Ir al contenido

Diferencia entre revisiones de «La Prensa (diario de Buenos Aires)»

De Wikipedia, la enciclopedia libre
Contenido eliminado Contenido añadido
m Revertidos los cambios de Inesbugsbunnyines (disc.) a la última edición de Banfield
)
Línea 147: Línea 147:
Javier Llorens ha dicho que la expropiación de ''La Prensa'' benefició principalmente al diario [[Clarín (diario)|Clarín]], que en ese momento era un diario menor, y que gracias a esa medida se quedó con los avisos clasificados de ''La Prensa'' para iniciar el camino que lo llevaría a convertirse en el monopolio mediático más poderoso de Argentina.<ref name="llorens">{{cita web|url=http://www.argenpress.info/2009/10/argentina-la-disputa-por-el-monopolio.html|editorial=Argenpress|título=La disputa por el monopolio|autor=Llorens, Javier|fecha=9 de octubre de 2009|fechaacceso=8 de septiembre de 2013}}</ref>
Javier Llorens ha dicho que la expropiación de ''La Prensa'' benefició principalmente al diario [[Clarín (diario)|Clarín]], que en ese momento era un diario menor, y que gracias a esa medida se quedó con los avisos clasificados de ''La Prensa'' para iniciar el camino que lo llevaría a convertirse en el monopolio mediático más poderoso de Argentina.<ref name="llorens">{{cita web|url=http://www.argenpress.info/2009/10/argentina-la-disputa-por-el-monopolio.html|editorial=Argenpress|título=La disputa por el monopolio|autor=Llorens, Javier|fecha=9 de octubre de 2009|fechaacceso=8 de septiembre de 2013}}</ref>


=== Durante la dictadura 1955-1958 ===
=== El período 1955-1958 ===


En el año 1956, tras el derrocamiento del presidente Perón como consecuencia del golpe cívico militar que instaló la dictadura autodenominada "[[Revolución Libertadora (Argentina)|Revolución Libertadora]]", se anuló la ley de expropiación del diario '' La Prensa'' y se devolvió a sus antiguos dueños, la familia Gaiza Paz. A partir de entonces, en la página editorial de ''La Prensa'' figuró que el diario fue clausurado y confiscado "por defender la libertad".<ref>Ver las sucesivas páginas editoriales del diario ''La Prensa'' a partir de su restitución por el estado argentino a la familia Paz.</ref> Luego de la restitución, el diario recuperó parte de sus lectores pero no pudo alcanzar el prestigio de antaño.
En el año 1956, tras el derrocamiento del presidente Perón como consecuencia de la revolución cívico militar que instaló el gobierno de facto denominado "[[Revolución Libertadora (Argentina)|Revolución Libertadora]]", se anuló la ley de expropiación del diario '' La Prensa'' y se devolvió a sus antiguos dueños, la familia Gainza Paz. A partir de entonces, en la página editorial de ''La Prensa'' figuró que el diario fue clausurado y confiscado "por defender la libertad".<ref>Ver las sucesivas páginas editoriales del diario ''La Prensa'' a partir de su restitución por el estado argentino a la familia Paz.</ref> Luego de la restitución, el diario recuperó parte de sus lectores pero no pudo alcanzar el prestigio de antaño.


Las relaciones entre la dictadura y ''La Prensa'' fueron estrechas y en 1957 el dictador [[Pedro Eugenio Aramburu]] designó a Alberto Gainza Paz, dueño del diario, para gestionar en Estados Unidos apoyo financiero para el gobierno militar.<ref name="rree">{{cita web|url=http://www.argentina-rree.com/13/13-016.htm|editorial=Archivo Histórico|título=Historia de las Relaciones Exteriores de Argentina. Capítulo 62 - Las relaciones económicas y el antiperonismo como móviles de la política exterior (1955-1958). La política exterior.|autor=Carlos Escudé y Andrés Cisneros (directores)|fecha=2000|fechaacceso=8 de septiembre de 2013}}</ref>
Las relaciones entre el gobierno revolucionario y ''La Prensa'' fueron estrechas y en 1957 el general [[Pedro Eugenio Aramburu]] designó a Alberto Gainza Paz, dueño del diario, para gestionar en Estados Unidos apoyo financiero para el gobierno militar.<ref name="rree">{{cita web|url=http://www.argentina-rree.com/13/13-016.htm|editorial=Archivo Histórico|título=Historia de las Relaciones Exteriores de Argentina. Capítulo 62 - Las relaciones económicas y el antiperonismo como móviles de la política exterior (1955-1958). La política exterior.|autor=Carlos Escudé y Andrés Cisneros (directores)|fecha=2000|fechaacceso=8 de septiembre de 2013}}</ref>


