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Diferencia entre revisiones de «Guerra de los Seis Días»

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Plantilla:Infobox conflicto militar La Guerra de los Seis Días, también conocida como Guerra de Junio de 1967 en la historiografía árabe, fue un conflicto bélico que enfrentó a Israel con una coalición árabe formada por Egipto, Jordania, Irak y Siria entre el 5 y el 10 de junio de 1967. Tras la exigencia egipcia a la ONU de que retirase de forma casi inmediata sus fuerzas de interposición en el Sinaí, el movimiento de fuerzas egipcias en la frontera y el bloqueo del estrecho de Tirán, Israel, temiendo un ataque inminente, lanzó un ataque preventivo contra la fuerza aérea egipcia. Jordania respondió atacando las ciudades israelíes de Jerusalén y Netanya. Al finalizar la guerra, Israel había conquistado la Península del Sinaí, la Franja de Gaza, Cisjordania y los Altos del Golán.

La Guerra de los Seis Días se inscribe dentro del conjunto de guerras libradas entre Israel y sus vecinos árabes, tras la creación del Estado de Israel (1948) en la Palestina del Mandato británico. Estos seis días de 1967 concitaron la atención mundial y resultaron claves en la geopolítica de la región: sus consecuencias han sido profundas, extensas y se han hecho notar hasta hoy día, teniendo una influencia decisiva en numerosos acontecimientos posteriores, como la Guerra de Desgaste, la Guerra de Yom Kipur, la masacre de Múnich, la polémica sobre los asentamientos judíos y el estatus de Jerusalén, los acuerdos de Camp David y Oslo o la Intifada.

Antecedentes

En 1947, la Organización de las Naciones Unidas estableció un plan para la división del Mandato Británico de Palestina en dos Estados, uno judío y otro árabe, quedando Jerusalén y Belén bajo control internacional. Los países árabes y los líderes de la comunidad árabe palestina rechazaron el plan y atacaron al recién creado Estado de Israel el mismo día de su proclamación, dando lugar a la Guerra árabe-israelí de 1948, que acabó con la victoria de los judíos, su independencia definitiva y la ampliación del territorio de Israel. Por su parte, Egipto se apropió la Franja de Gaza y Transjordania ocupó Cisjordania y parte de Jerusalén (rebautizando el país con el nombre de Jordania).

Los países árabes no aceptaron el resultado de esta guerra y continuaron con acciones de guerrilla contra Israel, lo que llevó a este país a intervenir junto a Francia y el Reino Unido en la Guerra de Suez (1956). Esta guerra fue una victoria militar, pero una derrota política para los tres aliados, ya que la gran presión diplomática por parte de los Estados Unidos y de la Unión Soviética forzó a Francia, Inglaterra e Israel a retirar sus ejércitos. A cambio de retirar sus ejércitos del Sinaí, Israel obtuvo indirectamente de Egipto el compromiso de detener sus envíos de armamento a las guerrillas que luchaban contra Israel. Como resultado, las relaciones entre Egipto e Israel se tranquilizaron (en la medida en que esto era posible) por un tiempo. Además, un cuerpo especial de la ONU, conocido como UNEF por sus siglas en inglés, fue desplegado en la península del Sinaí, interponiéndose entre israelíes y egipcios.

Hacia la guerra

Sin embargo, la presión constante de la opinión pública de los países árabes forzaba a sus líderes a continuar la lucha contra Israel. Como parte de esta lucha, Egipto continuó apoyando guerrillas, e impulsó una alianza militar con Siria en 1966. Tanto Siria como Egipto estaban respaldados por la Unión Soviética.

El 17 de mayo de 1967, Egipto solicitó formalmente a la ONU la retirada de las tropas de interposición (UNEF), y comenzó a remilitarizar el Sinaí y la frontera con Israel. El 23 de mayo del mismo año, Egipto bloqueó los estrechos de Tirán, lo que según Israel contradecía las Leyes Marítimas de la ONU y era causa de guerra. El 30 de mayo, la presión popular en Jordania logró apartar al rey Hussein de su tradicional alianza con las potencias occidentales y le obligó a unirse a la alianza egipcio-siria, otorgando el mando de sus fuerzas a un general egipcio. El 4 de junio Irak se sumó a la coalición.

