Diferencia entre revisiones de «Matanza del Salsipuedes»

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En gran medida, los integrantes de esas ramas indígenas, parcialmente sedentarios, habían formado parte de las partidas de combatientes y de los desplazamientos de tropas y poblaciones causados por las alternativas de las luchas revolucionarias conducidas por [[José Gervasio Artigas]] y otros líderes de la revolución libertadora. El mismo cacique guaraní llamado [[Andrés Guazurary|Andresito Artigas]], considerado por Artigas como su heredero político entre los charrúas, tomó parte en la reconquista de las [[Misiones Orientales]] hasta su derrota en manos del ejército [[Brasil|brasileño]]. También habían guerreado los charrúas entre ellos, grupos de charrúas y sus caciques.
En gran medida, los integrantes de esas ramas indígenas, parcialmente sedentarios, habían formado parte de las partidas de combatientes y de los desplazamientos de tropas y poblaciones causados por las alternativas de las luchas revolucionarias conducidas por [[José Gervasio Artigas]] y otros líderes de la revolución libertadora. El mismo cacique guaraní llamado [[Andrés Guazurary|Andresito Artigas]], considerado por Artigas como su heredero político entre los charrúas, tomó parte en la reconquista de las [[Misiones Orientales]] hasta su derrota en manos del ejército [[Brasil|brasileño]]. También habían guerreado los charrúas entre ellos, grupos de charrúas y sus caciques.
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== Cambio de paradigma ==
== Cambio de paradigma ==

Revisión del 23:40 13 abr 2010

Retrato de Fructuoso Rivera.

Se conoce como Matanza de Salsipuedes al ataque sufrido por indígenas charrúas por parte de tropas gubernamentales, al mando de Bernabé Rivera, a orillas del arroyo Salsipuedes, afluente del Río Negro, el 11 de abril de 1831. En el ataque habrían muerto 40 indígenas y 300 habrían sido tomados prisioneros.[1]

Antecedentes

En la época existía en las autoridades el concepto de que los remanentes de algunas tribus de charrúas, que se desplazaban libremente por los campos sobre todo en los territorios del norte, casi como en la época precolonial, constituían un obstáculo insalvable para la estructuración de una sociedad que debía organizarse. Existe un buen grado de consenso histórico en que las tribus indígenas que poblaban el territorio comprendido a ambos lados del Río Uruguay eran fundamentalmente del tronco guaranítico, aunque conformados en diversos agrupamientos y de distinto comportamiento. Buena parte de ellos habían tendido a vivir en forma sedentaria, en buena medida luego de los establecimientos fundados por los jesuitas en las llamadas Misiones jesuíticas. Otros se iban integrando en sociedad rural y el mestizaje.

En gran medida, los integrantes de esas ramas indígenas, parcialmente sedentarios, habían formado parte de las partidas de combatientes y de los desplazamientos de tropas y poblaciones causados por las alternativas de las luchas revolucionarias conducidas por José Gervasio Artigas y otros líderes de la revolución libertadora. El mismo cacique guaraní llamado Andresito Artigas, considerado por Artigas como su heredero político entre los charrúas, tomó parte en la reconquista de las Misiones Orientales hasta su derrota en manos del ejército brasileño. También habían guerreado los charrúas entre ellos, grupos de charrúas y sus caciques.

Cambio de paradigma

Una vez independizada la Provincia Cisplatina como Estado Oriental del Uruguay, la situación de los indígenas fue una de las principales preocupaciones de los criollos. Codiciaban sus tierras para afianzar la dominación de la clase social que encarnaban, y que ya ejercían virtualmente desde el final del régimen virreinal. Al tener asegurada la frontera con Brasil, ya no eran necesarios para la nueva organización del Estado.

Descreyendo de la ‘domesticación’ indígena a cargo del clero, el porteño Bartolomé Mitre escribió pocos años después de la matanza del Salsipuedes:

"Jamás el corazón del pampa se ha ablandado con el agua del bautismo, que constantemente ha rechazado lejos de sí con la sangrienta pica del combatiente en la mano ... El argumento acerado de la espada tiene más fuerza para ellos, y éste se ha de emplear al fin para exterminarlos o arrancarlos en el Desierto"
(extraído del diario Los Debates, citado por Liborio Justo en "Los Imperios del Desierto")

Preanunciaba así la acción en gran escala contra pampas y mapuches que se practicaría en la segunda parte del siglo XIX en Argentina y Chile.

La matanza

A su retorno de las Misiones Orientales, Fructuoso Rivera había intentado asentar en Bella Unión a parte de los grupos que lo habían acompañado en esa campaña. El propio Juan Antonio Lavalleja recomendó a Rivera, en febrero de 1830, adoptar las providencias “más activas y eficaces” para la seguridad de los vecindarios y la garantía de las propiedades afectadas por los charrúas, a los que consideraba “malvados que no conocen freno alguno que los contenga” y que no podían dejarse “librados a sus inclinaciones naturales”.

