Escrófula

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Escrófula

Enrique IV de Francia tocando a escrofulosos durante la ceremonia del "Toque Real".
Especialidad infectología
eMedicine ent/524

Se denomina escrófula a un proceso infeccioso que afecta a los ganglios linfáticos (con frecuencia los del cuello), causado por el Mycobacterium tuberculosis (aunque en niños también puede deberse a Mycobacterium scrofulaceum o Mycobacterium avium.)

Fisiopatología

La infección se contrae al contacto con pacientes propagadores del Mycobacterium, a través de las vías aéreas. Es la forma más frecuente de infección extrapulmonar de la tuberculosis. Se disemina por via linfática al resto del organismo y cuando coloniza los ganglios cervicales provoca unas úlceras características ("escrófulas") que pueden drenar material purulento. Viene posteriormente a un ganglio satélite que puede drenar en forma de escrófula; el paciente aparecerá con tos, fiebre, bajada de peso y cansancio.

Cuadro clínico

Los síntomas son inflamación, no suele ser doloroso, de los ganglios del cuello, en ocasiones fiebre, y en algunos casos, la ulceración y drenaje de los ganglios.

Diagnóstico

El diagnóstico se realiza mediante la confirmación mediante cultivo, histología, etc, del agente infeccioso.

Tratamiento

El tratamiento consiste en la eliminación de la infección mediante el uso de antibióticos específicos: rifampicina, isoniacida, etambutol y pirazinamida si se tratase de una Tuberculosis sensible (no TB MDR).

Historia: La "Enfermedad del Rey"

La escrófula o adenopatía tuberculosa, era una afección muy crónica, frecuente en la Edad Media que supuraba frecuentemente produciendo un olor fétido, ulceraciones y deformaciones del cuello lo que daban un aspecto repugnante al enfermo. Recibían en Francia el nombre de "mal du roi" y en Inglaterra "King´s Evil".

El medievalista francés Marc Bloch se ocupó por varias décadas de la investigación de este tema, estudios que fueron publicados en 1983 en la extrensa y detallada obra llamada "Los Reyes Taumaturgos", donde expone y analiza la historia completa sobre este fenómeno medieval. El primer rey francés del que se sabe por documentos escritos que fue capaz de realizar estas curaciones fue Felipe I de Francia que reinó entre los s. XI - XII (1060 - 1108), pero debido a su vida licenciosa fue excomulgado, perdiendo tal poder, que sin embargo pasó a su hijo Luis VI que reinó desde 1108 a 1137. Pero la leyenda retrotrae hasta Clovis (Clodoveo), que reinó mucho antes, este poder de curar con sus manos. Gregorio de Tours cuenta que el rey Gontran, hijo de Clotario I que era muy piadoso, tenía este poder, como se demostró cuando cierta mujer cuyo hijo que padecía de fiebres intermitentes, consiguió en medio de la muchedumbre que seguía al monarca, arrancar sin que este se diera cuenta, varios pequeños fragmentos de su manto real. Más tarde los puso en agua que hizo beber a su hijo quien inmediatamente curo de sus fiebres. En este relato podemos apreciar uno de los efectos más conocidos de la magia: la magia por contacto. Otros autores franceses han negado que los reyes Merovingios y Carolingios ejercieran tales poderes curativos. Los francos sin embargo consideraban sagradas aquellas dinastías.

El segundo de los reyes de la dinastía de los Capeto, fue Roberto el Piadoso y da el cuenta el monje Helgrand que tocando a los enfermos y haciendo el signo de la cruz sobre ellos, los curaba de su mal, especialmente a los leprosos.

En Inglaterra el primer Rey al que se atribuyen estas curaciones taumatúrgicas en las escrófulas fue Lucius, primer rey cristiano que reinó en Inglaterra y que algunos consideran mítico. Otros autores atribuyen a Eduardo el Confesor la fundación del rito inglés de la curación por las manos. Hay abundante documentación en los archivos ingleses que atribuye a Enrique II el poder de curar las escrófulas, poder que debía, no a ningún atributo personal sino a su función de Rey. Shakespeare en su obra Macbeth menciona este poder del Rey Eduardo que curaba colgando al cuello del enfermo una moneda de oro al tiempo que recitaba un oración. Aunque no fue santificado oficialmente, el Rey Eduardo fue considerado Santo por su pueblo. El y sus descendientes distribuyeron estas monedas, algunas de las cuales se conservan perforadas en el Ashmolean Museum de Oxford. Se les llamó "touch-pieces".

