Diferencia entre revisiones de «René Descartes»

De Wikipedia, la enciclopedia libre
Contenido eliminado Contenido añadido
Sin resumen de edición
Eamezaga (discusión · contribs.)
m Revertidos los cambios de 81.44.249.29 (disc.) a la última edición de AVBOT
Línea 6: Línea 6:
|pie_de_imagen = René Descartes, óleo sobre lienzo de [[Frans Hals]], [[1649]], [[Museo del Louvre]]
|pie_de_imagen = René Descartes, óleo sobre lienzo de [[Frans Hals]], [[1649]], [[Museo del Louvre]]
|nombre = René Descartes<br /><small>también conocido por su nombre latinizado ''Renato Cartesio''</small>
|nombre = René Descartes<br /><small>también conocido por su nombre latinizado ''Renato Cartesio''</small>
|nacimiento = [[31 de marzo]] de [[1596]]<br />{{bandera|Francia}} [[La Haye en Touraine]] [ahora Descartes], [[Indre-et-Loire]], [[Francia]]
|fallecimiento = [[21 de febrero]] de [[1650]]<br />{{bandera|Suecia}} [[Estocolmo]], [[Suecia]] (53 años)
�������� ���
|escuela_tradición = [[Cartesianismo]], [[Racionalismo]], [[Fundacionalismo]]
��������
|intereses_principales = [[Metafísica]], [[Epistemología]], [[Ciencia]], [[Matemática]]
�� ��
|ideas_notables = [[Cogito ergo sum]], [[Duda metódica]], [[Coordenadas cartesianas]], [[Dualismo]], [[Argumento ontológico]]
LA FILOSOFÍA DE DESCARTES: LA PREOCUPACIÓN POR EL MÉTODO
|influencias = [[Platón]], [[Aristóteles]], [[Zenón de Citio]], [[Aristón de Quíos]], [[Sexto Empírico]], [[Al-Ghazali]], [[San Anselmo de Canterbury]], [[Juan Duns Scoto]], [[Guillermo de Ockham]], [[Santo Tomás de Aquino]], [[Francisco Suárez|Suárez]], [[Gómez Pereira]], [[Marin Mersenne]], [[Michel de Montaigne]]
� La naturaleza del método:
|influyó = [[Baruch Spinoza]], [[Gottfried Wilhelm Leibniz]], [[Thomas Hobbes]], [[Antoine Arnauld]], [[Nicolas Malebranche]], [[Blaise Pascal]], [[John Locke]], [[Henry More]], [[Immanuel Kant]], [[Edmund Husserl]], [[Léon Brunschvicg]], [[Slavoj Žižek]], [[Noam Chomsky]]
� aspecto científico: la matematización
|firma = Firma Descartes.svg
� aspecto metodológico: las cuatro reglas
}}
� aspecto epistemológico: la duda metódica

� Las consecuencias ontológicas del método cartesiano: afirmación de la
'''René Descartes''' [pronunciado /ʁəne de'kaʁt/ en francés] ([[La Haye en Touraine]], actual ''Descartes'', [[31 de marzo]] de [[1596]] – [[Estocolmo]], [[11 de febrero]] de [[1650]]) fue un [[filósofo]], [[matemático]] y [[científico]] [[Francia|francés]]. Es considerado como ''el Pionero de la Filosofía Moderna''.
primera verdad: “pienso, luego existo”

� La teoría cartesiana de las ideas y la idea de Sustancia
En 1935 se decidió en su honor llamar «[[Descartes (cráter lunar)|Descartes]]» a un [[cráter de impacto|cráter]] [[Luna|lunar]].<ref>[http://planetarynames.wr.usgs.gov/jsp/FeatureNameDetail.jsp?feature=61667 Ficha del cráter lunar «Descartes», Gazeteer of Planetary Nomenclature] Enlace consultado el 4 de julio de 2009.</ref>
� El mecanicismo

I. Racionalismo de Descartes
== Biografía ==
Descartes es uno de los padres de la filosofía moderna y el principal

valedor del racionalismo. Su aportación a esta etapa de la historia de la
=== Infancia ===
filosofía que conocemos bajo el nombre de modernidad (s. XVI-XVIII)

resulta relevante a un doble nivel:
René Descartes nació el 31 de marzo de [[1596]] en [[La Haye en Touraine]], cerca de [[Poitiers]]. Desde 1967 La Haye se llama Descartes en honor al filósofo, que fue el tercer hijo del jurista Joachim Descartes, [[Nobleza de toga|noble de toga]], y de Jeanne Brochard. Aunque René pensaba que su madre murió al nacer él, lo cierto es que murió un año después, durante el parto de un hermano que tampoco sobrevivió. Tras la muerte de su madre, él y sus 2 hermanos fueron educados por su abuela, pues su padre, consejero del Parlamento de [[Bretaña]], se ausentaba cada 2 años por largas temporadas, y acabó dejando atrás a sus hijos al contraer nuevas nupcias con una doncella inglesa.
a) Metodológico: la mayor preocupación filosófica cartesiana pasaba

por elaborar un nuevo método del pensar. Un método que
=== Educación ===
clarificara científica y racionalmente el saber filosófico. A este

nuevo método, el cual recuperaba la ciencia matemática como
La educación en [[la Flèche]] le proporcionó, durante los cinco primeros años, una sólida introducción a la cultura clásica, habiendo aprendido latín y griego en la lectura de autores como [[Cicerón]], [[Horacio]] y [[Virgilio]], por un lado, y [[Homero]], [[Píndaro]] y [[Platón]], por el otro. El resto de la enseñanza estaba basada principalmente en textos filosóficos de [[Aristóteles]] (''Organon'', ''Metafísica'', ''Ética a Nicómaco''), acompañados por comentarios de jesuitas ([[Francisco Suárez|Suárez]], Fonseca, Toledo, quizá [[Francisco de Vitoria|Vitoria]]) y otros autores españoles (Cayetano). Conviene destacar que Aristóteles era entonces el autor de referencia para el estudio, tanto de la [[física]], como de la [[biología]]. El plan de estudios incluía también una introducción a las [[matemáticas]] (Clavius), tanto puras como aplicadas: [[astronomía]], [[música]], [[arquitectura]]. Siguiendo una extendida práctica [[medieval]] y clásica, en esta escuela los estudiantes se ejercitaban constantemente en la discusión ('') (Cfr. Gaukroger, quien toma en cuenta la ''Ratio studiorum'': el plan de estudios que aplicaban las instituciones jesuíticas).
modelo del saber racional, lo llamó “duda metódica”. El

rendimiento de la duda metódica debía comprender los campos
[[Archivo:DescartesGraduationRegistry.JPG|thumb|200px|left|Registro de graduación de Descartes en el [[Pritaneo Nacional Militar|Collège Royal Henry-Le-Grand]], [[La Flèche]], 1616.]]
epistemológico y ontológico; así, epistemológicamente, la duda

metódica resultaba útil en la medida en que nos permitiría
=== La universidad ===
agrandar el espacio del pensar: “Mediante la palabra pensar entiendo

todo aquello que acontece en nosotros de tal forma que nos apercibimos
A los 18 años, René Descartes ingresó a la Universidad de Poitiers para estudiar derecho y algo de medicina. Para [[1616]] Descartes cuenta con los grados de bachiller y licenciado. Descartes fue siempre un alumno sobresaliente y fue gracias al gran afecto de algunos de sus profesores lo que hizo que René pudiera visitar los laboratorios de la universidad con asiduidad.
inmediatamente de ello; así pues, no sólo entender, querer, imaginar, sino

también sentir es considerado aquí lo mismo que pensar”1. A nivel
=== Etapa investigadora ===
ontológico, la duda tendría que servir para hallar las verdades

fundamentales sobre las que asentar nuestro conocimiento; y la
[[Archivo:Descartes3.jpg|thumb|200px|right|René Descartes en su escritorio.]]
primera de esas verdades era la expresión existencial del cogito:

“pienso, luego existo”, diría Descartes.
En [[1619]], en [[Breda (Países Bajos)|Breda]], conoció a [[Isaac Beeckman]], quien intentaba desarrollar una teoría física corpuscularista, muy basada en conceptos matemáticos. El contacto con Beeckman estimuló en gran medida el interés de Descartes por las matemática y la física. Pese a los constantes viajes que realizó en esta época, Descartes no dejó de formarse y en [[1620]] conoció en [[Ulm]] al entonces famoso maestro calculista alemán [[Johann Faulhaber]]. Él mismo refiere que, inspirado por una serie de sueños, en esta época vislumbró la posibilidad de desarrollar una «ciencia maravillosa». El hecho es que, probablemente estimulado por estos contactos, Descartes descubre el teorema denominado de Euler sobre los [[poliedro]]s.
b) Metafísico: la aportación del método debe centrarse en la

redefinición de los conceptos fundamentales de la metafísica
A pesar de discurrir sobre los temas anteriores, Descartes no publica entonces ninguno de estos resultados. Durante su estancia más larga en [[París]], Descartes reafirma relaciones que había establecido a partir de [[1622]] con otros intelectuales, como [[Marin Mersenne]] y [[Guez de Balzac]], así como con un círculo conocido como «[[Los libertinos]]». En esta época sus amigos propagan su reputación, hasta el punto de que su casa se convirtió entonces en un punto de reunión para quienes gustaban intercambiar ideas y discutir. Con todo ello su vida parece haber sido algo agitada, pues en [[1628]] libra un duelo, tras el cual comentó que «''no he hallado una mujer cuya belleza pueda compararse a la de la verdad''». El año siguiente, con la intención de dedicarse por completo al estudio, se traslada definitivamente a los [[Países Bajos]], donde llevaría una vida modesta y tranquila, aunque cambiando de residencia constantemente para mantener oculto su paradero. Descartes permanece allí hasta [[1649]], viajando sin embargo en una ocasión a [[Dinamarca]] y en tres a [[Francia]].
(como los de sustancia, atributo, verdad, etc.) para asentar las

verdades indudables a partir de las cuales construir el edificio del
La preferencia de Descartes por [[Países Bajos|Holanda]] parece haber sido bastante acertada, pues mientras en Francia muchas cosas podrían distraerlo y había escasa tolerancia, las ciudades holandesas estaban en paz, florecían gracias al comercio y grupos de [[burgueses]] potenciaban las ciencias fundándose la academia de [[Ámsterdam]] en [[1632]]. Entre tanto, el centro de Europa se desgarraba en la [[Guerra de los Treinta Años]], que terminaría en [[1648]].
1 René DESCARTES: Los principios de la filosofía I, 9
Enunció las leyes de refracción y reflexión de la luz y fundó la geometría analítica.
LA FILOSOFÍA DE DESCARTES Dpto. de Filosofía – I.E.S. María de Molina

2
=== Fallecimiento ===
conocimiento humano. La primera de esas verdades, y con la cual

