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Durante el periodo borbónico se vivió un cierto estancamiento económico y la [[Independencia de México|guerra de independencia]] agravó los problemas económicos, destruyendo parte de la economía colonial mientras que la producción minera y ganadera quedó paralizada. Se produjo igualmente una fuerte fuga de capitales al exterior y se redujeron las exportaciones. |
Durante el periodo borbónico se vivió un cierto estancamiento económico y la [[Independencia de México|guerra de independencia]] agravó los problemas económicos, destruyendo parte de la economía colonial mientras que la producción minera y ganadera quedó paralizada. Se produjo igualmente una fuerte fuga de capitales al exterior y se redujeron las exportaciones. |
Revisión del 23:16 8 feb 2018
La llegada de los españoles a México supuso un cambio drástico a de que se adaptaron nuevos cultivos, se inició la actividad ganadera y se introdujeron nuevas tecnologías procedentes de Europa. La nueva economía tuvo su fundamento en la minería y las subsiguientes exportaciones de minerales a Europa, que ha sido definida como una combinación de una economía mercantilista -que se originó a partir de la inserción de la zona en redes de relaciones globales- con una economía de autoconsumo y de trueque.[1]
Durante el periodo borbónico se vivió un cierto estancamiento económico y la guerra de independencia agravó los problemas económicos, destruyendo parte de la economía colonial mientras que la producción minera y ganadera quedó paralizada. Se produjo igualmente una fuerte fuga de capitales al exterior y se redujeron las exportaciones.
En el periodo de 1856-1929, se llevaron a cabo una serie de reformas liberales que trajeron mayor prosperidad que fue acompañado de un crecimiento de la inversión extranjera. El Producto interno bruto se colocó a la par del de Argentina y Uruguay.[2] Sin embargo el mayor bienestar alcanzó a muy pocos, constituyendo la base de la Revolución mexicana, el conflicto armado que transformó la estructura política, económica, social y cultural del país durante el siglo XX.
Periodo prehispánico
Periodo virreinato
La primera expedición al territorio del actual México se inició en 1517 y en 1535, se estableció el virreinato de Nueva España. Desde un punto de vista económico la llegada de los españoles supuso un trauma que trajo epidemias, guerras, nuevas tecnologías, nuevos cultivos y la ganadería. Los rasgos distintivos de la economía novohispana se basaron en el auge minero y las exportaciones de metales preciosos a Europa que trajo el crecimiento económico. La actividad exportadora impulsó el desarrollo de las ciudades, la monetarización parcial de la economía y el desarrollo de un mercado interno, lo que contradice la noción de una economía fundamentalmente agraria y de subsistencia durante esos años.[3]
El comercio marítimo del virreinato se encontraba monopolizado y se realizaba a través de dos puertos, Veracruz en el golfo de México, y Acapulco en el Pacífico, a éste llegaba la Nao de China, una nave que transportaba productos de las islas Filipinas a Nueva España y de ahí hasta Sevilla, en España. El comercio coadyuvó al florecimiento de estos puertos, de la Ciudad de México y de las regiones intermedias entre ambos. Hay que señalar que hasta finales del siglo XVIII, con la introducción de las reformas borbónicas, el comercio entre los virreinatos no estaba permitido.
Las principales actividades económicas del virreinato fueron la minería, la agricultura (maíz, cacao y otros productos originarios de la antigua Mesoamérica), la ganadería (introducida por los europeos, quienes trajeron la mayor parte de los animales criados) y el comercio (limitado únicamente a las posesiones españolas). Otro elemento importante en el desarrollo de la Nueva España fue el papel jugado por la Iglesia católica, que logró un gran poder al adquirir grandes propiedades y monopolizar la educación, los servicios de salud y otras áreas de la administración pública.
