Diferencia entre revisiones de «Leyenda negra española»

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== Definición ==
== Definición ==
El creador del término, [[Julián Juderías]], lo describe en 1914 en su libro ''La Leyenda Negra'' como lo siguiente: <ref name="Juderías">{{cita libro | apellidos = Juderías | nombre = Julián | | enlaceautor = Julián Juderías | título = La Leyenda Negra | año = 2003; primera edición de 1914 | editorial = Salamanca: Junta de Castilla y León | id = ISBN 84-9718-225-1}}</ref>
El creador del término, [[Julián Juderías]], lo describe en 1914 en su libro ''La Leyenda Negra'' como:<ref name="Juderías">{{cita libro | apellidos = Juderías | nombre = Julián | | enlaceautor = Julián Juderías | título = La Leyenda Negra | año = 2003; primera edición de 1914 | editorial = Salamanca: Junta de Castilla y León | id = ISBN 84-9718-225-1}}</ref>
{{cita|[...] el ambiente creado por los relatos fantásticos que acerca de nuestra patria han visto la luz pública en todos los países, las descripciones grotescas que se han hecho siempre del carácter de los españoles como individuos y colectividad, la negación o por lo menos la ignorancia sistemática de cuanto es favorable y hermoso en las diversas manifestaciones de la cultura y del arte, las acusaciones que en todo tiempo se han lanzado sobre España [...]|Julián Juderías<ref name="Juderías"/>}}
{{cita|[...] el ambiente creado por los relatos fantásticos que acerca de nuestra patria han visto la luz pública en todos los países, las descripciones grotescas que se han hecho siempre del carácter de los españoles como individuos y colectividad, la negación o por lo menos la ignorancia sistemática de cuanto es favorable y hermoso en las diversas manifestaciones de la cultura y del arte, las acusaciones que en todo tiempo se han lanzado sobre España [...]|Julián Juderías<ref name="Juderías"/>}}



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Ilustración de Theodor de Bry (1528 – 1598) inspirada en el siguiente pasaje de la Brevísima de fray Bartolomé de Las Casas: «Tomaban las criaturas de las tetas de las madres por las piernas, y daban de cabeza con ellas en las peñas. Otros daban con ellas en rios por las espaldas, riendo y burlando y cayendo en el agua decían, "bullis cuerpo de tal"; otras criaturas metían en la espada con las madres juntamente, y todos cuantos delante de si hallaban. Hacían unas orcas largas que juntasen casi los piés á la tierra, y de trece en trece, á honor y reverencia de nuestro Redentor y de los doce Apóstoles, poniéndoles leña y fuego los quemaban vivos.»

El diccionario de la Real Academia Española define leyenda negra como «opinión contra lo español difundida a partir del siglo XVI» y como «opinión desfavorable y generalizada sobre alguien o algo, generalmente infundada».

Definición

El creador del término, Julián Juderías, lo describe en 1914 en su libro La Leyenda Negra como:[1]

[...] el ambiente creado por los relatos fantásticos que acerca de nuestra patria han visto la luz pública en todos los países, las descripciones grotescas que se han hecho siempre del carácter de los españoles como individuos y colectividad, la negación o por lo menos la ignorancia sistemática de cuanto es favorable y hermoso en las diversas manifestaciones de la cultura y del arte, las acusaciones que en todo tiempo se han lanzado sobre España [...]
Julián Juderías[1]

La segunda obra clásica del tema es Historia de la Leyenda Negra hispanoamericana[2]​ de Rómulo D. Carbia. Si Juderías hizo más hincapié en la vertiente europea de la leyenda, el argentino Carbia se centra en su vertiente americana. Así, para Carbia, dando una definición más extensa del concepto:

[...] abarca la Leyenda en su más cabal amplitud, es decir, en sus formas típicas de juicios sobre la crueldad, el obscurantismo y la tiranía política. A la crueldad se le ha querido ver en los procedimientos de que se echara mano para implantar la Fe en América o defenderla en Flandes; al obscurantismo, en la presunta obstrucción opuesta por España a todo progreso espiritual y a cualquiera actividad de la inteligencia; y a la tiranía, en las restricciones con que se habría ahogado la vida libre de los españoles nacidos en el Nuevo Mundo y a quienes parecería que se hubiese querido esclavizar sine die.
Rómulo D. Carbia[2]

Después de Juderías y Carbia muchos otros autores han definido y empleado el concepto.

