Spartacus (serie de televisión)

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Spartacus es una serie de televisión que presenta, de manera novelada, la vida del famoso gladiador rebelde Espartaco. Allí también se muestra la vida y peripecias de sus compañeros gladiadores y de los romanos más próximos a Espartaco. Rodada en Nueva Zelanda, y producida por Steven S. DeKnight y Robert Tapert, la serie se transmitió por la cadena Starz de enero 22 de 2010, hasta el 12 de abril de 2013. La serie consta de cuatro temporadas. La primera temporada fue protagonizada por el actor galés Andy Whitfield. Eventualmente Whitfield fue diagnosticado con un Linfoma no-Hodgkin, y recibió un tratamiento sin éxito. Durante este periodo se creó una precuela, estelarizada por el gladiador Gannicus, interpretado por el actor Dustin Clare. Con la muerte de Whitfield, para la tercera y cuarta temporada el actor Liam McIntyre se encargó de reencarnar a Espartaco.

La primera temporada titulada Spartacus: Blood and Sand, consta de 13 episodios y narra la vida del célebre Espartaco, desde su captura a manos de los romanos en la región de Tracia, pasando por su vida en la escuela de gladiadores de Batiato hasta su rebelión y huida junto a sus compañeros gladiadores, luego de ganar su confianza. Se relatan todas las peripecias de Espartaco dentro del ludus, su convivencia con los demás gladiadores y cómo son tratados por los romanos; de igual manera que se exponen las vivencias de Batiatus, el lanista, y sus intentos de ascender socialmente, utilizando sin escrúpulos a los gladiadores.

La segunda temporada titulada Spartacus: Gods of the Arena, consta de 6 episodios y es una precuela de Spartacus: Blood and Sand. Narra la sangrienta historia de la Casa de Batiato y la ciudad de Capua 5 años antes de la llegada de Espartaco. Quinto Léntulo Batiato se hace lanista (el director) cuando él asume el ludus de su padre. Tiene la ambición de ganar a la sombra de su padre para buscar el reconocimiento de su propio nombre y encontrar la grandeza de su casa.

La tercera temporada titulada Spartacus: Vengeance consta de 10 episodios y es una secuela de Spartacus: Blood and Sand. Narra las aventuras de Espartaco y los demás gladiadores rebeldes tras la caída de la Casa de Batiato. Esta temporada se centra en las confrontaciones entre Espartaco y el recién nombrado pretor Cayo Claudio Glabro, en búsqueda de su venganza contra el hombre que le arrebató a su esposa, Espartaco planeará varias maniobras y estrategias de todo tipo contra Glabro hasta cobrar su venganza.

La cuarta y última temporada titulada Spartacus: War of the Damned consta de 10 episodios y es una secuela de Spartacus: Venganza. Narra (seis meses despúes de la muerte de Glabro), el combate entre el ejército de gladiadores liderados por Espartaco junto con Crixo, Gannicus y Agron, frente de las legiones romanas de Craso, en compañía de un joven Julio César.

