Diferencia entre revisiones de «Batalla de Trafalgar»

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Revisión del 02:13 13 ene 2008

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La batalla de Trafalgar tuvo lugar el 21 de octubre de 1805, frente al cabo de Trafalgar (provincia de Cádiz), en la que se enfrentaron las escuadras aliadas de Francia y España, al mando del almirante francés Pierre Villeneuve, bajo mando del cual estaba Federico Gravina contra la armada inglesa al mando de Horatio Nelson.

Trasfondo histórico

La reciente alianza entre la decadente monarquía de Carlos IV de España y el poderoso nuevo emperador Napoleón I de Francia, merced a los tratados de San Ildefonso firmados con la anterior República Francesa (1796 y 1800) y por el interés de la recuperación de Gibraltar, obligaba a España no sólo a contribuir económicamente a las guerras de Napoleón, sino a poner a disposición de éste la armada real para combatir a la flota inglesa que amenazaba las posesiones francesas del Caribe.

HMS Victory, único barco que se conserva de esta batalla, hoy convertido en museo.

Dado que la intención última que perseguía Napoleón al querer anular a la flota inglesa era abrirse camino para una futura invasión de las Islas Británicas, se urdió un elaborado plan para distraer a la marina inglesa mientras se efectuaban los preparativos de dicha invasión. Al tiempo que las numerosas tropas de infantería francesas se agrupaban en Boulogne-sur-Mer a la espera de transporte marítimo, la escuadra francesa al mando de Villeneuve se uniría con la española, iniciando una acción sobre las posesiones inglesas del Caribe que tenían como finalidad atraer al afamado almirante Nelson a la zona, alejándolo del Canal de la Mancha. Al llegar Nelson a la isla de Antigua a primeros de junio de 1805, la escuadra combinada abandonó el Caribe y puso rumbo a la costa atlántica francesa.

Sin embargo, la acción emprendida por el almirante Robert Calder en la batalla del Cabo Finisterre el 22 de julio hizo desistir a Villeneuve de continuar hacia aguas del Mar Cantábrico, donde pensaba que podría ser vencido por los refuerzos ingleses. De este modo, la escuadra que Napoleón esperaba ansiosamente para iniciar la invasión dio la vuelta y tras unas reparaciones en el puerto de La Coruña, terminó refugiándose en Cádiz.

Visto desde una perspectiva histórica, es posible que esta retirada le sirviera a Napoleón para continuar en el poder, ya que es dudoso que, de haber embarcado a su Grande Armée hacia Inglaterra, hubiera podido resistir a la combinación de las fuerzas austriacas y rusas que estaban preparando el ataque y a las que, con este ejército, venció en una acción casi sorpresiva en Austerlitz, por lo que, sea la suerte o la casualidad, la posterior derrota que la flota combinada sufriría en Trafalgar afianzaría la posición de Napoleón en el Continente, aunque subyugar a su gran rival, Inglaterra, hubiera servido como un gran espaldarazo a sus planes europeos, y todo un cambio de rumbo estratégico del continente.

Con la flota franco-española atracada en el puerto de Cádiz, Napoleón cambió de estrategia y ordenó que se dirigieran a apoyar el bloqueo de Nápoles, al tiempo que enviaba un sustituto para Villeneuve, que había caído en desgracia a ojos del Emperador. A pesar de que la combinación de ambas flotas representaba una fuerza de combate considerable, las auténticas condiciones de esta flota (al menos de su parte española) dejaban mucho que desear. La reciente epidemia de fiebre amarilla que había azotado Andalucía había desprovisto de tripulaciones a las naves, por lo que muchos de los marineros habían sido reclutados en una apresurada y obligada leva. Por otro lado, el estado mismo de los buques era lamentable, tanto que algunos capitanes españoles habían sufragado de su bolsillo las reparaciones y la pintura de sus barcos para no quedar deshonrados ante los capitanes franceses, y hacía más de 50 años de la última actualización de la flota de guerra, que si bien se mantenía en pie como para mantener el Imperio, ya no estaba en condiciones de mantener un combate a gran escala y contra la más moderna de las flotas. Tal como el general Mazarredo comentaría: «...llenamos los buques de una porción de ancianos, de achacosos, de enfermos e inútiles para la mar», palabras que serían refrendadas por el mayor general Don Antonio de Escaño cuando escribió en su Informe sobre la Escuadra del Mediterráneo: «Esta escuadra hará vestir de luto a la Nación en caso de un combate, labrando la afrenta del que tenga la desventura de mandarla», de forma que, como puede observarse, la impresión de los oficiales de la flota española antes de la batalla era ya de por sí muy pesimista. Incluso los altos mandos españoles, habían expresado las nulas posibilidades en un enfrentamiento directo contra la flota inglesa, y habían propuesto una estrategia de esperar en el puerto el paso del invierno, mientras que la flota inglesa podía verse debilitada en la mar mientras los bloqueaban y soportaban las tormentas que pudieran surgir, lamentablemente, Villeneuve, que como se ha comentado, había caído en desgracia ante el Emperador, buscaba recuperar la confianza perdida con una gran victoria, con lo que forzó el entablar batalla.

