Jaime Menéndez Fernández

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Jaime Menéndez Fernández El Chato (Sobrerriba, una aldea de Cornellana, Asturias, 25 de junio de 1901 - 30 de enero de 1969) intelectual, periodista, escritor y comisario político.[1]


Biografía

Ya con 12 años sustituía en ocasiones a su padre, maestro de escuela en la localidad de Láneo, actividad que desarrollaba con gran maestría teniendo en cuenta su corta edad. Un día, una de sus compañeras de escuela le puso la zancadilla, haciéndole chocar brutalmente con la esquina de un pupitre, con lo que se produjo el aplastamiento total de su nariz. Desde ese día dio la impresión de ser un boxeador profesional, adquiriendo el apodo de el Chato.

En 1919 emigró a La Habana por dos motivos: no quería servir al ejército y además deseaba cumplir su sueño de trabajar como periodista en Nueva York. En Cuba coincide con la mayoría de sus hermanos -Juan, Jesús, Joselín, Covadonga, Etelvina y María Luisa-, y se coloca en los almacenes de un paisano como contable; por la noche estudia periodismo y de forma autodidacta inglés, francés, alemán e italiano. Se inscribe en el Centro Asturiano de La Habana, coincidiendo con intelectuales de la talla de Juan Antonio Cabezas. Cuando se ve preparado, da el salto a Nueva York, en 1923.

En Estados Unidos profundiza sus estudios en la Universidad de Nueva York, comienza a trabajar de redactor en el primer diario en castellano de ese país, La Prensa, que llegaría a dirigir en 1925 e ingresa en la logia masónica The Universal, alcanzando el grado 33.

Poco después se convirtió en el primer español en trabajar en calidad de redactor en el prestigioso The New York Times, primero en la sección de deportes pero poco después Herbert Lionel Matthews, gran factótum mundial del periodismo, le fichó para la sección de política extranjera. Comenzó a trabajar de corresponsal de El Universal de Venezuela.

En Nueva York conoció a hombres de la talla de Tenesse Williams, Claude Bowers -escritor y diplomático-, Federico García Lorca, Boris Gamzue -catedrático de la Universidad de Nueva York-, George Wright, intelectual de gran singularidad.

Formó parte de los socios fundadores de La Alianza Republicana Española de Nueva York, colaborando en su publicación España Republicana, donde también escribían personajes como José Ortega y Gasset, Salvador de Madariaga, Manuel Azaña, Gregorio Marañón...

En 1932 la North American Newspaper Alliance le envió a Madrid para realizar una serie de repotajes sobre la Segunda República y allí el Gobierno le seleccionó para viajar a Alemania y realizar una serie de estudios pormenorizados de la situación del nazismo. Asistió al mitin de Adolfo Hitler en Lustgarten, el 1º de mayo de 1933, conoció a los mandos nazis, entre ellos a Joseph Paul Goebbels y no olvidó jamás el escalofrío que sintió en todo su cuerpo al estrecharle la mano.

De regreso en Madrid se codeó con la crème de la crème de la cultura: Federico García Lorca, Rafael Alberti, Ramón del Valle-Inclán, Miguel de Unamuno, Pío Baroja, Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado, Luis Buñuel, José Ortega y Gasset, Fernando Sánchez Monreal, Marcelino Domngo, Álvaro de Albornoz, Victoria Kent, María Zambrano, Dolores Ibárruri, Manuel Navarro Ballesteros, Javier Bueno, Jesús Izcaray, Antonio Mije, Eduardo de Guzmán Espinosa, Bibiano Fernández-Osorio Tafall, Paulio Masip, Mariano Perla, Fabián Vidal, Enrique Sánchez Cabezas, Miguel San Andrés, José Bergamín, Miguel Hernández, Manuel Azaña, Juan Negrín, Benjamín Jarnés, Santiago Carrillo...

Espasa-Calpe publicó su primer libro Vísperas de castástofre, de notable éxito.

Comenzó a colaborar con regularidad en las más importantes publicaciones de la época como Leviatán, Cruz y Raya, Ahora, Diario Política, La Vo, El Sol, Claridad, Estampa, Mundo Obrero, las agencias Febus, Fabr, United Press, y The Spanish Revue, de la Universidad de Nueva York. Por aquel entonces abandonó la logia masónica Mantua y comenzó su colaboración con el Partico Comunista de España, luchando de forma continuada por la democracia y las libertades hasta su muerte.

