módena y Florencia, donde a mitad del siglo XV, realizó mucha escultura en barro cocido policromada con grandes efectos naturalistas como la inclusión de ojos de cristal.[10]

La obra del Llanto sobre Cristo muerto del año 1463 realizada por Niccolò dell'Arca de la iglesia de Santa María de la Vita de Bolonia, es la obra que se encuentra más cercana al El entierro de Cristo de Juan de Juni; consta también de siete figuras en tamaño natural. El sentido del desgarro por el dramatismo del momento es lo que debió de impresionar a Juni y que más tarde él sintetizó en su obra. Como es muy posible la también influencia de Guido Mazzoni con su Llanto sobre Cristo muerto, de la iglesia de San Juan en Módena, con los mismos personajes y en muy idénticas posiciones.[11]

Detalle del rostro de la Nuestra Señora de las Angustias con cierta semejanza a la escultura italiana de Miguel Ángel.

De Miguel Ángel captó la composición, los escorzos, la forma de movimiento de los miembros en las figuras apuntando en varias direcciones. La composición en hélice, muy empleada por Miguel Ángel, se aprecia en la Purísima de la capilla de los Benavente en Medina de Rioseco. Otra semejanza se encuentra entre el rostro de Nuestra Señora de las Angustias, obra ya de madurez del artista, aunque posterior a 1561, con la cabeza de La Aurora del sepulcro de Lorenzo de Médicis, que sigue como la escultura de la Purísima, con el esquema helicoidal, avanzando el hombro izquierdo, mientras la mano izquierda se encuentra como escondida entre los ropajes, la derecha, destaca sobre su pecho, con un claro recuerdo manierista inspirada también en la Virgen de los Médicis de Miguel Ángel; la boca la tiene entreabierta y los ojos dirigen su mirada hacia la cruz donde se encuentra su hijo con una expresión de profundo dolor. De Roma, y por la visión del Laocoonte y sus hijos, la obra de la Antigüedad, más admirada por entonces, trajo la línea "serpentiforme" tan empleada por los manieristas; en la capilla de los Benavente, el cuerpo del demonio se resuelve como una gran serpiente, así como, en el San Juan Bautista del Museo Nacional de Escultura (Valladolid), todo su cuerpo está en un movimiento de torsión, la boca entreabierta y el pecho tenso por la emoción; es donde se puede apreciar más el parecido con el sacerdote Laocoonte.[12]

España

Su estilo en la imaginería mantuvo el patetismo expresivo del arte borgoñón y sobre todo en la grandilocuencia de los paños de sus esculturas heredado del escultor gótico Claus Sluter, junto a la influencia de Miguel Ángel. Sus figuras son de correcto modelado, opulentas, carnosas, vivamente apasionadas, bien en la expresión de la dulzura, como la Inmaculada de la Capilla de los Benavente en Medina de Rioseco, bien en el acentuado patetismo de sus Dolorosas, tales como la Virgen de los Cuchillos. La intensidad emocional de sus imágenes y el agitado revuelo de sus ropajes han hecho que se le denomine como el padre de la escultura barroca española. Junto con Alonso Berruguete se le considera fundador de la escuela escultórica de Valladolid, que se extiende a lo largo del siglo XVI con estos y otros escultores, del siglo XVII, con Gregorio Fernández a la cabeza, y del siglo XVIII con Luis Salvador Carmona.

León

Aparece por primera vez nombrado en la ciudad de León, en 1535, época en la que hay una gran actividad arquitectónica con la construcción de San Marcos e importantes obras en la catedral, donde se requiere la profesionalidad de escultores. En esa década se encuentran en la ciudad, varios escultores franceses entre ellos Juni. El historiador Gómez Moreno fue el primero en afirmar la participación de Juni en los medallones de la fachada de San Marcos así como en algunos relieves de este mismo edificio; la mayor parte de los relieves de dichos medallones tienen un mismo estilo con el característico rostro levantado y un poco inclinado, la boca entreabierta y un hombro levantado, lo que hace pensar que si no los realizó todos él, sí estuvieron bajo su dirección. En uno de los dos tabernáculos de la fachada de la iglesia es donde se encuentra el Descendimiento, relieve en piedra en gran formato. Esta obra tiene un gran dinamismo y los cortes son agudos. Otro relieve, el del Nacimiento de Cristo, se halla en el interior del claustro con un estilo lleno de elementos clásicos, y la obra más importante en madera fue la realizada en la sillería también para san Marcos junto con Guillén Doncel,[13]​ (se atribuye a Juni la sillería alta.[14]​) Importante es la escultura de San Mateo, actualmente en el Museo de León, en barro cocido de color rojo, con una composición en hélice, de clara influencia de Miguel Ángel.

