Diferencia entre revisiones de «Tomás Becket»

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Revisión del 19:48 4 jun 2009

Santo Tomás de Canterbury
Información personal
Nombre en inglés Thomas Becket Ver y modificar los datos en Wikidata
Nacimiento 21 de diciembre de 1117/1118
Londres
Fallecimiento 29 de diciembre de 1170
Cantórbery
Causa de muerte Homicidio Ver y modificar los datos en Wikidata
Sepultura Catedral de Canterbury Ver y modificar los datos en Wikidata
Religión Iglesia católica Ver y modificar los datos en Wikidata
Familia
Padre Gilbert Becket Ver y modificar los datos en Wikidata
Educación
Educado en Universidad de Bolonia Ver y modificar los datos en Wikidata
Información profesional
Ocupación Teólogo, juez, sacerdote católico (desde 1162juliano) y obispo católico (desde 1162juliano) Ver y modificar los datos en Wikidata
Cargos ocupados
Información religiosa
Canonización 12 de julio de 1174 por el papa Alejandro III
Festividad 29 de diciembre
Venerado en Iglesia Católica y Comunión Anglicana

Santo Tomás de Cantórbery o Tomás Becket ( Londres, 21 de diciembre de 1117/1118Canterbury, 29 de diciembre de 1170). Arzobispo de Canterbury y Lord Canciller de Inglaterra. Es venerado como santo y mártir por la Iglesia Católica y la Iglesia Anglicana.

Biografía

Nació en el seno de una familia burguesa originaria de Ruán en Normandía.

Uno de los amigos ricos de su padre, Richer de L'aigle -posteriormente firmante de la constitución de Clarendon contra Tomás-, que se sentía atraído por sus hermanas, le invitaba a menudo a su hacienda en Sussex. Allí Tomás aprendía buenas maneras, a montar a caballo, cazar, y participaba en justas y torneos. A los diez años realizó sus primeros estudios de leyes civiles y canónicas en la abadía de los monjes de Merton, en Surrey. Estudió teología en París y en Bolonia. De regreso a Inglaterra entró al servicio del arzobispo de Canterbury, Teobaldo que, impresionado por su capacidad y sagacidad, le encargó varias misiones en Roma.

En 1154 fue nombrado arcediano de Canterbury y preboste de Beverley y, al año siguiente, canciller del reino.

Enrique II de Inglaterra, como todos los reyes normandos, quería ser el soberano absoluto, tanto de su reino como de la Iglesia basándose en las costumbres ancestrales de sus antepasados; quería eliminar los privilegios adquiridos por el clero inglés que consideraba disminuían su autoridad. Becket le pareció la persona más idónea para defender sus intereses; el joven canciller se convierte no sólo en un fiel servidor de Enrique II, sino también en un excelente compañero de caza y diversiones, manteniendo, no obstante, con mucha diplomacia, su renuencia a las pretensiones del rey. Nadie dudaba, excepto quizá John de Salisbury, de la total entrega y fidelidad de Becket a la causa real. El rey envió a su hijo Enrique a vivir en la casa de Becket, tal y como se acostumbraba a hacer con los niños de la nobleza. Más tarde ésta sería una de las razones por las cuales Enrique se enfrentaría a su padre, al estar afectivamente ligado a su tutor Becket.

El arzobispo Teobaldo falleció el 18 de abril de 1161 y el capítulo acogió con cierta indignación el hecho de que el rey les impusiera a Tomás como sucesor en la sede arzobispal de Canterbury. La elección tuvo lugar en mayo y Becket fue consagrado el 3 de junio de 1163.

Arzobispo

Desde el momento en que fue consagrado una transformación radical se operó en el nuevo Primado ante la estupefacción general de todo el reino. El cortesano alegre y amante de los placeres dio paso a un prelado austero con ropas de monje y dispuesto a sostener hasta la muerte la causa de la jerarquía eclesiástica.

Ante el cisma que dividía a la Iglesia, Becket se decanta a favor del papa Alejandro III que sustenta los mismos principios jerárquicos y recibe el "palium" o estola de Alejandro en el concilio de Tours.

