Conflicto lingüístico valenciano

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El conflicto lingüístico valenciano, también llamado Guerra de la Lengua en sus periodos más críticos,[1]​ parte del ocasionalmente encarnizado debate socio-político sobre la condición última del valenciano, ya sea como una lengua individual —postura que defienden los partidos políticos y grupos sociales afines al blaverismo valenciano—, o bien se trata de una variedad dialectal del catalán, como afirman los defensores de la unidad de la lengua, los conocidos como catalanistas, los cuales se basan en criterios estrictamente lingüísticos.

Si bien a nivel lingüístico la condición del valenciano como dialecto del catalán está ampliamente demostrada —según un reciente dictamen de la Academia Valenciana de la Lengua (organismo oficial encargado desde 2001 de elaborar la normativa ortográfica y gramática del valenciano) asumido por la Generalidad Valenciana, catalán y valenciano pertenecen al mismo sistema lingüístico (o en palabras textuales son una misma lengua)—,[2]​ también subsiste una puja sobre la denominación de la lengua, ya que el término valenciano en los territorios del antiguo Reino de Valencia es tradicional ya desde el siglo XV.

Historia del conflicto

Primera discusión: valenciano o lemosín

Hacia el siglo XVIII se realizan las primeras compilaciones y vocabularios del valenciano, así el "Diccionario Castellano-Valenciano" de Gregorio Mayans y Siscar (1699-1781), el "Diccionario Castellano-Valenciano" de Anselm Dempere (1727-1799), el "Breve Diccionario Valenciano-Castellano" de 1739, y el "Diccionario Valenciano-Castellano" de 1764, ambos de Carles Ros. También en este siglo se publicarían algunas obras menores como el "Ensayo, Diccionario del Lemosín y Valenciano antiguo y moderno al Castellano", de Manuel Joaquín Sanelo (1760-1827).

Esta labor se prolongará en el siglo XIX. En 1828 se publicó "Ensayo de un Diccionario Valenciano-Castellano", de Lluís Lamarca i Morata, que se inspiró en la ortografía del castellano. En 1867 Josep Escrig i Martínez publicó su "Diccionario Valenciano-Castellano", también muy castellanizado, si bien en sucesivas ediciones, las aportaciones de Constantí Llombart lo modificaron sustancialmente, al que sigue el "Novísimo Diccionario General Valenciano-Castellano", de 1891, obra de Joaquim Martí Gadea, que siguió los pasos del de Escrig-Llombart. Todas estas aportaciones, en poco ayudaron a la normalización lingüística del valenciano.

La cuestión del nombre de lemosín para el idioma también se produjo en el resto del catalán. En 1855, el menorquín Josep Maria Quadrado criticó el uso del nombre lemosín. Lo siguieron los catalanes Manuel Milá y Fontanals (1858), y el gramático Antoni de Bofarull (1864). Marcelino Menéndez Pelayo, que había usado el nombre de lemosín, en 1889 defendió el de catalán. Hasta esas fechas, la forma general de denominar la lengua entre los valencianos era valenciano, y este debate ni tan solo trasciende entre el pequeño sector de intelectuales regionalistas de Valencia.

En 1915 Lluís Fullana i Mira publicó una "Gramàtica elemental de la llengua valenciana", donde adoptó una posición convergente e intermedia de las normas ortográficas del Instituto de Estudios Catalanes con soluciones ortográficas dialectales; este autor por ejemplo no postulaba por una denominación común que coincidiera con un gentilicio (catalán, valenciano, balear, etc...), y su propuesta era la denominación de llemosí.

Varios fueron los factores que llevaron a algunos autores valencianos a echar por tierra esa teoría, entre ellas la poca filiación filológica con el limosín auténtico.

Segunda discusión: valenciano o catalán

Al carecer de instituciones propias, no hubo normativas oficiales hasta acabada la etapa del franquismo, pero anteriormente hubo distintas propuestas algunas con más apoyo que otras. Entre ellas las de Escrig-Llombard, adoptadas por Lo Rat Penat desde 1888. Desde 1913 las propuestas del Centro de Cultura Valenciana (posteriormente RACV) fueron también meridianamente populares. Desde 1932 hasta nuestros días adquirieron gran renombre por su potencial consensuador las Normas de Castellón, que se han venido utilizando mayormente con diversas adaptaciones.

