Diferencia entre revisiones de «Desarrollo psicosexual»

De Wikipedia, la enciclopedia libre
Contenido eliminado Contenido añadido
Alejandrocaro35 (discusión · contribs.)
Alejandrocaro35 (discusión · contribs.)
Sin resumen de edición
Línea 1: Línea 1:
{{artículo bueno}}
En la [[psicología]] [[Sigmund Freud|freudiana]], el '''desarrollo psicosexual''' es un elemento central de la teoría [[Psicoanálisis|psicoanalítica]] de las [[teoría de las pulsiones|pulsiones sexuales]] que sostiene que el ser humano, desde el nacimiento, posee una [[libido]] [[Instinto|instintiva]] (energía sexual) que se desarrolla en cinco etapas. En esta teoría, desarrollada hacia finales del [[siglo XIX]] y comienzos del [[siglo XX]], Freud propone un concepto ampliado de la sexualidad humana, idea revolucionaria en su época, que postula la existencia de una sexualidad infantil, cuyo desarrollo está organizado en fases.
En la [[psicología]] [[Sigmund Freud|freudiana]], el '''desarrollo psicosexual''' es un elemento central de la teoría [[Psicoanálisis|psicoanalítica]] de las [[teoría de las pulsiones|pulsiones sexuales]] que sostiene que el ser humano, desde el nacimiento, posee una [[libido]] [[Instinto|instintiva]] (energía sexual) que se desarrolla en cinco etapas. En esta teoría, desarrollada hacia finales del [[siglo XIX]] y comienzos del [[siglo XX]], Freud propone un concepto ampliado de la sexualidad humana, idea revolucionaria en su época, que postula la existencia de una sexualidad infantil, cuyo desarrollo está organizado en fases.
Cada una de estas fases está caracterizada por una [[zona erógena]] que es la fuente de la [[pulsión]] [[libido|libidinal]] durante esa etapa. Estas fases son (en orden de su aparición): [[Fase oral|oral]], [[Fase anal|anal]], [[Fase fálica|fálica]], de [[Período de latencia|latencia]] y [[Fase genital|genital]]. Freud creía que si durante cualquiera de estas fases el niño experimentaba frustración sexual en relación a cualquier estado de desarrollo psicosexual, el/ella podía experimentar ansiedad que podrían persistir en la época adulta como una [[neurosis]], un trastorno mental funcional.<ref name="cla.purdue.edu">{{cita web|url=http://www.cla.purdue.edu/academic/engl/theory/psychoanalysis/freud.html |título=Introduction to Sigmund Freud, Module on Psychosexual Development |editorial=Cla.purdue.edu |fecha= |fechaacceso=1 de setiembre |añoacceso=2013|idioma=inglés}}</ref><ref>Bullock, A., Trombley, S. (1999) ''The New Fontana Dictionary of Modern Thought'' Harper Collins:London pp. 643, 705</ref>
Cada una de estas fases está caracterizada por una [[zona erógena]] que es la fuente de la [[pulsión]] [[libido|libidinal]] durante esa etapa. Estas fases son (en orden de su aparición): [[Fase oral|oral]], [[Fase anal|anal]], [[Fase fálica|fálica]], de [[Período de latencia|latencia]] y [[Fase genital|genital]]. Freud creía que si durante cualquiera de estas fases el niño experimentaba frustración sexual en relación a cualquier estado de desarrollo psicosexual, el/ella podía experimentar ansiedad que podrían persistir en la época adulta como una [[neurosis]], un trastorno mental funcional.<ref name="cla.purdue.edu">{{cita web|url=http://www.cla.purdue.edu/academic/engl/theory/psychoanalysis/freud.html |título=Introduction to Sigmund Freud, Module on Psychosexual Development |editorial=Cla.purdue.edu |fecha= |fechaacceso=1 de setiembre |añoacceso=2013|idioma=inglés}}</ref><ref>Bullock, A., Trombley, S. (1999) ''The New Fontana Dictionary of Modern Thought'' Harper Collins:London pp. 643, 705</ref>

