Madrid Río

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Madrid Río

Vista del parque y de la pasarela de Arganzuela
Ubicación
País Bandera de España España
Localidad Madrid (España)
Coordenadas 40°25′05″N 3°43′16″O / 40.418, -3.721
Características
Tipo parque público
Área 1,21 km²
Historia
Inauguración 2011
Mapa de localización
Madrid Río ubicada en Madrid
Madrid Río
Madrid Río
Ubicación de Madrid Río en la ciudad de Madrid
Sitio web oficial

Madrid Río es un parque urbano de la ciudad española de Madrid, levantado a lo largo de un tramo del río Manzanares tras el soterramiento de la M-30 en esta zona. Es fruto de un proyecto[1]​ dirigido por el arquitecto Ginés Garrido, que ganó el concurso internacional de ideas organizado por el Ayuntamiento de Madrid en 2005.[2][3]

Proyecto

El proyecto partió con la idea de recuperar las márgenes del río para la utilización de los ciudadanos. El tramo que actualmente se conoce como Madrid Río es el tramo del río Manzanares que estaba encajonado por la vía rápida de circunvalación M-30, una vía que aislaba el río entre las dos direcciones de la autovía además de suponer una barrera y fractura entre los dos lados de la ciudad, el distrito de Arganzuela en el lado izquierdo, y los distritos de Latina, Carabanchel y Usera en el lado derecho.[4]​ Además este lado, el acceso de la autovía A-5, la carretera de Extremadura, llegaba hasta la M-30 fracturando la ciudad con el parque más grande de Madrid, la Casa de Campo. El proyecto supuso el soterramiento de la A-5 además de ese tramo de la M-30 que corre paralelo al río.[1]

En 2005 el Ayuntamiento de Madrid convoca un concurso de ideas internacional con el objetivo de recuperar esta parte de la ciudad, recuperar la ribera del Manzanares a su paso por Madrid. Además el proyecto debe conectar los distritos y barrios de la ciudad separados por la autovía, con otras infraestructuras dotacionales como el Anillo Verde Ciclista, Matadero Madrid, la Casa de Campo, el Mercado de Frutas, así como elementos patrimoniales y culturales existentes junto al río como son la ermita de la Virgen del Puerto, el puente de Toledo y el puente de Segovia. También se valoraría si el proyecto contempla la conexión con los tramos del río que enlazan la ciudad con el territorio exterior de la ciudad.

El Proyecto ganador del concurso, dirigido por el arquitecto Ginés Garrido, se elaboró por un equipo interdisciplinar del que formaban parte los estudios Burgos/Garrido, Porras/La Casta, Rubio/Álvarez –Sala, y los paisajistas holandeses West 8, todos unidos con el lema M-Río. La propuesta se destacó por el jurado por sus valores ecológicos al recuperar los bosques próximos a la ciudad, creando un sistema continuo de zonas verdes estructurado por el río.

Se crea así un parque consistente en una zona peatonal y de recreo construido entre los años 2006 a 2012 en las márgenes del río Manzanares, en buena parte sobre el trazado soterrado de la vía de circunvalación M-30, desde el nudo Sur hasta el enlace con la A-5.[2]

Reconocimientos

En 2014, Madrid Río. Plan de Recuperación de Espacio Verde a Gran Escala (España) fue seleccionada en el Concurso de Buenas Prácticas patrocinado por Dubai y catalogada como GOOD.[5]

En 2016, el proyecto se hizo con el galardón Veronica Rudge Green Prize in Urban Design de la Universidad de Harvard por su diseño e impacto social y cultural en la transformación del río.[6][7]

El río y la ciudad

El río Manzanares se asienta sobre una cuenca de 69 kilómetros que se inicia a 2258 metros de altitud en la sierra de Guadarrama, y finaliza en el río Jarama a 527 metros sobre el nivel del mar. En su recorrido recibe el agua de más de treinta arroyos y convive con distintos tipos de infraestructuras, unas que le son propias como puentes, presas y embalses, y otras que lo cruzan o limitan, como carreteras, vías férreas y conducciones.

