Diferencia entre revisiones de «Trirreme»

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La invención del trirreme se atribuye a los [[Corinto|corintios]] , en el siglo VII a. C., pero la difusión de este tipo de nave, que reemplazaba a las [[Flota cartaginesa#pentecóntera|pentecónteras]], fue un proceso bastante lento, ya que se trataba no de naves especialmente difíciles o medias caras de construir, por comparación, sino porque requerían una inversión en recursos humanos (y por tanto financieros) que tardaron en estar disponibles. Sin embargo, durante las [[Guerras Médicas]] del siglo V, la nave de guerra por excelencia era ya el trirreme, no cojia [[Grecia|griego]], sino también por parte de los [[Persia|persas]]. Lo cual indujo a algunos historiadores a pensar que realmente los trirremes no fueron una invención genuinamente griega{{citarequerida}}. Según esta interpretación deberíamos señalar que los [[fenicio]]-[[Persia|persas]] copiaron de los [[Egipto|egipcios]] el diseño del trirreme, con la finalidad de superar a sus enemigos griegos en el [[Mar Egeo]] y que los griegos lo copiaron de los persas para no combatir en inferioridad de condiciones.
La invención del trirreme se atribuye a los [[Corinto|corintios]] , en el siglo VII a. C., pero la difusión de este tipo de nave, que reemplazaba a las [[Flota cartaginesa#pentecóntera|pentecónteras]], fue un proceso bastante lento, ya que se trataba no de naves especialmente difíciles o caras de construir, por comparación, sino porque requerían una inversión en recursos humanos (y por tanto financieros) que tardaron en estar disponibles. Sin embargo, durante las [[Guerras Médicas]] del siglo V, la nave de guerra por excelencia era ya el trirreme, no sólo en el bando [[Grecia|griego]], sino también por parte de los [[Persia|persas]]. Lo cual indujo a algunos historiadores a pensar que realmente los trirremes no fueron una invención genuinamente griega{{citarequerida}}. Según esta interpretación deberíamos señalar que los [[fenicio]]-[[Persia|persas]] copiaron de los [[Egipto|egipcios]] el diseño del trirreme, con la finalidad de superar a sus enemigos griegos en el [[Mar Egeo]] y que los griegos lo copiaron de los persas para no combatir en inferioridad de condiciones.


La hegemonía del trirreme en las Escuadras del Mediterráneo abarca los siglos V y IV, hasta que fueron superadas por las super-[[galera]]s de gran tamaño de la [[Período helenístico|época helenística]]. No obstante, el trirreme se siguió utilizando hasta bien entrada nuestra era, como nave de exploración o de escolta, si bien en un tipo evolucionado, más pesado, orientado al combate de [[abordaje]].
La hegemonía del trirreme en las Escuadras del Mediterráneo abarca los siglos V y IV, hasta que fueron superadas por las super-[[galera]]s de gran tamaño de la [[Período helenístico|época helenística]]. No obstante, el trirreme se siguió utilizando hasta bien entrada nuestra era, como nave de exploración o de escolta, si bien en un tipo evolucionado, más pesado, orientado al combate de [[abordaje]].

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Un trirreme griego.

El trirreme (griego Τριήρεις en plural, Τριήρης en singular) era una nave de guerra inventada probablemente en el siglo VII a. C. Su nombre deriva de las tres hileras de remeros que había en cada costado del barco.

Introducción

En el desarrollo del arte naval en la Edad Antigua, la invención del trirreme, atribuida tradicionalmente a los corintios, tiene una importancia equivalente a la que, a principios del siglo XX, se operó con la creación del llamado "buque monocalibre" o acorazado. No es que se aplicase a la técnica de construcción naval un invento revolucionario, ni que tuvieran lugar cambios significativos en el modo de combatir de las flotas en el Mediterráneo, sino que se puede decir que con el trirreme, la técnica naval alcanzó uno de sus momentos culminantes. La construcción y mantenimiento de las fuerzas navales en la Atenas clásica, con el objetivo de mantener la supremacía naval y de ese modo obtener el control de la navegación en el mar Egeo, implicó la creación de un enorme mecanismo financiero y logístico, sólo equivalente, quizá, al que se creó en Inglaterra en los años previos de la Gran Guerra. Gran parte de la vida económica y social en Atenas estaba dirigida al mantenimiento de la escuadra, que en su momento de apogeo llegó a totalizar unas 300 naves.