En la iglesia de Santa Marina, de León, se encuentra la imagen de la Virgen de las Candelas realizada para la capilla funeraria de Catalina Pimentel y que se hallaba en el convento de Santo Domingo. Consta de las imágenes de la Virgen con el Niño y San Juan Bautista; tiene un claro sabor italiano, relacionándose con pinturas de Rafael como la Virgen del jilguero, la Virgen de la silla o La bella Jardinera. Esta escultura se muestra con unas formas dulces y sin nada de dramatismo; a pesar de ser para León, la pieza se debió de ejecutar hacia 1549 cuando ya era vecino de Valladolid.

Medina de Rioseco

En el año 1537 realizó unas imágenes de San Jerónimo y San Sebastián por encargo del almirante de Castilla para su capilla funeraria en el monasterio de San Francisco de Medina de Rioseco, realizadas en barro policromado y de tamaño natural. El grupo de San Jerónimo está compuesto por el propio santo junto con el león y un árbol seco. San Jerónimo se muestra medio cubierto con una túnica y con una anatomía extraordinaria viéndose los distintos planos musculares y el gesto de su rostro vuelto hacia lo alto con el cabello y la barba serpenteando. Remite sin duda al grupo del Laocoonte.[15]​ Al lado contrario el grupo de San Sebastián; se encuentra el santo en medio de un soldado romano y un judío en una composición completamente simétrica.

Alvaro de Benavente mandó realizar una gran capilla de enterramiento para su familia en la iglesia de Santa María, empezando su construcción en 1544 por el arquitecto Juan de Corral, y la decoración en yeso policromado por su hermano Jerónimo de Corral. A la muerte del propietario de la capilla, faltaba el retablo, por lo que se acudió a Juan de Juni, ya vecino de Valladolid, en 1557, fecha en que se firmó el contrato con el escultor; consta de banco y dos cuerpos; en la parte central del primer cuerpo están las imágenes de San Joaquín y Santa Ana casi como escultura de bulto redondo; en los laterales unos relieves con escenas de la vida de estos santos; en el centro del segundo cuerpo se encuentra la escultura de la Inmaculada en una hornacina, donde su remate se dispone con dos angelotes en actitud de coronar a la Virgen. Esta imagen de la Purísima tiene un ritmo helicoidal que fue muy empleado por Juni y por Miguel Ángel: la mano izquierda apoyada sobre su pecho y la derecha sosteniendo la vara de azucenas.

Piedad de Medina del Campo, de Juan de Juni.

Medina del Campo

Una Piedad realizada sobre los años 1575 se encuentra guardada en el Museo de las Ferias de Medina del Campo, procedente de una capilla de la Casa Blanca, de un retablo que se puede ver documentado en el testamento de Juan de Juni.[16]​ Por ser una obra de la madurez del artista, se nota que a pesar del dramatismo de la escena y la policromía, las formas respiran tranquilidad, gracias a la composición en trapecio irregular, en vez del esquema clásico piramidal. La figura del Cristo se acopla perfectamente a la madre y los pliegues del ropaje se hacen suaves, la mirada de María hacia su hijo es de tristeza más que de dolor, incluso se puede apreciar esa suavidad en el contacto de las manos entre ellos.