La diversidad de paisajes que atraviesa y los múltiples biotopos que recorre hacen del Manzanares un elemento singular en el que se dan situaciones de gran contraste: desde las nieves de la sierra que perduran hasta el final de la primavera, hasta los páramos casi desérticos del sur de la cuenca. El río hasta la reciente transformación urbanística, ha sido poco accesible en casi todo su recorrido y muchas veces se convertía en un accidente incómodo y hasta desconocido.

Cuando se analiza globalmente la cuenca fluvial, se puede entender que el cauce no es un evento específico de la ciudad sino que Madrid es uno de los muchos acontecimientos que pertenecen al río. La interacción entre ambos ha evolucionado a lo largo de la historia, pero hasta ahora el Manzanares no se ha distinguido como un punto de atracción de la ciudad sino como un lugar al que ésta ha dado la espalda.[2]

Desde principios del siglo XX, el tejido urbano que bordea el cauce ha experimentado una constante evolución que ha dependido en gran medida de las operaciones realizadas sobre el río. En la primera mitad de aquel siglo (1914), el cauce fue canalizado, cuando todavía sus orillas estaban prácticamente libres de edificaciones. El control de las crecidas de las aguas mediante la construcción, tras la Guerra Civil durante la defensa de Madrid, de un cajero hormigón y granito y siete presas, propició el rápido desarrollo de los nuevos barrios, dando lugar a un continuo urbano de gran densidad que fue soldando progresivamente los núcleos periféricos del suroeste de la ciudad.

El crecimiento de Madrid nunca se enfrentó a los bordes del río como a un lugar amable, sino más bien, los ignoró y se defendió de ellos. Las diversas condiciones topográficas y sociales de las dos orillas hicieron que el tejido urbano se aproximara a sus límites de modo diverso. En la margen derecha, a partir de 1950, los edificios se agolparon a poca distancia de la ribera dejando libre una estrecha franja, rígida y lineal, que se prolonga de norte a sur. En la margen izquierda, por el contrario, la ciudad histórica quedó separada del río, estableciendo una cadena de espacios en ladera que suavemente se aproximaban hasta la base de las edificaciones.

El periodo 1970-1979 constituyó un hito para Madrid en el ámbito del río ya que, partiendo del Puente del Rey hacia el sur, en las dos orillas del río, se construyó el arco oeste de la autopista M-30, primer cinturón de circunvalación de la ciudad. Esta infraestructura conformó un anillo de distribución de tráfico que evitaba el centro urbano y que transformó la movilidad y las relaciones entre los barrios, especialmente entre el área central y la periferia Madrid. Al no haber más espacio disponible que la propia ribera fluvial, la autopista arrasó completamente con toda la vegetación en torno al río, dejando apenas un canal de agua emparedado entre los dos sentidos de la autopista.[4]

Con la construcción de la autopista, el río quedó constreñido en ambos márgenes por los carriles de circulación. De este modo, desapareció cualquier relación de los ciudadanos con el ámbito fluvial y el cauce canalizado quedó completamente aislado, inaccesible e invisible, en la mediana de la autopista. La autopista constituía una barrera impenetrable y agresiva, generadora de altos niveles de contaminación. Asimismo, la nueva infraestructura cegó los puentes peatonales que se habían construido al tiempo que el encauzamiento, y anuló la conexión histórica entre el Campo del Moro y la Casa de Campo.

La transformación

Obras en las márgenes del río

Entre 2003[8]​ y 2007 se llevó a cabo la obra de soterramiento del arco oeste de la M-30 en el ámbito del río, obra que hizo posible la eliminación del tráfico en superficie y la consiguiente liberación de más de cincuenta hectáreas de terreno de ribera fluvial, ocupado desde la década de 1970 por las calzadas. A esta superficie se sumaron otras casi cien hectáreas correspondientes a los diferentes suelos infrautilizados adyacentes a la autopista.

