Diferencia entre revisiones de «Historia del Perú entre 1821 y 1842»

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El 14 de diciembre de 1824, el general Sucre ingresó al Cusco. Francisco de Paula Otero, primero y Lara, después, tomaron [[Arequipa]]. El 11 de enero de [[1826]], recién el general Rodil capituló en el Callao, entregando el Castillo al gobierno peruano. De 6 mil refugiados, entre militares y civiles, salieron después de la rendición, 2,400. Fueron los únicos sobrevivientes de una acción desesperada por conservar el colonialismo. De ese grupo, sólo 400 eran militares. El general José Ramón Rodil, el último paladín de los realistas, se embarcó hacia España en la fragata inglesa “Briton”.
El 14 de diciembre de 1824, el general Sucre ingresó al Cusco. Francisco de Paula Otero, primero y Lara, después, tomaron [[Arequipa]]. El 11 de enero de [[1826]], recién el general Rodil capituló en el Callao, entregando el Castillo al gobierno peruano. De 6 mil refugiados, entre militares y civiles, salieron después de la rendición, 2,400. Fueron los únicos sobrevivientes de una acción desesperada por conservar el colonialismo. De ese grupo, sólo 400 eran militares. El general José Ramón Rodil, el último paladín de los realistas, se embarcó hacia España en la fragata inglesa “Briton”.


=== Consecuencias de la capitulación ===



pornografia''=== Consecuencias de la capitulación ===
Las consecuencias de la Capitulación de Ayacucho, fueron varias; pero las más saltantes, son:
Las consecuencias de la Capitulación de Ayacucho, fueron varias; pero las más saltantes, son:


:* 1º La Independencia del Perú y de toda América, y otras pono
:* 1º La Independencia del Perú y de toda América.

:* 2º Desaparición del Ejército realista, que permanecía como una poderosa cuña, apuntando y amenazando la reciente y precaria independencia de los países americanos que lo hicieron antes de 1821.
:* 2º Desaparición del Ejército realista, que permanecía como una poderosa cuña, apuntando y amenazando la reciente y precaria independencia de los países americanos que lo hicieron antes de 1821.
:* 3º España, finalmente a pesar de haber sido derrotada, logró hacer que se le reconozca “gastos de guerra”.
:* 3º España, finalmente a pesar de haber sido derrotada, logró hacer que se le reconozca “gastos de guerra”.

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El inicial operativo del general José de San Martín estaba demostrando en la práctica que el plan para liberar el bastión del colonialismo estaba bien concebido. Los españoles no tenían una escuadra bien equipada, por lo que una expedición patriota por el Mar de Grau había mostrado eficiencia y causado temor a los realistas. Lord Thomas Cochrane había limpiado la ruta y San Martín se preparaba para llegar al Perú.

San Martín organizó en Chile, la expedición para liberar al Perú, el objetivo central y la principal preocupación de todos los patriotas de América del Sur. Para atraer a la aristocracia, sobre todo limeña y trujillana, en los escritos que les enviaba con Lord Cochrane, les ofreció establecer un reino en el Perú, cuyo trono sería ocupado por un miembro de la realeza española, sin cambiar las estructuras sociales incluso manteniendo al mismo ejército realista. Dicha opinión no la cambió nunca, porque estaba convencido de su aplicabilidad.

Los recursos económicos de la Expedición Libertadora del Sur para trasladarse de Chile a Perú fue costeada principalmente por comerciantes de Valparaíso, a quienes se les ofreció, como recompensa, el envío de sus mercancías al Callao, sin recargo aduanero, una vez producida la independencia del Perú; cosa que se cumplió a cabalidad.

La expedición libertadora del Sur

El 21 de agosto de 1820, se embarcó el Ejército Unido. Salió de Valparaíso con seis navíos. Contaba con un ejército de 4.118 efectivos, de los cuales el 50% fueron negros libertos.

El 7 de septiembre el Ejército Unido estuvo frente a Paracas. Ocupó Pisco el 8 de septiembre. Tomado el puerto de Pisco, el general José de San Martín dirigió una proclama para que sus tropas no cayeran en abusos, con líneas principistas, como las siguientes: “La ferocidad y la violencia son que no conocen los soldados de la libertad; y si contra todas mis esperanzas, alguno de los nuestros olvidase sus deberes, declaro desde ahora que será inexorablemente castigado conforme a los artículos siguientes:

  • 1º Todo el que robe o tome por violencia de dos reales por arriba, será pasado por las armas, previo proceso verbal que está observado en el ejército.
  • 2º Todo el que derrame una gota de sangre fuera del campo de batalla, será castigado con la pena del Talión.
  • 3º Todo insulto contra los habitantes del país, sean europeos o americanos, será castigado hasta con la pena de la vida, según la gravedad de las circunstancias.
  • 4º Todo exceso que ataque la moral pública o las costumbres del país, será castigado en los mismos términos que previene el artículo anterior”.

Posteriormente a la proclama reseñada, un destacamento del ejército libertador, tomó posesión de la ciudad de Chincha, al norte del puerto de Pisco.

Las conferencias de Miraflores

El virrey Joaquín de la Pezuela, teniente general (que había jurado cumplir la Constitución liberal de 1812, por orden de Fernando VII, que también había sido obligado a jurarla) envió una carta al general José de San Martín ofreciéndole entrar en negociaciones, el 14 de septiembre de 1820. A día siguiente, San Martín aceptó negociar. A partir del 25 de septiembre, los comisionados de ambos bandos iniciaron las tratativas en Miraflores, Lima.

El día 26 de septiembre, a las cinco de la tarde y como paso y medida previa indispensable para el mejor y mayor resultado de cualquier negociación, se firma en Miraflores un armisticio. Las principales cláusulas del armisticio, son:

  • El ejército patriota permanecerá en el valle de Pisco y el realista en el de Cañete. Si no llegara a un acuerdo, las hostilidades no podrán renovarse hasta después de 24 horas de la notificación; las presas hechas por ambas partes en el plazo de los ocho días del armisticio, deberán ser devueltas, las propiedades tomadas por el ejército libertador, serán conservadas y respetadas íntegramente hasta el resultado de las negociaciones. Tanto el General San Martín como Pezuela, pondrán al tanto de esto, a sus fuerzas. Pezuela ratificó el armisticio a las ocho de la noche.

