Batalla de Ayacucho

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Revolución Hispanoamericana
      territorios Realistas

La Batalla de Ayacucho, fue el último enfrentamiento dentro de las grandes campañas terrestres de la guerra de independencia hispanoamericana (1809-1826). La batalla se desarrolló en la Pampa de la Quinoa en el departamento de Ayacucho, Perú, el 9 de diciembre de 1824. La victoria de los independentistas, selló de facto la independencia del Perú con una capitulación militar que se transformaría años más tarde en tratado diplomático firmado en París el 14 agosto de 1879.

Antecedentes

En 1820, España entraba en una debacle política por la sujeción del rey Fernando VII, y la reinstauración de la Constitución liberal, apoyada por el General Rafael de Riego que subleva la expedición de veinte mil soldados destinados a auxiliar a los realistas de América. Esto acabó para siempre con las expediciones de refuerzos de España, que desde entonces no se aprestaron para ningún lugar de América, y motivó que los dos grandes virreinatos del Perú y de México que hasta el momento habían contenido el avance de la revolución hispanoamericana tomasen caminos opuestos.

Mientras en México los monárquicos absolutistas afianzados tras destruir a los insurgentes, proclamaron su separación negociada de la España Liberal mediante el Plan de Iguala, los Tratados de Córdoba y el pacto trigarante. En el Perú por el contrario, el Virrey Pezuela estaba desacreditado por la derrota en Chile y debilitado por la expedición a Lima de José de San Martín. El Virrey absolutista fue derrocado finalmente por el golpe militar del general José de la Serna que proclamó entonces su adhesión a la Constitución Liberal.

Los independentistas comenzaron una prometedora campaña para derrotar a La Serna y los militares contrarios a la independencia que le apoyaban. Pero los realistas, bajo una sólida subordinación militar, destruyeron sucesivos ejércitos independientes. El primero en las campañas de Ica, comandado por los patriotas Domingo Tristán y Agustín Gamarra, un año después en las campañas de Torata y Moquegua aniquilaron la Expedición Libertadora dirigida por Rudecindo Alvarado, retirado José de San martin tras la Entrevista de Guayaquil. El inesperado año 1823 terminaba con la destrucción de otro ejército patriota comandado por Andrés de Santa Cruz y Agustín Gamarra, en otra campaña abierta sobre Puno, que comenzó con la batalla de Zepita, que ocupó la ciudad de La Paz el 8 de agosto, consiguiendo llegar a Oruro en el Alto Perú. El Virrey la Serna termina la campaña de Zepita desbandando las tropas aisladas de Santa Cruz y recuperando Arequipa tras batir a Sucre, que reembarca a los colombianos el 10 de octubre de 1823, salvandose con sus tropas. Todavía mas, la guarnición argentina del Callao se pasaba a los realistas que acudieron en su ayuda desde la Sierra.

Finalmente, lo que restaba de optimismo se apagaba por las denuncias de traición contra los presidentes peruanos José de la Riva Agüero y José Bernardo de Tagle. José de la Riva Agüero deportó diputados del Congreso del Perú y organizó un congreso paralelo en Trujillo y luego de ser declarado reo de alta traición por el Congreso del Perú[1]​ fue desterrado a Chile. En cambio José Bernardo de Tagle buscaba firmar la paz sin batallas con el Virrey La Serna por lo cual fue a entrevistarse con los realistas. Este acto que fue considerado por Bolívar como traición. José Bernardo de Tagle dispuso que todas las fuerzas a su mando apoyen a Bolívar para hacer frente al enemigo. Bolívar buscaba capturarlo para fusilarlo.[2]​ José Bernardo de Tagle fue refugiado por los realistas en la asediada fortaleza del Callao. Bolivar escribía solicitando refuerzos de Colombia.

Los sucesos de 1824

El último virrey del Perú, José de la Serna e Hinojosa.