Aunque el gobierno de Israel no quería la guerra y la temía, los militares israelíes consideraban que era necesario atacar inmediatamente porque sin la ventaja de la sorpresa, Israel no podría sobrevivir. Israel había movilizado a los reservistas y no podía mantener esa movilización indefinidamente. Ante la disyuntiva de atacar o desmovilizar, no habiendo recibido garantía alguna por parte de EE.UU. de que impulsaría una iniciativa internacional, y con el gobierno de Egipto dando muestras públicas diarias de su voluntad de no enfriar la situación, el gobierno de Israel olvidó sus reticencias y siguió el consejo de sus generales. [1]​ Otras fuentes[2]​ dudan de que los árabes, pese a toda la intensa retórica belicista y la acumulación de tropas en las fronteras, estuviesen realmente dispuestos a atacar a Israel. Ted Thornton afirma incluso que "los movimientos de las tropas egipcias fueron un pretexto, planificado desde hacía tiempo, para que las tropas israelíes ganaran más territorio". Esta fuente cita a Isaac Rabin, quién declaró un año después de la guerra[3]​:

No creo que Nasser quisiera la guerra. Las dos divisiones que envió al Sinaí en mayo de 1967 no hubiesen sido suficientes para lanzar una ofensiva contra Israel. El lo sabía y nosotros lo sabíamos.
Le Monde, febrero del 1968.

El primer ministro durante la guerra, Menahem Begin también dijo años después:[4]​:

En junio de 1967 otra vez teníamos una opción. La concentración de tropas egipcias en Sinaí no probaban que Nasser realmente fuera a atacarnos. Debemos ser honestos con nosotros mismos. Nosotros decidimos atacarle a él.
New York Times, 21 agosto de 1982.

Sin embargo, a juicio del presidente israelí Jaim Herzog (analista militar durante el conflicto), no era esta la opinión del mando militar israelí en 1967 ni es tampoco la de otros historiadores militares israelíes que se han ocupado extensamente de la guerra, como Michael B. Oren, que generalmente sostienen, a partir del estudio pormenorizado de los documentos y de entrevistas con sus protagonistas, que Israel no tenía otra opción desde el punto de vista militar. Así, Jaim Herzog sostuvo que, en la situación en la que se encontraba Israel, rodeado por un enorme ejército árabe que le superaba en efectivos, aviones y tanques, no tenía opción a especular sobre si estaban o no dispuestos realmente a atacarles, ya que carecía de "profundidad estratégica" en la que poder desplegarse y, por tanto, de posibilidad de respuesta:

En 1967, cuando se hizo evidente que la guerra estaba a la vuelta de la esquina, el mando israelí llegó a la conclusión de que no debía permitirse que los árabes hicieran el primer movimiento porque, por su propio peso, conseguirían una ventaja inicial que Israel no podría afrontar
Jaim Herzog, La guerra de Yom Kipur, Inèdita, 2004, pág. 32

Según fuentes soviéticas, se estaban produciendo incursiones israelíes en territorio sirio, incursiones que provocaron en Egipto la impresión de que Israel quería la guerra[5]​. Sin embargo, consta que diversos informes de inteligencia egipia y siria, que conocía Nasser, reconocían semanas antes del inicio de la guerra que no existía movimiento alguno de tropas israelíes.[6]

5 de junio: Operación Foco

La avanzadilla del Jordán. 5-7 de Junio

La guerra comenzó el 5 de junio, cuando Israel lanzó la Operación Foco, ideada entre otros por Ezer Weizman. Esta operación consistía en una serie de ataques a primera hora de la mañana contra las bases aéreas egipcias, para atrapar a los aviones egipcios en tierra a la vuelta de su tradicional primera ronda al amanecer, alrededor de las 8:00 de la mañana. Israel poseía una información extremadamente detallada de las bases egicipias a atacar, llegando a incluir una lista completa de todos los pilotos egipcios y su rango, así que la hora de ataque fue escogida para maximizar el número de aviones enemigos en tierra. En los diversos ataques israelíes durante la mañana del 5 de junio, Egipto perdió 286 de sus 420 aviones de combate, así como 13 de sus más importantes bases aéreas y 23 estaciones de radar. Israel, por el contrario, perdió sólo 19 de sus 250 aviones de combate.

