Diferencia entre revisiones de «Antipsiquiatría»

De Wikipedia, la enciclopedia libre
Contenido eliminado Contenido añadido
Paco-malaga (discusión · contribs.)
revertido - si bien estamos de acuerdo con varios de tus puntos, en Wikipedia "reportamos, no deducimos". Pon las fuentes bibliográficas y esos párrafos pueden quedarse.
Línea 31: Línea 31:
== Críticas y alternativas a la práctica psiquiátrica ==
== Críticas y alternativas a la práctica psiquiátrica ==
===Etiquetamiento psiquiátrico ===
===Etiquetamiento psiquiátrico ===

La diferencia entre "trastorno" y "enfermedad" es realmente importante. Un trastorno implica cierto desajuste con el contexto, cierto problema de adaptación persona-sociedad: lo cual hace que por definición no esté libre de valores.

Más aún, el diagnóstico psiquiátrico no es suficiente para diseñar un tratamiento psicoterapético y, al mismo tiempo, pueden hacerse tratamiento psicoterapéuticos sin necesidad del diagnóstico psiquiatrico. Carece de necesidad, por tanto, usar "categorías" con semejante carga negativa.

Existen problemas reconocidos en lo que respecta a la confiabilidad o validez de los diagnósticos en psiquiatría. Algunos psiquiatras que critican su propia profesión observan que un individuo puede ser objeto de dos o más criterios diagnósticos; y que esta situación es la regla más que la excepción. Las fronteras se encuentran vagamente definidas en lo que los psiquiatras afirman que son diferentes estados de enfermedad.
Existen problemas reconocidos en lo que respecta a la confiabilidad o validez de los diagnósticos en psiquiatría. Algunos psiquiatras que critican su propia profesión observan que un individuo puede ser objeto de dos o más criterios diagnósticos; y que esta situación es la regla más que la excepción. Las fronteras se encuentran vagamente definidas en lo que los psiquiatras afirman que son diferentes estados de enfermedad.


Línea 48: Línea 43:


Como solución de este alegado conflicto de intereses, los críticos proponen legislar la separación entre la industria farmacéutica de la profesión psiquiátrica.
Como solución de este alegado conflicto de intereses, los críticos proponen legislar la separación entre la industria farmacéutica de la profesión psiquiátrica.

Merece mención, además, que desde ciertas posturas explicar el mecanismo de acción de un [[psicofármaco]] mediante explicaciones basadas en [[neurotransmisores]] no es, realmente y en su sentido literal, una explicación. El [cerebro] es algo parecido a una compleja sopa neuroquímica, donde cada neurona se ve influida por la acción de otras miles en porciones tiempo realmente cortas. Por ejemplo, se sabe que los más modernos [[antidepresivos]] (de inhibición selectiva)tardan unas semanas en hacer efecto, si bien no está explicado exactamente mediante qué proceso y por qué razón precisa exactamente ese tiempo. Por otro lado, que un trastorno este relacionado ([[correlación]]) con alguna excesiva actividad electroquímica por parte de la amígdala del cerebro no implica que deba necesariamente usarse [[psicofármacos]]. Practicar deporte o la [[psicoterapia]] puede, de hecho, contrarrestar dicha actividad electroquímica excesiva.


===Electroshock===
===Electroshock===

Revisión del 20:33 18 may 2009

El debate sobre las bases teóricas de la psiquiatría se discute en Controversia de la biopsiquiatría

Antipsiquiatría es una palabra que se usa ampliamente en posturas que, en general, se contraponen a la teoría o práctica de la psiquiatría convencional. Las críticas más comunes son las siguientes: que la psiquiatría usa herramientas y conceptos médicos inadecuados; que trata a los pacientes contra su voluntad y es demasiado dominante comparada a otros enfoques; que está comprometida por nexos económicos con las compañías farmacéuticas; y que usa sistemas categoriales de diagnóstico que estigmatizan, entre ellos el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM), o la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE), que muchos "pacientes" lo ven lesivo para la propia estima.