De regreso a Inglaterra, Becket empieza a poner en práctica el proyecto que había preparado: liberar a la Iglesia de Inglaterra de las limitaciones que él mismo había consentido aplicar. Su objetivo era doble: abolición completa de toda jurisdicción civil sobre la iglesia, con el control no compartido por el clero, libertad de elección de sus prelados y la adquisición y seguridad de la propiedad como un fondo independiente.

El rey comprendió rápidamente el resultado inevitable que esta actitud del arzobispo conllevaba y convocó al clero en Westminster el 11 de octubre de 1163, exigiendo la derogación de todas las demandas de excepción jurídica civil y reconociendo la igualdad de todos los individuos ante la ley. La alta prelatura se hallaba dispuesta a admitir las peticiones del rey, a lo que se negó, firmemente, el arzobispo. Enrique no estaba dispuesto a mantener una disputa abierta y propuso un acuerdo apelando a las costumbres del pasado. Tomás aceptó este compromiso aunque con ciertas reservas respecto a la salvaguarda de los derechos de la Iglesia, no hubo consenso y la cuestión quedó sin resolver. Enrique II, insatisfecho, abandonó Londres.

Las constituciones de Clarendon

El rey convocó otra asamblea en Clarendon el 30 de enero de 1164 en la que presentó sus demandas expuestas en dieciséis puntos. Sus peticiones implicaban el abandono de la independencia del clero y su dependencia de Roma. Aparentemente obtuvo la aprobación del clero, pero no la de su Primado.

Becket trata de llegar a un acuerdo mediante la discusión de los puntos expuestos por el rey, pero ante la obstinación del mismo, se niega a firmar el tratado. Esto significó la guerra abierta entre los dos poderes en cuestión. Enrique trata de deshacerse de Becket por la vía judicial y le convoca ante el gran consejo de Northampton el 8 de octubre de 1164 para responder a la acusación que se le hace: oposición a la autoridad real y abuso de su cargo de canciller.


Becket deja Inglaterra

Miniatura del siglo XIII, mostrando el asesinato de Becket.

Becket niega el derecho de la asamblea para juzgarle y recurre al Papa pero, dándose cuenta del peligro que corre se exilia voluntariamente el 2 de noviembre, refugiándose en Francia. Se dirige a Sens donde se encontrará con el papa Alejandro III que recibe, asimismo, a unos enviados del rey que solicitan, en su nombre, que tome medidas contra Becket y envíe un legado a Inglaterra con autoridad plenaria para resolver el problema. Alejandro III se niega a tales pretensiones y presta su apoyo a Becket.

Enrique persigue al arzobispo fugitivo dictando una serie de decretos contra Becket aplicables a todos sus amigos y partidarios; pero Luis VII de Francia le acoge y le ofrece su protección. Becket permanece dos años en la abadía cisterciense de Pontigny, hasta que las amenazas de Enrique le obligan a regresar a Sens.

Becket, en plena posesión de sus prerrogativas, quería que su posición fuera mantenida por medio de la excomunión y la prohibición, pero aunque Alejandro III simpatizaba con los ideas de Becket, prefería contemporizar y atemperar para lograr sus propósitos. Las diferencias entre el papa y el arzobispo se hicieron patentes y empeoraron cuando, en 1167, unos legados fueron enviados a Inglaterra con autoridad para arbitrar en la cuestión. Obviando esta limitación sobre su jurisdicción y persistiendo en sus principios, Becket pacta con los legados y se somete a las condiciones del rey a cambio de que éste respete los derechos de su orden.

Su firmeza parece recompensada cuando, en 1170, el papa está a punto de cumplir sus amenazas de excomulgar al rey; Enrique, inquieto ante esta eventualidad, trata de llegar a un acuerdo que permita el regreso de Tomás a Inglaterra y dejarle continuar con su ministerio.

Ambas partes siguieron irreconciliables y Enrique, apoyado por sus partidarios, se niega a devolver las propiedades eclesiásticas que había invadido. Tomás prepara la sanción contra todos aquellos que habían privado a la Iglesia de sus bienes y contra los obispos que la habían secundado. Tomás ya había sido enviado a Inglaterra para su promulgación, desembarcó en Sandwich el 3 de diciembre de 1170 y, dos días después, entró en Canterbury.

