Diferencia entre revisiones de «Clara de Asís»

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Con la edad se convirtió en la más gallarda y hermosa joven de Asís, y consecuentemente tuvo muchos pretendientes. Cuando cumplió los dieciséis años sus padres la prometieron en matrimonio a un joven de la nobleza a lo que ella se resistió respondiendo que se había consagrado a [[Dios]] y había resulto no conocer jamás a hombre alguno.
Con la edad se convirtió en la más gallarda y hermosa joven de Asís, y consecuentemente tuvo muchos pretendientes. Cuando cumplió los dieciséis años sus padres la prometieron en matrimonio a un joven de la nobleza a lo que ella se resistió respondiendo que se había consagrado a [[Dios]] y había resulto no conocer jamás a hombre alguno.

===Conversión===

Por esa fecha había vuelto de [[Roma]], con autoridad pontificia para predicar, el joven Francisco, cuya conversión tan hondamente había conmovido a la ciudad entera. Clara le oyó predicar en la [[iglesia de San Rufino]] y comprendió que el modo de vida observada por el Santo era el que a ella le señalaba el Señor.

Entre los seguidores de Francisco había dos, Rufino y Silvestre, que eran parientes cercanos de Clara, y estos le facilitaron el camino a sus deseos. Así un día acompañada de una de sus parientes, a quien la tradición atribuye el nombre de Bona Guelfuci, fue a ver a Francisco. Este había oído hablar de ella, por medio de Rufino y Silvestre, y desde que la vio tomó una decisión: “quitar del mundo malvado tan precioso botín para enriquecer con él a su divino Maestro”. Desde entonces Francisco fue el guía espiritual de Clara.

La noche después de [[Domingo de Ramos]] de [[1212]], Clara, huyó de su casa y se encaminó a [[la Porciúncula]], allí la aguardaban los [[Frailes Menores]] con antorchas encendidas. Habiendo entrado en la capilla se arrodillo ante la imagen de la Virgen y ratificó su renuncia al mundo “por amor hacia el santísimo y amadísimo Niño envuelto en pañales y recostado sobre el pesebre”1. Cambió sus relumbrantes vestiduras por un [[sayal]] tosco, semejante al de los frailes; trocó el cinturón adornado con joyas por un nudoso cordón, y cuando Francisco cortó su rubio cabello se cubrió con un velo negro que junto con sandalias de madera constituirían el atuendo de su orden primigenia.

Hizo los tres [[votos monásticos]] y prometió obedecer a [[San Francisco]] en todo. Luego fue trasladada al convento de las benedictinas de San Pablo.
Cuando sus familiares descubrieron su huida y paradero fueron a buscarla al convento. Tras la negativa rotunda de Clara a regresar a su casa, Francisco creyó prudente trasladarla al convento de San Ángel de Panzo, también benedictino.

===Inicio de las Clarisas===

Seis o diez días después de la huida de Clara, otra de sus hermanas, Inés, huyó también al convento de San Ángel a compartir con su hermana el mismo régimen de vida. Más tarde fue a reunírseles su otra hermana Beatriz, y en pos de todas ellas Ortonala, después de la muerte de Favorino.

No vistiendo el hábito benedictino ni siguiendo la Regla de San Benito, Clara e Inés pronto tuvieron que mudarse del convento de San Ángel. Así Francisco habló con los camaldulenses del monte Subasio, que antes habían donado a la nueva Orden la Porciúncula, los cuales le ofrecieron cederles la [[iglesia de San Damián]] y el convento anexo, los que serían desde ese momento la casa de Clara durante 41 años hasta su muerte.

En aquel convento de San Damián, germinó y se desenvolvió la vida de oración, de trabajo, de pobreza y de alegría, virtudes del carisma franciscano. Por esa fecha el estilo de vida de
Clara y sus hermanas llamó fuertemente la atención y el movimiento creció rápidamente. La condición requerida para admitir una postulante en San Damián era la misma que pedía Francisco en la Porciúncula: repartir entre los pobres todos los bienes.

El convento no podía recibir donación alguna, pero debía permanecer inquebrantable para siempre. Los medios de vida de las monjas eran el trabajo y la limosna. Mientras unas hermanas trabajaban dentro del claustro otras iban a mendingar de puerta en puerta, Clara, cuando las hermanas volvían de mendingar las abrazaba y le besaba los pies. Más tarde cuando la orden se redujo a rigurosa clausura, los monasterios para mendingar ocuparon limosneros.

San Francisco escribió poco después la regla de vida para las hermanas y, por medio del Santo, obtuvieron del [[Papa]] [[Inocencio III]] la confirmación de esta regla en [[1215]], pues ese año, por orden expresa de Francisco, aceptó Clara el título de abadesa de San Damián. Hasta entonces Francisco había sido jefe y director de las dos órdenes, pero después que el Papa les aprobó la regla, las monjas debían tener una superiora que las gobernase.