Revisión del 23:13 25 nov 2013

En la psicología freudiana, el desarrollo psicosexual es un elemento central de la teoría psicoanalítica de las pulsiones sexuales que sostiene que el ser humano, desde el nacimiento, posee una libido instintiva (energía sexual) que se desarrolla en cinco etapas. En esta teoría, desarrollada hacia finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, Freud propone un concepto ampliado de la sexualidad humana, idea revolucionaria en su época, que postula la existencia de una sexualidad infantil, cuyo desarrollo está organizado en fases. Cada una de estas fases está caracterizada por una zona erógena que es la fuente de la pulsión libidinal durante esa etapa. Estas fases son (en orden de su aparición): oral, anal, fálica, de latencia y genital. Freud creía que si durante cualquiera de estas fases el niño experimentaba frustración sexual en relación a cualquier estado de desarrollo psicosexual, el/ella podía experimentar ansiedad que podrían persistir en la época adulta como una neurosis, un trastorno mental funcional.[1][2]

Antecedentes

El neurólogo Sigmund Freud, c. 1921.

Sigmund Freud (1856–1939) observó que durante el temprano desarrollo, el comportamiento de los niños se orientaba alrededor de determinadas partes del cuerpo (la boca durante el amamantamiento, el ano durante el baño o la higiene y luego los genitales). Habiendo observado en sus trabajos anteriores con pacientes histéricas, que las neurosis adultas tienen sus raíces en la sexualidad infantil, Freud propuso que esos comportamientos de los niños eran expresiones de sus fantasías sexuales y deseos. Sugirió que los seres humanos, durante su primera infancia, son "perversos polimorfos", significando esto que los infantes pueden derivar su placer sexual desde cualquier parte del cuerpo,[3]​ y que es sólo a través de la socialización que las pulsiones libidinales son sofocadas en la heterosexualidad adulta.

Debido a que pudo predecir una línea de tiempo de los comportamientos de los niños, Freud desarrolló un modelo a través de cual consideró lo que sería el desarrollo "normal" del niño, al cual denominó "desarrollo libidinal". De acuerdo a esta teoría, cada niño atraviesa cinco fases psicosexuales. Durante cada etapa, la libido tiene diferentes zonas erógenas de acuerdo a la fuente de sus pulsiones. La libido se refiere a varios tipos de placeres y satisfacciones.

Sin embargo, durante esta búsqueda de satisfacción de las urgencias sexuales, el niño experimenta fracasos y reprimendas por parte de sus padres o la sociedad y debido a esto termina asociando angustia con la zona erógena en particular. Para evitar esta angustia, el niño comienza a preocuparse con los temas relacionados a esta zona, un fenómeno que Freud denominó fijación. Freud creía que la fijación persistía en la adultez y subyacía a la estructura de la personalidad y la psicopatología incluyendo neurosis, histeria y desórdenes de la personalidad. Freud llamó a esto infantilismo psicosexual.

Modelo freudiano del desarrollo psicosexual

Fase Rango de edad Zona(s) erógena(s) Consecuencias de la Fijación
Oral 0-1 años Boca Oralidad Agresiva: Signos que incluyen mascar chicle o lapiceras.
Oralidad Pasiva: Signos que incluyen fumar/comer/besar/fellatio/cunnilingus[4]
La fijación a esta fase puede dar como resultado pasividad, credulidad, inmadurez y una personalidad fácil de manipular.
Anal 2-3 años Eliminación intestinal y urinaria Retención anal: Obsesión con la organización y pulcritud excesiva.
Expulsividad anal: Imprudencia, negligencia, rebeldía, desorganización, coprofilia
Fálica 4-6 años Genitales Complejo de Edipo (sólo en niños, de acuerdo a Freud)

Complejo de Electra (sólo en niñas, luego desarrollado por Carl Jung)

Latencia 7-10 años (hasta la pubertad) Sentimientos sexuales latentes (Las personas no tienden a fijarse a esta etapa, pero si lo hacen, tienden a ser sumamente frustrados sexualmente.)
Genital 11+ años (Pubertad en adelante) Intereses sexuales maduros Frigidez, impotencia, relaciones insatisfactorias

Fase oral

La primera etapa del desarrollo psicosexual es la fase oral, la cual dura desde el comienzo de la vida hasta el primer año. Durante la misma, el foco de la satisfacción está en la boca y el placer se obtiene por los cuidados, pero también a través de la exploración del entorno (los pequeños tienden a llevarse objetos nuevos a la boca). En esta etapa el Ello es el que domina ya que ni el Yo ni el Superyó están totalmente desarrollados. A causa de esto el bebé no tiene noción de sí mismo y todas sus acciones están basadas en el principio de placer.