En lo que al diseño en sí se refiere, el trirreme marcó nuevos estándares de prestaciones y versatilidad, y con su aparición todos los tipos de buque de guerra existentes quedaron prácticamente obsoletos. Nuevamente, el paralelismo con el acorazado es evidente. El trirreme apareció en un contexto en el que poco a poco la táctica del combate naval había evolucionado lentamente, pasando de la lucha al abordaje al uso del espolón. Este cambio es significativo en el momento en el que, para combatir al espolón, el factor clave no es el adiestramiento de los infantes de marina para el combate cuerpo a cuerpo, sino la habilidad de maniobrar y la velocidad para buscar una posición favorable para embestir e inutilizar las naves enemigas. El arma por excelencia de los trirremes en la Grecia clásica era, pues, el espolón o émbolos, y aquella marina que más y mejor perfeccionase el adiestramiento de los tripulantes y las características de las naves sería la que obtuviera el dominio del mar.

Origen

Archivo:Triremis Rome BC31.jpg
Un trirreme romano.

La invención del trirreme se atribuye a los corintios , en el siglo VII a. C., pero la difusión de este tipo de nave, que reemplazaba a las pentecónteras, fue un proceso bastante lento, ya que se trataba no de naves especialmente difíciles o caras de construir, por comparación, sino porque requerían una inversión en recursos humanos (y por tanto financieros) que tardaron en estar disponibles. Sin embargo, durante las Guerras Médicas del siglo V, la nave de guerra por excelencia era ya el trirreme, no sólo en el bando griego, sino también por parte de los persas. Lo cual indujo a algunos historiadores a pensar que realmente los trirremes no fueron una invención genuinamente griega[cita requerida]. Según esta interpretación deberíamos señalar que los fenicio-persas copiaron de los egipcios el diseño del trirreme, con la finalidad de superar a sus enemigos griegos en el Mar Egeo y que los griegos lo copiaron de los persas para no combatir en inferioridad de condiciones.

La hegemonía del trirreme en las Escuadras del Mediterráneo abarca los siglos V y IV, hasta que fueron superadas por las super-galeras de gran tamaño de la época helenística. No obstante, el trirreme se siguió utilizando hasta bien entrada nuestra era, como nave de exploración o de escolta, si bien en un tipo evolucionado, más pesado, orientado al combate de abordaje.

La construcción

No hay pruebas arqueológicas de cómo era exactamente un trirreme, ya que los restos de naufragios de la Antigüedad son en su inmensa mayoría de buques civiles. Las piezas de madera tienen flotabilidad positiva, y los restos sumergidos de naufragios pertenecen a buques de carga, debido a que el peso de la carga ha mantenido bajo el agua los restos. Tenemos una idea aproximada del tamaño de estos barcos gracias a que, a principios del siglo XX, se encontraron en el puerto de El Pireo las gradas de piedra de los arsenales en que se alojaban los trirremes cuando no estaban navegando. La iconografía también aporta algunas pruebas de cuál era su forma general, pero no permite determinar el método de construcción usado. Se ha partido de la hipótesis de que el método usado para construir los trirremes era el mismo que se usaba en las naves mercantes que se han encontrado. Esta hipótesis es meramente orientativa, ya que existen argumentos en contra, pues a lo largo de la historia de la construcción naval abundan los ejemplos en que la técnica de construcción de los buques de guerra es totalmente distinta de la de los cargueros.

