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Bartolomé Herrera

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Bartolomé Herrera

Fotografía, c.1860.


Obispo de Arequipa
26 de septiembre de 1859-10 de agosto de 1864
Predecesor José Sebastián de Goyeneche
Sucesor Juan de la Cruz Calienes Olazabal
Información religiosa
Ordenación sacerdotal 1832
por José Calixto de Orihuela, obispo de Cuzco
Ordenación episcopal 29 de mayo de 1860
por Francisco Orueta y Castrillón, obispo de Trujillo
Iglesia Iglesia Católica
Información personal
Nacimiento 24 de agosto de 1808
Lima, Virreinato del Perú
Fallecimiento 10 de agosto de 1864 (55 años)
Arequipa, Perú
Alma mater Universidad Nacional Mayor de San Marcos
Bartolomé Herrera


Presidente del Congreso Constituyente del Perú
14 de julio de 1860-15 de septiembre de 1860
Predecesor José Miguel Medina
(Presidente del Senado)
Sucesor Miguel del Carpio y Melgar
(Presidente del Senado)


Diputado constituyente de la República Peruana
por Jauja (Junín)
1860-1860


Diputado de la República Peruana
por Jauja (Junín)
1858-1860


Ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores del Perú
1 de septiembre de 1852-7 de agosto de 1853
Presidente José Rufino Echenique
Predecesor Joaquín José de Osma
Sucesor José Manuel Tirado


Ministro de Justicia, Instrucción, Beneficencia y Negocios Eclesiásticos del Perú
1 de octubre de 1851-26 de julio de 1852
Presidente José Rufino Echenique
Predecesor Manuel Bartolomé Ferreyros
Sucesor Agustín Guillermo Charún


Presidente de la Cámara de Diputados de la República Peruana
28 de julio de 1849-28 de julio de 1851
Predecesor José Isidro Bonifaz
Sucesor Joaquín José de Osma


Diputado de la República Peruana
por Lima (Lima)
1849-1851

Información personal
Nacimiento 24 de agosto de 1808
Lima, Virreinato del Perú
Fallecimiento 10 de agosto de 1864 (55 años)
Arequipa, Perú
Nacionalidad Peruana
Religión Iglesia católica Ver y modificar los datos en Wikidata
Familia
Padres José Manuel Herrera
Paula Vélez Rodríguez
Educación
Educado en Real Convictorio de San Carlos
Universidad Nacional Mayor de San Marcos
Información profesional
Ocupación Catedrático, diplomático, político

Bartolomé Herrera Vélez (Lima, 24 de agosto de 1808 - Arequipa, 10 de agosto de 1864) fue un sacerdote, filósofo y político peruano. Pensador de tendencia ultramontana y antiliberal, es el máximo representante del conservadurismo peruano del siglo XIX. Fue director de la Biblioteca Nacional del Perú (1839); rector del Colegio de San Carlos (1842-1852); diputado por Lima (1849-1851); presidente de la Cámara de Diputados (1849-1851); ministro de Justicia e Instrucción Pública (1851-1852); ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores (1851-1852); diputado por Jauja (1858-1860); presidente del Congreso Constituyente de 1860; y obispo de Arequipa (1861-1864). Su pensamiento lo plasmó en diversos escritos y discursos, siendo los más célebres su oración fúnebre en memoria del presidente Agustín Gamarra (1842) y su sermón de acción de gracias por el aniversario de la Independencia (1846).

Biografía

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Nacimiento y formación

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Nació en Lima en 1808, siendo el segundo hijo del comerciante José Manuel Herrera y de Paula Vélez Rodríguez. Era de tez blanca, ojos azules y cabellos rubios. Huérfano desde los cinco años, quedó al cuidado de su tío materno, Luis Vélez, que era cura de la iglesia de Santa Ana.[1][2][3][4][5]

Luego de cursar en dos colegios preparatorios Latinidad y demás asignaturas menores, en febrero de 1823 ingresó al Real Convictorio de San Carlos para cursar su instrucción media (que por entonces de llamaba curso de Artes), como alumno externo. Tenía por entonces quince años. Tuvo por maestros a Manuel Julio Rospigliosi y a Agustín Guillermo Charún.[1][3][5]

El rector del colegio, Manuel José Pedemonte, al comprobar sus actitudes, le dio su protección. Un día, este notó su ausencia del claustro, enterándose de que, a consecuencia de la muerte de su tío, el joven Herrera se había visto obligado a buscar trabajo para subsistir. Pedemonte entonces le asignó una pensión y le hizo reingresar a San Carlos, esta vez como alumno interno. Prosiguió entonces sus estudios de Filosofía, Matemáticas y Física, y se graduó de maestro en Artes. Se propuso entonces seguir estudios de Jurisprudencia, pero el rector Pedemonte le convenció de que antes siguiera Teología. Se graduó de doctor de dicha materia en 1828.[5]

Era todavía alumno, cuando en 1827 se le confió el dictado de las cátedras de Filosofía y Matemáticas. También empezó sus estudios de Jurisprudencia en la Universidad de San Marcos.[1][3][6]

Carrera religiosa y docente

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Retrato pictórico de un joven Bartolomé Herrera, atribuido a Francisco Laso.

