Usuario discusión:Cratón/Julio

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Discusión de Julio 2006[editar]

¿A quienes dicen "pipiolo" en Chile?[editar]

Hola Cratón. Antes que nada, decirte que es un gusto comunicarme contigo, saludarte y darte la bienvenida a Wikipedia y al proyecto de la guerra del Pacífico. En el artículo Arturo Prat Chacón en el subtítulo Familia, tildan al abuelo de Arturo Prat de "pipiolo", sin especificar que significa ese apelativo. Personalmente he quedado en la luna y supongo que los no chilenos lectores, estarán quedando igual; la pregunta salta de inmediato: ¿que significa "pipiolo" en Chile?. Sería conveniente que entre paréntesis se especificara su significado. Un abrazo. --Ari Herrera Cuntti (discusión) 20:33 16 jul 2006 (CEST)

Done. Puse un paréntesis con la explicación. Los pipiolos (como los pollitos, sólo hacen pío, pío, van de aquí para allá sin rumbo fijo) era la forma despectiva en que los conservadores (llamados despectivamente por los anteriores los pelucones, añejos, rancios, adornos de un pasado ya muerto) llamaban a los liberales durante la llamada Anarquía chilena, que va más o menos desde 1823 a 1836.

Por otra parte, me alegro mucho que empecemos a comunicarnos, tu trabajo me parece admirable en todo sentido (observaciones más, observaciones menos), y nos has facilitado la vida a los que venimos de atrás. Felicitaciones y un abrazo. --Cratón 01:41 17 jul 2006 (CEST)


Juan Buendía[editar]

Hola Cratón. No te imaginas cómo he buscado acá en el Perú, una biografía del general de división EP Juan Buendía: lo busco desde diciembre de 2004. ¡Increíble, nadie me da razón del bendito general!. Es que tan bien, no fue un ejemplo a seguir que digamos. Alguien me contó que después de la guerra del Pacífico, fue ministro de Estado y luego desapareció... y parece que lo hizo bien, porque no encuentro rastros de él. Otro abrazo. --Ari Herrera Cuntti (discusión) 07:22 17 jul 2006 (CEST)

Bergasse du Petit Thouars[editar]

De nuevo hola Cratón. Te explico: la fuente es la Cancillería Peruana en la sección de documentos históricos (archivo). Bien, lo que pasó, fue que después de la Batalla de San Juan, el 13 de enero de 1881, vencida la última resistencia que estaba en el morro Solar a la entrada sur de Chorrillos al mando del coronel EP Arnaldo Panizo Avasolo, las tropas peruanas no permanecieron en la ciudad y se replegaron hacia Miraflores por la vía de Barranco. Comenzaron a llegar a Miraflores a partir de las 17H00 y fueron contenidas ahí por los coroneles Andrés A. Cáceres Dorregaray, Ramón Ribeyro y Narciso de la Colina, jefes de los Reductos Nº 1,2 y 5, cuyas tropas estaban estacionadas entre los acantilados de Miraflores hasta la zona conocida como La Palma en Surquillo y que dominaba los ingresos a Lima desde el sur. Estos dispersos fueron encuadrados juntos con las tropas de reserva que guarnecían Miraflores. En Chorrillos, después de la batalla del día 13, sólo quedaron algunos dispersos peruanos.

