Ir al contenido

Diferencia entre revisiones de «Romance (poesía)»

De Wikipedia, la enciclopedia libre
Contenido eliminado Contenido añadido
Sin resumen de edición
Deshecha la edición 34744008 de 189.153.77.108 (disc.)
Línea 1: Línea 1:
www.youtube.com/chistes2010
El '''romance''' es un poema característico de la [[Literatura española|tradición literaria española]], [[Península ibérica|ibérica]] e [[hispanoamérica|hispanoamericana]] compuesto usando la [[Romance (métrica)|combinación métrica homónima]]. No debe confundirse con el [[Romance (narrativa)|subgénero narrativo de igual denominación]].
El '''romance''' es un poema característico de la [[Literatura española|tradición literaria española]], [[Península ibérica|ibérica]] e [[hispanoamérica|hispanoamericana]] compuesto usando la [[Romance (métrica)|combinación métrica homónima]]. No debe confundirse con el [[Romance (narrativa)|subgénero narrativo de igual denominación]].



Revisión del 20:56 6 mar 2010

El romance es un poema característico de la tradición literaria española, ibérica e hispanoamericana compuesto usando la combinación métrica homónima. No debe confundirse con el subgénero narrativo de igual denominación.

El romance es un poema característico de la tradición oral, y se populariza en el siglo XV, en que se recogen por primera vez por escrito en colecciones denominadas romanceros. Los romances son generalmente poemas narrativos de una gran variedad temática, según el gusto popular del momento y de cada lugar. Se interpretan declamando, cantando o intercalando canto y declamación.

Orígenes

Existen dos teorías sobre los orígenes de los romances: la Teoria tradicionalista, formulada por Gaston Paris, y la Teoría individualista, sostenida por Joseph Bédier. Intentando conciliar ambas, Ramón Menéndez Pidal creó otra que fue llamada Neotradicionalismo.

Teoría tradicionalista

Según filólogos del Tradicionalismo de inspiración romántica como Gastón París, los romances habrían surgido de unas cantilenas épico-liricas (o lírico-narrativas) de autor anónimo y colectivo y tema nacional que, transmitidas oralmente, se van modificando y ampliando.

Teoría individualista

Otros investigadores, por ejemplo Joseph Bédier, han rechazado esta hipótesis. Los individualistas creían que el origen de la épica era el "Mester de Clerecía" (u 'oficio de los clérigos'); estos eran los hombres poseedores de la cultura, no necesariamente eclesiásticos, y por tanto podían conocer los hechos históricos y redactarlos más tarde; los individualistas creen que los romances son producto de autores concretos clérigos, que empezaron a escribir poemas épicos, y no una colectividad; ligados a un monasterio, escribían poemas de propaganda eclesiástica, para lo cual no dudaban en usar a los juglares como medio de difusión de la cultura (y propaganda de sus monasterios, cultos sepulcrales de héroes allí enterrados y reliquias de santos). Según la teoría de la cantilena, los romances surgieron antes que los cantares de gesta y estos últimos habrían surgido de la unión o refundición, realizada por una autor individual, de varias cantilenas más cortas. Esta tesis ha sido últimamente revitalizada por los trabajos de Colin Smith