Reparto y personajes

Personaje Temporada
Spartacus: Sangre y Arena Spartacus: Dioses de la Arena Spartacus: Venganza Spartacus: La Guerra De Los Condenados
Espartaco Andy Whitfield (†) Liam McIntyre
Crixus Manu Bennett
Enomao Peter Mensah
Agron Dan Feuerriegel Dan Feuerriegel
Duro Ande Cunningham
Sura Erin Cummings
Naevia Lesley-Ann Brandt Cynthia Addai-Robinson
Varro Jai Courtney
Mira Katrina Law Katrina Law
Aurelia Brooke Williams Brooke Williams
Barca Antonio Te Maioha
Pietro Eka Darville
Ecneo Raicho Vasilev
Rhaskos Ioane King
Hamilcar Siaosi Fonua
Ségovax Mike Edward
Médico David Austin
Santos Made Man Chris
Rábano Andrew B. Stehlin Andrew B. Stehlin
Euclides Campbell Cooley
Pollux Graham Vincent
Anciano Tracio
Drenis Kyle Rowling
Byzo John Rawls
Quinto Léntulo Batiato John Hannah
Lucrecia Lucy Lawless
Cayo Claudio Glabro Craig Parker Craig Parker
Ilithyia Viva Bianca Viva Bianca
Marco Decio Salonio Craig Walsh-Wrightson
Ashur Nick E. Tarabay
Theokoles Reuben De Jong
Tito Calavio John Bach
Domitia Janine Burchett
Numerio Calavio Lliam Powell
Sexto Andrew Laing
Emilia Mia Pistorius
Ovidio Matthew Chamberlain
Cecilia Tania Nolan
Licinia Brooke Harman
Albino Kevin J. Wilson Kevin J. Wilson
Mercato Greg Ward Greg Ward
Aulo Mark Mitchinson
Vibio Robert McCulley
Magistrado de Pompeya Phil Grieve
Pericles Thomas Kiwi
Gannicus Dustin Clare
Tito Léntulo Batiato Jeffrey Thomas
Melitta Marisa Ramirez
Diona Jessica Grace Smith
Aucto Josef Brown
Dagan Shane Rangi
Duratius Vicent Roxburgh
Ulpio Temuera Morrison
Indus Steven A. Davis
Tullio Stephen Lovatt
Vettio Gareth Williams
Quintilio Varo Peter Feeney
Cossutio Jason Hood
Petronio David E. Woodley
Gaia Jaime Murray
Caburus Joel Oliver
Otho Winham Hammond
Acer Alex Way
Liscos Joseph Naufahu
Fortis Brian Manthenga
Nasir Pana Hema Taylor
Lisandro Michael Surman
Kraynos Kelvin Taylor
Chadara Bonnie Sveen
Lugo Barry Duffiel
Saxa Ellen Hollman
Donar Heath Jones
Nemetes Ditch Davey
Lucio Caelio Peter McCauley
Publio Varinio Brett Tucker
Seppio Tom Hobbs
Seppia Hanna Mangan-Lawrence
Marco Luke Pegler
Salvio Paul Glover
El Egipcio Stephen Dunlevy
El Asesino Radoslav Parvanov
Fimbria James Michalopolous
Dano Shaughan Campbell
Nileo Steven Gray
Gallieno Timothy Raby
Marcia Delaney Tabron
Diotimos Kelson Henderson
Sanus Anthony Ray Parker
Sibyl Gwendoline Taylor
Laeta Anna Hutchison
Brictio Jason Hassel
Casto Blessing Mokgohloa
Belesa Luna Rioumina
Attio Cohen Holloway
Madre Rebelde Sacha Stejko
Ulpiano Charlie Bleakley
Marco Licinio Craso Simon Merrells
Tertulla Katherine Kennard
Tiberio Licinio Craso Christian Antidormi
Publio Licinio Craso Harry Stanbridge
Kore Jenna Lind
Hilario Richard Norton
Cayo Julio César Todd Lasance
Cneo Pompeyo Magno Joel Tobeck
Metelo Colin Moy
Cossinio John Wraight
Furio Jared Turner
Mummio Adam Gardiner
Ennio Pete Muller
Lauro Andrew Grainger
Heracleo Vince Colosimo

Episodios

Spartacus: Sangre y Arena (2010)

  • 1x01 La serpiente roja
  • 1x02 Sacramentum gladiatorum
  • 1x03 Leyendas
  • 1x04 La Cosa En La Fosa
  • 1x05 Juegos con la sombra
  • 1x06 Cosas delicadas
  • 1x07 Cosas grandes y desafortunadas
  • 1x08 La marca de la hermandad
  • 1x09 Ramera
  • 1x10 Favores en la celebración
  • 1x11 Viejas heridas
  • 1x12 Revelaciones
  • 1x13 Matarlos a todos

Spartacus: Dioses de la Arena (2011)

  • 2x01 Transgresiones del pasado
  • 2x02 Rendición
  • 2x03 Pater Familias
  • 2x04 Bajo la máscara
  • 2x05 Ajuste de cuentas
  • 2x06 El amargo final

Spartacus: Venganza (2012)

  • 3x01 Fugitivus
  • 3x02 Un lugar en este mundo
  • 3x03 El bien común
  • 3x04 Manos vacías
  • 3x05 Libertus
  • 3x06 El camino elegido
  • 3x07 Sacramentum
  • 3x08 Equilibrio
  • 3x09 Monstruos
  • 3x10 La ira de los dioses

Espartaco en la realidad histórica

Orígenes

De acuerdo con las vagas referencias de los historiadores romanos Apiano y Floro, Espartaco era originario de Tracia (se cree que nació en la localidad de Sandanski), en la actual Bulgaria. Militó en las auxilia, las tropas auxiliares de Roma, de las que desertó. Al no ser ciudadano romano, una vez capturado fue reducido a la esclavitud. Fue destinado con su hermano a trabajos forzados en unas canteras de yeso, pero gracias a su fuerza física, fue comprado por un mercader para la escuela de gladiadores de Capua de Cneo Cornelio Léntulo Batiato. Todas las fuentes conocidas de esta rebelión (muy fragmentarias) coinciden en describir a Espartaco como un hombre culto.