=== Illia y el golpe de 1966 ===
=== Illia y el golpe de 1966 ===

Revisión del 14:24 23 mar 2014

La Prensa (Argentina)
Libertad, progreso y civilización
Tipo Diario
País Bandera de Argentina Argentina
Sede Buenos Aires
Ámbito de distribución Nacional
Fundación 18 de octubre de 1869
Fundador(a) José C. Paz
Género Noticioso, político y comercial
Ideología política Liberalismo, conservadurismo
Idioma Español
Circulación Nacional
Propietario(a) Multimedios La Capital
Director(a) Florencio Aldrey Iglesias
Sitio web laprensa.com.ar

La Prensa es un diario de la ciudad de Buenos Aires de Argentina que fue fundado por José C. Paz en 1869 -quien fue rico un estanciero, periodista, político y diplomático argentino y uno de los más destacados representantes de la Generación del Ochenta- cuya línea editorial históricamente representó la voz de la familia Gainza Paz y las ideas del liberalismo y del conservadurismo y que fue el más importante medio de prensa del país durante la primera mitad del siglo XX.

La familia Gainza Paz

Palacio Paz, mandado a construir por José C. Paz en 1900. Fue la residencia más grande y lujosa de Buenos Aires al comenzar el siglo XX. En 1936 fue vendida al Ejército Argentino para que se instalara allí el Círculo Militar.

José C. Paz fue una de las figuras más ricas y poderosas de la Generación del Ochenta, que gobernó la Argentina iniciando el período de la organización nacional luego de las guerras civiles, hasta la llegada al poder del radicalismo en 1916. El diario La Prensa, propiedad de esta importante familia, estuvo vinculado al Partido Autonomista Nacional (PAN), que gobernó el país ininterrumpidamente durante más de treinta años y constituyó la máxima expresión mediática de la república conservadora. La edificación de la residencia familiar, el Palacio Paz, fue la más grande y lujosa en la Buenos Aires del Centenario Argentino y se constituyó en el símbolo de su riqueza, del mismo modo que el magnífico edificio que construyó a metros de la Plaza de Mayo donde funcionó la sede de La Prensa, estableció la imagen del poderío de "la prensa" como el cuarto poder en el país que se organizaba institucional y económicamente luego de las guerras civiles.

En 1898 José C. Paz transfirió la responsabilidad del diario a su hijo Ezequiel Pedro Paz, quien convirtió a La Prensa en el primer diario argentino, hasta la década de 1940.

En 1943, Ezequiel Paz decidió transferir la dirección a su sobrino Alberto Gainza Paz. Durante su gestión se produjo la expropiación del diario en 1951, durante el gobierno peronista y, aunque le fue restituido a la familia en 1955, luego del derrocamiento del presidente Juan Domingo Perón, perdió el peso casi excluyente que tenía.

Alberto Gainza Paz fue sucedido en la dirección del matutino por su hijo Máximo Gainza Paz, en los últimos años de la década de 1970. Durante su gestión, La Prensa se redujo a su mínima expresión y entró en convocatoria de acredores en 1991.

Historia

Fundación, credo y propósitos

Primer ejemplar del diario La Prensa, Buenos Aires, Argentina.

El primer ejemplar del diario La Prensa fue publicado el 18 de octubre de 1869. Su fundador, José C. Paz, se ocupó personalmente de vigilar la redacción y la impresión. Su primer director fue Cosme Mariño[1]​ y su primer editor responsable fue Jorge E. Cook.[2]​ A partir de su primera edición el diario comenzó a salir todos los días a las tres de la tarde.[3]

En su número inaugural La Prensa precisó su ideología liberal, afirmando que "su credo lo formarían la independencia, el respeto al hombre privado, el ataque razonado al hombre público y no a la personalidad individual".[4]​ Entre los propósitos del diario figuraban como punto de partida la verdad y la honradez y la persecución como único fin de la libertad, el progreso y la civilización.[5]

La Prensa debió competir con el diario La Nación, fundado nada menos que por el expresidente Bartolomé Mitre. Pero mientras Mitre se enfrentó a Julio Argentino Roca y su Partido Autonomista Nacional (PAN), con la esperanza de desplazarlo del poder, José C. Paz, se vinculó con el poder, siendo primero diputado nacional del PAN y luego embajador de Roca en España y Francia. El PAN por su parte se convirtió en un virtual partido único, durante las décadas siguientes. En pocos años La Prensa ya era uno de los grandes diarios argentinos.[6]

La Prensa se sentía identificada con los principio de la república oligárquica que expresaba el roquismo y que rigió en Argentina hasta 1912, apoyado en un régimen electoral "cantado" que favorecía el fraude y la manipulación, y el dominio económico y político de un pequeño número de familias.[7]​ La familia Gainza Paz se estableció entre ese puñado de familias poderosas, haciendo del diario el eje de su poder.

