Usuario:Marcia Torres V/prueba2

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Socialización Diferencial[editar]

La Socialización diferencial es un proceso de aprendizaje que se inicia con el nacimiento, por medio del cual el ser humano a lo largo de su vida por mediante de la interacción con otras personas aprende los elementos socioculturales de su ambiente (valores, actitudes, expectativas y comportamientos característicos de la sociedad en la que han nacido y se desenvuelven), adquiriendo identidades de género que se incorporan a su individualidad y subjetividad.[1]

Es el proceso de incorporación del individuo en la sociedad y que va determinando el lugar que ocupará en ella. De esta forma, el conocimiento de la sociedad está orientado por prejuicios, por intereses propios, por sesgos particulares, por el propio punto de vista, en resumen por la posición del individuo en el mundo social. En las sociedades occidentales el género ha estado ligado al sexo y la diferencia de sexo se ha concebido como fundadora de la identidad personal, del orden social y del orden simbólico, constituyendo la representación binaria de los sexos, la adopción de papeles de género constituye una parte importante en la comprensión de la sociedad. De esta manera, por medio de la socialización diferencial las personas van adquiriendo identidades diferenciales de género a partir de los agentes socializadores que son muy diversos, entre otros, el sistema educativo, la familia, los medios de comunicación, el uso del lenguaje y la religión, lo que conlleva estilos cognitivos, actitudinales y conductuales, códigos axiológicos y morales y normas estereotípicas de la conducta asignada a cada género. Los agentes socializadores tienden a asociar tradicionalmente a la masculinidad con la vida social pública, como el trabajo remunerado o la política, mientras que la feminidad se asocia a aspectos de la vida privada y la subordinación al varón, pasividad o dependencia. Una de las claves de la socialización diferencial es la congruencia que existe en el mensaje de los diferentes agentes socializadores, éste mensaje es interiorizado por cada persona y los hace suyos, por lo que termina pensando y actuando en consecuencia, llevando a que hombres y  mujeres  se comporten diferentes y se desarrollen en ámbitos distintos. De este modo son éstas mismas diferencias que conducen a reafirmar la creencia de que hombre y mujeres son diferentes contribuyendo a la necesidad de seguir socializándose de manera distinta, en decir la socialización diferencial es un proceso que se justifica a sí mismo. Por lo tanto, son las normas de género y estereotipos que diferencian a los hombres de las mujeres, a las niñas de los niños y van transmitiendo un mensaje androcéntrico a veces de forma explícita otras implícita o sutil.  [1][2][3][4]

Sistema educativo como agente socializador diferencial.                                                                                                    [editar]

Dentro del sistema educativo mujeres y hombres reciben una socialización distinta, en el entorno escolar los niños reciben más atención por parte de los profesores, algunos atribuyen que una de las posibles explicaciones a esta diferencia de trato dentro del aula podría radicar en que los docentes se adaptan al propio comportamiento de los alumnos y alumnas, ya que según algunos estudios los niños varían más su comportamiento por lo que requerirían más atención. También se ha demostrado que la atención es mayor con los niños y con los más avanzdos del grupo en el trabajo escolar. Por otra parte, las niñas se educan con contenidos, textos e imágenes en las que no están presentes las mujeres (carencia de modelos o referentes femeninos), se excluye a las mujeres de las expectativas de liderazgo, influencia y competitividad por medio de los juegos, de esta forma, los juegos de las niñas están más orientados al cuidado (cocinas, muñecas, cuerda), mientras que los niños son educados para sobresalir, competir y desarrollar estrategias para sobresalir en el circuito de las jerarquías. En el ámbito de la educación, la legislación española en Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres, en el título II capítulo II establece un marco normativo en la educación para la igualdad de mujeres y hombres, integración del principio de igualdad en la política de educación y la igualdad en el ámbito de la educación supeior.[1][5]

La familia como agente socializador diferencial.[editar]

La familia es el primer transmisor de pautas culturales, es fundamental en funciones formativas primarias como la educación de los sentimientos, actitudes y valores. Las influencias familiares son las que primero ocurren, son también las más persistentes, están dotadas de una especial intensidad y gran capacidad configuradora de las posteriores relaciones fuera de la familia. Si bien los modelos de familia han ido cambiando a lo largo de la historia, la familia tradicional o nuclear constituye un modelo de producción y reproducción, que cumple una función biológica (reproductora), función social (socialización) y función emocional. En la socialización diferencial dentro de la familia se representan roles de género que son un amplio conjunto de conductas y actitudes, que según el contexto cultural e histórico delimitan la masculinidad y feminidad, llevan a percibir a los hombres como fuente de acción y a las mujeres como fuente de reacción siendo menos egoístas, más preocupadas de los demás y de los cuidados, constituyendo de esta forma rasgos de personalidad según los roles sociales de la estructura familiar.[1][4]