A instancias de su maestro Pedemonte, desistió de contraer matrimonio y abrazó la carrera religiosa. Se le dispensó el defecto de la edad y fue sucesivamente ordenado subdiácono y diácono, en 1829. Enseguida, se trasladó a Huánuco, donde fue vicerrector y profesor de Matemáticas en el Colegio de Minería de dicha ciudad.[1][2][3][7]

Regresó a Lima en 1831 y fue nombrado regente de Teología y Artes del Convictorio de San Carlos, cuyo rector era por entonces el canónigo Juan Manuel Nocheto. Al año siguiente recibió las órdenes mayores, de manos del obispo del Cuzco José Calixto de Orihuela, en Lima. Prosiguió sus estudios de Jurisprudencia, doctorándose en Derecho en 1834, lo que le permitió ser nombrado vicerrector del convictorio carolino.[1][2][3]

Se presentó a un concurso de curatos y el 2 de julio de 1834 obtuvo su nombramiento como cura de la pequeña doctrina de Cajacay, actualmente situada en la provincia de Bolognesi (Áncash), pero que entonces formaba parte de la provincia de Cajatambo. Allí se inició su repudio al jansenismo y otras doctrinas que consideró subversivas. En calidad de secretario, ayudó al arzobispo Jorge de Benavente y Macoaga durante su visita pastoral a la arquidiócesis.[1][3][7]

Simultáneamente, integró la comisión que, a nombre del arzobispado de Lima, se encargó de revisar el Código Civil recientemente promulgado por el gobierno de la Confederación Perú-Boliviana. Esta labor, pero sobre todo el hecho de haber enfermado de verrugas, lo motivó en 1837 a dejar el curato a un coadjutor.[1][2][7]

En 1839, fue nombrado director de la Biblioteca Nacional.[1]​ El 31 de octubre de 1840 logró otra vez, por concurso, su nombramiento como párroco, esta vez de Lurín.[1][2][3]

El 4 de enero de 1842, con motivo de las exequias del presidente Agustín Gamarra, pronunció una célebre oración fúnebre, en donde hizo un llamado a sus conciudadanos al orden, a la unión, a la obediencia a la autoridad legítima y la adoración a la ley, en momentos en que la anarquía y la guerra civil amenazaba con adueñarse de la nación.[8]

Rector del Colegio de San Carlos

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Grabado que representa a Bartolomé Herrera como rector del Colegio de San Carlos.

En octubre de 1842, durante el efímero gobierno del general Francisco de Vidal, fue nombrado rector del Colegio de San Carlos (el antiguo Convictorio).[3]​ El origen de esta designación sucedió cuando Vidal acampó en Lurín durante su campaña por la toma del poder en Lima. Herrera, que era cura de dicha localidad, lo había agasajado y dado consejos para su gobierno. Vidal le prometió entonces llamarle una vez que llegase al poder y así fue como cumplió.

En el Colegio de San Carlos, Herrera realizó una radical reforma educativa, que abarcaba los estudios mismos, la disciplina y la organización. Fundó los cursos de Literatura y Economía Política, que enseñó personalmente, organizó los programas de Filosofía, Derecho Natural, Constitucional e Internacional, y abrió los cursos de idiomas francés e inglés.[3][9]​ Asistió además al inventario de libros de la biblioteca de dicho colegio, efectuado durante la visita del doctor Manuel Ascencio Cuadros.