Luego, se da inicio a las Conferencias, con un intercambio de comunicaciones y respuestas entre los comisionados de Pezuela y los de San Martín firmadas, todas, en el pueblo de Miraflores. La primera de ellas del 26 de septiembre, invita a los patriotas a adoptar y a jurar la Constitución de la monarquía española. Los comisionados patriotas, responden al día siguiente que San Martín aceptó entrar en negociaciones siempre “que no contradijese, a los principios establecidos por los gobiernos libres de América, como regla invariable”. Además, continúan, el dicho General entendió, “que la cuestión que debía ventilarse no era si el Estado de Chile y el Ejército de su mando cambiarían su solemne juramento para reconocer al soberano constitucional de España, en los momentos de abrir con todas las probabilidades del triunfo una campaña en auxilio de los pueblos del Perú, cuya opinión es conocida, sino si el Excmo. Señor Virrey, mediante a haber prevalecido en la Península las ideas liberales, estaba autorizado para poner término a la guerra en esta parte de América, dando por base a su negociación el establecimiento de la Independencia Política del Perú, como el medio más seguro y oportuno de conciliar los intereses bien entendidos de españoles y americanos”.

A esto, contestan los españoles, el mismo día, manifestando su sentimiento por tal respuesta y expresando que la “Constitución española es un don divino, es un ramo de oliva enviado del cielo, para enjugar sus lágrimas” a la América en esta calamitosa época. Pero como su intención es poner de su parte todo lo que es posible para dar una solución pacífica al conflicto, proponen los siguientes artículos:

  • El ejército libertador, regresará a Chile.
  • Se suspenden todas las empresas marítimas y se recogen todas las patentes de corso.
  • Chile conservará su actual situación política con la condición de enviar sus diputados ante S.M. para que éste solucione la situación.
  • Hasta conocerse el resultado de la intervención soberana, ninguno de los beligerantes podrá armarse más de lo que está.
  • Los buques de Su Majestad, seguirán viniendo por caudales y frutos como es de costumbre.
  • Se reanudará el comercio entre Chile y Lima.

Los patriotas en contestación, dirigen un oficio a los españoles el día 28 de septiembre de 1820, en el cual justifican su rechazo al juramento de la Constitución Española, como base de negociaciones:

  • 1º No concede perfecta igualdad de derechos y representaciones a españoles y americanos.
  • 2º La constitución española no es obligatoria para la América, pues no concurrieron a su formación el número de sus correspondientes representantes.
  • 3º Invita el Monarca español a los americanos a una sincera reconciliación concediéndoles tan sólo una quinta parte de suplentes en la representación actual de cortes entre tanto acudan los legítimos representantes, sobre los mismos principios constitucionales que arrancaron quejas amargas a los pueblos independientes, y pudiendo promulgarse en este intervalo, multitud de leyes contrarias a sus intereses.

Y a continuación proponen a su vez 16 artículos. En ellos repiten los presentados por los españoles con algunas variaciones, por ejemplo, los buques de guerra que vengan de España por caudales u otras cosas, no podrán ser utilizados en las hostilidades, sino después de un año de reiniciadas éstas. Proponen por su parte, que las tropas realistas del Río de la Plata se replieguen a la margen izquierda del Desagüadero, y las de Chile, en Chiloé. Que una comisión conciliadora formada de dos patriotas, dos realistas, el comandante más antiguo de las fuerzas británicas en el Pacífico, y el de los Estados Unidos, arreglará cualquier diferencia que surja, así como la indemnización que merece el gobierno de Chile por los gastos de la expedición libertadora, y los perjuicios que hayan sufrido las propiedades por la ocupación libertadora. Que la libertad de imprenta no ocasionará un rompimiento. Que el Virrey no ayudará a las tropas de Quito, mientras Bolívar negocie con Morillo. Que las hostilidades no podrán reiniciarse hasta pasados tres meses de la notificación.

Los españoles después de pensarlo dos días, responden que no tiene fundamento la queja patriota contra la constitución española y pasan a establecer 14 artículos en contestación a los de los patriotas. En ellos insisten en que San Martín regrese con sus tropas a Chile, en que los buques que mande Su Majestad no entran en la prohibición de aumentar las fuerzas pues dichos buques se limitarán a defenderse. Hacen algunas modificaciones: la comisión conciliadora sólo estará formada por los comisionados españoles y patriotas. La libertad de imprenta se restringe: “si en Chile se permitiese imprimir o dejar correr cualquier escrito contra la casa reinante en las Españas, o que atacase sus derechos”, esto ocasionará un rompimiento. El plazo para reiniciar las hostilidades será de un año después de la notificación. Por su parte agregan los siguientes puntos: "durante esta tregua ni los buques chilenos podrán ostentar su bandera en los puertos de la monarquía española, ni los funcionarios usar uniforme en territorio de las Españas".

Por los dos últimos artículos del párrafo anterior, nos podemos dar cuenta que los españoles comenzaban ya a abandonar la posición condescendiente y amable de las primeras comunicaciones. Es que ya estaban convencidos de que los patriotas no cejarían en su resolución y comenzaban a temer el resultado de una campaña militar.

Al día siguiente, 1 de octubre, los diputados patriotas acusan recibo del documento anterior y avisan su regreso a Pisco, pues “habiendo llenado ya cuanto sus instrucciones les permitían”, debían dar cuenta de su labor a San Martín.

Y así terminaron en ese año las labores en el pueblo de Miraflores. El local en que se llevaron a cabo estas conferencias, no figura. Según el padre Vargas, debió ser la casa hacienda de Surquillo, hoy junto al teatro Marsano, más o menos, en el parque Miranda. Se piensa que siendo esta propiedad del convento de La Merced, no sería lugar muy propicio para dicha conferencia; en efecto, en las referencias que posteriormente se hacen a los ranchos que por esa época existieron, no se menciona a la dicha casa hacienda. Si en ella hubiese tenido lugar la conferencia, conservaría ese recuerdo para las generaciones venideras, que se habrían preocupado de hacerlo resaltar. En cambio, nos parece que pudo ser o bien en el Palacio de Cristal en la esquina de Progreso (hoy, calle Ernesto Diez Canseco) y San Ramón, o bien en la ya destruida finca de Carassa, que por ser de las más antiguas, según datos del año 1839, pudieron haber existido en el año 1820.

El resultado de estas negociaciones lo leeremos del oficio que San Martín dirigió a Pezuela el 4 de octubre de 1820:

Son las 6 de la tarde y esta mañana llegaron mis diputados por cuyo conducto quedo instruido de las proposiciones a que se han extendido los de V.E. Nunca esperé después de las protestas pacíficas en que abundaban las comunicaciones de V.E. que el resultado de las aperturas fuese tan diametralmente opuesto a mis más sinceros deseos, suficientemente manifestados por mis diputados. Pero ya que ha sido imposible conciliar las ideas de V.E. con las intenciones de América en general, con las del gobierno de Chile y las de las Provincias Unidas y con el honor del ejército que mando, me es sensible verme en la necesidad de librar al éxito de mis armas, el destino de los pueblos, cuya independencia he venido a proteger”.