Cáceres, incursiona en Chorrillos entre las 18H00 y las 19H00 y cuando llega a Chorrillos, encuentra tropas chilenas que estaban borrachas y se había desatado un feroz incenidio en la ciudad: esto pasó entrada la tarde del día 13. Baquedano siguió avanzando y la destrucción se da en Barranco el día 14 de enero. Los ministros plenipotenciarios acreditados en Lima, hacen la advertencia al comando chileno a la par que ordenan al almirante más antiguo de la escuadra neutral que seguía el curso de las operaciones militares, y que estaba conformada por buques italianos, franceses, ingleses, norteamericanos, etc; al mando de Sterling (inglé), Sabrano (italiano), du Petit Thouars (francés), para que de producirse otra destrucción "post batalla", intervenga militarmente. Eso se le hace conocer al general Baquedano y al comodoro Riveros. El 15 de enero, atacan la línea de Miraflores y nuevamente se produce otro incendio en el distrito, pero, más organizados los jefes, contienen a la tropa que no se desbandó. Estando derrotado el Ejército de Línea en San Juan y el de Reserva en Lima, nada impedía que las tropas tomaran Lima ese 15; pero no el comando chileno, previas coordinaciones con los ministros neutrales y con el alcalde de Lima Rufino Torrico, recién ingresan a Lima el día 17 y desfilando. Previamente y de acuerdo a las coordinaciones, se había desarmado y demovilizado a lo que quedaba del ejército en la Plaza de la Exposición de Lima (salvo a las tropas de Cáceres que marchó a Chosica y Chicla en las breñas centrales).

Esa es la historia. Abel Nicholas Bergasse du Petit Thouars, tenía orden de atacar a la escuadra chilena, si se producía otro desmán como el de Chorrillos: ahí fueron fusilados bomberos italianos, súbditos ingleses, etc, además de peruanos, claro está; es por ello que intervienen los ministros plenipotenciarios neutrales.

Luego de la guerra, los gobiernos italiano, inglés y algun otro, realizaron una investigación en Lima y fueron interrogados varios oficiales y tropa que combatieron en San Juan y Miraflores. Tengo copia de las declaraciones de algunos de ellos. Otro abrazo. --Ari Herrera Cuntti (discusión) 23:33 17 jul 2006 (CEST)

Recién llego a mi casa: vivo en Chincha pero trabajo en Pisco y diario me doy el trote de viajar ida y vuelta Chincha-Pisco-Chincha. Acabo de leer tu comentario segundo sobre du Petit Thouars. Ojo, en ningún momento ni du Petit Thouars ni los ministros plenipotenciarios de las naciones neutrales, amenazaron a nadie. Luego de la batalla de San Juan que culminó comenzada la tarde del día 13 de enero de 1881, el Ejécito de Línea del Perú se desorganizó y emprendió la retirada hacia Miraflores por la vía de Barranco y Surco, que son las entradas sur de Lima; éstos soldados comienzan a llegar a Miraflores entrada la tarde, pero son contenidos en Miraflores como te expliqué por Andrés A. Cáceres Dorregaray, Ramón Ribeyro y Narciso de la Colina: toda esa tropa que venía derrotada de los campos de San Juan, no pasó de Miraflores, por lo que no hubo saqueo en Lima dee soldados convertidos en turba: nunca lo hubo, no existen documentos que sustenten tal saqueo; en las memorias de los oficiales que participaron en la batalla de Miraflores y que al final de la tarde del día 15 de enero se reunieron en la Exposición de Lima, todos coinciden en que las tropas fueron desarmadas y desmovilizadas inmediatamente por órdenes del general de división EP Pedro Silva, jefe del Estado Mayor General y del coronel EP Belisario Suárez; pero eso fue el día 15 de enero y la reunión de Baquedano con los ministros plenipotenciarios fue en la noche del día 13 (la primera reunión) y la mañana del 14 de enero la segunda. Ahí, se pacta un alto al fuego y una tregua, que finalmente se rompió el día 15. Rufino Torrico, no estuvo en la reunión de los ministros neutrales con Baquedano, él asume el gobierno de Lima, recién el 15 en la noche, cuando Nicolás de Piérola, fuga de Lima, hacia Jauja vía Chosica, Chilca, San Bartolomé, La Oroya, etc. Las únicas tropas que no se demovilizaron, son las del coronel EP Andrés A. Cáceres Dorregaray, que siguiendo órdenes de él, salieron inmediatamente de la ciudad hacia Chilca, en previsión de que las tropas chilenas, pudieran cargar sobre Lima esa noche, en tanto que Cáceres iba a refugiarse y a curarse de una herida de bala en la pierna en una ambulancia que funcionaba en los alrededores. La caballería del teniente coronel EP José Barredo, quedó en custodia de la ciudad el 15 (comprobado en hecho que los chilenos habían levantado vivac en Miraflores) y el 16 de enero; el 17 de enero antes de la entrada de las tropas chilenas, se retiró "con rumbo desconocido". Las tropas chilenas entran a Lima desfilando.
Entre el 13 de enero y el 15 de enero, se producen dos reuniones entre los ministros plenipotenciarios de las naciones neutrales acreditadas en Lima y el dictador Nicolás de Piérola, la primera el 13 avanzada la tarde y notan en el horizonte sur los destellos de un incendio en Chorrillos, cosa que comprueban los ministros durante la primera reunión con Baquedano que fue el mismo 13 en la noche y por informes del coronel Cáceres y del capitán de navío AP Mariátegui, quienes incursionaron en Chorrillos comenzada la noche. Los ministros neutrales tuvieron acceso a esos informes de Caceres y de Mariátegui, es ahí que el ministro Saint Jhon le dice a de Piérola que al almirante Bergasse du Petit Thouars, tenía autorización de los ministros neutrales de "usar la fuerza de la escuadra neutral surta en la bahía de Lima si se produce otro acto de barbarie" (sic). En la mañana del día 14, no se acercaron al cuartel general peruano los ministros neutrales que pasaron hacia Chorrillos muy temprano en el ferrocarril Lima-Chorrillos; pero el día 15, estaban reuniudos nuevamente con Nicolás de Piérola, cuando se rompieron los fuegos de la batalla de Miraflores.
En uno de los artículos, reproduzco una supuesta carta de Rufino Torrico, solicitando apoyo chileno para parar saqueos: que pudo haber habido robos, seguro que si, pero no destrucción de Lima: nunca la hubo. Lo que hubo y eso fue ya posterior durante la ocupación, que las tropas saquearon la Biblioteca Nacional, monumentos, iglesias y obras de arte, que hasta el día de hoy están en Chile, pero eso ya es "harina de otro costal". Otro abrazo. --Ari Herrera Cuntti (discusión) 02:18 18 jul 2006 (CEST)