El yo, sin embargo, está bajo formación durante esta primera etapa. Hay dos factores que contribuyen a la formación del mismo. En primer lugar, la imagen corporal es desarrollada, lo cual implica que el niño reconoce que su cuerpo se diferencia del mundo exterior. Por ejemplo, comenzará a darse cuenta que uno siente dolor solamente cuando éste se aplica al propio cuerpo. A través de la identificación de los límites de su cuerpo, uno comienza a desarrollar el sentimiento del yo. Un segundo factor al que le es atribuido la formación del yo son las experiencias implicadas en el retraso de la satisfacción que conducen a la comprensión de que conductas específicas pueden satisfacer algunas necesidades. El infante gradulamente se da cuenta de que la satisfacción no es inmediata y que tiene que producir determinados comportamientos para iniciar acciones que conduzcan a esa satisfacción. Un ejemplo de conducta semejante es el llorar, que parece no tener finalidad durante los primeros dos meses de vida, pero luego parece ser usado productivamente y está conectado con determinadas necesidades.[5]

La experiencia clave en esta fase es el destete, durante el cual el niño pierde mucho del contacto íntimo con su madre y esto da lugar al primer sentimiento de pérdida. El destete también le provee al bebé conciencia de sí mismo, desde que aprende que no todo está bajo su control, y tampoco la satisfacción es siempre inmediata.

En esta etapa, la satisfacción de las necesidades conducen a la formación de la independencia (desde que el bebé se forma una idea clara sobre los límites de sí mismo y forma su yo) y la confianza (desde que el bebé aprenden que comportamientos específicos conducen a la satisfacción). Por otro lado, la fijación puede llevar a la pasividad, credulidad, inmadurez y un optimismo no realista, y también la formación de una personalidad fácil de manipular debido a la formación inadecuada del yo. Esto puede ser el resultado tanto de la excesiva como de la insuficiente satisfacción. En el caso de demasiada satisfacción, el niño no aprende que no todo está bajo su control y que la satisfacción no siempre es inmediata (los cuales son resultado del destete), dando lugar a una personalidad inmadura. Por otro lado, las necesidades del niño pueden ser satisfechas insuficientemente, y debido a ello el niño se vuelve pasivo porque aprende que de todas formas, lleve a cabo la conducta o no, la satisfacción no sobrevendrá. En algunas sociedades es común que los niños sean cuidados por sus madres durante varios años mientras que en otras este tiempo es más corto. El chupar y comer, de todas formas, componen los recuerdos más tempranos de los niños en todas las sociedades. Esta etapa tiene especial importancia ya que algunas sociedades tribales, comúnmente encontradas en el Suroeste del Pacífico y en África, consideran que el estómago es la sede de las emociones.

Fase anal

En la etapa anal del desarrollo psicosexual, el foco de la energía pulsional (zona erógena) mueve desde el tracto digestivo superior al final inferior y el ano. Esta fase dura desde aproximadamente el 15º mes hasta el tercer año de vida. Durante la misma la formación del Yo continúa.

De acuerdo a la teoría, la experiencia más importante durante esta etapa es el entrenamiento en la higiene personal. Éste ocurre alrededor de los dos años (pueden haber diferencias con respecto a la edad según la sociedad que corresponda), y da como resultado un conflicto entre el Ello, que demanda satisfacción inmediata de las pulsiones que involucran la evacuación y las actividades relacionadas con ella (como el manipular las heces) y las demandas de los padres. La resolución de este conflicto puede ser gradual y no traumático, o intenso y tormentoso, dependiendo de los métodos que los padres usen para manejar la situación. La solución ideal vendría si el niño trata de regularse y los padres son moderados, para que el niño pueda aprender la importancia de la limpieza y el orden gradualmente, los cuales dan lugar a una persona adulta controlada. Si los padres ponen demasiado énfasis en la higiene personal mientras el niño decide acomodarse a ésta, se puede dar lugar al desarrollo de un comportamiento compulsivo, extendiéndose a lo concerniente con el orden y la pulcritud. Por otra parte, si el niño decide prestar atención a las demandas de su Ello y los padres acceden a esto, el niño probablemente desarrolle una personalidad tendiente al desorden e indulgente para consigo mismo. Si los padres reaccionan, el infante debe cumplir, pero desarrollará un débil sentimiento de sí, ya que los padres son los que controlan la situación, no su propio Yo.