Como vocero de la República Conservadora de la Generación del Ochenta, La Prensa cuestionó la expansión de derechos que impulsaban las nuevas corrientes democráticas. Así cuestionó la aparición de los sindicatos y las exigencias de derechos laborales, en las últimas décadas del siglo XIX. En 1888, en ocasión de una huelga de cocineros y mozos de hoteles, sostuvo que condenaba “esos movimientos de rebelión y desacato de la autoridad, que no sirven sino para desvalorizar a la sociedad” y que “no aceptamos como defensa legítima esos movimientos insurreccionales, denominados huelgas”.[8]

Edificio del diario La Prensa, 1910.

Para fin de siglo, las grandes ganancias del periódico le permitieron comprar un terreno a pocos metros de la Casa Rosada, en pleno centro político de la ciudad, y mandar a construir un edificio palaciego, como símbolo de su poder. El imponente Edificio La Prensa, con frente en Avenida de Mayo 575 y el lujoso Palacio Paz, comenzado a construir contemporáneamente como residencia de su dueño, señalaban con contundencia el poder de La Prensa y la familia Paz.

El edificio fue diseñado en Francia y realizado en Buenos Aires por los ingenieros Gainza y Agote, graduados de la Escuela de Bellas Artes de París. Poseía los mayores adelantos científicos y tecnológicos únicos de finales del siglo XIX: ascensor, telégrafo y cañerías doradas a través de las cuales se distribuía la correspondencia. En el primer piso, el diario tenía su propia oficina de correos.

El edificio fue preparado para brindar distintos servicios a la población, como una magnífica biblioteca que llegó a superar los 80.000 volúmenes. El edificio contaba también con consultorios médicos, estudio jurídico, escuela de música y departamentos para visitantes ilustres. Allí se alojaron el músico Giácomo Puccini y el político Georges Clemenceau, en sus visitas a Buenos Aires.

El símbolo más representativo del edificio de La Prensa fue su farola, representada por la figura de la diosa de la sabiduría Atenea, que representa la libertad de expresión, con una antorcha en una mano y un escrito en la otra mano. La escultura, de aproximadamente cuatro toneladas de peso, fue diseñada y construida por el escultor Maurice Bouval. El segundo símbolo representativo del diario La Prensa fue su sirena, que se hizo famosa por sonar para anunciar ante los acontecimientos más importantes. La sirena, que fue anterior a la radio, fue uno de los pocos medios de comunicación a través de los cuales se difundieron inmediatamente en la ciudad de Buenos Aires las noticias más importantes nacionales e internacionales. La primera vez que sonó fue el 27 de julio de 1900, cuando se produjo el asesinato del rey Humberto I de Italia.

Casi simultáneamente con la inauguración del edificio nuevo, José C. Paz designó como director del diario a su hijo, Ezequiel Pedro Paz. Ezequiel haría que el periódico fuera por lejos el más importante del país, dejando muy atrás a La Nación, contando con corresponsales en todo el territorio argentino, además de los demás países de Sudamérica, Estados Unidos y Europa.

Ya en el siglo XX, a medida que se formaban partidos políticos democráticos, como la Unión Cívica Radical (UCR) y el Partido Socialista (PS), y que aparecían un clase media y una clase trabajadora que comenzaban a reclamar activamente la expansión de sus derechos, La Prensa adopta una postura "aristocrática", crítica de las nuevas manifestaciones populares que expresaban los partidos y movimientos opositores.

En 1905, una editorial del diario expuso su cuestionamientos a los nuevos reclamos y adoptó una postura de defensa de las relaciones conservadoras que regían en las estancias, ante el reclamo de modernización de las relaciones laborales:

El malestar obrero que arrecia en los centros urbanos, empieza a hacerse sentir en las campañas ganaderas y agrícolas. Las explotaciones rurales luchan con las complicaciones de la mano de obra. El peón de campo formula exigencias desconocidas en esta tierra. Quiere ganar más y aun insinúa condiciones para trabajar. Piénsese en las consecuencias que la generalización de estas reclamaciones tendría para la gran producción argentina”. (La Prensa, 13-8-1905)[8]

En 1909 el diario se puso abiertamente de parte del gobierno en su accionar político y apoyó la declaración del estado de sitio para combatir las movilizaciones sociales y sindicales impulsadas por anarquistas y socialistas:

El estado de sitio actual es un acto de defensa social. Por lo mismo, es evidente la conveniencia de mantener rigurosamente su carácter. No hay ni puede ni debe haber un solo argentino que se sienta limitado en sus libertades personales y políticas por el presente estado de sitio: porque -¡loado sea Dios! No es para ellos (La Prensa 20-11-1909).[8]