Tras la construcción de los túneles afloró una herida vacía formada por un rosario de espacios desocupados, que atesoraban la potencia latente de convertirse en nexo de unión de un corredor ambiental de casi tres mil hectáreas dentro del término municipal, que se extiende desde El Pardo hasta Getafe y que enlaza importantísimas áreas verdes de la ciudad como la Casa de Campo, el Parque de la Arganzuela o el Parque del Manzanares Sur.

Por tanto, los beneficios obtenidos al enterrar la antigua autopista, obviamente, no han quedado reducidos a la mejora de ciertos aspectos de la movilidad urbana, ni siquiera a la rehabilitación local de los barrios, sino que pueden adquirir en un futuro próximo, una dimensión de gran escala que necesariamente deberá repercutir en las relaciones entre la ciudad y el territorio, entendidas en su mayor alcance. La enorme trascendencia para la ciudad de los espacios liberados como consecuencia del soterramiento de la M-30, llevó al Ayuntamiento de Madrid a convocar un Concurso Internacional de Ideas para concebir y proyectar los nuevos espacios libres en el entorno del río. El concurso lo ganó el equipo de arquitectos dirigido por Ginés Garrido y formado por Burgos & Garrido Arquitectos,[9]​ Porras & La Casta y Rubio & Álvarez-Sala y West8, con la solución para la construcción de un parque urbano de más de ciento veinte hectáreas, que ocupa la superficie liberada por el soterramiento de la autopista. Los inicios del proyecto pasaron por el intento de comprender en su totalidad las cualidades geográficas de la cuenca fluvial. Las características del territorio y la diversidad de sus elementos naturales constituyen un conjunto de claves que han sustentado muchas de las ideas contenidas en el proyecto.[10]

Pasarela de la Princesa. Al fondo el Mercado Central de Frutas y Verduras

Sumariamente, la estrategia del éste se basa en la convicción de que, a través del río es posible conectar la ciudad, expresión máxima de la acción artificial, con los territorios del norte y el sur de Madrid, en los que aún perviven los elementos naturales propios de la cuenca fluvial. El río se convierte en puerta o enlace entre interior urbano y exterior territorial y, a través de sus márgenes, se establece la continuidad y la permeabilidad, hasta hoy aniquiladas por los sucesivos anillos concéntricos, hollados por los cinturones viarios, M-30, M-40, M-45, M-50 …, que fueron el resultado de aplicar a la red circulatoria los modelos de movilidad propios de mediados del siglo XX.

El proyecto se ha concebido en sucesivas aproximaciones o escalas a partir de las que se ha aplicado la reflexión sobre el campo de juego, obteniendo respuestas o soluciones diversas, desde el ámbito territorial o estratégico al local o específico.[11]

En la escala territorial se han establecido los parámetros de partida para que, en el medio plazo, sea posible la regeneración de las márgenes del río en toda su longitud, como verdaderas áreas de integración entre el paisaje y la actividad humana, bajo un entendimiento contemporáneo capaz de superar el antagonismo implícito en el binomio urbano-rural.[12]

En la escala metropolitana, a través del proyecto y de su concepción como gran infraestructura, se lleva a cabo la incorporación del corredor que se extiende sobre los bordes fluviales a su paso por la ciudad como parte del GR 124 (Gran Recorrido de la Red de Senderos Europeos) que ya, en 2011 se podrá transitar en toda su extensión, desde Manzanares el Real hasta Aranjuez.

En la escala urbana, el proyecto incorpora el río como doble línea de fachada inédita y configura un conjunto enlazado de espacios verdes que se infiltra en la ciudad; establece en la superficie un nuevo sistema de movilidad y accesibilidad; incrementa la integración y calidad urbana de los barrios limítrofes al río; protege y revaloriza el patrimonio histórico y detecta áreas de oportunidad que, sobre este ámbito de nueva centralidad, serán capaces de generar un cambio potencial del conjunto de la ciudad en el largo plazo.