Uno de mis libros, "Apuntes históricos de una gran ciudad" está en e-book y pesa exactamente 25,2 Mb; pensaba regalarte una copia, pero no se me ocurre como alojarlo en tu cuenta de correo (y si soportará la cuenta ese peso): está en formato *.pdf. ¿Ideas?. Otro brazo. --Ari Herrera Cuntti (discusión) 02:58 18 jul 2006 (CEST)


Y... ¿cuál es tu cuenta de correo?, jajajaja. En este momento estoy desocupado. Otro abrazo. --Ari Herrera Cuntti (discusión) 03:28 18 jul 2006 (CEST)
Mi cuenta MSN es ariherrera3@hotmail.com. De repente por ahí es más facil. Más abrazos. --Ari Herrera Cuntti (discusión) 03:32 18 jul 2006 (CEST)

Campaña de Lima y otros artículos[editar]

Bueno si, revisé Campaña de Lima, y voy a tratar de neutralizarlo, comenzando primero por retirar todos los adjetivos, dame unas horas y queda listo. Ok, con lo del MSN, en este momento tengo problemas de conexión en el MSN.

Por otro lado, Yakoo, está recomendando fusionar los artículos Protagonistas bolivianos de la Guerra del Pacífico, Protagonistas chilenos de la Guerra del Pacífico, Protagonistas peruanos de la Guerra del Pacífico y Personajes extranjeros de la Guerra del Pacífico con Protagonistas de la Guerra del Pacífico.