Teoría actual: Neotradicionalismo

Intentando conciliar ambas posturas, Ramón Menéndez Pidal creó el Neotradicionalismo, una teoría para la cual los romances habrían surgido de la fragmentación de las grandes epopeyas medievales o cantares de gesta, tales como el Cantar o Poema de Mio Cid y El cerco de Zamora. En este proceso, los cantares de gesta, cantados por los juglares, circulaban no sólo en las cortes aristocráticas sino también en las plazas plebeyas, donde el pueblo escuchaba los episodios más importantes y repetidos cuando pasaba por allí; se les grababa en la mente y a su vez los repetían y cantaban entre sí. De esa manera se fueron transmitiendo oralmente de padres e hijos los fragmentos que tenían mayor interés e incluso algunos se mezclaron con otros y experimentaron una elaboración formal que consistía en numerosas variantes, muchas de ellas localizadas sobre todo al final. Al mismo tiempo, había juglares cuyo propósito y alcance eran más humildes y que se dedicaban a cantar en público y por separado sólo los pasajes épicos que encerraban una acción o suceso completo. El proceso creativo que produjo esta separación lo describe así: "unos cuantos versos felices más o menos fielmente recordados y repetidos por los oyentes de las gestas, al rodar en la memoria, en la fantasía y en la recitación de muchos individuos y generaciones, aflojaban su trabazón interna, propia de un relato circuncidado y ligado a un conjunto …" A medida que estos pasajes se popularizaban los versos extráneos fueron abandonados, hasta que las gestas se redujeron a fragmentos independientes, con su propio tema y unidad de estructura, luego pasando por varias refundiciones. Llamaron los románticos del siglo XIX a su autor "el pueblo poeta," nombre modificado por [...], quien lo designó "auto-legión," o sea la línea de cantores y oyentes anónimos a través de los siglos X, XV, y XX que forman el volksgeist o espíritu del pueblo.

La siguiente gran contribución vino a través del estudio de los orígenes de la épica que realizaron Milman Parry y Albert Lord, según los cuales toda épica se compone de una gran proporción de versos y pasajes repetidos (estilo formular) con función mnemotécnica. Fundándose en sus sólidos argumentos y rechazando la idea de que la gesta se descompuso en canciones breves Sylvanus Grisworld Morley demostró que la hipótesis es válida para sólo 3 de los 9 romances del Cid, y para 2 de los 4 romances históricos, y que sólo 3 de los 146 romances examinados poseen una relación íntima con los cantares restaurados encontrados en las crónicas. El romance "Párense contra el muro Alicante" consiste en versos muy similares a los que se encuentran en la Crónica de 1344.

En cuanto al estilo del romance, se destaca la dicción formulística. Ya que los romances se transmitían por via oral u dependíendo de los recursos mnemónicos, que son las fórmulas de expresión características del género. Así, las repeticiones ("Rey don Sancho, rey don Sancho"; "Fonte-frida, fonte-Frida"), el epíteto ("flor de la poronga"), y la exclamación ("Ay Dios, qué buena [...]") son muletillas en que se apoya la memoria del juglar. Entre otros recursos formularios, hay la introducción al diálogo ("buenus oraleis los que dáis"), la introducción a la acción ("Ya se parte. Ya se sale"), y el paralelismo ("Todos visten un vestido. Todos visten un zorzal").

Características

Un romance consta de grupos de versos de ocho sílabas (octosílabos) en los que los pares riman en asonante. Los más antiguos pueden añadir para completar la rima la llamada -e paragógica y asimismo no poseen división estrófica; los más modernos agrupan los versos de cuatro en cuatro y no suelen recurrir a este artificio. Todos los romances viejos son anónimos y son influidos en gran manera por la religión, la guerra y el amor.

Se diferencian de las baladas europeas en preferir el realismo a lo fantástico y en poseer un carácter dramático más marcado. Su estilo se caracteriza por ciertas repeticiones de sintagmas en función rítmica (Río verde, río verde), por un uso algo libre de los tiempos verbales, por la abundancia de variantes (los textos varían y se contaminan entre sí, se "modernizan" o terminan de distinto modo a causa de su transmisión oral) y por el frecuente corte brusco al final, que en las mejores ocasiones aporta un gran misterio al poema.

Su estructura es variada: algunos cuentan una historia desde el principio hasta el final; otros son sólo la escena más dramática de una historia que consta de varios romances. Entre estos ciclos de romances destacan los consagrados a las historias del Cid y de Bernardo del Carpio.