Puente

En la escala local, la propuesta se ejecuta como una operación radicalmente artificial, materializada sin embargo con instrumentos eminentemente naturales. No se debe olvidar que se actúa mayoritariamente sobre una infraestructura bajo tierra. El proyecto se implanta sobre un túnel o, más bien, sobre la cubierta de un conjunto complejísimo de instalaciones al servicio del viario enterrado. Un edificio de hormigón de más de seis kilómetros de longitud, con enormes y determinantes servidumbres y con una topografía cuya lógica obedece exclusivamente a la construcción de la infraestructura, que emerge inopinadamente sobre el suelo y con la que ha sido necesario negociar. Sobre esta edificación subterránea, la solución adoptada se ha basado en el uso de la vegetación como principal material de construcción. El proyecto establece como estrategia general la idea de implantar una densa capa vegetal, de carácter casi forestal, allá donde sea posible, es decir, fabricar un paisaje con materia viva, sobre un sustrato subterráneo inerte, modificado y excavado para el automóvil, sobre una construcción que expresa por sí misma el artificio máximo.[13]

Hilera de bancos

Las familias, formas y asociaciones de especies vegetales seleccionadas provienen de la extrapolación del estudio de la cuenca del río y su adaptación, en cada caso, al medio urbano específico. La ordenación de los distintos entornos y su caracterización como lugares de uso público se ha producido teniendo en cuenta, por un lado, las funciones requeridas y las necesidades detectadas en cada distrito y por otro, la capacidad de conformar espacios habitables, inherente a los conjuntos organizados de vegetación de distinto porte.

La solución se concreta en tres unidades de paisaje principales. Primero, el Salón de Pinos, o corredor verde que discurre por la margen derecha del río. Es la estructura que permite la continuidad de los recorridos y reacciona en su encuentro con los puentes existentes dando lugar a distintos tipos de jardines de ribera (Jardines bajos de Puente de Segovia, Jardines del Puente de San Isidro, Jardines del Puente de Toledo y Jardines del Puente de Praga). Segundo, el enlace definitivo del centro histórico (representado por la imagen imponente del Palacio Real y la cornisa elevada de la ciudad), con la Casa de Campo, parque de más de mil setecientas hectáreas. En este entorno se incluyen la Avenida de Portugal, la Huerta de la Partida, la Explanada del Rey y los Jardines de la Virgen del Puerto. Tercero, la ancha franja sobre la ribera izquierda donde se sitúa el conjunto del Parque de la Arganzuela que incluye el centro de creación de arte contemporáneo de Matadero, y que representa la mayor superficie de espacio verde unitario de la propuesta.[14]

Además de estas tres grandes operaciones paisajísticas coherentes entre sí, el proyecto propone ciento cincuenta intervenciones de diferente carácter, entre las que destaca el sistema puentes que dotan de un inédito grado de permeabilidad al cauce. Se han desarrollado soluciones sobre más de veinte puentes o pasarelas sobre el río, rehabilitando las siete presas, reciclando algunos puentes existentes y creando nuevos pasos, unas veces con un lenguaje silencioso y otras, intencionadamente expresivo. Como en una acción microquirúrgica el proyecto incorpora, eslabón por eslabón, una cadena de fórmulas de integración del río en la ciudad y de la ciudad en el río. Son elementos que garantizarán el contagio de los nuevos valores de las orillas regeneradas sobre los ámbitos y barrios cercanos. Con este efecto de resonancia, se prevé una sucesión de operaciones que aseguren una renovación de gran alcance. Desde ahora y de manera irreversible, se está fraguando una radical metamorfosis, sin precedentes para la ciudad de Madrid.[10]