Inicios de la rebelión

En el año 73 a. C., durante su permanencia en esta escuela, Espartaco ideó y llevó a cabo una rebelión a fin de escapar junto a varios compañeros. Unos 74 hombres, encabezados por Espartaco, Crixo, Enomao, Casto y Cánico huyeron de la ciudad armados con todo lo que encontraron. Por el camino se encontraron con un convoy que transportaba armas de gladiadores y se apoderaron de él, tras lo cual se retiraron al monte Vesubio, desde donde empezaron a llevar a cabo acciones de pillaje contra las localidades vecinas. Espartaco estableció un reparto equitativo del botín entre todos sus hombres, lo que le atrajo gran número de seguidores entre los esclavos de las fincas aledañas al volcán.

Al tener conocimiento del motín, los romanos, sin dar gran importancia a este incidente, enviaron desde Capua una pequeña brigada de soldados, que fue derrotada. Rápidamente los esclavos sustituyeron sus armas de gladiadores con verdaderas armaduras romanas. En consecuencia, los romanos se alarmaron y enviaron una unidad de 3.000 hombres al mando de Cayo Claudio Glabro.

Contrario a la doctrina militar romana, e infravalorando completamente a los esclavos, Claudio Glabro estableció su campamento al pie de la montaña, donde descendía el único camino proveniente de la cúspide, sin establecer una valla de protección. Al tener conocimiento de este hecho, Espartaco adoptó un brillante plan. Hizo descender a sus hombres por la parte más escarpada del volcán, atados por cuerdas a la cepa de una vid silvestre, cayendo por sorpresa sobre los soldados romanos, causándoles numerosas bajas y obligando a los supervivientes a darse a la fuga desordenadamente, dejando el campamento en manos de los esclavos. Era la primera gran victoria de Espartaco, la batalla del Vesubio.

La ascensión de Espartaco y el temor de Roma

Los romanos enviaron contra los esclavos dos legiones traídas de la frontera norte de Italia, al mando del pretor Publio Varinio. Éste trató de cercar a Espartaco con una maniobra en tenaza, para lo que dividió sus fuerzas en tres partes. Espartaco, bien informado por sus espías aprovechó la división de las fuerzas romanas y derrotó separadamente a los dos ayudantes de Varinio, y luego atacó a las fuerzas mandadas directamente por éste, llegando al punto de capturar los lictores del pretor y su propio caballo. Varinio tuvo que huir a pie.

Como resultado, el movimiento de los esclavos se extendió a todo el sur de Italia. Muchas ciudades fueron tomadas y saqueadas por los esclavos. El historiador romano Salustio habla de la masacre de los esclavistas y de las crueldades cometidas por los esclavos contra sus antiguos opresores. Espartaco, consciente que esas acciones terminarían por desmoralizar a los mismos rebeldes, se dedicó a organizar un ejército regular disciplinado, que pudiera enfrentarse con éxito a las poderosas legiones romanas.

De esta manera formó un ejército de unos 70.000 hombres, preparó la construcción de armas y organizó la caballería. Una vez hecho esto, formó un plan para futuras acciones. Aunque no hay información precisa al respecto, se puede afirmar con bastante certeza que el plan de Espartaco consistía en reunir el mayor número posible de esclavos y sacarlos de Italia cruzando los Alpes. Esta era la única posibilidad de libertad para la mayoría de ellos, puesto que una vez fuera de Italia muchos rebeldes podrían escapar a territorios que aún no habían sido conquistados por Roma (como Germania). Además, era consciente de que no podría sostener una larga guerra de desgaste contra la República romana, pues esta era inmensamente rica y podría rehacer sus fuerzas armadas una y otra vez, recurriendo a la conscripción obligatoria y a sus aliados; los romanos combatirían tenazmente, impulsados por el temor a que los esclavos de todas partes del mundo mediterráneo decidieran rebelarse, lo que pondría en peligro la existencia misma del Estado. Espartaco sabía también que ni siquiera los griegos, con toda su ciencia y su técnica, ni los cartagineses, con su poderosa flota y sus mercenarios adiestrados, habían podido doblegar a Roma. Con el fin de llevar a cabo este plan, empezó a marchar con sus tropas hacia el norte.

El gobierno romano, habiendo notado las constantes derrotas de sus legiones, se dio cuenta de la gravedad del peligro, y envió en el 72 a.c. contra los esclavos los ejércitos de ambos cónsules, Cneo Cornelio Léntulo Clodiano y Lucio Gelio Publícola. En ese preciso momento surgieron disensiones entre los esclavos, cuyo resultado fue la separación de un grupo de unos 20.000 hombres, compuesto en su mayor parte por galos y germanos, al mando de Crixo. Éstos empezaron a actuar de forma independiente, pero Crixo no tenía la habilidad estratégica de Espartaco, por lo que el ayudante del cónsul Gelio, el propretor Arrio, los interceptó y aniquiló en Apulia, cayendo el mismo Crixo en el combate.