El por qué de esta falta de conciliación, la encontramos en el manifiesto que San Martín hace al pueblo peruano, sobre el resultado de las negociaciones el 13 de octubre de 1820:

Las proposiciones del Virrey de Lima, han sido o totalmente inadmisibles o desnudas de una verdadera garantía”.

Este lenguaje serio y preciso del general argentino en su manifiesto, contrasta grandemente con el tono empleado por los diputados del virrey en su manifiesto aparecido en La Gaceta Extraordinaria del gobierno de Lima; no deberían los españoles andar tan seguros de la victoria cuando olvidando sus diplomáticos términos, estallan así al fracasar las negociaciones:

Rasgóse al fin el mal tendido velo de maldad e hipocresía con que traidoramente aún querían encubrirse los jurados enemigos del orden”. Ahí los patriotas pasan a ser “unos temerarios abrumados la mayor parte de delitos, proscritos de su país los unos, sin hogar otros, alucinados muchos, algunos comprometidos y todos sin patria”.

La causa del fracaso, la expresan así: “Tal vez no tienen país a que regresar, quizá Chile los despidió de su seno a la manera que se extraen las víboras emponzoñadas del que se las encontró en el suyo sin oprimirlas, para evitar su mortal picadura”, por lo tanto, “no prestan oído a otras proposiciones, nada oyen más que el eco de su desesperación”.

Pero si por ese año se acabaron las negociaciones en Miraflores, cuando más tarde en un segundo intento se reúnen los conferencistas en Punchauca, la insalubridad del clima, la distancia de dicho sitio a la Capital, hace recordar el pequeño pueblo acogedor que sirviera para este oficio un año antes y la Conferencia iniciada en Punchauca, finaliza en Miraflores.

El 8 de junio, los diputados del Virrey La Serna, Manuel del Llano, José María Galdiano, Manuel Abreu, con su secretario Francisco Moar y los diputados de San Martín, Tomás Guido, Juan García del Río, José Ignacio de La Rosa, con el secretario Fernando López Aldana, reinician la Conferencia de Punchauca interrumpida el último día de mayo.

Están sesionando desde el 8 de junio, pues el 20 continuarán las negociaciones a bordo de la fragata “Cleopatra”. En estos diez días los acuerdos interesantes que toman, son:

* La primera prórroga del armisticio de Punchauca, a fin de poder continuar las negociaciones, por el espacio de doce días, contados a partir de las siete y veinte de la noche del 12 de junio, fecha en que dicho documento de armisticio es ratificado por el Virrey La Serna y por el General San Martín (…).

La primeras Conferencias de Miraflores y sus efectos, duran hasta el día 4 de octubre, día que podría decirse, se inicia nuevamente la campaña militar del Ejército Libertador”. (Arístides Herrera Cuntti, “Apuntes históricos de una gran ciudad”, Municipalidad Distrital de Miraflores, Lima, 1983. pp. 95 – 103).

Inicio de la campaña militar

Campaña de Ica

Las acciones militares de La Expedición Libertadora del Sur, comienzan el día 4 de octubre, día límite de los efectos de las Conferencias de Miraflores. Ese día el general San Martín, envía 1.242 soldados al mando del general Álvarez de Arenales, a la sierra central del Perú para propiciar la independencia y para ganar adeptos entre sus habitantes. Arenales, se dirigió a la ciudad de Ica. Esta ciudad estaba guarnecida por 800 soldados realistas al mando del coronel Químper. En la madrugada del 6 de octubre, cuando estaba cerca de la ciudad de Ica, Arenales recibió a dos compañías del ejército de Químper que deseaban pasarse al lado patriota. También se enteró que Químper había fugado con el resto de su ejército, hacia el oriente.

El día 10 de octubre, el Cabildo abierto de Guayaquil (actual Ecuador) proclamó su independencia, declarándose integrante del Perú.

San Juan y Acarí

El 15 de octubre de 1820 un agrupamiento de soldados patriotas comandados por el teniente coronel Rojas, que había sido comisionado para perseguir a Químper, llegó a Nasca con 80 jinetes y 80 infantes. Esta unidad sorprendió a Químper en la hacienda San Juan, al sur de Nasca. La contienda fue corta pero encarnizada. Químper aprovechó la confusión para escapar pero se produjo el desbande total de las tropas realistas. En la batalla de San Juan, hubo 40 muertos realistas, buen número de heridos y 36 prisioneros.

El 16 de octubre de 1820, el patriota teniente Suárez, encomendado por el teniente coronel Rojas, se apoderó de un convoy realista en Acarí (región Arequipa); este convoy llevaba armas, municiones, ropas y alimentos. Finalmente Suárez se reunió con Rojas y ambos regresaron a Ica el 19 de octubre, habiendo limpiado el camino para que continuara la expedición de Arenales. El 21 de octubre de 1820, se juró la independencia en Ica.

Un circuito militar importante

Álvarez de Alvarado, siguió camino a la sierra. El día 31 de octubre entró en Huamanga (región Ayacucho), luego a Huancayo (región Junín) el 20 de noviembre de 1820 y a Jauja, el 21 de noviembre. El 22 de noviembre, desde Jauja envió al coronel Rojas, con el Batallón Nº 2 y 50 jinetes a Tarma, en persecución de los fugados de Jauja.

El 23 de noviembre, entra el coronel Rojas a Tarma, produciéndose el desbande realista. La avanzada patriota hizo gran cantidad de prisioneros, apoderándose además de 6 piezas de artillería, 50 mil cartuchos, y 500 fusiles. Luego de lo anterior las tropas de Rojas retornaron a Tarma el 25 de noviembre. En este último lugar se juró la independencia el 29 de noviembre de 1820, aboliéndose el tributo indio que existía.

Álvarez de Arenales continuó camino a Cerro de Pasco (región Pasco), porque su misión consistía en tomar esa plaza fuerte y conectarse, por Oyón, con el grueso del ejército libertador, que estaba acantonado en el valle de Chancay, cosa que realizó el 8 de octubre de 1821. De ahí fueron a Huaura, llegando el 13 de enero de 1821.


