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El camino dogmático es el de la [[ortodoxia]] aferrada al [[supranaturalismo]] y a ideas francamente premodernas. El [[dogmatismo]] construye verdades absolutas que, sin embargo, cree se deben construir como dogmas a partir de la [[inerrancia]] bíblica. El camino de la crítica pertenece a la [[mística]], entendida como interioridad subjetivista.
El camino dogmático es el de la [[ortodoxia]] aferrada al [[supranaturalismo]] y a ideas francamente premodernas. El [[dogmatismo]] construye verdades absolutas que, sin embargo, cree se deben construir como dogmas a partir de la [[inerrancia]] bíblica. El camino de la crítica pertenece a la [[mística]], entendida como interioridad subjetivista.


(2.2) La Asunción Psicológica

La asunción de que las teorías psicológicas adquirirían ineludiblemente el aspecto de programas computacionales, ya había sido vaticinada por Simon. Y Simon no se quedó sentado esperando que esto sucediera, sino que él mismo acometió la tarea de diseñar una serie de programas de computación que consistían en simular los pasos conscientes e inconscientes pretendidamente seguidos por una persona cuando realiza competencias cognitivas. Los entusiastas de la hipótesis psicológica asumían que cuando los seres humanos se comportan inteligentemente, se someten al seguimiemnto de una serie de reglas heurísticas similares a aquellas que le permiten a una computadora digital funcionar. Para Ulrich Neisser, el autor de una Cognitive Psychology, “la tarea del psicólogo que desea comprender la cognición humana es análoga con la de quien intenta descubrir cómo una computadora ha sido programada” (1967: 6). Por ello, la tarea del psicólogo cognitivo en la era de la cibernética sería el descubrir el ‘programa’ de la mente humana.
La asunción psicológica se ha valido de una metáfora, pero asumida como un hecho constatado, que casi se ha convertido en una verdad de perogrullo: la mente humana es un mecanismo que ‘procesa información’. Empero, tanto la forma de ‘procesamiento’ como el significado de ‘información’ son aquí términos bastante ambiguos. En primer lugar, aunque fuera cierto que hay algo así como ‘procesos cerebrales’, de ello no se sigue el que éstos consistan en estar programados, es decir, que sigan una serie de operaciones discretas determinadas de antemano. En este caso, Dreyfus señala una falacia: aquella que consiste en “saltar del hecho de que el cerebro transforma de alguna forma sus entradas [inputs] a la conclusión de que la mente realiza alguna secuencia de operaciones discretas” (1979: 166). Pero, por otra parte, tampoco está claro qué significa ‘información’ en este contexto cognitivo. Claude Shannon, el ingeniero y matemático que es recordado como el padre de la teoría de la información, ya había advertido que todos los aspectos semánticos de la información no formaban parte del problema estrictamente ingenieril de la comunicación (cf. 1948). Esto quiere decir que desde el punto de vista técnico, ‘información’ no significa ‘información con sentido’ o ‘información significativa’. En concordancia con Warren Weaver, incluso “dos mensajes, uno de los cuales esté cargado con mucho significado, y otro que sea un puro sinsentido, pueden ser exactamente equivalentes desde el presente punto de vista en lo tocante a la información. Esto es, sin duda, lo que quiere decir Shannon cuando afirma que los aspectos semánticos de la comunicación son irrelevantes para los aspectos ingenieriles” (citado por Dreyfus, 1979: 165). Lo que ha acontecido acá, según Dreyfus, es una transformación ilegítima de la teoría matemática de la comunicación en una teoría del significado, a la que se añade la suposición de que la experiencia puede ser analizada en alternativas atómicas y aisladas (cf. idem).
El hecho de que, en efecto, cualquier actividad física puede ser, en principio, formalizada lógica y algorítmicamente y, junto con ello, manipulada en una serie de operaciones discretas en una computadora digital, no justifica el que se asuma que la mente sigue esas operaciones. Para Dreyfus, tal cosa es tan absurda como creer que “los planetas están resolviendo necesariamente ecuaciones diferenciales cuando permanecen en sus órbitas alrededor del sol, o que la regla de cálculo (una computadora analógica) sigue los mismos pasos cuando calcula una raíz cuadrada que los que sigue la computadora digital cuando utiliza el sistema binario para calcular el mismo guarismo” (1979: 167). Todo esto significa que, si bien todos los procesos psicoquímicos pueden ser formalizados y calculados discretamente, ello en absoluto implica que haya procesos discretos subyacentes a todas las actividades involucradas en las competencias cognitivas.