La decisión de poner fin a esos grupos charrúas habría quedado así a cargo de Rivera, que había establecido buenas relaciones con algunos caciques en la época de los combates contra los diversos ocupantes del territorio y también gozaba de popularidad y adhesión entre los indigenas. Desde su posición de Presidente, Rivera convocó a los principales caciques charrúas, Polidoro, Rondeau, Brown, Juan Pedro y Venado, junto con todas sus tribus, a una reunión a realizarse en un bucle o “potrero” formado por el arroyo Salsipuedes el 11 de abril de 1831, diciéndoles que el Ejército los necesitaba para cuidar las fronteras del Estado.

Según los relatos, agasajados y emborrachados, fueron atacados por una tropa de 1.200 hombres al mando de Bernabé Rivera. Se dice que el propio Fructuoso Rivera habría dado la señal de iniciar el ataque, haciendo fuego sobre el cacique Venado, luego de pedirle que le entregara su cuchillo para picar tabaco. El saldo según la historiografía oficial fue de 40 indios muertos y 300 prisioneros, algunos de los cuales lograron huir, siendo perseguidos por Bernabé Rivera. Entre las tropas hubo 9 heridos y un muerto.

Los indígenas prisioneros fueron trasladados a pie hasta Montevideo. La mayor parte de ellos, fundamentalmente mujeres y niños, quedaron a cargo de familias de Montevideo donde sirvieron esclavizados. Algunos caciques (Vaymaca Perú, Tacuabé, Senaqué y la mujer de Tacuabé, Guyunusa) fueron vendidos a un francés llamado François de Curel, quien los trasladó a París donde fueron exhibidos como ejemplares exóticos de América. Todos ellos murieron en cautiverio, excepto Tacuabé que logró huir llevándose al hijo que su mujer dio a luz, sin que nunca más se supiera de él.

La persecución no se agotó en la matanza de Salsipuedes. Bernabé Rivera tuvo un especial empeño en encontrar y exterminar a los que lograron escapar, en lo que él mismo describió como

“el gran interés que tomo en la conclusión de los infieles”.

El 17 de agosto de 1831 Bernabé Rivera sorprendió en Mataojo, cerca de la desembocadura del Río Arapey, a un grupo de charrúas comandado por los caciques El Adivino y Juan Pedro, a los que atacó saldándose el episodio con 15 muertos y más de 80 prisioneros. Bernabé Rivera informaba que habían conseguido escapar 18 hombres, ocho “muchachos de siete a doce años y cinco chinas de bastante edad”, entre ellos, el cacique Polidoro, único cacique que quedó sobreviviente. Bernabé Rivera se dedicó a perseguirlo. El 16 de junio de 1832 ubicó un grupo de charrúas que huyeron hacia una hondonada llamada Yacaré-Cururú, y en una emboscada, los charrúas mataron a Bernabé, nueve soldados y dos oficiales.

Interpretaciones

Los historiadores, tanto "liberales" (colorados) como "nacionalistas" (blancos), presentaron el exterminio como una afirmación de los "valores nacionales", en un caso, o de la "civilización", en el otro. En la historiografía uruguaya, la masacre del Salsipuedes fue mostrada como una batalla. Se trató, según la historiografía revisionista de

"la primera de una serie larga de acciones en una campaña de persecusión e intento de exterminio de los charrúas en los inicios de la República"
Semanario Brecha, 18 de abril de 2007.

Actualidad

El episodio de Salsipuedes ha sido, hasta en los tiempos actuales, motivo de encendidas polémicas y controversias. Numerosas personas y asociaciones indigenistas han enfatizado la extrema maldad de esa acción. Las muertes de charrúas en Salsipuedes no significaron la extinción de todos los miembros de los charrúas, pero si su desaparición como pueblo cultural.

El ex presidente Julio María Sanguinetti escribió una encendida defensa de Rivera, y una relativizacion de la importancia de la matanza, o de la importancia de los charrúas como pueblo, o como cultura.

“No hemos heredado de ese pueblo primitivo ni una palabra de su precario idioma [...], ni aun un recuerdo benévolo de nuestros mayores, españoles, criollos, jesuitas o militares, que invariablemente los describieron como sus enemigos, en un choque que duró más de dos siglos y los enfrentó a la sociedad hispanocriolla que sacrificadamente intentaba asentar familias y modos de producción, para incorporarse a la civilización occidental a la que pertenecemos”.

Enlaces externos

Referencias

  1. Presidencia de la República Oriental del Uruguay (31 de marzo de 2008). «Salsipuedes: grupos recuerdan la matanza charrúa». Consultado el 21 de mayo de 2009.