La Batalla de Cerro de Pasco

Las tropas patriotas de Álvarez de Alvarado, el 6 de diciembre de 1820, se enfrentaron a las tropas realistas, comandadas por el general O´Reilly, que contaba con 1.300 efectivos, en Cerro de Pasco. Fue una total victoria patriota. La división realista de O´Reilly tuvo 58 muertos y 18 heridos durante la batalla. “La acción se resolvió a favor de los patriotas, y en la persecución que éstos emprendieron, seguidamente, capturaron 380 prisioneros, la bandera del “Victoria”, los estandartes de caballería, el armamento y cuanto tuvieron que perder”, según la expresión empleada por Arenales en el parte que elevó al general José de San Martín. Los prisioneros aumentaron en los días subsiguientes, obteniéndose la captura del mismo general O´Reilly, que poco después, fue remitido a Huaura como prisionero de calidad. Una vez que los patriotas se apoderaron de Cerro de Pasco, tuvieron expeditas sus comunicaciones con el Cuartel General del Ejército Libertador, habiéndose obtenido en esta primera campaña, la más completa victoria.


El norte: centro estratégico

El 30 de octubre de 1820, San Martín arribó a Ancón, y en acción concertada, el 5 de noviembre de ese mismo año, en una incursión sorpresiva del almirante Cochrane al Callao, se capturó a la fragata “Esmeralda”, con lo que se dio el golpe de gracia a la escuadra española.

El 10 de noviembre, San Martín ingresó a Huacho. El 2 de diciembre, el batallón realista Numancia se sublevo y adhirió a las fuerzas de Álvarez de Arenales, quien retornaba de su campaña a la sierra central para reencontrarse con San Martín en el norte chico. El 27 de diciembre de 1820, se proclamó la independencia en Lambayeque. El 29 de diciembre de 1820, Trujillo, convocado a Cabildo Abierto por su intendente don Bernardo de Torre Tagle, juró la independencia. El 6 de enero de 1821, Piura juró la independencia. En el mismo mes, también declararon la independencia Cajamarca, Chachapoyas, Jaén y Maynas.

Mientras tanto, la semilla sembrada por la expedición en la sierra central empezó a dar inmediatos frutos y se formaron las montoneras. Dichos grupos guerrilleros indios, liderados por patriotas criollos o indígenas, comenzaron a asediar a los realistas, sin dejarlos en paz. El alzamiento popular fue incontenible. Dándose cuenta de ello, José de San Martín ordena al general Álvarez de Arenales otra expedición a la sierra central.

Saliendo de Huacho y hacia el norte, Álvarez de Arenales emprende otra campaña a la sierra central del Perú. Cuando estaba por diezmar al ejército de Carratalá, ya muy debilitado por la acción de las montoneras, y pisándole los talones, recibió Álvarez de Arenales, a un emisario del general José de San Martín con órdenes de cesar el hostigamiento, por cuanto se estaban negociando condiciones favorables con el comisionado regio, capitán de fragata Manuel Abreu, venido especialmente de España.

La entrevista de Punchauca

En el interin, había habido un cambio de virrey en Lima, había cesado como virrey el teniente general Joaquín de la Pezuela, siendo reemplazado por el teniente general José de la Serna, que estaba gobernando el Perú desde el motín de Aznapuquio del 29 de enero de 1821, donde se destituyó al virrey Joaquín de la Pezuela. Los emisarios de ambos bandos intercambiaron opiniones desde el 25 de marzo hasta el 21 de mayo de 1821. Como último intento para evitar continuar con la campaña militar, se programó una entrevista entre el general José de San Martín y el teniente general José de la Serna, la que se realizó en la hacienda de Punchauca el 2 de junio de 1821. Lo más saltante de estas entrevistas fue un acuerdo de tregua. Sobre los puntos centrales, no hubo acuerdos.

Luego de las conferencias de Punchauca que terminaron nuevamente en la ciudad de Miraflores y continuaron posteriormente a bordo de la fragataCleopatra”, el virrey José de la Serna, observó que mantenerse en Lima le era totalmente desfavorable desde todo punto de vista, por tanto tomó la decisión de retirarse de la ciudad capital del virreinato con sus tropas, acción que ejecuta el 6 de julio de 1821. En Lima, dejó un destacamento al mando del general José de La Mar, para que custodie el Castillo del Callao (actual Castillo del Real Felipe).

Ante la cercanía del Ejército Libertador, dice Pedro Escribano: “Lima se convirtió en una fuente inagotable de rumores tremebundos. Las puertas de tiendas, pulperías y negocios fueron cerradas ante el temor de un inminente saqueo. Los limeños, corrían por las calles, en tumulto, desconcertados. Muchos buscaron refugio al conocer la noticia. La insurgencia emancipadora, no era un movimiento con muchos adeptos en la capital del virreinato. El pánico, por ello, fue generalizado. Miles de familias se dejaron arrastrar por una ola de histeria y desesperación. El rumor de la Independencia, fue asumido, y no por pocos, como si se tratara de la inminencia de un cataclismo. Circulaba el rumor que el Ejército Libertador, era extremadamente violento y sanguinario, que estaba compuesto por hordas de indios, negros y resentidos sociales, que su sed de venganza contra los sectores pudientes que residían en Lima desataría una matanza nunca vista. Todos vivían la sensación de estar en la víspera del fin del mundo”.

El ejército realista al mando del general José Canterac, ya había dejado Lima, rumbo a la sierra, el 25 de junio de 1821. En su persecución fue enviado Álvarez de Arenales. Este destacamento patriota ya estaba a punto de enfrentarse a las fuerzas de Canterac, pero desistió por órdenes de San Martín. Indudablemente, el general argentino no deseaba un enfrentamiento frontal con los españoles.

El 5 de junio de 1821, el virrey teniente general José de la Serna anunció a los limeños que abandonaba la capital para refugiarse en el Callao, el la fortaleza del Real Felipe. Lima quedaba abandonada a su suerte. Según el inglés Sir Basil Hall: “los timoratos eran presa fácil de los temores más extraños; los audaces y fuertes no sabían de qué modo utilizar su coraje; los vacilantes estaban en el estado más calamitoso”. Como la fortaleza del Real Felipe, según el virrey, era el sitio más seguro, “multitudes se precipitaron hacia el castillo, y al ser interrogadas sobre las razones que les empujaban a abandonar la ciudad, no daban otra que el miedo”. Mientras tanto, parte del pueblo limeño, representado por algunos notables (españoles y criollos), hizo llegar una invitación a San Martín para que ingrese a Lima, el 9 de julio de 1821. En efecto, el Libertador del Sur, mandó un pequeño destacamento de patriotas e hizo su entrada a Lima en la noche del 12 de julio de 1821.

En vez de venir con pompa oficial, como tenía derecho a hacerlo, San Martín esperó que oscureciese para entrar a la capital a caballo y sin escolta, acompañado por un simple ayudante” (Basil Hall).

Dos días después lo hizo el grueso del ejército libertador, “siendo recibido con mucho fervor patriótico”.