Descartes hubo de cambiar el rumbo de la metafísica, había de ser
[[Archivo:René Descartes i samtal med Sveriges drottning, Kristina.jpg|thumb|200px|right|''Descartes en la Corte de la reina Cristina de Suecia'' (detalle), [[Pierre Louis Dumesnil]]. Museo nacional de Versailles.]]
la afirmación del “Cogito”. Así, Descartes hacía pasar el
[[Archivo:DescartesAshes.jpg|thumb|200px|right|La tumba de Descartes (en el centro), con vista detallada de la inscripción, en la iglesia de [[Saint-Germain-des-Prés]], [[París]].]]
pensamiento metafísico del objetivismo medieval al subjetivismo

moderno: lo importante, ahora, no es el conocimiento del objeto,
En septiembre de 1649 la Reina [[Cristina de Suecia]] le llamó a [[Estocolmo]]. Allí murió de una neumonía el 11 de febrero de 1650. Falleció a los 53 años de edad.
sino su conocimiento a través del conocimiento del sujeto. Ahora

bien, la filosofía cartesiana pone mucho cuidado en no caer en un
Actualmente se pone en duda si la causa de su muerte fue la neumonía. En 1980, el historiador y médico alemán [[Eike Pies]] halló en la [[Universidad de Leiden]] una carta secreta del médico de la corte que atendió a Descartes, el holandés Johan Van Wullen, en la que describía al detalle su agonía. Curiosamente, los síntomas presentados —náuseas, vómitos, escalofríos— no eran propios de una neumonía. Tras consultar a varios patólogos, Pies concluyó en su libro ''El homicidio de Descartes, documentos, indicios, pruebas'', que la muerte se debía a [[envenenamiento por arsénico]]. La carta secreta fue enviada a un antepasado del escritor, el holandés Willem Pies.
subjetivismo propiciado por la exaltación de los sentidos o de la

imaginación, sino que es una afirmación racional de la
En el año de [[1676]] se exhumaron los restos de Descartes; colocados en un ataúd de cobre se trasladaron a París para sepultarlos en la iglesia de [[Sainte-Geneviève-du-Mont]]; movidos nuevamente durante el transcurso de la [[Revolución francesa]], los restos fueron colocados en el [[Panthéon]], la basílica dedicada a los ''grandes hombres'' de la nación francesa; nuevamente, en [[1819]], los restos de René Descartes cambiaron de sitio de reposo siendo llevados esta vez a la [[Abadía de Saint-Germain-des-Prés|Iglesia de Saint-Germain-des-Prés]] donde actualmente se encuentran.
subjetividad. Es la confianza en la razón, una razón trazada

matemáticamente, la que nos permite dar cuenta de la radicalidad
== Obras ==
del cogito: puedo dudar de todo, menos de que dudo; por tanto, si

no puedo dudar de que dudo, no podré dudar de que estoy
=== Las primeras obras ===
pensando y de que en dicho acto me constituyo como ser humano.

Repetimos: pienso, luego existo.
Aunque se conservan algunos apuntes de su juventud, su primera obra fue ''Reglas para la dirección del espíritu'' creada en 1628 y publicada en 1701.(póstuma). Luego escribió ''La luz'' o ''Tratado del mundo'' y ''El hombre'', que retiró de la imprenta al enterarse de la condena de la Inquisición a Galileo en 1633, y que más tarde se publicaron a instancias de Leibniz. En 1637 publicó el ''[[Discurso del Método|Discurso del método para dirigir bien la razón y hallar la verdad en las ciencias]]'', seguido de tres ensayos científicos: ''Dióptrica'', ''La Geometría'' y ''Los meteoros''. Con estas obras, escritas en francés, Descartes acaba por presentarse ante el mundo erudito, aunque inicialmente intentó conservar el anonimato.
Por otro lado, la metafísica cartesiana es la expresión de

una nueva teoría de las ideas y una nueva concepción general del
En 1641 publicó las ''[[Meditaciones metafísicas]]'', acompañadas de un conjunto de ''Objeciones y respuestas'' que amplió y volvió a publicar en 1642. Hacia 1642 puede fecharse también un diálogo, ''La búsqueda de la verdad mediante la razón natural'' (póstumo).
universo dominada por el mecanicismo.

Por tanto, podemos evaluar el racionalismo cartesiano teniendo en
En 1647 aparecen los ''Principios de filosofía'', que Descartes idealmente habría destinado a la enseñanza. En 1648 Descartes le concede una entrevista a [[Frans Burman]], un joven estudiante de teología, quien le hace interesantes preguntas sobre sus textos filosóficos. Burman registra detalladamente las respuestas de Descartes, y éstas usualmente se consideran genuinas. En 1649 publica un último tratado, ''Las pasiones del alma'', sin embargo aún pudo diseñar para Cristina de Suecia el reglamento de una sociedad científica, cuyo único artículo es que el turno de la palabra corresponda rotativamente a cada uno de los miembros, en un orden arbitrario y fijo.
cuenta sus principales rasgos: la expresión de un nuevo método racional del

pensar, la llamada duda metódica; la afirmación de la subjetividad (cogito)
De Descartes también se conserva una copiosa correspondencia, que en gran parte canalizaba a través de su amigo Mersenne, así como algunos esbozos y opúsculos que dejó inéditos. La edición de referencia de sus obras es la que prepararon [[Charles Adam]] y [[Paul Tannery]] a fines del siglo XIX e inicios del XX, y a la que los comentaristas usualmente se refieren como AT, por las iniciales de los apellidos de estos investigadores.
como primera verdad; una nueva teoría del concepto de idea en general y

de la idea de substancia en particular; finalmente, el mecanicismo como
=== Filosofía ===
paradigma o concepción general del orden y funcionamiento del universo.

II. El Método Cartesiano
Los principiantes deberían abordar la filosofía cartesiana a través de las antes referidas "Meditaciones metafísicas" o bien a través de su obra derivada, que es el famoso "Discurso del método", que en sus primeras partes es ejemplarmente ameno y fluido, además de tratar temas fundamentales y darnos una buena idea del proyecto filosófico general del autor.<ref>Suele considerarse ésta como la primera obra erudita escrita en una lengua moderna (distinta del latín), aunque en realidad ya [[Nicolás Oresme]] había escrito en francés un comentario crítico a la ''Física'' de Aristóteles.</ref> Descartes explica ante todo, qué lo ha llevado a desarrollar una investigación independiente. Es que aunque él atribuye al conocimiento un enorme valor práctico (lo cree indispensable para conducirse en la vida, pues «''basta pensar bien para actuar bien''»), su paso por la escuela lo ha dejado frustrado.
2.1. Aspecto científico: la matematización

Descartes quería hacer de la filosofía un conocimiento científico del
Por ejemplo, comenta que la lectura de los buenos textos antiguos ayuda a formar el espíritu, aunque sólo a condición de leerse con prudencia (característica de un espíritu ''ya'' bien formado); reconoce el papel de las matemáticas, a través de sus aplicaciones mecánicas, para disminuir el trabajo de los hombres, y declara su admiración por su exactitud, aunque le parece que sobre ellas no se ha montado un saber lo suficientemente elevado; dice que los libros de los moralistas paganos «''contienen muchas enseñanzas y exhortaciones a la virtud que son muy útiles''», aunque en realidad no nos ayudan mucho a identificar cuál es la verdadera virtud; añade «''que la filosofía da medios para hablar con verosimilitud de todas las cosas y hacerse admirar de los menos sabios; que la jurisprudencia y la medicina dan honores y riquezas a los que las cultivan''» aunque claro, aquí se echa de menos toda mención de algún interés por la verdad, la salud o la justicia. Pero el colmo es que la filosofía, de donde las demás ciencias habrían de tomar sus fundamentos, es un desastre: no parece haber aquí «''cosa alguna en la que estén de acuerdo los sabios''». Su paso por la escuela, pues, ha servido para descubrirle su profunda ignorancia, y de ahí que sea indispensable la investigación.
yo y del mundo. Para ello, necesitaba dotar a la investigación filosófica de

un método científico y, por esa razón, nada mejor que confiar en la
==== El padre de la filosofía moderna ====
matemática, pues en aquella época ya se consideraba a la matemática como

ciencia segura; además, la matemática había de aportar grandes dosis de
Al menos desde que Hegel escribió sus ''Lecciones de historia de la filosofía'', en general se considera a Descartes como el padre de la filosofía moderna (independientemente de sus aportes a las matemáticas y la física). Este juicio se justifica, principalmente, por su decisión de rechazar las verdades recibidas, p. ej., de la [[escolástica]], combatiendo activamente los prejuicios. Y también, por haber centrado su estudio en el propio problema del conocimiento, como un rodeo necesario para llegar a ver claro en otros temas de mayor importancia intrínseca (la moral, la medicina y la mecánica). En esta prioridad que concede a los problemas epistemológicos, lo seguirán todos sus principales sucesores. Por otro lado, los principales filósofos que lo sucedieron estudiaron con profundo interés sus teorías, sea para desarrollar sus resultados o para objetarlo. Este es el caso de [[Blaise Pascal|Pascal]], [[Spinoza]], [[Leibniz]], [[Malebranche]], [[Locke]], [[Hume]] y [[Kant]], cuando menos. Sin embargo, esta manera de juzgarlo no debe impedirnos valorar los estrechos vínculos que este autor mantiene con los filósofos clásicos, principalmente con [[Platón]] y Aristóteles. Descartes aspira a «''establecer algo firme y durable en las ciencias''». Con ese objeto, según la parte tercera del ''Discurso'', por un lado él cree que en general conviene proponerse metas realistas y actuar resueltamente, pero prevé que en lo cotidiano, así sea provisionalmente, tendrá que adaptarse a su entorno, sin lo cual su vida se llenará de conflictos que lo privarán de las condiciones mínimas para investigar. Por otra parte, compara su situación a la de un caminante extraviado, y así concluye que en la investigación, libremente elegida, le conviene seguir un rumbo determinado. Esto implica atenerse a una regla relativamente fija (un método), sin abandonarla «''por razones débiles''»...
deducción y atención a la razón. Descartes opinaba, pues, que la filosofía

debía copiar el modelo metodológico de la matemática.
==== Las reglas del método ====
Sin embargo, esta confianza en la matemática no era exclusiva de

Descartes: por un lado, en la Grecia Antigua, tanto Pitágoras como Platón
Ya la parte segunda del ''Discurso'' había presentado el método. Descartes considera que aunque la lógica tenía muchas reglas válidas, en general éstas son inútiles, puesto que, como afirma en las ''Reglas para la dirección del espíritu'', la capacidad de razonar es básica y primitiva, y nadie puede enseñárnosla. Son las reglas del método:
eran partidarios del saber matemático; en el caso de Platón, el pensamiento
# El llamado ''precepto de la evidencia'' (o también, ''critica de verdad'' o ''de la duda metódica''): No admitir nunca algo como verdadero, si no consta con evidencia que lo es, es decir, no asentir más que a aquello que no haya ocasión de dudar, evitando la precipitación y la prevención.
LA FILOSOFÍA DE DESCARTES Dpto. de Filosofía – I.E.S. María de Molina
# ''El precepto del análisis'': Dividir las dificultades que tengamos en tantas partes como sea preciso, para solucionarlas mejor.
3
# ''El precepto de la síntesis'': Establecer un orden de nuestros pensamientos, incluso entre aquellas partes que no estén ligadas por un orden natural, apoyándonos en la solución de las cuestiones más simples (que Descartes llama "naturalezas simples") hasta resolver los problemas más complejos a nuestro alcance.
matemático (dianoia) servía para conocer los objetos matemáticos, antesala
# ''El precepto de control'': Hacer siempre revisiones amplias para estar seguros de no haber omitido nada.
de las ideas. Por otro lado, los contemporáneos de Descartes, también

confiaban plenamente en el poder de la racionalidad matemática para
Descartes anuncia que empleará su método para probar la existencia de Dios y del alma, aunque es preciso preguntar cómo podrían él, o sus lectores, cerciorarse de que los razonamientos que ofrece para ello tienen genuino valor probatorio. Desarrollar una prueba genuina es algo muy problemático, especialmente en lo tocante a cuestiones fundamentales, según habían señalado ya autores como Aristóteles y [[Sexto Empírico]]. Veremos que en este punto, las teorías cartesianas pueden considerarse como un desarrollo de la filosofía griega.
conocer la realidad; entre ellos, Galileo, quien aseguraba que la naturaleza

