Germania Magna

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Mapa del Imperio Romano y Magna Germania a principios del siglo II

La llamada Magna Germania o Germania Ulterior fue, según la etnología geográfica de la Antigua Roma, una amplia zona de Europa Central que no estuvo sujeta al dominio romano, sino solo parcialmente y por períodos cortos, que se extendió al este del Rin, en la que se asentaban la mayoría de las tribus germánicas. En la época de Augusto, los romanos emprendieron la conquista a partir del año 12. En el año 6, todo el territorio de la actual Alemania hasta el río Elba fue ocupado y pacificado. La consolidación de la conquista de Germania Magna se vio frenada totalmente después de la derrota romana en la batalla del bosque de Teutoburgo en el año 9 y Augusto entendió que los límites del imperio romano debían establecerse en el Rin y el Danubio. Según esta política de "desmovilización" de la frontera en el Rin, actuaron todos los emperadores posteriores a Tiberio, quien demostró indiferencia a la revuelta de los frisones, Claudio y Nerón, que detuvo las iniciativas de Gneo Domicio Corbulón en esos territorios,[1]​ hasta Domiciano, en cuya época se creó una zona militarizada, el limes, entre Roma y Germania.

Historia

Conquista romana

La provincia de Germania Magna (en amarillo) antes de la batalla del bosque de Teutoburgo.
Contexto del dominio romano al otro lado del Rin. En verde las zonas pacificadas (pertenecientes la zona de Frisia a la Germania Inferior y la de los Campos Decumanos a la Germania Superior), en amarillo los populi clientes ("pueblos clientes" o aliados) y en rosa los populi hostiles ("pueblos hostiles").

Augusto había recibido de su tío abuelo Julio César una porción de Germania, dividida en la Germania Superior y la Inferior, cuyos límites orientales llegaban hasta el río Rhenus, actual Rin. Como esta línea fronteriza estaba fuertemente fortificada, Augusto se conformó inicialmente con no extenderla más y estableció fortalezas legionarias en Mogontiacum (actual Maguncia) y Castra Vetera (actual Xanten). Sin embargo, cuando en el año 11 a. C. los sugambros, usípetes y téncteros atravesaron el Rin, invadieron la Galia y derrotaron a la Legio V Alaudae, Augusto en persona se presentó, acompañado de su posible sucesor para aquel entonces, Nerón Claudio Druso. Druso apaciguó a los galos, que también estaban pensando alzarse, y luego persiguió a los invasores hasta los ríos Weser y Elba, extendiendo el área de influencia de Roma hasta este último. Druso regresó a Roma en el 9 a. C. para ser homenajeado, pero en el camino su caballo resbaló y le rompió un muslo, lo que le acarreó la muerte. Su cadáver fue trasladado a la capital, donde fue enterrado en el Mausoleo de Augusto. Su hermano Tiberio continuó la obra de Druso en Germania.

Ofensiva germana

De esta ofensiva romana solamente Marbod, rey de los marcomanos, había logrado escapar. Junto con su gente se refugió en la Selva Hercinia, donde fundó un reino y atacó continuamente a la región nórica y la Panonia. Entonces Tiberio decidió ir hacia allí con doce legiones; sin embargo, una terrible sublevación en la Dalmacia, actuales Balcanes, le obligó a retroceder para apaciguar esta nueva rebelión, potencialmente más peligrosa que la de Marbod. Como este sabía que Roma necesitaba todas las tropas disponibles, concertó la paz con Roma y aseguró su posición. Mientras tanto, Tiberio y su sobrino Germánico, el hijo de su difunto hermano Druso, estuvieron ocupados luchando contra los ilirios y los panonios por tres años.

En Germania, el nuevo enviado del emperador, Publio Quintilio Varo, había obtenido el cargo gracias a su parentesco con Augusto (estaba casado con Vipsania, sobrina nieta de aquel). Varo ya había sido gobernador de Siria, donde se había ganado la antipatía de muchos por sus vanidosas acciones.