===La vida diaria en San Damián===
===La vida diaria en San Damián===

Revisión del 01:51 10 sep 2009

Clara de Asís
Información personal
Nombre de nacimiento Chiara Offreduccio Ver y modificar los datos en Wikidata
Nacimiento 16 de julio, 1194
Asís, Italia
Fallecimiento 11 de agosto de 1253
Asís, Italia
Sepultura Basílica de Santa Clara (Asís) Ver y modificar los datos en Wikidata
Religión Iglesia católica y catolicismo Ver y modificar los datos en Wikidata
Familia
Madre Ortolana de Asís Ver y modificar los datos en Wikidata
Información profesional
Ocupación Monja, autora, escritora de literatura religiosa, fundador de orden o congregación, místico y filósofa Ver y modificar los datos en Wikidata
Área Misticismo, oración y gestión Ver y modificar los datos en Wikidata
Cargos ocupados Abadesa (desde 1215) Ver y modificar los datos en Wikidata
Información religiosa
Canonización 26 de septiembre, 1255 por el Papa Alejandro IV
Festividad 11 de agosto
Venerada en Iglesia Católica Romana, Comunión Anglicana, Iglesia Luterana
Orden religiosa Orden de Santa Clara Ver y modificar los datos en Wikidata

Santa Clara de Asís (en italiano Chiara d'Assisi), (* Asís, Italia, 16 de julio de 1194 - † ídem, 11 de agosto de 1253), religiosa y santa italiana. Seguidora fiel de San Francisco de Asís con el que fundó la segunda orden franciscana o de hermanas clarisas, Clara se preciaba de llamarse “humilde planta del bienaventurado Padre Francisco”. Después de abandonar su antigua vida de noble, se estableció finalmente en el monasterio de San Damiano hasta su muerte.

Clara de Asís fue la primera mujer en escribir una regla y recibir aprobación del Papa. Hoy sus restos descansan en el protomonasterio de Asís.

Fue canonizada un año después de su fallecimiento, por el Papa Alejandro IV. Su fiesta litúrgica es el 11 de agosto.

Infancia y Familia

Clara nación en Asís en 1194, probablemente el 11 de julio. Hija mayor del matrimonio de Favorino de Scifi y Ortolana, la cual era descendiente de una ilustre familia de Sterpeto, los Eiumi. Ambas familias pertenecían a la más augusta aristocracia de Asís, Favorino tenía el título de Conde de Sasso – Rosso. Clara tenía además cuatro hermanos, un varón, Boson y tres mujeres, Renenda, Inés y Beatriz.

Ortolana era una mujer de mucha virtud y piedad cristiana, y era devota de hacer largas peregrinaciones a Bari, Santiago de Compostela y Tierra Santa. Dice la tradición que antes de nacer Clara, el Señor le reveló en oración que la alumbraría de una brillante luz que habría de iluminar al mundo entero, y fue por eso que la niña recibió en el bautismo el nombre de Clara, el cual encierra dos significados, resplandeciente y célebre.

La niña Clara creció en el palacio fortificado de la familia, cerca de la Puerta Vieja. Se dice que desde su más corta edad sobresalió en virtud, se mortificaba duramente usando a raíz de su delicado cuerpo ásperos cilicios de cerdas y rezaba todos los días tantas oraciones que tenía que valerse de piedrecillas para contarlas.

Con la edad se convirtió en la más gallarda y hermosa joven de Asís, y consecuentemente tuvo muchos pretendientes. Cuando cumplió los dieciséis años sus padres la prometieron en matrimonio a un joven de la nobleza a lo que ella se resistió respondiendo que se había consagrado a Dios y había resulto no conocer jamás a hombre alguno.

Conversión

Por esa fecha había vuelto de Roma, con autoridad pontificia para predicar, el joven Francisco, cuya conversión tan hondamente había conmovido a la ciudad entera. Clara le oyó predicar en la iglesia de San Rufino y comprendió que el modo de vida observada por el Santo era el que a ella le señalaba el Señor.

Entre los seguidores de Francisco había dos, Rufino y Silvestre, que eran parientes cercanos de Clara, y estos le facilitaron el camino a sus deseos. Así un día acompañada de una de sus parientes, a quien la tradición atribuye el nombre de Bona Guelfuci, fue a ver a Francisco. Este había oído hablar de ella, por medio de Rufino y Silvestre, y desde que la vio tomó una decisión: “quitar del mundo malvado tan precioso botín para enriquecer con él a su divino Maestro”. Desde entonces Francisco fue el guía espiritual de Clara.