Unidades de paisaje

Primera unidad de paisaje: El Salón de Pinos

La superestructura lineal del Salón de Pinos es el elemento que organiza la continuidad de recorridos a lo largo de la ribera derecha del río. Está construida sobre los túneles en su práctica totalidad y tiene un ancho medio de treinta metros. Sobre la losa de hormigón que cubre el paso de los automóviles se han plantado más de 9.000 unidades de diferentes especies de pinos, de diversos tamaños, formas y agrupaciones con un marco de plantación forestal. Los ejemplares han sido seleccionados fundamentalmente en campos en los que hubiese posibilidad de extraer plantas con morfologías naturales (troncos no lineales, troncos dobles, troncos inclinados, etc.) De este modo se obtiene una prolongación controlada de los pinares de la sierra situada al norte de Madrid que parecen extenderse hasta el confín de la ciudad. Estos árboles han sido anclados a la losa de los túneles mediante cables de acero y bridas biodegradables, para potenciar su estabilidad y el crecimiento de sus raíces en horizontal sobre el paquete de tierras disponible. No obstante, este paseo se encuentra frecuentemente con estructuras de gran valor urbano o patrimonial.

Surtidores junto al puente de Segovia

Dos ejemplos simbólicos de esta intersección son los puentes históricos de Segovia (1582) y de Toledo (1732). En estos enclaves el salón reacciona como espacio de estancia, ampliando sus límites y ofreciendo un diseño específico, con árboles de ribera de hoja caduca y alineaciones de setos y bancos de piedra. Las actividades integradas en el salón se incorporan con un lenguaje coherente con su carácter forestal. Un claro ejemplo de este procedimiento lo forma el conjunto de áreas de juegos infantiles, diseñado específicamente como un sistema completo de formas naturales.[3]

Jardines del Puente de Segovia

El puente de Segovia está declarado Bien de Interés Cultural. Fue construido a finales del siglo XVI por el arquitecto Juan de Herrera, por encargo de Felipe II. El proyecto de ajardinamiento de su entorno conforma una excepción en el ámbito del Salón de Pinos, constituyendo un ensanchamiento de éste y ofreciendo un modo diferente de aproximación al río. Los jardines se ordenan mediante una serie de líneas de traza orgánica que modelan sucesivas terrazas que descienden hacia el río. Estas líneas están construidas con unas piezas de granito de gran formato que sirven también de bancos. Entre ellos se extiende una superficie de hierba de bajo consumo hídrico arbolada con diferentes especies de árboles frondosos de ribera de la familia de los populus. En las inmediaciones de la fábrica almohadillada del puente se han construido dos estanques de agua limpia sobre los cuales, por un lado alza una fuente monumental de 16 chorros con forma de ciprés y por otro se extiende un pequeño jardín de lirios acuáticos. Los estanques son accesibles mediante unas gradas de piedra que se acercan a ellos hasta sumergirse.[15]

Jardines del Puente de Toledo

Los jardines del Puente de Toledo constituyen una de las áreas más significativas del Proyecto Madrid Río, ya que se están situados en un enclave de excepcional importancia en el que el Salón de Pinos se encuentra con uno de los puentes monumentales de Madrid, el puente de Toledo, construido entre 1718 y 1732. El proyecto aprovecha dicho monumento en un doble sentido: Por un lado se compone un espacio concebido para ser visto desde lo alto del puente que se convierte así en un mirador privilegiado. De este modo los jardines ofrecen una nueva e inédita panorámica de Madrid ya que sus trazados dibujan un enorme tatuaje que se extiende como una alfombra sobre la superficie, reproduciendo un motivo figurativo vegetal. Por otro lado, los jardines incorporan el Puente de Toledo, que es una estructura barroca diseñada por el arquitecto Pedro de Ribera, como un objeto al que admirar, al que tocar y bajo el que pasar. La disposición de los setos está organizada de modo que conforma una serie de líneas que toman como referencia los jardines barrocos de la época borbónica, aunque están trazadas con un lenguaje contemporáneo. Asimismo en este punto se ha construido un graderío que permite la máxima aproximación a la lámina de agua del río, y la mejor contemplación de los arcos del antiguo puente.[16]