 Medios de comunicación como agentes de socialización difrencial.[editar]

Los medios de comunicación transmiten valores, ideales y modelos a seguir de hombres y mujeres, que pueden incluir contenidos sexistas, siendo parte así del proceso de socialización diferencial. Uno de los más importantes medios de comunicación es la televisión ya que forma parte de la vida cotidiana de las personas. Los niños y niñas han demostrado tener una gran habilidad para atender, entender y adaptarse al medio audiovisual. La televisión ha influido en el desarrollo social y personal de las generaciones que han crecido con ella, generando procesos de empatía que pueden llevar a identificaciones o rechazos. En el ámbito de la política, la aparición de las mujeres en los medios de comunicación es inferior a su presencia real en instituciones, con lo que en ocaciones los medios invisibilizan la participación existente. Cualitativamente existen estereotipos femeninos que relacionan a las mujeres con menor asertividad  o fuerza al contrario de lo que ocurre con sus pares masculinos. Además los nombres propios de las mujeres, cuando son fuente de noticia, aparecen menos que los de los hombres.  En este sentido, la legislación española en Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres, en su título III establece un marco normativo para la igualdad en los medios de comunicación social de titularidad pública, con la intención de velar por la transmisión de una imagen igualitaria, plural y no estereotipada de mujeres y hombres en la sociedad, y promover el conocimiento y la difusión del principio de igualdad entre hombre y mujeres.  [1][4][5]

El lenguaje como agente socializador diferencial.[editar]

El lenguaje es el medio de comunicación por excelencia, es el principal instrumento por medio del cual se transmite el conocimiento y se va representando el mundo en el que vivimos, la lengua es una herramienta que nos enseña a pensar y nos permite relacionarnos. Algunos sostienen que el lenguaje en relación a hombres y mujeres identifica lo que es masculino y lo que es femenino, va delimitando lo que se nombra o lo que no se nombra, lo que está permitido y lo que está prohibido, por lo que el lenguaje no sería neutral sino que estaría lleno de intenciones y matices. Dentro del ámbito de las relaciones el lenguaje forma parte de un sistema de reglas no escrito que actúa discriminando a la mujer. Otros estiman que la lengua de por sí sola no es sexista, parten de la base de que la lengua no discrimina, es funcional y adaptable a lo que se quiere decir, por tanto es sexista la mente o la ideología de quien emite un mensaje en este sentido. La lengua sería la herramienta que puede articular un discurso sexista. El androcentrismo se puede hacer presente en algunos discursos o frases no nombrando a las mujeres o dejándolas en el anonimato, pero la lengua tiene mecanismos y expresiones para visibilizar y no excluir a nadie. En otras ocasiones, más que invisibilizar a las mujeres en el discurso, se les nombra para evidenciar sus excesos, carencias, defectos o su relativa importancia.  [5][6]


Referencias[editar]

  1. a b c d e Félix., López, (2013). Desarrollo afectivo y social.. Larousse - Ediciones Pirámide. ISBN 9788436828733. OCLC 957124824. Consultado el 22 de febrero de 2019. 
  2. María., Jayme, (1996). Psicología diferencial del sexo y el género : fundamentos. Icaria. ISBN 8474262682. OCLC 34840878. Consultado el 22 de febrero de 2019. 
  3. 1964-, Laufer, Laurie,; 1958-, Rochefort, Florence, (2016). ¿Qué es el género? (1ª ed edición). Icaria. ISBN 9788498887280. OCLC 962130756. Consultado el 22 de febrero de 2019. 
  4. a b c Esperança., Bosch Fiol,; Aina., Alzamora Mir, (2006). El laberinto patriarcal : reflexiones teórico-prácticas sobre la violencia contra las mujeres (1. ed edición). Anthropos. ISBN 9788476587980. OCLC 654926462. Consultado el 22 de febrero de 2019. 
  5. a b c Martínez Ten (2009). Guía de formación para la participación social y política de las mujeres. Instituto de la mujer de Extremadura. 
  6. «De la visibilidad de las mujeres en el lenguaje».