La noche después de Domingo de Ramos de 1212, Clara, huyó de su casa y se encaminó a la Porciúncula, allí la aguardaban los Frailes Menores con antorchas encendidas. Habiendo entrado en la capilla se arrodillo ante la imagen de la Virgen y ratificó su renuncia al mundo “por amor hacia el santísimo y amadísimo Niño envuelto en pañales y recostado sobre el pesebre”1. Cambió sus relumbrantes vestiduras por un sayal tosco, semejante al de los frailes; trocó el cinturón adornado con joyas por un nudoso cordón, y cuando Francisco cortó su rubio cabello se cubrió con un velo negro que junto con sandalias de madera constituirían el atuendo de su orden primigenia.

Hizo los tres votos monásticos y prometió obedecer a San Francisco en todo. Luego fue trasladada al convento de las benedictinas de San Pablo. Cuando sus familiares descubrieron su huida y paradero fueron a buscarla al convento. Tras la negativa rotunda de Clara a regresar a su casa, Francisco creyó prudente trasladarla al convento de San Ángel de Panzo, también benedictino.

Inicio de las Clarisas

Seis o diez días después de la huida de Clara, otra de sus hermanas, Inés, huyó también al convento de San Ángel a compartir con su hermana el mismo régimen de vida. Más tarde fue a reunírseles su otra hermana Beatriz, y en pos de todas ellas Ortonala, después de la muerte de Favorino.

No vistiendo el hábito benedictino ni siguiendo la Regla de San Benito, Clara e Inés pronto tuvieron que mudarse del convento de San Ángel. Así Francisco habló con los camaldulenses del monte Subasio, que antes habían donado a la nueva Orden la Porciúncula, los cuales le ofrecieron cederles la iglesia de San Damián y el convento anexo, los que serían desde ese momento la casa de Clara durante 41 años hasta su muerte.

En aquel convento de San Damián, germinó y se desenvolvió la vida de oración, de trabajo, de pobreza y de alegría, virtudes del carisma franciscano. Por esa fecha el estilo de vida de Clara y sus hermanas llamó fuertemente la atención y el movimiento creció rápidamente. La condición requerida para admitir una postulante en San Damián era la misma que pedía Francisco en la Porciúncula: repartir entre los pobres todos los bienes.

El convento no podía recibir donación alguna, pero debía permanecer inquebrantable para siempre. Los medios de vida de las monjas eran el trabajo y la limosna. Mientras unas hermanas trabajaban dentro del claustro otras iban a mendingar de puerta en puerta, Clara, cuando las hermanas volvían de mendingar las abrazaba y le besaba los pies. Más tarde cuando la orden se redujo a rigurosa clausura, los monasterios para mendingar ocuparon limosneros.

San Francisco escribió poco después la regla de vida para las hermanas y, por medio del Santo, obtuvieron del Papa Inocencio III la confirmación de esta regla en 1215, pues ese año, por orden expresa de Francisco, aceptó Clara el título de abadesa de San Damián. Hasta entonces Francisco había sido jefe y director de las dos órdenes, pero después que el Papa les aprobó la regla, las monjas debían tener una superiora que las gobernase.

La vida diaria en San Damián

Clara, a pesar de ser Superiora, tenía la costumbre de servir la mesa y brindar agua a las religiosas para que lavasen sus manos, y cuidaba solícitamente de ellas. Cuentan que se levantaba todas las noches a verificar si alguna religiosa estaba destapada. Francisco muchas veces le envió enfermos a San Damián, y Clara los sanaba con sus cuidados. Ni aún estando enferma, lo que era frecuente, omitía el trabajo manual. Así se dedicaba a bordar corporales, en la misma cama, que mandaba a las iglesias pobres de las montañas del valle.

Así como en el trabajo era ejemplo para las religiosas, lo era también en la vida de oración. Después de las completas, último oficio del día, permanecía largo rato, sola, en la iglesia ante el Crucifijo que habló a San Francisco en otro tiempo. Allí se daba a la quieta meditación de los dolores de Cristo y rezaba el “Oficio de la Cruz”, que había compuesto Francisco. Estas prácticas no le impedían levantarse por la mañana muy temprano, para levantar a las hermanas, encender las lámparas y tocar la campana para la misa primera. Su cama, en los inicios, eran haces de sarmiento con un tronco de madera por almohada; después la cambió en un pedazo de cuero y un áspero cojín; por orden de Francisco se redujo a dormir después en un jergón de paja.

En los ayunos de Adviento, Cuaresma y de San Martín, Clara no se alimentaba sino tres días en la semana, y solo con pan y agua. Para remplazar la mortificación corporal observó por largo tiempo la práctica de usar a raíz del cuerpo una camisa de cuero de cerdo con la parte velluda hacia dentro. Estando una vez Clara gravemente enferma en la solemnidad de la natividad de Cristo, fue transportada milagrosamente a la iglesia de San Francisco y asistir a todo el oficio de los maitines y de la misa de medianoche, y además pudo recibir la sagrada comunión; después fue llevada de nuevo a su cama.

Véase también

Enlaces externos

Panorama de Asís (Italia)

Referencias