Una significativa minoría de profesionales y académicos en salud mental profesan puntos de vista antipsiquiátricos respecto a la psiquiatría tradicional (es decir: la psiquiatría biológica). En general, los psiquiatras ven a la antipsiquiatría como un movimiento radical con poca, si es que alguna, validez científica; aunque es difícil de cuantificar la proporción del público o los profesionales involucrados en el movimiento, o la gama de puntos de vista que mantienen.

A pesar de su nombre, el movimiento puede verse como promoviendo un tipo de psiquiatría, aquella que se encuentra en línea con el modelo del trauma de los trastornos mentales. Por lo mismo, muchos "antipsiquiatras", incluyendo aquellos psiquiatras que no profesan creencias ortodoxas en la profesión, tratan de distanciarse ellos mismos del término "antipsiquiatría" y de las asociaciones peyorativas que conlleva.[1]

Orígenes de la antipsiquiatría

Desde sus orígenes hubo oposición a la psiquiatría mientras se establecía en el siglo diecinueve. La controversia giró alrededor de los derechos de los llamados locos en los diversos hospitales psiquiátricos. Emil Kraepelin introdujo nuevas categorías médicas de enfermedad mental, que eventualmente se aceptaron en la profesión a pesar de que están basadas en la conducta más bien que en la patología o la etiología.

En los años 1930 se introdujeron varias prácticas médicas controvertidas, incluyendo la inducción artificial de convulsiones (por medio de electroshock, insulina y otras drogas) o mediante cercenar porciones del cerebro (lobotomía o leucotomía). Ambos procedimientos se usaron ampliamente en psiquiatría, pero hubo mucha oposición basadas en cuestionamientos morales, efectos nocivos o mal uso. En los años cincuenta nuevas drogas, especialmente el antipsicótico clorpromazina, fueron diseñadas en laboratorios y gradualmente suplantaron a los tratamientos más controvertidos. Aunque frecuentemente se aceptaron como un avance, también hubo oposición debido a efectos adversos tales como la disquinesia tardía. Los pacientes comúnmente se oponían a la psiquiatría y rehusaban tomar las drogas cuando no estaban supervisados por el control psiquiátrico. También hubo considerable oposición al uso de hospitales psiquiátricos, y se hicieron intentos de regresar a la gente a la comunidad por medio de grupos no controlados por la psiquiatría.

Debutando en los años sesenta, la antipsiquiatría (un término usado por vez primera por David Cooper en 1967) definió un movimiento que desafió abiertamente los teorías y prácticas fundamentales de la psiquiatría convencional. Psiquiatras como Ronald D. Laing arguyó que la esquizofrenia podía entenderse como una lesión en el yo interno infligida por padres demasiado intrusivos psicológicamente ("esquizógenos"). El psiquiatra Thomas Szasz aseveró que la "enfermedad mental" es una combinación incoherente de conceptos médicos y psicológicos, aunque popular debido a que legitima el uso de fuerza psiquiátrica para controlar y limitar el desvío de las normas sociales. Los adherentes a esta perspectiva hablaron del "mito de la enfermedad mental" a causa del controvertido libro de Szasz con ese título. (A pesar de que el movimiento originalmente descrito como antipsiquiatría llegó a estar asociado con el movimiento de la contracultura de los años sesenta, Szasz nunca estuvo involucrado en ese movimiento.) Michel Foucault, Erving Goffman y otros criticaron el poder y el rol de la psiquiatría en la sociedad, incluyendo el uso de la "institución total", el "etiquetamiento" y la estigmatización. La novela Alguien voló sobre el nido del Cuco se convirtió en un bestseller, resonando en la preocupación pública sobre los procedimientos de medicación forzada, la lobotomía y el electroshock usados para controlar a los pacientes.

Los abusos psiquiátricos cometidos en la Unión Soviética también condujeron al cuestionamiento de la validez de la práctica psiquiátrica en Occidente.[2]​ En particular, el diagnóstico de esquizofrenia de muchos disidentes políticos hizo que algunos cuestionaran el diagnóstico en general y el uso punitivo de la palabra esquizofrenia. Por ejemplo, algunos se preguntaron si el rótulo de esquizofrenia y el resultante tratamiento psiquiátrico involuntario no estarían siendo usados de manera similar en Occidente para someter a adolescentes rebeldes, aunque básicamente cuerdos, durante conflictos familiares.