He realizado una fusión de prueba en Usuario:Arístides Herrera Cuntti/Pruebas/Protagonistas de la Guerra del Pacífico; trasladé la discusión a la discusión de esta página de prueba y faltarían fusionar los historiales de los cinco artículos. Pégales una chequeada y si te parece correcto, lo traemos como artículo principal de Guerra del Pacífico con el título de Protagonistas de la Guerra del Pacífico y se eliminaría las plantillas {{PGP}}, {{PBGP}}, {{PCHGP}}, {{PPGP}} y {{PEGP}} y, lógico los artículos Protagonistas bolivianos de la Guerra del Pacífico, Protagonistas chilenos de la Guerra del Pacífico, Protagonistas peruanos de la Guerra del Pacífico y Personajes extranjeros de la Guerra del Pacífico. Un abrazo. --Ari Herrera Cuntti (discusión) 18:34 18 jul 2006 (CEST)

Si, hay algunas cosas irrelevantes; Nicolás de Piérola tenía el grueso del Ejército de Línea desplegado entre Ancón y Barranca al norte de Lima Metropolitana; al sur, en Pisco, mantenía una fuerza de 3.000 soldados al mando del coronel EP Zamudio y entre Cañete y Lima Metropolitana, ninguno. El desembarco chileno en la playa Curayacu en Lurín, se produce sin contrapientos para Chile a finales (noviembre) de 1880. --Ari Herrera Cuntti (discusión) 18:50 18 jul 2006 (CEST)

Falta un título importante[editar]

Hola Luis, si te fijas en el artículo Antecedentes de la Guerra del Pacífico en los títulos [1.10] y [1.11], tratan de la vida en La Paz y en Lima por 1879 y diría que está faltando algo importante ahí: un título [1.12] con la vida en Santiago de esos años; a ver si investigas un poco y lo escribes. Un abrazo. --Ari Herrera Cuntti (discusión) 04:36 26 jul 2006 (CEST)

Gracias[editar]

Gracias Cratón. Miraré el artículo Tratado de Ancón, a ver qué puedo hacer. Gracias por el saludo por Fiestas Patrias. ¿Estás leyendo el libro que te regalé?. Me interesa tu opinión. Un abrazo. --Ari Herrera Cuntti (discusión) 06:11 28 jul 2006 (CEST)

¡Sorpresa...![editar]

... y agradable diría; hola Luis. ¿De dónde sacaste la biografía del bendito Buendía?. Me he matado casi dos años buscándola, pero buena; los generales que se mencionan en el artículo, la mayoría de ellos han sido presidentes de la República: ya les hice el enlace. A este paso, terminamos la serie muy pronto. ¡Felicitaciones, excelente trabajo!. Un abrazo. --Ari Herrera Cuntti (discusión) 03:21 29 jul 2006 (CEST)

Vaya como me cuentas, has logrado una excelente biografía. Patriota parece que si fue, pero los documentos también hablan de un octogenario soltero bastante relajado, aristocrático, y mujeriego, hasta el extremo de olvidar sus deberes militares. ¿Cuál es la realidad?, la verdad, que no sé.... Un editorial de la época: el diario "El Nacional" decía:
"“En el corto espacio de 40 días ha ido muy lejos el triste itinerario de nuestros desastres y los días 8 de octubre, 2, 19 y 20 de noviembre, recordando las fechas nefastas de Angamos, Pisagua, San Francisco e Iquique, llevarán a la posteridad en los bronces de la historia, todo este cúmulo de desgracias:

La pérdida de nuestro poder marítimo;
La pérdida de nuestros mejores blindados;
La pérdida del contralmirante Miguel Grau y nuestros más dignos marinos;
La pérdida de la campaña naval;
La pérdida de Pisagua;
La pérdida de su fortificación y artillería;
La pérdida de muchos de nuestros soldados, nuestros heridos y prisioneros;
La pérdida de una vía férrea militar de 50 millas, con las importantes posiciones del Hospicio, de Dolores, Santa Catalina y Agua Santa, y entre medio de éstas, la inexpugnable y estratégica altura del cerro San Francisco;
La pérdida de nuestros parques, armamentos y cañones;
La pérdida de la primera campaña terrestre;
La pérdida de Iquique con sus fortificaciones, artillería, ferrocarril de 56 millas y telégrafos;
La pérdida de Patillos con sus ferrocarriles y telégrafos hasta Lagunas;
Todo esto quiere decir que hemos sufrido:

La pérdida de nuestro territorio hasta el grado 19;
La pérdida de más de 1,800 leguas cuadradas de la superficie del Perú;
La pérdida íntegra del departamento de Tarapacá;
La pérdida de cerca de 200,000 habitantes de población;

La de nuestros ferrocarriles y telégrafos por cerca de 200 millas, importantes más de 20 millones de pesos fuertes;
La pérdida de los tres puertos Patillos, Iquique y Pisagua y sus correspondientes caletas;
La pérdida de 20 millones de pesos fuertes en oficinas salitreras;
La pérdida de 2,800 millas de terrenos salitrales, importantes 28 millones de libras esterlinas, o sean 140 millones de fuertes;
La pérdida de nuestras rentas de guano y salitre, importantes, libremente 10 millones por año en metálico y en fin...
La pérdida de la integridad y los más caros derechos del Perú como nación independiente y soberana.

Por todos los poros de nuestro organismo mana la sangre de nuestra vergüenza y del vilipendio que un puñado de funcionarios indignos por su ineptitud han echado sobre la República.

¿Por qué antes no asesinaron a todos los patriotas, si desde el principio no se sintieron con la competencia y el coraje necesarios para defendernos del enemigo extranjero?

¿Por qué no nos mataron de cualquier modo, dándonos la felicidad de la tumba antes que concedernos la existencia mísera de presenciar Angamos, Pisagua, San Francisco e Iquique?.

¿Por qué, si no podían ni tenían aliento para defender la patria, no dejaron a los valerosos, a los fuertes, a los capaces la sublime tarea que aquellos sabían que no habían de cumplir?

¿Por qué durante ocho meses no hacían más que recibir de las cajas fiscales más de veinte millones y de la fortuna privada más de diez millones, si estaban convencidos de que tan cuantiosos sacrificios del Estado y de la nación habían de ser ociosos, estériles e infecundos en sus manos trémulas por la debilidad, como en su corazón agobiado por el miedo y el terror, al más vil de los imaginables invasores?

¿Por qué tomar bajo su responsabilidad, con la vida de 10,000 de nuestros hermanos y nuestros hijos, la suerte futura de la patria para manchar, como única solución, nuestros estandartes y humillar y revolcar en tierra, como único resultado, nuestras armas, y cubrirnos de luto, de sangre y de vergüenza?

Preciso es que el mundo entero sepa, después de la primera jornada de nuestros actuales desastres y antes que comencemos la segunda pero muy terrible campaña de verdadera defensa de nuestra Patria, quiénes han sido los que desde el principio de la guerra nos han conducido al abismo de Pisagua y de San Francisco, con los escándalos, las insubordinaciones los errores manifiestos, los extravíos y las debilidades, las miserias y hasta la más ridículas truhanerías, si así pueden calificarse ciertos actos incalificables en la política y en la administración.

Vamos a decirlo con la suprema franqueza que la verdad nos reclama en esta también suprema hora de agonía, con la resolución incontrastable de sufrir hasta la muerte misma en las manos de cualquier alto o bajo pretoriano; pero con la conciencia de cumplir el deber hasta el caso de que, con nuestro ejemplo, si preciso fuere, aquellos aprendan a morir como han muerto, como mueren y morirán siempre los buenos y los patriotas, los que legamos nuestra venganza a la República, recomendamos a la historia el veredicto de nuestros sacrificadores y sucumbimos sin otra esperanza de fundar los estímulos más nobles y los ejemplos más dignos.

Muchas páginas tiene el proceso de nuestras desgracias durante la guerra extranjera, y nuestro país comprenderá que no vamos hoy por hoy a escribir tan negra historia, sino solamente a formar los apuntes de la conducta de los que nos han defendido en los altos puestos de la dirección de la guerra y del Gobierno de la República, como en las altas clases militares de nuestro ejército.

