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El arte hitita fue creado por la civilización hitita en la antigua Anatolia, en lo que hoy es Turquía, durante el segundo milenio a.C., específicamente entre los siglos XIX y XII a.C., en plena Edad del Bronce anatolia. Tras el colapso de esta era, hasta el siglo VIII a.C., el centro de producción artística se trasladó hacia Siria. El arte hitita refleja una comprensión de la existencia humana civilizada en un mundo rodeado por fuerzas naturales indómitas. No solo se representan animales salvajes del exterior de la ciudad, sino también fuerzas invisibles de poderosos dioses y criaturas híbridas fantásticas. A diferencia de otras grandes potencias militares de la antigüedad, los reyes hititas no encargaron representaciones artísticas de sus batallas. En su lugar, los temas más comunes en el arte hitita son de carácter religioso y giran en torno a la representación de deidades hititas y prácticas rituales. Las imágenes de la realeza que han sobrevivido los muestran involucrados en actividades cultuales.[1]Gran parte del arte proviene de asentamientos como Alaca Höyük o la capital hitita de Hattusa, cerca de la actual Boğazkale. Los académicos encuentran dificultades para datar buena parte del arte hitita, que carece de inscripciones y ha sido hallado fuera de su contexto original debido a la dispersión en varios museos durante el siglo XIX.[2]La clasificación cronológica de los hallazgos sigue, no obstante, la periodización estándar de la historia hitita: la Edad de las Colonias, el Antiguo Reino, el Nuevo Reino y la Edad siro-hitita.
La producción artística de los hititas se inserta en un contexto cultural más amplio, el llamado “Arte anatolio”, que se desarrolló en un continuo desde la Edad de Piedra hasta la ocupación de estos territorios por el Imperio aqueménida. En esta perspectiva, el término «hitita» para la producción artística anatolia implica la contribución de este pueblo (o élite), probablemente de manera considerable, junto con otros grupos étnicos de difícil definición, en la creación de un lenguaje formal expresado en el arte áulico durante la segunda mitad del II milenio a. C.
Era de las colonias comerciales
[editar]Los historiadores se refieren al período comprendido entre los siglos XIX y XVIII a. C. como la Era de las Colonias, antes de que se estableciera un reino hitita más amplio en la región. Durante este periodo, los asentamientos estaban habitados por grupos como los hatianos, hurritas y asirios que vivían en colonias comerciales que los hititas controlaron al desplazarse hacia la zona. El estilo artístico de esta época mostraba una asimilación de símbolos y sensibilidades anatolias previas. Antes de este período y durante el tercer milenio, el arte en la antigua Anatolia se caracterizaba por representaciones planas de figuras humanas encontradas en sitios funerarios.[2] Este estilo se replicó en piezas hititas de marfil, como la representación de una joven, medio sentada, cubriéndose los pechos con las manos y llevando un gorro tradicional.[2]
La mayoría de los objetos disponibles del segundo milenio a.C. están realizados en materiales como marfiles tallados, arcilla cocida y pequeños sellos. Un grupo de marfiles procedentes de Acemhöyük, actualmente conservado en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, incluye una pequeña esfinge con largos rizos de pelo sobre el pecho que los historiadores del arte denominan rizos de Hathor. En cuanto a los sellos, aunque existían los tradicionales sellos cilíndricos, las composiciones de los sellos de impronta hititas no incluían una línea de base, lo que hacía que las figuras parecieran estar flotando. Entre las deidades representadas, se han identificado dioses del clima que aparecen sobre toros o montañas, una imagen que se repite posteriormente en los relieves rupestres imperiales.[2]Los hititas de la Edad de las Colonias adoptaron y asimilaron los motivos de las civilizaciones previas sobre las que ejercieron control, imitando estilos artísticos indígenas, especialmente en la representación de animales como ciervos, leones, toros y aves rapaces como águilas. Un tipo de objeto común eran los ritones con formas zoomorfas de animales, utilizados como recipientes para beber y esculpidos en arcilla o, en periodos posteriores, en metal. En particular, las representaciones de rapaces están excepcionalmente bien elaboradas. Los vasos de Hüseyindede son ejemplos de una cerámica elaborada con figuras de animales y otras decoraciones en relieve; su decoración policromada y las escenas narrativas proporcionan información sobre las prácticas de culto, la ideología real y las relaciones sociales durante este período.[3]