estaba escrita en el lenguaje de las matemáticas, Leibniz, quien hubo de
==== Propósito literario ====
elaborar toda una filosofía de la matemática que ha llegado hasta nuestro

días y, también, Spinoza, quien pretendía ordenar geométricamente la
No obstante su fluidez ejemplar, la escritura cartesiana puede considerarse como intencionalmente críptica. El resultado es algo semejante a un acertijo, para el que sólo se nos entregan numerosas claves, de modo que la comprensión de sus obras exige la participación activa del lector. Por ejemplo, algunas cosas no aparecen en los textos en el orden más natural, como cuando el método se presenta antes de que Descartes explique por qué cree conveniente adoptar una regla (sea ésta la que fuere). Mejor aún, un par de enigmas, que abajo intentamos resolver y para los que no hay otra solución conocida, muestran el carácter críptico de su escritura: el filósofo nunca explica por qué razón eligió originalmente su método (aunque sí dice que más valdría tomar uno al azar que no seguir ninguno). Y tampoco dice por qué, tanto en las ''Meditaciones metafísicas'' como en los ''Principios...'', desarrolla lo que visiblemente son tres pruebas distintas de la existencia de Dios (al contrario, en la «Carta a los Decanos y Doctores...» que precede a las ''Meditaciones'', da a entender que la multiplicidad de pruebas es innecesaria, e incluso dificulta su apreciación). Siendo éstas dos de las principales cuestiones que Descartes deja sin aclarar en sus textos, hay muchas más. Es muy posible que el autor (que en la Flèche había estudiado la emblemática y otras formas de comunicación indirecta, según Gaukroger), quisiera legarnos un acertijo. Si esto es cierto, habría que ver sus textos, en parte, como criptogramas que a sus lectores les corresponde descifrar.
razón ética.

2.2. Aspecto metodológico: las cuatro reglas
==== La duda metódica ====
Ahora bien, ¿en qué consiste el principio de matematización de la

investigación filosófica, tarea que lleva a cabo Descartes?. Principalmente
Descartes fue considerado el filósofo de la [[duda]] porque pensaba que, en el contexto de la investigación, había que rehusarse a asentir a todo aquello de lo que pudiera dudarse ''racionalmente''. Él estableció tres niveles principales de duda:
en ordenar dicha investigación según un método que contiene cuatro reglas

y que expone en su libro titulado Discurso del Método:
''En el primero'', citando errores típicos de percepción de los que cualquiera ha sido víctima, Descartes cuestiona cierta clase de percepciones sensoriales, especialmente las que se refieren a objetos lejanos o las que se producen en condiciones desfavorables.
1. Evidencia: afirmar como verdadero sólo aquello que se revele

evidentemente como tal al pensamiento. Es evidente aquello que
''En el segundo'' se señala la similitud entre la vigilia y el sueño, y la falta de criterios claros para discernir entre ellos; de este modo se plantea una duda general sobre las percepciones (aparentemente) empíricas, que acaso con igual derecho podrían imputarse al sueño.
ya no admite duda alguna porque ha sido “visto” clara y

distintamente.
''Por último'', al final de la Meditación I Descartes concibe que podría haber un ser superior, específicamente un ''genio maligno'' extremadamente poderoso y capaz de manipular nuestras creencias.Dicho "genio maligno" no es más que una metáfora que significa: ¿y si nuestra naturaleza es intelectualmente defectuosa?, de manera que incluso creyendo que estamos en la verdad podríamos equivocarnos, pues seríamos defectuosos intelectualmente. Siendo éste el más célebre de sus argumentos escépticos, no hay que olvidar cómo Descartes considera también allí mismo la hipótesis de un azar desfavorable o la de un orden causal adverso (el orden de las cosas), capaz de inducirnos a un error masivo que afectara también a ideas no tomadas de los sentidos o la imaginación (''vg.'', las ''racionales'').
2. Análisis: reducir lo complejo a sus partes más simples para

conocerlo correctamente.
El propósito de estos argumentos escépticos, y en particular los más extremos, de los dos últimos niveles, no es provocar la sensación de que hay un peligro inminente para las personas en su vida cotidiana. Se trata de posibilidades abstractas, cuya finalidad es servir a la investigación en forma semejante a un microscopio en el laboratorio.
3. Deducción: otorgar a la operación racional deductiva el peso de la

investigación; así, hallaremos las verdades complejas por
==== Soluciones propuestas ====
deducción a partir de las simples.

4. Comprobación: comprobar si lo descubierto por la razón ha sido
Ahora bien, por un lado en la «Carta-prefacio a la traducción francesa de los [[Principios]]» Descartes se refiere a Platón y Aristóteles como los principales autores que han investigado la existencia de principios o fundamentos (válidos) del conocimiento. Aunque Descartes no lo menciona, ambos filósofos piensan que la [[dialéctica]] o controversia, donde cada uno de los participantes procura convencer o refutar a su antagonista, es el único tipo de argumentación capaz de responder esta pregunta; y en especial, la explicación que da Aristóteles (''Met.'' Γ, 4) de por qué hay que acudir a este tipo de argumento para alcanzar una prueba de los «principios», es muy digna de atención. Perfectamente pudo Descartes ver aquí una buena razón para elegir la dialéctica como procedimiento para indagar la validez de los fundamentos.
hallado de acuerdo a las reglas anteriores.

En el texto que reproducimos a continuación se puede ver
Esto es lo que insinúa la primera regla metódica, si el lector, en lugar de atribuirle el papel principal a la noción general de evidencia, se lo concede a la (más específica) de indubitabilidad racional: las ideas tendrán la clase relevante de evidencia ''sólo'' en la medida en que sean apropiadamente indudables, pero es obvio que no serán indudables mientras haya «ocasión» de ponerlas en duda, y habrá ''ocasión'' de dudar siempre que haya ''argumentos'' escépticos vigentes. Ahora bien, bajo un argumento como el del genio maligno, p. ej., siempre puede plantearse una duda que afecte, en términos generales, incluso a las ideas más evidentes: perfectamente puede pensarse que ''acaso las ideas evidentes son falsas''.
expresamente la presentación de las reglas del método: “Nada diré sobre la

filosofía, sino que, viendo que ha sido cultivada por los ingenios más relevantes que
Por otro lado, vimos que Descartes acepta tres razones para plantear la duda más extrema: son las hipótesis del genio maligno, la de un azar desafortunado y la de una causalidad natural adversa. Así, si suponemos que Descartes argumenta para enfrentar al crítico radical (el [[escéptico]]), se entiende fácilmente el desarrollo de tres pruebas, que sólo aparentemente se encaminan a establecer la existencia divina. Así, a cada una de estas pruebas en realidad puede asignársele el propósito de refutar una de las hipótesis escépticas. De este modo, Descartes no habría buscado «demostrar», en primer término, la existencia de Dios: en cambio habría intentado vencer dialécticamente a su antagonista en la controversia, rechazando una razón específica entre las admitidas para plantear la duda más extrema. Para lograrlo, le habría bastado mostrar que las razones para aceptar la existencia divina son, en todo caso, más sólidas que las que pueden darse para implantar las dudas radicales. Si Descartes alcanza este objetivo, las dudas más extremas quedarían sin fundamento. Esto, a su vez, autorizaría al investigador a aceptar ciertas proposiciones como válidas, por ser racionalmente indudables (al menos, a la luz de los argumentos escépticos conocidos). Pero Descartes habría ocultado este aspecto negativo de su procedimiento.
han existido desde hace siglos y que, sin embargo, nada hay en ella que no sea aún

objeto de disputa y, por lo tanto, dudoso, no tenía yo la suficiente presunción para
== La metafísica ==
esperar alcanzar en ella algo mejor que los otros [...] Tal fue la causa por la que pensé

que había que buscar algún otro método que, reuniendo las ventajas de los otros tres,
Otra postura que Descartes sostiene es la [[evidencia]], de la [[libertad]]. Pero más que discutir la realidad o no del libre albedrío, Descartes parece partir de la hipótesis de que él mismo ''es'' libre, para poner esta libertad en práctica: ya la investigación, en su caso, resulta de una determinación voluntaria y libre. Además, la [[epistemología]] cartesiana (vg., su investigación sobre las condiciones de validez del conocimiento) hace un aporte tácito, pero fundamental, al campo de la filosofía práctica: la [[responsabilidad]] no es ilusoria, pues si hay conocimiento legítimo, y éste versa en parte sobre algunas relaciones causales, hemos de tomar nuestras decisiones sin dar oídos sordos a las consecuencias previsibles de nuestros actos.
estuviera exento de sus defectos. Y como la multiplicidad de leyes a menudo sirve de

excusa para los vicios [...] estimé que tendría suficiente con las cuatro siguientes [...]
Sin embargo, parece que Descartes nunca intentó demostrar la corrección de la citada hipótesis sobre el libre albedrío, como no fuera poniéndola a prueba indirectamente, acaso examinando su capacidad de producir resultados favorables. Descartes compara el cuerpo de los conocimientos a un árbol cuyas raíces son de tipo metafísico, el tronco equivale a la física, y las ramas principales son las artes mecánicas (cuya importancia está en que permiten disminuir el trabajo de los hombres), la medicina y la moral. La [[metafísica]] es fundamental, pero añade que los frutos de un árbol no se cogen de las raíces, sino de las ramas.
El primero consistía en no admitir jamás cosa alguna como verdadera sin haber

conocido con evidencia que así era [...] El segundo, en dividir cada una de las
=== Teoría de las dos sustancias ===
dificultades a examinar en tantas partes como fuera posible y necesario para su mejor

solución. El tercero, en conducir con orden mis pensamientos, empezando por los
La sustancia es aquello que existe por sí mismo sin necesidad de otra cosa, es decir, es aquello autosubsistente. Partiendo del ''cogito'' (pensamiento) Descartes sostiene que él mismo es sólo una sustancia pensante, dado que ni siquiera el escéptico radical puede negar la existencia del pensamiento (su negación sería un pensamiento más), mientras sí puede mantenerse una duda sobre el cuerpo. Este razonamiento es sospechoso, dado que una idea tan evidente como el propio ''cogito'' puede ponerse en duda en términos generales (es inteligible la frase: «las ideas más evidentes son dudosas, acaso están equivocadas»), y esta clase de duda sólo queda claramente superada cuando se refutan las razones más radicales para dudar que ha admitido la investigación. Además, sólo estas mismas razones habían permitido poner en duda las más elementales de las ideas sensibles (''Cfr.'' el argumento escéptico del sueño y sus secuelas inmediatas, tanto en el ''Discurso'' IV, como en la Meditación I). Ahora bien, entre estas ideas simples se encuentran la extensión, la figura, etc.
objetos más simples y más fáciles de conocer, para ascender poco a poco,

gradualmente, hasta el conocimiento de los más complejos [...] Y el último, en hacer en
En cualquier caso, la teoría de las dos sustancias nos invita a un mundo dualista. Para llegar de una realidad a otra, del cuerpo al alma (en la [[percepción sensorial]]), o viceversa (como en el movimiento voluntario) Descartes menciona que hay una glándula en el cerebro humano (la [[glándula pineal|pineal]]), donde se encuentra el punto de contacto entre ambas sustancias. Por supuesto, Descartes nunca pudo verificar esta afirmación.
todo enumeraciones tan completas y revisiones tan amplias, que llegase a estar seguro

de no haber omitido nada [...] Pero lo que más me satisfacía de este método era que,
Por otro lado Descartes afirma que hay dos ''tipos'' de sustancia, la infinita y la finita. La sustancia infinita es Dios, que es un ser perfecto o infinito (estas dos nociones parecen equivalentes, tal como Descartes las empleó). Tradicionalmente, se considera que Descartes introduce a Dios en su metafísica como garantía de la verdad, pero esto da lugar al profundo problema de la circularidad, que Descartes mismo señala en la «Carta a los Decanos y Doctores...» que antecede a las ''Meditaciones''.
LA FILOSOFÍA DE DESCARTES Dpto. de Filosofía – I.E.S. María de Molina