Aparentemente, según lo que indica el historiador romano Salustio, las disensiones estaban relacionadas con el plan de acciones futuras: mientras Espartaco simplemente quería lograr que los esclavos salieran de Italia, Crixo y los suyos estaban empeñados en presentar batalla campal a los romanos, derrotarlos e incluso tomar Roma, aniquilando al opresor; asimismo es posible que Crixo estuviese respaldado también por los estratos pobres de la población libre que se habían adherido a la rebelión y que, como es obvio, no tenían intención de dejar Italia.

Este debilitamiento momentáneo del movimiento no significó el final de la rebelión, pues Espartaco, con maniobras brillantes en los pasos de los montes Apeninos, infligió una serie de derrotas a Léntulo, Gelio y Arrio, evitando las emboscadas que le tendieron los romanos y continuando su avance hacia el norte. Sus tropas continuaron fortaleciéndose por el continuo afluir de esclavos escapados de todas partes de Italia, hasta el punto que Apiano dice que llegó a reunir un número de 120.000 hombres en total.

La guerra bajo Craso

Los romanos se desesperaban al ver que sus legiones establecidas en Italia no eran suficientes para vencer a los esclavos. Sin embargo, hicieron un último intento de evitar su salida de la Península. El gobernador de la provincia de la Galia Cisalpina, el cónsul Gayo Casio Longino, reunió todas las fuerzas disponibles y aguardó la llegada de Espartaco al valle del Po, en la ciudad de Módena. Espartaco aceptó la batalla propuesta por el cónsul y lo derrotó, tras lo cual pudo cumplir su plan de cruzar los Alpes, pero en vez de eso, regresó hacia el sur.

Aunque no hay una explicación clara de este asunto, se puede concluir que en ese momento los esclavos estaban tan entusiasmados por su rosario de victorias que no se podía ni hablar de escapar de Italia. Deseaban culminar su venganza tomando Roma, y Espartaco se vio obligado a someterse. Más que por haberse dejado dominar por el entusiasmo de sus hombres, lo hizo para no perder completamente el control de su indisciplinado ejército.

En fin de cuentas, Espartaco se acercó a Roma. Sabiendo que no podría tomar la ciudad dadas sus poderosas fortificaciones, adoptó una postura pasiva. Los romanos, por su parte, habían confiado el mando supremo del ejército al pretor Marco Licinio Craso, adjudicándole las diez legiones disponibles, aunque no eran de las mejores, pues ya los soldados estaban desmoralizados por las inauditas victorias de Espartaco.

Habiéndose acercado ambos enemigos, Craso ordenó asumir una posición defensiva mientras elaboraba una estrategia para derrotar a los esclavos, que consistía en encerrarlos en la montañosa región del Piceno, mientras recibía más refuerzos. Sin embargo, uno de sus ayudantes, Mummio, que tenía órdenes de dirigirse a una posición más avanzada de la que ocupaban los esclavos con el fin de rodearlos, optó más bien por atacarlos directamente, siendo derrotado. Muchos legionarios arrojaron las armas (en signo de cobardía) y huyeron. Espartaco siguió su marcha hacia el sur.

En vista de esta derrota, Craso decidió tomar medidas severas para restablecer la disciplina entre sus tropas. A los que huyeron ante sus enemigos los diezmó con la decimatio, un castigo que no se utilizaba desde hacía mucho tiempo, y que consistía en condenar a muerte a uno de cada 10 de los desertores. Ordenó a sus hombres que mataran a golpes a cada uno de los condenados. Como consecuencia de esta medida, nadie más osó violar las órdenes ni pretendió huir del enemigo.

Mientras tanto, Espartaco llegaba a Campania y avanzando más llegó a los alrededores de la ciudad de Turi, donde muchos mercaderes aparecieron para obtener el botín tomado por Espartaco. Necesitado de material para construir armas, prohibió el intercambio comercial por encaje, oro o plata; los esclavos solamente debían aceptar hierro y cobre, materiales necesarios para fabricar armas.

Más tarde Espartaco y su ejército llegaron al mar Tirreno, en la zona de Calabria. Aquí entró en contacto con los piratas de Sicilia, quienes prometieron darle una flota para transportar las tropas rebeldes a Sicilia con el fin de hacer de la isla un bastión rebelde inexpugnable. Sin embargo, los romanos se percataron de la intención de Espartaco, por lo que sobornaron a los piratas (hecho posiblemente realizado por el gobernador de Sicilia, Verres) y éstos traicionaron a Espartaco.

