El cetro de José

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El cetro de José es un auto sacramental escrito por Sor Juana Inés de la Cruz. Se ignora la fecha de su composición, pero fue publicado, junto con El mártir del sacramento, en el segundo tomo de Inundación castálida en 1692 en Madrid.[1]

Al igual que El divino Narciso, El cetro de José utiliza a la América prehispánica como vehículo para relatar una historia con tintes bíblicos y mitológicos. El tema de los sacrificios humanos aparece nuevamente en la obra sorjuanesca, como imitación diabólica de la Eucaristía.[2]​ Aun así, Sor Juana siente cariño y aprecio por los indígenas y por los frailes misioneros que llevaron el cristianismo a América, como puede verse en varias secciones del auto. Además, el auto es pionero en representar conversiones colectivas al cristianimo, hecho insólito hasta entonces en la literatura religiosa.[3]

El cetro de José pertenece a los autos vétero-testamentarios, y es el único de esta clase compuesto por Sor Juana. Pedro Calderón de la Barca, quien influyó fuertemente a la monja, escribió varios autos vétero-testamentarios, de los que destaca Sueños hay que verdad son, también inspirado por la figura del patriarca José.[4]

Es habitual considerar que Sor Juana escribió sus autos con la firme convicción, alentada por la condesa de Paredes, de que se representarían en Madrid. Por ello, los temas y el estilo de estas obras iban dirigidas al público peninsular, aunque no existe constancia escrita de que se hayan montado fuera de Nueva España.[5]

Análisis

Sor Juana introduce una multitud de personajes, algunos reales y otros abstractos.[6]​ El patriarca José aparece como la prefiguración de Cristo en Egipto. El pasaje alegorizado del auto, donde se realiza la transposición de la historia bíblica de José, permite equiparar los sueños del héroe bíblico con el conocimiento dado por Dios.[7]

La figura de Egipto ocupa un lugar destacado en la simbología de la obra. Para muchos escritores es un lugar clave en la historia de la religión: allí comenzó su peregrinar Abraham, allí Dios colmó de bienes a José, allí nació el libertador Moisés, allí huyó la Sagrada Familia de la persecución de Herodes el Grande. Sor Juana, muy a su manera, resalta las virtudes intelectuales de Egipto, pero no desdeña la visión religiosa de su época.[8]

La obra presenta un gran apego a las fuentes bíblicas y relata la historia de José desde su venta como esclavo hasta el reencuentro con su familia. El auto concluye con la profecía de Jacob acerca de sus hijos.

En El cetro de José se presenta al mundo precortesiano como enigmático y misterioso, lleno de tradiciones en principio incomprensibles para los novohispanos de la época.[9]​ Sor Juana siente simpatía e incluso aprecio por ellos, pues, contrario a la costumbre de la literatura colonial, no representa a los indígenas como seres irracionales y salvajes.[10]

Véase también

Referencias

  1. Beatriz Garza Cuarón, Historia de la literatura mexicana: desde sus orígenes hasta nuestros días, vol. 2. México: Siglo XXI, 1996, pág. 57.
  2. Margo Glantz, Obras reunidas: Ensayos sobre literatura colonial, México, Fondo de Cultura Económica, 2006, pág. 472.
  3. Garza Cuarón, opág. cit., pág. 237.
  4. José Pascual Buxó, Permanencia y destino de la literatura novohispana: historia y crítica, México, UNAM, 2006, pág. 204.
  5. Garza Cuarón, pág. 657.
  6. Paz, pág. 458.
  7. Ignacio Arellano, El teatro en la Hispanoamérica colonial, Madrid, Iberoamericana, 2008, pág. 206.
  8. Alejandro Soriano, El Primero sueño de Sor Juana Inés de la Cruz: bases tomistas, México, UNAM, 2000, pág. 164.
  9. Chávez, pág. 155.
  10. Chávez, pág. 157.

Bibliografía