(2.3) La Asunción Epistemológica

Aunque pareciera que ya debería ser claro que el modelo de la computadora digital (con la suposición del seguimiento heurístico de operaciones discretas) no provee ninguna clarividencia especial para dar cuenta del funcionamiento de la inteligencia humana, aún quedaba el subterfugio de la formalización. De éste, se sustenta básicamente la asunción epistemológica, según la cual el comportamiento humano podría ser, con todo, formalizable y simulado en una máquina. En este lugar, también podemos traer a colación ─con Dreyfus─ el ejemplo de los planetas: “No están resolviendo ecuaciones diferenciales mientras le dan la vuelta al sol. No están siguiendo ninguna serie de reglas; pero su comportamiento es, no obstante, legal, y para comprender su comportamiento, echamos mano de un formalismo ─en este caso, ecuaciones diferenciales─ que expresa su comportamiento como movimiento en concordancia con una regla” (1979: 189).
La asunción epistemológica sostiene, así, básicamente dos tesis: (i) Que todo comportamiento no arbitrario puede ser formalizado, y (ii) que el formalismo puede ser utilizado para reproducir el comportamiento en cuestión (cf. Dreyfus, 1979: 190). Dreyfus se desembaraza de estas dos tesis sosteniendo, a contrapelo, que la pretensión de la formalización involucra una generalización injustificada del éxito de la física. Por lo demás, una teoría de la competencia no debe confundirse con una teoría de la acción.

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Fodor, Jerry (1968) “The Appeal to Tacit Knowledge in Psychological Explanation”. The Journal of Philosophy. Vol. 20, 627-640.

Neisser, Ulrich (1967) Cognitive Psychology. New York: Appleton-Century-Crofts.

Shannon, Claude (1948) “A Mathematical Theory of Communication”. Bell System Technical Journal. Vol. 27, 379-423.


== Bibliografía ==
== Bibliografía ==

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Teología dialéctica es la designación autoimpuesta por un grupo de teólogos protestantes europeos (principalmente alemanes y suizos) a un movimiento teológico que sueler funcionar como sinónimo de la fase temprana de la teología de Karl Barth, tal como fue expuesta en su famoso comentario en la Epístola a los Romanos (primera edición 1919; segunda edición 1922).

La teología dialéctica se levanta contra el progresismo historicista y racionalista de la teología liberal y afirma la imposibilidad de una teología humanista, cultural y acomodaticia a los intereses coetáneos. A partir de 1923, los puntos de vista barthianos fueron publicados por los principales propulsores de la nueva dirección teológica - entre los cuales cabría contar, aparte de Barth, a Emil Brunner, Rudolf Bultmann, Friedrich Gogarten, Eduard Thurneysen y Dietrich Bonhoeffer - en la revista Zwischen den Zeiten.

Una teología típica del ínterim del nefando período entre las dos guerras más grandes del siglo XX, la teología dialéctica (también llamada 'teología de la crisis', 'neo-ortodoxia' y, más barthianamente, 'teología de la palabra de Dios') sigue siendo, con todo, bastante influyente y fuente de inspiración en los desarrollos subsecuentes de la teología protestante y también católica. Hoy cuenta como una de las direcciones teológicas más conspicuas, y su influjo se deja sentir en diversas corrientes teológicas desarrolladas en Europa y Estados Unidos, tanto como en la teología de la liberación forjada en América Latina.

El concepto

Si bien dialéctica es un concepto con venerables raíces filosóficas que se hunden hasta la filosofía antigua y que ha encontrado con Hegel en tiempos modernos una nueva formulación, el epíteto 'dialéctico' de la teología dialéctica obedece a su nueva postulación por Karl Barth:

Tesis: Somos teólogos y, en cuanto tales, debemos hablar de Dios.
Antítesis: Pero somos hombres y, en cuanto tales, no podemos hablar de Dios.
Síntesis: Debemos hacer ambas cosas, y nuestro 'deber' (Sollen) y nuestro 'no-poder' (Nicht-Können) deben honrar a Dios.

