Guerra del Fútbol

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Guerra de las Cien Horas
Fecha del 14 al 18 de julio de 1969
Lugar Frontera El Salvador-Honduras
Casus belli Deportación masiva de granjeros y trabajadores salvadoreños de Honduras. Se alegaron altercados en un partido de fútbol entre ambas selecciones nacionales.
Conflicto Conflicto armado entre El Salvador y Honduras
Resultado Negociación de un cese fuego por parte de la OEA, virtual imposibilidad de continuación del Mercado Común Centroamericano.
Beligerantes
Bandera de El Salvador República de El Salvador Bandera de Honduras República de Honduras
Comandantes
Fidel Sánchez Hernández
Salvador Henríquez
Osvaldo López Arellano
Óscar Colindres
Fuerzas en combate
20.000 (Ejército de El Salvador)
1.000 (Fuerza Aérea Salvadoreña)
12.000 (Ejército de Honduras)
1.200 (Fuerza Aérea Hondureña)
Bajas
700 (incluyendo civiles) 1.200 (incluyendo civiles)
Mensaje del Presidente Fidel Sánchez Hernández del 18 de julio de 1969.

La Guerra del fútbol o la Guerra de las 100 horas fue un conflicto armado ocurrido del 14 al 18 de julio de 1969 en América Central, entre las repúblicas de El Salvador y Honduras. Esta guerra fue llamada así por la coincidencia de la tensión entre ambos países con un partido de fútbol que el 26 de junio de 1969 enfrentó a las selecciones nacionales de El Salvador y Honduras, con motivo de las eliminatorias para la Copa Mundial de Fútbol de 1970. El nombre con el que se conoce a esta guerra fue acuñado por el reportero polaco Ryszard Kapuściński.[1]

En ella se evidenciaron las tensiones políticas entre estos países que los llevaron al conflicto armado. Fue una guerra breve (los combates duraron apenas cuatro días) y donde ambos bandos utilizaron aviones de combate notablemente obsoletos para la época. De hecho esta guerra fue la última ocasión cuando los aparatos estadounidenses Cavalier P-51D Mustangs, F4U-1 Corsair, T-28A Trojans, Douglas C-47 Skytrain (como bombardero improvisado por ambos bandos) ,y AT-6C Texans (todos veteranos de la Segunda Guerra Mundial) participaron en acciones bélicas.

Antecedentes

Un elemento importante en la tensión diplomática de ambos países fue la situación social en El Salvador y Honduras, cuando se buscaba por parte de los militares gobernantes en los dos Estados una salida conveniente para los grupos en el poder político de cada país. Los dos países contendientes se caracterizaban por tener una economía nacional basada en la producción de materia prima de origen agrícola, siendo muy escaso el poderío de la industria y el sector servicios de ambas economías. Una gran parte de la población de los dos países estaba formada por campesinos sin tierras, quienes trabajaban como jornaleros en fincas de grandes terratenientes.

En meses previos a la denominada guerra surgió un escuadrón clandestino hondureño llamado la “Mancha Brava", para aterrorizar a más de 300 mil salvadoreños que se habían afincado en los años 60 en Honduras para trabajar en plantaciones bananeras y establecer negocios en ese país. Estas formaciones paramilitares asesinaron y detuvieron a una gran cantidad de salvadoreños en la zona fronteriza lo que agudizo aún más la situación entre los dos países.[cita requerida]

Los grandes hacendados controlaban la mayor parte de la tierra cultivable en El Salvador desde los años 1920, siendo que los sucesivos gobiernos salvadoreños habían rechazado todo proyecto de distribución de tierras a campesinos pobres. Esto llevó a la emigración constante de campesinos salvadoreños a regiones de Honduras cercanas a la frontera con El Salvador, pues si bien la extensión territorial de El Salvador era igual (entonces como ahora) apenas al 20% del territorio hondureño, la población salvadoreña era bastante más numerosa que la de Honduras en el año 1969: 3'600,000 salvadoreños ante 2'600,000 hondureños. La sobrepoblación de El Salvador halló una válvula de escape en la emigración de campesinos salvadoreños a Honduras, país con menos población y con demanda de mano de obra no calificada, al punto que hacia 1969 había casi 300,000 jornaleros salvadoreños viviendo en Honduras, formando casi el 20% de los peones rurales de dicho país. Esto permitía a las élites de El Salvador reducir la alta densidad demográfica de su país sin sacrificar sus intereses financieros, evitando todo posible "reparto de tierras".

En 1969 la situación cambió en Honduras. Los grandes terratenientes hondureños también experimentaban la presión social de tener grandes masas de jornaleros sin tierras que podían ser fuente de revueltas contra el gobierno. Para paliar el descontento de los campesinos pobres de Honduras, el presidente Oswaldo López Arellano decidió realizar una reforma agraria pero sin afectar a los grandes propietarios de tierras (entre los que se contaba la empresa estadounidense United Fruit Company, dueña del 10% de la tierra cultivable de Honduras). La solución del gobierno hondureño consistió en expropiar tierras a los campesinos salvadoreños que habían vivido ahí durante varias generaciones y los que se habían hecho propietarios a base de esfuerzo propio, además de expulsar a los jornaleros salvadoreños residentes en Honduras. Esto generó una persecución de salvadoreños en Honduras principalmente por el denominado grupo clandestino "La Mancha Brava", que asesino a una gran cantidad de salvadoreños y atemorizó a otros , esto ocasiono un "regreso" masivo a El Salvador.