Minería en Nueva España
El descubrimiento de yacimientos de distintos minerales en el centro y norte del territorio, desde Sonora hasta el sur de la provincia de México, permitió que gradualmente Nueva España ocupara un lugar de privilegio, especialmente en la extracción de plata. El desarrollo de la minería conllevó el progreso de actividades complementarias, que convirtieron a las regiones del Bajío o los valles de México y Puebla en prósperas regiones agrícolas y de actividad industrial incipiente. Durante el siglo XVI, alrededor del 75% de la producción de metales preciosos se exportaba hacia Europa. Estos recursos constituyeron una de las principales fuentes de riqueza para la corona, que se utilizaron en Europa para financiar gastos de Estado, costes de guerras o para acuñar moneda circulante.
La minería novohispana se enfrentó varios problemas, como:
- Escasa mano de obra al verse reducida la población indígena (principal trabajadora de las minas), durante las epidemias del siglo XVI. Este inconveniente fue solucionado con la importación de esclavos negros.
- La necesidad de mercurio, elemento escaso y caro que al principio se importaba desde Europa y que luego también se traía de la mina de Huancavelica (1563), en Perú.
- La dureza del trabajo en las minas provocaba enfermedades como artritis reumatoide en los mineros, lo que muchas veces ocasionó su muerte o cese en el trabajo. Los estímulos brindados solían ser paupérrimos y los trabajadores muchas veces ocasionaron revueltas en contra de los patrones.[4]
La época dorada de la minería se alcanzó en el siglo XVII. Según las leyes vigentes en la época, los particulares podían poseer terrenos pero todas las riquezas del subsuelo eran propiedad de la Corona.[5] En la mayoría de los casos, cualquier español o indio[6] podía explotar una mina, con el pago del 20%, el llamado «quinto real», cantidad que pronto fue reducida hasta el 10%,Céspedes del Castillo, Guillermo. América hispánica (1492-1898). Labor. ISBN 84-335-9426-5. fuera para las Arcas Reales. La participación directa de la Corona en las explotaciones no fue habitual excepto en el caso de la minería de mercurio, un elemento esencial para la extracción de plata, que de esta forma permitía al Estado controlar que las minas de plata pagaran correctamente la parte que correspondía a la Hacienda Real.[5]
Efectos de la actividad minera
La minería, como actividad económica principal, generó un contexto nuevo en el virreinato. El oro y la plata se consolidaron como productos de exportación, sirvió de enlace entre España y su colonia, además de unir la economía mundial con la del incipiente virreinato.[7]
El comercio, la agricultura y la ganadería se vieron consolidados y fortalecidos, así como otras áreas como manufacturas y artesanías. Además, el oro impidió por mucho tiempo la devaluación de la moneda al brindar un medio estable de canje. Otra actividad beneficiada por la minería fue la exploración del norte del país, abandonado desde la caída chichimeca, pero el descubrimiento de minas llevó a misioneros, agricultores y ganaderos a establecerse en las vastas praderas del norte, convirtiendo aquellas zonas inhóspitas, estériles y desoladas en zonas de producción, como Monterrey, capital del Nuevo Reino de León. Así, la minería fue consolidando su posición como la actividad económica más redituable en el virreinato, pero cayó a mediados del siglo XIX, al surgir la industria, caer las minas a causa de las guerras, y devaluarse la moneda de oro en 1882.[8]
Comercio
La economía de la América colonial se estructuró en función de las necesidades del mercado europeo, al servicio de la Corona Española. En su fase inicial, el comercio entre México y España se limitó bastante a los metales preciosos, ya que los costes y tecnología del transporte hacían inviable otro comercio a lo que hay que añadir la falta de demanda en Europa de los productos americanos, por ser desconocidos en un principio o por su precio. Posteriormente los territorios americanos envíaron a Europa oro, plata, cobre, diamantes, alimentos como el azúcar, el cacao y tabaco, pieles de vaca y materias tintóreas y recibían de Europa sal, vino, aceite, armas, paños, telas y artículos suntuarios, además de esclavos.