Sorpresivamente, al comenzar el año 1824, todo el ejercito realista del Alto Perú es sublevado por el caudillo absolutista español Pedro Antonio Olañeta contra el virrey del Perú, tras saberse que en España había caído el gobierno Constitucional. Efectivamente, el monarca Fernando VII, y sus partidarios absolutistas, recuperaban el gobierno apoyados por 132.000 soldados franceses del ejército de la Santa Alianza, que ocupará España hasta 1830. Rafael del Riego moría ahorcado el 7 de noviembre de 1823 y los propulsores del movimiento liberal fueron ajusticiados, marginados o exiliados de España. El 1 de octubre de 1823 el monarca decretaba la abolición de todo lo aprobado durante los tres años de gobierno constitucional, lo que anulaba el nombramiento de La Serna como virrey del Perú. El alcance de la purga sobre los constitucionales de virreynato del Perú parecía infalible.

Olañeta ordena el ataque de los realistas altoperuanos contra los constitucionales del virreynato peruano[3]​. José de la Serna cambia sus planes de bajar a la costa para batir a Bolivar, y manda a Jerónimo Valdés con una fuerza de 5.000 veteranos a cruzar el río Desaguadero, lo que verificó el 22 de enero de 1824, para dirigirlo a Potosí contra su antiguo subordinado, "pues hay indicios que lo dirige una meditada traición, uniendose a los disidentes de Buenos aires". Las Memorias para la historia de las armas españolas en el Perú del oficial peninsular Andrés García Camba (1846) detallan el trastorno que los sucesos del Alto Perú produjo en los cálculos defensivos del Virrey del Perú. Tras una prolongada campaña en las batallas de Tarabuquillo, Sala, Cotagaita, y finalmente la Lava el día 17 de agosto de 1824, ambas fuerzas realistas, del virreynato del Perú (Liberales) y de las provincias del Alto Perú (Absolutistas), se destruyeron mutuamente.

Bolívar, en comunicación con Olañeta, aprovecha el desmontaje del aparato defensivo realista para "movernos en todo el mes de mayo contra Jauja", y enfrentarse a José de Canterac aislado en Junín el 6 de agosto de 1824. Dio comienzo entonces una incesante persecución con la consecuente deserción de 2.700 realistas, que seguidamente engrosaban las filas independientes. Finalmente el 7 de octubre de 1824, con sus tropas a las puertas del Cuzco, Bolívar entregó al general Sucre el mando del nuevo frente de batalla, que recorría el curso del Río Apurimac, y se retiró a Lima para tomar de la capital más empréstitos para sostener la guerra en el Perú, y recibir una división colombiana de 4.000 hombres despachada por Páez que no llegaría sino despues de Ayacucho[4]​.

La Campaña de Ayacucho

El Gran Mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre.

La desintegración del cuerpo de observación de Canterac obligó a La Serna a traer desde Potosí a Jerónimo Valdés, que acudió a marchas forzadas con unas decenas de veteranos. Reunidos los generales realistas, y a pesar de las muestras de sincera adhesión del Cusco , el Virrey descartó un asalto directo por la falta de instrucción de sus milicias, aumentadas mediante reclutas masivas de campesinos unas semanas antes. Por el contrario intentó cortar la retaguardia de Sucre a traves de maniobras de marchas y contramarchas, que se sucedieron desde el Cusco hasta el encuentro en Ayacucho, a lo largo de la cordillera andina. De esta forma, los realistas buscaron un golpe de mano que obtuvieron el 3 de diciembre en la batalla de Corpahuaico o Matará. Pero la maestría y brillante dirección de Sucre y su estado mayor para mantener la organización, impidieron al Virrey explotar éste éxito local. Sucre mantuvo al Ejército Unido en repliege ordenado, y siempre situado en posiciones aseguradas, de difícil acceso como el campo de Quinoa.

Otro libro de memorias, In the service of the Republic of Peru del general William Miller, ofrece la visión de los independentistas. Además del talento de Simón Bolívar y de Antonio José de Sucre, el Ejército Unido se nutrió de buena parte de la experiencia militar del siglo: desde la guerra de independencia española, Guerras de Independencia Hispanoamericana y de la norteamericana, hasta casos como el mayor de origen aleman Carlos Sowersby, veterano de la batalla de Borodino contra Napoleón en Rusia. Tropas mercenarias europeas, que en su mayoría eran voluntarios británicos, de tal forma que el número de europeos de ambos ejercitos, patriota y realista, era equivalente.