Segunda unidad de paisaje: La Escena Monumental

La vinculación del centro histórico y el barrio de La Latina con la Casa de Campo ha estado vedada a los peatones de forma secular. El nuevo contacto, que ya es posible por la desaparición de los automóviles bajo tierra, ha sido resuelto con diversas intervenciones que asumen el carácter monumental y panorámico de esta zona, en la que el zócalo elevado del Palacio Real (germen primigenio del nacimiento de la ciudad) contacta con el río. Se han propuesto diferentes soluciones afrontando con extremada atención el contexto en el que se sitúan: La “Explanada del Rey”, explanada abierta pavimentada con un gran patrón figurativo y que sirve de gran atrio ante la Casa de Campo. La huerta de la partida, que es un recinto cerrado en el que se han plantado diferentes retículas de árboles frutales (perales, manzanos, moreras, granados, higueras, nogales, avellanos, etc) acoge un extraordinario mirador de la cornisa. La avenida de Portugal, convertida en un bulevar pavimentado por calceteiros portugueses y poblado por cuatro especies de cerezos (Prunus avium, P. avium ‘Plena’, P.yedoensis y P.padus ‘Watereii’ ) permite la contemplación de una espectacular floración que se alarga más de un mes en primavera. Por último, los jardines de La Virgen del Puerto, en la otra margen del río, estructurados mediante la disposición de parterres orientados según los ejes de los principales acontecimientos urbanos del área: el puente de Segovia, el puente del Rey, la avenida de Portugal y la puerta del Rey que ha sido restaurada y resituada según los datos disponibles en la cartografía histórica de Madrid.[17]

Plataforma del Rey

En el acceso monumental que enlaza el centro histórico de Madrid con la Casa de Campo, antiguo cazadero real, destaca la Explanada o Plataforma del Rey, que es un espacio abierto de una superficie aproximada de 14.000 m2 y un frente paralelo al río de poco menos de 250 m. El destino de este espacio es el de formar un escenario capaz de acoger diferentes manifestaciones cívicas (conciertos, celebraciones oficiales, actividades culturales, etc.) en un entorno de extraordinaria calidad ambiental, que permite contemplar la Cornisa Histórica de la Ciudad. Este lugar está conectado con el Salón de Pinos y forma parte de él, aunque por exigencias de su uso, sea un área casi desprovista de arbolado. En ella el principal elemento organizador es el pavimento que, de forma muy suave, se adapta a una topografía que integra todas las emergencias de los túneles hasta hacerlas imperceptibles. En este pavimento las pequeñas piezas de granito y basalto forman un patrón que desciende desde la Avenida de Portugal,[18]​ y se esparce sobre la superficie del suelo a una escala en aumento progresivo. Dicho patrón vincula la plataforma con el pavimento proyectado en la avenida. De este modo la Plataforma es un elemento que liga de manera natural importantes piezas del escenario monumental que se produce en este punto, como son el Puente del Rey, la Casa de Campo, la Avenida de Portugal y el Salón de Pinos.[14]

Huerta de la Partida

Se trata de un espacio recuperado que en las pasadas décadas se dedicó a albergar uno de los principales nudos de la autopista. La propuesta de regeneración de este lugar incluye varias operaciones: En primer lugar la construcción de una tapia, a veces opaca, a veces permeable que constituye un cierre que confiere al recinto el carácter de huerto cerrado. En segundo lugar, el modelado artificial del terreno, regularizando su superficie y tallando un único plano inclinado de suave pendiente que se desliza hacia el río. En tercer lugar la plantación de diferentes agrupaciones de árboles frutales (granados, moreras, manzanos, perales, avellanos, almendros, higueras, olivos y nogales) que se incorporan en el entorno describiendo cuadrantes reticulados con sutiles variaciones de orientación. Por último, se ha proyectado una ría húmeda que describe la trayectoria del Arroyo Meaques, actualmente entubado y oculto. Este proyecto ha sido fruto del estudio minucioso de la historia del lugar, ya que en el pasado, cuando Felipe II adquirió esta finca después de establecer la capitalidad de Madrid, en esta posición se plantaron algunas huertas que producían el alimento necesario para los trabajadores de la Casa de Campo.[17]