El puerto de Veracruz fue su principal puerto en el océano Atlántico, y el de Acapulco el principal en el Pacífico. Ambos constituyeron elementos fundamentales para el comercio ultramarino, especialmente con Asia, como fue el caso del Galeón de Manila (también conocida como la Nao de China), que era un buque que hacía dos viajes al año entre Manila y Acapulco, cuyas mercancías eran después transportadas por tierra de Acapulco a Veracruz y posteriormente reembarcadas de Veracruz a España. Así pues, los buques que zarpaban de Veracruz iban generalmente cargados de mercancías de oriente procedentes de los centros comerciales de las Filipinas, más los metales preciosos y recursos naturales de México, Centroamérica y el Caribe.[9]
Monopolio
A partir del descubrimiento de América la corona española estableció el monopolio como sistema de comercio con las Indias. En la década de 1520, y debido al incremento de la piratería, se decidió organizar un sistema de convoyes para aumentar la seguridad del transporte. La idea era establecer dos flotas distintas, ambas compuestas por galeones con cañones y barcos mercantes para llevar la carga. Las dos flotas salían cada año de Sevilla, e iban una a Veracruz y la otra a Sudamérica. Tras completar la descarga de sus productos, las flotas se reunían en La Habana, en la isla de Cuba, para el viaje de vuelta.
Por ley, las colonias españolas sólo podían comerciar con un puerto en España (Sevilla tuvo el monopolio hasta 1717, cuando la Casa de la Contratación se traslada a la ciudad de Cádiz). El monopolio se mantuvo más de dos siglos aunque las naciones extranjeras como ingleses, holandeses y franceses trataron de romperlo constantemente. No existía relación comercial entre las distintas colonias, todo debía pasar por la metrópoli.[10]
Las políticas económicas monopólicas provocaron tensiones entre los distintos actores económicos del Imperio Español. Un primer paso hacia la liberalización comercial fue el decreto de libre comercio de 1765 que autorizó el comercio interno entre 5 islas del Caribe: Cuba, Santo Domingo, Puerto Rico, Trinidad y Margarita, con nueve puertos de la metrópoli, pero los puertos mexicanos quedaron excluidos.
En 1768, las nuevas normas reservadas al Caribe se hicieron extensivas también a Luisiana y en 1770 a Yucatán y Campeche. A comienzos de 1778, se abrieron al comercio libre, Perú, Chile y el Río de la Plata; en España, Almería, Tortosa, Palma de Mallorca y Santa Cruz de Tenerife en Canarias lo que contribuyó a incrementar el comercio en gran medida.[11]
Formación de la gran propiedad
Los primeros repartos de la tierra fueron realizados por los conquistadores sin el permisos de los monarcas, pero más tarde fueron confirmados por estos. Además de las posesiones reconocidas por el rey y las tierras adquiridas por los españoles, existían las mercedes reales, tierras cedidas por el rey a cambio de un pago, podían ser concedidos mediante un título a un particular o a un pueblo en específico. El más extenso, famoso y conocido fue el Marquesado del Valle de Oaxaca, propiedad de Hernán Cortés y poblado por más de 23.000 indígenas, donde se asentó la base de la economía del sureste novohispano.[12]
El Repartimiento fue la base de la administración pública durante esos años de consolidación del virreinato. Los conquistadores se apropiaban del oro, el quinto real iba a la corona, el diezmo a la iglesia. Los pueblos que eran los propietarios originarios de la tierra eran despojados de ella mediante las denominadas mercedes reales. Las encomiendas nacieron a principios del siglo XVII, era un sistema en que los indígenas estaban al completo servicio del conquistador, quien tenía la obligación de impartirles educación cristiana y defender su territorio de cualquier ataque. Otro elemento característico de este sistema fueron las haciendas, que surgieron al iniciar la decadencia del sistema de encomiendas. Se caracterizaron por el acaparamiento del territorio a su alrededor, lo que solía suceder en el norte y centro del país.[13] La mitad de las propiedades de las tierras y del capital existente en México pertenecía a la Iglesia, dueña de numerosas hipotecas en otras tierras que no le pertenecían.