Los realistas habían consumido todos los recursos en una persecución que la genialidad de Sucre convirtió en inútil. Por la extrema dureza de las condiciones de una campaña en la cordillera andina, ambos ejércitos quedaron con el número de sus tropas reducidas por la deserción, que afectó en el mismo grado a los independientes, y que igualmente se focaliza en milicias carentes de instrucción militar o la recluta formada de prisioneros enemigos. Los jefes realistas posicionados en las montañas, con el conocimiento de que en menos de cinco días se verían obligados a retirarse por la hambruna de la tropa, lo que equivalía a la derrota por la próxima llegada de refuerzos de Colombia, se vieron impulsados a una decisión desesperada: la batalla de Ayacucho daba comienzo.

Orden de batalla

Batalla de Ayacucho.

Ejército Unido Libertador del Perú

Ejército Real del Perú

  • Comandante: Virrey José de La Serna
  • Comandante de Caballería – Brigadier Valentín Ferraz
  • Jefe del Estado Mayor – Teniente General José de Canterac
  • División de Vanguardia - General Jerónimo Valdés (2.006 hombres)
  • Primera División - General Juan Antonio Monet (2.000 hombres)
  • Segunda División - General Alejandro González Villalobos (1.700 hombres)
  • División de Reserva - General José Carratala ( 1200 hombres)
Sucre en la Batalla de Ayacucho

Antes del inicio de la batalla, el general Antonio José de Sucre arengaba a sus tropas:

"¡Soldados!, de los esfuerzos de hoy depende la suerte de América del Sur; otro día de gloria va a coronar vuestra admirable constancia. ¡Soldados!: ¡Viva el Libertador! ¡Viva Bolívar, Salvador del Perú!."
Antonio José de Sucre

El dispositivo organizado por Canterac preveía que la división de vanguardia rodease en solitario la agrupación enemiga cruzando el rio Pampas para sujetarla, mientras el resto del ejército realista descendía frontalmente desde el cerro Condorcunca, abandonando sus posiciones defensivas. Sucre se dio cuenta inmediatamente de la arriesgada maniobra, y con la división de Córdova acometió directamente a la masa desorganizada de tropas realistas, que sin poder formar para la batalla descendían en hileras de las montañas. Los violentos choques de las formaciones de línea empujaron a los dispersos tiradores de la división de Villalobos, quienes arrastraron en su retirada a las masas de milicianos sin que tampoco el grueso de la división de Monet ni la división de Reserva, que permanecían en la montaña, tuvieran alguna oportunidad de participar en la batalla. En el otro extremo, la segunda división de José de La Mar mas la tercera división de Jacinto Lara detuvieron juntas la acometida de los veteranos de la división de vanguardia de Valdés. La batalla estaba ganada para los independentistas, el ejército Real del Perú destruido, y el Virrey herido, fue hecho prisionero.

La victoria de Sucre fue pues perfectamente merecida y La Serna recogió los frutos de la discordia. Se ha especulado sobre lo que hubiera sucedido si los realistas hubiesen ganado. Seguramente no gran cosa, luchaban contra la corriente de la Historia y estaban condenados a perder la guerra antes o después. Hasta entonces solo una "severisima subordinación", que la revuelta de Olañeta rompió, pudo sostener a estos defensores del rey tanto tiempo contra todo pronóstico.

Bolivar convocaba desde Lima al Congreso de Panamá, el 7 de diciembre, para la unidad de los nuevos países independientes. El proyecto fue ratificado únicamente por la Gran Colombia. Cuatro años mas tarde la Gran Colombia se desmembró siguiendo el proceso desintegrador del movimiento independentista.

La capitulación de Ayacucho

Capitulación de Ayacucho (óleo de Daniel Hernández).