4
=== El problema del círculo ===
por su medio, estaba seguro de usar en todo mi razón, si no de modo perfecto, al menos

de la mejor forma que me fuera posible [...] Y como existen hombres que se equivocan
Este problema consiste en cómo saber que existe Dios, si frente a los ateos no basta invocar un texto sagrado (como Descartes mismo destaca en la "Carta a los Decanos y Doctores..." que precede a las ''Meditaciones''), y frente al escéptico que pone en duda la evidencia, no bastaría siquiera dar un alegato evidente. Este es un tema discutido entre los comentaristas, pero hay dos respuestas básicas: o no lo sabemos en absoluto; o bien se trata de una prueba dialéctica.
al razonar, incluso en las más sencillas cuestiones de geometría, y cometen

paralogismos, juzgando que estaba expuesto a equivocarme como cualquier otro,
Según la segunda línea interpretativa, Descartes no ha intentado ''demostrar'' la existencia de Dios, sino ''refutar'' la hipótesis en la que se funda la duda. Esto se conseguiría mostrando: 1) que un argumento incompatible con la hipótesis del genio (o del azar adverso, etc.) es comparativamente 'más sólido que' la(s) respectiva(s) hipótesis escéptica(s); y 2), que ni ese argumento, ni el juicio que lo considera incompatible y superior al alegato opuesto, merecen ser juzgados circulares.
rechacé como falsos todos los razonamientos que había tomado antes por

demostraciones [...] Pero, inmediatamente después, advertí que, mientras quería pensar
Atendiendo al último punto: la refutación de la hipótesis del genio sería circular si entre el argumento refutatorio, el escéptico aún pudiera sugerir que «acaso el propio genio le haya sugerido a Descartes este alegato». Así, la "prueba" de que no hay genio sucumbiría a la misma duda que aspira a superar. Pero esta réplica es ilegítima bajo el método cartesiano, puesto que para ofrecerla, el escéptico necesita apoyarse en una idea -la del genio maligno- que una vez expuesta la refutación, hemos adquirido razones para poner en duda (V. gr., las razones en que estriba la misma refutación).
de ese modo que todo es falso, era absolutamente necesario que yo, que lo pensaba,

fuera alguna cosa. Y observando que esta verdad: pienso, luego soy, era tan firme y tan
Este camino sólo sería promisorio, por supuesto, si ''no'' suponemos de entrada que la duda radical planteada por el escéptico y admitida en la investigación, es universal (si lo fuera, ''a priori'' toda respuesta a esa duda estaría condenada a la circularidad). Además, habría que preguntarse dos cosas: 1) Si es posible plantear una duda general, que afecte incluso a las ideas evidentes, pero que no sea universal. Una posibilidad, desde luego, es imaginar que la duda se formula con ayuda del cuantificador plurativo: «la mayoría de...» y 2), Si habría razones que permitan desechar la duda universal, y que no se reduzcan a señalar el fracaso al que estaríamos condenados, si hubiésemos de enfrentar esta clase de escepticismo. Esta última es una pregunta abierta.
segura que todas las más extravagantes suposiciones de los escépticos no eran capaces

de socavarla, juzgué que podía admitirla como el primer principio de la filosofía que
== Referencias ==
buscaba” (René DESCARTES: Discurso del método; fragmentos, segunda y cuarta partes).
{{listaref}}
2.3. Aspecto epistemológico: la duda metódica

El nuevo método cartesiano tiene como misión convertir a la
== Bibliografía relacionada ==
filosofía en un camino racional hacia la verdad. Y, para ello, tiene que

resolver el problema del principio del conocimiento y su certeza: en la
=== Bibliografía secundaria ===
filosofía antigua y medieval, el principio del conocimiento era el objeto, y
* Beyssade, J-M. ''Descartes au fil de l'ordre''. Vrin.
la verdad consistía en la adecuación de las proposiciones (lo que decimos)
* Beyssade, J-M. ''Études sur Descartes''. Seuil, 2001.
a las cosas (lo que existe). A dicha adecuación, Aristóteles la llamaba
* Clarke, Desmond. ''La filosofía de la ciencia de René Descartes'' Alianza Universidad.
correspondencia entre el lenguaje y la realidad. Por supuesto, la razón era
* Curley, E. ''Descartes Against the Skeptics''.
el mecanismo adecuado para lograr esta correspondencia, pero eso no
* De Teresa, J. ''Breve introducción al pensamiento de Descartes''. Univ. Aut. Metropolitana, México 2007.
suponía excluir a los sentidos de la tarea del conocimiento verdadero pues
* Doney, W. (Comp.) ''Descartes. A Collection of Critical Essays''.
los sentidos nos ponen en contacto con la realidad, si exceptuamos a
* Gaukroger, S. ''Descartes. An Intellectual Biography''.
Platón, quien dividía la realidad en dos partes (mundo sensible y mundo
* [[José Ortega y Gasset]]: ''¿Qué es filosofía?''; O.C., Vol. VII, Ed. Alianza, Madrid.
inteligible) que se correspondían a su vez con los dos géneros de
* José Ortega y Gasset: ''La idea de principio en Leibniz y la evolución de la teoría deductiva''; O.C., Vol. VIII, Ed. Alianza, Madrid.
conocimiento: opinión (conocimiento procedente de los sentidos) y
* José Ortega y Gasset: ''Sobre la razón histórica''; O.C., Vol. XII, Ed. Alianza, Madrid.
episteme o ciencia (conocimiento procedente de la razón).
* [[Edmund Husserl]]: ''Ideas relativas a una fenomenología pura y a una filosofía fenomenológica''; §§32 y siguientes.
Pero, con la aparición de la filosofía moderna, cuyo padre es
* Edmund Husserl: ''La crisis de las ciencias europeas y la fenomenología transcendental''; §§17 y siguientes.
Descartes, el principio del conocimiento deja de ser el objeto y pasa a ser el
* [[Martin Heidegger]]: ''Ser y Tiempo'', §§ 19, 20 y 21, Ed. Universitaria, Santiago de Chile, 1997. Trad. de Jorge Eduardo Rivera Cruchaga.
sujeto y el lugar en el que quedan los sentidos como criterios de
* Martin Heidegger: «La época de la imagen del mundo»; en ''Caminos de bosque'', Ed. Alianza, Madrid, 1995 y 1998. Trad. de Helena Cortés y Arturo Leyte.
conocimiento es de clara inferioridad y desprestigio. Tanto es así que el
* Martin Heidegger: ''Prolegómenos para una historia del concepto de tiempo'', § 22, Ed. Alianza, Madrid, 2006. Trad. de Jaime Aspiunza.
método cartesiano comienza expresando su desconfianza hacia los sentidos
* [[Leonardo Polo]]: ''Evidencia y realidad en Descartes'', 1996.
como instrumentos válidos para conocer. De ahí que la expresión del
* [[Jacques Maritain]]: ''Tres reformadores''.
método cartesiano sea la duda: en sus famosas Meditaciones Metafísicas,
* Jean-Luc Nancy, ''Egu sum'', Anthropos, Barcelona, 2007, traducción y prólogo de Juan Carlos Moreno Romo.
Descartes escribe que podemos dudar de todo aquello que conozcamos a
* Juan Carlos Moreno Romo (Coord.), ''Descartes vivo. Ejercicios de hermenéutica cartesiana'', Anthropos, Barcelona, 2007.
través de los sentidos, pues estos no distinguen entre el sueño y la vigilia;
* Pit Olargo(Coord.)
en cambio, decía Descartes, no puedo dudar de aquello que consiga

conocer racionalmente, porque esto lo habré hallado de acuerdo a un
== Enlaces externos ==
método estrictamente racional.
{{commons|René Descartes|René Descartes}}
Y eso de lo que no puedo dudar es de que dudo, es decir, no puedo
{{wikiquote|René Descartes}}
dudar de mi propio pensamiento. Puedo dudar del contenido de lo pensado,
* [http://iessalvadorespriu-salt.xtec.es/~lsobrino/adescartes.htm#d1 Acerca de Descartes]
pero no así del pensamiento mismo; por eso, puedo afirmar tajantemente
* [http://www.alcoberro.info/planes/descartes.htm Dossier Descartes] (en catalán y en español)
LA FILOSOFÍA DE DESCARTES Dpto. de Filosofía – I.E.S. María de Molina
* [http://abu.cnam.fr/cgi-bin/go?methode3 ''Discurso del método''] (en francés)
5
* [http://presencias.net/indpdm.html?http://presencias.net/invest/ht3017a.html ''Discurso del método''. Traducción de Manuel García Morente], [http://www.scribd.com/doc/24652360/Discurso-Del-Metodo-Coleccion-Austral ''Discurso Del Metodo'' - Coleccion Austral]
que “pienso, luego existo”. Como se observa fácilmente, es el sujeto el
* [http://www.universidadabierta.edu.mx/Biblio/D/DescartesRene_DiscursoDelMetodo.htm ''Discurso del método''] (en castellano: Universidad Abierta)
principio de todo conocimiento racional, pues es el pensamiento como tal y
* [http://www.cpel.uba.ar/ebooks/eam/ebook_view.php?ebooks_books_id=1245&&author_letter=D&author=172&title_letter=Discurso ''Discurso del método'' en la Biblioteca Carlos Pellegrini]
no lo pensado el punto de partida.
* [http://www.cpel.uba.ar/ebooks/eam/ebook_view.php?ebooks_books_id=1246&&author_letter=&author=172&title_letter= ''Meditaciones metafísicas'' en la Biblioteca Carlos Pellegrini]
El método cartesiano, que desde este momento se llamará “duda
* [http://abu.cnam.fr/cgi-bin/go?medit3 Meditaciones metafísicas] (en francés)
metódica”, es el esfuerzo por ofrecer autonomía al entendimiento frente a
* [http://gutenberg.net/etext/59 ''Discurso del método''] en el [[Proyecto Gutenberg]] (en inglés)
los sentidos y la imaginación. Es tarea del entendimiento hallar las
* [http://www.biblioweb.org/-DESCARTES-Rene-.html Biblioweb.org/ DESCARTES—Rene]
verdades evidentes y primeras que van a servir de base para la construcción
* [http://es.shvoong.com/books/251670-el-discurso-del-m%C3%A9todo/ ''Discurso del método''] (resumen)
del conocimiento humano. En efecto, la duda metódica cartesiana pretende
* [http://www.intratext.com/Catalogo/Autori/AUT135.HTM Obras de René Descartes]: texto, concordancias y lista de frecuencia
erigirse en modo de hallar la certeza y, dentro de ella, la certeza absoluta: el
* [http://www.biblioteca-tercer-milenio.com/sala-de-lectura/Descartes/DiscursodelMetodo/Portada.htm ''Discurso del método'' y ''Meditaciones'' en formato «btm»] (en español)
sujeto pensante. Dicho sujeto se convertirá, de inmediato, en el primer
* [http://www.scribd.com/doc/24459091/Reglas-para-la-direccion-del-espiritu ''Reglas para la dirección del Espíritu'']
principio del conocimiento, en su criterio más cierto y fundamental. Esta
* [http://www.cvm.qc.ca/gconti/905/BABEL/Index%20Librorum%20Prohibitorum-1948.htm Descartes en el Índice de Libros Prohibidos por la Iglesia Católica], todavía en 1948.
verdad indubitable, a la que llamamos cogito, será el primer principio de la