Las graves pérdidas sufridas por los egipcios, tanto en aviones como en bases de lanzamiento de aviones, dieron a Israel ventaja en los combates aéreos durante toda la guerra, explicando en parte el favorable desarrollo de la misma para el bando israelí.

Pocos minutos después del comienzo de la Operación Foco, las fuerzas terrestres de Israel, divididas en 3 divisiones comandadas por Ariel Sharon, Abraham Yoffe e Israel Tal invadieron la península del Sinaí defendida por 7 divisiones egipcias. Tal no encontró resistencia en el norte del Sinaí, ocupando así la Franja de Gaza. Sin embargo, Sharon y Yoffe encontraron una fuerte resistencia por parte de las tropas del general Sa'di Nagib en Umm Qatef.

En el frente central, Israel tenía la esperanza de que la participación de Jordania en la guerra sería sólo testimonial y una confrontación real no llegaría a producirse; sin embargo, esta esperanza se vio defraudada cuando las tropas jordanas lanzaron, alrededor de las 11:15 de la mañana, una serie de bombardeos sobre la parte israelí de Jerusalén y un ataque sobre algunos de los principales edificios, entre ellos, la Casa de Gobierno. A las 12:30 del mismo día, las fuerzas aéreas israelíes atacaron a las fuerzas aéreas jordanas, atrapándolas en tierra y destruyéndolas en gran medida.

En el frente norte, Siria usó su artillería ubicada en los Altos del Golán para bombardear los asentamientos israelíes de Galilea, mientras que la aviación israelí destruía más del 60% de la fuerza aérea siria.

6 de junio: Captura de Umm Qatef y Gaza, cerco de Jerusalén

En la mañana del 6 de junio, las divisiones de Sharon y Tal conquistaron Umm Qatef y El-Arish, mientras que Yoffe avanzó por el centro de la península del Sinaí en una carrera por ocupar los principales pasos antes que las tropas egipcias y lograr así su captura. En Gaza, por el contrario, tras cruentos combates que provocaron la mitad de las bajas israelíes en todo el frente sur, los principales centros de mando egipcios se rindieron, permitiendo a Israel ocupar totalmente la Franja.

La guerra alcanzó ese día también a las tropas de tierra de Israel en el frente central, que ocuparon Latrún, Ramala y Jenín, a la vez que se completaba el cerco de Jerusalén y las unidades de paracaidistas se preparaban para el asalto al centro histórico, la Ciudad Vieja. Las fuerzas aéreas israelíes realizaron ataques contra la base iraquí H-3, probablemente la última esperanza jordana de recibir cobertura aérea para el resto de la guerra.

En el norte, Siria continuó con sus ataques contra los asentamientos israelíes, pero se negó a enviar tropas en auxilio de Jordania

7 de junio: Captura de Jerusalén

Invasión del Sinaí. 7-8 de Junio

Con la captura de Sharm el-Sheij el 7 de junio por parte de unidades de la marina y de paracaidistas, Israel logró reabrir los estrechos de Tirán, e inmediatamente declaró un estatuto de agua internacional de libre paso para los barcos mercantes. Al mismo tiempo, las tres divisiones israelíes del frente sur apresuraron su marcha, llegando a alcanzar el Canal de Suez. Al acabar el día, toda la península del Sinaí —excepto parte de la costa occidental— estaba bajo control israelí.

En el frente central se produjo uno de los hechos más significativos de toda la guerra, cuando la brigada de paracaidistas del general Mordejai "Mota" Gur ocupó la Ciudad Vieja de Jerusalén, incluyendo el Monte del Templo o Explanada de las Mezquitas. Asimismo, las divisiones israelíes en Cisjordania ocuparon Nablús, Judea y Hebrón entre otras ciudades, llegando incluso a cruzar el río Jordán.

