Diferencia entre revisiones de «Minerva»

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Esta diosa era la hija favorita del [[Olimpo]], que le había concedido varias de sus prerrogativas supremas. Tenía el don de [[profecía]], prolongaba a voluntad la vida de los mortales, obtenía la felicidad tras la muerte: todo lo que ella disponía con un gesto de su cabeza era irrevocable, todo lo que prometía llegaba infaliblemente. Sus atributos eran la [[égida]] (el escudo adornado de la cabeza de la [[Medusa (mitología)|Gorgona]]), el olivar y la lanza.
Esta diosa era la hija favorita del [[Olimpo]], que le había concedido varias de sus prerrogativas supremas. Tenía el don de [[profecía]], prolongaba a voluntad la vida de los mortales, obtenía la felicidad tras la muerte: todo lo que ella disponía con un gesto de su cabeza era irrevocable, todo lo que prometía llegaba infaliblemente. Sus atributos eran la [[égida]] (el escudo adornado de la cabeza de la [[Medusa (mitología)|Gorgona]]), el olivar y la lanza.
minerva es la diosa de la arte


== Mito ==
== Mito ==

Revisión del 20:00 27 ene 2010

Las hilanderas de Diego Velázquez.

En la mitología romana Minerva es la diosa de la sabiduría, las artes, las técnicas de la guerra, además de la protectora de Roma y la patrona de los artesanos. Se corresponde con Atenea en la mitología griega.

Títulos y roles

El nombre «Minerva» probablemente fuera importado de los etruscos, que la llamaban Menrva. Los romanos habrían confundido fácilmente su nombre extranjero con la palabra latina mens, ‘mente’, dado que uno de sus aspectos como diosa correspondía no sólo a la guerra sino también al intelecto.

Esta diosa era la hija favorita del Olimpo, que le había concedido varias de sus prerrogativas supremas. Tenía el don de profecía, prolongaba a voluntad la vida de los mortales, obtenía la felicidad tras la muerte: todo lo que ella disponía con un gesto de su cabeza era irrevocable, todo lo que prometía llegaba infaliblemente. Sus atributos eran la égida (el escudo adornado de la cabeza de la Gorgona), el olivar y la lanza.

Mito

Minerva era hija de Júpiter, quien tras haber devorado a Metis, la Prudencia, sintió un gran dolor de cabeza. Recurrió a Vulcano, quien le abrió la cabeza de un hachazo, surgiendo de ella Minerva, armada y en una edad que le permitió ayudar a su padre en la Gigantomaquia (guerra contra los Gigantes), donde se distinguió por su valentía.

Una de las características más famosas de la historia de Minerva es su desacuerdo con Neptuno para dar su nombre a la ciudad de Atenas. Doce grandes dioses, elegidos como árbitros, decidieron que quien produjera la cosa más útil para la ciudad le daría su nombre. Neptuno, de un golpe de tridente, hizo que la tierra diese un caballo y Minerva hizo crecer un olivar, lo que le dio la victoria.

En la Guerra de Troya Minerva se mostró favorable con los aqueos después de que Paris la humillase al prefirir la belleza de Venus sobre la de Juno y la suya propia. La casta Minerva siguió siendo virgen, lo que no le impidió disputar el premio en el Juicio de Paris. Con el fin de triunfar sobre sus rivales, ofreció a su juez el conocimiento y la virtud. Sus ofertas fueron inútiles y concibió un gran despecho.

A veces conduce a Ulises en sus viajes, a veces se digna enseñar a las hijas de Pandora al arte de destacar en los trabajos que convienen a las mujeres, a representar flores y combates en obras de tapicería, incluso es ella la que embellece de sus manos el abrigo de Juno. En una ocasión se enfrentó a Aracne para comprobar cuál de las dos tejía más rápido. Para demostrarlo, Minerva le propuso una labor: una tela magnífica. Cuando Minerva vio la superioridad de Aracne, fue víctima de tantos celos que decidió convertirla en una araña (según cuenta Ovidio en Las metamorfosis), hecho por el que se conoce a Minerva como una diosa cruel. Esta escena fue representada por Velázquez en su lienzo Las hilanderas, actualmente en el Museo del Prado (Madrid).

Finalmente, es Minerva quien hace construir la nave de los argonautas según su dibujo, y quien coloca en su proa la madera que habla, cortada en el bosque de Dódona, la cual dirigía su rumbo, les informaba de los peligros y les indicaba los medios de evitarlos. Bajo esta metáfora es fácil reconocer el timón de la nave.

Culto

Minerva armándose, Lavinia Fontana (1613), Galería Borghese, Roma.

Ovidio llamaba a Minerva la «diosa de las mil obras». Fue adorada por toda Italia, aunque sólo en Roma adoptó un carácter belicoso.

Los romanos celebraban sus fiestas del 19 al 23 de marzo, durante el día que se llamaba, en plural femenino, Quinquatria, el quinto tras el Ides de marzo, el décimonoveno, la fiesta de los artesanos. Una versión menor, las Minusculae Quinquatria, se celebraba en los Ides de junio, 13 de junio, por los flautistas, que eran particularmente útiles para la religión. Minerva era adorada en el monte Capitolino como parte, junto con Juno y Júpiter, de la Tríada Capitolina. En la Roma actual puede visitarse la Piazza della Minerva cerca del Panteón.

En 207 a. C. se constituyó un gremio de poetas y actores para reunirse y hacer ofrendas votivas en el templo de Minerva en el monte Aventino. Entre sus miembros de contaba Livio Andrónico. El santuario de Minerva en el Aventino siguió siendo un importante centro artículo mucho después del ecuador de la república romana.

En las Vida de Pericles de Plutarco, Minerva se aparece a Pericles en un sueño y le ordena un tratamiento concreto para un ciudadano de Atenas herido. El tratamiento curó al hombre y se erigió una estatua de latón en honor de la diosa.

Representaciones

En sus estatuas e imágenes se le da una belleza simple, descuidada, modesta, un grave aire, impresionando su nobleza, fuerza y majestad. Suele llevar el casco en cabeza, una pica en una mano, un escudo en la otra y la égida sobre el pecho. Generalmente aparece sentada, pero cuando está de pie tiene siempre, con la actitud resuelta de una guerrera, un aire meditativo y la mirada fija en altas concepciones.

Animales consagrados

Los animales consagrados a Minerva eran el mochuelo y el dragón.[1]​ Se le dedicaban grandes sacrificios, de forma que en las grandes Panateneas cada tribu del Ática le dedicaba un buey, cuya carne se distribuía a continuación entre pueblo.

Templos

Notas

  1. Paula Mellado, Francisco de (1854). Enciclopedia Moderna. Madrid. pp. xxvii.894. 

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