De esta situación se aprovechó Arminio, príncipe de los queruscos, que había luchado en el ejército romano en las guerras en Dalmacia y, a diferencia de Varo, tenía mucha experiencia militar. Cuando Varo se disponía a trasladarse desde el interior de Germania hacia los cuarteles de invierno en el Rin, Arminio —que fingía ser amigo suyo— le hizo desviarse de su ruta hacia una emboscada. Arminio y otros conspiradores se separaron de la caravana dando excusas falsas y se encontraron con un ejército que habían reunido antes. En la batalla del bosque de Teutoburgo el ejército de Arminio atacó a las legiones romanas XVII, XVIII y XIX, comandadas por Varo.

El ejército romano se encontró en un lugar cerrado llevando mujeres, niños y carga, que dificultaban la organización del ejército. Después de varios días de lucha, las tres legiones fueron aniquiladas completamente y capturadas sus tres águilas doradas. Quintilio Varo y varios oficiales se suicidaron, ya que los germanos no tomaban prisioneros y torturaban antes de matar. El cadáver de Varo, que había sido sepultado por sus soldados, fue desenterrado por los germanos y sometido a toda clase de vejaciones. Finalmente le cortaron la cabeza y la enviaron a Roma. Miles de soldados romanos fueron torturados y crucificados; varias fortalezas cayeron asimismo en manos germanas, tal como el castillo de Aliso, junto al río Lippe.

Cuando el emperador Augusto se enteró de este desastre, se dejó crecer la barba y el pelo durante meses y continuamente se golpeaba la cabeza contra el muro exclamando: «¡Quintilio Varo, devuélveme mis legiones!». Augusto envió a Germania a Julio César Germánico quien derrotó a los bárbaros y recuperó los estandartes de las legiones derrotadas por Arminio y el territorio (posteriormente). Pero Germania era ya libre y unificada bajo el mando de Arminio que se convirtió en su rey (heredará esta idea de las influencias grecorromanas durante su estancia en Roma) y contribuyó al mantenimiento de la romanización de su tierra pero sin el yugo romano y que se mantuvo después de él gracias al comercio.

Con el asesinato de Arminio por los prorromanos, el territorio se recuperó, pero con la invasión sajona y el posterior genocidio de este nuevo invasor hacia la población indígena y romana (sucediendo lo mismo en Britania en el siglo V) perdiéndose nuevamente el territorio, que a partir de ahí se iría recuperando y perdiendo, hasta perderse definitivamente con la invasión huna.

Reconquista romana

En el año 69 se recuperaron los Campos Decumanos, por los emperadores Flavios.

La Germania huna

En el siglo IV, comenzó la llegada de pueblos nómadas venidos de Asia central, entre ellos los hunos, que bajo el liderazgo de Átila crearon un gran imperio, llegando a someter y conquistar a los germanos, que una parte de ellos se unieron a él y otra pidió ayuda al Imperio Romano o traspasó sus fronteras por la fuerza, dando inició a las invasiones bárbaras.

Germania vuelve a ser romana

Con la llegada al poder de Carlomagno, Italia y Germania se volvieron a unir, con la caída del Imperio Carolingio, se constituyó una nueva entidad el Sacro Imperio Romano Germánico, que fusionaba las dos antiguas irreconciliables naciones: Roma y Germania en una sola, que duró más de mil años.

Población

Mapa sobre la distribución de las tribus germanas en tiempos proto-germánicos y sus fases de expansión.

Tácito dice que el nombre de "germano" lo llevaban inicialmente los tungrios y que después el nombre se extendió al conjunto de pueblos. Pero otros autores dicen que "germano" fue el nombre dado en latín a las tribus y pueblos germánicos, al igual que se hablaba de celtas. Los historiadores modernos se inclinan por la segunda opción.

El rey suevo Ariovisto, que vivía en tiempos de Julio César, ponía en combate un ejército de no menos de cien mil hombres, los usipetos y los téncteros reunían juntos un ejército de más de 400.000. Marbodo (Marobodus), líder de los marcomanos, dirigía un ejército de 74.000 hombres, en la guerra contra los sigambrios los romanos dejaron cuarenta mil hombres, y en la guerra de los camavios y los angrivarios contra los brúcteros las bajas fueron de sesenta mil, pero como que estos datos deben tomarse con cuidado, la realidad es que no se puede establecer la población real del país.