Durante los primeros gobiernos radicales

Tres sangrientas revoluciones armadas en 1890, 1893 y 1905, conducidas por el partido radical, tuvieron como consecuencia que la élite gobernante de la Generación del Ochenta implementara reformas en las elecciones sancionando la Ley Sáenz Peña, que estableció el voto secreto, obligatorio y universal (para varones). La reforma electoral llevó a un cambio político mayúsculo y, en 1916, luego de casi cuatro décadas de monopolio del poder político, el Partido Autonomista Nacional (roquismo) debió entregar el poder al primer presidente electo a través del nuevo sistema, el radical Hipólito Yrigoyen.

La Prensa adoptó desde el principio una postura opositora al yrigoyenismo y a las reglas electorales democráticas aprobadas en 1912. El diario apoyó expresamente al Partido Autonomista Nacional y cuestionó el programa "revolucionario" de la Unión Cívica Radical, sosteniendo que "Se dirá que (Yrigoyen) lleva el programa del Partido Radical, pero éste fue revolucionario, y el plan y los medios de destruir son fundamentalmente distintos de los planes y medios de reedificar".[8]

Apenas elegido Yrigoyen, La Prensa publicó un amplio editorial de defensa del conservadurismo y contra el nuevo gobierno en el que le advirtió su fracaso y su "desalojo del poder".

En nuestro país no hubo jamás –no los habrá nunca- enconos, luchas y odios de religión o de política, porque esos son atributos de las sociedades incultas o de evolución incompleta; y estas conquistas morales son timbres que blasonan la civilización argentina. ¿Renunciaremos a ellos? ¿Consentiremos que esta plácida situación social se convierta en mar proceloso, donde reinen la anarquía, las persecuciones y las funestas consecuencias de las agitaciones irreductibles de cualquier fanatismo? ¡No! Somos, queremos ser, una sociedad orgánica, tradicional y definitivamente conservadora de sus conquistas institucionales, económicas y sociales. He ahí la sociedad entonces que gobernará el Partido Radical desde el 12 de octubre. He ahí el gran programa conservador que le impone la República, bajo el apercibimiento solemne de que de no observarlo, fracasará y será batido y desalojado del poder.
La Prensa, 13-8-1916.[8]

Algunos investigadores y políticos han señalado el papel de La Prensa y otros medios de comunicación conservadores, en apoyo del primer golpe de estado producido en Argentina, que derrocó el 6 de septiembre de 1930 al presidente Yrigoyen.Error en la cita: Etiqueta <ref> no válida; nombres no válidos, p. ej. demasiados[9]

En 1933, cuando murió Yrigoyen, Alberto Gainza Paz, dueño de La Prensa, dio la orden de informar el hecho con el siguiente título: "Ha muerto un ex comisario de Balvanera".[10]

Durante la década infame

Una vez producido el golpe de estado, el dictador José Félix Uriburu, agradeció en su proclama de toma del poder:

...a la prensa seria del país el servicio que ha prestado… al mantener latente por una propaganda patriótica…el espíritu cívico y provocar la reacción popular contra los desmanes de sus gobernantes.
José Félix Uriburu, Proclama de toma del poder, La Prensa, 6 de septiembre de 1930.[11]

Poco después, La Prensa justificaba el nuevo gobierno, descalificando completamente al "funesto régimen" demagógico, tal como definía al gobierno de Yrigoyen:

(La República) fue en otras épocas ilustrada y culta, y su acción se hizo sentir eficazmente en el progreso del país; pero después y sobre todo durante el funesto régimen depuesto el 6 de septiembre, se trocó por una turba famélica, ignorante y grosera, que llevó el comité al gobierno y convirtió la función pública en una expresión demagógica.
La Prensa, 19-3-1931.[8]

Durante la Década Infame (1930-1942) La Prensa apoyó la política represiva establecida por los militares a partir del golpe contra el Presidente Yrigoyen, que incluyó la introducción de la tortura sistemática de los presos políticos mediante la aplicación de electricidad (picana eléctrica). Osvaldo Bayer ha difundido el apoyo de La Prensa a lo que en aquel entonces se conocía como "la Ley Bazán" («primero, disparo; después, pregunto»), debido al comisario Víctor Fernández Bazán, responsable de un célebre caso de desaparición de personas detenidas y asesinadas clandestinamente sin juicio en 1936.[12]

En 1938 la familia Paz le vendió al Ejército Argentino el Palacio Paz, que desde ese momento fue sede del Círculo Militar. Del mismo modo que el Palacio Paz y el edificio de La Prensa habían sido construidos como símbolo del poder de la familia y el diario, la instalación del Círculo Militar en el Palacio Paz, a poco de haber empezado el ciclo de golpes de estado (1930-1983) contra los gobiernos democráticos, simbolizaba el modo que el sufragio universal había cambiado la dinámica del poder en Argentina.