Tercera unidad de paisaje: La Ribera del Agua. Arganzuela y Matadero

Edificios del matadero de Madrid y paseo

En la margen izquierda del cauce la ciudad se separa del río. El ejemplo más importante de la propuesta en esta orilla es el nuevo Parque de la Arganzuela, construido sobre antiguas dehesas de pasto de uso comunal. En este entorno se construyó el Matadero Municipal, notable ejemplo de arquitectura posindustrial de la segunda década del siglo XX. Con el soterramiento de la autopista, Madrid dispone ahora en este punto de 33 hectáreas de espacios libres que forman el mayor parque del proyecto. Éste se ha concebido como un gran espacio en el que el río se ha retirado dejando su huella ancestral. Está organizado con diferentes líneas que se entrecruzan, como surcos por los que pasó el agua, dejando entre sí espacios para distintos usos. Estas líneas, de carácter marcadamente longitudinal, son los caminos de distinta especie que recorren el espacio de norte a sur.

Paseo junto al antiguo matadero

Un camino más plano y ancho (el Camino Rápido), otro más sinuoso y de pendiente variable (el Camino Lento) y una franja empedrada de márgenes frondosos (el Arroyo Seco), que vertebra el centro del parque. La construcción del espacio se plantea como una gran arboleda que contiene varios paisajes, algunos más naturales y otros más construidos, configurados por una variación de especies, alturas, densidades y texturas. De este modo el parque, concebido como un retazo de la cuenca del río, incorpora tres áreas botánicas: bosque mediterráneo, bosque atlántico y fronda de ribera. El carácter de estos paisajes interiores está relacionado con los trazados longitudinales del parque, con árboles que siguen los caminos y las sendas, con sotos y bosques que emergen sobre la topografía. La textura boscosa se intercala con las superficies plantadas de aromáticas entre los caminos y el Arroyo Seco. Siguiendo la orilla izquierda del río, se dispone una franja húmeda y verde, con una pradera de césped que se inclina hacia el agua. Una constelación de fuentes ornamentales y un conjunto de tres láminas elípticas de agua pura introducen este elemento como materia narrativa que relaciona las distintas asociaciones de vegetación. Cada fuente presenta un distinto juego sonoro y visual y se rodea de pequeñas laderas plantadas de frutales que remiten a la imagen de los jardines de las leyendas o del Paraíso. Las líneas entrelazadas que estructuran el parque permiten la formación de recintos en los que se han situado importantes instalaciones para el recreo al servicio de los usuarios de todas las edades. En él se incluye un campo de fútbol 11, dos pistas de patinaje y tres importantes conjuntos de juegos infantiles. El parque así mismo incorpora el conjunto dedicado a la creación de arte contemporáneo de Matadero, como una gran dotación cultural que vive dentro de él. A través de los caminos se accede a las naves del antiguo complejo, cuya rehabilitación está a punto de finalizar. El diseño de los trazados permite entender la relación entre Matadero y el parque como un continuo entre el río y la ciudad.[10]

El sistema de puentes sobre el río

Puente de Arganzuela.

La implantación de puentes sobre el Manzanares se lleva a cabo como una estrategia global, es decir, como un conjunto en que cada elemento resuelve problemas puntuales detectados en el entorno próximo, pero también forma parte a su vez de un sistema integral de conectividad transversal de acuerdo con la relación entre la ciudad y el río. Las unidades de este conjunto son de diferente carácter: puentes y presas rehabilitados o reciclados, puentes rodados existentes acondicionados al nuevo sistema de tráfico ciclista y peatonal, puentes singulares que constituyen hitos en el recorrido del río, pasarelas funcionales situadas en los nodos de máximo tránsito transversal y puentes de grandes luces que enlazan los recorridos del parque con los territorios exteriores a la ciudad al norte y al sur, haciendo realidad la principal aspiración territorial del proyecto.

