Cine de América Latina

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Se denomina cine latinoamericano al conjunto de producciones cinematográficas de los artistas, productores y técnicos de América Latina

El cine nace con un proceso de expansión de la industria y la tecnología y con un apoyo principalmente del poder económico y político se comienza a instalar sobre la mayor parte del mundo. Poco a poco va creciendo una poderosa industria cultural y comunicacional que sirvió para alimentar la actividad cinematográfica y para transnacionalizar modelos de producción y de uso que fueron rápidamente aplicados sobre Latinoamérica, según dice Octavio Getino.[1]

Lumiere, con su invento de la cámara cinematográfica recorrió el continente europeo y apenas seis meses después se lanzaba a la conquista de Latinoamérica. Durante 1897, son varios los países del continente que ven nacer sus primeras cintas, y otros las verán antes que se acabe el siglo. El cine latinoamericano de los inicios ha desaparecido en su mayoría, ha sido muy poco lo que se ha podido conservar. La mayor parte de las cintas encontradas datan de la etapa silente que llega más o menos hasta comienzos de los años treinta.

El cine sonoro en América Latina

La aparición del cine sonoro es un suceso contundente para el cine y tuvo consecuencias notables en la producción latinoamericana, ya que la infraestructura técnica era bastante compleja y sofisticada y los precios no eran muy fáciles de costear por muchos pueblos latinos. Esto hizo que el cine pueblerino prácticamente desapareciera, para concentrarse exclusivamente en las capitales. “Buena parte de los países pequeños vieron frustradas sus posibilidades de tener algún día una industria cinematográfica. El fracaso del cine hispano y la instauración de los subtítulos como forma más viable y aceptada de traducción, creo un terreno propicio que aprovecharon las grandes industrias del continente: México, Brasil y Argentina para desarrollar importantes industrias fílmicas que, en un nivel más modesto, intentaron adaptar a la realidad latinoamericana los sistemas hollywoodenses, lanzando sus propios géneros y estrellas.”[2]

Actualmente existen festivales y entidades dedicadas especialmente a la promoción del cine latinoamericano, como el Festival de Cine Latinoamericano de Toulouse, Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana o la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano, con los antecedentes históricos de los festivales de Pesaro y sobre todo del Festival de Cine de Viña del Mar en 1967 y 1969.

Panorama

El cine de país

El cine latinoamericano se genera con una dependencia económica y cultural que como problema viene a suponer para la industria y que le impedirá su surgimiento y producción nacional. “Con mayor claridad que en otro cine, el desarrollo de la industria y el arte cinematográfico se marca paralelo al desarrollo capitalista."[3]

El mercado de cine latino no ha sido el mejor, pues la mayor parte de su producción ha dependido de la capacidad económica de cada país y del tamaño de sus mercados internos. Desde el origen del cine sonoro en 1930, hasta 1996, el 89% de la producción total cinematográfica se concentró solo en tres países: Argentina, Brasil y México. México en 1971 fue el primer país en América Latina en ganar dos Óscares con el documental Centinelas del silencio,[4]​ por su parte la Argentina es el único país ganador de dos Óscares en la sección de mejor película extranjera, con sus películas "La historia oficial" (1985) y "El secreto de sus ojos".

Hasta mediados del siglo XX, el cine mexicano y en menor medida el argentino, tuvieron una considerable presencia latinoamericana, con exponentes como Cantinflas o Libertad Lamarque. Pero a partir de la década del 60 la presencia internacional del cine mexicano y argentino desapareció.

En esa década surge la noción de "cine latinoamericano" como una manifestación artística emparentada, no tanto por el idioma (porque el papel de Brasil es muy importante) como por temáticas y propuestas estéticas emparentadas, así como por la perspectiva de construir un mercado de cine latinoamericano, integrado por espectadores con la necesidad de verse a sí mismos. Aunque estos tres países han sido las más grades potencias dentro del cine latinoamericano también otros países dejan sus huellas dentro de la la industria.

ARGENTINA: En Buenos Aires el cine gozaría de prosperidad en sus comienzos y se mantendría en los años treinta en buena parte debido a que se retrataría con espontaneidad y frescura sus barrios y sus gentes. Con la llegada del cine sonoro, que había herido de muerte a la mayor parte de las de por sí películas latinoamericanas, la incipiente industria Argentina se convirtió, con más de treinta estudios y casi cuatro mil técnicos y actores, en el más importante centro de producción de la lengua castellana (50 films en 1939). Los efectos de la segunda Guerra Mundial paralizaron poco después la actividad de sus estudios cinematográficos en beneficio de México. Con el tiempo la industria de cine argentino fue creciendo hasta el día de hoy, siendo una de las más grandes de América Latina, único país ganador de dos Premios Oscars.

BOLIVIA: Se inicia a inicios de la segunda década del siglo XX. El cine de Jorge Sanjinés se constituiría en uno de los referentes del cine boliviano y latinoamericano.