Reino antiguo
[editar]Avanzando hacia el siglo XVII a.C., cuando los hititas formaron un estado más amplio con su capital en Hattusa, el estilo artístico comenzó a incluir piezas más grandes y permanentes, como relieves en piedra, además de continuar con la tradición de los sellos. La cerámica policroma en relieve, destacada durante el Reino Antiguo hitita, presenta figuras de arcilla esculpidas que rodean los recipientes en registros decorativos. Hallados en yacimientos como İnandık, Bitik y Hüseyindede, estos recipientes representan procesiones rituales, banquetes y escenas de culto. En İnandık y Bitik sobresalen las escenas de celebraciones matrimoniales, posiblemente vinculadas a parejas divinas o reales, mientras que en Hüseyindede destacan procesiones de músicos y una escena de "salto de toros" anterior a las minoicas de Knossos. Esta cerámica anticipa el relieve rupestre hitita y constituye un arte único de su época.[4]
Los sellos hititas, adaptación de lo sellos sumerios, podían fabricarse en una variedad de materiales, desde arcilla cocida hasta oro.[5] Además de los objetos que han sobrevivido, se tiene conocimiento de estos sellos por las impresiones que dejaron en cerámicas.[6]Durante el periodo del Reino Antiguo, las figuras adquirieron un aspecto más estilizado y delgado, y a menudo se representaban en situaciones violentas. Esto se observa en sellos, relieves y pequeñas figuras tridimensionales. Un tema recurrente en el arte de esta época era el conflicto entre figuras divinas y las luchas por el poder, algo que no se representaba tanto en el periodo del Nuevo Reino hitita. Otras escenas, como un relieve en el cuello de un ritón de plata conservado en el Museo Metropolitano de Arte, representan dioses en escenas de caza. Este ritón muestra una progresión temporal en sus imágenes: primero aparece un ciervo vivo confrontado, y más adelante en el borde, el ciervo yace conquistado y abatido. También se asume que esta pieza tiene connotaciones espirituales, relacionadas con un "Dios Protector de los Campos Silvestres".[2]
Nuevo Reino
[editar]La arquitectura monumental hitita en Anatolia fue un producto destacado del periodo imperial (1400-1200 a.C.), y los principales sitios arqueológicos que dan testimonio de ello se encuentran en Boğazkale, antigua Hattusa, la capital imperial. Esta arquitectura muestra una notable influencia siria, mesopotámica y egipcia. Por ejemplo, se ha identificado una relación precisa entre la construcción del Templo I de Boğazköy y el Ramesseum de Tebas (Egipto).[7]Los hititas integraron sus edificios con el paisaje natural, aprovechando las formaciones rocosas, colinas y pendientes para la construcción de murallas y santuarios.[8]
Los grandes edificios públicos del periodo imperial tenían sus bases construidas con piedras, más o menos trabajadas, y a menudo con la primera fila compuesta por ortostatos esculpidos. La parte superior estaba hecha de ladrillos, reforzados con vigas de madera. Las construcciones de Hattusa ofrecen una visión clara de la disposición de los espacios, patios, corredores y almacenes. En algunos planos, es evidente la similitud con los palacios de la arquitectura minoica, como los pórticos (khilāni) que funcionaban como entradas principales, los planos asimétricos de los complejos y las grandes ventanas en los templos. Las columnas, generalmente de madera, tenían una función arquitectónica y descansaban sobre un estilóbato de piedra o un estilóforo zoomorfo.[9] Una característica distintiva de la arquitectura hitita, que marca su principal diferencia respecto a las culturas mesopotámicas, fue el uso del basalto como material constructivo principal.[10]
