Economía institucional

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Se llama economía institucional o escuela institucionalista (norte)americana a la aproximación a estudios económicos que se centra en la comprensión del papel del proceso evolutivo y el papel de las instituciones sociales en la formación del comportamiento económico. La aproximación original se basaba en la percepción por Thorstein Veblen de una dicotomía entre, por un lado, la tecnología, y, por el otro, la esfera ceremonial o ritual de la sociedad. El nombre y elementos básicos de la escuela se remontan a un a un artículo de 1919 de Walton H. Hamilton en la American Economic Review'.[1]

El Institucionalismo ve las relaciones de mercado como resultado de la interacción compleja de diversas instituciones (por ejemplo, las normas sociales y jurídicas, empresas, estados, etc, todas las cuales afectan el comportamiento de los individuos). Esta tradición continúa en la actualidad como una de las aproximaciones o percepciones principales de la economía heterodoxa[2]

Los críticos de la escuela han sostenido que el concepto de "institución" es tan central para toda las ciencias sociales que no tiene sentido utilizarla como un término exclusivo de una escuela teórica particular. En la práctica ha habido un debate a menudo confuso acerca de cuales académicos son "institucionalistas" o no - y una confusión similar acerca de lo que se supone que debe ser el núcleo de la teoría. En otras palabras, se alega que, al final del día, el concepto de la influencia de las instituciones sobre el actuar individual es tan general y aceptado que ha llegado a significar cualquier cosa para cualquiera, que, en consecuencia, en realidad no significa nada. De hecho, se puede argumentar, como se ha hecho desde temprano,[3]​ que el término "institucionalistas" estaba fuera de lugar, ya que Veblen, Hamilton y Ayres estaban preocupados por la evolución (y la "objetivación") de las fuerzas de la tecnología, y las instituciones tenían un lugar secundario dentro de sus teorías. Las instituciones eran casi una especie de "anti-cosas", su preocupación fundamental era en la tecnología y no las instituciones. En lugar de ser "institucionalistas", Veblen, Hamilton y Ayres eran “anti-institucional”[4]

Características y área de interés

La economía institucional se centra en el aprendizaje, racionalidad limitada, y el cambio o evolución (en lugar de asumir preferencias estables, racionalidad y el equilibrio económico).[5]​ Algunos institucionalistas ven a Karl Marx como perteneciente a la tradición institucionalista, porque él describe el capitalismo como un sistema social históricamente determinado.[6]​ Sin embargo otros institucionalistas no están de acuerdo con esa percepción del cambio o evolución económica, viendo en su lugar fenómenos o elementos tales como el mercado, dinero y la propiedad privada de los medios de producción como de hecho evolucionando con el tiempo, pero como resultado de las acciones intencionales de los individuos.

La relación entre el derecho y la economía ha sido un tema importante desde la publicación de un estudio sobre las fundaciones legales del capitalismo por John R. Commons en 1924. El desarrollo de la economía conductual constituye otro momento de importancia, atribuible a la insistencia de la economía institucional de basarse en lo que se conoce acerca de la psicología y la ciencia cognitiva, en lugar de simples supuestos, lógicos o no, de comportamiento económico.

El institucionalismo rechaza la reducción de la influencia de las instituciones a simplemente constituir expresión de gustos o preferencias y tecnologías (ver falacia naturalista). Gustos, junto con tecnologías, expectativas del futuro, hábitos y motivaciones no sólo determinan la naturaleza de las instituciones, pero son también limitadas y formadas por ellas. Las personas viven y trabajan en instituciones, lo que da forma a sus visiones del mundo, incluyendo estándares, metas y aspiraciones. Fundamentalmente, el institucionalismo (y sus contrapartes modernas) hace hincapié en los fundamentos normativos y los procesos evolutivos y volitivos por los cuales las instituciones se inician y modifican. Los cambios en las instituciones son necesariamente el resultado de los incentivos creado ellas mismas, y por lo tanto endógenos. En concreto, el institucionalismo es, en un sentido amplio, una respuesta a la ortodoxia económica, y su reintroducción en la forma de la nueva economía institucional es, pues, un desafío explícito a la economía neoclásica, ya que se basa en una premisa fundamental — que la economía no puede ser separada del sistema político y social en el que está inmersa— que los neoclásicos rechazan.

Algunos de los autores que, sin ser generalmente considerados parte de la escuela, ya sea influyeron o fueron influidos por ella incluyen: Charles Wright Mills, John Dewey, Gunnar Myrdal, Robert Frank, etc.