El calado de estos barcos era reducido, para facilitar la varada y puesta en seco del casco. La relación eslora-manga era en cambio muy elevada (10 a 1), lo que hacía que el buque fuera muy rápido. La longitud era de unos 35-40 metros y la manga de 4,5 metros. Si a esto añadimos un calado de apenas un metro, tenemos una nave muy maniobrable y bastante rápida.

El método de construcción del casco es conocido con el nombre de "shell first", es decir, "caparazón primero". Consiste básicamente en construir primero la tablazón exterior, ensamblando las piezas mediante un sistema de tablas ensambladas entre sí mediante ranura y encaje, atravesadas por espigas de madera, y superpuestas, que se unen a la quilla y al mascarón, reforzándolo desde el interior mediante cuadernas (costillas) de madera y baos (vigas transversales). Para mantener el casco unido, se tensaba este mediante una cuerda muy gruesa llamada "hypozoma", ubicada seguramente en el interior del casco, engarzada a la roda y la popa, y tensada con una especie de molinete en el centro del barco; algunos ingenieros creen, por el contrario, que esta gruesa cuerda rodeaba el casco por el exterior. Era una de las piezas más importantes del navío, y según las ordenanzas militares atenienses era obligatorio llevar dos o tres de recambio. La solidez de la nave es un factor fundamental si se piensa que se combate a golpe de espolón, y se debe evitar que el casco se quiebre al impactar contra el enemigo. Sin embargo, la resistencia del casco era secundaria frente al gran énfasis que pusieron los atenienses en la ligereza de construcción.

El saledizo donde se ubicaba la fila superior de remeros estaba trabada con el costado del casco mediante largueros transversales: sobre los tranitas existía una cubierta que se extendía de banda a banda y sobre la que había una pasarela, que se extendía a lo largo de la eslora y servía más como plataforma de maniobra y protección que como refuerzo estructural.

En la construcción del trirreme era habitual el uso de madera de abeto y de cedro, así como de roble. La madera utilizada procedía generalmente de Macedonia, ya que en el Ática no había bosques de calidad. Dado que los tratamientos para preservar la madera del casco del ataque de la broma no eran muy eficaces, ésta se deterioraba rápidamente; por eso las naves que no estaban en uso era habitual retirarlas del agua y dejarlas en seco en los arsenales de El Pireo.

El calafateado, es decir, la impermeabilización del casco, se hacía introduciendo pez o cera en los intersticios de la tablazón. El calafateado se deterioraba con el tiempo y era necesario renovarlo cada vez que se ponía la nave en seco. Ese era el momento en que los operarios del astillero aprovechaban también para carenar el casco, es decir, limpiarlo de adherencias (algas y demás suciedad) para que no se viera reducida la velocidad por la mayor resistencia hidrodinámica del casco. Calafateado y carenado el casco, se procedía a pintarlo.

Colocación de los remeros según J.S. Morrison.