Agricultura
Hacia 1565 la corona estableció las reglas para el cultivo de plantas europeas en América. El trigo fue el principal cultivo de los españoles en el virreinato y tuvo su mayor auge en la zona de Atlixco, Puebla. Los indígenas tenían menor posibilidad de contraer contratos agrícolas, pero en sus tierras podían sembrar y cosechar maíz, frijol, cacao, maguey, agave y chile. La caña de azúcar fue el cultivo más protegido por la corona, y a diferencia de otros, su producción no estaba limitada a un grupo social y ello benefició a dueños de campo, cañeros, ingenieros (dueños de ingenios), azucareros, molineros y trapiches.[14]
La vid y el olivo fueron dos de los productos agrícolas más desarrollados por los españoles peninsulares del virreinato, pero su comercio terminó en 1596 para proteger los intereses de la corona. Fue entonces cuando comenzó el comercio del gusano de seda, con moreras plantadas en todo el país, pero especialmente en el Bajío. Sin embargo, los mercaderes solían enfrentar la competencia de los vendedores de las Filipinas, pues su seda oriental solía ser más apreciada que la producida en Nueva España.[15] La agricultura del mundo indígena tenía como base el maíz, que fue añadido como principal alimento a la dieta diaria de los novohispanos, junto al frijol y al chile. El maguey era usado para la producción de pulque, papel y otros productos. Consistía en una planta de fibras secas a la que se le extraía la pulpa; de sus espinas se hacían agujas y clavos. El agave era producido en la región de Jalisco, donde fue explotado junto con el añil a partir de 1750, por industriales franceses como André de Saint-Julien. En el pueblo de Tequila se fabricó a base de agave la bebida homónima.[16]
La independencia
Los años de la guerra de independencia agravaron los problemas económicos que desde finales del siglo XVIII aquejaban a la nueva España. La guerra destruyó parte de la economía colonial. La minería y la ganadería se vieron bastante mermadas en su producción. Se produjo igualmente una fuerte fuga de capitales al exterior y se redujeron las exportaciones.
Los primeros gobiernos comenzaron a actuar en medio de una profunda crisis económica y financiera en la que las actividades productivas se habían desarticulado a causa de la guerra de independencia, las relaciones comerciales con Europa se encontraban entorpecidas, la carencia de instituciones apropiadas para el crecimiento económico lo dificultaba y los ingresos públicos eran insuficientes y los gastos crecientes.[17]
Después de la independencia en solo 30 años, México perdió más de la mitad del territorio (Texas, Nuevo México y Alta California) lo que privó a México de grandes recursos naturales. Así en 1900, la producción minera de estos territorios era ya superior a la Renta Nacional de México.[17]
El porfiriato
Durante la última parte del siglo XIX, después de unos primeros cincuenta años marcados por la guerra, invasiones extranjeras e inestabilidad política, coincidiendo con el gobierno del presidente Porfirio Díaz, se produjo un crecimiento económico sin precedentes, acompañado también de una elevación de la inversión extranjera y el desarrollo del sistema ferroviario y la explotación de los recursos naturales del país. El Producto interno bruto (PIB) per capita a principios de la década de 1900 estaba a la par del de Argentina y Uruguay, casi tres veces más que el de Brasil y Venezuela,[2] el PIB per cápita en México en comparación al estadounidense pasó del 27,6 en 1870 hasta el 34,1% en 1910. El crecimiento económico anual promedio entre 1876 y 1910 fue de 3,3 %.[18] Sin embargo, el bienestar alcanzó a muy pocos y empobreció a la mayoría, con una distribución de la tierra en grandes latifundios. Esta desigualdad junto a la la represión política y la repetida reelección de Díaz, constituyeron las bases de la Revolución mexicana (1910-1917) un conflicto armado que transformó radicalmente la estructura política, económica, social y cultural del país durante el siglo XX.
1930-1980 El "desarrollo estabilizador"
El debilitamiento del comercio internacional en la década de 1930, provocado por la extensión de la gran depresión, condujo a México a un cambio en el modelo de crecimiento económico seguido hasta entonces.
