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Seguidilla (música)

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El baile a orillas del Manzanares, de Francisco de Goya. Representación de una escena popular de majos y majas bailando las seguidillas a orillas del río Manzanares en Madrid.

Las seguidillas son un tipo de canciones españolas acompañadas de danza, típicas de las actuales comunidades autónomas de origen castellano: Castilla-La Mancha, la Comunidad de Madrid y el sur de Castilla y León (provincias de Segovia y ÁvilaBurgos).

Características

Ritmo ternario, y movimiento animado, con acompañamiento de castañuelas, guitarras, bandurrias, laúd, almirez y botella de anís con llave, también se tocan con la dulzaina y el tamboril. En compás de 3/4 o 3/8, está distribuida habitualmente en estrofas de cuatro versos alternativos de siete y cinco sílabas con asonancia en los pares, seguidas de estribillos de tres versos de cinco sílabas el primero y tercero y de siete el segundo. El contenido de sus letras suele ser de tema amoroso, pero también las hay de temática pícara o jocosa. Se baila por parejas que pueden ser mixtas, estas forman un círculo y se van cambiando de parejas. Se bailan en las fiestas patronales y en la fiesta de la vendimia y de la agricultura que se hacia en esos tiempos.

Orígenes

De mayor antigüedad la copla que la música, aparecen en nuestro teatro clásico y en la tonadilla escénica del s. XVIII. Quevedo dice de ellas que « arriconaron a las rancias danzas de reverencias que se acompañaban con arpa y rabel ». Considerada como la matriz de las danzas de la región y cuyo origen se disputan Andalucía y La Mancha, de ella se derivan el fandango y el bolero, y, concretamente, las seguidilas.

Historia

Según Navarro Tomás,[1]​ los ejemplos más tempranos se encuentra en las jarchas hispanohebreas de los siglos XI y XII, así como en las cantigas gallegas del s. XIII de Alfonso X el Sabio, Meendinho o Martín Codax, de quien es este ejemplo:

Mía irmana fremosa,
treides comigo
a la igreja de Vigo,
u é o mar salido

Desde el siglo XV aparecen con progresiva frecuencia en autores tan destacados como Juan de Timoneda, Sebastián de Horozco, Santa Teresa de Jesús o San Juan de la Cruz.

La denominación "seguidilla" aparece por primera vez en el Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán (1599), quien afirma que « las seguidillas arrinconaron a la zarabanda », si bien la primera definición aparece en el Cisne de Apolo de Luis Alfonso de Carvallo (1602):[2]

Hay estancias de dos versos que tienen las consonancias continuas, y llámanlas seguidillas porque se suelen seguir unas de otras, aunque cada una ha de perficionar en sí la sentencia y concepto, sin pasar ni quedar pendiente a las demás. Suélense cantar muy comúnmente, y sea ésta del Sanctísimo Sacramento ejemplo:
Hoy se cubre y tapa debajo un velo,
el que cubre tierras, mares y cielo.

Cervantes en su Quijote, atestigua que se bailaban y cantaban en su época:

Con esto dejaron la ermita y picaron hacia la venta, y a poco trecho toparon un mancebito que delante dellos iba caminando no con mucha priesa, y así le alcanzaron; llevaba la espada sobre el hombro y en ella puesto un bulto o envoltorio, al parecer, de sus vestidos, que, al parecer, debían de ser los calzones o greguescos, y herreruelo, y alguna camisa, porque traía puesta una ropilla de terciopelo, con algunas vislumbres de raso, y la camisa, de fuera; las medias eran de seda y los zapatos cuadrados, a uso de Corte; la edad llegaría a diez y ocho o diez y nueve años, alegre de rostro y, al parecer, ágil de su persona; iba cantando seguidillas para entretener el trabajo del camino; cuando llegaron a él, acababa de cantar una, que el primo tomó de memoria, que dicen que decía:
A la guerra me lleva
mi necesidad.
Si tuviera dineros,
no fuera, en verdad.
El Quijote, II parte, cáp. XXIV

Con posterioridad, formó parte esencial en los sainetes y tonadillas en el s. XVIII, y más tarde de las zarzuelas.

Manuel de Falla consideraba la siguiriya, una variante, como el más antiguo de todos los cantes flamencos, enraizándola con el cante litúrgico bizantino.

George Bizet compuso unas seguidillas célebres y muy sui generis para su ópera Carmen, e Isaac Albéniz subtituló Seguidillas a su pieza Castilla, de la Suite española.

Variantes

Seguidillas boleras. Grabado del s.XVIII

Sus principales variantes en la Península Ibérica son:

  • manchegas: originarias de La Mancha, con ritmo muy vivo, componiéndose su coreografía de un preludio instrumental e interludio (llamados falsetas) entre cada estrofa.
  • boleras: señoriales y reposadas
  • murcianas
  • sevillanas
  • gitanas,[3]​ también llamadas playeras, y
  • siguiriyas: de carácter sentimental y movimiento lento, que contiene un doble ritmo de 3/4 y 6/8 alternos, componiéndose su coreografía de un preludio instrumental e interludio, al igual que las manchegas, entre cada estrofa.
  • jaleada: tiene un ritmo combinado de 3/4 y de 3/8 y está emparentada con la cachucha.

En América:

  • La sirilla, seguidilla o segrilla es danza antigua de Chiloé, (Chile), descendiente de la seguidilla española.

Fuentes

Lo cierto es que, desde muy antiguo, se bailaba la seguidilla en la región central de España, y que desde ahí se extendió por toda la Península Ibérica, experimentando, como es natural, otras modificaciones y modalidades, en tiempo y en ritmo, según las regiones, como las sevillanas, malagueñas, el fandango, las boleras, que se llaman en La Solana, o meloneras según dicen en Daimiel, de un movimiento más reposado y señorial, las seguidillas jaleadas, características de la región de Cádiz y Jerez de la Frontera y, por último, las gitanas o seguirillas, que se ejecutan más lentamente, impregnadas casi siempre de un sentimiento quejumbroso, que huele a flamenco puro.

Véase también

Referencias

  1. Tomás Navarro Tomás: Métrica española, reseña histórica y descriptiva, (Madrid, Guadarrama, 1972), 177-181
  2. Edición de Alberto Porqueras Mayo (Kassel, Reichenberger, 1997), p. 207
  3. Véase la definición de seguidilla gitana en el DRAE.

Enlaces externos