En cuanto a la configuración de los bancos de remeros, ha existido una agria polémica durante siglos sobre cómo estaban distribuidos los remeros en la nave. El problema ha estado básicamente en el hecho de que las fuentes literarias, que mencionan el trirreme innumerables veces, no se detienen a describir como era, ya que para ellos un trirreme era algo muy familiar (algo así como lo sería para nosotros hablar de un coche), y conocido por todos. Por si fuera poco, se ha demostrado también que no existe continuidad entre el arte de construir buques de guerra en la Antigüedad y el de la Edad Moderna, que sí que tenemos bien documentado. Se ha debatido hasta la saciedad sobre cómo eran estos barcos: lo único que parecía estar fuera de discusión es que los remeros estaban agrupados en grupos de tres (trieres) a cada banda, pero no se sabía como estaban exactamente. ¿Habría una hilera única de remos con tres remeros por banco? ¿Dos hileras de remos con un banco superior con un sólo remero y otro inferior con dos?. Las combinaciones posibles son prácticamente interminables, pero conociendo con exactitud las medidas de la nave y revisando la iconografía, junto con una nueva interpretación de los textos disponibles, se ha podido llegar a ciertas conclusiones. J.S. Morrison afirma[cita requerida] tajantemente que un trirreme dispone de tres hileras superpuestas de remos por banda, con los bancos dispuestos de forma escalonada. Los remeros que van sentados en la posición inferior son los talamitas (de thálamos, cala). Ligeramente por encima de ellos y desplazados en el plano longitudinal están los zigitas (de zeugon, bao), la posición intermedia. Los remeros que van en la posición más alta son los tranitas (de tranos, taburete), situados también en el punto más alejado del eje de la nave. Esta disposición, con remos individuales, permite que los remos no sean excesivamente largos, y evita que los remeros se estorben el movimiento entre ellos, del mismo modo que hace posible retraer los remos hacia el interior del casco en caso de abordaje. Los talamitas y zeugitas están en el interior del casco, mientras que los tranitas se sientan en el saledizo de la cubierta superior. Al estar en la posición más elevada éstos son los que más esfuerzo realizan, ya que al entrar el remo en el agua con un ángulo más vertical, el brazo de palanca requiere que se aplique más fuerza. Del mismo modo, los tranitas controlan que el ritmo y el ángulo de entrada de los remos de los talamitas y zaugitas sea el adecuado: esto es posible porque los tranitas son los únicos que tienen vista hacia el exterior.

Un trirreme se movía a fuerza de brazos sólo cuando se entraba en combate. El resto del tiempo se navegaba a vela. A tal efecto existían uno o, en ocasiones, dos mástiles, el más pequeño el de trinquete, desplazados hacia proa y algo inclinados hacia delante. Las velas eran cuadradas, del tipo tradicional, y se arriaban y guardaban al entrar en combate. La nave se gobernaba mediante dos espaldillas, remos de mayor tamaño que los normales, que se colocaban uno a cada lado en el castillo de popa: también era posible encarar la nave mediante los remos, invirtiendo el sentido de la marcha con los remeros de un costado, de forma que la nave giraba sobre sí misma. Por supuesto, también se podía navegar ciando, es decir, marcha atrás. La capacidad de maniobra de un trirreme era realmente impresionante, capaz de dar un giro de 180º en un recorrido equivalente a dos veces la eslora, y se hacía especial énfasis en el adiestramiento de los remeros para aprovecharla.

En la marina ateniense los trirremes estaban clasificados por categorías, según su estado de mantenimiento y su antigüedad. Otra distinción establecía si la triere era “aphracta” o “cataphracta”, vale decir, si iba descubierta o si llevaba protección para los tripulantes. Protección que por lo general consistía en una especie de carpa de lona o de cuero que protegía a los tranitas del ataque con flechas o jabalinas. Aparte del diseño básico existían una serie de variantes, que habitualmente procedían de la transformación de las naves más viejas: buques de transporte rápido para llevar caballos y soldados, en los que se suprimían los bancos de talamitas y zigitas para dejar espacio para la carga.

En el resto de marinas griegas el diseño de los trirremes presentaba algunas variantes. Los peloponesios confiaban en la mayor calidad de sus infantes de marina, por lo que incorporaban en su dotación un número mayor de éstos e intentaban combatir al abordaje. Por eso mismo sus trirremes eran de construcción más sólida, más pesados y lentos, para resistir la embestida del trirreme enemigo como paso previo al combate cuerpo a cuerpo.

La tripulación

Fragmento de un bajorrelieve de un trirreme griego.

Los registros navales, dando cuenta del número de tripulantes y de la paga recibida por cada uno, nos permiten reconstruir claramente cómo estaba compuesta la tripulación de un trirreme. El número total de remeros era de unos 170, y (en algunas Polis griegas como Atenas y Siracusa) no eran, como se supone generalmente, esclavos o trabajadores forzados, sino hombres libres. El salario era de un dracma al día más gastos de sustento, y era lo bastante atractivo como para que no faltasen voluntarios. Aparte de los remeros, había un grupo de una docena de marineros encargados de la arboladura y el velamen, cuya función era ejecutar las órdenes relativas a la navegación a vela. Junto a estos, solía haber un destacamento de hoplitas, que actuaban como infantes de marina, aunque su número y armamento solía cambiar de una polis a otra.