Se distinguen tres etapas a partir de este periodo. En la primera, que comprende las décadas de 1940 y 1950, se constituyó una estructura en la que se sustentó el crecimiento industrial doméstico. La segunda etapa coincide con la década de 1960, en el que la industria registró un buen crecimiento económico, pero comenzaron a aparecer limitaciones al sistema. La tercera ocupa la década de 1970 en la que el agotamiento de estas políticas se hizo más evidente y el deterioro de las principales magnitudes económicas también.[17]
En la década de los años treinta se instauró una política económica caracterizada por un mayor nacionalismo económico, que sin eliminar el principio de libre mercado y competencia, quería modernizar el país, con empresas nacionales en sectores estratégicos, protegidas del exterior con barreras arancelarias, en el que la inversión procedente del exterior no podía controlar las empresas mexicanas.
El resultado fue un repunte del sector industrial, el estímulo a la inversión privada, la sustitución de las importaciones de bienes de consumo por la de materias primas y bienes de capital; en tanto que el sector exportador pasó a un segundo plano. La economía mexicana experimentó un largo proceso de industrialización basado en el modelo denominado de Industrialización por sustitución de importaciones (ISI) en el que destacó la amplia protección del Estado hacia la actividad industrial nacional. El avance principal del proceso fue la producción doméstica de bienes de consumo durables dirigida esencialmente al mercado interno. Los resultados de esta política económica fueron unos ritmos altos del crecimiento económico y una mejoría del bienestar social en el país.[19]
Se llevaron a cabo algunos cambios importantes en la estructura económica que incluyeron la distribución gratuita de la tierra a campesinos, la nacionalización de las industrias petrolera y ferroviaria, la incorporación de los derechos sociales en la constitución, el nacimiento de los grandes sindicatos de obreros y la modernización de las infraestructuras. En 1970, el PIB era seis veces superior al de 1940, mientras que la población sólo se duplicó en el mismo período. Las medidas tuvieron su revés en una elevación de los costes de producción, el establecimiento de empresas poco competitivas y la disminución de la inversión agrícola, lo que derivaría en una fuerte inflación y el aumento de la deuda externa a 30.000 millones de dólares, lo que llevó al término de la década de 1970, a un escenario de desequilibrios productivos, comerciales y financieros de difícil resolución.
Durante la década de 1970, la respuesta gubernamental a la desaceleración de la economía fue la expansión del gasto público que se tradujo en una elevación del déficit público y el deterioro de la balanza pagos por cuenta corriente. Estos déficits se financiaron mediante una elevación del endeudamiento exterior y las ventas de petróleo. Los gobiernos de Luis Echeverría y José López Portillo trataron de reavivar la economía a la vez que introducían el desarrollo social en sus políticas incrementando el gasto público. Con el descubrimiento de nuevos yacimientos petroleros, en un momento en que los precios del petróleo se encontraban en máximos históricos y las tasas de interés en mínimos, el gobierno concertó préstamos en los mercados internacionales para invertir en la compañía estatal petrolera, que parecía asegurar ingresos a largo plazo que financiarían el bienestar social en un plan que se nombró plan de desarrollo compartido.[19]
La crisis de la deuda
En 1981 el panorama económico internacional había cambiado drásticamente al desplomarse el precio del petróleo y elevarse los tipos de interés en Estados Unidos y Europa. En 1982, el presidente López Portillo, antes de terminar su administración suspendió los pagos de la deuda externa, devaluó el peso mexicano y nacionalizó el sistema bancario junto con otras industrias afectadas por la crisis. Aunque el modelo ISI había producido el crecimiento industrial en décadas anteriores, había sobreprotegido al sector, haciéndolo poco competitivo, poco rentable y poco productivo.[19]
El 12 de agosto de 1982 México declaró a los organismos financieros internacionales que no podía hacer frente a los vencimientos de la deuda externa pendiente. Las reservas de divisas estaban casi agotadas y la deuda ascendía a más de 80.000 millones de dólares, provocando una crisis que se extendió por todo Latinoamérica. Como consecuencia de la crisis, entre 1982 y 1990, se produjo una fuga masiva de capitales, un uso exclusivo de fuentes oficiales de financiación internacional y un acceso nulo a acreedores privados. Se produjo una recesión severa con una recuperación lenta, que se pone de manifiesto en la disminución anual del PIB, en el lapso 1981-1988, del 0,16% y el ingreso per cápita, en 1986, era aun un 10% más bajo que el de 1981.[22]
A partir de 1986, se puso en práctica un programa liberalizador de la economía, con el apoyo del Banco Mundial y, en menor grado, del Fondo Monetario. Se eliminaron muchas restricciones al comercio, los aranceles, se instauró un programa de desregulación industrial y agilización administrativa y se llevó a cabo una extensa reforma del sector financiero.