Uno de los precursores del conflicto lingüístico podría ser el poeta valenciano Josep Maria Bayarri, quien ya en el año 1931 había publicado El perill català y que en año 1966 publicó "Alfavetisasió dels valensians", donde propone una normativa secesionista basada en el dialecto apitxat valenciano.

Sin embargo no fue hasta la transición cuando cobró fuerza el debate sobre el nombre y la normativa ortográfica a utilizar para la lengua: valenciano o catalán. Las peleas entre partidos políticos, intelectuales y ciudadanos valencianos fueron continuas, siendo toscamente los bandos participantes los llamados blaveros y pancatalanistas.

Las primeras declaraciones blaveristas proceden de la UCD, hacia diciembre de 1977. En 1978, el escritor Vicent Andrés i Estellés, identificado como pancatalanista por sus oponentes es despedido como redactor jefe del diario Las Provincias y en junio del mismo año se publica en el mismo diario el artículo de Manuel Broseta La paella de "Els Països Catalans", primero de una serie de colaboraciones estructuradoras de las ideas anticatalanistas.

En 1978 la UCD integra como militantes, a destacados miembros del Grupo de Acción Valencianista, fundado el año anterior.

Por parte del blaverismo participará en el conflicto principalmente la Real Academia de Cultura Valenciana (fundada en 1915, denominada Centro de Cultura Valenciana hasta 1978 en el que cambia su nombre al de Academia de Cultura Valenciana, al que se añade posteriormente la categoría de "Real"), que aunque en sus orígenes abogaba por la unidad de lengua desde finales del franquismo proclama la diferenciación entre valenciano y catalán, y promueve una normativa secesionista, las Normas del Puig. Esta entidad, fuertemente vinculada al Ayuntamiento de la ciudad, es no obstante una fundación de carácter privado. También el partido político Unió Valenciana participará activamente en el lado blavero así como numerosos grupos menores, como el Grupo de Acción Valencianista, del que parece surgir una pequeña rama más integrista llamada Colectiu Vinatea, al que se responsabiliza de la mayor parte de las acciones violentas vinculadas al blaverismo.

En 1978 se crea al objeto de dirigir los primeros esfuerzos por normalizar la lengua el Institut Universitari de Filología Valenciana como organismo científico de la Universidad de Valencia; la iniciativa de creación partió del profesor Manuel Sanchís Guarner.

Durante estos primeros años, la tensión aumentó de manera paulatina, pero considerable desde actos simbólicos hasta atentados políticos. En octubre de 1979 se quemó la señera oficial del Consell Preautonómico (sin la franja azul coronada) en el balcón del Ayuntamiento de Valencia. Por otro lado, Manuel Sanchís Guarner y Joan Fuster, ambos identificados como pancatalanistas por sus adversarios, sufrieron sendos atentados con bomba en 1978 y 1981.

Como consecuencia de la tensión social subsiguiente y aunque la filiación del valenciano a la lengua catalana no es por aquel entonces discutida en ningún ámbito académico, en la Ley 4/1983, del 23 de noviembre, de uso y enseñanza del valenciano, se declara que «el valenciano y el castellano son lenguas cooficiales en la Comunidad Valenciana».

Acordada la transformación del IUFV, que permanecía semiactivo, en el Institut Interuniversitari de Filología Valenciana [IIFV] (1987), se crea como tal por Orden de la Generalidad Valenciana del 22 de noviembre del año 1994, reactivando de esta manera brevemente las tensiones en el blaverismo, que por aquel entonces se encuentra en retroceso ante la particular debacle que sufre su partido político más representativo, Unió Valenciana, del que se escinden numerosos grupos (Renovació Valencianista, 1994;[3]Iniciativa de Progrés de la Comunitat Valenciana, 1997; Alternativa Valenciana, 1998; Identidad del Reino de Valencia, 2000; etc.).

Por estos años se produce una leve reactivación del conflicto, como ejemplifica la agresión a miembros del Consell Valencià de Cultura en la primavera de 1998, atribuida a miembros del Colectiu Vinatea.