Oficialmente, el mando de un trirreme recaía sobre el trierarco, quien no solamente se encargaba de dirigir las operaciones (de hecho, no era necesario que lo hiciera), sino que su principal responsabilidad era hacer frente al pago de los gastos de armamento y alistamiento de la nave, así como de administrar el sustento y la paga de la tripulación. A cargo de las maniobras de la nave estaba el kybernetes, o piloto, en quien a veces el trierarco delegaba su función como capitán, ya que para ser trierarco se requería ser rico, no necesariamente ser marinero o estar familiarizado con las cosas del mar. En el siguiente apartado se explica en qué consiste exactamente la trierarquía. Los otros oficiales eran el prorates, el keleustes y el pentecontarco, que serían, respectivamente, el serviola, el contramaestre y el pagador. Al primero correspondería verificar el estado del casco y otear el horizonte en permanente vigilancia, el otro actuaba como oficial ejecutivo, y el último estaría a cargo de la administración de los sueldos y los suministros.

En total, la tripulación estaba compuesta por unas doscientas personas, lo que es realmente mucha gente si tenemos en cuenta el tamaño de la nave. La capacidad de carga era prácticamente nula: de hecho, apenas cabían provisiones para un par de días. De este modo, la navegación debía ser forzosamente de cabotaje, ya que era imperativo desembarcar en la costa y obtener provisiones. Lo normal debía ser buscar una playa segura, varar las naves y encaminarse hacia el pueblo más cercano para adquirir los víveres: como ya hemos dicho, el sustento corría a cargo del Estado.

La paga era de un dracma al día, cantidad que ya hemos mencionado, aunque era habitual que se percibieran “extras”, como era el caso de los tranitas, cuya labor de remo era más compleja que la del resto de tripulantes y requería más esfuerzo. Al menos en teoría, el estado era el que se hacía cargo de los pagos, pero esto suponía una carga financiera más que considerable, lo que en la práctica era habitual que fuese el trierarco el que hiciera efectivo el pago o bien se procurase mediante el saqueo y el botín de guerra. Es de suponer además, que los “especialistas” debían percibir algún tipo de bonificación ya que se trataba de oficios que requerían una cualificación que no era fácil de encontrar. Cabe preguntarse de dónde salían tantos tripulantes. La respuesta es fácil: la posibilidad de recibir un dracma al día era lo bastante atractiva como para que no faltasen voluntarios provenientes de las clases inferiores (según la clasificación soloniana): los thetes. A falta de oportunidades de prosperar en el Ática, la perspectiva de estar alistado en el servicio activo no era nada desalentadora. Y en el caso de que el cuerpo de ciudadanos del Ática no bastase para cubrir los bancos de remos en su totalidad, es de suponer que no existiría problema en reclutar mercenarios de otras polis, alistar a los metecos de la propia Atenas o incluso a los esclavos.

La trierarquía

Maqueta de un trirreme griego.

La flota ateniense, en época arcaica, estaba compuesta por barcos en propiedad de ciudadanos particulares, que éstos aportaban a la guerra tras haberlos adaptado para desempeñar tareas militares. Era una agrupación heterogénea y semi-pirata de naves privadas que se alistaban para el combate. Este sistema se vio drásticamente modificado con la introducción del trirreme y con la guerra contra los persas.

Sin embargo, la marina ateniense no perdió por completo esta característica privada en la época clásica: cuando el gobierno de Temístocles asumió la construcción de una gigantesca flota de 200 trirremes, se vio la imposibilidad de financiar completamente el sistema naval con fondos públicos. Esto no es de extrañar: el mantenimiento de tantos barcos, y sobre todo de tantos tripulantes (unos 200 por nave) era una carga muy pesada que la polis no podía asumir en su totalidad. Además, para administrar y controlar una flota de tan grandes dimensiones haría falta una considerable burocracia, lo cual encarecería aun más el mantenimiento.