Cuando el Presidente de la República, General don Mariano Ignacio Prado asumió la dirección de la guerra, y el 16 de mayo, con denuedo aparente, emprendió su marcha saliendo del Callao para el sur, la República entera y todos los hombres pensadores no dudamos un solo instante en la firme creencia de que el General Prado iba a constituirse en el verdadero centro directivo del orden, la moral, la disciplina, el mantenimiento y conservación tanto de nuestro ejército como del ejército aliado, el cual creíamos que inmediatamente fuese a ocupar las márgenes del Loa, siendo, como era, el más grande de los deberes del Presidente de Bolivia ser el primero en el asalto a los enemigos para reconquistar y vengar los tres asesinatos impunes, el de Calama, el de Caracoles y el de Antofagasta..., el latrocinio del guano y el de los salitres de Bolivia, y para purificar su patria con la sangre de los enemigos, de la inmensa profanación de su territorio.

No se hizo esto: el General Prado es estableció permanentemente en Arica y Tacna, entregó el mando del Sur al General Buendía, y de este error fue el resultado del grande escándalo de la más punible reyerta entre el General en Jefe, Jefe de Estado Mayor General don Pedro Bustamante, el General González de la Cotera y el prefecto del departamento Coronel don Justo P. Dávila.

¿Cuál fue el resultado de esta gravísima falta, de esta anarquía de los altos defensores de la República delante del enemigo extranjero, delante de los bloqueadores de Iquique, delante de los que nos invadían en Quillagua?. ¿Fue acaso el sometimiento a un consejo de guerra de los culpables, fue acaso la destitución de ese General en Jefe que abría la campaña consintiendo en la relajación de la disciplina militar, porque los relajadores eran oficiales generales o llevaban sobre sus hombros las encarnadas charreteras de generales de ejército?

No ciertamente. Contentóse el General Prado con mantener en su puesto al primero, a quien debía haber destituido, esto es, al General en Jefe Juan Buendía; contentóse con remitir a Lima a las órdenes del Gobierno a los generales Bustamante y La Cotera para que aquí fuesen destinados en el mando de otras divisiones de la Reserva, y contentóse, en fin con trasladar al coronel Dávila al mando de una división llenando su vacante de prefecto con el general don Ramón López de Lavalle.

Ha sido así como el Director de la Guerra, el General en Jefe del ejército peruano y nuestros generales jefes de divisiones abrieron la campaña terrestre, y de hechos semejantes, suficientes para alentar mayores impunidades, los verdaderos patriotas, los espíritus reflexivos no podían menos que deducir y presentir fúnebres y desconsoladoras consecuencias.

¿Cómo había de ser posible el austero deber de triunfar de los invasores si no podíamos triunfar de nuestras propias debilidades para mantener la disciplina, y lejos de esto sucumbimos premiando la insubordinación?

El Director de la Guerra, como el Supremo Gobierno no sólo descuidaban los grandes deberes que la situación imponía a los grandes dignatarios del Estado, sino que tratando la guerra extranjera como ruin guerra civil, no se han contraído a otra cosa que invertir todos los millones que han recibido de los fondos públicos en necesidades frívolas y aparentes, en dar colocación a compadres y amigos en puestos y destinos superiores a sus facultades, y en perder lastimosamente un tiempo precioso que debería haberse consagrado al aumento del ejército hasta el pie de 50,000 soldados al aumento de nuestros armamentos en la correspondiente proporción y al aumento de nuestra escuadra hasta ponerla en estado de rivalizar con la escuadra enemiga.

Nada de esto se ha hecho y ni siquiera ha preocupado al Director de la Guerra ni al Gobierno, que arrastraron impávidamente delante de la América y del mundo la alta responsabilidad de la defensa del Perú y de Bolivia; por el contrario, desde el mes de abril hasta el mes de julio, en que se instaló el Congreso, hemos sido sucesivamente engañados con frases de doble sentido, con palabras indeterminadas y con monosílabos misteriosos para alimentarnos con la esperanza de que habíamos adquirido poderosos buques de guerra, muchos millares de rifles y millones de cartuchos y aún recursos metálicos cuantiosos para mantener una guerra de dos años.

Bien pronto el cinismo, la hipocresía y la mentira disfrazados con el purpúreo manto del patriotismo, cayeron postrados, como caen los fanfarrones y los charlatanes en la primera refriega con la verdad y la realidad de los hechos.

