Usuario:Dcarolina.2000/Taller

De Wikipedia, la enciclopedia libre

Posmachismo[editar]

El posmachismo[1]​ es una reacción patriarcal a los avances de los derechos de las mujeres. Sostiene las posiciones machistas que han existido siempre, sin embargo, utiliza nuevos contenidos y discursos. De este modo, resulta menos evidente dado que genera razonamientos que pueden parecer sensatos, pero no se sostienen. Su objetivo es que se sigan las referencias tradicionales y, para ello, se pretende generar confusión para que la sociedad no se posicione en contra de la violencia de género y, de esta manera, no se actúe para combatirla.

Origen del término[editar]

El término posmachismo fue acuñado en una fase avanzada de la posmodernidad, cuando ésta rompe su planteamiento sobre la estética y pasa a ser un núcleo de reflexión filosófica y del saber. Hay elementos comunes que dan significado y coherencia a su aparición, entre los que destacan el hecho de que su nacimiento proviene de una crisis vivenciada como un fracaso y generadora de cierta decepción y desasosiego[2]​.

En el posmachismo, a diferencia de la posmodernidad, que parte del presente para cuestionar el pasado inmediatamente anterior, la crítica nace de la crisis del presente y cuestiona el futuro resultante de la consolidación del momento actual, para esto recurre a las referencias pasadas alrededor de los valores del patriarcado.

El posmachismo pasa a ser una percepción que principalmente comparten los hombres mostrando una actitud crítica frente al proceso evolutivo del feminismo y las reivindicaciones de las mujeres.  En sus planteamientos aparece revestido con una aparente neutralidad que busca conseguir adeptos que se unan a sus ideas, y así, facilitar una estructura coherente para dar significado a las diferentes acciones.

Al haber surgido en una fase adelantada de la posmodernidad, la reflexión general se encuentra muy limitada ante la vivencia de la crisis particular del género y la liberación de las mujeres de los vínculos históricos al rol femenino, circunstancia que contrastó más en ese ambiente posmoderno de cierto desencanto, y se produjo un estadillo del éxito de las reivindicaciones feministas. En estas circunstancias de una posmodernidad avanzada y que reconoce al feminismo y la vivencia de una crisis privada, se produjo la primera reacción desde las posiciones patriarcales en una visión centrada en el dominio y sometimiento de las mujeres mediante la violencia, aunque adaptada a las circunstancias del momento. Fue lo ha sido denominado como  “tardomachismo”, y vino caracterizado por los “micromachismos” como una manera de ejercer la violencia invisibilizada tras las conductas y actitudes aparentemente ajenas a ella.

La expansión del posmachismo pasa a ser parte de la reflexión analítica con el objetivo de intentar dar un significado a los acontecimientos y hacerlo de manera adecuada y de una forma armónica con los factores del momento histórico. De algún modo, tenía que revestirse de posmodernidad para después, una vez vencidas las dificultades, poder desarrollar su estrategia particular, que a diferencia a la posmodernidad no buscaba un futuro sobre la crítica del pasado, sino un refuerzo del pasado sobre la crítica del futuro que podría surgir de no actuar sobre el presente.

Los logros del feminismo unidos a la transformación social y al significado del momento desde un punto de vista diacrónico, presentaban el escenario como una serie amenaza que tenía ser abordada con nuevos planteamientos, posición que pudo germinar gracias al terreno fértil de la posmodernidad.

El relativismo que domina la posmodernidad es aprovechado para, al mismo tiempo que se habla de los problemas que afectan a las mujeres, compararse a ellas y presentarse como víctimas o hacer referencias a situaciones de discriminación o a las dificultades para ser padres. Esto es confundido con la igualdad como valor asentado en los Derechos Humanos, pues mientras estos son exigibles y universales, la matemática del igualitarismo siempre se puede controlar y dosificar sobre una posición de poder.

Elementos utilizados[editar]

Miguel Lorente, profesor de la Universidad de Granada y uno de los mayores expertos del posmachismo, establece que los elementos[3]​ que predominan en la estrategia posmachista son la neutralidad, el cientificismo, el interés común, el argumento del beneficio económico para quien defiende la igualdad, la idea de imposición y adoctrinamiento como para de una ideología excluyente, y el ataque personal y descrédito de quienes se posicionan en contra del posmachismo.