Herrera convirtió a San Carlos en un centro de irradiación de las ideas conservadoras, enfrentando así al Colegio Nuestra Señora de Guadalupe, que era el bastión del liberalismo, cuyos conspicuos representantes eran los hermanos Pedro y José Gálvez Egúsquiza. Este debate doctrinario fue llevado al parlamento al ser nombrado Herrera diputado por Lima y Pedro Gálvez, diputado por Pataz, en 1849, durante el primer gobierno de Ramón Castilla.[10]

El 28 de julio de 1846 Herrera pronunció su famoso Sermón por acción de gracias por el aniversario de la Independencia, en el que hizo una interpretación providencialista de la historia del Perú, glorificando la obra evangelizadora española y señalando los principios falsos, impíos y antisociales traídos, según él, por la Emancipación, al inspirarse en el ideario de la Revolución francesa, contra la que ya había surgido una reacción en la misma Europa (la Restauración). Contrariando a los liberales, exaltaba la soberanía de la inteligencia (la inteligente obediencia al plan trazado por la autoridad legítima) sobre la soberanía popular.[7]​ Este discurso originó su polémica con Benito Laso, a través de las páginas de los diarios limeños El Correo Peruano y El Comercio. Laso, oponiéndose al planteamiento de Herrera, enfatizaba el carácter democrático de la soberanía popular.[11]

En 1846 fue incorporado al Cabildo Metropolitano, en calidad de canónigo. También, durante esos años, formó parte de la comisión revisora de los libros que ingresaban a la Biblioteca Nacional, dirigida en ese entonces por Francisco de Paula González Vigil, y fue catedrático de Prima de Teología en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.[1]​ En ese periodo introdujo los manuales de krausismo alemán, traducidos del francés por él mismo.

Carrera política

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Retrato de Bartolomé Herrera, de civil. Fue pintado en París, en 1853.

Su carrera política se inició con la ya nombrada elección como diputado por Lima, en 1849. Llegó a ejercer la presidencia de su cámara. Durante su periodo, fueron notables sus discursos sobre el derecho de sufragio y la elección de obispos. Cuando Castilla, ya por finalizar su primer gobierno, quiso prorrogarse en el poder unos meses, Herrera le salió al paso, y le demostró que debía traspasar el poder el mismo día en que se vencía su periodo constitucional de seis años.[2][12]

En 1851 se puso al servicio del gobierno del presidente José Rufino Echenique. Fue nombrado director general de Instrucción, cargo creado en dicho gobierno, para luego ser ministro de Justicia e Instrucción Pública (1851-1852) y de Gobierno y Relaciones Exteriores (1851-1852).[1][2][13]

En su calidad de canciller, suscribió en Lima con el ministro plenipotenciario del Brasil, Duarte da Ponte Ribeyro, la Convención Fluvial del 23 de octubre de 1851, por la cual, el Imperio del Brasil reconoció a las naves peruanas el derecho de libre navegación por el río Amazonas.[1][2][14]

En 1852, fue acreditado como ministro plenipotenciario ante la Santa Sede, en Roma, con la misión de gestionar un concordato, lo que no se pudo concretar entonces, aunque dejó todo preparado para su celebración. Su estancia en Roma influyó poderosamente en su ideología ultramontana.[1][2]​ Recorrió Europa; visitó las cortes de Toscana y Cerdeña, se entrevistó con los principales reaccionarios de la época; conoció a Juan Donoso Cortés en París, visitó Inglaterra y trabajó como capellán para el papa Pío IX.

De regreso al Perú en 1853, se negó a participar en la política activa y tampoco quiso reasumir la rectoría del Colegio San Carlos. Solo aceptó ser director general de Instrucción Pública y consejero de Estado. En el Cabildo Metropolitano de Lima fue elevado a la dignidad de chantre.[1][2]​ Como respuesta a la intensa propaganda liberal, fundó el semanario El Católico, cuya dirección encargó a Juan Ambrosio Huerta Galván (futuro obispo de Arequipa).[2][4]

Aquejado por la tisis, se trasladó a Jauja, en la sierra central peruana, en busca de un mejor clima para su recuperación. Nuevamente fue tentado por la política. En 1858 fue elegido diputado por Jauja, ya bajo el segundo gobierno de Ramón Castilla.[1][2]

Cuando el Congreso Ordinario se convirtió en Constituyente en 1860, fue elegido presidente del mismo y participó en los debates que dieron origen a la Constitución moderada de dicho año.[15]​ Presentó entonces un proyecto constitucional planteando el fortalecimiento del poder del Estado frente al del individuo y la representación corporativa. Sin embargo, su proyecto fue rechazado. Finalizada su función parlamentaria, se apartó definitivamente de la política.[4]

Obispo de Arequipa

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Monumento de Mármol Donado por el doctor Manuel Yrigoyen Arias, ubicado en la Cripta de la Catedral de Arequipa
Placa de Mármol al lado de Monumento Donado por el doctor Manuel Yrigoyen Arias, ubicado en la Cripta de la Catedral de Arequipa

Se hallaba todavía presidiendo la cámara de diputados, cuando fue propuesto por el presidente Ramón Castilla para el vacante obispado de Arequipa, y resultó elegido por el Congreso. Fue preconizado por el papa Pío IX el 26 de setiembre de 1859 y consagrado en la Iglesia de San Pedro de Lima por el obispo de Trujillo, Francisco Orueta y Castrillón, el 29 de mayo de 1860. Tomó posesión de su sede el 6 de enero del año siguiente.[1][2][16]