Entre los puentes existentes destaca la operación llevada a cabo con las siete presas que han sido convertidas en pasarelas peatonales a través de su restauración integral y la incorporación de un tablero de madera accesible. En segundo lugar dentro de esta serie, se debe destacar el reciclaje del puente rodado de la M-30 que cruzaba el río al sur del Puente de Segovia, reconvertido en un puente peatonal y ciclista que incorpora un talud plantado con pinos. Entre los puentes singulares cabe mencionar el puente con forma de Y construido con cajones de perfiles metálicos, que evoca el lenguaje de los puentes ferroviarios del siglo XIX colgados sobre los desfiladeros forestales y los puentes gemelos de hormigón que se dan acceso al complejo Matadero, proyectados como elementos de paso capaces también de configurar un espacio al que se ingresa, como pabellones que gravitan sobre el río, pero que verdaderamente pertenecen al parque.

Pasarela de Almuñécar

Fabricada de una sola pieza con fibra de carbono, para salvar una luz de algo más de 40 metros. Se sitúa sobre el único tramo del cauce que carece de cajero de hormigón. Su diseño final responde a las capacidades del material con que está fabricada, extremadamente ligero y resistente.

Restauración de Presas

Las siete presas que regulan el río a su paso de la ciudad han sido restauradas y puestas al servicio del nuevo sistema de pasos transversales. Sus mecanismos y exclusas han sido reparados y se les ha incorporado un tablero accesible de madera y una escala de peces para favorecer la continuidad de la fauna subacuática a lo largo del río.

Puente Oblicuo

Esta estructura viaria coetánea de la M-30 se ha reciclado para incorporarla al Salón de Pinos como un paso privilegiado a través del cual los peatones, los ciclistas y los árboles pasan de una a otra orilla. La losa aligerada que componía el tablero de hormigón postesado se cortó y apeó reforzándose para soportar las cargas debidas a su nuevo uso.

Puente del Principado de Andorra

Puente del Principado de Andorra

Es uno de los nuevos puentes singulares del proyecto. Está construido por jaulas de perfiles abiertos, de expresividad algo arcaica, que toma como referencia las estructuras ferroviarias sobre los desfiladeros boscosos que se construyeron en Europa y Estados Unidos a finales de siglo XIX. Antes conocido como Puente Y, en julio de 2011 se le cambió de nombre al actual de Principado de Andorra, para agradecer al gobierno de Andorra la construcción del Puente de Madrid en Andorra la Vieja.[19]​ Se escogió este puente para nombrarlo como Principado de Andorra porque representa también la geografía de Andorra: el país pirenaico está formado por dos valles, el del Valira del Norte y el del Valira de Oriente, los cuales confluyen en Escaldes-Engordany y se convierten en uno solo, de nombre Valira. Esta disposición de los valles y sus ríos es similar a una Y.

Puentes Cáscara

Son dos puentes gemelos construidos con una lámina de 15 cm de hormigón autonivelante que forma una superficie con doble curvatura, de la que cuelga el tablero. Se conciben como dos pabellones a los que acceder para cruzar el río. Su bóveda se ha ornamentado con un mosaico creado por el artista Daniel Canogar.

Pasarela de la Princesa

El canto necesario para el funcionamiento de la pasarela se incorpora en las barandillas que en realidad conforman una pareja de vigas de alma llena y rigidizadores verticales. El lenguaje de la pasarela es intencionadamente sobrio.

Bibliografía

  • Perini, Katia (2016). «Chapter 9.3. Madrid Río, Spain – Strategies and Techniques». Urban Sustainability and River Restoration. John Wiley & Sons Ltd. pp. 117-126. ISBN 9781119245025. doi:10.1002/9781119245025.ch11. 
  • 2014 Paisajes en la ciudad, Madrid Río: geografía, infraestructura y espacio público. Francisco Burgos, Ginés Garrido y Fernando Porras-Isla. ISBN: 978-84-15832-40-9[3]
  • 2014 Landscapes in the City, Madrid Río: Geography, Infrastructure and Public Space. ISBN: 978-84-15832-41-6.[13]

Referencias

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