Salamanca

Se trasladó Juni a Salamanca para realizar el sepulcro del arcediano Gutierre de Castro, conservado en el claustro de la catedral vieja. Según la descripción de Palomino es:

...un retablo de piedra que está en la iglesia antigua de Salamanca, con un Descendimiento de la cruz, y a un lado Santa Ana dando lección a su Hija Santísima, y al otro San Juan Bautista, y en el frontal de la mesa del altar, el bulto del sepultado en bajorrelieve, sobre dos almohadas, en su féretro, muy bien dispuesto en perspectiva, en que se conoce lo sabía muy bien; y asimismo la arquitectura del retablo con sus buenos adornos, niños, serafines y algunas calaveras.[17]

El sepulcro realizado en piedra arenisca policromada, es de tipo arcosolio enmarcado por dos columnas corintias con un entablamento con calaveras entre paños que cuelgan de cabezas de leones, con los escudos del arcediano. El arcosolio es profundo y formado por arco de medio punto. Hay angelotes soteniendo guirnaldas que bordean toda la arquivolta. En la parte frontal cubre todo el fondo el relieve de la Piedad o Calvario. Todas las figuras están unidas por medio de sus manos: la Virgen ocupa el lugar central, María Magdalena toma una de las manos de Cristo, el cual tiene la cabeza en escorzo inclinada hacia atrás, formando una línea de composición con la cabeza de su Madre y de María Salomé, que a la vez tiene sujeta a la Virgen. Los pliegues son de una gran ductilidad, con ondulaciones suaves. Las esculturas de Santa Ana y San Juan Bautista que habían estado a los lados de este sepulcro, se encuentran en el trascoro de la catedral Nueva de Salamanca; en las dos se aprecia con claridad la monumentalidad de la tendencia de Juni.[18]

Valladolid

Retablo mayor de la Catedral de Valladolid, procedente de la iglesia de La Antigua, realizado por Juan de Juni.
San Antonio de Padua, en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid.

En el siglo XVI la ciudad de Valladolid estaba en pleno eje político y económico, era según Bennassar "la ciudad puente más importante de la meseta septentrional" y "ciudad abierta a todos los vientos".[19]​ A finales de la década de los treinta de 1500, fue cuando se estableció Juan de Juni, y aunque ya estaba completamente formado escultóricamente, no hay duda que el ambiente artístico de la ciudad y sobre todo del que sería su gran amigo Alonso Berruguete, debieron favorecerle en la elaboración de su obra. Estaba ubicado en Valladolid, el monasterio de San Benito, el centro benedictino más importante de la nación y aunque hasta 1561 durante el reinado de Felipe II no se establece definitivamente la Corte en Madrid, la realeza para su permanencia deambulatoria escogía preferentemente la ciudad de Valladolid. Todo esto junto con la reputación de la Chancillería hacían de Valladolid una gran ciudad en auge, con edificación de suntuosas moradas así como encargos para capillas, sillerías, retablos, sepulturas.

Juan de Juni en su primer testamento del 26 de octubre de 1540 en Salamanca, habla de cien ducados que tenía recibidos de fray Antonio de Guevara (obispo de Mondoñedo), para empezar "una obra de imaginería que yo tengo de hacer en San Francisco de Valladolid", los que ordena devolverlos, señal por lo tanto que no había comenzado a hacerla; más tarde, el 7 de enero de 1544 en el testamento del obispo de Mondoñedo el sepulcro contratado ya estaba terminado y colocado en el altar de la capilla. Esta obra del Entierro de Cristo acredita y le da el triunfo a Juni en Valladolid.

La obra del retablo mayor para la iglesia de La Antigua ahora colocado en la Catedral de Valladolid, se alarga durante un largo período, pero la lentitud hace que la obra crezca en genialidad. Este retablo tiene incluida una sillería (tres sitiale a cada lado) y contiene veinte figuras de bulto, dieciocho relieves de media talla y una Sagrada Cena. El retablo se realizaría en madera de pino de Soria y la imaginería de madera de nogal. Se resolvió en claro estilo manierista con las esculturas rebasando en muchos casos los marcos arquitectónicos, la talla es de una calidad suave evitando la angulosidad. Es el momento más clásico de la obra de Juni, con proclividad de formas de modelaje redondo. Los tres sitiales unidos al retablo están realizados sin policromar y los tableros con relieves; tienen en el central una figura de tamaño completo y en los dos laterales de medias figuras, el del lado del evangelio está presidido por San Pedro y en el del lado de la epístola por San Pablo.