filosofía.
{{BD|1596|1650|Descartes, René}}
Debido a que la finalidad de la duda es conducirnos hasta las
{{bueno|de}}
primeras y fundamentales verdades de nuestro conocimiento, no podemos
{{destacado|el}}
confundir la duda cartesiana con el escepticismo: Descartes no desea dudar

de todo, sino sólo de aquello que no se presente de manera evidente como
[[Categoría:René Descartes| ]]
verdadero a mi entendimiento. Descartes nunca había de dudar de la razón
[[Categoría:Filósofos del siglo XVII]]
y de su capacidad para hallar la verdad.
[[Categoría:Filósofos de la Edad Moderna]]
III. Las consecuencias ontológicas del método cartesiano:
[[Categoría:Filósofos de Francia]]
afirmación de la primera verdad: “pienso, luego existo”
[[Categoría:Filósofos en francés]]
Teniendo en cuenta que lo que persigue la duda metódica es afirmar
[[Categoría:Filósofos en latín]]
el sujeto pensante o cogito como base sobre la que construir todo el
[[Categoría:Filósofos católicos]]
conocimiento racional, podemos decir que la filosofía del método es, en
[[Categoría:Escritores de Francia]]
realidad, una filosofía del sujeto, según la cual, el hombre existe como ser
[[Categoría:Escritores en latín]]
pensante, el mundo es conocido a partir de la evidencia del pensamiento: es
[[Categoría:Epistemólogos]]
el cogito, y no el mundo, la primera verdad.
[[Categoría:Metafísicos]]
La llegada al cogito o pensamiento se efectúa por vía intuitiva: es la
[[Categoría:Racionalistas]]
evidencia la que nos revela que el pensar, y más concretamente, que “yo
[[Categoría:Médicos de Francia]]
pienso”, es una idea clara y distinta, es decir, una idea de la que no cabe
[[Categoría:Matemáticos de Francia]]
dudar.
[[Categoría:Geómetras]]
Desde este punto de vista, el cogito no es tanto un resultado o punto
[[Categoría:Index Librorum Prohibitorum]]
de llegada como un punto de partida. Lo que quiere indicarnos Descartes es
[[Categoría:Miembros de la Academia de las Ciencias Francesa]]
que la subjetividad, el “pienso, luego existo” es el comienzo de toda
[[Categoría:Muertes por neumonía]]
reflexión filosófica, porque es indubitable que yo existo pensando, que

existo como pensamiento: no puedo dudar de mi existencia y de que ésta se
[[af:René Descartes]]
desarrolla pensando. La llegada al cogito no se hace como resultado de
[[als:René Descartes]]
LA FILOSOFÍA DE DESCARTES Dpto. de Filosofía – I.E.S. María de Molina
[[an:René Descartes]]
6
[[ar:رينيه ديكارت]]
deducción alguna, pues eso supondría que hay otros principios anteriores y
[[arz:رينيه ديكارت]]
más ciertos al propio pensamiento, sino que se efectúa intuitivamente. Por
[[az:Rene Dekart]]
esto mismo, al “pienso” va unido necesariamente el “existo”:
[[bat-smg:René Descartes]]
“En tanto que rechazamos de esta forma todo aquello de lo que podemos dudar
[[be:Рэне Дэкарт]]
e incluso llegamos a fingir que es falso, fácilmente suponemos que no hay Dios, ni
[[be-x-old:Рэнэ Дэкарт]]
cielo, ni tierra... y que no tenemos cuerpo; pero no podríamos suponer de igual forma
[[bg:Рене Декарт]]
que no somos mientras estamos dudando de la verdad de todas estas cosas, pues es tal
[[bn:রনে দেকার্ত]]
la repugnancia que advertimos al concebir que lo que piensa no es verdaderamente al
[[br:René Descartes]]
mismo tiempo que piensa, que, a pesar de las más extravagantes suposiciones, no
[[bs:René Descartes]]
podríamos impedirnos creer que esta conclusión YO PIENSO, LUEGO SOY, sea
[[ca:René Descartes]]
verdadera y, en consecuencia, la primera y la más cierta que se presenta ante quien
[[ceb:René Descartes]]
conduce sus pensamientos por orden”. (René DESCARTES: Los principios de la filosofía I, 7)
[[ckb:ڕێنە دێکارت]]
Por tanto, el “pienso, luego existo” es el esfuerzo cartesiano por
[[cs:René Descartes]]
construir toda la explicación de la realidad a partir de la única evidencia de
[[cy:René Descartes]]
mi propia existencia como ser pensante. Definitivamente, pues, la filosofía
[[da:René Descartes]]
del método es una filosofía de la subjetividad.
[[de:René Descartes]]
La afirmación de la primera verdad, “pienso, luego existo”, ha
[[diq:René Descartes]]
colocado a la filosofía moderna y a la del propio Descartes en una situación
[[el:Ρενέ Ντεκάρτ]]
particular, porque la filosofía cartesiana a pesar de que ya no separa
[[en:René Descartes]]
existencia y pensamiento, seguirá mostrando un dualismo metafísico a la
[[eo:René Descartes]]
hora de concebir la realidad: para Descartes, la existencia del mundo no
[[et:René Descartes]]
puede darse de la misma manera que la existencia del cogito, por dos
[[eu:René Descartes]]
razones:
[[fa:رنه دکارت]]
- Éste, el cogito, se caracteriza por el pensamiento,
[[fi:René Descartes]]
mientras el mundo es extensión. Seguirá, pues,
[[fiu-vro:Descartes'i René]]
habiendo un dualismo entre pensamiento y extensión.
[[fo:René Descartes]]
Pero estos no serán simplemente modos de percibir,
[[fr:René Descartes]]
sino que serán constatados como modos de ser. Por
[[fy:René Descartes]]
eso, como veremos más adelante, Descartes hablará
[[ga:René Descartes]]
del pensamiento y de la extensión en tanto que
[[gan:笛卡兒]]
sustancias. Aquí, el racionalismo cartesiano es
[[gl:René Descartes]]
dualista, como en el caso de Platón.
[[he:רנה דקארט]]
- El mundo existe para la conciencia: el cogito es la
[[hi:रने देकार्त]]
primera verdad; sólo a partir de la existencia del
[[hif:René Descartes]]
cogito puedo concebir la existencia del mundo. Por
[[hr:René Descartes]]
tanto, en este sentido, el racionalismo cartesiano es
[[ht:Rene Descartes]]
puramente subjetivista. Será este subjetivismo el que
[[hu:René Descartes]]
lleve a Descartes a afirmar que es más fácil conocer el
[[hy:Ռընե Դեկարտ]]
alma (o pensamiento) que el cuerpo (o extensión),
[[ia:René Descartes]]
porque que pienso se revela de manera inmediata y
[[id:Rene Descartes]]
necesaria: dude de lo que dude, no podré dudar de que
[[io:René Descartes]]
dudo o pienso.
[[is:René Descartes]]
LA FILOSOFÍA DE DESCARTES Dpto. de Filosofía – I.E.S. María de Molina
[[it:Cartesio]]
7
[[ja:ルネ・デカルト]]
IV. La teoría cartesiana de las ideas y la idea de Sustancia
[[jv:René Descartes]]
Para Descartes la sustancia existe de tal manera que no tiene
[[ka:რენე დეკარტი]]
necesidad de otra cosa para existir. Pero, según esta definición, sólo Dios
[[ko:르네 데카르트]]
podría ser considerado como sustancia; en cambio, Descartes afirma la
[[ku:René Descartes]]
existencia de tres tipos de sustancias: la sustancia finita pensante (cogito),
[[la:Renatus Cartesius]]
la sustancia extensa (mundo) y el propio Dios, en tanto que sustancia
[[lb:René Descartes]]
infinita pensante. Son tres tipos de sustancias pero sólo dos modos de ser
[[li:René Descartes]]
sustancia: el pensamiento y la extensión o materia.
[[lt:René Descartes]]
Todo este confusionismo en la teoría cartesiana de la sustancia
[[lv:Renē Dekarts]]
procede de que Descartes confunde el concepto de sustancia con los
[[mk:Рене Декарт]]
atributos de la misma. En efecto, como dirá Spinoza, contemporáneo de
[[ml:റെനെ ദെക്കാര്‍ത്ത്]]
Descartes, este último cataloga como sustancias lo que sólo son atributos
[[mr:रेने देकार्त]]
de la misma, a saber: el pensamiento y la extensión.
[[ms:René Descartes]]
Si bien Descartes no ha hablado con propiedad en el tema de la
[[nah:René Descartes]]
sustancia, sí resulta relevante el término cartesiano de sustancia si lo
[[nds:René Descartes]]
traducimos con el concepto de idea. Para Descartes, la sustancia finita
[[nl:René Descartes]]
pensante es la existencia de la idea de yo como sujeto pensante; la sustancia
[[nn:René Descartes]]
extensa es, en realidad, la idea de mundo como objeto de conocimiento; en
[[no:René Descartes]]
cuanto a Dios, es la garantía que nuestro entendimiento necesita para hallar
[[oc:René Descartes]]
un acuerdo natural entre su pensamiento y las cosas.
[[pag:René Descartes]]
Aunque el sistema cartesiano que explica la sustancia no sea lógico,
[[pam:René Descartes]]
sí resulta rentable, porque al reducir el concepto de sustancia al de idea
[[pl:Kartezjusz]]
Descartes ya ha logrado su doble propósito:
[[pms:René Descartes]]
- colocar al pensamiento, y con él a la subjetividad, en
[[pt:René Descartes]]
la base de la construcción del conocimiento humano.
[[qu:René Descartes]]
- Diferenciar y priorizar claramente esta base,
[[ro:René Descartes]]
ofreciéndole un tratamiento distinto y privilegiado.
[[ru:Декарт, Рене]]
Por ello Descartes insistirá en el esquema dualista de
[[sa:रने देकार्त]]
la realidad; existen, según la filosofía de Descartes,
[[scn:Cartesiu]]
dos modos de ser: el pensamiento (yo y Dios) y la
[[sh:Rene Descartes]]
extensión (el mundo), pero únicamente el
[[simple:René Descartes]]
pensamiento, el sujeto o yo, puede comprender la
[[sk:René Descartes]]
existencia del mundo.
[[sl:René Descartes]]
El dualismo cartesiano no sólo tiene un carácter metafísico, sino
[[sq:René Descartes]]
también antropológico. Es decir, no sólo podemos clasificar la realidad en
[[sr:Рене Декарт]]
sustancia pensante y sustancia extensa o material, sino que también
[[sv:René Descartes]]
podemos clasificar la realidad humana en dos: alma o espíritu
[[sw:René Descartes]]
(pensamiento, en cualquier caso) y cuerpo (extensión o materia).
[[ta:ரெனே டேக்கார்ட்]]
De todos modos, hemos de advertir con claridad la estrategia
[[th:เรอเน เดส์การตส์]]
“idealista” de Descartes: hacer pasar a la sustancia de su realidad objetiva
[[tl:Rene Descartes]]
LA FILOSOFÍA DE DESCARTES Dpto. de Filosofía – I.E.S. María de Molina
[[tr:René Descartes]]
8
[[uk:Рене Декарт]]
(ser tratada como cosa) a su tratamiento subjetivo, es decir, como idea. Por
[[ur:رینے دیکارت]]
tanto, la teoría cartesiana de la sustancia se encuentra incluida en una teoría
[[vi:René Descartes]]
de las ideas, mucho más amplia e importante.
[[wa:René Descartes]]
¿Qué es, pues, la idea para Descartes?. Una representación del
[[war:René Descartes]]
mundo o de un objeto del mundo. En realidad, dirá Descartes, el
[[yi:רענע דעקארט]]
conocimiento humano no conoce las cosas en sí mismas, sino las ideas de
[[yo:René Descartes]]
las cosas, es decir, el modo en que éstas se ofrecen a la mente.
[[zh:笛卡儿]]
La idea, según Descartes, tiene un doble aspecto: objetivo, porque
[[zh-classical:笛卡兒]]
representa un objeto del mundo; y formal, puesto que la idea tiene sentido
[[zh-yue:笛卡兒]]
en sí misma, es decir, una vez formada no necesita la presencia de la cosa
que la originó para seguir existiendo.
Existen, en opinión de Descartes, tres tipos de ideas:
a) facticias: proceden de la imaginación y la voluntad. Su
procedencia es subjetiva o interior.
b) Adventicias: son aquellas donadas por los sentidos. Su
procedencia es del mundo exterior u objetivo.
c) Innatas: se encuentran impresas en nuestra mente. Estas ideas
innatas son tres: la idea de Yo (primera verdad), la idea de Dios y
la idea de Mundo.
Verdaderamente, la metafísica cartesiana gira en torno al concepto de
idea (y, concretamente, el de idea innata) en vez de hacerlo en torno al de
sustancia. Este posicionamiento subjetivista supuso el gran giro que
Descartes hubo de proporcionar al pensamiento metafísico, hasta entonces
preso de la objetividad de las cosas. No es tanto el término ser como el de
representación el que adquiere importancia a partir de este momento, con lo
que habrá de ser el sujeto, en vez del objeto, el principio de toda relación de
conocimiento.
V. Mecanicismo
La observación que Descartes lleva a cabo de la naturaleza ya no la
hace desde los paradigmas antiguos: geocentrismo ni teocentrismo.
Descartes, inmerso en un proceso de modernización de la ciencia al que
contribuyó notablemente desde las matemáticas, trataba de explicar la
realidad física en función de un nuevo esquema de comprensión o
paradigma: el mecanicismo.
La naturaleza, en la que se pensaba incluido el cuerpo humano2, era
considerada como una especie de máquina. Su funcionamiento automático,
2 para Descartes nada diferenciaba al cuerpo de otras cosas extensas y en movimiento como las máquinas
LA FILOSOFÍA DE DESCARTES Dpto. de Filosofía – I.E.S. María de Molina
9
sometido a estrictas leyes mecánicas que le aportaban regularidad y
posibilitaban su conocimiento a través de la física, hacía de ella un objeto
sometido a explicación matemática, aunque también estaba sometido a
indagación metafísica, porque, para Descartes, la comprensión de la
naturaleza o realidad física no era más que la presencia de la extensión en
tanto que atributo (modo de ser) de la sustancia: si el yo era reconocible
como pensamiento, el mundo era reconocible como extensión. Extensión
quiere decir que todo cuerpo ocupa un lugar en el espacio, es decir, es
extenso; y la extensión es objeto de tratamiento matemático: resulta
medible, cuantificable y predecible. Descartes, junto con Galileo, pensaban
efectivamente que la naturaleza estaba escrita en el lenguaje de las
matemáticas.
Esta dualidad (pensamiento/extensión) sería trasladada también a la
antropología y, así, Descartes concebía al hombre como un conjunto de
pensamiento (alma) y extensión (cuerpo).
La naturaleza, ese universo mecánico, estaría “llena de materia”: la
física cartesiana no aceptaba la existencia del vacío. Tampoco aceptaba la
indivisibilidad de la materia: ni vacío, ni átomo (unidad indivisible). Según
Descartes, la extensión presentaba una estructura infinitamente divisible.
Por tanto, Descartes explicaba la naturaleza en función de sólo dos
componentes: la materia y el movimiento.
Ahora bien, si la materia quedaba explicada en función de la idea de
espacio y de máquina, cómo explicar la existencia del movimiento. En este
punto, el mecanicismo cartesiano ya no resulta coherente consigo mismo,
pues recurre a la fundamentación teológica de la física. Veamos: según
Descartes, Dios es la primera causa de movimiento (esquema escolástico,
al modo de Aquino). En los Principios de Filosofía, Descartes admite que
Dios ha creado la materia con movimiento y reposo y que Dios conserva la
cantidad de materia y movimiento siempre igual.
Sin embargo, el anhelo de la ciencia moderna por explicar la realidad
a través de la matemática y la observación científica, hizo que el propio
Descartes no se conformara con esta explicación teológica del movimiento
y, así, impulsara la formulación de una serie de leyes de la naturaleza que
harían de la física un intento científico por explicar el mundo. Descartes
adelantó hipótesis que después Newton certificaría y formularía en leyes
físicas; por ejemplo:
a) el principio de inercia: según Descartes, la primera ley de la
naturaleza es que cada cosa permanece en el estado en que se
encuentra si nada la cambia.
b) el movimiento rectilíneo: una segunda ley de la naturaleza es la
que aduce que todo cuerpo en movimiento tiende a continuar su
movimiento en línea recta.
LA FILOSOFÍA DE DESCARTES Dpto. de Filosofía – I.E.S. María de Molina
10
c) el principio de conservación del movimiento: la tercera ley de la
naturaleza hace referencia a la estabilidad de los cuerpos en
movimientos. Según Descartes, si un cuerpo que se mueve
encuentra otro más fuerte que él, no pierde nada de su
movimiento, y si encuentra otro más débil que pueda ser movido
por él, perderá tanto movimiento como transmita. Así pues, el
movimiento, finalmente, no se pierde, sino que se transmite.
Actividades de comprensión
Vocabulario:
Racionalismo, duda metódica, cogito, sustancia, evidencia, análisis, síntesis, idea, cuerpo,
alma, mecanicismo, Dios, hombre, naturaleza