En 2001 la Generalidad Valenciana aprobó una ley que permitía crear la Academia Valenciana de la Lengua (en adelante AVL), según el preámbulo de la Ley de creación de la cual (7/1998), del 16 de septiembre: «El valenciano, idioma histórico y propio de la Comunidad Valenciana, forma parte del sistema lingüístico que los correspondientes estatutos de autonomía de los territorios hispánicos de la antigua Corona de Aragón reconocen como lengua propia».

Durante el último lustro la Generalidad Valenciana ha venido ignorando las 13 sentencias dictadas por tribunales españoles en el sentido de reconocer para el acceso a puestos docentes públicos de los títulos de Filología Catalana como eximentes de poseer el certificado propio de conocimiento del valenciano emitido por la JQCV, organismo adscrito a la Consejería de Educación de la Comunidad Valenciana [1].

La teoría dialectal argumenta que el valenciano proviene principalmente de los habitantes del condado de Urgel que repoblaron las tierras valencianas en los tiempos de la Reconquista. Es la teoría aceptada por la AVL y el Instituto de Estudios Catalanes.

La segunda teoría, desestimada en el ámbito científico, afirma, sin ninguna justificación documental, que el valenciano proviene del mozárabe que se hablaba en Valencia, de ahí su diferenciación, actualmente sólo apoyada por la Real Academia de Cultura Valenciana, entidad de carácter no oficial.

Los actuales títulos universitarios de filología que se otorgan en las universidades de la Comunidad Valenciana para el valenciano reciben la denominación de «Filología Catalana» (otorgados por el IIFV).

La AVL intentó refrendar la unidad del catalán y el valenciano en su pleno del 23 de diciembre de 2004, pero el Consejero de Educación y Cultura de la Generalidad Valenciana amenazó con emprender acciones legales contra los académicos. Finalmente se llegó al consenso en febrero de 2005 con un nuevo dictamen que fue asumido por prácticamente todos los miembros de la AVL y por la Generalidad Valenciana.

Las últimas ediciones del DRAE, se refieren al valenciano como::

5. m. Variedad del catalán, que se usa en gran parte del antiguo reino de Valencia y se siente allí comúnmente como lengua propia.

Durante buena parte del franquismo (Boletín de la Real Academia Española, Tomo XXXIX.-Cuaderno CLVIII, septiembre-diciembre de 1959, pág. 494), según la RAE la definición de valenciano era:

De Valencia. // Lengua hablada en la mayor parte del antiguo Reino de Valencia.

Lo que tampoco entra en contradicción con la definición de la AVL.

Por su parte, el diccionario del IEC dice del valenciano:

m. Dialecto occidental del catalán hablado en la Comunidad Valenciana. // adj. Relativo o perteneciente a este dialecto. // m. En la Comunidad Valenciana, lengua catalana.

De otro lado, según el diccionario general de la lengua valenciana de la RACV define al valenciano como:

adj. m. Natural o propio de la ciudad y Reino de Valencia. // Lengua románica hablada en la mayor parte del territorio valenciano y El Carche en Murcia. // Palabra de valenciano, palabra de honor. // Natural o propio de la ciudad venezolana de Valencia o de otras ciudades homónimas del mundo. // Para los habitantes de la Plana de Castellón y del Maestrazgo, viento proveniente del sureste.

Por su parte, según el diccionario normativo valenciano de la AVL, el valenciano es:

2. m. LING. Lengua hablada en la Comunidad Valenciana, así como en Cataluña, las Islas Baleares, el departamento francés de los Pirineos Orientales, el Principado de Andorra, la franja oriental de Aragón y la ciudad sarda del Alguer, lugares donde recibe el nombre de catalán.
3. m. LING. Variedad de esta lengua hablada en la Comunidad Valenciana. Valenciano septentrional, valenciano central, valenciano meridional.

La ortografía adoptada por la AVL parte de las Normes de Castelló suscritas en 1932, también adoptadas por el Instituto de Estudios Catalanes. No obstante, a pesar de reconocer mutuamente la unidad lingüística, existe un pequeño matiz de diferencia entre ambas instituciones académicas: mientras que el IEC lo denomina lengua catalana, en la AVL se promueve la denominación de sistema lingüístico valenciano-catalán.

El 51.9% considera al valenciano una lengua diferente según el último estudio del CIS.[4]

Referencias

Véase también

Enlaces externos