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Diferencia entre revisiones de «Principado de Cataluña»

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En enero de 1701, [[Felipe V de España|Felipe de Borbón]], [[duque de Anjou]] y nieto del rey [[Luis XIV de Francia]], un mes antes de llegar a Madrid para ocupar el trono como [[Felipe V de España]], anunció la celebración de las [[Cortes de Barcelona (1701)|Cortes de Cataluña]], tras la jura de las [[Constituciones catalanas]], ya que por consejo de su abuelo [[Luis XIV de Francia]], eso le aseguraría la tranquilidad necesaria para asentarse en el trono.<ref name=alba7778>{{cita libro |apellido=Albareda Salvadó |título=La Guerra de Sucesión de España (1700-1714) |nombre=Joaquim |año=2010 |páginas=77-78}}</ref>
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El 16 de enero de 1716, al promulgarse el [[Decreto de Nueva Planta]], el Principado de Cataluña deja de existir como estado del «[[monarquía compuesta|Estado compuesto]]» de la [[monarquía hispánica]].
El 16 de enero de 1716, al promulgarse el [[Decreto de Nueva Planta]], el Principado de Cataluña deja de existir como estado del «[[monarquía compuesta|Estado compuesto]]» de la [[monarquía hispánica]], aunque siguió empleándose la denominación de principado para la región.


== Uso histórico del término ==
== Uso histórico del término ==

Revisión del 00:05 11 abr 2017

Cataloniae principatus novissima et accurata descriptio. Mapa publicado en 1608 en Amberes por J.B. Vrients.
Portada de las Usatges de Barcelona.

El Principado de Cataluña, versión en catalán: Principat de Catalunya, o traducción en latín, Cataloniae Principatus (Soberanía de Cataluña) es un nombre histórico y tradicional indirectamente expuesto en los Usatges de Barcelona desde 1064; que se refiere a la actual comunidad autónoma española de Cataluña, así como a la entidad política que existió durante gran parte de la Edad Media y de la Edad Moderna en este territorio, y en la mayor parte del actual departamento francés de los Pirineos Orientales.

En el Usatge 65 de las Cortes de Barcelona de 1064, en tiempos del conde Ramón Berenguer I, ya se le denomina principatus (soberanía, gobierno, autoridad) al conjunto formado por los condados de Barcelona, Gerona y Osona.

En 1058, el conde Ramón Berenguer I es mencionado como soberano de Barcelona, conde de Gerona y marqués de Osona (princeps Barchinonensis, comes Gerundensis, marchio Ausonensis) en las Actas de consagración de la catedral de Barcelona.

Entre 1117 y 1125, un pisano anónimo relata en una epopeya en latín medieval, titulada «Liber maiolichinus[1]​ de gestis pisanorum illustribus» («Libro mallorquín de los hechos ilustres de los pisanos»), la historia de una expedición cruzada liderada por la república de Pisa hacia las islas Baleares entre 1113 y 1115, y describe los motivos de los cruzados pisanos y catalanes, sus deseos de liberar a esclavos cristianos y vencer a corsarios musulmanes que, con base en las islas Baleares, sembraban el terror por todo el mar mediterráneo.[2]​ La obra contiene las referencias más tempranas sobre los términos catalanes (catalanenses) y Cataluña (Catalaunia), se describen a christicolas catalanensesque («cristianos i catalanes»), se indica un lugar de origen (la tierra de los catalanes), Ramón Berenguer III de Barcelona es llamado dux catalanensis («duque catalán») y rector catalanicus hostes («rector de los ejércitos catalanes»), siendo alabado como catalanicus heros («héroes catalanes»), junto a Hugo II de Ampurias comes Ampurie («conde de Ampurias»).

En 1131, Ramón Berenguer IV es intitulado conde de Barcelona, Gerona, Osona y Cerdaña, y en 1137 es intitulado princeps del Reino de Aragón, Sobrarbe y Ribagorza[3]​ (que en la época significa primus inter pares).

Bajo el reinado de Pedro III de Aragón (1276-1285), las Cortes Catalanas tomaron forma institucional. En las Cortes de Barcelona en 1283, el rey se obliga a celebrar Corte General, una vez al año, con la participación representativa de la época, para tratar del buen estado y la reforma de la tierra. El propio rey establecía:

"si nosotros y nuestros sucesores queremos hacer una constitución o estatuto en Cataluña, los someteremos a la aprobación y al consentimiento de los prelados, barones, caballeros y de los ciudadanos...".

La palabra en latín principatus (soberanía), se trata de un término jurídico que se utiliza más frecuentemente desde el siglo XIV para nombrar al territorio bajo jurisdicción de las Cortes Catalanas,[4]​ cuyo soberano (en latín, princeps) era el soberano de la Corona de Aragón, sin que el territorio sea formalmente un reino, tampoco era un condado, ya que el condado de Barcelona no abarcó todo el Principado de Cataluña (historiográficamente también se usa la expresión "condados catalanes"). A pesar de ello, los Usatges hacen coincidir el título de Princeps (soberano) con el título de Conde de Barcelona.