Revisión del 18:42 4 feb 2010

Plantilla:Ficha de filósofo

René Descartes [pronunciado /ʁəne de'kaʁt/ en francés] (La Haye en Touraine, actual Descartes, 31 de marzo de 1596Estocolmo, 11 de febrero de 1650) fue un filósofo, matemático y científico francés. Es considerado como el Pionero de la Filosofía Moderna.

En 1935 se decidió en su honor llamar «Descartes» a un cráter lunar.[1]

Biografía

Infancia

René Descartes nació el 31 de marzo de 1596 en La Haye en Touraine, cerca de Poitiers. Desde 1967 La Haye se llama Descartes en honor al filósofo, que fue el tercer hijo del jurista Joachim Descartes, noble de toga, y de Jeanne Brochard. Aunque René pensaba que su madre murió al nacer él, lo cierto es que murió un año después, durante el parto de un hermano que tampoco sobrevivió. Tras la muerte de su madre, él y sus 2 hermanos fueron educados por su abuela, pues su padre, consejero del Parlamento de Bretaña, se ausentaba cada 2 años por largas temporadas, y acabó dejando atrás a sus hijos al contraer nuevas nupcias con una doncella inglesa.

Educación

La educación en la Flèche le proporcionó, durante los cinco primeros años, una sólida introducción a la cultura clásica, habiendo aprendido latín y griego en la lectura de autores como Cicerón, Horacio y Virgilio, por un lado, y Homero, Píndaro y Platón, por el otro. El resto de la enseñanza estaba basada principalmente en textos filosóficos de Aristóteles (Organon, Metafísica, Ética a Nicómaco), acompañados por comentarios de jesuitas (Suárez, Fonseca, Toledo, quizá Vitoria) y otros autores españoles (Cayetano). Conviene destacar que Aristóteles era entonces el autor de referencia para el estudio, tanto de la física, como de la biología. El plan de estudios incluía también una introducción a las matemáticas (Clavius), tanto puras como aplicadas: astronomía, música, arquitectura. Siguiendo una extendida práctica medieval y clásica, en esta escuela los estudiantes se ejercitaban constantemente en la discusión () (Cfr. Gaukroger, quien toma en cuenta la Ratio studiorum: el plan de estudios que aplicaban las instituciones jesuíticas).

Registro de graduación de Descartes en el Collège Royal Henry-Le-Grand, La Flèche, 1616.

La universidad

A los 18 años, René Descartes ingresó a la Universidad de Poitiers para estudiar derecho y algo de medicina. Para 1616 Descartes cuenta con los grados de bachiller y licenciado. Descartes fue siempre un alumno sobresaliente y fue gracias al gran afecto de algunos de sus profesores lo que hizo que René pudiera visitar los laboratorios de la universidad con asiduidad.

Etapa investigadora

René Descartes en su escritorio.

En 1619, en Breda, conoció a Isaac Beeckman, quien intentaba desarrollar una teoría física corpuscularista, muy basada en conceptos matemáticos. El contacto con Beeckman estimuló en gran medida el interés de Descartes por las matemática y la física. Pese a los constantes viajes que realizó en esta época, Descartes no dejó de formarse y en 1620 conoció en Ulm al entonces famoso maestro calculista alemán Johann Faulhaber. Él mismo refiere que, inspirado por una serie de sueños, en esta época vislumbró la posibilidad de desarrollar una «ciencia maravillosa». El hecho es que, probablemente estimulado por estos contactos, Descartes descubre el teorema denominado de Euler sobre los poliedros.

A pesar de discurrir sobre los temas anteriores, Descartes no publica entonces ninguno de estos resultados. Durante su estancia más larga en París, Descartes reafirma relaciones que había establecido a partir de 1622 con otros intelectuales, como Marin Mersenne y Guez de Balzac, así como con un círculo conocido como «Los libertinos». En esta época sus amigos propagan su reputación, hasta el punto de que su casa se convirtió entonces en un punto de reunión para quienes gustaban intercambiar ideas y discutir. Con todo ello su vida parece haber sido algo agitada, pues en 1628 libra un duelo, tras el cual comentó que «no he hallado una mujer cuya belleza pueda compararse a la de la verdad». El año siguiente, con la intención de dedicarse por completo al estudio, se traslada definitivamente a los Países Bajos, donde llevaría una vida modesta y tranquila, aunque cambiando de residencia constantemente para mantener oculto su paradero. Descartes permanece allí hasta 1649, viajando sin embargo en una ocasión a Dinamarca y en tres a Francia.

La preferencia de Descartes por Holanda parece haber sido bastante acertada, pues mientras en Francia muchas cosas podrían distraerlo y había escasa tolerancia, las ciudades holandesas estaban en paz, florecían gracias al comercio y grupos de burgueses potenciaban las ciencias fundándose la academia de Ámsterdam en 1632. Entre tanto, el centro de Europa se desgarraba en la Guerra de los Treinta Años, que terminaría en 1648. Enunció las leyes de refracción y reflexión de la luz y fundó la geometría analítica.