Durante la Década Infame, caracterizada por el abierto fraude electoral para evitar el triunfo del radicalismo conocido como el "fraude patriótico", La Prensa editorializó justificando y minimizando el fraude:

Nosotros sabemos que en el país ha reaparecido el fraude electoral. No lo disimulamos nunca, ni dejamos de protestar en defensa de los derechos cívicos. Pero no nos parece bien el abuso del cargo en que incurren los partidos que tratan de explicar su contraste atribuyéndolo a maniobras dolosas del adversario. No siempre se puede ganar, y conformarse con haber perdido en buena ley no es una deshonra.
La Prensa, 15-3-1938.[8]

Al finalizar la Década Infame La Prensa era por lejos el diario más influyente del país, relegando a todos los demás. En esas condiciones, en 1943, Ezequiel Paz decidió transferir la dirección del diario a su sobrino Alberto Gainza Paz.

Durante los gobiernos peronistas

A mediados de la década de 1940 surgió el movimiento peronista con fuerte apoyo sindical. Desde un inicio La Prensa asumió una posición abiertamente antiperonista que lo enfrentó al gobierno y a los sindicatos.[13]​ El diario no dio a conocer la noticia de que Perón había resultado elegido presidente el 24 de febrero de 1946. Tardó más de un mes en imprimir la novedad, de modo indirecto, publicando una cita del New York Times que daba por hecho que Perón había ganado las elecciones presidenciales.[8]​ Al transmitirse el poder, el diario realizó la crónica del hecho sin mencionar ninguna vez a Perón.[8]

El historiador radical Félix Luna cuestionó duramente la conducta de los medios de prensa en aquel momento:

Desde el punto de vista de la ética periodística, la posición de la prensa independiente fue condenable. El castigo a este sectarismo llegó por sí mismo: la deformación de la realidad fue tan completa que todos, los que escribían y los que leían, llegaron a convencerse de que la imagen presentada era cierta; que la Unión Democrática representaba la arrasadora mayoría del país frente a minúsculas turbas despreciables.
Félix Luna, El 45,[8]

En el marco del enfrentamiento de La Prensa con el gobierno peronista y los sindicatos, el diario fue sancionado por una serie de incumplimientos legales, sobre todo en materia de evasión impositiva y laboral, acciones antisindicales e irregularidades contables, que finalmente llevaron a que el Congreso de la Nación dispusiera su expropiación, hecho que fue condenado por la prensa libre nacional e internacional[14]

El 31 de octubre de 1946 el abogado Eugenio Moraggi denunció ante la Aduana a los diarios opositores al gobierno La Prensa y La Nación por evasión de impuestos al utilizar papel importado para realizar avisos de carácter comercial, sin pagar derechos de importación, situación que no podía considerarse incluida en la exención impositiva para el papel destinado a la publicación de noticias. La Aduana terminó ordenando el pago de los impuestos adeudados por ambos diarios desde 1939.[14]

A principios de 1951 el diario La Prensa enfrentó un conflicto laboral con el Sindicato de Vendedores de Diarios, que pretendía que La Prensa tomara medidas para proteger a los "canillitas", en muchos casos niños afectados por el abuso laboral y la explotación.[14]​ El conflicto se endureció y durante su curso el obrero Roberto Nuñez fue muerto en el interior del diario La Prensa. La Confederación General del Trabajo (CGT), brazo sindical del peronismo, aprovechó este nuevo conflicto y exigió la expropiación del diario. La Cámara de Diputados designó una comisión bicameral que debería tomar posesión del mismo, ordenando la detención del director, Alberto Gainza Paz, que ya se había exiliado en Estados Unidos.[15]

El diputado John William Cooke, perteneciente al ala izquierda del peronismo, fue quien resultó encargado de informar sobre el proyecto de expropiación, que justificó sosteniendo que, más allá de las ilegalidades cometidas por La Prensa, se trataba antes que nada de "un acto revolucionario".[15]

Nosotros estamos contra La Prensa por razones mucho más serias, mucho más fundamentales. Estamos contra La Prensa porque creemos que diarios de esa clase son los que han minado la base de la nacionalidad, creemos que La Prensa es uno de esos obstáculos, como hay muchos otros en el continente, que han impedido o demorado todas las p osibilidades de reivindicaciones proletarias en Latinoamérica. Nosotros lo decímos por encima de las contingencias de la comisión investigadora. Lo decímos como hombres políticos que expresamos opiniones personales. Nosotros estamos con los obreros, y estamos contra La Prensa, porque La Prensa siempre estará, como lo ha estado hasta ahora, contra los obreros y contra nosotros.