Craso, habiendo llegado desde el norte, y enterado de que los esclavos trataban de pasar a Sicilia, aprovechó la ocasión para encerrarlos en el extremo sudoccidental de la península itálica. Con este fin construyó de mar a mar una línea fortificada de unos 65 km, compuesta de un amplio y profundo foso y una valla de cuatro metros y medio de altura. Espartaco intentó forzar el paso una vez sin éxito, pero luego recurrió a una astuta táctica utilizada por Aníbal contra los romanos 144 años antes. Durante una noche tormentosa reunió todo el ganado que pudo, puso antorchas en sus cuernos y los arrojó hacia la valla. Los romanos se concentraron en el punto a donde se dirigían las antorchas, pero pronto descubrieron, para su sorpresa, que no eran hombres, sino reses. Los esclavos, por su parte cruzaron la valla por otro sector sin ser molestados y regresaron a Lucania (actual Basilicata), en la parte norte del golfo de Tarento.

El fin de la rebelión

El Senado perdió la fé en Craso al ver que no podía vencer a los esclavos. Enviaron entonces al general Cneo Pompeyo Magno, recién llegado a Italia desde Hispania, donde había reprimido hacía poco la rebelión de Quinto Sertorio. A Marco Terencio Varrón Lúculo, lugarteniente de Macedonia, se le dio orden de desembarcar con sus tropas en el puerto de Brindisi desde Grecia. La idea del Senado era cercar a los esclavos desde tres frentes: noroeste (Pompeyo), suroeste (Craso) y este (Lúculo). En total, los romanos sumarían unas 20 legiones (alrededor de 120.000 hombres), de las cuales, las de Pompeyo sobresalían por su valor y moral, ya que regresaban de una campaña victoriosa.

Justo en esta circunstancia peligrosa surgieron otra vez disensiones entre los esclavos. De nuevo los galos y los germanos, al mando de Casto y Cánico (unos 30.000 hombres), se separaron de Espartaco y fueron derrotados por Craso. Si bien al comienzo de la rebelión la separación de un grupo similar no había tenido mayor importancia, ahora la situación era completamente distinta. Cualquier debilitamiento de las fuerzas rebeldes resultaría mortal, puesto que ya no había reserva de esclavos que pudieran unírseles. De esta manera, a Espartaco le quedaron alrededor de 80.000 hombres.

Por fin, Espartaco se acercó a Brindisi. Posiblemente pensó en cruzar el mar Adriático y desembarcar en Grecia o Iliria. Pero realmente no tenía la posibilidad de efectuar este plan, dado que no tenía medios de transporte... ni siquiera había podido atravesar el angosto estrecho de Messina, menos aún podría atravesar el mar Adriático. Sin embargo, Espartaco quiso hacer la prueba. Al llegar cerca de la ciudad, sus espías le informaron de que Lúculo ya se encontraba en ella. Entonces retrocedió para enfrentarse a Craso y Pompeyo.

En el año 71 a. C., en Apulia, se libró la última batalla (llamada por algunos historiadores batalla del Río Silario). Antes de la misma le llevaron su caballo a Espartaco, y él lo mató con su espada, diciendo: "La victoria me dará bastantes caballos de entre los enemigos, y si soy derrotado, ya no lo necesitaré." Decidió combatir a pie con todos los demás. Los esclavos, impulsados por el ejemplo de Espartaco, dispuestos a vender cara su derrota y jamás volver a servir a los romanos, pelearon desesperadamente, pero no pudieron resistir la superioridad de las legiones romanas fogueadas en las campañas de Hispania. 60.000 esclavos, entre ellos Espartaco -quien, herido en una pierna durante la batalla, llegó a luchar de rodillas-, cayeron en la batalla; en cambio los romanos solo perdieron 1.000 hombres. No se pudo localizar el cadáver de Espartaco. Los romanos hicieron 6.000 prisioneros, y decidieron dar al mundo una lección: todos los esclavos prisioneros fueron crucificados a lo largo del tramo de la Vía Apia entre Capua y Roma, separados uno del otro unos 10 m aproximadamente.

Los remanentes de las tropas de Espartaco se dispersaron. Un cierto número de ellos logró huir y se refugió junto a los piratas de Cilicia. Pero los que no lo hicieron fueron sistemáticamente perseguidos: Pompeyo logró destruir a una tropa de 5.000 hombres que se dirigía hacia el norte, tratando de salir de Italia por los Alpes, como era la intención inicial de Espartaco.