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Hearst fue el primero en demostrar que la prensa podía ser un terrible cuarto poder al que había que tener en cuenta en la política y en los negocios. Además, su figura como millonario comprador compulsivo ha servido de socorrido ejemplo (como por ejemplo, en ''[[Ética para Amador]]'' de [[Fernando Savater]]) de cómo el dinero no proporciona la felicidad.
Hearst fue el primero en demostrar que la prensa podía ser un terrible cuarto poder al que había que tener en cuenta en la política y en los negocios. Además, su figura como millonario comprador compulsivo ha servido de socorrido ejemplo (como por ejemplo, en ''[[Ética para Amador]]'' de [[Fernando Savater]]) de cómo el dinero no proporciona la felicidad.

== Propiedades en el exterior ==
Entre las propiedades que tuvo en el exterior, de renombre por la magnitud en extensión -1 millón de acres-, fue la Hacienda de Babícora, en el Estado de Chihuahua en México donde tuvo crianza de ganado para exportación a Estados Unidos, así como la base de la hacienda que encomendó a Julia Morgan, que por motivo del estallido de la [[Revolución Mexicana]] no completó. El administrador que tuvo a cargo de la hacienda fue [[Maximiano Márquez Orozco]].


== Referencias ==
== Referencias ==

Revisión del 22:34 22 jun 2010

William Randolph

William Randolph Hearst
Información personal
Nombre completo William Randolph Hearst
Nacimiento 29 de abril de 1863
Bandera de Estados Unidos California, Estados Unidos de América
Fallecimiento 14 de agosto de 1951 (88 años)
Bandera de Estados Unidos California, Estados Unidos de América
Causa de muerte Infarto agudo de miocardio Ver y modificar los datos en Wikidata
Sepultura Cypress Lawn Memorial Park Ver y modificar los datos en Wikidata
Nacionalidad Estadounidense
Familia
Padres George Hearst y Phoebe Apperson
Cónyuge Millicent Veronica Willson (Millicent Hearst)
Pareja Marion Davies Ver y modificar los datos en Wikidata
Hijos

George Randolph Hearst (1904–1972)

William Randolph Hearst, Jr. (1908–1993)

John Randolph Hearst (1910–1958)

Randolph Apperson Hearst (1915–2000)

David Whitmire Hearst (1915–1986)
Educación
Educado en Universidad de Harvard
Información profesional
Ocupación Empresario
Años activo 1880-1949
Cargos ocupados Miembro de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos por 11.º distrito congresional de Nueva York (1903-1907) Ver y modificar los datos en Wikidata
Patrimonio Multitud de medios de comunicación, palacios y obras de arte
Partido político Demócrata
Firma

William Randolph Hearst (San Francisco, 29 de abril de 1863 - Beverly Hills, 14 de agosto de 1951) fue un periodista, magnate de la prensa estadounidense y además inventor y promotor de la llamada Prensa Amarilla o sensacionalista. Su vida y su perfil personal fue reflejada (bajo otro nombre ficticio) en la película Ciudadano Kane de Orson Welles.

Biografía

Inicios

Hijo de George Hearst, un rico ranchero y propietario de minas «hecho a sí mismo», adquirió a los 23 años un periódico que su padre aceptó como pago de una apuesta (realmente la apuesta es ganada por él en un juego de cartas), el San Francisco Examiner. Comenzó entonces toda una escalada periodística al monopolio que culminó, en su punto álgido, en la posesión de 28 periódicos (Chicago Examiner, Boston American), 18 revistas (Cosmopolitan), cadenas de radio y alguna productora de cine.

Inspirado en el trabajo de Joseph Pulitzer, fue el inventor de la llamada prensa amarilla o sensacionalismo, un periodismo de investigación mezclado con titulares incendiarios, alejados en muchos casos de la neutralidad y del rigor periodístico, cuyo objetivo primordial fue vender la mayor tirada posible, cuantos más ejemplares se vendieren, tanto mejor.

El poder de Hearst fue tan omnímodo, que prácticamente nadie era capaz de enfrentarse a su vasta legión de publicaciones. Fue posiblemente el mayor monopolio periodístico de todos los tiempos y contó con una nómina constituida por los mejores periodistas, incluyendo a Jack London.

La Guerra de Cuba

Hearst es recordado particularmente por el incidente de la Guerra de Cuba de 1898. Una escalada creciente de tensión surgió entre España y Estados Unidos a causa de la situación de Cuba, colonia perteneciente a España. Esta tensión diplomática fue alimentada por Hearst, según muchos con el único objetivo de vender periódicos, si bien según la posterior película de Orson Welles, la guerra facilitó el anhelado dominio del Canal de Panamá, de gran valor estratégico.

Cuando el buque de guerra norteamericano, el crucero Maine sufrió una explosión en el puerto de La Habana, Hearst señaló a España como culpable del sabotaje (siempre se ha creído mayoritariamente que se trató de un accidente, aunque muchos sostienen que fueron los propios estadounidenses quienes provocaron la explosión), e instó al presidente William McKinley (quien no consideraba siquiera la posibilidad de una guerra), a entablar la apertura del conflicto, iniciando una contienda que significaría el fin definitivo del poderío colonial español.