Este es el planteo revolucionario con respecto a este problema de La Prensa. Nosotros con los nuestros, La Prensa con los suyos y con sus aliados de dentro y fuera del país, y con todos aquellos que, sin estar complicados en las maquinaciones de los diarios capitalistas, creen que están defendiendo los intereses de la prensa libre y de la libertad de opinión...
John William Cooke, Discurso ante la Cámara de Diputados de la Nación,1951.[16]

Empero la expropiación del diario La Prensa no fue un acto revolucionario debido a que el peronismo no tuvo una actitud idéntica con el diario liberal La Nación el que -si bien con posturas y editoriales propias- presentaba posiciones similares a las de su colega sancionado.[17]

Si Perón abolía toda expresión opositora entonces sí cambiaba revolucionariamente la esencia de su sistema. No lo hizo: prefirió mantener las formas escudándose en la legalidad que infundía al régimen el apoyo popular. Se limitó a golpear al diario que más le molestaba. y tolerar a La Nación como una prueba de que seguía respetando "la libre crítíca periodística".[18]

Alberto Gainza Paz sostuvo que la expropiación era una medida que afectaba la libertad de prensa y solicitó a los Estados Unidos que exigiera a la Argentina abstenerse de expropiar La Prensa, en la Cuarta Reunión de Consulta de Cancilleres Americanos, que se realizó en Washington D.C., en marzo de 1951. Pero Estados Unidos desoyó el reclamo y no incluyó la expropiación de La Prensa en la agenda internacional.[19]

Finalmente La Prensa fue expropiada por el Congreso de la Nación el 12 de abril de 1951 mediante la Ley 14021. El diario fue entregado por el peronismo a la Confederación General del Trabajo y al Sindicato de Vendedores de Diarios.[20]

La expropiación del diario fue ampliamente criticada en los países de occidente y aumentó la creciente oposición al peronismo.

La liquidación de La Prensa despertó reacciones adversas al gobierno argentino en todo el mundo occidental y en el continente americano -donde el diario de los Paz era casi un mito en ciertos círculos políticos e intelectuales- y por supuesto en Estados Unidos. No obstante Peron siguió adelante con el mecanismo que en tres meses culminaría con la expropiación; aparentemente no le importó el precio pagado en forma de una imagen dictatorial que desde entonces no pudo disociar de su persona. ... ¿Valió la pena el esfuerzo? El silenciamiento de La Prensa no amenguó la oposición existente y por el contrario exacerbó el antiperonismo de sus enemigos. Muchos empezaron a pensar que no había otra salida que el derrocamiento de Peron por la fuerza.[21]

Javier Llorens ha dicho que la expropiación de La Prensa benefició principalmente al diario Clarín, que en ese momento era un diario menor, y que gracias a esa medida se quedó con los avisos clasificados de La Prensa para iniciar el camino que lo llevaría a convertirse en el monopolio mediático más poderoso de Argentina.[22]

El período 1955-1958

En el año 1956, tras el derrocamiento del presidente Perón como consecuencia de la revolución cívico militar que instaló el gobierno de facto denominado "Revolución Libertadora", se anuló la ley de expropiación del diario La Prensa y se devolvió a sus antiguos dueños, la familia Gainza Paz. A partir de entonces, en la página editorial de La Prensa figuró que el diario fue clausurado y confiscado "por defender la libertad".[23]​ Luego de la restitución, el diario recuperó parte de sus lectores pero no pudo alcanzar el prestigio de antaño.

Las relaciones entre el gobierno revolucionario y La Prensa fueron estrechas y en 1957 el general Pedro Eugenio Aramburu designó a Alberto Gainza Paz, dueño del diario, para gestionar en Estados Unidos apoyo financiero para el gobierno militar.[24]

Illia y el golpe de 1966

Durante el gobierno de Arturo Illia, los diarios y revistas de gran tiraje, incluido La Prensa, llevaron adelante una línea editorial de deterioro y ridiculización del Presidente, al que presentaban con la imagen de una tortuga, que contribuyó a debilitar su imagen, cayendo el gobierno por el golpe de estado del 28 de junio de 1966, liderado por el General Onganía.

El periodista Jorge Lanata ha dicho que:

El 28 de junio del ´66, Illia fue derrocado por el golpe de Onganía, con la ayuda de la prensa de entonces.
Jorge Lanata[25]

Durante el Proceso

Durante la dictadura cívico militar autodenominado Proceso de Reorganización Nacional, que se extendió entre 1976 y 1983 y que se caracterizó por el terrorismo de estado y la lucha contra la guerrilla subversiva, el diario La Prensa fue uno de los pocos -junto al Buenos Aires Herald-, que difundió la existencia de personas desaparecidas y las gacetillas de las organizaciones de derechos humanos como las Madres de Plaza de Mayo.