Algunos autores modernos como James Frazer, consideran que este poder de curar las escrófulas, el "toque de reyes", no es más que una supervivencia de un antiquísimo y primitivo rasgo cultural de las tribus más primitivas, como cualquier jefe polinesio o cualquier rey africano o asiático considerado como sagrado, y hasta los reyes o emperadores incas o aztecas, ante los que había que arrastrarse y ni se le podía mirar a la cara. Montesquieu, en sus Cartas persas, al hablar del príncipe Usbeck, cuenta de él que tenía tal poder sobre sus súbditos que les hacía creer que al tocarlos les curaba de toda clase de enfermedades. Volviendo a Frazer (la Rama dorada), dice: "La creencia de que los reyes poseen poderes mágicos o sobrenaturales, en virtud de los cuales pueden fertilizar la tierra y traer otros beneficios a sus súbditos, ha sido compartida por los antepasados de todos los pueblos arios, desde la India hasta Irlanda..."

En la Edad Media, cuando Waldomero I, rey de Dinamarca viajó por Alemania, las madres traían a sus criaturas y los campesinos sus simientes para que les impusiera las manos reales... reliquia de tales supersticiones ha sido la idea de que los reyes ingleses podían curar las escrófulas por la imposición de las manos. Por eso se conoció a esta enfermedad como "mal de rey". La reina Isabel de Inglaterra ejercía este don de sanar. El Rey Carlos I el día de San Juan de 1633, en una sola sesión, impuso las manos en su capilla real a un centenar de enfermos. De Carlos II se sabe que a lo largo de su reinado practicó la imposición de manos a más de 100.000 escrofulosos. Había verdaderos tumultos para acercarse al rey. En cambio Guillermo III, que no quería estimular la superstición entre sus súbditos, se negó a imponerles las manos, y cuando la muchedumbre le asediaba pidiéndole que lo hiciera, él distribuía monedas para que se marchasen. Se cuenta que en cierta ocasión en que uno de los enfermos imploró de él la curación, le dijo: "Dios te dé mejor salud y más sentido común". En cambio otros reyes más fanáticos, hoy algunos los llamarían más políticos, como Jacobo II y su hija la reina Ana, continuaron la costumbre. Frazer, al hablar de esta costumbre en Francia, dice que sus reyes también reclamaban para sí el poder de sanar con sus manos, poder que creían haber heredado de Clodoveo o de San Luis "...como los jefes salvajes de Tonga salvaban de la escrófula y del hígado indurado (cirrosis) por la imposición de los pies". El contacto mágico con la persona regia era reclamado como remedio curativo.

Tácito menciona el carácter sagrado de la realeza. Los reyes Godos y Germanos eran considerados como seres divinos llamándolos ases. Cuentan las sagas islandesas que el rey Halfdan el Negro, había contribuido a hacer crecer las cosechas. Cuando murió, su pueblo en lugar de enterrar su cadáver en un solo lugar, lo cortó en cuatro partes enterrando cada una de ellas en los principales distritos del país para que su poder alcanzase a todos por igual.

Plutarco en su obra Pirro, cuenta que éste rey del Epiro, poseía el poder de curar radicado en los dedos gordos de sus pies.

En la Arabia preislámica, se atribuía a ciertas familias nobles, el poder de curar la rabia.