Los temas son históricos, legendarios, novelescos, líricos... Algunos servían para publicitar las hazañas de la reconquista de Granada: son los llamados romances noticieros. La vitalidad del Romancero español fue enorme; no sólo perdura en la tradición popular transmitiéndose oralmente hasta la actualidad, sino que inspiró muchas comedias del teatro clásico español del Siglo de Oro y, a través de este, del europeo (por ejemplo, Las mocedades del Cid de Guillén de Castro inspiró Le Cid, de Pierre Corneille). La misma existencia del Romancero nuevo es prueba de ello.

Difusión

Los inicios de su difusión impresa tienen lugar a partir de 1510, fundamentalmente a través de los llamados pliegos sueltos. Difundidos a través de las ferias, algunos coleccionistas de estos pliegos impresos, elaborados en cortas tiradas ya que se realizaban para agotar las sobras de papel de ediciones mayores en las imprentas, por lo que frecuentemente el texto se cortaba al final por falta de espacio, juntaron sus ejemplares en códices facticios llamados cancioneros de romances. Habrá que esperar la publicación, en Amberes, hacia 1547-1548, del Cancionero de romances de Martín Nucio para disponer finalmente de una verdadera antología del romancero viejo español. La recopilación presenta 156 romances. El Cancionero de romances fue reeditado, sin modificaciones, en Medina del Campo en 1550, y el mismo año en Amberes, por Nucio, que le agregó 32 piezas nuevas. La edición de 1550 sirve de modelo a las tres reimpresiones [1555, 1568, 1581].

Sólo a partir de 1547-1548 los romanceros son objeto de ediciones separadas y específicas; son las Silvas de varios romances, con una «Primera parte» (Zaragoza, 1550, 1552), otra «Segunda parte» (Zaragoza, 1550, 1552) y hasta una «Tercera parte» (Zaragoza, 1551, 1552); en total, unas quince ediciones de romanceros entre 1548 y 1568, si se tienen en cuenta las tres reediciones del Cancionero de romances y las cuatro ediciones sucesivas de los Romances nuevamente sacados de historias antiguas. Con la Flor de romances recopilada en 1589 por Pedro de Moncayo se inicia la publicación de las antologías de romances nuevos que constituirán el Romancero General de 1600.

Colecciones

Los romances han llegado a nosotros a través de varios caminos:

  • Cancioneros manuscritos como el famoso Cancionero musical de Palacio, que conserva las canciones de la corte de los Reyes Católicos; contiene 38 romances.
  • Antologías impresas, como el Cancionero general recopilado por Hernando de Castillo y publicado en 1511; entre sus muchos poemas, hay 48 romances; hubo muchas más de estas antologías.
  • Romanceros, es decir, volúmenes formados exclusivamente por romances, como el famosísimo Cancionero de Romances publicado por el tipógrafo Martín Nucio en Amberes, hacia 1547, que suscitó la imitación de la llamada generación de poetas romancistas (Lope de Vega, Miguel de Cervantes, Luis de Góngora...); fueron también muchos los romanceros que se publicaron después.
  • Pliegos sueltos; eran cuadernillos de cuatro hojas, que se vendían por ferias y ciudades, a muy bajo precio; por su fragilidad, se han perdido en su mayor parte: hoy se conservan sólo unos doscientos cincuenta del siglo XVI en diversas bibliotecas del mundo, que los guardan como objetos preciadísimos.
  • La tradición oral moderna. En efecto, el pueblo continúa aún (pero cada vez menos: los barren las canciones modernas difundidas por la radio y la televisión) cantando romances; se han recogido en la Península, en Canarias y en Hispanoamérica; y también entre las comunidades sefardíes.

El romancero viejo

Portada del Libro de los cincuenta romances (c. 1525), primera colección de romances conocida.