BRASIL: Brasil había empezado de manera muy dispersa en 1900, con diversos centros de producción no sólo en Rio, sino en Recife, Sao Paulo y Bello Oriente. El cine brasileño conoció un interesante surgimiento entre 1925-1935 con la fundación de su primer cine-club y la revista Cine arte que dirigía y apadrinaba Pedro Lima. Con la llegada del cine sonoro vendría el bache, diez films por año y 90 porciento de programa americano. En 1942 solo se produce un film.

CHILE: Tuvo su época de mayor fertilidad con el cine silente y parece que se realizaron 80 films largometrajes entre 1916 y 1931 de los que sólo quedan el recuerdo o las informaciones periodísticas. Después de una esporádica producción sonora que con la quiebra de la empresa nacional Chile Films desaparecería prácticamente hasta avanzados los años 60. Chile tenia en 1954, 400 salas para 6 millones de habitantes que iban al cine 4-5 veces al año.

COLOMBIA: La cinematografía muda en Colombia abarca de 1922 a 1928 no más de 12 largometrajes, influidos por compañías teatrales españolas de pésimo gusto, según el historiador George Sadoul. Con el presidente Alfonso López (1934-1936), se promulgó una ley de protección al cine nacional, aunque debió derogarla inmediatamente a petición del entonces embajador de Estados Unidos. Cuatro habitantes por año iban al cine en 1957, las salas se triplicaron durante los años 50.

CUBA: El cine de Cuba fue orientado hasta entrado los años veinte a una producción cinematográfica de contenido social, aunque melodramas sentimentales y comedias de negritos y gallegos constituyeron la mayor parte de industria hasta la Revolución de 1959.

ECUADOR: Aunque su primera película hablada “Se conocieron en Guayaquil” (1950) tuvo un gran éxito comercial y se produjeran una o dos películas durante esos primeros años, el cine padecerá de una penosa y secular sequía.

MÉXICO: Tras una prospera época de cine mudo, la producción cinematográfica mexicana bajó a cero después de 1925, victima de la voracidad de Hollywood. El periodo 1933-1945 fue la edad de oro de su cinematografía. El presidente Lázaro Cárdenas favorecedor de la mexicanidad, abrió su cine a otros mercados de lengua castellana. María Félix, Mario Moreno “Cantinflas” tan popular como Chaplin, y el propio público que le otorgo sus favores, permitieron su expansión a otras fronteras. La producción cinematográfica mexicana que en 1940 era de 27 películas para 900 cines y 66 millones de espectadores, pasó a ser en 1950 de 121 películas con 2,500 sales y un total de 162 millones de entradas.

PERÚ: En 1954 tenia 243 cines para 9 millones de habitantes. Quizás sea el país americano donde la cultura nativa ha sobrevivido (por no decir continuado o incluso expandido) más directamente en la vida corriente y en el arte popular, dando lugar a los años 60 a la aparición de un cine que intentaría recuperar la cultura inca, a partir de los trabajos indigenistas de Manuel Chambi.

PUERTO RICO: A partir de los años 50 una importante escuela documentalista aparece de la mano del realizador neoyorquino Willard van Dyke, aunque destinaría gran parte de su producción comercial a los portorriqueños de Estados Unidos.[5]

URUGUAY: Con 3.600.000 habitantes, las peliculas uruguayas tienen numerosos adeptos y Uruguay puede permitirse una producción regular. El festival de Punta del Este en Maldonado será una de los mejores escaparates del cine documental y experimental que surja en Latinoamérica en la segunda mitad del siglo XX. Allí se exhibirán las películas censuradas o directamente prohibidas por sus vecinos argentinos, brasileños o chilenos, actualmente el cine uruguayo "goza de muy buena salud" y logro encontrar en el genero de terror una produccion que lo distingue por su alta calidad, directores como Federico Alvarez, Gustavo Hernandez y Ricardo Islas son reconocidos dentro y fuera de las fronteras del pais rioplatense.

VENEZUELA: Este país no comenzaría su producción hasta la llegada del cine sonoro, con la creación de una producción fundada por el escritor Rómulo Gallegos, y produciría uno o dos films por año entre 1939 y 1944. Inicia su consolidación a partir de los años 50, como consecuencia de la concentración del sector de la exhibición y de cierto apoyo gubernamental, que no obstante soportaría una apabullante influencia de su vecino americano del Norte.

El Nuevo Cine Latinoamericano

En los años sesenta nace un fenómeno de cine llamado: el nuevo cine latinoamericano. Este fenómeno esta influido principalmente por el neorrealismo italiano y otros movimientos de cine social. Su función era ir en contra de los modelos estadounidenses y a favor de la conflictiva realidad. Era la esperanza y la nueva posibilidad de restablecer una cinematografía a nivel continental, un nuevo cine.[6]

El inicio se produjo con el Festival del Cine Latinoamericano de Pesaro en la década del 60, pero el momento clave fue el Encuentro de Cine Latinoamericano de 1967, que tuvo su motor en el chileno Aldo Francia, del Cine Club de Viña del Mar, el cubano Alfredo Guevara, del Instituto Cubano de Arte e lndustria Cinematográfico (ICAIC) y el argentino Edgardo Pallero. Fue la primera vez que se reunieron hombres y mujeres de cine de todos los países latinoamericanos.