El movimiento antipsiquiátrico también fue propulsado por individuos con experiencia adversa en el cuidado psiquiátrico. Esto incluía a quienes sintieron que habían sido dañados por la psiquiatría o que creyeron que podrían haber sido ayudados por otro tipo de enfoques. En los años setenta el movimiento antipsiquiátrico estuvo involucrado en restringir muchas prácticas vistas como maltrato psiquiátrico. El movimiento de derechos gay increpó la clasificación de la homosexualidad como una enfermedad mental, y en un clima de controversia y activismo, en 1973/1974 la Asociación Psiquiátrica Americana decidió por una ligera mayoría (58%) eliminar la condición como categoría de enfermedad. Asimismo, hubo acciones legales de activistas que se fusionaron con el movimiento, como la lucha por los derechos humanos y las personas con discapacidades. Ambos añadieron su impronta a la teoría y acción antipsiquiátrica.

También hubo oposición al incremento de nexos entre la psiquiatría y las corporaciones farmacéuticas, las cuales se volvían cada vez más poderosas y, según se decía, tenían una influencia no justificada y solapada sobre la investigación y prácticas psiquiátricas. A su vez, se cuestionó la clasificación y el alegado mal uso de los diagnósticos psiquiátricos en manuales, en particular el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales que publica la Asociación Psiquiátrica Americana.

La antipsiquiatría cuestionó el pesimismo psiquiátrico sobre los catalogados de enfermos mentales. Los pacientes de salud mental demandaban que podían curarse completamente y anhelaban empoderamiento en la propia vida. Se idearon esquemas para combatir el estigma y la discriminación; para ayudar a la gente con problemas mentales a actuar en la sociedad y a involucrarse en servicios de pacientes de salud mental. No obstante, aquellos que activa y abiertamente discutieron la práctica tradicional de la psiquiatría permanecieron marginados en la psiquiatría, y en un menor grado dentro de la más amplia comunidad de salud mental.

Políticamente la antipsiquiatría está asociada a ideas políticas fundamentadas en el humanismo secular o religioso, y en el civilismo libertario, indistintamente si se es de izquierda o de derecha.

Juicios sobre normalidad y enfermedad mental

En general los críticos no increpan la noción de que algunas personas tengan problemas emocionales o psicológicos, o que la psicoterapia no sirva. En lo que están en desacuerdo con la psiquiatría es sobre el origen de estos problemas; en la corrección de caracterizarlos como "enfermedad" y sobre las opciones existentes para manejarlos. Por ejemplo, una preocupación primaria de la antipsiquiatría es que el grado de adherencia de un individuo a la comunidad, o a los valores mantenidos por la mayoría, puede ser usado para determinar el nivel de salud mental de la persona. Usando esta lógica, arguyen los críticos, en un desplante colectivo de violencia, como un linchamiento público, la persona que se abstiene a la violencia puede ser diagnosticada de "enfermo mental" y, consecuentemente, ser "tratada".

Algunos también creen que los medios de comunicación han distorsionado la información al promover la idea de que el autismo es un trastorno físico. Leo Kanner ve al autismo como un trastorno psicológico resultante de una crianza disfuncional. Algunos psiquiatras que no aceptan el modelo médico de los trastornos mentales, como Peter Breggin, mantienen que el etiquetar a los niños inflige humillación adicional y lesiona la autoestima del niño que ya ha sido traumatizado.

Críticas y alternativas a la práctica psiquiátrica

Etiquetamiento psiquiátrico

Existen problemas reconocidos en lo que respecta a la confiabilidad o validez de los diagnósticos en psiquiatría. Algunos psiquiatras que critican su propia profesión observan que un individuo puede ser objeto de dos o más criterios diagnósticos; y que esta situación es la regla más que la excepción. Las fronteras se encuentran vagamente definidas en lo que los psiquiatras afirman que son diferentes estados de enfermedad.