Fase fálica

La tercera etapa del desarrollo psicosexual es la etapa fálica, que abarca desde los tres a seis años, en los cuales los genitales del niño son su principal zona erógena. Es en esta tercera etapa de desarrollo infantil que los niños se vuelven conscientes de su propio cuerpo, los cuerpos de los otros niños, y los cuerpos de sus padres, y satisfacen la curiosidad física por desnudarse y explorarse entre sí y los genitales, y así aprender la física (sexual), las diferencias entre lo "masculino" y lo "femenino" y las diferencias de género entre el "niño" y la "niña". En la etapa fálica, la experiencia psico-sexual decisiva de un niño es el complejo de Edipo, su competencia es el padre por la posesión de la madre. Este complejo psicológico deriva del personaje mitológico griego del 5 siglo A.C de Edipo, que sin querer, mató a su padre, Layo, y poseía sexualmente a su madre, Yocasta. Análogamente, en la fase fálica, la experiencia psicosexual decisiva de una niña es el complejo de Electra, su competencia es la madre por la posesión psicosexual del padre. Este complejo psicológico deriva del personaje mitológico griego del 5 siglo A.C de Electra, quien cobró venganza matricida a Orestes, su hermano, en contra de Clitemnestra, su madre, y Egisto, su padrastro, por el asesinato de Agamenón, su padre, (cf. Electra, de Sófocles).[6][7][8]

Inicialmente, Freud aplicó igualmente el complejo de Edipo al desarrollo psicosexual de los niños y niñas, pero luego desarrolló los aspectos femeninos de la teoría como la actitud de Edipo femenino y el complejo de Edipo negativo;[9]​ Sin embargo, fue su alumno-colaborador, Carl Jung, quien acuñó el término complejo de Electra en 1913.[10][11]​ No obstante, Freud rechazó el término de Jung como psicoanalíticamente inexacto: "lo que hemos dicho sobre el complejo de Edipo se aplica con rigor completo sólo al hijo varón, y que tienen razón en rechazar el término 'complejo de Electra', que busca destacar la analogía entre la actitud de los dos sexos".[12][13]

Complejo de Edipo: Oedipus explica el enigma de la esfinge, Jean Auguste Dominique Ingres. (ca. 1805)
Complejo de Electra: Electra en la tumba Agamemnon, por Frederic Leighton, c.1869

Edipo: A pesar de la madre sea el progenitor que satisfaga todo los deseos del niño, este último comienza a formar una identidad sexual discreta — "chico", "chica" — que altera la dinámica de la relación entre padres e hijos, los padres se convierten en el foco de la energía libido infantil. El niño se centra su libido (deseo sexual) a su madre, y centra celos y rivalidad emocional contra su padre - porque es el que duerme con la madre. Para facilitar lo une con su madre, el niño quiere unirse a la madre y matar al padre (al igual que Edipo), pero el ego, pragmático basándose en la principio de la realidad, sabe que el padre es el más fuerte de los dos hombres que compiten para tener una mujer. Sin embargo, el niño también quiere al padre, por eso sus sentimientos son ambivalentes, sobre el lugar de su padre en la familia, que se manifiesta como miedo a que el padre lo castre, el miedo es irracional, una manifestación subconsciente de la identificación infantil.[14]

Electra: Mientras que el niño desarrolla angustia de castración, la niña desarrolla envidia del pene, envidia sentida por las mujeres frente a los hombres debido a que los hombres poseen pene. Esta envidia tiene sus raíces en el hecho de que sin el pene las mujeres no pueden poseer sexualmente a la madre tal como son conducidas por el Ello. Como resultado de esta comprensión, ella dirige su deseo sexual hacia el padre. Luego, después de la etapa fálica, el desarrollo psicosexual de la niña incluye transferir, total o parcialmente, su principal zona erógena desde la infantil clítoris a la vagina adulta. En algún momento la niña pequeña también debe abandonar su primera elección de objeto, la madre, para tomar a su padre como nueva elección de objeto, más apropiado. Su eventual introducción en la heterosexualidad femenina, que culmina al dar a luz, deja paulatinamente de lado sus tempranos deseos infantiles, y su propio hijo es el que toma el lugar del pene de acuerdo a una antigua equivalencia simbólica. En general Freud consideraba más intenso el conflicto de Edipo experimentado por niñas que el experimentado por varones, dando como resultado, potencialmente, una personalidad más sumisa y menos segura.[15]