El Romancero español es un grupo de cortos poemas de origen medieval desgajados de los cantares de gesta castellanos a partir del siglo XIV y transmitidos de forma oral hasta el XIX, en que, merced al interés que el Romanticismo sintió por la literatura medieval, Agustín Durán empezó a recogerlos en sus famosas Colecciones de romances antiguos o Romanceros, Valladolid, 1821, ampliado luego con el título más célebre de Romancero General. Ya en el siglo XX, Ramón Menéndez Pidal y su escuela emprendieron su compilación exhaustiva y empezaron a ordenarlos y estudiarlos.

Muchos romances provienen especialmente del XV y se conservan gracias a coleccionistas contemporáneos de estas composiciones, que compraban en las ferias en forma de pliegos sueltos y que elaboraban con ellos los llamados cancioneros de romances. Este es el llamado Romancero viejo.

El romancero nuevo

Pero desde el siglo XVI incluido y hasta la actualidad ciertos autores (Félix Lope de Vega, Luis de Góngora, Francisco de Quevedo, Sor Juana Inés de la Cruz, Ángel de Saavedra, Miguel de Unamuno, Juan Ramón Jiménez, Federico García Lorca, Gerardo Diego) empezaron a imitarlos, enamorados de su particular idiosincrasia, formando un nuevo corpus de poemas al que se llamó Romancero nuevo. Estos romances poseen autor conocido, se transmiten no de forma oral, sino impresa, están divididos en estrofas (cuartetas de versos asonantados) e imitan los géneros y el estilo del Romancero Viejo, aunque por otra parte amplian los temas y modifican las formas, adaptándolos a veces a la letrilla y añadiendo estribillos.

Tipos de romances

Existen diferentes clasificaciones de los romances atendiendo a distintos criterios.

Por su cronología

  • Romancero Viejo: el que proviene de la descomposición de antiguos cantares de gesta castellanos, de autor anónimo, no dividido en cuartetas y que se origina fundamentalmente en los siglos XIV y XV y transmitido de forma oral de padres a hijos.
  • Romancero Nuevo: el creado a imitación del Romancero Viejo por autores conscientes, transmitido por vía escrita en colecciones de romances o Cancioneros de romances de pliegos de cordel y dividido en pequeñas estrofas o cuartetas de cuatro versos, que abarca toda la producción de romances entre los siglos XVI y XXI. Compusieron estos romances Cervantes, Lope de Vega, Quevedo, Luis de Góngora, Meléndez, el Duque de Rivas, Miguel de Unamuno, Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, la Generación del 27 (Federico García Lorca y otros) etcétera.

Por su estructura interna

Los romances poseen una trama narrativa en la que se distinguen un marco, una situación inicial, una complicación y una resolución.

  • El marco está formado por los personajes, el lugar y el momento de la acción.
  • En la situación inicial, se plantea un conflicto o problema.
  • En la complicación, ocurre el desarrollo del conflicto que se ha presentado.
  • Por último, en la resolución el conflicto se soluciona para bien o para mal. Como característica típica del romance, el final es trunco o abierto y también la inclusión del diálogo en los romances es un recurso muy utilizado.

Fundamentalmente, son tres las estructuras que aparecen:

  • Romance escena: se trata del momento más dramático, emotivo o culminante de una historia cuyo principio y fin no se refiere; por ejemplo, El infante Arnaldos o el Romance del prisionero.
  • Romance historia: narran una historia con principio y fin; por ejemplo, el Romance del Conde Olinos.
  • Romance con estribillo: utilizan un estribillo o bordón, como el romance ¡Ay de mi Alhama!

