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Necrópolis de Cristóbal Colón

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Necrópolis de Cristóbal Colón

Entrada principal del cementerio
Tipo cementerio
Catalogación Monumento Nacional de Cuba
Localización Centro Habana (Cuba)
Coordenadas 23°07′23″N 82°23′55″O / 23.123055555556, -82.398611111111
Construcción 1876
Nombrado por Cristóbal Colón
Arquitecto Calixto de Loira y Cardoso

La Necrópolis de Cristóbal Colón es una de las veintiún necrópolis existentes en la ciudad cubana de La Habana y está declarada Monumento Nacional de Cuba. Con 57 hectáreas de extensión, es el cementerio más importante del país. Posee un gran número de obras escultóricas y arquitectónicas, razón por la cual muchos especialistas lo sitúan como primero de importancia mundial, precedido solamente por el de Staglieno, en Génova.

La necrópolis es una de las más valiosas de América a nivel cultural debido a la riqueza de sus esculturas y formas arquitectónicas, no obstante haber sido vandalizado reiteradamente. En las puertas del cementerio hay un monumento de mármol de Carrara de 34 metros de largo y 21 de alto se encuentran representadas las virtudes teologales de la caridad, la fe y la esperanza.

Historia

El cementerio data de 1854, momento en el que el gobernador Marqués de la Pezuela proyectó la construcción de una nueva necrópolis en La Habana cuando resultó insuficiente e inoperante el viejo cementerio de Espada, idea que no pudo ser llevada a cabo en aquel entonces.

Capilla localizada en el centro del cementerio

Su construcción fue autorizada por Real Decreto el 28 de julio de 1866 y el 30 de octubre de 1871 se inició la construcción. Las obras fueron concluidas casi quince años después, el 2 de julio de 1886.

Características

Una de las tumbas del cementerio

Su entrada se caracteriza por un monumento escultórico en su tope, de mármol de Carrara, de 34 m de longitud por 21,66 m de altura. El conjunto representa las virtudes teologales: fe, esperanza y caridad. Esta portada es obra del arquitecto español Calixto de Loira. Los relieves y las esculturas en mármol de Carrara son del cubano José Vilalta de Saavedra.

Al traspasar la gigantesca portada de estilo neobizantino, dos amplias avenidas, llamadas de norte a sur Cristóbal Colón y Obispo de Espada y de este a oeste Fray Jacinto, sirven de marcador principal para la división del cementerio en cuatro áreas, llamadas en sus inicios cuarteles. Su estructura es rectangular en forma de campamento romano y está compuesto por una retícula de calles, manzanas y lotes.

En la Necrópolis Cristóbal Colón, numerosos panteones son recreación a escala de las mansiones coloniales de sus dueños originales en otras épocas. Los arcos, las cúpulas, y los característicos vitrales de su magnificente arquitectura decoran las construcciones funerarias artísticamente.

Esas obras constituyen una de las características más notables del camposanto, ejecutadas en los variados estilos arquitectónicos y materiales, de acuerdo con la fecha de construcción y la posición económica del fallecido, pues a la vera de los mausoleos erigidos por los magnates en la república, las familias más modestas fueron colocando sus tumbas.

Verdadero monumento arquitectónico de la antigüedad, la necrópolis cuenta además con el honor de ser el único cementerio americano dedicado a Cristóbal Colón, gran navegante y descubridor de la Isla y de otros importantes destinos en el continente americano.

El suntuoso lugar se nos antoja una gran cantera esculpida a cielo abierto, tal es la profusión de mármol de Carrara, granito y pizarras que aparecen por doquier a nuestro paso y en todas las direcciones.

Monumento en el panteón de los bomberos.

Centenares de sitios de esas condiciones se localizan distribuidos entre los diferentes cuartones del cementerio, muchos de ellos dedicados no sólo a personalidades individuales, sino a sociedades de beneficencia o importantes instituciones, como es el caso del panteón de las Fuerzas Armadas.

Si impresionantes son las construcciones, no menos formidables resultan sus estatuas, como el conjunto escultórico dedicado a un grupo de bomberos muertos trágicamente en 1890 en acto de servicio. Esta obra funeraria de unos diez metros de alto, obra del escultor español Agustín Querol, representa a los bomberos fallecidos con sus verdaderos rostros. Como elemento significativo, no pudo encontrarse ni una sola foto o vestigio de uno de ellos en el que inspirarse, pero para no condenar su recuerdo al anonimato, el propio escultor, en un gesto muy de acuerdo con el romanticismo de la época, le prestó su propia apariencia. Y aumento así el efecto del acto heroico de los bomberos.

Símbolos irrepetibles atraen a los visitantes al cementerio, caracterizado por la constante presencia de antorchas invertidas que recuerdan el término de la existencia humana, acompañadas de ramas de laurel y de relojes de arena alados, los cuales marcan con el descenso de sus granos lo irreversible de la vida terrenal.

La tumba más visitada es la de Amelia Goire de la Hoz, una dama de la alta sociedad, que ahora se le conoce como "La Milagrosa".

En una extensa área donde contrasta el verde de la vegetación con el blanco frío del mármol, los recuerdos perduran en la eternidad y envuelven a aquellos que se aventuran a conocer esa parte de la historia de La Habana, contada en el silencio de sus muertos.

Personalidades

El cementerio alberga los restos de algunas importantes personalidades en ámbitos como la historia, la política, la literatura, el cine o el deporte. Entre ellas se encuentran:

Ubicación

Está situado en la esquina de la Calzada de Zapata y Calle 12, en el barrio El Vedado de la ciudad de La Habana.

Véase también

Enlaces externos