En 1944, el American Council of Education, preocupado con el sesgo antihispano del sistema y el material educativo en EE. UU., definió el concepto en un largo informe como:

The "Black Legend" is a term long used by Spanish writers to denote the ancient body of propaganda against the Iberian peoples which began [sic] in sixteenth century England and has since been a handy weapon for the rivals of Spain and Portugal in the religious, maritime, and colonial wars of those four centuries.
«La leyenda negra» es un término empleado por los escritores españoles para denominar al antiguo cuerpo de propaganda contra las gentes de la Península Ibérica que comenzó en la Inglaterra en el siglo XVI y ha sido desde entonces una conveniente arma para los enemigos de España y Portugal en las guerras religiosas, marítimas y coloniales de esos cuatro siglos.
American Council of Education[3]

Philp Wayne Powell en su libro Tree of Hate (1971) define la Leyenda negra básicamente como la creencia de que:[4]

The basic premise of the Black Legend is that Spaniards have shown themselves, historically, to be uniquely cruel, bigoted, tyrannical, obscurantists, lazy, fanatical, greedy, and treacherous; that is, that they differ so much from other peoples in these traits that Spaniards and Spanish history must be viewed and understood in terms not ordinarily used in describing and interpreting other people.
La premisa básica de la Leyenda Negra es que los españoles se han mostrado históricamente como excepcionalmente crueles, intolerantes, tiránicos, oscurantistas, vagos, fanáticos, avariciosos y traidores; es decir, que se diferencian de tal modo de los demás pueblos en estas características que los españoles y la historia de España deben ser vistos y comprendidos en términos que no son empleados habitualmente para describir e interpretar a otros pueblos.
Philp Wayne Powell[5]

Un autor más reciente, Manuel Fernández Álvarez, ha definido la Leyenda negra como:

Cuidadosa distorsión de la historia de un pueblo, realizada por sus enemigos, para mejor combatirle. Y una distorsión lo más monstruosa posible, a fin de lograr el objetivo marcado: la descalificación moral de ese pueblo, cuya supremacía hay que combatir por todos los medios.
Manuel Fernández Álvarez[6]

Existe también un paralelo entre la Leyenda negra y el antiamericanismo que el historiador William S. Maltby expresa de la siguiente manera:

In more ways than one, the position of the United States in the twentieth century approximates that of Spain in the sixteenth. Wielding enormous power in the defense of an essentially conservative ideal, it finds itself object of hatred and jealousy to friends and foes alike. No one who reads the newspaper can doubt that a new Black Legend is being assembled by the nations of the world, or that America is the intended victim. Like Spain, it has indulged its passion for self-criticism to the fullest; and in the end, its fate may be the same.
En más de un aspecto, la posición de los Estados Unidos en el siglo XX se asemeja a la de España en el siglo XVI. Blandiendo un poderío enorme en defensa de un ideal esencialmente conservador, se encuentra como blanco del odio y de los celos de amigos como de enemigos. Nadie que lea los periódicos podrá dudar que las naciones del mundo están compilando una nueva Leyenda Negra, ni de que los Estados Unidos han disfrutado de un poderío mundial; como España, se han permitido llevar la autocrítica hasta el extremo; y, a la postre, su destino puede ser el mismo.
William S. Maltby[7][8]

Interpretaciones críticas y la llamada leyenda blanca

En años recientes se ha formado un grupo de historiadores, entre los que se encuentra Alfredo Alvar, Ricardo García Carcel, Lourdes Mateo Bretos y Carmen Iglesias, que no creen en la existencia objetiva de la leyenda, sino que consideran que la Leyenda negra no es más que la percepción que tienen los españoles sobre su imagen en el extranjero. Carmen Iglesias lo expresa de la siguiente forma:

La «leyenda negra» es por así decir, la imagen exterior de España tal como España la percibe [...] La leyenda negra consiste, por tanto, en los rasgos negativos —que son objetivamente los más repetidos— que la conciencia española descubre en la imagen de ella misma.
Carmen Iglesias[9]

García Cárcel incluso niega directamente la existencia de la Leyenda negra en su libro La leyenda negra:

Ni leyenda, en tanto en cuanto el conjunto de opiniones negativas de España tuvieran no pocos fundamentos históricos, ni negra, dado que el tono nunca fue constante ni uniforme. Abundan los grises, pero la coloración de estas opiniones estuvo siempre determinada por los colores contrapuestos de lo que aquí hemos llamado leyenda rosa.
Garia Carcel & Mateo Bretos[7]

En opinión del historiador e hispanista Henry Kamen, el concepto de «Leyenda negra» dejó de existir en el mundo anglosajón hace ya muchos años, aunque se mantiene por cuestiones políticas internas españolas.[10]​ La posición de Kamen y su libro Imperio han sido fuertemente criticados por Arturo Pérez-Reverte y José Antonio Vaca de Osma.[9][11]

Varios historiadores e investigadores relacionan la Leyenda negra antiespañola y anticatólica, con su contracara la Leyenda blanca o rosa, propagandista de las conquistas e invasiones de la España católica. Hendrik Henrichs explica este punto de vista en la Revista de Occidente del siguiente modo:

Las naciones poderosas tienden a forjarse una imagen de sí mismas que, en la mayoría de los casos, se fundamenta sobre un mito de origen y una misión en el mundo. La propagación de esta imagen propia suscita a menudo imágenes contrarias en los adversarios de dichas naciones poderosas. En ese intercambio de imágenes internas y externas relacionadas con la identidad y la importancia internacional de una nación determinada se van acuñando frases lapidarias que quedan grabadas en la memoria internacional [...] España, la primera potencia europea en hacerse con un imperio mundial, constituye asimismo el primer ejemplo de esa tensión entre imagen propia e imagen contrapuesta internacional en la historia moderna. Simplificando, se podría decir que la imagen que tenía España de sí misma coincidió durante mucho tiempo con la llamada Leyenda Blanca. La imagen contraria aducida por los adversarios de España se conoce como Leyenda Negra. Si bien estos términos datan de finales del siglo XIX y principios del XX, el conjunto de imágenes propias y contrapuestas al que representan es más antiguo.
Hendrik Henrichs[12]

El escritor argentino Ernesto Sábato en su artículo «Ni leyenda negra ni leyenda blanca», publicado en el periódico El País en 1991, ante la proximidad del 500º aniversario del descubrimiento de América, propone una superación del «falso dilema» entre ambas leyendas, para presentar un enfoque que, «sin negar y dejar de lamentar "las atrocidades perpetradas por los sojuzgadores"», al mismo tiempo sea capaz de asumir la cultura, la lengua castellana y el mestizaje, que esa empresa conformó en América.[13]

Historia

El origen italiano

El historiador Sverker Arnoldsson de la universidad de Gotemburgo, en su libro La leyenda negra. Estudios sobre sus orígenes,[14]​ coloca el origen de la Leyenda negra en la Italia medieval, al contrario que otros autores anteriores que lo colocan en el siglo XVI.[15]​ Arnoldsson se basa en los estudios de Benedetto Croce y Arturo Farinelli para afirmar que la Italia de los siglos XIV, XV y XVI era eminentemente hostil a España. De hecho Arnoldsson divide la Leyenda negra en Italia en dos partes: la más antigua (de comienzos del siglo XIV), anticatalana o antiaragonesa, y otra más moderna que se forma a partir de 1500, y que ha permanecido posteriormente.

Las teorías de Arnoldsson han sido puestas en duda por diversos historiadores.[16]​ En general, se basan en los siguientes argumentos:

  1. Que los primeros escritos contra los españoles se hayan escrito en Italia, no es óbice para poner allí el origen de la Leyenda negra: es una reacción normal en cualquier sociedad que se ve dominada por poderes extranjeros.
  2. La Leyenda negra implica una cierta tradición, lo que no se puede afirmar del caso italiano que se basaba exclusivamente en una reacción a la presencia reciente de tropas españolas.
  3. Desde finales del siglo XV y principios del XVI, existían también muchos que admiraban España y sobre todo a Fernando el Católico.