Sobre el ánimo de los limeños al tiempo del ingreso del Ejército Libertador a Lima, Pedro Escribano, nos dice: “parece mentira. En los días siguientes Lima se fue reanimando lentamente. Poco a poco la población tomó confianza en los emancipadores y comprobó que no había razón para el temor. Mucho había pesado, en todo caso, la mala conciencia”.

Por su parte, sobre lo mismo, Sir Basil Hall, dice: “Era inconcebible que tanta gente pudiera estar encerrada tan largo tiempo sin tentarse siquiera una vez a curiosear, especialmente cuando el peligro no era inminente o cierto”.

El general José de San martín invitó al Cabildo a declarar la independencia, lo que se cumplió inmediatamente (14 de julio de 1821). El 17 de julio fue recibido en la capital el almirante Lord Cochrane.

El sábado 28 de julio de 1821, en una ceremonia pública muy solemne, José de San Martín y Matorras, proclamó la independencia del Perú. Primero, lo hizo en la Plaza de Armas. Después en la plazuela de La Merced y, luego, frente al Convento de los Descalzos (actual distrito del Rímac). Se estima que en la Plaza de Armas de la capital de la nueva República del Perú, la concurrencia sobrepasaba las 16,000 personas.

El libertador José de San Martín y Matorras, con una bandera en la mano exclamó fervoroso: “El Perú es, desde este momento, libre e independiente, por la voluntad general de los pueblos, y por la justicia de su causa, que Dios defiende. ¡Viva la Libertad! ¡Viva el Perú!”.

Sobre el particular, Sir Basil Hall, dice: “Sus palabras fueron recogidas y repetidas por la multitud que llenaba la plaza y las calles adyacentes, mientras repicaban todas las campanas y se hacían salvas de artillería entre aclamaciones tales como nunca se había oído en Lima”.

Los Montoneros

Entre tanto, el virrey José de la Serna trataba de recuperar posiciones. Con ese propósito, envió a las tropas realistas del general Canterac para retomar Lima. Este general en una maniobra sorprendente, acantonó en las afueras de Lima y el 10 de septiembre de 1821, sin que las tropas patriotas obstaculizaran su maniobra, llegó hasta el Callao y se unió a las fuerzas del general José de La Mar, que custodiaba el Castillo del Callao, hoy denominado Fortaleza del Real Felipe, cuartel museo, a cargo del Ejército del Perú.

Luego de hacerles conocer las nuevas órdenes del virrey José de la Serna, y de entregarles avituallamiento militar, Canterac regresó a la sierra el 16 de septiembre. No había logrado recuperar la ciudad, “pero se había paseado por ella hasta el puerto del Callao”.

El alto mando del ejército libertador, que contaba con 7 mil soldados y 3 mil montoneros, reaccionó tarde, cuando Canterac ya se hallaba rumbo a la sierra. Se dispuso que las tropas patriotas al mando del general Guillermo Millar, que era nacido en Inglaterra, en 1795, incorporado a las filas patriotas desde 1817, en Buenos Aires, Argentina, le siguieran produciéndose escaramuzas entre la vanguardia del ejército patriota y la retaguardia del ejército realista. Como consecuencia de estos enfrentamientos armados, se produjeron bajas considerables en el ejército de Canterac, principalmente por desbande y por la acción heroica de los montoneros.

Mientras Canterac y La Serna se reunían en Jauja el 1 de octubre de 1821, el almirante Lord Cochrane, por discrepancias con San Martín, se retiraba del Perú el 10 de mayo de 1822. Consideraba el almirante Lord Cochrane “que el Protectorado que estaba ejerciendo San Martín, carecía de decisión, se mostraba dubitativo y su contribución no era realmente apreciada ni aprovechada”.


Antecedentes políticos

El general José de San Martín y Matorras, había asumido el mando político militar de los departamentos libres del Perú bajo el título de Protector, como dice el decreto del 3 de agosto de 1821. Para tal efecto, el Perú, se había dividido militar y administrativamente en dos partes:

  • 1º Lima, el norte y un sector del centro del país estaban en manos de los patriotas.
  • 2º Y la sierra sur y centro y el Cusco estaban en manos de los realistas.

Luego, el título de Protector fue cambiado por el de Protector de la Libertad del Perú. El Perú debe al Protectorado, que duró apenas un año y 17 días, las siguientes realizaciones político administrativas:

  • 1º Comienzo de un régimen administrativo autónomo después de tres siglos de colonialismo.
  • 2º Posibilidad de que el pueblo elija el sistema que más conviniera a los intereses nacionales.
  • 3º Los símbolos de la patria: la primera bandera (ver Bandera del Perú y el himno nacional (ver Himno Nacional del Perú).
  • 4º La moneda nacional, signo fiduciario de libre poder económico.
  • 5º Reglamento básico de su sistema comercial para iniciar relaciones económicas con otros países del mundo.
  • 6º La creación de la Marina de Guerra del Perú y la adquisición de los primeros buques para su escuadra nacional a fin de defender la soberanía adquirida.
  • 7º La organización básica de su fuerza militar, para resguardar la seguridad interna y externa.
  • 8º La determinación de su propia ejecutoria educacional con la fundación de la Escuela Normal, así como las primeras escuelas públicas del Perú libre.
  • 9º El primer intento de rescatar, valorizar y difundir la cultura nacional mediante la creación de la Biblioteca Nacional.

El Protectorado fue una dictadura que se basó en un Estatuto, que tuvo las siguientes características:

  • 1º El Estatuto de gobierno fue una norma de emergencia, provisional, correspondiente a una situación revolucionaria para un Estado emergente, que había conquistado su independencia parcial y que trataba de culminarla.
  • 2º En sus principios declarativos fue de corte liberal, porque incluía la defensa de los derechos del hombre, que habían inspirado la revolución Francesa y la independencia norteamericana.
  • 3º La organización territorial del Estado independiente se basó en el sistema departamental.
  • 4º La Alta Cámara de Justicia reemplazó a la Audiencia Real del virreinato y asumió las funciones jurídicas y políticas del país.
  • 5º Se propuso crear un Consejo de Estado, que secundaría al Protector en su gobierno, formado por varios miembros, entre los cuales estarían 3 condes criollos y un marqués inca.