Debe destacarse que a menudo se ha utilizado el título nobiliario de Príncipe por el heredero de la corona. En el caso de la Corona de Aragón, el heredero ostentaba el título de Duque de Gerona, más tarde cambiado a Príncipe de Gerona. No se debe confundir, por tanto, el nombre de la entidad política llamada Principado de Cataluña, con un título nobiliario.

En 1580, el rey Felipe II de España incorpora el reino de Portugal a la Monarquía Hispánica, y la península ibérica, Hispania o España —en el sentido geográfico que tenía este término entonces— queda bajo la soberanía de un único monarca. Como advirtió Francisco de Quevedo en España defendida, obra publicada en 1609, «propiamente España se compone de tres coronas: de Castilla, Aragón y Portugal».[5]​ En cuanto a su estructura interna la Monarquía Hispánica era una monarquía compuesta donde los "Reinos, Estados y Señoríos" que la integraban estaban unidos según la fórmula aeque principaliter, "bajo la cual los reinos constituyentes continuaban después de su unión siendo tratados como entidades distintas, de modo que conservaban sus propias leyes, fueros y privilegios. «Los reinos se han de regir, y gobernar —escribe Juan de Solórzano Pereira—, como si el rey que los tiene juntos, lo fuera solamente de cada uno de ellos» [...] En todos estos territorios se esperaba que el rey, y de hecho se le imponía como obligación, mantuviese el estatus e identidad distintivos de cada uno de ellos".[6]​ El rey católico no tenía los mismos poderes en sus Estados.

En 1626, el Conde-Duque de Olivares, valido del rey Felipe IV de España, propone el proyecto de Unión de Armas de los reinos peninsulares, donde a cada territorio de la Corona se le exige que colaborase con una cantidad de soldados proporcional a su población, pero las Cortes de Cataluña se niegan. El Conde-Duque de Olivares suspende las Cortes y comienza un conflicto con el Principado de Cataluña.

En 1640 ocurre la sublevación de Cataluña protagonizada por campesinos y segadors ('segadores') que se han rebelado debido a los abusos cometidos por el ejército real —compuesto por mercenarios de diversas procedencias— desplegado en el Principado de Cataluña, durante la guerra de España frente a la Monarquía de Francia, enmarcada dentro de la Guerra de los Treinta Años (1618-1648).

El 16 de enero de 1641, la Junta General de Brazos de Cataluña (Las Cortes sin el rey) acepta la propuesta de Pau Claris, presidente de la Diputación del General de Cataluña, de poner a Cataluña bajo protección del rey Luis XIII de Francia en un gobierno republicano, y el Consejo de Ciento lo hace al día siguiente. La república Catalana fue una solución transitoria para forzar un acuerdo con el gobierno de Madrid ante la amenaza de intervención francesa. Sin embargo, Du Plessis Besaçon, enviado plenipotenciario del rey de Francia, logra influir en las autoridades catalanas en el sentido de que la implicación e intervención francesa solo podía realzarse si era reconocido como soberano. Así pues, el 23 de enero de 1641, Pau Claris transmite esta proposición a la Junta de Brazos, que fue aceptada, y el Consejo de Ciento lo hizo al día siguiente, por lo que el rey de Francia pasó a ser el nuevo conde de Barcelona. Tanto la Junta de Brazos, como el Consejo de Ciento acordaron establecer una Junta de Guerra, que no fuera responsable ante ambos organismos y presidida por el conseller en cap Joan Pere Fontanella.[7][8][9]​ Días después, el 26 de enero de 1461, un ejército franco-catalán derrota al ejército español en la batalla de Montjuic.

En 1643, el ejército del rey Luis XIII de Francia conquista el Rosellón, Monzón y Lérida. Un año después el rey Felipe IV de España recupera Monzón y Lérida, donde el rey jura obediencia a las leyes catalanas. En 1648, con el Tratado de Westfalia y la retirada de la guerra de los aliados de Francia (los Países Bajos), comienzan a perder interés por Cataluña. Conocedor del descontento de la población catalana por la ocupación francesa, el rey Felipe IV de España considera que es el momento de atacar y en 1651 un ejército dirigido por Juan José de Austria comienza un asedio a Barcelona. El ejército franco-catalán de Barcelona se rinde en 1652 y se reconoce al rey Felipe IV de España como soberano, y a Juan José de Austria como virrey en Cataluña, si bien Francia logra conservar el control del Rosellón. Por su parte, el rey Felipe IV de España firma obediencia a las leyes catalanas. Esto da paso a la firma del Tratado de los Pirineos en 1659.

En enero de 1701, Felipe de Borbón, duque de Anjou y nieto del rey Luis XIV de Francia, un mes antes de llegar a Madrid para ocupar el trono como Felipe V de España, anunció la celebración de las Cortes de Cataluña, tras la jura de las Constituciones catalanas, ya que por consejo de su abuelo Luis XIV de Francia, eso le aseguraría la tranquilidad necesaria para asentarse en el trono.[10]

El 16 de enero de 1716, al promulgarse el Decreto de Nueva Planta, el Principado de Cataluña deja de existir como estado del «Estado compuesto» de la monarquía hispánica, aunque siguió empleándose la denominación de principado para la región.