Escribió un segundo libro Alemania en pie, que no publicó.

En 1936 se casó con Avelina Ranz Conde, con tuvo a su único hijo, Jaime (1937).

Fue directivo de la Asociación de la Prensa de Madrid y de la Agrupación Profesional de Periodistas.

En plena guerra se reencontró con Herbert L. Matthews y Claude Bowers, conoció a Ernest Hemingway, Jay Allen, George Orwell, André Malraux, Lluís Companys, a los generales Riquelme y Miaja, al teniente coronel Ortega, a Luis Cabo Giorla, a los comisarios Dáiz Hervás y Antón (Cayetano Redondo Aceña), cronista de guerra en los frentes de Toledo, Ávila, Murcia, Málaga, Córdoba, El Tajo, Aragón.

En 1938 Juan Negrín lo nombra comisario político y al año siguiente se convierte en director del diario El Sol.

Encarcelado al finalizar la guerra, escribió a escondidas, de noche, bajo la manta, su tercer libro, esta vez en inglés. Las hojas las sacaban a escondidas su hijo y su mujer, que le apoyó en todo su periplo carcelario incluso poniendo en riesgo su seguridad; practicaba el estraperlo para poder sufragar los gastos de los viajes a la prisión. En la cárcel Jaime Mernéndez impartió, clandestinamente, clases de cultura, política y marxismo, llegando a crear una verdadera universidad entre rejas.

En 1944 salió en libertad y, gracias a sus contactos, le consiguieron un trabajo en la embajada de Estados Unidos en Madrid, donde fue secretario personal del departamento de prensa, con Emmet John Hughes, Theodore J. Pahlem Sidney Wise y Bonsal. Tradujo numerosas obras del inglés, como Mr. Roosvelt, de Compton McKenzie.

Debido a la presión política que siente, decide exiliarse con su familia en Marruecos y acepta la oferta de Gregrorio Corrochano de trabajar en calidad de redactor y posteriormente subdirector del diario España de Tánger. Allí conoció a Aladino Cuetos, director de Radio Tánger, preso político, capitán del Ejército Republicano y héroe en Brunete y El Ebro; también al escritor Alberto España, a la familia Ventura, a los periodistas Antonio Colón, Patricia de Pereda, René Piñero, Samuel Cohen, Juan Estelrich, Luis Grajales (dramaturgo), Abramovicci, Manolo Cerezales, Manuel Cantarero y se reecontró con el escritor Herbert Southworth, Fernando García Vela, disicípulo de Ortega y Gasset, Jose Luis Moreno y Juan Antonio Cabezas (con estos tres últimos habían sido compañeros en El Sol.

Escribió su libro Política de Estados Unidos, que tampoco publicó, y ocupó las coresponsalías de La Vanguardia, y las agencias Reuters, [[Associated Press, y United Press International; colaboró con las radios McKay y Tánger. Mantuvo su lucha antifranquista, con su pluma, colaborando con uno de los fundadores de Esquerra Republicana, Josep Andreu Abelló.

Empezó a colaborar con la revista Mundo, de Vicente Gallego, que era un hombre muy influyente en el régimen franquista y se ocupó de arreglar todos los papeles para que Menéndez pudiese regresar a Madrid, cosa que hizo en 1957 de la mano de Gállego, que le encargó la tarea de escribir prácticamente toda la revista.

Fue nombrado miembro del Instituo de Estudios Políticos y Manuel Fraga Iribarne le contrató para la revista Política InternacionalL. Fundó junto a Rodrigo Royo y otros compañeros la revista SP y empezó a colaborar en publicaciones como Occidente o Destino.

Asiduo a tertulias antifraquistas, principalmente en Casa Labra y en una lechería de la calle Infantas, coincide en ellas con antiguos y jóvenes republicanos.

El magisterio periodístico de Jaime Menéndez le permitió abordar con éxito temas tan dispares como deportes, geografía, historia, política, física, ciencia, medicina, tecnología, críticas literarias, ecología,y un largo etcétera.

Utilizó numerosos seudónimos, entre ellos Juan Nadie, Kim, Jacinto Mercadal y Arturo Fernández, nombre con el que homenajeaba a su paisano actor.

Falleció de cáncer en 1969.

Referencias