Representantes principales

Thorstein Veblen

Thorstein Veblen escribió su influyente La teoría de la clase ociosa en 1899), mientras él era profesor en la Universidad de Chicago. En él se analizan la tendencia del capitalismo a lo que Thorstein denomino el “consumo ostensible o notorio” de riquezas, como una manera de demostrar éxitos o logros. Otro concepto cercanamente asociado es el ‘’ocio conspicuo”. Veblen nota que ambas "actividades" están en contradicción directa con la visión neoclásica de que el capitalismo es eficiente (en la medida que la producción es para derrochar más que para utilizar eficientemente) y fomenta esfuerzo y sacrificio. En su The Theory of Business Enterprise (1904) Veblen introduce una distinción entra la motivación de la producción industrial con el fin que la gente pueda usar cosas con la motivación que utiliza o abusa la infraestructura industrial con fines de lucro, argumentando que la primera es a menudo obstaculizada porque las empresas persiguen la segunda. En su opinión, la producción y el avance tecnológico están limitadas tanto por esas prácticas empresariales como por la existencia de monopolios. Las empresas buscan proteger sus inversiones de capital existentes y recurren para ello a niveles excesivos de crédito, lo que lleva a depresiónes y el aumento de los gastos militares debido al control del poder político por las empresas. Sin embargo, estos dos libros, centrándose el primero en una crítica del Consumerismo o consumo excesivo, y el segundo en la especulación, no abogar por el cambio.

A partir de las décadas de 1920 y, especialmente después de la Crisis de 1929 en Wall Street; las advertencias de Veblen acerca de los efectos negativos d la tendencia al consumo desmedido y la necesidad de crear instituciones financieras sólidas ganaron verosímilidad. Veblen sigue siendo considerado un crítico destacado y relevante, que advierte contra los excesos de lo que ahora se llama el estilo de vida norteamericano, el American Way.

John R. Commons

Detrás de las ideas de Commons, consolidadas en su Institutional Economics (1934) esta la percepción que la economía es una red de relaciones entre personas con intereses divergentes. Hay monopolios, grandes empresas, conflictos laborales y las fluctuaciones de los ciclos económicos, todos tanto reflejando como produciendo conflictos. Sin embargo todos tienen también, en la percepción de Commons, un interés en la resolución de estas disputas (dado que todos se benefician de la existencia y funcionamiento del aparato económico). En la concepción de Commons, el Gobierno debe ser el mediador entre esos grupos en conflicto, a fin de disminuir las causas y acelerar resoluciones. Consecuentemente, Commons dedicó gran parte de su tiempo a la labor de asesoramiento y mediación en las comisiones industriales.

Clarence Ayres

Ayres (1891-1972) fue el principal pensador de lo que algunos han llamado la escuela de Texas de la economía institucional. Ayres desarrolló las ideas de Thorstein Veblen en una dicotomía entre "tecnología " e "instituciones" para separar claramente la inventiva de los aspectos “heredados” de las estructuras económicas. Ayres percibe la tecnología como estando siempre un paso más adelante que las instituciones socio-culturales. Para el, las instituciones están identificadas con los sentimientos y la superstición y, en consecuencia, sólo juegan una especie de papel residual, restrictivo, en su teoría del desarrollo, en la cual el centro principal es la tecnología. Ayres estaba bajo fuerte influencia de Hegel y de las instituciones de Ayres tenían la misma función que el "Schein" (con la connotación de engaño e ilusión) tenía para Hegel. Quizás un nombre más apropiado para la posición de Ayres sería el de "tecno-conductista" en lugar de institucionalista.

Adolf Berle

Berle (1895-1971) fue uno de los primeros autores en combinar el análisis jurídico y económico, y su obra se erige como uno de los pilares del pensamiento de la gestión empresarial moderna. Al igual que Keynes, Berle fue en la Conferencia de Paz de París de 1919, y similarmente renunció a su trabajo diplomático, no satisfecho con los términos del Tratado de Versalles. En su “The Modern Corporation and Private Property“ (1932) (en conjunto con Gardiner C. Means), Berle detalló la evolución de las grandes empresas en la economía contemporánea, y argumentó que se debe exigir que los que controlaban esas grandes empresas rindan cuentas y sean hechos legalmente responsables por sus acciones. Esto podría incluir los derechos a elegir y despedir directores y gerentes, requerimiento de juntas generales periódicas y reglamentadas, normas contables, etc.(En los Estados Unidos de los 1930, la legislación típica de empresas no especificaba claramente esos derechos de los accionistas) Berle argumentó que los directores que no rinden cuentas de las empresas tienden por lo tanto a apropiarse de los frutos de los beneficios de las empresas en sus propios bolsillos, así como manejar la gestión de la empresa en sus propios intereses. La capacidad de hacer esto es incrementada por el hecho de que la mayoría de los accionistas de grandes empresas de acciones son individuos aislados, con pocos medios de comunicación, en suma, débiles y manipulables.