En ese mismo período La Prensa fue parte, junto al Grupo Clarín y La Nación de la maniobra de la dictadura para establecer un monopolio del papel para periódicos a través de Papel Prensa S.A., actuando como enviado ante el Grupo Graiver (diario La Opinión) para obtener la confiscación de sus propiedades, en beneficio de esos tres grupos mediáticos. Las familias Graiver y Papaleo han denunciado que el diario La Prensa y los demás operadores de aquella maniobra, recurrieron a crímenes de lesa humanidad para obtener sus fines.[26][27][28][29]

En 1980, Máximo Gainza Paz, ya a cargo de la dirección de La Prensa luego de suceder a su padre, junto a otros diarios argentinos, defendieron al régimen militar acusado del secuestro del periodista Jacobo Timerman, ante la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), frente a la denuncia internacional del por violación de derechos humanos que Timerman había realizado en el libro Preso sin nombre, celda sin número.[30]

Luego de la recuperación de la democracia en 1983

Recuperada la democracia en 1983 con la elección del Presidente Raúl Alfonsín, La Prensa se destacó por las posiciones fuertemente opositoras del periodista Jesús Iglesias Rouco. En 1988, el Presidente Alfonsín dispuso la detención de 12 personas, civiles y militares, por actividades golpistas. Entre esas personas estaba Daniel Horacio Rodríguez, periodista de La Prensa.[31]​ En ese momento, el diario El País de Madrid relataba del siguiente modo la situación del diario argentino:

La Prensa, el gran diario liberal argentino de antaño, hoy quebrado, desmayado en los brazos de la reacción económica y política y asentado en la figura estrella del periodista hispanoargentino Jesús Iglesias Rouco, entusiasta defensor de la política de Reagan en el subcontinente y animoso develador de todos los males de la debilitada democracia argentina.
Diario El País, 23 de octubre de 1988.[31]

En la actualidad

En 1988 el diario se instaló en un edificio ubicado cerca de Puerto Madero, en Azopardo 715 -lugar en el cual, desde 1935, funcionaban sus talleres- y desde donde se dirige, imprime y distribuye.

En 1991, el periódico se redujo a su mínima expresión y entró en convocatoria de acredores.

Edificio de La Prensa, convertido en Casa de la Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

En 1994 La Prensa decidió dar un giro exponencial a su diseño cambiando su logotipo, su diagramación y modernizando sus contenidos informativos. Una de sus características fue la del "tren de información", una serie de noticias condensadas en la parte superior de cada página, para su rápida lectura. El cambio fue acompañado de una costosa campaña publicitaria en radio, TV, vía pública y elementos promocionales en los puestos de diarios. Sin embargo, a los pocos meses sus ventas siguieron disminuyendo y tras la demanda de sus lectores se volvió rápidamente al formato tradicional original.

Actualmente el diario forma parte del Multimedios La Capital del empresario marplatense Florencio Aldrey Iglesias. El edificio de La Prensa fue transferido en propiedad al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

El 5 de junio de 2013, el diario La Prensa cumplió su edición número 50.000.[32]​ En su titular el diario expresó:

Edición 50.000. El presente ejemplar de La Prensa lleva el número 50.000. Desde 1869 y hasta el presente, hemos servido a nuestros lectores, sólo comprometidos con la Verdad y la República. Nuestros lectores tienen hoy en sus manos la edición 50.000 de La Prensa. Desde 1869 y a caballo de tres siglos, nuestro diario -que es el suyo- ha acompañado y palpitado la más fantástica aventura en la historia de la humanidad. Desde la ilusión del progreso indefinido de aquellos inicios hasta el actual extravío de la droga y la mente cibernética, que amenaza hoy sustituir a la del hombre, nada ha sido ajeno a nuestro interés y el de generaciones de lectores. ¿Cuál es el secreto de las 50.000 ediciones? Informar con veracidad, servir al público con objetividad, orientar con opinión, no ahorrar la crítica sino la adulación y constituirse en intérprete y vocero de todas las clases sociales y migratorias que vieron en La Prensa un comprometido testimonio de cada momento. Más allá de las vicisitudes empresariales y políticas, sorteando las cambiantes alternativas de las modas intelectuales y los caprichos sociales, perseguimos sostener la afirmación de la libertad y la democracia. Hemos procurado resguardar el imperio de la lectura para equilibrar la influencia de los que ven y escuchan con el de quienes leen y piensan. La modernidad no busca sólo partidarios; también requiere de interlocutores.[33]

