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Libro de buen amor

de Juan Ruiz, Arcipreste de Hita

Folio 3r.º del manuscrito T (Toledo) del Libro de buen amor de la primera mitad del siglo XIV conservado en la Biblioteca Nacional de España, Vitr. 6/1.
Género Mester de Clerecía
Tema(s) Relato autobiográfico de temática amorosa
Edición original en español
País España
Fecha de publicación 1330 o 1343
Formato Manuscrito

El Libro de buen amor es considerado una de las obras maestras de la literatura castellana medieval. Fue escrito en el siglo XIV, las fechas de composición oscilan entre el 1330 y el 1343, según qué manuscrito de la obra de los tres que actualmente se conservan se considere el más atendible, o el primitivo. Es una obra en verso, que pertenece al género denominado mester de clerecía. Se compone de más de 1700 coplas, aunque también incluya un prólogo en prosa. El autor del Libro de buen amor se presenta en la obra como Juan Ruiz, Arcipreste de Hita. La crítica, sin embargo, no ha llegado a un acuerdo unánime sobre la existencia histórica del personaje de Juan Ruiz, dejando abierta la posibilidad que la figura del Arcipreste no sea más que una máscara literaria (la del clérigo libidinoso). Debido a las discrepancias existentes entre los manuscritos que se conservan, y al contenido, la estructura y el estilo de la obra, el Libro ha representado hasta hoy un reto para la crítica que ha intentado fijar definitivamente el sentido y las intenciones de la obra. El texto presenta, en efecto, una deliberada ambigüedad, que se resiste a interpretaciones demasiado simplistas o unidireccionales. El carácter episódico de la obra, y las frecuentes interrupciones del hilo narrativo principal, han hecho que la crítica debatiera el carácter unitario del texto. Lida de Malkiel, quien ha dedicado muchos años de estudio a la obra, sintetiza así la riqueza y la complejidad de la misma: 

El Libro de buen amor […] abunda en breves y gráficas descripciones, es riquísimo en imágenes y, por primera vez en España, recrea el habla popular con inimitable donaire [...] Para Juan Ruiz, como para todo autor medieval, la lectura no es una actividad aparte y opuesta a la experiencia vital, antes bien es una de sus formas más altas. Por eso se complace en exhibirla: gusta de citar la Biblia, los textos más divulgados de derecho canónico y civil, varios tratados morales, y también el Arte de amar de Ovidio, la comedia Pamphilus, las fábulas esópicas y, sin citarla expresamente, refleja la magnífica poesía satírica de los llamados goliardos. El prestigio del latín hace que los autores medievales no nombren sus fuentes vulgares, pero hay varios episodios, narrativos y líricos, de probable origen francés; sirva de ejemplo el cuento malicioso de Pitas Payas, pintor de Bretaña (copla 474 ss.), verdadero fabliau en tema [...] y no olvidemos que el Libro de buen amor, compuesto para difundirse mediante la recitación juglaresca más que mediante la lectura individual, haría desternillarse de risa a un auditorio castellano. [1]

Análisis del argumento y de la estructura de la obra[editar]

Introducción[editar]

El Libro de buen amor, tal y como nos ha llegado, consta de un corpus que ha sido separado por la crítica, de forma mayoritaria, en tres partes: una introducción de setenta coplas de cuaderna vía y poesías líricas y un prólogo en prosa; más un cuerpo central de 1554 coplas, dividido en tres grupos de aventuras amorosas separados por dos episodios alegóricos; y finalmente, una conclusión de nueve coplas.[2]​ El carácter misceláneo del contenido, los frecuentes cambios de tono y una estructura no lineal, hacen que su unidad se fundamente en el hilo autobiográfico y en la temática amorosa.[3]

Argumento[4][editar]

La obra se abre con una oración a Dios y a la Virgen (1-10), en que la voz poética pide liberación y salvación (“saca a mí, coitado, d’esta mala presión”). Siguen dos prólogos, uno en verso y otro en prosa, en los que el autor se presenta como Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, y expone la razón por la cual compone su obra, dedica unas cantigas a la Virgen y anuncia la doble lectura que puede hacerse del texto: "La bulra que oyeres non la tengas en vil;/ la manera del libro entiéndela sotil;/ que saber bien e mal, dezir encobierto e doñeguil,/ tú non fallarás uno de trobadores mill [...] En general a todos fabla la escriptura:/ los cuerdos con buen sesso entendrán la cordura;/ los mançebos livianos guárdense de locura:/ escoja lo mejor el de buena ventura" (65- 67).