Con esto, Barth se vuelve críticamente contra el protestantismo cultural, que se ocupaba de preguntas relativas a la cultura, la moralidad, y a todos aquellos aspectos en que el cristianismo ha fungido como contribuyente de la cultura. La teología dialéctica, contrariamente, afirma aquello último, trascendente, aquellos 'asuntos escatológicos' (escathologische Dinge) de los cuales la vida humana debería ocuparse. Lo 'escatológico' y 'último' no hace referencia acá a la escatología tradicional, concebida como una doctrina de las últimas cosas venideras temporalmente, sino que se trata más de un predicado cualitativo que atañe a la forma de enfrentar la vida en el momento presente.

En suma, lo dialéctico de la teología dialéctica, afirma, por un lado, el abismo que separa aquello de lo que se ocupa el saber teológico y los medios y posibilidades conceptuales humanos y, por otro, las dificultades de expresarse en un lenguaje apropiado respecto de lo revelado en la fe.

El problema del lenguaje teológico

Pero, ¿cómo es posible siquiera hablar de aquello que se define como lo totalmente otro (ganz Andere)? Es factible hacerlo solamente mediante la revelación de Dios (Offenbarung Gottes). Aunque esta respuesta parezca ortodoxa y tradicional, Barth insiste que la forma de hablar en teología debe también ser dialéctica, y esto a diferencia de la forma dogmática conservadora de hacerlo y de la forma crítica de la mística.

El camino dogmático es el de la ortodoxia aferrada al supranaturalismo y a ideas francamente premodernas. El dogmatismo construye verdades absolutas que, sin embargo, cree se deben construir como dogmas a partir de la inerrancia bíblica. El camino de la crítica pertenece a la mística, entendida como interioridad subjetivista.


(2.2) La Asunción Psicológica

La asunción de que las teorías psicológicas adquirirían ineludiblemente el aspecto de programas computacionales, ya había sido vaticinada por Simon. Y Simon no se quedó sentado esperando que esto sucediera, sino que él mismo acometió la tarea de diseñar una serie de programas de computación que consistían en simular los pasos conscientes e inconscientes pretendidamente seguidos por una persona cuando realiza competencias cognitivas. Los entusiastas de la hipótesis psicológica asumían que cuando los seres humanos se comportan inteligentemente, se someten al seguimiemnto de una serie de reglas heurísticas similares a aquellas que le permiten a una computadora digital funcionar. Para Ulrich Neisser, el autor de una Cognitive Psychology, “la tarea del psicólogo que desea comprender la cognición humana es análoga con la de quien intenta descubrir cómo una computadora ha sido programada” (1967: 6). Por ello, la tarea del psicólogo cognitivo en la era de la cibernética sería el descubrir el ‘programa’ de la mente humana. La asunción psicológica se ha valido de una metáfora, pero asumida como un hecho constatado, que casi se ha convertido en una verdad de perogrullo: la mente humana es un mecanismo que ‘procesa información’. Empero, tanto la forma de ‘procesamiento’ como el significado de ‘información’ son aquí términos bastante ambiguos. En primer lugar, aunque fuera cierto que hay algo así como ‘procesos cerebrales’, de ello no se sigue el que éstos consistan en estar programados, es decir, que sigan una serie de operaciones discretas determinadas de antemano. En este caso, Dreyfus señala una falacia: aquella que consiste en “saltar del hecho de que el cerebro transforma de alguna forma sus entradas [inputs] a la conclusión de que la mente realiza alguna secuencia de operaciones discretas” (1979: 166). Pero, por otra parte, tampoco está claro qué significa ‘información’ en este contexto cognitivo. Claude Shannon, el ingeniero y matemático que es recordado como el padre de la teoría de la información, ya había advertido que todos los aspectos semánticos de la información no formaban parte del problema estrictamente ingenieril de la comunicación (cf. 1948). Esto quiere decir que desde el punto de vista técnico, ‘información’ no significa ‘información con sentido’ o ‘información significativa’. En concordancia con Warren Weaver, incluso “dos mensajes, uno de los cuales esté cargado con mucho significado, y otro que sea un puro sinsentido, pueden ser exactamente equivalentes desde el presente punto de vista en lo tocante a la información. Esto es, sin duda, lo que quiere decir Shannon cuando afirma que los aspectos semánticos de la comunicación son irrelevantes para los aspectos ingenieriles” (citado por Dreyfus, 1979: 165). Lo que ha acontecido acá, según Dreyfus, es una transformación ilegítima de la teoría matemática de la comunicación en una teoría del significado, a la que se añade la suposición de que la experiencia puede ser analizada en alternativas atómicas y aisladas (cf. idem). El hecho de que, en efecto, cualquier actividad física puede ser, en principio, formalizada lógica y algorítmicamente y, junto con ello, manipulada en una serie de operaciones discretas en una computadora digital, no justifica el que se asuma que la mente sigue esas operaciones. Para Dreyfus, tal cosa es tan absurda como creer que “los planetas están resolviendo necesariamente ecuaciones diferenciales cuando permanecen en sus órbitas alrededor del sol, o que la regla de cálculo (una computadora analógica) sigue los mismos pasos cuando calcula una raíz cuadrada que los que sigue la computadora digital cuando utiliza el sistema binario para calcular el mismo guarismo” (1979: 167). Todo esto significa que, si bien todos los procesos psicoquímicos pueden ser formalizados y calculados discretamente, ello en absoluto implica que haya procesos discretos subyacentes a todas las actividades involucradas en las competencias cognitivas.