8 de junio: Ataque contra el Liberty, propuesta de tregua

El 8 de junio no se produjeron combates de importancia en ningún frente, destacando sólo la ocupación de algunas pequeñas localidades en Cisjordania y el Sinaí. Sin embargo, debido probablemente a un error de identificación, las fuerzas aéreas y navales de Israel atacaron el barco estadounidense Liberty, provocando 34 muertos y 173 heridos. Las 13 comisiones oficiales de investigación (10 en Estados Unidos y 3 en Israel) han concluido que el ataque se debió a un error israelí, aunque algunas fuentes mantienen que el ataque fue intencionado.

Asimismo, el 8 de junio se realizó una propuesta de tregua que fue aceptada por Egipto pero no por Siria, lo que llevó a Israel a lanzar la campaña contra Siria de los días 9 y 10 de junio. A partir de este día, casi no hay actividad en los frentes sur y central de la guerra.

9 de junio: Ataque contra Siria

Batalla de los Altos del Golán, 9-10 de Junio

Apoyadas por continuos ataques de las fuerzas aéreas israelíes, las tres divisiones del frente norte y una división de refuerzo traída desde Cisjordania lanzaron un ataque contra los Altos del Golán. Aunque las fuerzas aéreas fueron incapaces de destruir la atrincherada artillería siria, consiguieron provocar la huida de un importante número de combatientes sirios, permitiendo a Israel ocupar Qala', Tel 'Azziziat y otras localidades cercanas. Creyendo que las pérdidas eran mayores de las reales, el ejército sirio emprendió la retirada la noche del 9 de junio.

10 de junio: Último día de guerra

Ante la retirada de las tropas sirias, las divisiones israelíes pudieron avanzar en todo el frente, llegando a ocupar la importante ciudad de Quneitra, y con el camino expedito hacia Damasco. Sin embargo, ante la inmensa presión diplomática, Israel aceptó el alto al fuego sugerido por el Consejo de Seguridad, terminando así la guerra.

Consecuencias de la guerra

Israel dio por finalizada la Guerra de los Seis Días habiendo aumentado su territorio considerablemente, con la incorporación de los Altos del Golán, Cisjordania (incluyendo Jerusalén Oriental), la Franja de Gaza y la península del Sinaí. Desde el punto de vista militar, tras dos décadas de fragilidad estratégica, Israel obtuvo por primera vez en su historia profundidad territorial, que le concedería capacidad defensiva para defenderse de la artillería árabe lejos de las ciudades israelíes y para evitarse en adelante la obligación de realizar ataques preventivos ante cada amenaza, con el coste que ello supone a efectos de opinión pública. La situación dio por tanto un vuelco geoestratégico y ahora serían las capitales árabes (Ammán, Damasco y El Cairo) las que quedaban al alcance de cualquier incursión rápida del Tsahal. Además de la expansión territorial y del «colchón» defensivo, Israel demostró en el plano psicológico a sus vecinos árabes su capacidad para defenderse militarmente, y su voluntad para usar dicha capacidad.

En el plano político, y pese a la euforia inicial y al entusiasmo colectivo y espiritual por el reencuentro con el Muro Occidental, la situación no fue tan favorable a Israel y la guerra envenenó aún más el conflicto árabe-israelí. Merced a los territorios conquistados, que inicialmente estaban destinados a ser moneda de cambio a cambio de una paz duradera, Israel se convertiría en potencia ocupante y permanente de una población árabe muy hostil, lo cual estimuló el nacionalismo palestino, creándose nuevas amenazas internas en los territorios ocupados y alejándose toda perspectiva de una solución negociada a corto plazo. Los efectos de todo ello perduran hoy día.

