Manuel Ballarín y Lancuentra (Barbastro, 1863 - Campo, 23 de septiembre de 1915) fue un artista forjadormodernista y autor de forjados para las grandes obras de los arquitectos más prestigiosos de la época.[1][2]
Manuel Ballarín nació en la provincia de Huesca, probablemente en el Valle de Bardají o en Barbastro. En 1885 creó su taller de fundición y forja artística conocido como Can Ballarín. [3] Estaba situado en la calle Peu de la Creu de Barcelona y era lo más importante que existía en la ciudad en la época del cambio del XIX al xx, con más de veinte operarios, entre los que se contaban Francesc Pujols, embutidor; Josep Guardiola, forjador; Andreu Carbonell, ajustador y, [4] de forma circunstancial, un joven Joaquim Folch i Torres que en 1903, con diecisiete años, hizo de dibujante en Can Ballarín para ayudar a la familia tras la muerte de su padre. [5]
En 1898 empezó a fabricar cajas de caudales y básculas, una de las cuales se conserva en el museo de Historia de la Medicina en Barcelona. [8] Desde 1900, comienza a incorporar la producción mecanizada de piezas seriadas presentadas en un catálogo que podían combinarse entre ellas de diferentes formas para conseguir piezas de apariencia única y artesanal a precios competitivos. Ballarín fue sin duda el mejor ejemplo de modernización del sector de la forja de la época. [1]
Fue el autor de la forja artística de las principales obras del arquitecto Puig i Cadafalch, quien llegó a ser socio de su taller en 1898, [1] y qué le hizo en 1907 una casa en la calle Peligro de Barcelona, [9] cerca de su taller en la calle de Córcega entre las carreras de Venus y Peligro. [10] Las obras de Puig en las que colaboró son:
1911. Casa Pere Company, un edificio de estilo sezession donde las rejas conservan un estilo todavía muy neogótico. [18]
Con su cuñado, el arquitecto municipal de Barcelona Pere Falqués, colaboró en la factura de las famosas farolas-banco del Paseo de Gracia . [8] [19] Falqués era muy aficionado a utilizar el hierro en sus obras, hasta el punto de que fue acusado de abusar para favorecer el negocio de su familiar, Ballarin. En realidad, el hierro era en ese momento considerado un signo de modernidad muy potenciado por Domènech i Montaner desde la Exposición Universal de Barcelona de 1888, y la forja catalana contaba con fama internacional. [20]
↑Així consta a las revistes que el Gremi de Serrallers i Ferrers de Barcelona editava en aquesta època
↑Ajuntament de Barcelona, ed. (2009). «Ballarín i Lancuentra, Manel». Ruta Europea del Modernisme. Arxiu d'autors. Consultado el 24 de desembre de 2012.
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