(2.3) La Asunción Epistemológica

Aunque pareciera que ya debería ser claro que el modelo de la computadora digital (con la suposición del seguimiento heurístico de operaciones discretas) no provee ninguna clarividencia especial para dar cuenta del funcionamiento de la inteligencia humana, aún quedaba el subterfugio de la formalización. De éste, se sustenta básicamente la asunción epistemológica, según la cual el comportamiento humano podría ser, con todo, formalizable y simulado en una máquina. En este lugar, también podemos traer a colación ─con Dreyfus─ el ejemplo de los planetas: “No están resolviendo ecuaciones diferenciales mientras le dan la vuelta al sol. No están siguiendo ninguna serie de reglas; pero su comportamiento es, no obstante, legal, y para comprender su comportamiento, echamos mano de un formalismo ─en este caso, ecuaciones diferenciales─ que expresa su comportamiento como movimiento en concordancia con una regla” (1979: 189). La asunción epistemológica sostiene, así, básicamente dos tesis: (i) Que todo comportamiento no arbitrario puede ser formalizado, y (ii) que el formalismo puede ser utilizado para reproducir el comportamiento en cuestión (cf. Dreyfus, 1979: 190). Dreyfus se desembaraza de estas dos tesis sosteniendo, a contrapelo, que la pretensión de la formalización involucra una generalización injustificada del éxito de la física. Por lo demás, una teoría de la competencia no debe confundirse con una teoría de la acción.

Agregar a la bibliografía


Fodor, Jerry (1968) “The Appeal to Tacit Knowledge in Psychological Explanation”. The Journal of Philosophy. Vol. 20, 627-640.

Neisser, Ulrich (1967) Cognitive Psychology. New York: Appleton-Century-Crofts.

Shannon, Claude (1948) “A Mathematical Theory of Communication”. Bell System Technical Journal. Vol. 27, 379-423.

Bibliografía

  • Barth, Karl: Der Römerbrief, 1919 (unv. Nachdr. 1963), neue Bearb. 1922
  • Wilfried Härle: Dialektische Theologie. In: Theologische Realenzyklopädie 8 (1981), S. 683-696 (mit weiterer Lit.)
  • Dietrich Bonhoeffer: Briefwechsel mit Karl Barth, in: Ders., Gesammelte Schriften, hrsg. v. Eberhard Bethge, I, 1955, 106 ff.; II, 1959, 39 ff. 126 ff. 283 ff. 631.

Véase también

Enlaces externos