Línea periodística

Las opiniones de Hearst, manifestadas a través de sus periódicos, siempre fueron controvertidas. Acusado de xenofobia, de apoyar al gobierno nazi y de preparar el camino para la caza de brujas contra los comunistas, incluso hay quienes le recriminan lanzar recomendaciones a favor de matar presidentes unos cuantos meses antes del asesinato de McKinley. «I make news» («Yo hago las noticias») era una de sus máximas, ya que alteraba y provocaba hechos para que fueran más escandalosos, de forma que su periódico fuera el primero en publicarlos, obviamente con una gran entrada en cifras azules a sus arcas.

Impulso de la historieta

W. R. Hearst también tuvo gran importancia en el desarrollo de la historieta moderna, gracias a su "astucia y visión comercial"[1]​que le condujo a arrebatar a su rival Joseph Pulitzer algunos de sus autores estrella como Richard Felton Outcault o George McManus, además de dar a conocer a James Swinnerton, Rudolph Dirks o Frederick Burr Opper. Incluso se le atribuyen decisiones creativas como el paso de la macroviñeta a la secuencia de ellas en The Yellow Kid o la idea de desarrollar de The Katzenjammer Kids (1897) a partir de la historieta alemana Max y Moritz de la que era un gran admirador.[2]​Otra de sus obras favoritas era Krazy Kat, que mantuvo en sus periódicos durante 20 años, a pesar de que nunca gozó de demasiada aceptación entre el gran público. Cuando en un movimiento contrario a los anteriores, Dirks se trasladó del Journal al New York World en 1913, Hearst logró que su periódico conservase el derecho sobre el título de The Katzenjammer Kids tras dictamen del Tribunal Federal, eligiendo a H.H. Knerr como continuador de la serie. El magnate también impulsó la venta de las primeras recopilaciones de tiras y en 1914 fundó el Kings Feature Syndicate, la primera agencia para la distribución de las mismas. Para este empresario

Es el padre quien compra el periodico. Los chicos nunca verán tus dibujos si no puedes captar su atención.[3]

Vida privada

Otra de las situaciones por las que fue famoso fue por su afición desmedida por comprar compulsivamente y comprar más cosas, por poseer cuantos más objetos tanto mejor (sus riquezas llegaron a ser portentosas).

Adquirió compulsivamente palacios (construyó un castillo de 240.000 acres, San Simeon, en California) y obras de arte, muchas de las cuales nunca llegaban a salir de sus envoltorios. Sirva como ejemplo la compra del Monasterio Cisterciense de Santa María en Segovia, que envió piedra a piedra a su país natal. El declive de su imperio supuso la venta de muchas de dichas piezas; alguna (como la escultura La Madonna Czernazai) pasó al Museo Lázaro Galdiano de Madrid si bien bastantes de ellas recalaron en el LACMA de Los Ángeles. En 2008, este museo ha reunido parte de estas obras en una exposición sobre el magnate.

Hearst ocupó una posición en la Cámara de Representantes norteamericana. Conocida es también su apasionada historia de amor con la bella actriz Marion Davies, a la que hizo benefactora de sus caprichos, y trató de promocionar en el cine. De hecho, la leyenda urbana cuenta que en una fiesta privada en su yate encontró a Marion besándose con Charles Chaplin, le disparó a éste, y, por error, mató a Thomas Harper Ince (justo en el día de su cumpleaños, de ahí la fiesta), ocultando el incidente astútamente sin que las autoridades supieran nada del asunto.

Ciudadano Kane

Tanto hervidero alrededor de este hombre cuyo control parecía desbordarse tenía que estallar, y Orson Welles, un joven y prometedor cineasta, tuvo la idea de hacer una película sobre este personaje basado en su mal connotado perfil y opinión pública, (en principio, la idea era de hacerlo sobre Howard Hughes, pero Hearst superaba en excesos a Hughes), realizando entonces el guión en colaboración con Herman J. Mankiewicz.

De hecho, el guión es una réplica de la vida de Hearst, apenas disimulada (la palabra «Rosebud», que sirve de hilo conductor de toda la narración, es el apodo con el que Hearst llamaba a cierta parte íntima de Marion). La película se llamó Ciudadano Kane, y Hearst sabiendo que era acerca de su persona hizo todo el esfuerzo posible por impedir que saliera a la luz, pero la Gran Depresión afectó seriamente sus negocios, y eso mermó en gran medida su omniportentoso poder.

Ciudadano Kane, estrenada en 1941, es considerada por la crítica la mejor película de todos los tiempos, aunque más por sus innovaciones técnicas que por el guión (que sin embargo, recibió el único Oscar de la película). Un telefilm RKO 281, describe toda la difícil evolución de la película y cómo ésta consiguió salir adelante. Gracias a este film, se puede desvelar la naturaleza de la personalidad de Hearst.

Hearst fue el primero en demostrar que la prensa podía ser un terrible cuarto poder al que había que tener en cuenta en la política y en los negocios. Además, su figura como millonario comprador compulsivo ha servido de socorrido ejemplo (como por ejemplo, en Ética para Amador de Fernando Savater) de cómo el dinero no proporciona la felicidad.

Referencias

  1. Gubern, Roman en El lenguaje de los comics, Barcelona, Ediciones Península, 1972, p. 25.
  2. Gubern,Roman en El lenguaje de los comics, Barcelona, Ediciones Península, 1972, p. 24.
  3. La frase original aparece en la página 26 de la monografía El lenguaje de los comics, ya citada. Ésta es una traducción literal.

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