Y bien sabe el país a esta hora en que debe habérselo dicho a cada uno de sus diputados hasta en los más recónditos y apartados pueblos del territorio; bien sabe el país que habían sido falsas e inicuamente mentirosas las esperanzas de nuevos elementos marítimos que se le hicieran concebir, como había sido falsedad y mentira que tuviésemos en el mes de junio, en el Loa, un ejército nacional, de 14,000 soldados; como había sido falsedad y mentira que tuviésemos en Lima 12,000 hombres de reserva; como había sido falsedad y mentira que hubiésemos adquirido 30,000 rifles y 10 millones de cartuchos; y como había sido falsedad y mentira que pudiéramos disponer de recursos metálicos para dos años de guerra.

Y bastaría saber que en el ejército de Iquique apenas se han encontrado 8,000 soldados el día de una batalla, que ha sido preciso el 2 de noviembre en Pisagua para que el ejército de Lima llegara al pie de 10,000 hombres; y bastaría saber que todavía, cuando el ejército chileno, después de invadir y acampar en la línea de Pisagua, se han venido a acabar de municionar los parques del Sur, lo que ha dado lugar al nuevo desastre de la “Pilcomayo”; y bastaría saber que nuestros soldados del Sur, hermanos, hijos y amigos nuestros, carecían de zapatos, agua y pan, y que todo esto ha pasado y ha sucedido en tanto que se gozaba de octaviana paz en Arica y en Lima, en tanto que el General en Jefe (Juan Buendía), según es pública voz y fama, se entregaba a los brazos de chilenas enviadas a Iquique para enervar y extinguir aquel espíritu octogenario; en tanto, en fin, que en Lima hemos visto cambiarse en los diversos ramos del despacho los actores serios como los gracejos y polichinelas de la más infame comedia que ha podido representarse con mengua del honor, del derecho y de la integridad de una nación digna, independiente y soberana. Bastaría saber todo esto, que está escrito en documentos públicos y oficiales y con los mismos hechos esculpidos en la conciencia de nuestro ejército y de los ciudadanos, para que el Perú entero, en masa y como un solo hombre, arrojara una eterna maldición contra los que han consentido en que Chile, el pueblo americano más vil, haga sobre nuestro territorio la amputación de nuestras más ricas provincias y de nuestras únicas riquezas fiscales, y sobre nuestra alma la amputación todavía más terrible de nuestra altivez y de nuestra vergüenza internacional.

No es esto, sin embargo, lo único que se ha hecho en perjuicio y vilipendio de la República: se quiere todavía hacer más: se quiere que el Perú, como esclavo abyecto, como siervo ruin, como impotente eunuco que apenas sirve para cuidar y entretener a una veintena de caducos, vetustos y apolillados generales continúe entregando sus hijos, su sangre, sus riquezas, su pasado, su presente y su porvenir, su honor y sus derechos a ese mismo General en Jefe, a esos mismos jefes díscolos, ineptos o desgraciados que hasta hoy lo han conducido a la ruina, continúe siendo defendido por los mismos hombres que no han sabido antes, ni saben ahora defenderlo, porque defender al Perú no es cruzarse los brazos con la sandez del mentecato después de la batalla de San Francisco, porque defender al Perú no es conmover al país con la perfidia del conspirador a las primeras noticias de nuestros desastres, y porque defender al Perú no es imponerse de hecho con el látigo del despotismo en todas las esferas de la vida administrativa, representando en unas la barbarie, en otras la locura armada, en otras la inepcia, sin otro título que la impotencia de un Luis XI de Francia y de un Carlos II de España.

Pero como no es posible romper la Constitución del Estado, que es la única arca santa que sobrenada después del más terrible diluvio; como no es posible ni es conveniente, ni es honrado, ni es bueno matar la República para defender un cadáver, ni mucho menos cometer la infame conspiración de los parricidas; los hombres patriotas, los republicanos convencidos, los espíritus levantados, las almas dignas no pueden menos que subordinar los penetrantes gritos de su conciencia y los fuertes latidos de su corazón ante la imperiosa necesidad de que el régimen constitucional, el orden legal se mantenga a todo evento en la persona de sus legítimos representantes.