A partir del siglo XIV a.C. y hasta el siglo XII a.C., este periodo se caracteriza por la creación de esculturas en relieve de mayor escala, en las que las figuras tienden a ser más sólidas, con proporciones más robustas.[2]Gran parte del arte encontrado de la era del Imperio Nuevo hitita proviene del asentamiento de Alaca Höyük. No está claro a qué ciudad antigua corresponde este lugar, aunque se ha argumentado que podría tratarse de Tawiniya, Arinna, Hanhana o Zippalanda.La opinión más común entre los estudiosos es que se trata de la ciudad sagrada de Arinna, debido a su proximidad a la capital Hattusa y a las prácticas rituales representadas en el arte hallado en esta área.[11]
El pueblo hitita era muy habilidoso en la construcción de murallas y conocía las mejores técnicas para crear estructuras gruesas y resistentes. En los asentamientos, murallas adicionales rodeaban los templos y los palacios reales. La estructura típica era de mampostería poligonal, es decir, un muro de doble paramento con un núcleo de relleno y pasadizos subterráneos.[12] Las murallas de Hattusa, de aproximadamente seis kilómetros de longitud en el apogeo del imperio, tenían una doble línea: la exterior era más baja y estaban equipadas con tres puertas principales (la Puerta de los Leones, la Puerta de la Esfinge y la Puerta del Rey), diseñadas con forma de doble tenaza y arcos parabólicos, adornadas con leones y esfinges en altorrelieve. El sistema defensivo se reforzaba con torres colocadas cada 30 metros a lo largo de las paredes y cerca de las puertas, además de en el muro frontal en las zonas más altas. Estas torres tenían una base cuadrada, con dimensiones aproximadas de 10×15 metros en las torres que custodiaban las puertas.[13] Dentro de la ciudad, el sistema defensivo podría haberse complementado con fortines situados en promontorios rocosos, como Yenicekale, Nişantepe y Sarıkale. Sin embargo, se debate si estos edificios tenían una función militar o religiosa.[14]Bajo las murallas de Hattusa, en puntos estratégicos, se excavaron túneles subterráneos: largos pasadizos que conectaban el interior con el exterior de la ciudad, probablemente para usos defensivos o logísticos. Características similares se encuentran en las murallas de Alaca Höyük, lo que sugiere un patrón común en la arquitectura militar hitita.[9]
Un monumento muy estudiado en esta área, que se argumenta fue construido durante este periodo, es una puerta de piedra flanqueada por dos esfinges talladas y bloques ciclópeos cubiertos con relieves inacabados que representan una procesión religiosa y escenas de caza. En la procesión aparecen miembros de la realeza hitita y seis sacerdotes acercándose a un dios en forma de toro, junto con un elenco de animadores que incluye acróbatas y bufones en escaleras. Las escenas de caza están ubicadas en los bloques directamente sobre la procesión. Sin embargo, existe desacuerdo entre los académicos sobre la fecha exacta de construcción de esta estructura. Algunos la sitúan entre los siglos XIV y XV a.C., mientras que otros argumentan que pertenece a la segunda mitad del siglo XIII a.C. Los guardianes, que lucen los largos rizos de Hathor comunes en las esfinges hititas desde al menos el siglo XVIII a.C., fueron tallados en bloques únicos de piedra de 3'96 metros de altura y 1'98 metros de grosor.[2]Otro monumento destacado es la Puerta del Rey, que conduce al distrito del templo en la ciudad alta de Hattusa. Aquí se encuentra un relieve bajo de un dios, de 2'13 pies de altura, que domina el acceso.
Los arquitectos hititas innovaron en la arquitectura religiosa al desarrollar un nuevo modelo de templo con planta cuadrada organizada alrededor de un gran patio y rodeada de estancias pequeñas. A diferencia de los templos babilónicos, la naos con la imagen del dios estaba ubicada de forma asimétrica, impidiendo su contemplación desde el exterior. Además, estos templos se destacaron por incluir grandes ventanas rectangulares que llegaban casi hasta el suelo, un rasgo novedoso en la arquitectura de la época.[15]
Existen relieves hititas en estructuras naturales. Mientras que algunos relieves rupestres hititas carecen de inscripciones y, por lo tanto, son difíciles de datar, otros pueden atribuirse a los reinados de reyes específicos como Ḫattusili III o Muwatalli II. En Sam'al, la actual Zincirli Höyük, hay relieves que incluyen una procesión de dioses en una pared y la imagen de un rey llamado Tudḫaliya en la pared opuesta.[2]Además, se han identificado varios leones reclinados en piedra de gran tamaño, entre los cuales el León de Babilonia, en Babilonia, es el más grande, si es que realmente se trata de una obra hitita.