Fallecimiento

Descartes en la Corte de la reina Cristina de Suecia (detalle), Pierre Louis Dumesnil. Museo nacional de Versailles.
La tumba de Descartes (en el centro), con vista detallada de la inscripción, en la iglesia de Saint-Germain-des-Prés, París.

En septiembre de 1649 la Reina Cristina de Suecia le llamó a Estocolmo. Allí murió de una neumonía el 11 de febrero de 1650. Falleció a los 53 años de edad.

Actualmente se pone en duda si la causa de su muerte fue la neumonía. En 1980, el historiador y médico alemán Eike Pies halló en la Universidad de Leiden una carta secreta del médico de la corte que atendió a Descartes, el holandés Johan Van Wullen, en la que describía al detalle su agonía. Curiosamente, los síntomas presentados —náuseas, vómitos, escalofríos— no eran propios de una neumonía. Tras consultar a varios patólogos, Pies concluyó en su libro El homicidio de Descartes, documentos, indicios, pruebas, que la muerte se debía a envenenamiento por arsénico. La carta secreta fue enviada a un antepasado del escritor, el holandés Willem Pies.

En el año de 1676 se exhumaron los restos de Descartes; colocados en un ataúd de cobre se trasladaron a París para sepultarlos en la iglesia de Sainte-Geneviève-du-Mont; movidos nuevamente durante el transcurso de la Revolución francesa, los restos fueron colocados en el Panthéon, la basílica dedicada a los grandes hombres de la nación francesa; nuevamente, en 1819, los restos de René Descartes cambiaron de sitio de reposo siendo llevados esta vez a la Iglesia de Saint-Germain-des-Prés donde actualmente se encuentran.

Obras

Las primeras obras

Aunque se conservan algunos apuntes de su juventud, su primera obra fue Reglas para la dirección del espíritu creada en 1628 y publicada en 1701.(póstuma). Luego escribió La luz o Tratado del mundo y El hombre, que retiró de la imprenta al enterarse de la condena de la Inquisición a Galileo en 1633, y que más tarde se publicaron a instancias de Leibniz. En 1637 publicó el Discurso del método para dirigir bien la razón y hallar la verdad en las ciencias, seguido de tres ensayos científicos: Dióptrica, La Geometría y Los meteoros. Con estas obras, escritas en francés, Descartes acaba por presentarse ante el mundo erudito, aunque inicialmente intentó conservar el anonimato.

En 1641 publicó las Meditaciones metafísicas, acompañadas de un conjunto de Objeciones y respuestas que amplió y volvió a publicar en 1642. Hacia 1642 puede fecharse también un diálogo, La búsqueda de la verdad mediante la razón natural (póstumo).

En 1647 aparecen los Principios de filosofía, que Descartes idealmente habría destinado a la enseñanza. En 1648 Descartes le concede una entrevista a Frans Burman, un joven estudiante de teología, quien le hace interesantes preguntas sobre sus textos filosóficos. Burman registra detalladamente las respuestas de Descartes, y éstas usualmente se consideran genuinas. En 1649 publica un último tratado, Las pasiones del alma, sin embargo aún pudo diseñar para Cristina de Suecia el reglamento de una sociedad científica, cuyo único artículo es que el turno de la palabra corresponda rotativamente a cada uno de los miembros, en un orden arbitrario y fijo.

De Descartes también se conserva una copiosa correspondencia, que en gran parte canalizaba a través de su amigo Mersenne, así como algunos esbozos y opúsculos que dejó inéditos. La edición de referencia de sus obras es la que prepararon Charles Adam y Paul Tannery a fines del siglo XIX e inicios del XX, y a la que los comentaristas usualmente se refieren como AT, por las iniciales de los apellidos de estos investigadores.

Filosofía

Los principiantes deberían abordar la filosofía cartesiana a través de las antes referidas "Meditaciones metafísicas" o bien a través de su obra derivada, que es el famoso "Discurso del método", que en sus primeras partes es ejemplarmente ameno y fluido, además de tratar temas fundamentales y darnos una buena idea del proyecto filosófico general del autor.[2]​ Descartes explica ante todo, qué lo ha llevado a desarrollar una investigación independiente. Es que aunque él atribuye al conocimiento un enorme valor práctico (lo cree indispensable para conducirse en la vida, pues «basta pensar bien para actuar bien»), su paso por la escuela lo ha dejado frustrado.

Por ejemplo, comenta que la lectura de los buenos textos antiguos ayuda a formar el espíritu, aunque sólo a condición de leerse con prudencia (característica de un espíritu ya bien formado); reconoce el papel de las matemáticas, a través de sus aplicaciones mecánicas, para disminuir el trabajo de los hombres, y declara su admiración por su exactitud, aunque le parece que sobre ellas no se ha montado un saber lo suficientemente elevado; dice que los libros de los moralistas paganos «contienen muchas enseñanzas y exhortaciones a la virtud que son muy útiles», aunque en realidad no nos ayudan mucho a identificar cuál es la verdadera virtud; añade «que la filosofía da medios para hablar con verosimilitud de todas las cosas y hacerse admirar de los menos sabios; que la jurisprudencia y la medicina dan honores y riquezas a los que las cultivan» aunque claro, aquí se echa de menos toda mención de algún interés por la verdad, la salud o la justicia. Pero el colmo es que la filosofía, de donde las demás ciencias habrían de tomar sus fundamentos, es un desastre: no parece haber aquí «cosa alguna en la que estén de acuerdo los sabios». Su paso por la escuela, pues, ha servido para descubrirle su profunda ignorancia, y de ahí que sea indispensable la investigación.

El padre de la filosofía moderna

Al menos desde que Hegel escribió sus Lecciones de historia de la filosofía, en general se considera a Descartes como el padre de la filosofía moderna (independientemente de sus aportes a las matemáticas y la física). Este juicio se justifica, principalmente, por su decisión de rechazar las verdades recibidas, p. ej., de la escolástica, combatiendo activamente los prejuicios. Y también, por haber centrado su estudio en el propio problema del conocimiento, como un rodeo necesario para llegar a ver claro en otros temas de mayor importancia intrínseca (la moral, la medicina y la mecánica). En esta prioridad que concede a los problemas epistemológicos, lo seguirán todos sus principales sucesores. Por otro lado, los principales filósofos que lo sucedieron estudiaron con profundo interés sus teorías, sea para desarrollar sus resultados o para objetarlo. Este es el caso de Pascal, Spinoza, Leibniz, Malebranche, Locke, Hume y Kant, cuando menos. Sin embargo, esta manera de juzgarlo no debe impedirnos valorar los estrechos vínculos que este autor mantiene con los filósofos clásicos, principalmente con Platón y Aristóteles. Descartes aspira a «establecer algo firme y durable en las ciencias». Con ese objeto, según la parte tercera del Discurso, por un lado él cree que en general conviene proponerse metas realistas y actuar resueltamente, pero prevé que en lo cotidiano, así sea provisionalmente, tendrá que adaptarse a su entorno, sin lo cual su vida se llenará de conflictos que lo privarán de las condiciones mínimas para investigar. Por otra parte, compara su situación a la de un caminante extraviado, y así concluye que en la investigación, libremente elegida, le conviene seguir un rumbo determinado. Esto implica atenerse a una regla relativamente fija (un método), sin abandonarla «por razones débiles»...

Las reglas del método

Ya la parte segunda del Discurso había presentado el método. Descartes considera que aunque la lógica tenía muchas reglas válidas, en general éstas son inútiles, puesto que, como afirma en las Reglas para la dirección del espíritu, la capacidad de razonar es básica y primitiva, y nadie puede enseñárnosla. Son las reglas del método:

  1. El llamado precepto de la evidencia (o también, critica de verdad o de la duda metódica): No admitir nunca algo como verdadero, si no consta con evidencia que lo es, es decir, no asentir más que a aquello que no haya ocasión de dudar, evitando la precipitación y la prevención.
  2. El precepto del análisis: Dividir las dificultades que tengamos en tantas partes como sea preciso, para solucionarlas mejor.
  3. El precepto de la síntesis: Establecer un orden de nuestros pensamientos, incluso entre aquellas partes que no estén ligadas por un orden natural, apoyándonos en la solución de las cuestiones más simples (que Descartes llama "naturalezas simples") hasta resolver los problemas más complejos a nuestro alcance.
  4. El precepto de control: Hacer siempre revisiones amplias para estar seguros de no haber omitido nada.

Descartes anuncia que empleará su método para probar la existencia de Dios y del alma, aunque es preciso preguntar cómo podrían él, o sus lectores, cerciorarse de que los razonamientos que ofrece para ello tienen genuino valor probatorio. Desarrollar una prueba genuina es algo muy problemático, especialmente en lo tocante a cuestiones fundamentales, según habían señalado ya autores como Aristóteles y Sexto Empírico. Veremos que en este punto, las teorías cartesianas pueden considerarse como un desarrollo de la filosofía griega.

Propósito literario

No obstante su fluidez ejemplar, la escritura cartesiana puede considerarse como intencionalmente críptica. El resultado es algo semejante a un acertijo, para el que sólo se nos entregan numerosas claves, de modo que la comprensión de sus obras exige la participación activa del lector. Por ejemplo, algunas cosas no aparecen en los textos en el orden más natural, como cuando el método se presenta antes de que Descartes explique por qué cree conveniente adoptar una regla (sea ésta la que fuere). Mejor aún, un par de enigmas, que abajo intentamos resolver y para los que no hay otra solución conocida, muestran el carácter críptico de su escritura: el filósofo nunca explica por qué razón eligió originalmente su método (aunque sí dice que más valdría tomar uno al azar que no seguir ninguno). Y tampoco dice por qué, tanto en las Meditaciones metafísicas como en los Principios..., desarrolla lo que visiblemente son tres pruebas distintas de la existencia de Dios (al contrario, en la «Carta a los Decanos y Doctores...» que precede a las Meditaciones, da a entender que la multiplicidad de pruebas es innecesaria, e incluso dificulta su apreciación). Siendo éstas dos de las principales cuestiones que Descartes deja sin aclarar en sus textos, hay muchas más. Es muy posible que el autor (que en la Flèche había estudiado la emblemática y otras formas de comunicación indirecta, según Gaukroger), quisiera legarnos un acertijo. Si esto es cierto, habría que ver sus textos, en parte, como criptogramas que a sus lectores les corresponde descifrar.

La duda metódica

Descartes fue considerado el filósofo de la duda porque pensaba que, en el contexto de la investigación, había que rehusarse a asentir a todo aquello de lo que pudiera dudarse racionalmente. Él estableció tres niveles principales de duda:

En el primero, citando errores típicos de percepción de los que cualquiera ha sido víctima, Descartes cuestiona cierta clase de percepciones sensoriales, especialmente las que se refieren a objetos lejanos o las que se producen en condiciones desfavorables.

En el segundo se señala la similitud entre la vigilia y el sueño, y la falta de criterios claros para discernir entre ellos; de este modo se plantea una duda general sobre las percepciones (aparentemente) empíricas, que acaso con igual derecho podrían imputarse al sueño.

Por último, al final de la Meditación I Descartes concibe que podría haber un ser superior, específicamente un genio maligno extremadamente poderoso y capaz de manipular nuestras creencias.Dicho "genio maligno" no es más que una metáfora que significa: ¿y si nuestra naturaleza es intelectualmente defectuosa?, de manera que incluso creyendo que estamos en la verdad podríamos equivocarnos, pues seríamos defectuosos intelectualmente. Siendo éste el más célebre de sus argumentos escépticos, no hay que olvidar cómo Descartes considera también allí mismo la hipótesis de un azar desfavorable o la de un orden causal adverso (el orden de las cosas), capaz de inducirnos a un error masivo que afectara también a ideas no tomadas de los sentidos o la imaginación (vg., las racionales).