Hubo otro efecto político muy importante y es el hecho de que el conflicto árabe-israelí quedó plenamente encajado en los esquemas maniqueos de la Guerra Fría: la URSS, junto al bloque socialista, rompió relaciones diplomáticas con Tel Aviv e Israel se convirtió a los ojos de una buena parte de la opinión pública internacional en agresor y potencia ocupante y perdió su prestigio de pequeño país en lucha por su supervivencia. A ojos de la retórica antiimperialista y antiestadounidense, Israel se transformó en "peón del imperialismo yanqui". Dio comienzo entonces la «satanización» y el aislamiento internacional,[7]​ ilustrado por las sistemáticas resoluciones contrarias a Israel en la ONU,[8]​ y en la idealización y justificación incondicional de las acciones de sus enemigos, incluidos aquellos que practicaban el terrorismo.[9]​ Para algunos autores, nació entonces una nueva judeofobia, esta vez de cuño ideológico y centrado en el Estado judío.[10]

Por su parte, la derrota sufrida por Egipto, Siria y Jordania fue considerada humillante en esos países, que argumentaron una inexistente intervención militar de Estados Unidos y el Reino Unido para justificar el éxito de la operación Foco israelí. La derrota militar de Egipto y Siria produjo un gran malestar en el mundo árabe, lo que llevó a mantener los años siguientes una Guerra de Desgaste con Israel y, finalmente, a un ataque conjunto egipcio-sirio en la Guerra del Yom Kipur que no alteró el mapa geopolítico establecido tras la Guerra de los Seis Días.

Israel devolvió el Sinaí a Egipto como parte de los acuerdos de paz de Camp David en 1982, más o menos al mismo tiempo que concedía la ciudadanía israelí a los habitantes de Jerusalén Este y de los Altos del Golán, cuyos territorios se incorporaron administrativamente a Israel, si bien sólo Jerusalén Este ha sido legalmente anexionada (véase Ley de Jerusalén). En agosto de 2005, Israel evacuó todos los asentamientos de la Franja de Gaza para ceder su control a la Autoridad Nacional Palestina (ANP), siguiendo su plan de retirada unilateral israelí.


Bibliografía

  • Oren, Michael B. (2005). «La Guerra de los Seis Días». Barcelona: RBA. ISBN 84-473-4603-X. 

Enlaces externos

  1. [1] www.mideastweb.org
  2. Ver artículo
  3. Ver artículo
  4. Ver artículo
  5. [2] www.mideastweb.org
  6. La guerra de los seis días, Michael B. Oren, RBA, 2006, p. 107.
  7. De la aritmética de bloques «resultan una serie de gestos y veintena de resoluciones [de la ONU] de carácter testimonial, pero destinadas no solo a exigir la retirada hebrea de los territorios ocupados o la constitución de un Estado palestino, sino a satanizar a Israel, a hacer de él un proscrito de la legalidad internacional, a socavar sus fundamentos ideológicos y morales». Joan B. Culla, La tierra más disputada, Madrid, Alianza, 2005, pág. 280.
  8. Véase Israel and the United Nations. Un uneasy relationship y One Small Step. Is the UN finally ready to get serious about anti-Semitism?, Anne Bayefsky, 21 de junio de 2004.
  9. El historiador Culla cita como ejemplo el trato excepcional que se le dio a Yasser Arafat en la ONU, permitiéndole intervenir en la Asamblea de la ONU invitado con honores jefe de Estado el 13 de noviembre de 1974, cuando estaba todavía reciente la matanza de Múnich y otras acciones atribuidas a algunas de las organizaciones bajo control de Arafat.
  10. Numerosos autores se han ocupado de la cuestión, y suelen coincidir en señalar el final de la Guerra de los Seis Días y toda la campaña diplomática posterior en un doble sentido: 1) como un giro en la percepción de Israel que, hasta entonces, gozaba de las simpatías de la izquierda no comunista y en general de la opinión pública occidental, y 2) como el surgimiento de un "nuevo antisemitismo" (o "nueva judeofobia") en Occidente, esta vez de raíz ideológica (no "racista") invocando el "antisionismo" y el odio a Israel. Por ejemplo Pierre-André Taguieff, La nueva judeofobia, Barcelona, Gedisa, 2002 y Alain Finkielkraut, En el nombre del Otro. Reflexiones sobre el antisemitismo que viene, Barcelona, Seix Barral, 2005. Para más referencias véase nuevo antisemitismo.