Uno de los primeros pasos hacia la liberalización del comercio fue la admisión de México al GATT en 1986. Durante la administración del presidente Salinas, se privatizaron la mayoría de las empresas nacionalizadas con la excepción de la industria petrolera y energética (protegidas constitucionalmente). En 1989, la aprobación del Plan Brady supuso una restructuración de la deuda externa y los inversores extranjeros comenzaron a acudir de nuevo al país, transformándose la situación económica.[23] En 1992 se firmó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte entre los Estados Unidos, Canadá y México, que entró en vigor el 1 de enero de 1994. Salinas también introdujo controles de incrementos de precio estrictos y negoció aumentos salariales muy pequeños, con el fin de reducir la inflación. Aunque la estrategia sí redujo la inflación a un solo dígito, el crecimiento económico anual tan sólo promedió 2,8 %[19] y la desigualdad del ingreso se incrementó.
Crisis económica de México de 1994
La crisis del peso, conocida como efecto tequila o error de diciembre fue una crisis cambiaria provocada por la súbita devaluación del peso frente al dólar norteamericano en diciembre de 1994, que se convirtió en una de las primeras crisis financiera de la economía globalizada.
Con una política de tasa de cambio fija, el peso se sobrevaloró a la vez que el consumo aumentó rápidamente, provocando un déficit en la cuenta corriente del 7 % del PIB en 1994. La deuda pública incluyó un nuevo mecanismo denominado tesobonos, que aseguraba el pago en dólares.[24] El levantamiento armado en Chiapas, el asesinato del candidato presidencial del partido oficialista, así como del procurador de justicia encargado del caso, mandaron señales negativas a los inversores, los cuales vendieron rápidamente los tesobonos vaciando las reservas del Banco Central,[19] y la inversión en cartera, que representaba el 90 % de los flujos totales de inversión, salió del país tan rápido como había entrado.[19] Esta situación insostenible forzó al presidente entrante a abandonar la tasa de cambio fija, en aquello que su predecesor llamó el "error de diciembre". El peso se devaluó rápidamente, y el país entró en recesión en 1995. El crecimiento acelerado de las exportaciones aunado al paquete de emergencia aprobado por el presidente norteamericano Bill Clinton, amortiguaron la crisis. En menos de 18 meses la economía estaba creciendo nuevamente, y el crecimiento promedio anual del PIB fue de 5,1 % entre 1995 y el 2000.[19] No obstante, los drásticos efectos de la crisis, en el poder adquisitivo, y en el sistema bancario, durarían por muchos años más, ya que las tasas de interés superaron el 100 % durante los primeros seis meses de la crisis.
Los presidentes Zedillo y Vicente Fox continuaron con la liberalización comercial y durante sus administraciones se firmaron diversos TLCs con países latinoamericanos y europeos, con Japón e Israel, y mantuvieron la estabilidad macroeconómica, aunque poco redujeron la desigualdad del ingreso y la brecha entre los estados ricos del norte y el sur, la clase urbana y la rural. México se ha vuelto uno de los países más abiertos al libre comercio y la base económica se ha reconfigurado en consecuencia. El comercio con los Estados Unidos se triplicó desde la firma del TLC.[25] La inversión extranjera ahora es en su mayoría inversión extranjera directa.