Con el cristianismo dejó de considerarse divina o sagrada a la realeza, pero la conciencia popular pudo más y la superstición continuó. Los reyes francos no se cortaban nunca el pelo (reges critini) y a éstos se atribuía un poder sobrenatural. Los cabellos largos eran atributo de la realeza y entre los suevos, de los hombres libres. Hasta nuestro tiempo ha llegado la idea de la naturaleza sagrada de los emperadores del Japón. Algunos autores romanos, Tacito, Dion Cassio, Suetonio, mencionan ciertos actos curativos de algunos emperadores como Vespasiano o Adriano y sabido es cómo otros emperadores fueron deificados. En Bizancio también a los emperadores se les consideró como divinos. En el Occidente cristiano, como ya dijimos, los soberanos no fueron considerados al principio como divinos, hasta que en los s. VII y VIII se añadió a la corporación el rito de la unción, tomado de la propia Biblia, en la que Melquisedec, rey-sacerdote de Salem, llevaba consigo el carácter sobrenatural de la realeza. Ya hay noticias de este rito de la unción en algunas tabletas de Tell-el-Amarna (1500 a.C). Parece ser que el rito de la unción real procede de las civilizaciones sirias y cananeas. La palabra ungido tiene en las Sagradas Escrituras el significado de consagrar, de transformar un objeto o persona, de profano a sagrado. El Rey, especialmente, era el ungido de Yahveh, su persona era sagrada y por ello inviolable. David no se atrevió a poner sus manos sobre Saúl por ser el ungido de Dios (I Sam 24, 7) y mandó ejecutar al que cometió el crimen de matarle (2 Sam 1, 2 - 16). En el Nuevo Testamento, Cristo es "el ungido de Dios" (Lc 9,20) por antonomasia. También fue antigua costumbre cristiana la de ungir con aceite a los enfermos. Cuando los apóstoles recibieron el carisma de la curación, imponían las manos sobre los enfermos para curarlos. La epístola de Santiago (Sant 5, 14 - 15) promulga el sacramento de la unción a los enfermos por extremaunción, acompañada de invocaciones a Jesucristo. De la extremaunción se espera la curación física y la salud del alma. La unción tenía la misión de santificar. En el ritual cristiano se usa en la confirmación de catecúmenos, en la ordenación de sacerdotes y obispos y en la ceremonia del bautismo.

Entre los Reyes de España, se atribuye a Recadero (586-601) la introducción al ritual de la unción de los reyes. Sendas bulas papales autorizan la unción de los reyes de Navarra y Escocia en 1257 y 1329. Pedro II de Aragón es ungido por el propio Papa Inocencio III en 1204.

El Rey de Francia, Pepino, fue ungido dos veces, la primera en el año 751, la segunda en 754, al igual que Carlomagno que fue ungido primero como Rey y luego como Emperador por el Papa León III.

En Inglaterra el primer rey ungido fue Egberto en el Concilio de Chelsea (787).

A la unción, acompañaban las palabras rituales "Por la gracia de Dios"(Gratia Dei), seguida de la imposición de la corona y el cetro. Con estos ritos la persona de los reyes volvió a ser sagrada y sacrílegos quienes atentasen contra ella. Por el hecho de ser ungidos eran sagrados los reyes de Inglaterra y Francia y por esa razón se les consideraba capaces de tener poderes curativos, pensamiento que vemos también en toda tribu primitiva respecto a sus chamanes y hechiceros. A la muerte de Luis V, el último rey carolingio, tras un accidente de caza con dudosa legitimidad, les sucede Hugo el primero de los Capetos, (987). El hijo de Hugo, Roberto el Piadoso, estableció la legitimidad de la nueva dinastía curando escrofulosos, comenzando así una serie de reyes-médicos, casi simultáneamente a lo que ocurrió en Inglaterra.