Pese a su delicado estado de salud, emprendió la visita pastoral de su diócesis. Preocupado especialmente por la educación de los aspirantes a la carrera religiosa, se ocupó de reformar el seminario de San Jerónimo. Celebró concursos de curato e hizo mucho esfuerzo en cumplir los deberes de su pastorado, pese a que su enfermedad lo iba cada vez minando más. Restauró el palacio del Buen Retiro, que era la sede del seminario y donde le gustaba departir con los alumnos. Allí acabó por fallecer, el 10 de agosto de 1864, cuando le faltaban dos semanas para cumplir 56 años de edad. Su cuerpo descansa en la cripta de la Catedral de Arequipa, en un mausoleo de mármol blanco que le erigió su discípulo, el doctor Manuel Yrigoyen Arias.[2][17]

Su pensamiento

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Bartolomé Herrera, como rector del Colegio de San Carlos, baluarte de las ideas conservadoras del Perú, durante las décadas de 1840 y 1850.

En un inicio, se dejó ganar por las doctrinas del republicanismo y el regalismo, insinuando incluso sospechas contra el primado del Papa. Pronto, sin embargo, se vería impresionado por lecturas del pensamiento de Joseph de Maistre y la escuela teológica, así como de la Restauración francesa, particularmente del historiador político François Guizot, así como la del doctrinarismo español de la época de Isabel II, en particular de Juan Donoso Cortés, líder de la reacción española contra el liberalismo.

Su famoso Sermón por acción de gracias por el aniversario de la Independencia de 1846, es un manifiesto ultramontano con fuerte impronta del providencialismo del francés Bossuet y que marca una frontera en su pensamiento político.

Herrera postulaba que un grupo reducido debía estar al frente de la nación, la "soberanía de la inteligencia", inspirada en la filosofía francesa de la Restauración contra la "soberanía popular" jacobina de los liberales (cuyos máximos representantes en el Perú eran el clérigo Francisco Xavier de Luna Pizarro y los hermanos Pedro y José Gálvez Egúsquiza).

Obras escritas

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La tarea de compilación de sus escritos la asumió el historiador Jorge Guillermo Leguía, quien no pudo terminarla debido a su repentina muerte. La obra resultante se plasmó en dos volúmenes, con el epígrafe de Escritos y discursos (Lima, 1929-1934).

Véase también

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Referencias

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  1. a b c d e f g h i j k l m n ñ o Tauro del Pino, Alberto (2001). «HERRERA, Bartolomé». Enciclopedia Ilustrada del Perú. Síntesis del conocimiento integral del Perú, desde sus orígenes hasta la actualidad 8 (3.ª edición). Lima: PEISA. pp. 1158-1159. ISBN 9972-40-149-9. 
  2. a b c d e f g h i j k l m n Vargas Ugarte, Rubén (1986). «HERRERA, Bartolomé». En Carlos Milla Batres, ed. Diccionario Histórico y Biográfico del Perú. Siglos XV-XX 4 (2.ª edición). Lima: Editorial Milla Batres. pp. 379-380. ISBN 84-599-1820-3. 
  3. a b c d e f g h i Zanutelli Rosas, Manuel (1986). «HERRERA, Bartolomé». En Carlos Milla Batres, ed. Diccionario Histórico y Biográfico del Perú. Siglos XV-XX 4 (2.ª edición). Lima: Editorial Milla Batres. pp. 380-381. ISBN 84-599-1820-3. 
  4. a b c Honores Gonzales, Renzo (2000). «HERRERA VÉLEZ, Bartolomé». En Lexus Editores, ed. Grandes Forjadores del Perú (1.ª edición). Lima: Lexus. pp. 207-208. ISBN 9972-625-50-8. 
  5. a b c Basadre, 2005b, p. 146.
  6. Basadre, 2005b, pp. 146-147.
  7. a b c d Basadre, 2005b, p. 147.
  8. Basadre, 2005a, p. 227.
  9. Basadre, 2005b, p. 150.
  10. Basadre, 2005b, pp. 154-155.
  11. Basadre, 2005b, p. 148.
  12. Basadre, 2005b, p. 183.
  13. Basadre, 2005b, p. 191.
  14. Basadre, 2005c, pp. 126-127.
  15. Basadre, 2005c, pp. 12-13.
  16. Cateriano, 1908, p. 240.
  17. Cateriano, 1908, pp. 240-242.

Bibliografía

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Enlaces externos

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