Entre tanto se nos preguntará, y con razón, ¿qué es lo que debemos hacer y lo que haremos para continuar con más confianza, fe y esperanza en la defensa de la República? La respuesta es demasiado sencilla: lo que debemos hacer no es más que apelar al patriotismo de los que dirigen la cosa pública, que se desprendan de consideraciones personales y llamen hombres nuevos para la defensa nacional, hombres nuevos en el gabinete, consejeros nuevos en la política y fieles intérpretes en todo de la voluntad de la nación.

Si se hace todo esto, si se tiene fe en que el orden es el único fundamento sólido del buen suceso en las grandes crisis de los pueblos, y de una vez se conviene en que el más puro sacrificio es el que se hace navegando ciegamente a favor de los intereses supremos, de la verdad del deber, no lo dudemos, la República se salvará todavía, la República vencerá a sus enemigos, la República, en fin, podrá aprovechar los buenos servicios de los que hasta hoy hayan sido indolentes o remisos.

La hora presente impone a los jefes del Estado, el altísimo deber de llamar al Gobierno a los ciudadanos en quienes se reconocen toda la importancia que se requiere para el ejercicio de las más delicadas funciones: el día de hoy a nadie debe preguntarse cuál ha sido en política su fuente bautismal, en nadie debe verse si es cabeza o cola de león: lo único que hay que averiguar, es si es hombre de grande voluntad, si es manifiestamente capaz de desempeñar sus funciones, si está dispuesto a jurar sobre la patria la guerra más implacable contra el enemigo extranjero y si el nombramiento de un hombre lejos de debilitar, enaltece el espíritu público y robustece la confianza de la nación.

¡Si nada de esto se hace, será al fin necesario que la nación se salve por sí sola!
Diario "El Nacional", edición del 29 de noviembre de 1879#GGC11C
Eso; como hay poca información sobre este general, muy poco juicio se puede emitir a la luz de documentos, sólo hay una realidad, la campaña terrestre, fue eun fracaso y en Tarapacá, el que comandó a las tropas peruanas, fue el mariscal Andrés A. Cáceres Dorregaray y el general Belisario Suárez que le quitaron el mando "por inepto". ¿Cuál será la realidad?... Otro abrazo. --Ari Herrera Cuntti (discusión) 05:11 29 jul 2006 (CEST)

Como te digo, personalmente no tengo nada sobre Juan Buendía y la bibliografía sobre él es escasa o nula, acá. No hay que descartar por otro lado, algún "interés" en usarlo como "chivo expiatorio" de culpas ajenas: todo es posible. Si hay que reinvindicarlo, creo que éste podría ser un buen sitio para comenzar. Buscaré con más interés algún libro que pueda serme útil: en los que tengo, sale mal parado. Comenzaré a buscar el que me mencionas. Más abrazos. --Ari Herrera Cuntti (discusión) 06:06 29 jul 2006 (CEST)

Claro, por eso te digo debe existir algún "interés" de usarlo como "chivo expiatorio"; imagínate que ni la página oficial del Ejército del Perú, trata de decir algo... Voy a buscar el libro que me mencionas: "pago en oro su precio". jajajajajaja. --Ari Herrera Cuntti (discusión) 06:14 29 jul 2006 (CEST)

Rubén Vargas Ugarte, es un cura jesuita historiador peruano de reconocida fama y si él lo prologa, vaya que es bueno... --Ari Herrera Cuntti (discusión) 06:29 29 jul 2006 (CEST)

Sobre las plantillas de navegación[editar]

Wikipedia:Manual de estilo. Un saludo. --Dodo 10:16 30 jul 2006 (CEST)

Reescritura[editar]

No estás obligado a reescribir todos completamente. Puesde sustituirlos por esbozos, y luego ya tienes todo el tiempo que necesites para ampliarlos hasta donde juzgues necesario. --Dodo 07:04 31 jul 2006 (CEST)