Horatio Nelson.
Muerte de Cosme de Churruca, por Eugenio Álvarez Dumont, Museo del Prado.

Por otro lado, la escuadra inglesa al mando del almirante Nelson estaba compuesta por marineros profesionales, casi todos con varios años de mar y amplia experiencia en combate. De hecho, eran los mismos marineros y los mismos buques que habían puesto en jaque a Francia y a España en varias ocasiones como en la Batalla del Cabo de San Vicente, en la Batalla del Nilo o en la ya comentada del Cabo Finisterre. Además se encontraba comandada por un almirante que se había convertido por méritos propios en toda una leyenda en Inglaterra y en el resto de Europa. Horatio Nelson se había batido con éxito contra los daneses en Copenhague, contra los franceses en Aboukir, había afianzado la posición de fuerza inglesa en el Mediterráneo y había conducido el bloqueo contra Cádiz. A pesar de que el número de buques ingleses era menor que el de la flota combinada franco-española, la superioridad en cadencia de tiro y en capacidad de maniobra que le otorgaba su experta marinería la convertían en una fuerza insuperable para los espléndidos pero mal conservados y peor dotados buques españoles.

Sin embargo, y ante las órdenes del almirante Villeneuve de partir a pesar de los consejos de los comandantes españoles Cosme de Churruca y Federico Gravina, que opinaban que no era prudente hacerlo, la flota franco-española partió de Cádiz el 19 de octubre, encontrándose finalmente ambas flotas al amanecer del día 21 a pocas millas frente al Cabo de Trafalgar.

Orden de batalla

Orden de batalla a las 12:00 horas

La flota aliada estaba compuesta por 33 navíos y la inglesa por 27 navíos.

La batalla

Batalla de Trafalgar, J. M. W. Turner (1806).

La flota inglesa, comandada por Nelson, atacó en forma de dos columnas paralelas a la línea en perpendicular formada por Villeneuve, lo que le permitió cortar la línea de batalla enemiga y rodear a varios de los mayores buques enemigos con hasta cuatro o cinco de sus barcos. En un día de vientos flojos, la flota combinada navegaba a sotavento, lo que también daba la ventaja a los ingleses y, para colmo de desdichas, Villeneuve dio la orden de virar hacia el noreste para poner rumbo a Cádiz en cuanto tuvo constancia de la presencia de la flota inglesa. El cuerpo español no estaba deacuerdo en esto; Villeneuve intentaba huir casi sin prestar batalla; cuando la combinada franco-española era superior en cuanto a navíos que la inglesa. Desorganizó completamente la línea; consiguiendo la división de esta en dos. Esto permitió a la escuadra de Nelson capturar a los barcos franceses y españoles, cortar la línea y batirles con artillería por proa y popa, los puntos más vulnerables de este tipo de embarcaciones.