Siglo XXI
Crisis de 2008
Véase también
Referencias
- ↑ Bernard Hausberger “La economía novohispana, 1519-1760” KUNTZ FICKER Sandra (coordinadora):Historia económica general de México: de la Colonia a nuestros días, El Colegio de México, Secretaría de Economía, México, D. F., 2010, ISBN 978-607-462-138-9.
- ↑ a b Poverty Reduction and Growth: Virtuous and Vicious Cycles, Chapter 3, How did we get here? p. 48
- ↑ Reseña de Historia económica general de México.
- ↑ «Mineros y poder en Nueva España. El caso de Zacatecas en vísperas ...» (HTML). Consultado el 4 de abril de 2008.
- ↑ a b Arias, Patricia (1990). El Colegio de Michoacán A.C., ed. Industria y Estado en la vida de México.
- ↑ Gutiérrez, Harim (2006). Historia de México 1. Pearson Educación.
- ↑ «Inteligencia y Tecnología Minera en México» (HTML). Consultado el 5 de abril de 2008.
- ↑ «Minería en México, canteras, minas, extraccion de minerales y metales» (HTML). Consultado el 5 de abril de 2008.
- ↑ «Política española y comercio colonial» (HTML). Archivado desde el original el 30 de junio de 2006. Consultado el 6 de abril de 2008.
- ↑ María Luisa Laviana Cuetos. «El monopolio comercial en América» (HTML). ArteHistoria.com. Consultado el 5 de abril de 2008.
- ↑ Garrido, Margarita. Universidad Andina Simón Bolívar, ed. Historia de América Andina: El sistema colonial tardío, Volumen 2. ISBN 9978-80-510-9. Consultado el 8 de marzo de 2014.
- ↑ «Mercedes reales en México» (HTML). Consultado el 4 de abril de 2008.
- ↑ «La formación del sistema colonial: repartos y encomiendas» (HTML). Consultado el 4 de abril de 2008.
- ↑ «El pasado de la agricultura en México» (HTML). Consultado el 4 de abril de 2008.
- ↑ Joaquín Maniau. «Compendio de la historia de la Real Hacienda de la Nueva España» (HTML). Consultado el 5 de abril de 2008.
- ↑ María de Lourdes Godinez Calderón. «La agricultura en México, un atlas en blanco y negro.» (HTML). Instituto de Geografía de la UNAM. Consultado el 5 de abril de 2008.
- ↑ a b c Crecimiento y desarrollo económico en México. Coordinador José Flores Salgado
- ↑ Unidad de Desarrollo Económico
- ↑ a b c d e f g Crandall R (2004). "Mexico's Domestic Economy", in Mexico's Democracy at Work: Political and Economic Dynamics, Crandall, Paz and Roett (editors) Lynne Reiner Publishers, United States.
- ↑ World Population, GDP and Per Capita GDP, 1-2003 AD
- ↑ World Population, GDP and Per Capita GDP, 1-2010 AD
- ↑ Krugman, Paul. De vuelta a la economia de la gran depresion y la crisis del 2008. Crítica. ISBN 9788498921304.
- ↑ Daniel Oks y Sweder van Wijnbergen (1993). «México después de la crisis de la deuda: ¿será sostenible el crecimiento?». Economía mexicana 2.
- ↑ Hufbauer GC & Schott JJ (2004) NAFTA Revisited: Achievements and Challenges Institute for International Economics, Chapter 1, Overview [1]
- ↑ Gereffi G & Martínez M (2004) "Mexico's Economic Transformation under NAFTA" in Mexico's Democracy at Work: Political and Economic Dynamics, Crandall, Paz and Roett (editors) Lynne Reiner Publishers, United States
- ↑ FMI (April 2011). «Valuation of country GDP» (en inglés). Consultado el 26 de junio de 2011. «PIB PPA y Nominal, trayectoria 1980-2016».