Por su temática

La clasificación más habitual es esta:

  • Romances históricos: Tratan temas históricos o legendarios pertenecientes a la historia nacional, como, el Cid, Bernardo del Carpio, etc.
  • Romances carolingios: Están basados en los cantares de gesta franceses: batalla de Roncesvalles, Carlomagno, etc.
  • Romances fronterizos: Narran los acontecimientos ocurridos en el frente o frontera con los moros durante la Reconquista.
  • Romances novelescos: Con gran variedad de temas, aunque frecuentemente están inspirados en el folclore español y asiático.
  • Romances líricos: Son una función de la libre imaginación y el gusto personal. Menéndez Pidal señala los rasgos subjetivos y sentimentales que reemplazan los detalles menos dramáticos del cantar de gesta original. Se eliminan los elementos narrativos considerados secundarios, y el romance abandona el contexto, enfatizando la acción inmediata. El poeta anónimo puede expresar sus sentimientos amorosos o favorecer temas folclóricos, personajes mitológicos, y sucesos fantásticos.
  • Romances épicos: cuentan las hazañas de héroes históricos.
  • Romances vulgares o de ciegos: narran hechos sensacionalistas, crímenes horrendos, hazañas de guapos o bandoleros como los siete del famoso Francisco Esteban, milagros, portentos etcétera.

Recursos internos o textuales

  • Repetición léxica: es la reiteración de un vocablo, con el cual se destaca aquello en que se quiere que el lector u oyente haga hincapié.
  • Repetición variada: es la utilización de la misma familia de palabras en todo el romance.
  • Aliteración: es la reiteración fonética de una letra.
  • Construcción paralela: se produce cuando hay repeticiones semánticas, es decir, reiteraciones de significado, o repeticiones de estructuras gramaticales.
  • Imágenes sensoriales: corresponden a cada uno de los cinco sentidos. (Imagen visual, olfativa, auditiva, táctil y gustativa).

Recursos extratextuales

  • Comienzo con un personaje en movimiento: Ej.: “hablando estaba el claustro”.
  • Localización temporal: se realiza mediante una fecha religiosa o significativa para el lugar originario del romance.
  • Localización de la acción: es generalmente a orillas del mar, de un lago, en una torre o un campo de batalla.

Música

Las tonadas de los romances son de carácter popular y de corta extensión. Por lo general, se repiten cada cuatro versos a modo de cantilena. Desde el punto de vista formal, estas tonadas suelen componerse de dos frases melódicas, la primera de cadencia suspensiva y la segunda conclusiva. Existen romances cuyo fraseo melódico es más largo y elaborado que el citado, aunque en estos casos se recurre a la repetición de uno o varios versos para lograr el perfecto encaje de la letra y la música.

Romance del Conde Olinos, partitura pdf
Romance de Alfonso XII, partitura pdf
Nuevo Mester de Juglaría
noicon
Romance del Conde Olinos

Trascencendia

El Romancero sugestionó, como ya había hecho en el Siglo de Oro, la imaginación de los medievalizantes poetas del Romanticismo europeo e hispánico. Durante el siglo XIX menudearon las traducciones de estas baladas españolas al inglés, al francés y al alemán. El romancero influyó en algunos poemas de Víctor Hugo. En Austria Barbara Elisabeth Glück escribió un Romancero (1845) y en Alemania la imitó Heinrich Heine con otro Romanzero (1851).

Enlaces externos

Bibliografía

  • Ramón Menéndez Pidal. Romancero Hispánico … Teoría e historia. vol. I. Madrid: Epasa-Calpe, 1953, pág. 60.
  • Mario Garvin, Scripta Manent. Hacia una edición crítica del romancero impreso (Siglo XVI), Madrid, Iberoamericana, 2007.
  • Juan Alborg. "La épica popular, el Romancero, " Cap. IX, Historia de la literature española, tomo I. "Edad Media y Renacimiento." Madrid: Gredos, 1972, pp. 399-437.
  • S. G. Morley, "A Chronological List of Early Spanish Ballads. Hispanic Review, vol. 13, 194), pp. 273-87.
  • R. H. Webber. "Formulistic Diction in the Spanish Ballad." University of California Publications in Modern Philology, vol. 34, núm. 2 (1951), pp. 175-278.
  • Alejandro González Segura, Romancero, Madrid, Alianza Editorial, 2008.