De entre las trazas presentadas para la realización del retablo mayor de la catedral de El Burgo de Osma, se escogieron las de Juan de Juni, Juan Picardo y Perandrés, firmándose el contrato el 13 de marzo de 1550, por encargo del obispo Pedro Álvarez Acosta.[20]​Consta de tres cuerpos y ático, dividido en tres calles. La figura principal, de la Virgen de la Asunción es obra de Juni, dándole un gran ritmo como de arco, consiguiendo con esto dar una gran movilidad a la escultura; se aprecia como una gran fuerza que conduce a la Virgen en su asunción al cielo; el San Pedro de Osma del lado derecho de la Virgen, también corresponde a Juni. Parece como si quisiera salirse de su espacio arquitectónico, en un contraste claro con la escultura del otro lado de Santo Domingo de Guzmán, realizada por Picardo. Se nota en todo el retablo la intervención de varios artistas. Durante todo el tiempo de construcción del retablo, Juni siguió siendo vecino de Valladolid.

Una información sobre la escultura de San Antonio de Padua, hoy en la Museo de Valladolid, y antaño en el convento de San Francisco proviene del manuscrito de fray Matías de Sobremonte, llamado:

Noticias Chronographicas y Topographicas del Real y religiosísimo convento de los Frailes Menores Observantes de S. Francisco de Valladolid, cabeza de la Provincia de la Inmaculada Concepción de N. Señora y es su autor Frai Mathias de Sobremonte, indigno Fraile Menor y el menor de los moradores del mismo Convento.

Refiere, a mediados del siglo XVII, que la escultura se encontraba en una capilla que mandó hacer Francisco Salón de Miranda, abad de Salas, y que era considerada como de Juan de Juni y una pieza "excelente". Más tarde por estar colocada en un pasillo retirado se la llamaba "San Antonio el Oscuro". La imagen se encuentra de pie con el niño en brazos, viste el hábito franciscano, ricamente policromado aunque solo por la parte frontal, por lo que se cree que estaba realizado para colocar en un altar. Las cejas, las pestañas y la barba, están pintadas, sin embargo los ojos tanto del santo como del niño, son de cristal.

En el Museo Nacional de Escultura de Valladolid, se guardan las esculturas de San Juan Bautista y María Magdalena realizadas por Juni y que formaban parte de un retablo encargo de Francisca de Villafañe para el convento de San Benito de Valladolid, que se ejecutó junto el sobrino de Berruguete, Inocencio Berruguete.[21]​ La obra debía estar completada para el año 1552. La escultura de San Juan, se tiene como una de las mejores del artista; la escultura parece un crucificado, la pierna izquierda, firme, es el elemento de carga, mientras la derecha se dobla hacia el tronco que sirve de soporte para los brazos que mantiene abiertos; una túnica tapa parcialmente el cuerpo del santo mientras sirve también de apoyo junto al árbol, de la escultura, donde también encuentra descanso el cordero, símbolo de San Juan. Toda la escultura presenta una torsión extremada con un recuerdo del Laocoonte. También María Magdalena está con un movimiento giratorio, con unos pliegues amplios en la túnica y el manto; toda ella está en un esquema ovalado al gusto italiano y con una bella y trabajada policromía.[22]

La cabeza de San Juan Bautista, se encuentra en la capilla de San Blas del museo catedralicio de Valladolid, procedente de la iglesia parroquial de Aldeamayor de San Martín; se cree por su semejanza, que fue realizada en la misma época que El entierro de Cristo; los ojos arqueados y el entrecejo duro son detalles de Juni, aunque en esta cabeza los mechones de pelo son mucho más voluminosos. La policromía parece que haya sido repintada en periodo posterior; las cabezas degolladas generalmente de San Pablo y de San Juan fueron tema del barroco, y poco procedentes en el renacimiento, de aquí la importancia iconográfica de esta cabeza.