Berle sirvió en la administración del presidente Franklin Delano Roosevelt a través de la depresión, y fue un miembro clave de los "expertos" llamados en desarrollo muchas de las políticas del New Deal. En 1967, Berle y Means publicaron una edición revisada de su trabajo, en el que el prólogo añade una nueva dimensión al análisis. El problema es no sólo la separación de los administradores de las empresas de los propietarios. Se plantea la cuestión de cual será el resultado final de la estructura corporativa de las empresas:

"Los accionistas no trabajan ni hilan para ganar [dividendos]] y disfrutar de los aumentos de los precios de las acciones. Ellos son beneficiarios solo por su posición. (pero) Justificación por herencia... sólo puede fundarse en razones sociales... que esa justificación se convierte en (razón de) la distribución, así como la existencia de la riqueza. Su fuerza (del argumento) sólo existe en proporción directa al número de personas que tienen tal riqueza. La justificación de la existencia de los accionistas por lo tanto depende del aumento de la distribución dentro de la población estadounidense. Idealmente la posición de los accionistas será inexpugnable cuando cada familia norteamericana tenga su fragmento de esa posición y de la riqueza mediante la cual la oportunidad de desarrollar la individualidad llega a ser totalmente actualizada.”[7]

John Kenneth Galbraith

La obra de Galbraith (1908–2006) es demasiado vasta como para poder resumirla adecuadamente en este espacio. Consecuentemente solo se mencionaran un par de contribuciones relevantes a la escuela.

Central a esa contribución es la percepción que en una época de grandes empresas, no es realista pensar en mercados del tipo clásico. Las grandes empresas establecen sus propias condiciones en el mercado, y utilizan sus recursos combinados, por ejemplo en publicidad; a fin de promover la demanda de sus propios productos. Al mismo tiempo Galbraith argumenta -en su La sociedad opulenta (1958)- que los votantes que acceden a una cierta riqueza material comienzan a votar en contra del bien común. Como resultado, las preferencias individuales por lo general reflejan las preferencias de las empresas establecidas o “de renombre” (el "efecto dependencia"), y la economía en su conjunto está orientado a metas irracionales.[8]​ En su El Nuevo Estado Industrial Galbraith sostiene que las decisiones económicas son planificados por una “burocracia privada” (la tecnoestructura) de expertos que manipulan los canales de comercialización y relaciones públicas ( Véase Propaganda como ingeniería social ). Esta jerarquía busca su propio interés, para ellos los beneficios de la empresa ya no son el principal motivador, y, de hecho, los directores no están en control. Debido a que estos nuevos planificadores requieren mercados constantes y economías estables, las empresas evitan o incluso detestan riesgo. Ellos “reclutan” gobiernos para servir sus intereses a través de la política fiscal y monetaria, por ejemplo, adhiriendo a políticas monetaristas que enriquecen los prestamistas en la bolsa a través de aumentos en las tasas de interés. Mientras los objetivos de la sociedad de la abundancia y los de un gobierno cómplice están al servicio de la tecnoestructura irracional, el espacio público es cada vez más empobrecido. Galbraith describe el descenso desde villas ático (penthouses) a caminar por calles sin pavimentar, desde jardines manicurados a parques públicos dilapidados. En Economics and the Public Purpose]] (1973), Galbraith aboga por un "nuevo socialismo" como la solución, nacionalizando la producción militar y los servicios públicos, tales como salud, la introducción de salario disciplinado y controles de precios para reducir la desigualdad.

Institucionalismo: legado y presente

El institucionalismo fue un elemento central en la economía estadounidense en los años de entreguerra a partir de 1919, pero fue marginado a un papel relativamente menor en relación a la visión económica dominante ("economía ortodoxa") en el período de la posguerra con la ascendencia de la escuela neoclásica y el keynesianismo. Continuó, sin embargo, como una de las principales aspectos de la crítica de la economía heterodoxa a la escuela neoclásica y otras y como un programa de investigación en la economía,[2]

Un reciente desarrollo, compensatorio de esa marginación, ha sido el resurgimiento del interés en el trabajo de Commons y Veblen lo largo de las líneas evolutivas de Darwin, representado, por ejemplo, en la obra de Geoffrey Hodgson (Universidad de Hertfordshire)[9][5]

Nueva economía institucional

A partir de lo anterior comenzó, a fines del siglo XX,[10]​ un proyecto para integrar las percepciones de la escuela institucionalista con los avances en la teoría de organizaciones, teoría de información, teoría de derechos[11]​ teoría de costes,[12]​ etc, que provienen tanto de desarrollos en la teoría económica “tradicional” u ortodoxa como de otras disciplinas, proceso que culmino en la aparición de la llamada Nueva economía institucional.