El sentimiento anticatalán

En su primera forma, anticatalana o antiaragonesa, la Leyenda negra comienza con la influencia política de la Corona de Aragón en determinados territorios de Italia en el siglo XIII. La presencia de príncipes, cortesanos, soldados y mercenarios (e incluso piratas) aragoneses en Italia condujo a una reacción de la sociedad local, sobre todo de las élites que se consideraban herederos de la Antigüedad romana. Los hidalgos españoles comienzan a tener fama de «rudos, ignorantes, sin intereses intelectuales» y ridículamente ceremoniosos. La expansión aragonesa en el sur de Italia también coincide con el auge del comercio en Barcelona y Valencia, competidoras para las ciudades italianas del norte a partir del 1300, sobre todo en los mercados mediterráneos occidentales. La reacción de nuevo será la extensión de una imagen de avaricia y astucia infame de los comerciantes catalanes. Un tercer punto en la percepción de la Corona de Aragón, y por extensión de la Península Ibérica, de los italianos es la de inmoralidad y de desmesurada sensualidad que creen ver en las cortes papales de Calixto III y su sobrino Alejandro VI, ambos de origen valenciano, la corte aragonesa de Nápoles y sobre todo de las cortesanas valencianas, que eran muy conocidas en Italia. Finalmente, los elementos no europeos, sobre todo la influencia judía e islámica, eran vistos con desconfianza. Los judíos expulsados en 1492 llegaron en grandes cantidades a las ciudades italianas, con lo que se llegó a confundir «marrano» con «español», hasta el punto de que el papa Julio II llamaba «marrano circonciso» a su predecesor Alejandro VI. La enemistad entre españoles e italianos llegó al punto de que en 1503, tras la muerte de Calixto III, hubo una persecución violenta contra los detestados nepotes catalanes, que tuvo como resultado algunos muertos.[14]

Aunque la leyenda negra anticatalana tuvo su origen en Italia, se extendió al Mediterráneo oriental con las expediciones de los almogávares, que influyeron decisivamente en el temor y rechazo que adquirieron en dicha zona, que hicieron famosa la imprecación o insulto «¡venganza catalana te alcance[17]

El sentimiento anticastellano

Hasta el 1500 los catalanes representaban a ojos de los italianos tanto a catalanes, como aragoneses, valencianos, castellanos o portugueses, en fin, a los españoles. Esta situación cambió a partir de 1500, momento en el que Castilla comenzó a tener la preeminencia política, económica y militar sobre los demás reinos de la Península Ibérica. Durante el siglo XVI, las intervenciones militares de tropas españolas en Italia se generalizarán, no sólo con el consiguiente rastro de destrucción y muerte que llevan las guerras, sino también con infinidad de conflictos menores causados por soldados acuartelados que no recibían sus soldadas a tiempo. Serán importantes en la formación de la opinión italiana el saqueo de Prato de 1512, en la que se calculan entre 500 y 5600 muertos según las fuentes, y sobre todo el saqueo de Roma de 1527, a pesar de que también participaran tropas alemanas e italianas. La imagen del español cruel, astuto y rapaz se fue extendiendo. En 1559 Marcantonio da Mula comenta,

[...] è dubbio se questa brava gente abbia dato piu utile o più danno ai suoi signori da parecchi anni in quà: perchè, si come sono stati causa di donarli delle vittorie, così hanno fatto perder loro di molti cuori e volontà de' popoli col maltrattarli, e il cuore de'sudditi è la maggior fortalezza che habbia il principe.
[...] es dudoso si esta brava gente ha sido más útil o más dañina a sus señores desde hace unos años, porque, así como han sido la causa de darles victorias, también han hecho perder muchos corazones y voluntades del pueblo con maltratarlo, y el corazón de los súbditos es la mayor fortaleza que tiene el príncipe.
Marcantonio da Mula[14][18]