Originario de la localidad de Villanueva de Duero de su iglesia parroquial, es un Ecce Homo de madera de nogal policromada, colocado en lo alto de un retablo. Tiene el Cristo la cabeza ligeramente inclinada hacia la izquierda, mientras que su vista se dirige hacia la derecha, la boca entreabierta y parece soportar el dolor del martirio con gran resignación. El cabello está tratado con grandes mechones y la corona de espinas realizada en la misma madera de la imagen, entrelazándose con el pelo, para no confundirlos. La policromía de los cabellos se ha realizado en tono ocre oscuro y color verdoso y con oro las ramas de espino; las espinas están ensambladas por separado. Este tipo de busto sin brazos y cortado horizontalmente es italiano, pero a partir del siglo XVII se implantará definitivamente en España. El manto rojo ofrece a la vista la anatomía del pecho. La policromía es en un tono grisáceo como corresponde a un cuerpo maltratado con numerosas magullaciones en el pecho y la sangre que parece coagular. Se sabe que la policromía no era realizada por Juni pero sí dirigida por él.[23]

Cabeza de San Juan Bautista. Museo Diocesano y Catedralicio de Valladolid.
Ecce Homo en el Museo Diocesano y Catedralicio de Valladolid.

En el convento de Santa Isabel, se encuentra un retablo con un San Francisco de Asís atribuido a Juni, ya por el Conde de la Viñaza en 1889.[24]​ El escultor lo representó arrodillado con un movimiento en hélice, vestido con el hábito de la orden. En la mano izquierda sujeta un crucifijo, mientras la derecha se la lleva al pecho con una gran expresión; las vestiduras tienen unos grandes pliegues y la cabeza tal como comentó Isidro Bosarte «Aunque cada parte de esta obra es maravillosa, todo cede a la cabeza de San Francisco. Parece que se propuso emular la del Laocoonte». Se ha datado de la década de los setenta del siglo XVI. De ésta misma época y en este mismo convento se encuentra otra imagen de San Francisco; se halla en pie, como si estuviese en actitud discursiva con la mano izquierda sosteniendo el libro de la orden y la derecha en gesto declamatorio, la pierna izquierda se encuentra avanzada. Su policromía es semejante a la otra imagen del mismo santo, variando sólo un poco la encarnación del rostro.

Crucifijos

La iconografía del crucificado es una temática de la que hizo una extensa serie. Normalmente, la que más realizó fue con el Cristo muerto, pero también existen algunos ejemplares en el momento de la expiración.

Crucifijo del Convento de Santa Catalina de Valladolid realizado por Juan de Juni en su último período, entre los años de 1572-73.
  • En el monasterio de las Huelgas Reales (Valladolid) se encuentra un crucifijo de la época central de Juni. Tiene una proporción alargada en las piernas en relación a los brazos, con la cabeza caída sobre el pecho y los ojos ligeramente abiertos; se encuentra en el momento de la expiración. Tiene en la cabeza la corona con grandes espinas, el paño de pureza con un gran nudo que en la parte central le pasa entre las piernas y ondea en la parte posterior; los pies están cruzados y con un solo clavo ambos. El tamaño es mayor que el natural; pertenece a un calvario, aunque el resto de las imágenes son de otro escultor datado a finales del siglo XVI.
  • Procedente de la iglesia de San Andrés, se encuentra un crucifijo en el Museo Diocesano y Catedralicio de Valladolid, de madera policromada y en bastante mal estado de conservación. Representa a Cristo muerto; el paño de pureza se pega al cuerpo y en la parte trasera tiene abundantes pliegues, el cruzado de los pies es muy semejante al de las Huelgas Reales.
  • En la iglesia de Mojados, se conserva un crucifijo de pequeño tamaño, también policromado. El Cristo está muerto y con la cabeza sobre el tórax; presenta gran similitud con el del retablo de La Antigua, por lo que se ha datado del año 1560.
  • En Olivares de Duero, en un retablo barroco se encuentra un pequeño Cristo, con la corona labrada en el mismo bloque de madera y los pies cruzados en aspa. Su paño de pureza tiene un gran nudo en el frente. Se data de 1550.[25]
  • El convento de Santa Teresa de Valladolid guarda en su clausura un cristo expirando y en perfecto estado. Presenta la cabeza mirando hacia arriba con ansiedad, la boca entreabierta y no tiene aún la herida de lanza en el costado. En este Cristo el paño de pureza tiene el nudo en un costado; solo el rostro presenta un gran dramatismo, por lo que se cree que debió de realizarse en la década última de la vida de Juni.[26]
  • Un magnífico Crucifijo se encuentra en el convento de Santa Catalina de Valladolid. Fue González García-Valladolid el primero en atribuirlo a Juan de Juni.[27]​ Más tarde también lo fue por Manuel Gómez Moreno y Juan Agapito y Revilla. Se realizó para la sepultura de Cristóbal de Robles, caballero de la orden de Santiago y de su esposa, pero se sabe con certeza que fueron enterrados en el coro al pie de la reja. De ahí ha surgido la posibilidad de que esté enterrado bajo este Crucifijo el propio Juan de Juni. Se encuentra dentro de un arcosolio con dos pilastras sosteniendo el arco de medio punto, ornamentado en sus lados con serafines, conchas y cruces de Santiago y en el centro del arco un pelícano. El crucifijo representa a Cristo muerto con la cabeza sobre su hombro izquierdo, el vientre muy hundido por el dolor. El paño de pureza se encuentra dorado y con la forma del último período del escultor, por lo que se da como fecha de ejecución hacia 1572-73.