Otras disposiciones que se dieron en el Perú, durante el Protectorado del general argentino José de San Martín y Matorras, fueron:

  • 1º En una medida francamente conservadora, San Martín respetó todos los títulos de la nobleza colonial, cambiando la denominación de Títulos de Castilla por la de Títulos del Perú.
  • 2º Quedó fundada la Sociedad Patriótica de Lima, con la intención de defender la instauración de un régimen monárquico peruano, del que San Martín era partidario; pero, en la práctica, sus integrantes abogaron por el sistema republicano.
  • 3º Se creó la Orden del Sol para reconocer la labor de los peruanos más distinguidos y darles un status parecidos al de los Títulos del Perú.
  • 4º Una comisión especial, integrada por García del Río y Paroissien, viajó a Europa por orden de San Martín para buscar un príncipe que viniera al Perú como rey. Estos dos personajes salieron del Perú en diciembre de 1821 y arribaron a Londres en septiembre de 1822, época en que se terminaba el Protectorado de San Martín. Aunque fueron reemplazados por Ortiz de Zevallos y Juan Parish Robertson, en el Perú se había consolidado la idea del sistema republicano, por tanto, los comisionados tanto de la primera como de la segunda, fracasaron en su intento.
  • 5º Los primeros miembros del gabinete sanmartiniano fueron: Juan del Río, ministro de Relaciones Exteriores; Bernardo Monteagudo, ministro de Guerra y Marina e Hipólito Unánue, ministro de Hacienda. El primero era colombiano; el segundo, a decir de Julio R. Villanueva Sotomayor, boliviano (tengo a la mano aseveraciones, que Monteagudo era argentino); y el tercero, peruano.
  • 6º Prefecto de Lima fue nombrado José de la Riva Agüero, un joven y rico aristócrata de Lima.


El retiro del Perú del General José de San Martín

El 24 de mayo de 1822, tropas peruano – colombianas derrotaron a los realistas en Pichincha (Guayaquil, Ecuador) y ocuparon Quito el 25 de mayo. El contingente peruano que intervino en esta batalla, estuvo compuesto por 1,600 efectivos al mando del coronel Andrés de Santa Cruz y se unió a la tropa patriota colombiana en Saraguro 9 de febrero de 1822. Posteriormente, el general Simón Bolívar invade Guayaquil, con el afán de anexarla a la Gran Colombia, de la que era su caudillo indiscutible. Tanto el Libertador del Norte, general Simón Bolívar como el Libertador del Sur, general José de San Martín, estaban convencidos que la definición de la independencia americana, tenía que darse en suelo peruano, por lo que el propósito de Simón Bolívar, era llegar al Perú.

Antes de los sucesos de Guayaquil, San Martín había convocado al Primer Congreso Constituyente de la República del Perú, el 1 de mayo de 1822. Se eligieron 79 diputados, instalándose este legislativo el 20 de septiembre de 1822 solemnemente. Luego de la instalación y en la misma fecha, este Congreso ofreció al general José de San Martín, poderes dictatoriales, que rehusó. Se varió el ofrecimiento al de Fundador de la Libertad del Perú y Generalísimo de las Armas, título que fue aceptado por el general San Martín, aunque de manera honorífica. Su decisión de retirarse, era terminante. El Congreso así instalado, eligió como su Presidente a don Francisco Javier de Luna Pizarro.

José de San Martín se retiró a la Magdalena, en donde tenía una casa de campo. Acompañado por una pequeña escolta y un ayudante, esa misma noche, montado a caballo, se dirigió a Ancón, al norte de Lima. Era el 20 de septiembre de 1822, el mismo día de la instalación del Primer Congreso Constituyente de la República del Perú. En la madrugada del día 22 de septiembre, en el bergantín “Belgrano”, se embarcó rumbo a Valparaíso, Chile.

El Protectorado de San Martín fue sucedido por una Junta de Gobierno, integrada por el general José de La Mar, el comerciante Felipe Antonio Alvarado y el conde Manuel Salazar y Baquíjano. El Primer Congreso Constituyente promulgó el 12 de noviembre de 1822, la Primera Constitución Política de la República, de clara tendencia liberal. Fue una Constitución efímera; cuando llegó al Perú el general Simón Bolívar, el propio Congreso Constituyente, tuvo que suspender sus efectos para poder dar poderes dictatoriales a dicho general.


Primer Congreso Constituyente

Apenas instalado este Primer Congreso Constituyente, aprobó una proposición que decía: “…que el Congreso Constituyente del Perú está solemnemente constituido e instalado, la soberanía reside en la nación, y su ejercicio en el Congreso que legítimamente la representa”. Aceptó la renuncia de San Martín y convino en la proposición de Arce diciendo que “como quiera que el Congreso debe retener cuanta autoridad sea dable para hacer cumplir sus determinaciones, y corriendo riesgo de que un Poder Ejecutivo extraño, aislado y separado de él, aunque hechura suya, le puede formar partido de oposición” determinaba que “el Congreso conserve el Poder Ejecutivo”. Se decidió también que Poder Ejecutivo debería estar conformado por tres personas. José Faustino Sánchez Carrión “El Solitario de Sayán”, sentenció en aquella oportunidad: “Tres no se unen para oprimir. El gobierno de uno es más eficaz si gobernar es tratar a la raza humana como a las bestias…” y agrega: “La Libertad es mi ídolo, como lo es del pueblo. Sin ella no quiero nada; la presencia de uno sólo en el mando me ofrece la imagen odiada del Rey”.Y así quedo constituida la Junta de Gobierno, conformada por los tres congresistas señalados. Varias declaraciones de este Primer Congreso Constituyente, marcan el final de los sueños monárquicos, como la declaración del 11 de noviembre de 1822 sobre la incompatibilidad de la Orden del Sol y de los Títulos de Castilla con la forma de Gobierno del Perú y la declaración del 12 de noviembre del mismo año, desautorizando a los comisionados García del Río y Paroissien.

Bolívar es invitado a consolidar la independencia de Perú

El Congreso peruano acatando las recomendaciones del general Antonio José de Sucre, quien se encontraba en Perú con parte de las tropas colombianas, invitó al Libertador del Norte, general Simón Bolívar a trasladarse al Perú “para consolidar la independencia”. Bolívar se embarcó en el bergantín “Chimborazo” en Guayaquil, el 7 de agosto de 1823, llegando al Callao el 1 de septiembre del mismo año.

A la llegada de Bolívar, ejercía la Presidencia de la República el general José de la Riva Agüero, y se encontraba en Trujillo. Pronto entró en serias contradicciones con Bolívar, ejerciéndose un poder paralelo.

El historiador peruano Julio R. Villanueva Sotomayor, afirma que: “…Riva Agüero fue descubierto tratando de hacer arreglo armonioso con el ex virrey La Serna a través de cartas secretas; por lo tanto, fue apresado por el general Antonio Gutiérrez de la Fuente el 25 de noviembre de 1823, ordenándose su destierro”.