También el gobierno en Nápoles y otras dependencias de la Corona Española eran causa de animadversión en la población. Así, por ejemplo, a pesar de que los impuestos no eran excesivos se producían muchas quejas.[14]​ La Inquisición levantó muchas protestas contra el gobierno, hasta el punto de que el descontento sobre los familiares contribuyó en gran medida a los motines de 1511 y 1516 en Sicilia. En Nápoles, el simple rumor de la sustitución de la inquisición episcopal por la Inquisición española produjo un motín muy violento en 1547. El miedo, que en Nápoles llevó al asalto del cuartel de soldados españoles y a degollar a muchos, era causado en parte por sentimientos nacionalistas, ya que se veía con razón a la Inquisición como un instrumento político del rey. Finalmente, incluso la justicia española, que era «excesivamente» imparcial, se ganó la enemistad de la aristocracia y las clases privilegiadas.[14]

En el plano cultural, los italianos eran conscientes de su superioridad frente a los españoles, reduciendo la cultura española a las novelas caballerescas, que los intelectuales atacaban desde el plano moral, intelectual y estético.[19]​ La influencia española en Italia en los siglos XV y XVI fue enorme, hasta el punto de que aprender y escribir castellano estaba de moda y las novelas de caballerescas Tirante el Blanco y Amadís de Gaula eran lo más leído tanto en Italia como en España. Esta consciencia era más dolorosa cuanto que les era evidente la superioridad de las armas españolas.[14]

El origen alemán

Arnoldsson ha dado un segundo origen de la Leyenda negra en Alemania.[14]​ El humanismo alemán fue muy nacionalista y se creó más bien en oposición al humanismo italiano, ensalzando a los antepasados germánicos frente al enemigo romano. Sin embargo, tanto en Ulrico de Hutten como en Martín Lutero, los dos autores más influyentes de comienzos del siglo XVI, se confunde lo italiano con das Welsche, es decir, el mundo latino o lo romance, en el que se incluye Francia, Portugal y España, con el matiz de «falso, inmoral, extranjero en oposición a lo nacional».[14]

Lutero sintió una evidente enemistad por España, a pesar de que el país todavía no era la potencia militar y cultural que llegaría a ser más tarde, y su pensamiento tuvo una influencia posterior indudable. Para Lutero, los españoles eran ladrones, falsos, orgullosos y lujuriosos. Esta desconfianza puede tener varios orígenes, de entre los que Arnoldsson destaca:[14]

  • la identificación de Italia, España y el papismo, con lo que lo españoles quedaron caracterizados como crueles, rapaces, inmorales y falsos;
  • su antisemitismo, ya que consideraba a los españoles descendientes de los judíos, «sunt plerunque Marani, Mamalucken»;
  • su temor a una invasión española y turca, pueblos que consideraba próximos,
Ideo prophetatum est Hispanos velle subigere Germaniam aut per se aut per alios, scilicet Turcam [...] Et ita Germania vexabitur et viribus ac bonis suis exhausta Hispanico regno subiugabitur. Eo tendit Sathan, quod Germaniam liberam perturbare tentat.
Lutero[20]

Sin embargo, no sería hasta la Guerra de Esmalcalda que estas opiniones se generalizaron entre el pueblo germano. La propaganda de guerra de la Liga de Esmalcalda era muy nacionalista e identificaba a su enemigo, el emperador Carlos V, con los extranjeros, con Roma, el Catolicismo, el papa y España, a pesar de que entre los partidarios de Carlos V también había alemanes y protestantes: no querían ser «gobernados por españoles».[14]​ Comienza la imagen del rey de España como adalid del Catolicismo, en parte promovida por la propia corona.[21]​ Pero sobre todo contribuyeron a ese odio las tropelías de las tropas de Carlos V, compuestas por españoles, italianos y alemanes.[14]