La enfermedad que curaba "el toque de reyes" era precisamente la escrófula y no por casualidad seguramente. Sabido es la cronicidad de esta enfermedad y a su tendencia a la remisión espontánea. No era pues difícil hacer creer en la posesión de tal poder curativo. No obstante, para salvar responsabilidad tan grande, el rey al imponer las manos pronunciaba las palabras rituales: "El Rey te toca, Dios te cura". ¿Cómo se efectuaba el ritual del toque del Rey? Cada país tenía sus propios rituales: y así el de Francia no era igual al de Inglaterra. Sin embargo si coincidían en que el rey se retira a orar antes de comenzar las curaciones por ejemplo, San Luis de Francia acostumbraba a tocar las llagas después de la misa todos los días. Sólo se admitía a los escrofulosos, para lo cual un médico de la corte hacía el diagnóstico y selección previamente. Como la mayoría de los enfermos eran gentes pobres, la acción del Rey era seguida de una donación de dinero, dos " sous tournois" que eran dos pequeñas piezas de plata. El Rey Luis de Francia sólo curaba una vez por semana. San Luis, al mismo tiempo que tocaba las llagas, pronunciaba alguna oración y decía las palabras "El Rey te toca, Dios te cura" y hacía la señal de la cruz sobre la cabeza. Luego se lavaba las manos y el agua que había utilizado era entregada al enfermo que la bebía durante nueve días en ayunas. Entre la gente que curaba, no todos eran pobres o mendigos, también sufrían la enfermedad personas de la nobleza que se unían al cortejo así como gentes venidas de otros países, sobre todo de Italia y España. En algunas épocas como en tiempos de Felipe el Hermoso (1307-1308) se llevó registro de los enfermos y de las sumas entregadas en concepto de donativo. Generalmente las grandes fiestas religiosas eran aprovechadas en Francia por los Reyes para atender también a los escrofulosos, por ejemplo el Domingo de Ramos, Pentecostés, Pascua, la Ascensión, Navidades. En estos casos se realizaba una ceremonia muy solemnemente en Nôtre Dame, en París. La muchedumbre de enfermos se arrodillaban y el Rey los iba tocando uno a uno, escoltado por sus ayudantes que repartían monedas entre los enfermos. Otras veces se efectuaba la ceremonia allí donde se encontrase el Monarca. Por ejemplo, se realizó en muchas ocasiones en el Claustro del Palacio episcopal de Amiens. En Inglaterra el ritual era más complicado. Se convirtió en auténtica liturgia en la que el Rey oficiaba asistido por su capellán mayor, como si fuese un sacerdote. Se llevaba registro de los enfermos atendidos por el Rey y de las cantidades de dinero que se daban después de la imposición de las manos, que en tiempos de Enrique VIII fue de 6 chelines y 8 denarios, representadas por una pieza de oro de unos 5 gramos, a la que se llamó ángel porque llevaba en relieve la imagen del Arcángel San Miguel. En otras épocas se les dio un denario y comida. Anualmente eran tocados por el Rey 700 a 2000 enfermos. Por regla general el rey recitaba algunas oraciones, como el "Confiteor", el capellán le daba la absolución y se leían algunos pasajes evangélicos alusivos a los milagros realizados por los apóstoles. El Rey se sentaba y un sacerdote le llevaba uno por uno a los escrofulosos a los que iba tocando. Luego volvían a pasar y les hacía la señal de la cruz sobre la cabeza. En la mano con que bendecía llevaba la moneda perforada que seguidamente colgaba con una cinta del cuello del enfermo. Esta moneda se convertía así en un auténtico talismán.

¿Qué opinaban los médicos de su tiempo sobre el toque de Reyes? Muchos de los libros de Medicina, no lo mencionan. Otros aluden brevemente al rito diciendo que las escrófulas son llamadas mal real porque las curan los reyes. Algunos, por estar cerca del Rey, se ven obligados a tratar con respeto este ritual, como Henri de Mondeville, cirujano del Rey, que compara al Monarca con Jesucristo, que curaba con las manos. Otros famosos médicos de su tiempo como Guy de Chauliac (1363) en su Grande Chirurgie se refiere al " Toque de Reyes" o rito de curación de los escrofulosos, mientras otros famosos como nuestro Arnau de Vilanova le ignoraban totalmente. Y a otros muchos que viendo la imposibilidad temporal de la Medicina de entonces de poder curar la escrófula, aconsejaban al enfermo: "¡Id al Rey!", frase que se hizo famosa.