Así las cosas, Bolívar quedó solo en la escena política y militar del Perú. El Ejército Libertador, quedó al mando únicamente del general Simón Bolívar y sumaban 6.000 efectivos, de los cuales 4.000 eran colombianos. Bolívar, entró a Trujillo en diciembre de 1823, iniciando de esta manera la nueva campaña militar del Ejército Libertador que culminará con la Batalla de Ayacucho el 9 de diciembre de 1824. El 1 de enero de 1824, estuvo en Nepeña y Huarmey, de ahí pasó a Pativilca en donde enferma de paludismo.

La valiosa ayuda de los Montoneros

Los coloniales enterados de la enfermedad de Simón Bolívar, aprovecharon la situación y lograron que el Ejército de los Andes (formado por argentinos y chilenos) se amotine, reclamando pagos devengados. Los amotinados llegaron a tomar el Castillo del Callao, liberaron a los prisioneros españoles, les devolvieron sus cargos y jerarquías y junto con ellos, enarbolaron la bandera española, cometiendo traición a la causa libertadora. Este acto de sedición causó desconcierto en Lima.

Canterac ordenó que los generales realistas Rodil y Monet aprovecharan esa circunstancia y tomaran Lima. A marchas forzadas, el general Monet, desde Jauja y el general Rodil, desde Ica, se juntaron en Lurín, el 27 de febrero de 1824. Los patriotas de Lima, se vieron obligados a abandonarla, al mando del general Necochea, quien junto con 400 montoneros a caballo, fueron los últimos en retirarse el 27 de febrero. Los realistas ingresaron a Lima el 29 de febrero del mismo año.

Bolívar, ya recuperado de su enfermedad, ante las terribles noticias que le llegaban, se aprestó a dar la batalla final. Para ello, fuera de su ejército regular, contaba con la valiosa ayuda de 10,000 montoneros. Este enorme contingente de soldados irregulares estaba integrado principalmente por indios voluntarios y anticolonialistas.

Bolívar comisionó a sus líderes para actuar en los siguientes frentes: Francisco de Paula Otero, nombrado Comandante General de los montoneros de la sierra; Quispe Ninavilca, de la zona de Huarochirí, quien posteriormente fue nominado como representante ante el congreso; el coronel Francisco Vidal, de La Oroya, quien llegó a ocupar la Presidencia de la República; el mayor Vicente Suárez, de Canta; y el comandante María Fresco, a cargo de Junín.

En el mes de mayo, el ejército libertador que se encontraba en el Callejón de Huaylas (región Ancash), pasó a Huánuco, apoyado eficazmente por las montoneras acaudilladas por Marcelino Carreño. El ejército patriota arriba a esta ciudad el 26 de junio de 1824. Luego continúa viaje al sur, por las Pampas de Junín, bordeando la laguna de Chinchaicocha, Bombón o Junín.


Batalla de Junín

Ambos ejércitos encontráronse en las pampas de Junín, donde se desarrolló la batalla, en la que ganan los patriotas dirigidos por Simón Bolívar, iniciándose el acantonamiento hacia el sur de las tropas realistas.

Camino a Ayacucho

Canterac, luego de la Batalla de Junín, perseguido por los montoneros de los coroneles Marcelino Carreño, Otero, Terreros, Estorba, por el comandante Peñaloza, por el mayor Astete, tomó rumbo sur por las orillas del río Mantaro. Cruzó el puente de Iscuchaca, y se dirigió por el río Pampas al Cusco, donde lo esperaba el virrey La Serna. En su retirada, el general Canterac, perdió 3,000 soldados, entre rezagados, desertores, enfermos y extraviados. Además, quedaron abandonados almacenes, armas y municiones.

Mientras el general Canterac seguía su fuga al sur hacia el Cusco, el itinerario del general Simón Bolívar era el siguiente: el día 7 de agosto de 1824 estuvo celebrando la victoria de Junín en el poblado de Reyes (hoy, Junín), el 8 de agosto estuvo en Tarma, el 12 de agosto en Jauja, el 14 de agosto en Huancayo y el 24 de agosto en Huamanga. Llegó hasta Andahuaylas de donde retornó el 6 de octubre. Ordenó a Carreño que hostilice permanentemente a Canterac. Delegó el mando del ejército patriota al general Antonio José de Sucre. Con su cartel general en Jauja, encargó al general Andrés de Santa Cruz la jefatura de todos los montoneros de la sierra central. Luego, acompañado sólo de su escolta, se dirigió a Lima. El 15 de agosto, en Huamanga, había designado a su gabinete ministerial que lo conformaban: José Faustino Sánchez Carrión, ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores; coronel Tomás Heres, ministro de Guerra y Marina e Hipólito Unánue, ministro de Hacienda.

Bolívar llegó a Chancay en el mes de noviembre de 1824, ingresando a Lima el 7 de diciembre de ese año. Inmediatamente ordenó el sitio del Callao con el objetivo de rendir a las tropas de Rodil, que estaban acantonadas en la Fortaleza del Real Felipe.

Mientras, la situación en el ejército realista es descrita así por el general García Camba: “Este ejército brillante y animoso al principio de agosto, se hallaba ahora en el estado más lamentable; no sólo había visto abatir la merecida fama de su caballería en los mahadados campos de Junín; no sólo había perdido con pasmosa celeridad una gran parte de sus provincias de Tarma y Lima, las de ''Huancavelica'' y Huamanga completas, parte del Cusco, todos sus almacenes, muchas armas, municiones, efectos de parque y sobre todo, 3,000 infantes por deserción, sino que en poco más de un mes había alcanzado un grado de abatimiento moral apenas concebible… Carreño cubría con todos los montoneros el país entre ''Abancay'' y el ''Apurímac''” (Memorias para la historia de las armas españolas en el Perú: 1809 – 1812).

El general Antonio José de Sucre se preparó para la campaña final. Estando en Andahuaylas, reunió a su Estado Mayor ante los informes de que el realista Jerónimo Valdez había llegado al Cusco con un fuerte contingente, poniéndose a órdenes del virrey La Serna. Sucre en una inspección que ordena, llegó a Mamara. En este pueblo envía una avanzada al mando del general Miller para espiar al enemigo. Miller regresó el 30 de octubre y le informó que los colonialistas estaban a sólo 36 km. Sucre, entonces, ordenó el repliegue al noroeste.


El contingente y las armas de ambos ejércitos

La Serna, convencido de la cercanía de la batalla decisiva, había formado un ejército poderoso con 10 mil soldados, la mayor parte mestizos de “habla quechua”, criollos, negros, pardos e indios portadores. Dicho ejército disponía de 14 batallones de infantería, 2 brigadas de caballería y 1º piezas de artillería. La Serna comandaba la caballería. Valdez iba a la vanguardia con una división de infantería. Las otras dos estaban comandadas por Canterac y Monet.