Asesinato

Relicario de Becket en el museo Victoria & Albert (Londres).

La tensión existente entre ambas partes imposibilitaba una salida satisfactoria y la catástrofe se veía venir. Una frase del rey, exasperado: "¿no habrá nadie capaz de librarme de este cura turbulento?" (es posible que ésta frase fuera apócrifa), fue interpretada como una orden para cuatro caballeros anglo-normandos: Reginald Fitzurse, Hugo de Morville, William Tracy y Richard Brito que, de inmediato, proyectaron el asesinato del arzobispo que llevaron a cabo el martes 29 de diciembre de 1170 en el atrio de la catedral de Canterbury mientras asistía a vísperas con la comunidad monástica.

Becket fue reverenciado por los fieles de toda Europa que le consideraron un mártir, apenas tres años después, en 1173, fue canonizado por Alejandro III. El 12 de julio de 1174, Enrique tuvo que hacer penitencia públicamente ante la tumba de su enemigo, que se convirtió en uno de los lugares de peregrinaje más populares de Inglaterra, hasta que fue destruida durante la disolución de los monasterios (1538 a 1541). En 1220, los restos de Becket fueron trasladados desde su primera tumba a un relicario en la recién terminada capilla Trinity. El suelo sobre el que descansaba ese relicario es aún señalado con una vela encendida. Hoy día, los arzobispos celebran la eucaristía en este lugar para conmemorar el martirio de Becket y el traslado de su cuerpo a ese emplazamiento.

Su resistencia a la autoridad real le enemistó con la corte y esa postura disidente le llevó a la muerte. ¿Qué tiene que ver este hecho histórico con Soria? Alfonso VIII, rey de Castilla, se casó en 1170 con doña Leonor, hija de Enrique II, y le dio en arras a su esposa, entre otras ciudades y castillos que tenía en propiedad, la ciudad de Soria. Leonor de Plantagenet quiso homenajear al antiguo amigo de su padre pidiendo que quedase plasmado en pinturas el asesinato en el atrio de la catedral de Canterbury (Iglesia de San Nicolás de Soria)y lo hizo en las paredes de esa joya del románico que actualmente se encuentra en ruinas.

Repercusiones y referencias culturales

Las leyendas locales relacionadas con Becket surgieron en Inglaterra tras su canonización. Aunque son típicas historias hagiográficas revelan también su brusquedad de carácter. El pozo de Becket en Otford, condado de Kent se dice que fue creado después de que Becket mostrara su desagrado por el sabor del agua de la ciudad.
Asimismo se dice que surgieron dos manantiales de cristalinas aguas cuando golpeó el suelo con su báculo.
La ausencia de ruiseñores en Otford también se atribuye a Becket, quien al ser molestado en sus rezos por el canto de un ruiseñor ordenó que nunca volviera a cantar ninguno en la ciudad. En la ciudad de Strood, también en Kent, se dice que la causa de que sus habitantes nazcan con cola es debida a Becket, ya que los hombres de la ciudad habían apoyado al rey en sus luchas contra el arzobispo y, para demostrar ese apoyo, cortaron la cola del caballo de Becket a su paso por la ciudad.

Los Cuentos de Canterbury, de Geoffrey Chaucer comienzan con un grupo de peregrinos que se dirigen al relicario del santo en la Catedral de Canterbury.
Las obras literarias modernas basadas en la historia de Tomás Becket incluyen las piezas Asesinato en la catedral de T.S. Eliot y Becket o el honor de Dios de Jean Anouilh, con una película de igual título, dirigida en 1964 por Peter Glenville con Richard Burton y Peter O'Toole en los papeles protagonistas. En el siglo XIX Conrad Ferdinand Meyer escribió la novela "Der Heilige" (el Santo) basada en Tomás Becket. En el siglo XX, la novela Los pilares de la tierra de Ken Follett es un relato ficticio sobre las luchas de la iglesia y la aristocracia que culmina en el martirio de Becket a manos de los hombres del rey Enrique.

Bibliografía

Enlaces externos