La neutralidad se centra en marcar distancias con las iniciativas que se proponen desde los movimientos a favor de la igualdad y el feminismo. El posmachismo afirma quienes lo defienden no desean beneficiar ni a hombres ni a mujeres, dicen que buscan lo mejor para todos, y de esta manera realizan una crítica directa a las medidas de igualdad dirigidas a las mujeres, como si ellas disfrutan de un privilegio por el hecho de ser mujeres, cuando en realidad las actuaciones están dirigidas a abordar las consecuencias sufridas por la desigualdad, ya sea en forma de violencia, discriminación, o cualquier otro tipo.

El cientificismo tiene como objetivo romper con la posición del femenino y de la igualdad. El posmachismo se centra en que la igualdad es un planteamiento ideológico, no una realidad, puesto que quienes lo defienden consideran que la realidad están en la desigualdad y en la distribución desigual de funciones entre hombres y mujeres. Para reforzar sus propuestas recurren al dato y para ello manipulan estudios y resultados de modo que resulten favorables a su posición ideológica.

El interés común parte del juego anterior y pretende reforzar la idea de que el posmachismo defiende la igualdad buscando lo mejor para toda la sociedad, para hombres, mujeres, niños y niñas, y reniegan de las medidas de igualdad, que en su opinión, solo se centran en las mujeres, e incluso, se dirigen contra los hombres.

El argumento del beneficio económico para quien defiende la igualdad. Se presenta como una manera de ganar dinero, quienes lo defienden hacen alusión a que las organizaciones afines o gente cercana ponen en marcha servicios para colocar a sus amigos y amigas cercas. Y todo ello en detrimento de otros recursos, programas o ayudas que sí son necesarias. El argumento económico se une a otros que facilitan la pasividad, cuando no el rechazo directo de las iniciativas a favor de la igualdad.

La idea de imposición y adoctrinamiento para conseguir impone una ideología y unos valores al resto de la sociedad. Las personas que defienden el posmachismo hablan de “ideología de género” y toman la palabra “género” como sinónimo de todo lo malo, dogmático y radical para plantearlo como una amenaza.

El descrédito y el ataque de las personas que se posicionan a favor de la igualdad. Desacreditar a una persona hace que ésta pierda su valor. Por ello, nunca faltan los insultos personal, la invención de historias profesionales y vitales paralelas o las referencias a la actuación por interés económico, con lo cual se busca el descrédito.

Tácticas[editar]

Las tácticas[4]​ que defiende el posmachismo son distintas. Miguel Lorente establece tres tácticas principales:

El victimismo. Presentación de la realidad como contraria a los hombres, y a estos como víctimas de los que llegan a considerar como una cultura en la que dominan las mujeres. Para ello, recurren a afirmaciones como que los hombres pagan con sus vidas la tranquilidad de las mujeres. No se cuestionan la desigualdad que afecta a las mujeres sino que adoptan una posición de víctima.

La incongruencia. Tratan de generar confusión basándose en argumentos poco consistentes. Las mujeres suelen ser presentadas como la esencia de la bondad en su papel de madres o esposas pero no dudan en realizar afirmaciones como que la mayoría de las denuncias que realizan las mujeres son falsas.

Utilización y usurpación de los argumentos que se dan para avanzar en igualdad y erradicar la violencia de género, en una especie de juego de "y tú más". Cada vez que se utiliza un dato o un argumento que defiende la igualdad, el posmachismo lo vuelve en contra. Por ejemplo, si se habla de violencia contra las mujeres, ellos hablan de violencia contra los hombres. Hasta tal punto de inventarse nuevas palabras como "el hembrismo" o "feminazi".

Críticas al término[editar]

Existen críticas al término posmachismo. En febrero de 2009, un juez en Sevilla declaró que el posmachismo no parte de una teoría alternativa para la nueva situación de igualdad, sino que ataca a la posición tradicional del hombre[5]​.

Véase también[editar]

Referencias[editar]

  1. YODONA (30 de enero de 2009). «Miguel Lorente Acosta: el posmachismo ya está aquí». El Mundo (España). Consultado el 12 de enero de 2018. 
  2. Lorente Acosta, Miguel (20 de enero de 2009). «La posmodernidad y la condición posmachista». Los nuevos hombres nuevos. 
  3. Miguel Lorente Acosta (22 de mayo de 2013). «El posmachismo (I)». El País. Consultado el 12 de enero de 2018. 
  4. Miguel Lorente (18 de enero de 2017). «El posmachismo y la igualdad 'punto cero'». Huffington Post. Consultado el 12 de enero de 2018. 
  5. Blanca Parrilla (30 de diciembre de 2009). «El posmachismo y la mentira». Paralelo36.andalucia. Consultado el 12 de enero de 2018. 

Enlaces externos[editar]