El ejército patriota unido, tenía 7,000 soldados más los montoneros. El ejército regular estaba disperso y los montoneros hacían tareas militares de “cobertura, enlace y apoyo”.


La marcha hacia los campos de Ayacucho

Dada la presencia de Valdez cerca de Andahuaylas, Sucre replegó su ejército hacia Huamanga, por las orillas del río Pampas, reagrupando sus fuerzas, sin apuro alguno. Por el contrario, La Serna, que había dispuesto a sus tropas andar a marchas forzadas, para ganar posiciones, legó a Huamanga el 16 de noviembre de 1824.

El 24 de noviembre, ambos ejércitos marcharon a ambas orillas del río Pampas, teniéndose a la vista. Desde ese día, ya no se perdieron de vista. La tropa patriota iba de pueblo en pueblo, alentada por los montoneros, era recibida y ayudada efusivamente por sus habitantes. En cambio la tropa realista, iba eludiendo todo contacto con los pobladores de los pueblos por donde pasaba, cuidado de esta manera el desbande de las tropas. El general Guillermo Miller en sus “Memorias”, afirmó: “En cualquier punto donde hacían alto, los cuerpos acampaban en columna y ponían alrededor un círculo de centinelas de los soldados de más confianza; además de estos centinelas, un gran número de oficiales estaban siempre de servicio, y ningún soldado podía salir de la línea de ellas, con cualquier pretexto que fuese. Por la misma razón era muy opuesto el virrey a enviar partidas en busca de ganado, porque en tales ocasiones era segura la deserción. La consecuencia de este sistema fue que durante el avance rápido de los realistas sufrieron mucho más por falta de provisiones que los patriotas, tanto que el 3 de diciembre se vieron obligados a comer carne de caballo, mula y borrico”.

La batalla de Colpahuayco o Matará

El 3 de diciembre de 1824, en las cercanías de Colpahuayco o Matará hubo una escaramuza entra las retaguardias, con consecuencias militares nada favorables para los patriotas. En las fuerzas patriotas que estaban al mando del general Guillermo Miller, se contaron 300 muertos; mientras que en el sector realista, a órdenes del general Jerónimo Valdez, se hallaron 30 muertos.

Pero a decir de entendidos, en el aspecto estratégico sí se ganó, porque esa derrota animó a los patriotas y ahondó la crisis moral entre los realistas, a tal extremo que ese mismo día 15 soldados que habían sido reclutados por Valdez en el Alto Perú, se pasaron a las filas de Sucre y le informaron el debilitamiento moral en que se encontraban las filas enemigas; “casi están como prisioneros”, dijeron.


Ayacucho y la liberación de América

Desde el día 4 de diciembre, ambos ejércitos marcharon separados por un abismo. Los patriotas pasaron por Huaychao el día 5, y el 6 llegaron sus avanzadas un poco más al norte de La Quinua. Los realistas tomaron la ruta de Huanta, por Paccaiccasa. El día 6, acamparon en Huamanguilla; la idea del virrey era cortar todo repliegue a Sucre. El 7 de diciembre, cada ejército hizo los aprestos para la batalla, tratando de encontrar la mejor ubicación. El día 8 hubo algunos choques entre las patrullas. Los realistas pasaron a las faldas del cerro Condorcunca y los patriotas quedaron en la Pampa de la Quinua.

Esta pampa se ubica a 12 km de la ciudad de Huamanga; los indígenas la denominan Ayacucho. Es un área de suave declive que prolonga las faldas del cerro Condorcunca, montaña que se destaca en el Andé de esa región. Descendiendo de las faldas de este cerro de este a oeste y continuando por la pampa, que tiene una longitud de 1,600 m, se llega al pueblo de artesanos de La Quinua, situado al término de la pendiente. En la parte más ancha. La pampa tiene 600 m y se encuentra limitada al norte por un barranco, y al sur por una abrupta quebrada. En la época de la batalla y a mitad de la pampa, existía enormes piedras, producto de avalanchas o “Lloclla”, que cortaba el campo de norte a sur.

El día 9 de diciembre de 1824, a las 09H00, se inició la Batalla de Ayacucho, en la que venció el ejército patriota.

La Capitulación de Ayacucho

A pesar que la firma de la Capitulación de Ayacucho, tiene fecha 9 de diciembre de 1824, la realidad es que las deliberaciones duraron dos días, sellándose definitivamente con este documento la independencia de América. En esta Capitulación se establece la rendición de los realistas. Con este objetivo, se acordó la formación de comisiones mixtas para la transferencia del poder y de la administración y para la entrega de todas las instalaciones militares, con sus parques, maestranzas, almacenes, caballos y demás instrumentos y armamento, desde los Castillos del Callao y Ayacucho hasta Desagüadero.

La segunda parte de la Capitulación establece una serie de concesiones a los realistas. Por ejemplo, a todos los militares realistas que pretendieran regresar a España se les pagaría el pasaje correspondiente. Mientras permanecieran en el Perú, el gobierno patriota debería pagar por lo menos la mitad de sus sueldos. Las propiedades muebles e inmuebles de los españoles residentes en Perú, serían respetadas, así como sus grados militares, pudiendo ser asimilados al Ejército del Perú. El gobierno peruano, también se comprometió a pagar todo el gasto que habían hechos los realistas en la manutención de la campaña militar contra los patriotas.

El 14 de diciembre de 1824, el general Sucre ingresó al Cusco. Francisco de Paula Otero, primero y Lara, después, tomaron Arequipa. El 11 de enero de 1826, recién el general Rodil capituló en el Callao, entregando el Castillo al gobierno peruano. De 6 mil refugiados, entre militares y civiles, salieron después de la rendición, 2,400. Fueron los únicos sobrevivientes de una acción desesperada por conservar el colonialismo. De ese grupo, sólo 400 eran militares. El general José Ramón Rodil, el último paladín de los realistas, se embarcó hacia España en la fragata inglesa “Briton”.

Consecuencias de la capitulación

Las consecuencias de la Capitulación de Ayacucho, fueron varias; pero las más saltantes, son:

  • 1º La Independencia del Perú y de toda América.
  • 2º Desaparición del Ejército realista, que permanecía como una poderosa cuña, apuntando y amenazando la reciente y precaria independencia de los países americanos que lo hicieron antes de 1821.
  • 3º España, finalmente a pesar de haber sido derrotada, logró hacer que se le reconozca “gastos de guerra”.
  • 4º Perú, nace a la vida independiente, con una cuantiosa deuda externa, producto de una mala negociación.