Esta escalada de tensión fue aprovechada por los gobiernos de ambos países para orientar la atención de sus poblaciones hacia afuera, en vez de los conflictos políticos internos de cada país. Los medios de comunicación de ambos países jugaron un papel importante, alentando el odio entre hondureños y salvadoreños. Los conservadores en el poder en El Salvador temían que la expulsión de salvadoreños de Honduras causaran tensiones sociales: más campesinos implicarían más presiones socioeconómicas en El Salvador (cosa que finalmente ocurrió), fue esta la razón por la cual las autoridades de El Salvador decidieron intervenir militarmente en Honduras.

La contienda

El 14 de julio de 1969, un pelotón del ejercito hondureño ametralló la guarnición fronteriza de "El Poy" en Chalatenago, y con ello el ejército salvadoreño (más numeroso que el hondureño) lanzó un ataque contra suelo de Honduras y su aviación bombardeó el aeropuerto de Toncontin en Tegucigalpa, inmovilizando el 80% de la flota aérea hondureña. Ganado el dominio de los cielos, el ejercito salvadoreño avanzo en territorio de Honduras (con mas tropas y mejor equipado), invadiendo la población de Nuevo Ocotepeque, y penetrando hasta ocho kilómetros más allá de la frontera para la tarde del 15 de julio, acercándose peligrosamente a la propia Tegucigalpa. Al día siguiente las tropas hondureñas se lanzaron a la contraofensiva pero sin éxito, aunque su aviación logró interrumpir la cadena de suministros y logística de sus enemigos.

La Organización de Estados Americanos negoció un alto el fuego en la noche del 18 de julio que entró en vigor el 20 de julio. El gobierno salvadoreño exigió que cesara la persecución de sus compatriotas, pero la OEA le exigió antes desalojar suelo hondureño. Las tropas salvadoreñas se retiraron a principios de agosto.

Fue la última confrontación de la historia, donde combatieron aeronaves de pistón y hélice. Ambos bandos tenían en servicio material de origen norteamericano que sirvió al final de la Segunda Guerra Mundial. Se enfrentaron dos de las mejores aeronaves de este tipo jamás construidas, por un lado los F4U Corsair de la Fuerza Aérea Hondureña y por el otro, los P-51 Mustang de la Fuerza Aérea Salvadoreña,[cita requerida] ambos bandos utilizando sus aviones C-47 Skytrain como bombardero improvisado cuando la Fuerza Aerea Salvadoreña bombardeo el Aeropuerto Internacional Toncontin en Honduras, como Honduras bombardeo el Aeropuerto de Ilopango

Al final de la guerra, los ejércitos de ambos países encontraron un pretexto para rearmarse y el Mercado Común Centroamericano quedó en ruinas. Bajo las reglas de dicho mercado, la economía salvadoreña (que era la más industrializada en Centroamérica), estaba ganando mucho terreno en relación a la economía hondureña.

Las dos naciones firmaron el Tratado General de Paz en Lima, Perú el 30 de octubre de 1980 por el cual la disputa fronteriza se resolvería en la Corte Internacional de Justicia, esta dio paso a la solución negociada del litigio fronterizo por el control de unos 450 kilómetros cuadrados conocido como los bolsones los cuales pasaron a formar parte del territorio hondureño reduciendo de esta forma el territorio salvadoreño.

Resultados de los encuentros

Estos son los resultados de los partidos de fútbol entre las selecciones de ambos países:

Consecuencias de la guerra

  • La muerte de entre 4.000 y 6.000 civiles, y más de 15.000 heridos dependiendo de la fuente.[1]
  • Entre 60.000 y 130.000 de los 300.000 salvadoreños indocumentados que vivían en Honduras fueron forzados a regresar a su país.[1]
  • La finalización del esfuerzo de integración regional conocido como Mercado Común Centroamericano (MCCA), diseñado por EE. UU. como una contraparte económica regional para contrarrestar los efectos de la revolución socialista en Cuba.
  • El refuerzo del papel político de los militares en ambos países. En El Salvador, en las elecciones legislativas que siguieron, la mayoría de los candidatos del Partido de Conciliación Nacional (PCN) de El Salvador, en esa fecha en el gobierno, salidos del Ejército, hicieron una enorme apología de su papel en el conflicto y por consiguiente resultaron victoriosos en las elecciones de diputados y alcaldes.
  • El agravamiento de la situación social en El Salvador, producto de las deportaciones desde Honduras, ya que el gobierno tuvo que facilitar a estas personas la reinserción económica, lo que no logró satisfacer adecuadamente (actualmente sigue siendo la zona más pobre de El Salvador). Aumentó la presión social que derivó en la guerra civil que viviría el país centroamericano.
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Mayor Jorge Colindres Reyes (derecha) participando en una ceremonia al finalizar la guerra.

Referencias y fuentes

Véase también