Defensa psicológica: En ambos casos el conflicto entre las pulsiones del Ello y el Yo es resuelta a través de dos mecanismos de defensa básicos del Yo. Uno de ellos es la represión, que implica el bloqueo de recuerdos, impulsos e ideas desde la mente consciente, pero no conduce a una resolución definitiva del conflicto. La segunda es la identificación que implica la incorporación de las características del padre del mismo sexo dentro del propio Yo del niño. El varón, adoptando este mecanismo busca reducir el miedo a la castración, ya que su similaridad con el padre le hace pensar que lo protegerá de él. La identificación de las niñas con su madre es más fácil ya que se da cuenta de que ni ella ni su madre tienen pene. Algunas escuelas de psicoanálisis consideran que la dinámica psicosexual presentada en niñas en este punto de su desarrollo tiene su término (sin embargo Freud no lo considera así) en el Complejo de Electra. La teoría freudiana de la sexualidad femenina, particularmente lo que se refiere a la envidia del pene, ha sido duramente criticada.

Desenlace La competencia psicosexual no resuelta por el padre del sexo opuesto puede producir una fijación fálica-etapa que dará lugar a una mujer adulta que continuamente se esfuerce por superar a los hombres (a saber, la envidia del pene), o bien como una mujer extraordinariamente seductora (alta autoestima) y coqueteando o como una mujer inusualmente sumisa (baja autoestima). En un niño, una etapa de fijación fálica podría llevarlo a convertirse en un hombre excesivamente ambicioso y vanidoso. En general, el Complejo de Edipo es muy importante para el desarrollo del Superyó ya que, ya que a través de la identificación con uno de los padres, el niño internaliza la moral, y en consecuencia, la elección de cumplir con las normas sociales, en lugar de tener que cumplirlas mediante acto reflejo por miedo al castigo.

Período de latencia

El período de latencia está caracterizado por una solidificación de los hábitos que el niño desarrolló en sus anteriores etapas. A pesar de que el Conflicto de Edipo se resuelva (o no), las pulsiones del Ello no son accesibles para el Yo durante esta etapa, ya que han sido reprimidas durante la etapa fálica. A raíz de esto las pulsiones son vistas como inactivas y escondidas (latentes), y la satisfacción que el niño recibe no es tan inmediata como lo era en las tres etapas previas. Ahora el placer está más relacionado con el proceso secundario. La energía pulsional es redireccionada a nuevas actividades, principalmente en relación a la escuela, hobbies y amigos. De todos modos, pueden presentarse algunos problemas durante esta fase y ocurren si se lleva a cabo una inadecuada represión del Conflicto de Edipo o si al Yo le cuesta redireccionar las pulsiones hacia actividades aceptadas por el entorno social.

Fase genital

La quinta y última etapa del desarrollo psicosexual es la fase genital, la cual se prolonga desde la pubertad (doce años aproximadamente) en adelante. En realidad continúa hasta que el desarrollo culmina, que idealmente es a los dieciocho años cuando comienza la edad adulta. Esta fase representa la mayor parte de la vida, y la tarea básica para que se constituya la individualidad es el desapego a los padres. También es el momento en que se producen los intentos individuales para resolver cuestiones de la temprana niñez. En esta fase el foco está puesto nuevamente en los genitales, como en la fálica, pero esta vez la energía es expresada desde la sexualidad adulta. Otra diferencia crucial entre estas dos etapas es que, mientras en la fálica la gratificación está relacionada con la satisfacción de las pulsiones primarias, en ésta, el Yo está ya bien desarrollado y utiliza el proceso secundario, que le permite una satisfacción simbólica. Ésta última incluye el establecimiento de relaciones amorosas y la posibilidad de formar una familia. También se aceptan las responsabilidades asociadas con la adultez.