Consecuentemente el Institucionalismo en la actualidad contiene diversas influencias, desde la economía institucional "vieja" (o "original"); con su crítica a la corriente tanto principal como otras (marxismo, etc), que se ven reflejadas en economistas tales como Ha-Joon Chang[13]​ (Universidad de Cambridge) y que incluye cuatro premios Nobel en economía: Ronald Coase, Douglass North, Elinor Ostrom y Oliver E. Williamson.

Véase también

Citas y referencias

  1. Walton H. Hamilton (1919). "The Institutional Approach to Economic Theory," American Economic Review, 9(1), Supplement,, pp. 309-318. Reprinted in R. Albelda, C. Gunn, and W. Waller (1987), Alternatives to Economic Orthodoxy: A Reader in Political Economy, pp. 204- 12.
  2. a b Warren J. Samuels (1987 [2008]). "institutional economics," The New Palgrave: A Dictionary of Economics. Abstract.
  3. D.R. Scott, Veblen not an Institutional Economist. The American Economic Review. Vol.23. No.2. June 1933. pp.274-277.
  4. David Hamilton, "Why is Institutional economics not institutional?" The American Journal of Economics and Sociology. Vol.21. no.3. July 1962. pp.309-317.
  5. a b Malcolm Rutherford (2008). "institutionalism, old," The New Palgrave Dictionary of Economics, 2nd Edition, v. 4, pp. 374-81. Abstract.
  6. Por ejemplo: Ha-Joon Chang, quien se declara influido por Hayek, escribe: “En el otro extremo del espectro político esta Karl Marx. Con el colapso del comunismo, la gente ha llegado a considerar a Marx como algo irrelevante, pero esto es incorrecto. No tengo mucho tiempo para la visión utópica de Marx sobre el socialismo, ni su teoría del valor-trabajo, pero su comprensión del capitalismo fue superior en muchos aspectos a las de los autoproclamados defensores del capitalismo. Por ejemplo, cuando los economistas de libre mercado estaban su mayoría opuestos a las sociedades de responsabilidad limitada, Marx la vio como una institución que llevará el capitalismo a otro plano (conduciendolo finalmente al socialismo, a su erroneo juicio). En mi opinión, 150 años después de que él lo escribió, su análisis de la evolución de la regulación laboral en Gran Bretaña, en el primer volumen de capital, sigue siendo uno de los mejores sobre el tema. Marx también entiende la importancia de la interacción entre las tecnologías (o lo que él llama las fuerzas de producción) y las instituciones (o lo que él llama las relaciones de producción), algo que otras escuelas económicas sólo recientemente han comenzado a dilucidar.” en Economists Who Have Influenced Me
  7. Berle (1967) p. xxiii
  8. ref>Galbraith (1958) Chapter 11
  9. • Geoffrey M. Hodgson (1998). "The Approach of Institutional Economics," Journal of Economic Literature,36(1),pp. 166-192 (close Bookmarks).
       • ____(2004). The Evolution of Institutional Economics: Agency, Structure and Darwinism in American Institutionalism. Routledge. Review excerpts & TOC.
  10. • Ronald Coase (1998). "The New Institutional Economics," American Economic Review, 88(2), pp. 72-74.
         • Douglass C. North (1995). "The New Institutional Economics and Third World Development," in The New Institutional Economics and Third World Development, J. Harriss, J. Hunter, and C. M. Lewis, ed., pp. 17-26.
         • Elinor Ostrom (2005). "Doing Institutional Analysis: Digging Deeper than Markets and Hierarchies," Handbook of New Institutional Economics, C. Ménard and M. Shirley, eds. Handbook of New Institutional Economics, pp. 819-848. Springer.
         • Oliver E. Williamson (2000). "The New Institutional Economics: Taking Stock, Looking Ahead," Journal of Economic Literature, 38(3), pp. 595-613 (press +).
  11. Dean Lueck (2008). "property law, economics and," The New Palgrave Dictionary of Economics, 2nd Edition. Abstract.
  12. M. Klaes (2008). "transaction costs, history of," The New Palgrave Dictionary of Economics, 2nd Edition. Abstract.
  13. Ha-Joon Chang: Institutions and economic development: theory, policy and history Journal of Institutional Economics: page 1 -26 - 2010 doi:10.1017/

Bibliografía

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  • Galbraith, John Kenneth, "Power & the Useful Economist," American Economic Review 63:1-11 (1973).
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  • ____, “Institutional Economics," The New Palgrave: A Dictionary of Economics, v. 2 (1987). pp. 866–64.

Journals include Journal of Economic Issues and Journal of Institutional Economics.

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