Véase también

Referencias

  1. Diario La Prensa. Buenos Aires. Lunes 18 de octubre de 1869. pág. 1.
  2. Idem.
  3. Idem.
  4. Idem.
  5. Idem.
  6. Idem.
  7. Castro, Martín O. (2012). El ocaso de la República Oligárquica: poder, política y reforma electoral. Buenos Aires: Edhasa. ISBN 978-987-628-181-2. 
  8. a b c d e f g h i j Baschetti, Roberto (2012). «El diario La Prensa». Roberto Baschetti. Consultado el 8 de septiembre de 2013. 
  9. Ojeda, Ana Rebeca (26 de julio de 2012). «Los medios en el primer Golpe de Estado en Argentina». Nos Digital. Consultado el 8 de septiembre de 2013. 
  10. Galasso, Norberto (2006). «La Década Infame». Centro Cultural “Enrique S. Discépolo. Consultado el 8 de septiembre de 2013. 
  11. Ojeda, Ana Rebeca (6 de septiembre de 1930). «Manifiesto de Uriburu del 6 de septiembre de 1930». El Historiador. Consultado el 8 de septiembre de 2013. 
  12. Bayer, Osvaldo (25 de abril de 2004). «Lágrimas, velas y rtosarios». Página/12. Consultado el 8 de septiembre de 2013. 
  13. ALANIZ, Rogelio. La clausura del diario La Prensa. Diario El Litoral. Miércoles 21 de octubre de 2009. http://www.ellitoral.com/index.php/diarios/2009/10/21/opinion/OPIN-04.html
  14. a b c Di Rocco, Marina (2013). «La expropiación del diario La Prensa (1951). ¿Una medida dictatorial o revolucionaria?». Universidad Nacional de La Plata. Consultado el 8 de septiembre de 2013. 
  15. a b Di Giacinti, Daniel (Director) (2013). «Perón, la revolución olvidada (Capítulo 5. El renunciamiento)». Fundación Villa Manuelita. Consultado el 8 de septiembre de 2013. 
  16. Cooke, John William (1951). «Discurso de John William Cooke en la cámara de Diputados sobre la expropiación del diario La Prensa». Archivo Histórico. Consultado el 8 de septiembre de 2013. 
  17. Luna, Félix. "Perón y su Tiempo". Tomo 2. "La comunidad organizada 1950 – 1952" (1985). Buenos Aires. ISBN 950-07-1797-2.
  18. Idem 18.
  19. Morgenmfeld, Leandro (2012). «Relaciones peligrosas: Argentina y Estados Unidos». El Dipló (Capital Intelectual). 
  20. Idem 7.
  21. Idem 18.
  22. Llorens, Javier (9 de octubre de 2009). «La disputa por el monopolio». Argenpress. Consultado el 8 de septiembre de 2013. 
  23. Ver las sucesivas páginas editoriales del diario La Prensa a partir de su restitución por el estado argentino a la familia Paz.
  24. Carlos Escudé y Andrés Cisneros (directores) (2000). «Historia de las Relaciones Exteriores de Argentina. Capítulo 62 - Las relaciones económicas y el antiperonismo como móviles de la política exterior (1955-1958). La política exterior.». Archivo Histórico. Consultado el 8 de septiembre de 2013. 
  25. Lanata, Jorge (11 de junio de 2013). «"Illia era igual de argentino que todos nosotros"». Unión Cívica Radical. Consultado el 8 de septiembre de 2013. 
  26. Blaustein, Eduardo; Zubieta, Martín (2006) [1998]. Decíamos ayer: La prensa argentina bajo el Proceso (28x20 cm) (primera edición). Buenos Aires: Colihue (publicado el 1998). p. 656. ISBN 950-581-603-0. 
  27. Cecchini, Daniel; Mancinelli, Jorge (2010). Silencio por sangre (20x14 cm) (primera edición). Buenos Aires: Perio Mundo. p. 112. ISBN 978-987-25968-0-4. 
  28. Lanata, Jorge (2003). Argentinos (tomo 2) (segunda edición). Buenos Aires: Ediciones B. p. 672. ISBN 950-15-2259-8. 
  29. Secretaría de Comercio Interior. Informe final sobre Papel Prensa. Buenos Aires (2010). pp. 218.
  30. H.A.T. (30 de enero de 2004). «Historias del periodismo. Trampas en el oficio». El País. Consultado el 8 de septiembre de 2013. 
  31. a b «Alfonsín ordena la detención de seis militares y seis civiles por perturbar la vida pública». Madrid: El País. 23 de octubre de 1988. Consultado el 8 de septiembre de 2013. 
  32. La Prensa. Miércoles 5 de junio de 2013. Año 144. Número 50.000.
  33. Idem. ref. anterior.

Enlaces externos