Críticas a la teoría freudiana del desarrollo psicosexual

Crítica científica

Una crítica científica común que se refiere a la teoría freudiana del desarrollo psicosexual humano es la que indica que Freud estaba demasiado fijado a la sexualidad humana él mismo, lo que podría haber servido para que subjetivamente su trabajo se dirigiera en favor de definir el desarrollo humano exclusivamente en relación al desarrollo humano sexual considerado normativo, según él. Es posible que dicha fijación haya influenciado negativamente a Freud de distintas formas que lo hayan dirigido a ignorar otras variables significativas que contribuyen al desarrollo psicosexual humano, tales como la actividad hormonal y de las feromonas. La etapa que causa mayor controversia es la fálica. Freud sostenía sus afirmaciones sobre el Complejo de Edipo con una serie de observaciones clínicas. En 1901 publicó una serie de estudios sobre un niño llamado "Pequeño Hans" quien padecía una fobia a los caballos. Freud conectó el miedo de Hans hacia los caballos con el miedo a su padre. El temor de Hans y su angustia fueron pensados como resultado de varios factores incluyendo el nacimiento de su hermana, el deseo de su Ello de reemplazar a su padre como compañero de la madre y conflictos relacionados con la masturbación. Hans admitía que quería tener hijos con su madre, lo cual significaba para Freud una prueba adecuada de la atracción sexual que sentía su pequeño paciente hacia su madre. Hans, sin embargo, era incapaz de conectar el temor por los caballos con su padre, y, como Freud admitía, "a Hans se le deben decir muchas cosas que él no puede decir por sí mismo" además de que "el niño se presenta con pensamientos que hasta el momento no había mostrado signos de poseer", de tal forma que uno podría suponer que Freud manipulaba la mente del paciente.

Otro estudio científico demostró que mientras los rasgos de personalidad correspondientes a las fases oral, anal, edípica y genital pueden ser claramente observados, las etapas en sí mismas en el desarrollo del niño no pueden serlo. Tampoco se puede confirmar que dichos rasgos adultos provengan de las experiencias vividas durante la niñez.[16]

Desde una perspectiva más genérica, el epistemólogo Karl Popper rechazaba los constructos teóricos propuestos por Freud por su infalsabilidad,[17]​ considerando el Psicoanálisis en su globalidad como un claro ejemplo de pseudociencia incapaz de efectuar predicción alguna.[18]

Crítica feminista

A pesar de que las teorías de Freud acerca de la psicosexualidad sean muy populares entre los psicoanalistas, son comúnmente criticadas por ser sexistas. Muchas de estas teorías fueron establecidas a través de la introspección y el auto-análisis del propio Freud, y por lo tanto tienen una perspectiva inherentemente masculina, dando como resultado una gran cantidad de críticas de feministas así como de profesionales de las teorías del género. Freud tuvo dificultades al incorporar el deseo femenino en sus teorías e intentó proveer una explicación para el desarrollo psicosexual femenino sólo muy tarde en su obra.[19]​ El mismo Freud confesó una falta de conocimiento de la sexualidad femenina y no tuvo esperanzas de que la psicología algún día explicara el fenómeno.[19]

Por ejemplo, afirmó que las mujeres jóvenes desarrollan envidia del pene hacia los hombres durante su desarrollo psicosexual. En respuesta a esto, Karen Horney, una psicoanalista freudiana alemana argumentó que las mujeres desarrollan envidia del poder en lugar de la envidia del pene. También sugirió el concepto de "envidia del útero" en hombres, la cual es definidad como celos de la capacidad de concebir niños. De todos modos, formulaciones más modernas consideran a ésta una envidia del derecho de las mujeres de la crianza.[19]

Crítica antropológica

Desarrollo psicosexual: Bronisław Malinowski y nativos, Islas Trobriand (1918).

Investigadores científicos contemporáneos han criticado la universalidad de la teoría freudiana de la personalidad (Ello, Yo y Superyó) siguiente afirmación de Freud en su ensayo "Introducción del narcisismo" (1914): "Es imposible suponer una unidad comparable al Yo que exista desde el comienzo". Amplia evidencia documenta un funcionamiento del Yo en infantes, incluso en los recién nacidos, contrariamente a lo que Freud sostenía. El recién nacido muestra una sorprendente habilidad para seguir distintos objetivos móviles, diferenciar un estímulo familiar de uno que no lo es y reaccionar positivamente con la persona que lo cuida. Aún más, los niños muestran signos de un Superego en funcionamiento más temprano que lo propuesto por Freud, quien sostenía que asomaba recién luego de que se resolviese el Complejo de Edipo. Consideraciones culturales han influenciado ampliamente las teorías dentro de la perspectiva psicodinámica. Freud indicó que el Complejo de Edipo es universal y esencial para el desarrollo.