También hay problemas al usar criterios diagnósticos estandarizados en diferentes países, culturas, géneros o grupos étnicos. Los críticos frecuentemente alegan que las prácticas psiquiátricas dominadas por varones blancos occidentales son desventajosas, y que malentienden a aquellas de otros grupos. Por ejemplo, "varios estudios han mostrado que con frecuencia los afro-americanos son más diagnosticados de esquizofrenia que los caucásicos".[cita requerida]

La psiquiatría y la industria farmacéutica

Los psiquiatras prescriben psicofármacos para adultos y niños. La administración de estas drogas puede ser voluntaria o, en ciertas situaciones, involuntaria. Los psiquiatras afirman que buena parte de esos medicamentos tienen una eficacia probada al mejorar y tratar diversos trastornos mentales. Esto incluye la gama que va desde los diferentes psicofármacos referidos como antidepresivos y tranquilizantes hasta los antipsicóticos.

Por otra parte, un grupo minoritario de psiquiatras críticos, mantiene que sus colegas exageran la evidencia de la medicación y minimizan la evidencia de efectos adversos.[cita requerida]. Los críticos también se quejan de que a los pacientes no se les da la información debida o el consentimiento informado; que los medicamentos psiquiátricos de hoy día no parecen ser específicos para trastornos particulares de la manera en que la psiquiatría lo mantiene;[3]​ y que las drogas no mejoran desequilibrios químicos en el cerebro sino más bien inducen indeseables efectos secundarios. Por ejemplo, los niños a los que se les administra metilfenidato (Ritalin/Rubifen/Concerta) y otros estimulantes son más obedientes y sumisos con sus padres y maestros.

La influencia de las compañías farmacéuticas es otro de los temas centrales en el movimiento antipsiquiátrico. La industria farmacéutica es una de las más poderosas desde el punto de vista económico, y como varios investigadores han argüido, existen muchos nexos entre la profesión, la industria farmacéutica e incluso la Administración de Alimentos y Medicinas estadounidense (FDA por sus siglas en inglés). Las compañías de psicofármacos habitualmente financian buena parte de la investigación conducida por psiquiatras; anuncian medicamentos en revistas especializadas y conferencias; financian organizaciones de salud y realizan presiones sobre médicos y políticos. La cantidad de prescripción de psicofármacos se ha incrementado de manera extrema desde los años cincuenta y no hay signos de que vaya a disminuir. Según un estudio de 2002 del NIMH, en los Estados Unidos los antidepresivos y los tranquilizantes se encuentran en la clase de medicamentos más vendidos, y los neurolépticos y otras drogas psiquiátricas también tienen un ranking alto, con ventas en expansión.

Como solución de este alegado conflicto de intereses, los críticos proponen legislar la separación entre la industria farmacéutica de la profesión psiquiátrica.

Electroshock

En contraste con otros profesionales de salud mental que usan la psicoterapia para problemas emocionales y desórdenes mentales, los psiquiatras pueden usar psicofármacos o intervenciones más controvertidas como el electroshock o la lobotomía.

A pesar de los efectos adversos, especialmente la pérdida de memorias, el uso del electroshock (también llamado terapia electroconvulsiva o TEC) es administrado en el mundo para diversos trastornos mentales.[4]​ Unos 200.000 pacientes son tratados con TEC al año.[5]​ Sin embargo, según el activista de salud Vernon Coleman, la práctica se encuentra ahora más limitada. "En los Estados Unidos el 92% de los psiquiatras no usan el TEC, y la ‘terapia’ es usada por una minoría de psiquiatras en otros países".[6]

Coleman es uno entre un número creciente de críticos que creen que la TEC es "una desgracia en psiquiatría y para la profesión médica en general" (Ibíd.). Max Fink, un psiquiatra, declaró en el número de enero/febrero de 1978 de Comprehensive Psychiatry que "las principales complicaciones del TEC son la muerte, el daño cerebral y de memoria y las convulsiones temporales", aunque también cree que "ha salvado muchas vidas".[7]​ En el número de marzo de 1983 de Clinical Psychiatric News, el doctor Sidney Samant declaró: "La terapia electroconvulsiva puede, en efecto, ser definida como una manera controlada de daño cerebral producido por medios eléctricos". Sin embargo, en 2003 una revisión sistemática concluyó que, a pesar de sus riesgos, la TEC "es efectiva a corto plazo en el tratamiento de la depresión",[8]​ aunque esta interpretación no siempre es compartida.[9]