El propósito de estos argumentos escépticos, y en particular los más extremos, de los dos últimos niveles, no es provocar la sensación de que hay un peligro inminente para las personas en su vida cotidiana. Se trata de posibilidades abstractas, cuya finalidad es servir a la investigación en forma semejante a un microscopio en el laboratorio.

Soluciones propuestas

Ahora bien, por un lado en la «Carta-prefacio a la traducción francesa de los Principios» Descartes se refiere a Platón y Aristóteles como los principales autores que han investigado la existencia de principios o fundamentos (válidos) del conocimiento. Aunque Descartes no lo menciona, ambos filósofos piensan que la dialéctica o controversia, donde cada uno de los participantes procura convencer o refutar a su antagonista, es el único tipo de argumentación capaz de responder esta pregunta; y en especial, la explicación que da Aristóteles (Met. Γ, 4) de por qué hay que acudir a este tipo de argumento para alcanzar una prueba de los «principios», es muy digna de atención. Perfectamente pudo Descartes ver aquí una buena razón para elegir la dialéctica como procedimiento para indagar la validez de los fundamentos.

Esto es lo que insinúa la primera regla metódica, si el lector, en lugar de atribuirle el papel principal a la noción general de evidencia, se lo concede a la (más específica) de indubitabilidad racional: las ideas tendrán la clase relevante de evidencia sólo en la medida en que sean apropiadamente indudables, pero es obvio que no serán indudables mientras haya «ocasión» de ponerlas en duda, y habrá ocasión de dudar siempre que haya argumentos escépticos vigentes. Ahora bien, bajo un argumento como el del genio maligno, p. ej., siempre puede plantearse una duda que afecte, en términos generales, incluso a las ideas más evidentes: perfectamente puede pensarse que acaso las ideas evidentes son falsas.

Por otro lado, vimos que Descartes acepta tres razones para plantear la duda más extrema: son las hipótesis del genio maligno, la de un azar desafortunado y la de una causalidad natural adversa. Así, si suponemos que Descartes argumenta para enfrentar al crítico radical (el escéptico), se entiende fácilmente el desarrollo de tres pruebas, que sólo aparentemente se encaminan a establecer la existencia divina. Así, a cada una de estas pruebas en realidad puede asignársele el propósito de refutar una de las hipótesis escépticas. De este modo, Descartes no habría buscado «demostrar», en primer término, la existencia de Dios: en cambio habría intentado vencer dialécticamente a su antagonista en la controversia, rechazando una razón específica entre las admitidas para plantear la duda más extrema. Para lograrlo, le habría bastado mostrar que las razones para aceptar la existencia divina son, en todo caso, más sólidas que las que pueden darse para implantar las dudas radicales. Si Descartes alcanza este objetivo, las dudas más extremas quedarían sin fundamento. Esto, a su vez, autorizaría al investigador a aceptar ciertas proposiciones como válidas, por ser racionalmente indudables (al menos, a la luz de los argumentos escépticos conocidos). Pero Descartes habría ocultado este aspecto negativo de su procedimiento.

La metafísica

Otra postura que Descartes sostiene es la evidencia, de la libertad. Pero más que discutir la realidad o no del libre albedrío, Descartes parece partir de la hipótesis de que él mismo es libre, para poner esta libertad en práctica: ya la investigación, en su caso, resulta de una determinación voluntaria y libre. Además, la epistemología cartesiana (vg., su investigación sobre las condiciones de validez del conocimiento) hace un aporte tácito, pero fundamental, al campo de la filosofía práctica: la responsabilidad no es ilusoria, pues si hay conocimiento legítimo, y éste versa en parte sobre algunas relaciones causales, hemos de tomar nuestras decisiones sin dar oídos sordos a las consecuencias previsibles de nuestros actos.

Sin embargo, parece que Descartes nunca intentó demostrar la corrección de la citada hipótesis sobre el libre albedrío, como no fuera poniéndola a prueba indirectamente, acaso examinando su capacidad de producir resultados favorables. Descartes compara el cuerpo de los conocimientos a un árbol cuyas raíces son de tipo metafísico, el tronco equivale a la física, y las ramas principales son las artes mecánicas (cuya importancia está en que permiten disminuir el trabajo de los hombres), la medicina y la moral. La metafísica es fundamental, pero añade que los frutos de un árbol no se cogen de las raíces, sino de las ramas.

Teoría de las dos sustancias

La sustancia es aquello que existe por sí mismo sin necesidad de otra cosa, es decir, es aquello autosubsistente. Partiendo del cogito (pensamiento) Descartes sostiene que él mismo es sólo una sustancia pensante, dado que ni siquiera el escéptico radical puede negar la existencia del pensamiento (su negación sería un pensamiento más), mientras sí puede mantenerse una duda sobre el cuerpo. Este razonamiento es sospechoso, dado que una idea tan evidente como el propio cogito puede ponerse en duda en términos generales (es inteligible la frase: «las ideas más evidentes son dudosas, acaso están equivocadas»), y esta clase de duda sólo queda claramente superada cuando se refutan las razones más radicales para dudar que ha admitido la investigación. Además, sólo estas mismas razones habían permitido poner en duda las más elementales de las ideas sensibles (Cfr. el argumento escéptico del sueño y sus secuelas inmediatas, tanto en el Discurso IV, como en la Meditación I). Ahora bien, entre estas ideas simples se encuentran la extensión, la figura, etc.

En cualquier caso, la teoría de las dos sustancias nos invita a un mundo dualista. Para llegar de una realidad a otra, del cuerpo al alma (en la percepción sensorial), o viceversa (como en el movimiento voluntario) Descartes menciona que hay una glándula en el cerebro humano (la pineal), donde se encuentra el punto de contacto entre ambas sustancias. Por supuesto, Descartes nunca pudo verificar esta afirmación.

Por otro lado Descartes afirma que hay dos tipos de sustancia, la infinita y la finita. La sustancia infinita es Dios, que es un ser perfecto o infinito (estas dos nociones parecen equivalentes, tal como Descartes las empleó). Tradicionalmente, se considera que Descartes introduce a Dios en su metafísica como garantía de la verdad, pero esto da lugar al profundo problema de la circularidad, que Descartes mismo señala en la «Carta a los Decanos y Doctores...» que antecede a las Meditaciones.

El problema del círculo

Este problema consiste en cómo saber que existe Dios, si frente a los ateos no basta invocar un texto sagrado (como Descartes mismo destaca en la "Carta a los Decanos y Doctores..." que precede a las Meditaciones), y frente al escéptico que pone en duda la evidencia, no bastaría siquiera dar un alegato evidente. Este es un tema discutido entre los comentaristas, pero hay dos respuestas básicas: o no lo sabemos en absoluto; o bien se trata de una prueba dialéctica.

Según la segunda línea interpretativa, Descartes no ha intentado demostrar la existencia de Dios, sino refutar la hipótesis en la que se funda la duda. Esto se conseguiría mostrando: 1) que un argumento incompatible con la hipótesis del genio (o del azar adverso, etc.) es comparativamente 'más sólido que' la(s) respectiva(s) hipótesis escéptica(s); y 2), que ni ese argumento, ni el juicio que lo considera incompatible y superior al alegato opuesto, merecen ser juzgados circulares.

Atendiendo al último punto: la refutación de la hipótesis del genio sería circular si entre el argumento refutatorio, el escéptico aún pudiera sugerir que «acaso el propio genio le haya sugerido a Descartes este alegato». Así, la "prueba" de que no hay genio sucumbiría a la misma duda que aspira a superar. Pero esta réplica es ilegítima bajo el método cartesiano, puesto que para ofrecerla, el escéptico necesita apoyarse en una idea -la del genio maligno- que una vez expuesta la refutación, hemos adquirido razones para poner en duda (V. gr., las razones en que estriba la misma refutación).

Este camino sólo sería promisorio, por supuesto, si no suponemos de entrada que la duda radical planteada por el escéptico y admitida en la investigación, es universal (si lo fuera, a priori toda respuesta a esa duda estaría condenada a la circularidad). Además, habría que preguntarse dos cosas: 1) Si es posible plantear una duda general, que afecte incluso a las ideas evidentes, pero que no sea universal. Una posibilidad, desde luego, es imaginar que la duda se formula con ayuda del cuantificador plurativo: «la mayoría de...» y 2), Si habría razones que permitan desechar la duda universal, y que no se reduzcan a señalar el fracaso al que estaríamos condenados, si hubiésemos de enfrentar esta clase de escepticismo. Esta última es una pregunta abierta.

Referencias

  1. Ficha del cráter lunar «Descartes», Gazeteer of Planetary Nomenclature Enlace consultado el 4 de julio de 2009.
  2. Suele considerarse ésta como la primera obra erudita escrita en una lengua moderna (distinta del latín), aunque en realidad ya Nicolás Oresme había escrito en francés un comentario crítico a la Física de Aristóteles.

Bibliografía relacionada

Bibliografía secundaria

  • Beyssade, J-M. Descartes au fil de l'ordre. Vrin.
  • Beyssade, J-M. Études sur Descartes. Seuil, 2001.
  • Clarke, Desmond. La filosofía de la ciencia de René Descartes Alianza Universidad.
  • Curley, E. Descartes Against the Skeptics.
  • De Teresa, J. Breve introducción al pensamiento de Descartes. Univ. Aut. Metropolitana, México 2007.
  • Doney, W. (Comp.) Descartes. A Collection of Critical Essays.
  • Gaukroger, S. Descartes. An Intellectual Biography.
  • José Ortega y Gasset: ¿Qué es filosofía?; O.C., Vol. VII, Ed. Alianza, Madrid.
  • José Ortega y Gasset: La idea de principio en Leibniz y la evolución de la teoría deductiva; O.C., Vol. VIII, Ed. Alianza, Madrid.
  • José Ortega y Gasset: Sobre la razón histórica; O.C., Vol. XII, Ed. Alianza, Madrid.
  • Edmund Husserl: Ideas relativas a una fenomenología pura y a una filosofía fenomenológica; §§32 y siguientes.
  • Edmund Husserl: La crisis de las ciencias europeas y la fenomenología transcendental; §§17 y siguientes.
  • Martin Heidegger: Ser y Tiempo, §§ 19, 20 y 21, Ed. Universitaria, Santiago de Chile, 1997. Trad. de Jorge Eduardo Rivera Cruchaga.
  • Martin Heidegger: «La época de la imagen del mundo»; en Caminos de bosque, Ed. Alianza, Madrid, 1995 y 1998. Trad. de Helena Cortés y Arturo Leyte.
  • Martin Heidegger: Prolegómenos para una historia del concepto de tiempo, § 22, Ed. Alianza, Madrid, 2006. Trad. de Jaime Aspiunza.
  • Leonardo Polo: Evidencia y realidad en Descartes, 1996.
  • Jacques Maritain: Tres reformadores.
  • Jean-Luc Nancy, Egu sum, Anthropos, Barcelona, 2007, traducción y prólogo de Juan Carlos Moreno Romo.
  • Juan Carlos Moreno Romo (Coord.), Descartes vivo. Ejercicios de hermenéutica cartesiana, Anthropos, Barcelona, 2007.
  • Pit Olargo(Coord.)

Enlaces externos