El combate empezó al mediodía, cuando un cañonazo de un navío de la retaguardia de la combinada disparó contra el Royal Sovereign que mandaba Collingwood. Una hora y media casi después de empezar el combate, Horatio Nelson muere, disparado por un tirador del Redoutable. Villeneuve ordena al contralmirante Dumanoir dirigirse hacia el centro de la batalla; pero éste en un acto de cobardía huye con su barco, el Formidable, junto a tres más, el Mont-Blanc mandado por Lavillesgris; el Duguay-Trouin mandado por Touffet y el Scipión mandado por Berenguer. Estos cuatro barcos huidos (todos franceses), fueron apresados por la flota británica doce días después de la Batalla de Trafalgar, cuando intentaban ganar la costa francesa a la altura de Ortegal. En el espacio de dos horas; la mayorá de los navíos más importantes de la flota franco-española ya se habían rendido y ya no disparaban sus cañones. En este tiempo, Gravina, había sido herido y más tarde encontraron la muerte Alcalá Galiano en el Bahama y Cosme Damián Churruca en el San Juan Nepomuceno. Los comandantes quedaban la mayoría heridos, así como sus segundos. Casi al final del propio combate (hacia las 6 p.m.) el navío francés Achille del capitán Deniéport explotó; el motivo fue que se incendió la santabárbara.

A las seis y media de la tarde se finalizó el combate, quedando la combinada franco-española aniquilada en todos los sentidos. La mayoría de los barcos españoles y franceses que habían sido apresados por la flota británica fueron llevados a Gibraltar. Esa noche se desató una tormenta; algunos barcos que no pudieron aguantar, como el Santísima Trinidad se hundió con los heridos; otros pudieron llegar a las costas del Golfo de Cádiz.

Los líderes muertos en combate

El navío de línea Victory durante la batalla.

A pesar de saberse vencidos de antemano, y conocedores de su inferior posición táctica, los capitanes y las tripulaciones españolas y francesas se batieron con auténtica heroicidad durante horas contra un enemigo claramente superior, de tal forma que en algunas ocasiones ni siquiera quedó un oficial que rindiera el navío tras la batalla, puesto que muchos de ellos terminaron muriendo o siendo gravemente heridos en la cubierta superior, donde se encontraban a tiro de metralla de las carronadas y de los tiradores apostados en los palos de los buques enemigos. En Trafalgar murieron entre muchos otros, Cosme de Churruca alcanzado por un disparo de cañón en una pierna, Luis Pérez del Camino, Dionisio Alcalá Galiano y Francisco Alcedo y Bustamante. El almirante Federico Gravina y Nápoli moriría meses más tarde a causa de las heridas sufridas en esta batalla.

Las bajas totales españolas fueron 1.025 muertos y 1.383 heridos. Las bajas francesas fueron de 2.218 muertos y 1.155 heridos. Los británicos sufrieron 449 muertes y 1.241 heridos.

Mensaje codificado de Nelson con el sistema de Sir Popham

Un tirador de la cofa del Redoutable, comandado por el capitán Jean-Jaques de Lucas, acabó con la vida del almirante inglés Nelson durante el transcurso de la batalla al combatir el almirante con todas sus insignias y honores cosidos en su casaca y ser fácilmente distinguible del resto.

Consecuencias de la batalla

Esta batalla dio al traste con la intención de los franceses de invadir o al menos bloquear por mar a Inglaterra, (tal y como el lord del Almirantazgo inglés John Jervis había dicho con sorna en 1801: «Yo no digo que los franceses de Napoleón no vayan a venir, pero desde luego, no vendrán por mar») y supone el comienzo del poderío naval inglés, que ostentará durante un siglo.

Villeneuve fue enviado preso a Inglaterra, pero fue puesto en libertad bajo palabra. Volvió a Francia en 1806. El 22 de abril de 1806 se le encontró muerto en su habitación del Hotel de Patrie en Rennes, apuñalado en el pecho seis veces. Se informó que Villeneuve se había suicidado y se le enterró sin ceremonia alguna. Probablemente fuera víctima de una ejecución extrajudicial ordenada por Napoleón o por elementos de su gobierno para evitar el bochornoso espectáculo de un juicio y posterior ejecución de un almirante derrotado en la capital del Imperio.

Referencias bibliográficas

Véase también

Enlaces externos