Es el tratado firmado por el jefe de estado mayor José de Canterac y Sucre después de la batalla de Ayacucho, el 9 de diciembre de 1824. Sus principales consecuencias fueron varias:

  • 1º La Capitulación del ejército bajo el mando del virrey.
  • 2º La permanencia Realista en el Callao.
  • 3º Perú nace a la vida independiente, con una deuda económica a los países que contribuyeron militarmente a su independencia.

"Don José Canterac, teniente general de los reales ejércitos de S. M. C., encargado del mando superior del Perú por haber sido herido y prisionero en la batalla de este día el excelentísimo señor virrey don José de La Serna, habiendo oído a los señores generales y jefes que se reunieron después que, el ejército español, llenando en todos sentidos cuanto ha exigido la reputación de sus armas en la sangrienta jornada de Ayacucho y en toda la guerra del Perú, ha tenido que ceder el campo a las tropas independientes; y debiendo conciliar a un tiempo el honor a los restos de estas fuerzas, con la disminución de los males del país, he creído conveniente proponer y ajustar con el señor general de división de la República de Colombia, Antonio José de Sucre, comandante en jefe del ejército unido libertador del Perú.

La capitulación ha sido llamada por el historiador Juan Carlos Losada como "La traición de Ayacucho", en su obra Batallas decisivas de la Historia de España (Ed. Aguilar, 2004), afirma que el resultado de la batalla estaba pactado de antemano. El historiador señala a Juan Antonio Monet como el encargado del acuerdo: “los protagonistas guardaron siempre un escrupuloso pacto de silencio y, por tanto, sólo podemos especular, aunque con poco riesgo de equivocarnos” (Pág. 254). Una capitulación, sin batalla, se habría juzgado indudablemente como traición. Los jefes españoles liberales no compartían la causa de Fernando VII, un monarca acusado de felón y tiránico, y símbolo del absolutismo. Por el contrario el comandante Andrés García Camba refiere en sus memorias como, los oficiales españoles apodados mas tarde "Ayacuchos", fueron injustamente acusados a su llegada a España: "señores, con que aquello se perdió masónicamente" se les dijo acusatoriamente, -"Aquello se perdió, mi general, como se pierden las batallas", respondieron los jefes españoles.

El Alto Perú tras la batalla de Ayacucho

Vista del Palacio de Congresos de Bolivia.

Luego del triunfo de Ayacucho, y siguiendo precisas instrucciones de Bolívar, el general Sucre entró en territorio boliviano el 25 de febrero de 1825. Su papel se limitó a dar visos de legalidad a un proceso que los mismos bolivianos ya habían puesto en marcha. El general Olañeta permaneció en Potosí, en donde recibió al batallón "Unión" procedente de Puno al mando del coronel José María Valdez, convocó a un Consejo de Guerra que acordó continuar la resistencia. Olañeta distribuyó sus tropas entre la fortaleza de Cotagaita con el batallón "Chichas" al mando de Medinacelli, Valdez con el "Unión" fue enviado a Chuquisaca y él marchó a Vitichi, con 60.000 pesos de oro de la Casa de la Moneda de Potosí. En Cochabamba se sublevó, con el Primer Batallón "Fernando VII" el coronel José Martínez; seguido en Vallegrande, por el Segundo Batallón "Fernando VII", deponiendo al brigadier Francisco Aguilera el 12 de febrero. El coronel José Manuel Mercado ocupó Santa Cruz el 14 de febrero, Chayanta quedó en manos del teniente coronel Pedro Arraya, con los escuadrones "Santa Victoria" y "Dragones Americanos" y en Chuquisaca el batallón "Dragones de la Frontera" del coronel Francisco López se pronunció por los independentistas el 22 de febrero. El coronel Medinacelli con trescientos soldados se sublevó en contra de Olañeta y el 2 de abril de 1825 se enfrentaron en la batalla del Tumusla que culminó con la muerte de Olañeta. El 7 de abril, el general José María Valdez se rindió en Chequelte, ante el general Urdininea, poniendo fin a la guerra en el Alto Perú.

El nacimiento de Bolivia

El Mariscal Sucre es el redentor de los hijos del Sol.