En 1566 se publicaron las conversaciones de Lutero, en las que daba su conocida opinión sobre los españoles.[14]​ Un año después, en 1567 se publicó en Heidelberg el Sanctae Inquisitionis Hispanicae Artes (Exposición de algunas mañas de la Santa Inquisición Española) bajo el seudónimo Reginaldus Gonzalvus Montanus. Parece que Gonzalvus era un seudónimo de Antonio del Corro, un teólogo protestante español exiliado en los Países Bajos, que sólo pretendía informar a Felipe II y al pueblo español de los peligros de la Inquisición española, dominada por los dominicos. El libro fue un éxito inmediato, entre 1568 y 1570 hubo dos ediciones en inglés, una en francés, tres en holandés, cuatro en alemán y una en húngaro y continuó publicándose y citándose hasta el siglo XIX. El libro fue una magnífica arma contra los católicos y españoles en manos de los protestantes, ya que mostraba las acciones de la Inquisición española, y por extensión del Catolicismo y de España, como una violación de la ley natural, presentando algunas de las prácticas más extremas de la Inquisición como la regla y a todo acusado como inocente.[21]

Hacia finales del siglo XVI se introduce en la Leyenda negra un cierto tinte racista bajo la influencia de panfletos franceses y neerlandeses: la importante proporción de judíos y moros, el tinte moreno y la estatura serán anatemizados por los intelectuales alemanes.

[...] Spaniern [...], die essen gern weiss Brot vnd küssen gern weisse Meidlein, vnd sind sie stiffelbraun vnd Pechschwartz wie König Balthasar mit seinem Affen.
Los españoles comen pan blanco y besan mujeres rubias con mucho gusto, y son tan negros como el rey Baltasar y su mono.
Johann Fischer, Geschichtklitterung (1575)[22]

El origen judío

El historiador Philip Wayne Powell añade un tercer origen entre los judíos expulsados de España. Powell coloca el comienzo de la crítica de las poblaciones judías contra España en 1480, con la creación de la Inquisición Española que se dirigía principalmente contra criptojudíos y falsos conversos, pero es a partir de la expulsión de 1492 que se generalizó esta opinión. A pesar de que habían sido expulsados anteriormente de casi todos los países europeos, en ningún otro habían tenido durante la Edad Media tanto arraigo, llegando a vivir lo que se ha llamado una Edad de Oro, dando una relevancia especial a esta expulsión.[4]

Estudios de Kaplan, Yerushalmi, Mechoulan y Jaime Contreras muestran que muchos intelectuales judíos expulsados colaboraron en la extensión de la imagen negativa de España. La comunidad sefardí más importante estaba en Ámsterdam, en los Países Bajos, con dos sinagogas. Su actividad, «poco affectos al servicio de Su Majestat», llegó a provocar la protesta de los embajadores españoles ante el Archiduque en Bruselas. Especialmente odiada era la Inquisición, considerada la «cuarta bestia de la que habla el profeta Daniel», justificación desnaturalizada, cúmulo de maldades, que había corrompido la sociedad. La crítica se extendió a Flandes y Venecia, donde también se habían asentado sefardíes. Así, las comunidades daban publicidad a las ejecuciones de la Inquisición, como la ocurrida en 1655 en Córdoba.[7]

Los sefardíes se mostraron agradecidos con su nueva patria durante la guerra de independencia: así como España era «tierra de idolatría» y de esclavitud, como la de Egipto, cuyos gobernantes sufren la maldición de Yaveh; Holanda en cambio es la tierra de la libertad, sobre la que el Dios de Israel hará caer todas las bendiciones, tal como escribieron Daniel Levi de Barrios o Menasseh ben Israel (anteriormente llamado Manoel Soeiro).[7]​ También emplearon su poder dentro de la industria editorial, tanto para apoyar a los holandeses en su lucha, como para extender la crítica hacia España.[4]

Críticos españoles

La Brevíssima relación

Tras el descubrimiento de América en 1492, surgió en la Corona de Castilla un debate sobre la forma en que debían ser tratadas las poblaciones indígenas. Inicialmente se había introducido el sistema de las encomiendas, muy similar al que se había dado a las poblaciones moriscas de Granada y también a la mita, que habían empleado los incas en época precolonial. El sistema no dejaba de ser polémico por la crueldad con la que eran tratados los indios.[8]​ Contra la situación protestaron muchos religiosos e intelectuales, entre ellos Antonio de Montesinos, Tomás Ortiz, Vicente Valverde, Luis de Morales, Francisco de Benavides, Martín de Calatayud, Bartolomé de la Peña, Juan Fernández Angulo, Domingo de Santo Tomás, Cristobal Molina y Luis de Morales.[7]​ Este esfuerzo continuo fructificó con la promulgación por Carlos I de España de las Leyes Nuevas en 1542, que prohibían nuevas encomiendas y ordenaban que las existentes pasasen a la corona tras la muerte de los encomenderos. Aunque con un éxito relativo, la medida no consiguió acallar el litigio.[8]

Dentro de este ambiente de controversia, destacó sin duda Bartolomé de las Casas y su Brevissima relación de la destrucción de las Indias.