Las obras cerámicas producidas durante este periodo, aparte de las raras piezas decorativas, eran principalmente sencillas, con formas simples y un enfoque en la utilidad y la funcionalidad. Los hititas empleaban torno de alfarero, además de esculpir libremente formas más animalísticas. Las formas y métodos de producción se mantuvieron bastante consistentes a lo largo del Imperio Nuevo. Una pieza proveniente del pueblo de Gordio, en los márgenes del Imperio Nuevo, podría parecerse mucho a una pieza elaborada en la capital, Hattusa.[16]
La glíptica hitita del período imperial presenta una evolución estilística dividida en dos fases principales. En los inicios del período imperial, bajo el reinado de Suppiluliuma I, predominaban los sellos planos y pequeños, con campos centrales decorados con inscripciones jeroglíficas proporcionadas al tamaño del sello. Durante esta etapa, no se empleaban sellos biconvexos.[17] En el período imperial tardío, el sello biconvexo se convirtió en el formato dominante, destacando campos centrales con jeroglíficos más prominentes. Surgió además el anillo de sello, decorado con escenas rituales como abrazos o representaciones de la deidad alada Sautka, principalmente utilizados por escribas. Estos cambios reflejan una transformación tanto en el estilo como en las funciones de los sellos hititas.[18]Se ha descubierto un pequeño sello de piedra con jeroglíficos hititas en Megido, lo que indica la existencia de comercio fuera del territorio del Imperio Nuevo. Este hallazgo también confirma los vínculos diplomáticos con Egipto mencionados en el Tratado Hitita-Egipcio, dado que Megido era un importante punto de paso para los mensajeros diplomáticos entre ambas regiones.[19]
Período post-hitita
[editar]Durante el siglo XII a.C., la sociedad hitita realizó la transición de la Edad del Bronce a la Edad del Hierro. Tras la caída del Imperio Nuevo (c. 1180 a. C), muchos aspectos del arte hitita continuaron en diversas regiones de Asia Menor que habían estado bajo la influencia política y cultural de los hititas. El colapso político del Imperio Nuevo fue seguido por un rápido declive en el uso de la lengua hitita, que dio paso al surgimiento de la lengua luvita, estrechamente relacionado. Sin embargo, el legado cultural hitita permaneció influyente en diversos campos de las artes visuales y aplicadas, especialmente en estados menores, tanto luvitas y arameos, situados en el sureste de Anatolia y en el noroeste de la actual Siria. El reino de Karkemish fue el más destacado de estos estados. En todas estas regiones, el antiguo legado hitita y luvita se mezcló progresivamente con influencias arameas y asirias. Los términos "post-hitita", "sirio-hitita", "sirio-anatolio" y "luvito-arameo" se utilizan para describir este periodo y su arte, que perduró hasta que los estados fueron conquistados por el Imperio neoasirio a fines del siglo VIII a. C. El término "neo-hitita" también se emplea a veces para este periodo, aunque algunos académicos lo utilizan para designar el periodo anterior (Imperio Nuevo). Estas cuestiones terminológicas son objeto de debate entre los especialistas, pero aún no se han resuelto por completo.[20][21][22][23][24]
En la época sirio-hitita, la estructura palaciega, conocida como bit khilāni, evolucionó, integrando las diversas influencias culturales del Levante. Ejemplos significativos de esta evolución se encuentran en Teli Taynat, Sakçe Gözü y en la acrópolis de Zincirli (erigida entre mediados del siglo IX y la primera mitad del siglo VII a.C.), donde los diferentes edificios, aunque permanecen esencialmente aislados entre sí, forman un complejo monumental de carácter representativo y altamente especializado. Las similitudes con los precedentes hititas de Boğazköy y Maşat son superficiales y obedecen únicamente a razones funcionales.[12]
Aunque los estados del periodo post-hitita eran mucho más pequeños, aumentó la producción de escultura pública, con numerosas estatuas y senderos ceremoniales exteriores bordeados de ortostatos o losas de piedra talladas con relieves.[25]
Relieves rocosos
[editar]Los hititas fueron destacados productores de relieves rupestres, que constituyen una parte significativa de los pocos vestigios artísticos que han dejado.[26] El relieve de Karabel que representa a un rey, fue visto por Heródoto, quien erróneamente pensó que mostraba al faraón egipcio Sesostris.[27]Este relieve, como muchos otros hititas, se encuentra cerca de un camino, aunque no es fácilmente visible desde él. Hay más de una docena de sitios con relieves, la mayoría a más de 1000 metros de altitud, con vistas a llanuras y típicamente cerca de fuentes de agua. Es probable que su ubicación estuviera más relacionada con la conexión de los hititas con el paisaje que con el propósito de propaganda de los gobernantes, control territorial o marcadores fronterizos, como se había pensado anteriormente.[28] Con frecuencia, estos sitios tenían una significación sagrada tanto antes como después del periodo hitita y aparentemente eran lugares donde se creía que el mundo divino se manifestaba ocasionalmente en el mundo humano.[29]
En Yazılıkaya, justo a las afueras de la capital Hattusa, una serie de relieves de dioses hititas en procesión decoran "cámaras" al aire libre creadas al añadir barreras entre las formaciones rocosas naturales. Este lugar parece haber sido un santuario y, posiblemente, un sitio funerario para la conmemoración de los ancestros de la dinastía gobernante. Es probable que fuera un espacio privado para la dinastía y un grupo selecto de la élite, a diferencia de los relieves más públicos situados junto a los caminos. La forma usual de estos relieves representa a varones reales armados, usualmente portando una lanza, con un arco sobre el hombro y una espada en el cinturón. Tienen atributos asociados con la divinidad, lo que los presenta como "guerreros-dioses".[30]
Otros relieves rupestres hititas incluyen los relieves de İvriz, Manisa, Hanyeri, Firaktin, Gökbez, İmamkullu y Hemite.
Referencias
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Bibliografía
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