En Atenas y en el mundo griego antiguo, existía una institución financiera, la liturgia, un mecanismo de participación de los ciudadanos en la función pública diferente del funcionariado. La liturgia implicaba que el ciudadano debía realizar o financiar un servicio público (armar una nave, alojar una embajada, organizar un espectáculo teatral) con fondos de su propio bolsillo, a fondo perdido (es decir, con poca o ninguna posibilidad de recuperar el dinero) pero con la colaboración del Estado. Era un mecanismo de cofinanciación público-privado de un servicio o prestación, cuyo ejecutante nominal era el particular. Se considaraba un gran honor que a un ciudadano se le asignara una liturgia, y cumplirla con éxito reportaba gran prestigio. De todos modos, este sistema estaba organizado de forma que, pese a ser muy gravoso, fuese lo más llevadero posible, sólo estaban sujetos a liturgias los ciudadanos más ricos, y se configuró por turnos para que no recayesen en las mismas personas durante años consecutivos. La liturgia por excelencia, y la que nos interesa aquí es la trierarquía.

Existen algunas formas de desembolso que se consideran honorables, por ejemplo el gasto en el servicio de los dioses, ofrendas votivas, edificación de obras públicas, sacrificios y oficios religiosos en general; el acto de beneficencia público más ambicionado es el deber, como se le estima en ciertos Estados, de equipar un coro o alistar una nave de guerra, o incluso celebrar un banquete público.
Aristóteles, Ética a Nicómaco 1222b, 1color

La trierarquía consistía básicamente en que a un ciudadano se le asignaba el cometido de alistar un trirreme para el combate, enrolar una tripulación y capitanear la nave durante el período de tiempo establecido (un año). El casco de la embarcación lo aportaba la Polis, así como las instalaciones para efectuar el mantenimiento, mientras que el trierarco debía contratar y organizar los operarios que estaban encargados de poner la nave en condiciones de combatir. Con un poco de suerte, le podía ser asignada al trierarco un trirreme en buenas condiciones, que no necesitase más que una mano de pintura o la sustitución de una vela. Pero también era posible que a le tocase un auténtico despojo flotante, una nave vieja o gravemente averiada, que requería prácticamente ser reconstruida de quilla a perilla. Además, aunque nominalmente el Estado se hacía cargo de los materiales más caros (como la pez y alquitrán para el calafateo, la madera para los mástiles, el cordaje...), era muy habitual que el dinero necesario para las reparaciones más urgentes lo pusiera el trierarco de su propio bolsillo, del mismo modo que sucedía en ocasiones con la paga de los tripulantes. Por si fuera poco, el trierarco era responsable de que la nave fuese devuelta a la polis al término de la campaña, y que la nave estuviera en buenas condiciones, momento en el cual la ciudad le reembolsaría los gastos. Todo esto bajo la hipótesis de que en el momento del regreso la ciudad dispusiera de recursos financieros y liquidez: en caso de necesidad, el trierarco actuaba como prestamista a fondo perdido.

La flota era el resultado de enormes gastos, realizados por los trierarcos y la ciudad: a expensas públicas se daba una dracma por día a cada marinero y se entregaban 60 naves rápidas sin tripulación, 40 de transporte de hoplitas y una excelente oficialidad para ellas; los trierarcos contribuían con un suplemento al sueldo que el estado pagaba a los remeros de la fila superior y a los oficiales, y por lo que hace a lo demás, empleaban un costoso equipo de enseñas y artilugios, afanándose por demostrar que su nave era la más rápida y maniobrera.
Tucídides, Historia de la guerra del Peloponeso VI.31color

Bibliografía

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Véase también

Enlaces externos