La psiquiatría y la ley

Los psiquiatras suelen ofrecer testimonio sobre si un sujeto se encuentra mentalmente enfermo para enfrentar un juicio, la así llamada "defensa por insania". Algunos psiquiatras como Thomas Szasz increpan el derecho de los psiquiatras y del sistema jurídico para hacerlo. Desde los años sesenta Szasz ha contendido que, como la enfermedad mental es un concepto incoherente, la defensa por insania debiera abolirse. La mayoría de sus colegas no aceptan su punto de vista.

Mientras que la defensa por insania es tema de controversia como posible excusa de criminalidad, otros críticos alegan que el estar internado en un hospital psiquiátrico es peor castigo que las prisiones para criminales, dado que involucra el riesgo de drogadicción involuntaria con neurolépticos o tratamiento con electroshock.

Hospitalización involuntaria

La psiquiatría se encuentra a la cabeza en la práctica del cuidado en salud mental en pabellones psiquiátricos, u otros establecimientos médicos, usando coerción legalmente sancionada para admitir a individuos en contra de su voluntad. Los críticos señalan que esta práctica va en contra de uno de los principios rectores de las sociedades abiertas o libres: los principios de John Stuart Mill, tales como son presentados en su obra fundacional sobre el concepto de libertad. Mill arguye que la sociedad no debe usar la coerción para someter a un individuo mientras él o ella no dañe a otros. La hospitalización psiquiátrica involuntaria, aseveran los críticos, viola este principio. En contraste con la visión de Hollywood sobre los esquizofrénicos, la gente perturbada generalmente no es más propensa a la violencia que los individuos cuerdos (Monahan, 1992). La creciente práctica en el Reino Unido y en otros países sobre el llamado "cuidado en la comunidad" fue instituida en parte como respuesta a tales preocupaciones.

En casos de personas sufriendo de severas crisis psicóticas, las Soteria houses solía proveer, dicen los críticos, una alternativa más humanitaria y compasiva que la psiquiatría coercitiva. Las casas Soteria cerraron en 1983 debido a la falta de soporte económico. No obstante, recintos del tipo de Soteria houses se encuentran floreciendo en Europa, especialmente en Suecia y en otros países europeos del hemisferio norte.[10]

¿Hacia un Estado Terapéutico?

El "Estado Terapéutico" es una frase acuñada por el psiquiatra norteamericano Thomas Szasz en 1963. Estados Unidos, bajo la presidencia de George W. Bush, se encuentra planeando implementar una investigación a nivel nacional, el llamado Nuevo Comité de Libertad sobre Salud Mental, que buscará diagnosticar supuestos trastornos psiquiátricos en todos los residentes de la Unión.[11]​ De ser aprobado por el Congreso e implementado, el proyecto tendría una significativa influencia de las compañías farmacéuticas. Quienes abogan por las libertades civiles advierten que el matrimonio entre el Estado y la psiquiatría podría tener consecuencias catastróficas para la civilización[12]​ Szasz cree que debe existir un sólido muro entre la psiquiatría y el Estado.

Citas antipsiquiátricas

  • "Etiquetar a un niño de enfermo mental es estigmatización, no un diagnóstico. Darle a un niño una droga psiquiátrica es envenenamiento, no un tratamiento" - Thomas Szasz
  • "La salvación del hombre está en manos de los inadaptados creativos" - Martin Luther King
  • "Preferiría estar solo / con un esquizofrénico / que con un psiquiatra" - Carol Batton

Bibliografía

  • John Read, Loren Mosher y Richard Bentall (eds.), Modelos de Locura (Herder 2006, 450 páginas) — este comprensivo tratado en el que contribuyeron veinticinco especialistas es el único libro en español crítico de la siquiatría con referencias bibliográficas actualizadas; incluye el modelo del trauma de la psicosis
  • Monahan, J. (1992), "Mental disorder and violent behavior: perceptions and evidence", American Psychologist 47: 511-21.

Véase también

Referencias

Enlaces externos