Notas

  1. a b Juderías, Julián (2003; primera edición de 1914). La Leyenda Negra. Salamanca: Junta de Castilla y León. ISBN 84-9718-225-1. 
  2. a b Carbia, Rómulo D. (2004; primera edición 1943). Historia de la leyenda negra hispano-americana. Madrid: Marcial Pons Historia. ISBN 84-95379-89-9. 
  3. Citado de Tree of Hate de Philp Wayne Powell, pág. 134.
  4. a b c Powell, Philp Wayne (1985, primera edición de 1971). Tree of Hate. Valecito, California: Ross House Books. ISBN 465-08750-7. 
  5. Original en Powell 1985, pág. 11.
  6. Citado de La Leyenda Negra (1997) de Alfredo Alvar; pág. 5
  7. a b c d e García Cárcel, Ricardo; Lourdes Mateo Bretos (1990). La leyenda negra. Madrd: Altamira. ISBN 84-7969-013-5. 
  8. a b c Maltby, William S. (1971). The Black Legend in England. The development of anti-Spanish sentiment, 1558-1660 (en inglés). Duke Historical Publications. p. 180. ISBN 0-8223-0250-0. 
  9. a b Vaca de Osma, José Antonio (2004). El Imperio y la leyenda negra. Madrid: Rialp. ISBN 84-321-3499-6. 
  10. «Henry Kamen». El Mundo. 21 de agosto de 2001. 
  11. Arturo Pérez-Reverte (4 de septiembre de 2005). «La Historia, la sangría y el jabugo». XLSemanal. 
  12. Hendrik Henrichs (septiembre de 2006). «Un holandés «distinto»: Johan Brouwer y la historia de España». Revista de Occidente (304). 
  13. Ernesto Sábato (2 de enero de 1991). «Ni leyenda negra ni leyenda blanca». El País (304). 
  14. a b c d e f g h i j k l Arnoldsson, Sverker (1960). La Leyenda Negra. Estudios sobre sus orígenes. Gotemburgo: Göteborgs Universitets Årsskrift. 
  15. Arnoldsson menciona a Juderías, a Carbia, a Escobar López, a Manuel Cardenal y a Juan Fernández Amador de los Ríos como autores que colocan el inicio en el siglo XVI
  16. Alvar, Alfredo (1997). La leyenda negra. Madrid: Akal. ISBN 84-460-0797-5. 
  17. Arroyo, F. (8 de octubre de 2005). «El precio de la 'venganza catalana'». El País. 
  18. Traducción propia del original italiano. Texto completo en línea de Relazione di Filippo II Re di Spagna letta in Senato da Marcantonio da Mula il 23 settembre 1559 en la Biblioteca Italiana.
  19. Arnoldsson compara este desprecio con la actitud hacia las películas de Hollywood en algunos círculos europeos
  20. Lutero: op. cit., Tischr., III, pág. 382, N° 3533 a (14—31 de enero de 1537); V, pág. 284, N° 5635 a (12 de mayo de 1544): op. cit., en: Arnoldsson, Sverker (1960). La Leyenda Negra. Estudios sobre sus orígenes..
  21. a b Kamen, Henry (1999, edición revisada; primera edición 1965). The Spanish Inquisition: A Historical Revision. New Haven & Londres: Yale University Press. ISBN 0-300-07880-3. 
  22. Hauffen: op.cit., en: Euphorion, IX, pág. 650, nota2: op. cit., en: Arnoldsson, Sverker (1960). La Leyenda Negra. Estudios sobre sus orígenes.

Temas relacionados

Bibliografía

Enlaces externos