La iconografía medieval nos ha dejado con detalle el acto de la curación real o "toque de Reyes" y así hay miniaturas, vitrales, óleos y grabados que han llegado hasta nuestros días y que representan este curioso ritual de la Historia de la Medicina. A los Reyes de Dinamarca se atribuyó la curación del " mal caduco" o epilepsia. A los de Hungría, la curación de la ictericia a la que se llamó " morbus regius". A los Habsburgos se atribuyó el poder de curar a los gotosos y escrofulosos por medio de ciertos medicamentos administrados por ellos mismos y el "abrazo de los Habsburgos" y de los Austria, se dice que curaba a los tartamudos. Al Rey Sancho II de Castilla (1284-1295), se atribuía el poder de curar a los posesos o endemoniados cuando les ponía el pie sobre la garganta, mientras leía fragmentos del Evangelio. Pero en ningún caso parece que existió la regularidad y constancia de esos atributos curativos entre los reyes de España como sucedió con los Reyes de Francia e Inglaterra. Al cadáver del Príncipe Carlos de Viana, infante de Aragón y Navarra, muerto en 1461, se atribuyó el poder de curar a los escrofulosos, especialmente durante los siglos XVI y XVII. A la abadía de Poblet donde estaba enterrado, iban muchos peregrinos, especialmente para ser tocados por una de sus manos conservada como reliquia de la que se decía que su contacto curaba las escrófulas. Sin embargo, a pesar de ser tan frecuentes las supersticiones de todo tipo en España, no ha existido esta costumbre inglesa y francesa del "toque de Reyes" que Capetos y Plantagenets se atribuyeron casi en exclusiva. Pero en cambio fue muy frecuente que los escrofulosos españoles fuesen a Francia en busca del "toque de Reyes" que no encontraban aquí. En 1535 escribía Miguel Servet en su traducción de la Geografía de Ptolomeo, (Lyon 1535) : "se cuenta de los Reyes de Francia dos cosas memorables : primero, que existe en la Iglesia de Reims un vaso eternamente lleno de óleo enviado del cielo para la coronación, con el cual todos los Reyes son ungidos, y segundo que el Rey, por su solo contacto, cura las escrófulas. Yo he visto por mis propios ojos al Rey tocar a varios enfermos que padecían esta afección. Si les fue devuelta la salud es lo que no he visto... pero he oído decir que muchos enfermos han recuperado la salud".

La desaparición definitiva del "toque de reyes" tuvo lugar primero en Inglaterra y luego en Francia por causa de revoluciones política. Sin embargo, la gente continuó creyendo en toda clase de supersticiones. Los jesuitas atacaron esta costumbre del toque de reyes diciendo que no era más que una impostura y una ilusión. El jesuita español del Río, fue uno de los que más escribieron en contra de estos ritos supersticiosos (Investigaciones sobre las cosas mágicas, 1593; Disquisitionum, 1606).

En Inglaterra, el año 1702 fue proclamada Ana como Reina y el 27 de abril de 1714, tres meses antes de su muerte, practicó por última vez el rito del "toque de reyes". Desde entonces ningún rey de Inglaterra volvió a practicar tal rito, aunque en el exilio, Jacobo II y más tarde su hija, curaron las escrófulas en Francia y en Italia.

En Francia, durante el siglo XVIII, Luis XV, siguió practicando el rito. El 29 de octubre de 1722, día siguiente a su consagración como rey, tocó más de 2.000 escrofulosos que le fueron presentados en el parque de Saint Remy en Reims. Pero en 1739, su confesor le prohibió el acceso a la comunión y por consiguiente el "toque de reyes" por estar en concubinato con Mme. De Mailly. Luis XVI, al día siguiente de su coronación, volvió a renovar el viejo ritual tocando a 2.400 escrofulosos a los que decía solemnemente: "¡Que Dios te cure!" Con la caída de la cabeza del último de los Capeto, desapareció también de Francia la cura de las escrófulas por el toque de rey. Pero en 1825, la restauración llevó al trono de aquel país a Carlos X. El propio pueblo francés, a pesar de la oposición de la mayoría de los católicos, pidió que se restableciera el antiguo rito, y Carlos X se encontró en Reims, en el Hospital de San Marcoul una muchedumbre anhelante de escrofulosos que le pedían que los tocase. Carlos X no quiso renovar aquella superstición y ordenó regresar a sus casas a todos aquellos infelices. El 31 de mayo de 1825 volvió a visitar a los enfermos en el Hospital y se encontró con 130 escrofulosos que le imploraban que los curase. Y para complacerlos les dirigió unas palabras cariñosas, al tiempo que recitaba la fórmula tradicional "El Rey te toca, Dios te cura".

Fuentes

http://www.gorgas.gob.pa/museoafc/loscriminales/paleopatologia/toque%20de%20reyes.html