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Gusto artístico

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La máxima expresión del buen gusto academicista: Carlos X concediendo los premios del Salón de 1824 en el Louvre.
Miembros de la Society of Dilettanti en 1777.[1]

Gusto artístico o gusto estético es la sensibilidad en contextos artísticos o estéticos; que por analogía se compara al sentido del gusto en vez de a los sentidos implicados en la contemplación de las bellas artes (la vista en las artes visuales o el oído en la música).[2]​ En el vocabulario de la crítica de arte es habitual la traslación de sentido de unos ámbitos de la percepción de características sensoriales a otros (por ejemplo, en la gastronomía, la cata de vinos y la perfumería se utiliza un vocabulario de gran imaginación, que no se limita al olfato y al gusto), que en casos extremos se denomina sinestesia (condición presente en algunos artistas, notablemente Kandinsky).

A pesar de la admisión de que el gusto es algo variable, no universal sino propio de cada sujeto, no objetivo sino subjetivo («en la variación está el gusto», «para gustos se hicieron los colores», «entre gustos no hay disputas»); siempre se ha realizado convencionalmente una jerarquía, arbitraje, valoración y sujeción a criterio de los distintos gustos, generando los conceptos opuestos de buen gusto y mal gusto. Aplicados desde una perspectiva elitista, definen lo kitsch, el mal gusto atribuido a las producciones artísticas popularizadas, lo cursi[3]​ o lo pedante.[4]​ Criterios semejantes se aplicaban ya en la Antigüedad romana, cuando Petronio fue denominado arbiter elegantiæ ('árbitro de la elegancia') por Tácito.[5]

Cada teoría del arte tiene en el gusto su aplicación individual o social desde un punto de vista valorativo (juicio estético); mientras que su aplicación profesional es la crítica de arte, y su plasmación material se da en las obras de arte, a través de las características de una escuela artística concreta o a través de las características de un movimiento artístico o estilo artístico, más generales. No solo el trabajo, sino la propia peripecia vital de los artistas son objeto de consideración acerca de su gusto, especialmente en sus manifestaciones más extremas y opuestas (academicismo, bohemia, provocación).

Tras el tratamiento que dio al tema el Renacimiento (Baltasar de Castiglione, El cortesano, 1528) y el Barroco (Baltasar Gracián El discreto, 1648); la Ilustración acuñó el concepto pedagógico de «educación del gusto» (presente en Voltaire o Rousseau). Kant, en la Crítica del juicio (1790), identifica el juicio estético[6]​ como la facultad de juzgar la belleza; una facultad subjetiva, pero a la que el juicio aporta un valor universal. Para Lord Shaftesbury o Diderot, el gusto es una facultad natural y creadora, regida por sus propias leyes. Comienzan a ser comunes las figuras del dilettante y del dandy. En la misma época se termina concretando el gusto en su aspecto sociológico, como una creación social: la moda.[7]​ En el siglo XIX, con el Romanticismo, recibirá la atención de Hegel, que no lo limita a lo bello, y que considera que «el gusto desaparece ante el genio» (Estética o filosofía del arte). Más adelante, Baudelaire, Mallarmé o Valéry conciben el gusto desde el malditismo, con un carácter histórico, como la facultad de entrar en la modernidad; de un modo similar a como, en la época del surrealismo, los jóvenes Lorca y Dalí etiquetaban como putrefacto lo que no era de su agrado.[8]​ Desde mediados del siglo XX, sometido el arte y la estética a procesos autodestructivos (muerte del arte para Argán) y deconstructivos (Derrida), el análisis contemporáneo del gusto tiende a la oposición de dos aspectos: la preferencia individual y la finura del juicio;[9]​ mientras que los mecanismos sociales y económicos de determinación del gusto se estudian por la sociología, que ya se interesó por el fenómeno de la moda desde Georg Simmel.[10]

Desde la publicación de la obra Thorstein Veblen (Teoría de la clase ociosa, 1899), la economía se ha implicado en la consideración del gusto como un elemento de la emulación social a través del consumo. Arnold Hauser desarrolló el mismo concepto desde la metodología del materialismo histórico (Historia social de la literatura y el arte, 1951).

Véase también

Notas

  1. Grecian Taste and Roman Spirit: The Society of Dilettanti, 2008 Getty Villa Exhibitions. Fuente citada en Society of Dilettanti de la Wikipedia en inglés.
  2. Étienne Sourieau, Diccionario Akal de Estética, pg. 540:
    En la Enciclopedia, J. J. Rousseau define el estilo en música como "la manera de componer, de interpretar y de enseñar" que varía según "el carácter de los pueblos y el genio de los autores". Así opone el estilo francés al italiano. Antes se hablaba de gusto francés y gusto italiano que Couperin opone y después reconcilia en los gustos reunidos. Se habla de estilo, pero también de la manera de un pintor, y en literatura de un a la manera de... Los tres términos, gusto, manera y estilo, sirven para determinar un género característico. No obstante, gusto se refiere más a la sensibilidad estética, que lleva a preferir unos rasgos sobre otros; manera, a un modo de acción (y con frecuencia de acción consciente y deseada) en la creación y realización de las obras; y estilo, a las formas de las propias obras y a la unidad fundamental de sus características dominantes.
  3. Real Academia Española. «cursi». Diccionario de la lengua española (23.ª edición). 
  4. Real Academia Española. «pedante». Diccionario de la lengua española (23.ª edición). 
  5. Anales, XVI, 18.
  6. Aesthetic Judgment en Stanford Encyclopedia of Philosophy; y Paul Ricoeur, «Juicio estético y juicio político según Hannah Arendt», en Amor y justicia, p. 139, Caparrós, 2000, ISBN 8487943705.
  7. Pierre Bourdieu (1984), Distinction: A Social Critique of the Judgement of Taste, Londres, Routledge, ISBN 0-415-04546-0. Fuente citada en en:Taste (sociology).
  8. «Fue una categoría inventada alrededor de 1925 y que llegó a hacerse popular en la época. Putrefactos eran los anticuados, cursis, retrógrados, blandos y patéticos», en «La muestra de 'Los putrefactos' de Lorca y Dalí revela detalles de su relación afectiva. Santos Torroella publica el libro inconcluso de los dos artistas», reseña en El País, 8 de mayo de 1995.
  9. Mikel Dufrenne, Phénoménologie de l’expérience esthétique. Fuente citada en fr:Goût (esthétique).
  10. «Fashion», en The American Journal of Sociology, vol. 62, nº 6 (mayo de 1957), pp. 541–558.

Enlaces externos

  • Pierre Bourdieu, The Forms of Capital, en J. Richardson (ed.), Handbook of Theory and Research for the Sociology of Education, 1986, New York, Greenwood, pp. 241–258.
  • Melvyn Bragg, Taste, en In Our Time, BBC Radio 4, 25 de octubre de 2007.
  • James Shelley, The Concept of the Aesthetic, 2009, Stanford Encyclopedia of Philosophy.