Mediante un decreto se determinó que el nuevo estado antes denominado Alto Peru llevaría el nombre de Bolívar, en homenaje alLibertador, quien a la vez fue designado "Padre de la República y Jefe Supremo del Estado". Bolívar agradeció estos honores, pero declinó la aceptación de la Presidencia de la República, para cuyo cargo designó al Mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre.Pasado un tiempo se volvió a debatir el nombre de la joven nación, y un diputado potosino llamado Manuel Martín Cruz, dijo que al igual que de Rómulo viene Roma de Bolívar vendrá Bolivia.

"Si de Rómulo, Roma; de Bolívar, Bolivia".

Bolívar al enterarse de esta noticia se sintió alagado con la joven nación. Bolívar hasta ese momento no aceptaba de buen grado la independencia de Bolivia, debido a que le preocupaba su futuro, debido a que la situación geográfica de Bolivia la sitúa en el centro America del sur, y esto según Bolívar supondría que sería una nación acosada y que afrontaría futuras guerras, cuestiones que curiosamente se cumplieron. Bolívar deseaba que Bolivia formara parte de otra nación preferentemente Perú, pero lo que le convenció profundamente fue la actitud de las masas populares. El 18 de agosto, a su llegada a La Paz hubo una manifestación de regocijo popular. La misma escena se repitió cuando el Libertador llego a Oruro, después a Potosí y finalmente a Chuquisaca. Esta expresión tan ferviente de la población, conmovió a Bolívar, quien llamó su "Hija Predilecta" a la nueva Nación.

Declaración de la independencia de Bolivia

Acta de la Independencia de Bolivia en la Casa de la Libertad, Sucre.

Convocada nuevamente la Asamblea Deliberante en Chuquisaca por el Mariscal Sucre, el 09 de julio de 1825, y concluida se determinó la completa independencia del Alto Perú, bajo la forma republicana, por soberana de sus hijos. Finalmente, el presidente de la Asamblea José Mariano Serrano, junto a una comisión, redactó el "Acta de la Independencia" que lleva fecha del 6 de agosto de 1825, en honor a la Batalla de Junín ganada por Bolívar. La independencia fue declarada por 7 representantes de Charcas, 14 de Potosí, 12 por La Paz, 13 por Cochabamba y 2 por Santa Cruz. El acta de independencia, redactada por el presidente del Congreso, José Mariano Serrano, en su parte expositiva dice en tono vibrante:

El mundo sabe que el Alto Perú ha sido en el continente de América, el ara donde vertió la primera sangre de los libres y la tierra donde existe la tumba del último de los tiranos. Los departamentos del Alto Perú, añade en su parte resolutiva, protestan a la faz de la tierra entera, que sus resolución irrevocable es gobernarse por sí mismos.

Reconocimientos a Sucre por parte de Simon Bolivar, La Gran Colombia y El Perú

Archivo:Los Proceres 1.jpg
Monumento de la Nación a sus Proceres en el Paseo Los Próceres-Venezuela, Se les rinde honor a los Próceres y a las cuatro grandes batallas que sellaron la independencia: Ayacucho, Boyacá, Carabobo y Pichincha, representadas en alto relieve.

Bolívar, quien redacta y publica en 1825 su resumen sucinto de la vida del general Sucre, único trabajo en su género realizado por el Padre de la Patria, no escatima elogios ante la hazaña culminante de su fiel lugarteniente:

"La batalla de Ayacucho es la cumbre de la gloria americana, y la obra del general Sucre. La disposición de ella ha sido perfecta, y su ejecución divina". Las generaciones venideras esperan la victoria de Ayacucho para bendecirla y contemplarla sentada en el trono de la libertad, dictando a los americanos el ejercicio de sus derechos, y el imperio sagrado de la naturaleza".
"Usted. está llamado a los más altos destinos, y yo preveo que Usted. es el rival de mi Gloria. (Bolíivar, Carta a Sucre, Nazca, 26 de abril de 1825) ".
"El Congreso de Colombia hizo entonces a Sucre General en Jefe, y el Congreso del Perú le dio el grado de Gran Mariscal de Ayacucho,".

Véase también

Notas al pie

Bibliografía

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