Bronisław Malinowski, un antrópologo que estudió el comportamiento de los habitantes de las Islas Trobriand, cuestionó la opinión de Freud acerca del Complejo de Edipo y su universalidad. En la sociedad de Trobriand los varones son disciplinados por los hermanos de sus madres en lugar de sus padres biológicos (sociedad avuncular). Tal como desarrolla en su trabajo, "Sexo y represión en la sociedad salvaje" (1927), Malinowski encontró que los varones tenían sueños donde el blanco de los miedos no era su padre sino su tío. Basado en esta observación, Malinowski argumentó que el poder, no los celos, es la base para la tensión edípica. Como resultado, Segall et al. hipotetizó que la teoría freudiana estaba basada en una interpretación equivocada de una variable que da lugar a confusión.[20]​ Por otra parte, la investigación contemporánea confirma que, si bien los rasgos de personalidad correspondientes a la etapa oral, la etapa anal, la etapa fálica, la etapa latente, y la etapa genital se puedan observar, ellos siguen sin estar claros como fases fijas de la infancia, y como se derivan, desde la infancia, los rasgos de personalidad adulta.[16]

Véase también

Referencias

  1. «Introduction to Sigmund Freud, Module on Psychosexual Development» (en inglés). Cla.purdue.edu. Consultado el 1 de setiembre de 2013. 
  2. Bullock, A., Trombley, S. (1999) The New Fontana Dictionary of Modern Thought Harper Collins:London pp. 643, 705
  3. Myre, Sim (1893). "Guide to Psychiatry, 3rd edition" Churchill Livingstone, Edinburgh and London, ISBN 0-443-01161-3. página 396
  4. Myre, Sim (1974). "Guide to Psychiatry, 3rd edition" Churchill Livingstone, Edinburgh and London, ISBN 0-443-01161-3. página 35, página 407
  5. Leach, P. (1997) Your baby and child: From birth to age five. 5th edition. New York: Knopf
  6. Murphy, Bruce (1996). Benét's Reader's Encyclopedia Fourth edition, HarperCollins Editorial:New York p. 310
  7. Bell, Robert E. (1991) Women of Classical Mythology: A Biographical Dictionary Oxford University Press:California pp.177–78
  8. Hornblower, S., Spawforth, A. (1998) The Oxford Companion to Classical Civilization pp. 254–55
  9. Freud, Sigmund (1956). On Sexuality. Penguin Books Ltd. 
  10. Scott, Jill (2005) Electra after Freud: Myth and Culture Cornell University Press p. 8.
  11. Jung, Carl (1970). Psychoanalysis and Neurosis. Princeton University Press. 
  12. Sigmund Freud, On Sexuality (London 1991) p. 375
  13. «"Sigmund Freud 1856–1939" entry». Encyclopaedia of German Literature. 2000. Consultado el 2 de setiembre de 2009.  Texto «Routledge: London » ignorado (ayuda);
  14. Bullock, A., Trombley, S. (1999) The New Fontana Dictionary of Modern Thought Harper Collins:London pp. 607, 705
  15. Bullock, A., Trombley, S. (1999) The New Fontana Dictionary of Modern Thought Harper Collins:London pp. 259, 705
  16. a b Fisher S., Greenberg R. P. (1977). "The Scientific Credibility of Freud’s Theories and Therapy", New York: Basic Books, ISBN 0-231-06215-X Error en la cita: Etiqueta <ref> no válida; el nombre «FisherGreenberg» está definido varias veces con contenidos diferentes
  17. «Sir Karl Popper: Psicoanálisis, ciencia y pseudociencia». Consultado el 02 de setiembre de 2013. 
  18. «El Psicoanálisis como Programa de Investigación Científica (PIC)». Consultado el 02 de setiembre de 2013. 
  19. a b c Berz, Joan; Flanagan, Laura A. (2008). Inside Out and Outside In: Psychodynamic Clinical Theory and Psychopathology in Contemporary Multicutural Contexts. New York: Jason Aronson. pp. 229-242. ISBN 978-0-7657-0431-3. 
  20. Segall, Marshall H., Dasen, Pierre R., Berry, John W., & Ppoortinga, Ype H. Human Behavior in Global Perspective: An Introduction to Cross-Cultural Psychology (Second Edition). Boston: Allyn and Bacon, 1999. 399pp. (p).

Enlaces externos