Uso histórico del término

La primera referencia explícita al Principatus Cathaloniae se encuentra en la convocatoria de las Cortes de Perpiñán, de 1350, presididas por el rey Pedro IV el Ceremonioso.

No obstante, existen precedentes en el uso del término princeps para hacer referencia al conde de Barcelona. Así, en el Usatge 65 de las Cortes barcelonesas de 1064, en tiempos del conde Ramón Berenguer I, ya se denomina principatus al conjunto formado por los condados de Barcelona, Gerona y Osona.[11]

Al mismo Ramón Berenguer I se le llama príncipe de Barcelona, conde de Gerona y marqués de Osona (princeps Barchinonensis, comes Gerundensis, marchio Ausonensis) en las Actas de consagración de la catedral de Barcelona, en 1058.[12]

Delimitación del Principado

La primera fijación de límites entre los dos territorios integrantes de la Corona de Aragón se produce en 1214: al tratar de declararse una tregua general en toda Cataluña se considera que ésta llega hasta el río Cinca, si bien dicha frontera sufrirá varias modificaciones a lo largo de ese mismo siglo.[13]

Un término utilizado, tanto en una disposición de Jaime I[14]​ de 1244 como en las Cortes de Barcelona de 1283, es el de Cathalonia universa para referirse al conjunto del territorio. El término se institucionalizó en los gobiernos locales de Ibiza, Mallorca y Perpiñán.

En 1325 se incorpora el condado de Ampurias.

En 1411 se une el Valle de Arán al Principado.[15]

En 1413 se incorpora el condado de Urgel.

En 1491 se incorpora el condado de Pallars Sobirà.

Uso del término en época moderna

Moneda acuñada en Barcelona en 1837, durante el reinado de Isabel II, con la leyenda "Principado de Cataluña" en el reverso.

El nombre de Principado se siguió utilizando en los Decretos de Nueva Planta de la administración borbónica y estuvo plenamente vigente hasta el siglo XIX. Sin embargo, en el Real Decreto de 30 de noviembre de 1833 por el que se establece la división provincial de España de Javier de Burgos, el único principado que se menciona es el de Asturias, mencionándose a Cataluña simplemente así.

Los movimientos republicanos prefirieron abandonar el nombre Principado, pero, en cambio, los movimientos pancatalanistas prefirieron mantenerlo para referirse a la Cataluña estricta, diferenciada de los Países Catalanes.

Hoy en día, pese a que el término Principado no está recogido en el Estatuto de Cataluña, es una denominación tradicional.[16]

Referencias

  1. En otra ortografía maiorichinus.
  2. Se han hipotetizado como autores Laurentius Veronensis y Enrique de Pisa, cf. John B. Dillon (2004), Medieval Italy: An Encyclopedia, Christopher Kleinhenz, ed. (New Jersey: Routledge), 610.
  3. Iglesias Costa, Manuel (2001). Instituto de Estudios Altoaragoneses, ed. «Historia del condado de Ribagorza» (pdf). Huesca. p. 215. ISBN 84-8127-121-7. Archivado desde el original el 25 de noviembre de 2015. Consultado el 24 de septiembre de 2011. «Ramón Berenguer IV se tituló siempre conde de Barcelona y príncipe de Aragón, Sobrarbe y Ribagorza, o de Aragón a secas.» 
  4. http://web.archive.org/web/http://www.mcu.es/archivos/lhe/Consultas/imagen.jsp?cod=024261 Cortes de Barcelona, de 1454 que establecen la festividad de San Jorge en el Principado.
  5. Pérez, 1980, pp. 230-231.
  6. Elliott, 2009, pp. 34-35.
  7. [1]
  8. [2]
  9. [3]
  10. Albareda Salvadó, Joaquim (2010). La Guerra de Sucesión de España (1700-1714). pp. 77-78. 
  11. Fita Colomé, Fidel, El principado de Cataluña. Razón de este nombre., Boletín de la Real Academia de la Historia, tomo 40 (1902), pág. 261.
  12. Fita Colomé, Íbid., pág. 263.
  13. Gran Enciclopedia Aragonesa (ed.). «Corona de Aragón». Consultado el 29 de enero de 2009. 
  14. Véase texto latino en Joaquim Miret, Itinerari de Jaume I el Conqueridor, Ed. facsímil del Institut d'Estudis Catalans, 2007, pág. 166.
  15. Conselh Generau d'Aran, Notes sobre l'encaix territorial de la Vall d'Aran, febrero 2010.
  16. "Modernamente, existe la tendencia de incluir en esta denominación el conjunto integrado por las comarcas de habla catalana bajo administración francesa (Cataluña del Norte), las incluidas bajo la administración aragonesa (Franja de Poniente), Andorra y las comarcas de Cataluña. No obstante, a menudo también es utilizado como sinónimo de Cataluña", en l'Enciclopèdia: Principat de Catalunya.

Véase también

Bibliografía