Segovia

Para la capilla de la Piedad de la Catedral de Segovia, en los años 1570 realizó un retablo con el Entierro de Cristo. Demuestra un clasicismo en la traza y un concepto escultórico mucho más reposado, de un Juni ya en plena madurez. El retablo carece de banco y tabernáculo. El grupo del Entierro en un gran altorrelieve está colocado dentro de un cuadrado central, a cuyos lados se encuentran dos intercolumnios corintios donde se hallan dos personajes con vestimenta militar y esculpidos de pleno bulto. Sobre el frontón del Entierro hay una pareja de angelotes desnudos que recuerdan a otros de Miguel Ángel. En la parte central del ático, dentro de un marco redondo, se encuentra un relieve del Padre Eterno sobre el cual se lee la fecha de 1571. Palomino lo describe:

De Juan de Juni he visto una medalla de todo relieve en la catedral de Segovia, que es el Entierro de Cristo, de figuras del natural, que iguala a cuanto se ha visto del gran Miguel Angel; y tiene a los lados dos soldados caprichosamente vestidos y con rostro tan afligido que mueven a ternura y llanto.[28]

En el grupo del Entierro, la Virgen ocupa el espacio central y avanza hacia delante, descansando un brazo de Cristo sobre su rodilla; ambos brazos los tiene abiertos en señal de dolor. Cristo en primer término está colocado casi horizontalmente y se cubre con un pequeño paño, pudiéndose apreciar la magnífica anatomía de su cuerpo. Como en el Entierro de Cristo de Valladolid, se encuentran en total siete personajes, San Juan que se halla detrás de la Virgen con muestras de dolor en el rostro, María Magdalena, que aguanta en una mano el frasco del perfume y con la otra sostiene el sudario; a su lado José de Arimatea, sentado, con los símbolos de la pasión, espinas, clavos y tenazas, al otro lado María Salomé que con una mano levanta su toca. Éste es un recurso muy empleado en el clasicismo, y junto a ella Nicodemo, que sostiene el cuerpo de Cristo por medio del sudario. A pesar de lo dramático del tema las líneas empleadas son curvas y dulces; toda la escena está colocada sobre el fondo pintado que representa la ciudad de Jerusalén.[29]

Obra

Avila

  • Estatua funeraria de San Segundo. Alabastro, altura, 1,65 metros. Iglesia de San Segundo. (Avila).

Barcelona

León

  • San Mateo. Barro rojo cocido, altura, 0,91 metros. Museo de León.
  • Juicio contra un hereje. Relieve en madera de nogal sin policromar,dimensiones, 0,86 x 1,53 metros. Museo de León.
  • Fachada, relieves y sillería en el Hostal San Marcos de León.
  • Virgen de las Candelas.Madera policromada, altura, 1,20 metros. Iglesia de Santa Marina de León.

Salamanca

Segovia

  • La Piedad o el Entierro de Cristo. Madera policromada, anchura del retablo, 5,20 metros del relieve del Entierro 2,68 metros. Catedral de Segovia.