Los pueblos germanos se consideraban autóctonos del país aunque no lo eran, pero su emigración era lo suficientemente lejana para haberse perdido todo recuerdo incluso a las leyendas. Su lenguaje, la lengua germánica, pertenecía a la familia indoeuropea. Muchos germanos tenían el pelo rubio mazorca y lo vendían para hacer pelucas para las mujeres romanas. Tenían grandes bigotes y la mayoría tenían ojos azules. Con la llegada de Roma, no solo se asentaron militares sino también civiles, un buen ejemplo son las ruinas de una ciudad romano-germánica cerca de Waldgirmes. Produciéndose cruces entre los dos pueblos, y se dice que por eso hay alemanes de varias generaciones con pelo negro y/u ojos oscuros.

Tácito y otros antiguos autores dividían los germanos en tres grupos: ingevones, en la costa; hermiones el interior, e istevones al este y el sur. Tácito les hace descender de los tres hijos de Mannus, el ancestro de los germanos. Plinio los divide en cinco grupos: los tres antes indicados, más los vindilos, y los peucinios-bastarnos, pero otras clasificaciones hacen los vindilos parte de los hermiones, y los peucinios y bastarnos nombres de subgrupos. Tácito además habla de los leviones, los germanos de Escandinavia, a los que dividía en suinones y sitones.

Religión

Dioses adorados en Germania:

Estructura social

Los germanos se dividían socialmente en:

  • Nobles (nobiles, próceres, optimates), que eran las personas influyentes y sus descendientes, los que poseían muchas tierras y los más destacados por su valor. Estos nobles tenían clientes. Los príncipes y reyes eran siempre elegidos entre los nobles.
  • Plebeyos (ingenui) que tenían derecho a poseer la tierra en forma hereditaria y cambiar su lugar de residencia. Asistían a las asambleas populares y servían en el ejército.
  • Libertos (liberti o libertini) formaban una clase a medio camino entre los libres y los esclavos, no podían poseer tierra, pero tenían que servir en el ejército, no podían participar en las asambleas; podían llevar las tierras de otros como colonos.
  • Esclavos o siervos (servi) no tenían derechos y para cualquier cosa necesitaban el consentimiento de su dueño, que tenía derecho de vida y muerte, sin embargo, en general los esclavos eran bien tratados y su situación era mejor que los esclavos romanos, los esclavos no podían llevar armas ni servir al ejército y trabajaban en las casas y los campos. Los esclavos lo eran de nacimiento o eran prisioneros de guerra o habían convertido esclavos por resolución de los jueces.

Las tribus o pueblos vivían libres e independientes unas de las otras, su respectivo territorio estaba dividido en pagi o distritos militares, cada pueblo tenía su rey elegido entre los nobles en una asamblea donde asistía todo el pueblo, los hombres libres; el rey era un magistrado en tiempos de paz pero en tiempo de guerra se nombraba un jefe de guerra a los que se confiaba el poder supremo civil y militar; la asamblea podía en todo momento deponer al rey o al jefe de guerra, los distritos tenían al frente un príncipe que administraba justicia y estaba asistido por un colegio de cien hombres, algunas tribus no tenían un gobierno central con un rey, y eran solo los líderes de distrito los que tenían el dominio de cada parte de territorio.

Véase también

Referencias

  1. Tácito, Anales, XI, 19 y XII, 29

Bibliografía

  • Malcolm Todd (1995). The Early Germans. Blackwell Publishing.
  • Peter S. Wells (2001). Beyond Celts, Germans and Scythians: Archaeology and Identity in Iron Age Europe. Duckworth Publishers.
  • Stümpel, Gustav (1932). Name und Nationalität der Germanen. Eine neue Untersuchung zu Poseidonios, Caesar und Tacitus. Leipzig: Dieterich. p. 60. OCLC 10223081.
  • Feist, Sigmund. Germanen und Kelten in der antiken Überlieferung. Baden-Baden.
  • Schulze, Hagen (1998). Germany: A New History. Harvard University Press. p. 4. ISBN 0-674-80688-3.
  • "German", The Concise Oxford Dictionary of English Etymology. Ed. T. F. Hoad. Oxford: Oxford University Press, 1996. Oxford Reference Online. Oxford University Press. Retrieved March 4, 2008.
  • Tacitus, Germania 2.
  • Jones, Terry and Alan Ereira (2006), Terry Jones' Barbarians, p. 97. BBC Books, Ltd., London, ISBN 9780563539162.

Enlaces externos