Para fines de la década del 60 había aparecido toda una camada de realizadores latinoamericanos de importancia, como los brasileños Glauber Rocha y Nelson Pereira dos Santos, los argentinos Fernando Birri, Fernando Solanas y Leonardo Favio, los cubanos Tomás Gutiérrez Alea y Santiago Álvarez, y los chilenos Raúl Ruiz, Miguel Littín y Lautaro Murúa. Todos agrupados dentro del movimiento del Nuevo Cine.

En la década del 70 la mayoría de los países latinoamericanos sufrieron la imposición censuras, golpes de estados y sangrientas dictaduras militares que virtualmente paralizaron la producción cinematográfica y obligaron al exilio a centenares de artistas. El caso más extremo es el de Chile, que durante la larga dictadura de Pinochet (1973-1989) casi no tuvo producción de cine de relieve, mientras que los cineastas chilenos en el exilio produjeron 178 películas. Por ejemplo el cienasta Miguel Littín dirigió dos películas en los años 80s en Nicaragua cuando ese país estuvo bajo el gobierno de los Sandinistas (1979-1990). La primera película de Littín en Nicaragua fue "Alsino y el cóndor" (1982) nominada para los premios Oscar en 1983 y protagonizada por el actor norteamericano Dean Stockwell. La segunda película en Nicaragua fue la épica historia "Sandino" (1989).

Por otra parte, la llegada de los setenta marcan la llegada a Hollywood de una generación de jóvenes cineastas-ejecutivos, entre los que se encuentra Steven Spielberg y George Lucas, que con películas de enorme presupuesto, deslumbrantes efectos especiales y entretenimiento superficial, conquistaron a un público que encontraba en estas películas no realistas una salida a las presiones reales.[7]

El Nuevo Cine Latinoamericano se diferenció notablemente del cine "nacional" de los años 1930-1960, por orientarse mucho más hacia el "cine de autor" y relativamente alejado de los mecanismos comerciales relacionados con los sistema de "farándula".

Argentina, Brasil y México, lideran la producción cinematográfica, con el ingreso de una considerable cinematografía de Cuba, Colombia, Chile, Bolivia, Perú y Venezuela.

En 2008 en la ciudad de Monterrey, N.L. (Al Noreste) México da inicio el Festival Ternium de Cine Latinoamericano como una ventana para ver lo mejor de la nueva producción cinematográfica latinoamericana y según reporta el comentarista cinematográfico Andrés Bermea, para este 2011 en su 4ª edición ya está consolidado como uno de los más importantes, tanto por su organización, programación y asistencia de público.

Nuevas tecnologías

Las nuevas tecnologías han comenzado a modificar todo lo concerniente a los medios audiovisuales, impactando también el cine tradicional. Estas tecnologías impactan la economía, la industria y el comercio cinematográfico, y hace un avance de teorías y principios que antes parecían inalcanzables. En la actualidad, en casi todos los países de América Latina, la cinematografía y los programas de televisión proceden de los Estados Unidos. “Aunque la importancia principal de los medios de comunicación radica precisamente en lo que se comunica directamente (aspecto ideológico/cultural), no debería subestimarse su basamento tecnológico (aspecto industrial/comercial), en la medida que éste condiciona o determina las posibilidades, alcances y efectos de lo que se comunica.[8]

Festivales y premios de cine latinoamericano

Los festivales y premiaciones de cine que se realizan en América Latina son los siguientes:

Véase también

Fuentes

Enlaces externos

Referencias

  1. Getino, Octavio (1986). Cine y nuevas tecnologías audiovisuales. Cine latinoamericano, economía y nuevas tecnologías. Argentina: Editorial Legasa S. A
  2. Carro, Nelson. (1997). Un siglo de cine en América Latina. Política y Cultura, primavera, pp. 241-246
  3. Pardo, Juan Manuel (1996). Un siglo de cine en America Latina. Travesias:Politica, cultura y sociedad en Iberoamerica, pp. 341-349
  4. oscars.org. «The 44th Academy Awards (1972) Nominees and Winners» (en inglés). Consultado el 27 de abril de 2014. 
  5. Pardo, Juan Manuel (1996). Un siglo de cine en America Latina. Travesias:Politica, cultura y sociedad en Iberoamerica, pp. 341-349
  6. Carro, Nelson. (1997). Un siglo de cine en América Latina. Política y Cultura, primavera, pp. 241-246
  7. Carro, Nelson. (1997). Un siglo de cine en América Latina. Política y Cultura, primavera, pp. 241-246
  8. Getino, Octavio (1986). Cine y nuevas tecnologías audiovisuales. Cine latinoamericano, economía y nuevas tecnologías. Argentina: Editorial Legasa S. A