Provincia de Soria

Provincia de Valladolid

  • Retablo de la Iglesia de Santa María de La Antigua. Madera policromada, anchura 11 metros. Catedral de Nuestra Señora de la Asunción de Valladolid.
  • El entierro de Cristo. Madera policromada, el grupo tiene una anchura de 3,25 metros y el Cristo una longitud de 1,97 metros. Museo Nacional de Escultura de Valladolid (M.N.E.).
  • Crucifijo. Madera policromada, altura, 1,82 metros. Monasterio de las Huelgas Reales (Valladolid).
  • Crucifijo. Madera policromada, tamaño mayor que el natural. Convento de Santa Catalina (Valladolid).
  • San Juan Bautista. Madera policromada, altura, 1.07 metros. (M.N.E.).
  • Santa María Magdalena. Madera policromada, altura, 1,20 metros. (M.N.E.).
  • Busto de Santa Ana. Madera policromada,altura, 0,48 metros. (M.N.E).
  • San Antonio de Padua. Madera policromada, altura, 1,94 metros. (M.N.E.).
  • San Francisco. Madera policromada, anchura del retablo, 2,20 metros, en la iglesia del convento de Santa Isabel. (Valladolid).
  • Nuestra Señora de las Angustias. Madera policromada, altura, 1,21 metros. (Valladolid).
  • El Calvario del monumento funerario del obispo zamorano Antonio del Águila. Convento de San Francisco, Ciudad Rodrigo (Salamanca). Formó parte de la colección del Marqués de Espeja. En 1998 los descendientes lo custodiaban en el palacio de los Águila de su propiedad, pero se lo vendieron al Estado, que a su vez lo donó al museo de escultura de Valladolid.
  • Piedad de Medina del Campo. Madera policromada, altura, 0,96 metros; anchura, 1,28 metros. (Medina del Campo, Museo de las Ferias).
  • Retablo de la Capilla de los Benavente Madera policromada, anchura, 2,30 metros.(Iglesia de Santa Maria. Medina de Rioseco).
  • Relieves de San Pedro y San Pablo del Retablo Mayor, en madera policromada, de la Iglesia de Santa María de Medina de Rioseco.
  • Grupo de Barro Cocido Policromado de San Sebastián y San Jerónimo.Altura de San Sebastián, 1,80 metros; altura de San Jerónimo, 1,40 metros. Iglesia de San Francisco Medina de Rioseco.

Orense

  • Inmaculada. Madera policromada, altura, 1,30 metros. Museo de Orense.
  • Virgen de la Esperanza. Madera policromada, altura, 1,08 metros. Iglesia parroquial de Santiago. Allariz (Orense).

Referencias

  1. Su nombre original se supone que fue Jean de Joigny; lo hispanizó al instalarse en Castilla: según Gonzalo Díaz López, puede encontrarse también escrito como Juan de Jony y Juan de Juani. A partir de Antonio Palomino se fijó el nombre como Juan de Juni, pero hay historiadores como Martí y Monsó y el propio Díaz López que defienden la pronunciación aguda, Juní, por acercarse más al original francés (DÍAZ LÓPEZ, G: «Algunas noticias de la vida y obra de Juan de Juní con motivo del vaciado de la estatua de San Segundo» en Gaceta de Bellas Artes. Madrid: noviembre de 1935; pág. 4).
  2. Alcolea Gil, Santiago, Historia Universal del Arte, Volumen VI, (1988),Barcelona, Editorial Planeta, p.280, ISBN 84-320-8906-0
  3. Martín González, J.J., (1974), pp-55-56
  4. Loperráez, Juan, Descripción del obispado de Osma, en La obra de los maestros de la escultura castellana, (1929), Valladolid
  5. Martín González, J.J., (1974), pp.12-14
  6. Valladolid, Archivo de Protocolos, legajo 544, fol. 329
  7. Martín González, J.J., (1974), pp.17-18
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Bibliografía

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  • Martí y Monsó, José (1992). «Estudios histórico-artísticos relativos principalmente a Valladolid. Basados en la investigación de diversos archivos. Primera edición 1892-1901. Segunda edición facsímil». Valladolid, Editorial Ámbito S.A. ISBN 84-86770-74-2. 


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