Después, comienza la acción propiamente dicha (71). Se trata de una serie de casos narrados de forma autobiográfica, que giran alrededor del amor, convirtiéndose éste en el tema central y vertebrador de la obra. En los primeros episodios, el Arcipreste sufre el rechazo de una dueña (77-104), se enamora posteriormente de la panadera Cruz Cruzada que, sin embargo, acaba yéndose con el mensajero (105-122) y, finalmente, corteja a otra dueña, que volverá a rechazarlo (166-180). Después de estos tres fracasos consecutivos, viene un extenso debate entre don Amor y el protagonista, sobre los pecados capitales y la enseñanza de cómo conquistar al sexo femenino (181-575). Tras este debate, el Arcipreste se enamora de una joven viuda llamada doña Endrina y, gracias a la intervención de la vieja Trotaconventos, consigue gozar de ella (no se conservan los folios de los manuscritos que relatan el episodio del gozo). En los siguientes versos se nos cuenta que el Arcipreste y doña Endrina acaban casándose (576-909). Aquí, aunque el yo narrador sigue siendo el mismo, vemos que se hace llamar Melón Ortiz (o Melón de la Huerta) (727), engaño que el mismo narrador más adelante justificará como recurso para dar ejemplo al lector: (“Entiende bien mi estoria de la fija del endrino:/ díxela por te dar ensienplo, mas non porque a mí vino)” (909ab). Después de esta larga aventura, el Arcipreste se enamora de una dueña muy joven, a quien consigue seducir gracias al servicio de Urraca, la Trotaconventos (910-944). La joven, sin embargo, muere prematuramente y, el 25 de marzo (“El mes era de março, salido el verano”) (945a), recuperado de la pérdida, el protagonista se va a la Sierra de Guadarrama. Allí tendrá cuatro aventuras amorosas con sendas serranas, fuertes, selváticas y rijosas[5]​ (945-1042). Tras dedicar unas cantigas a la Virgen en la ermita de Santa María del Vado (1043-1067) y, coincidiendo con el inicio de la Cuaresma, el Arcipreste vuelve a Burgos, su tierra natal, para descansar. Allí recibe una carta de doña Cuaresma, que ordena “a todos los Arciprestes y clérigos sin amor” (1069) que divulguen un cartel de desafío contra don Carnal. A continuación, se contará la batalla entre los dos, la prisión de don Carnal, su huida y triunfo sobre doña Cuaresma, que acabará marchando de peregrinación a Jerusalén (1068-1234). En la Pascua de Resurrección, todos salen a recibir a don Amor. Después de una disputa entre el protagonista y las órdenes religiosas para dar alojamiento a don Amor, éste decide levantar su tienda en un prado. Allí se encuentran doce caballeros sentados a una esa, que resultan ser los doce meses del año (1266-1300). Después de que don Amor haya contado sus viajes por España al protagonista, parte hacia Alcalá prosiguiendo su viaje. La acción sigue con la llamada que hace el protagonista a Trotaconventos, para buscar un nuevo amor. Esta vez, se trata de una viuda que también lo acabará rechazando (1315-1320). La mala fortuna amorosa del Arcipreste sigue con otra dueña que, en un principio lo admite y que, sin embargo, después se casa con otro (1321-1331). Es entonces cuando el autor introduce el relato de lo sucedido con doña Garoza, una monja que Trotaconventos recomienda al Arcipreste para fines amorosos. Ésta, después de varias vacilaciones, acepta al Arcipreste. A pesar de ser un amor limpio y puro, la monja muere a los dos meses (1332-1507). Después de un último intento con una mora que le ha buscado Trotaconventos, el protagonista se dedica a la composición de cantigas. A continuación, se interrumpe la narración para comunicar la muerte de Urraca y se incluye un planto (1520-1578) y una digresión sobre las armas del cristiano para combatir los pecados y los enemigos del alma (1579-1605). Después de un elogio a las “dueñas chicas” (1606-1617) y con la primavera a punto de llegar, el protagonista encuentra a otro mensajero, don Hurón, e intentan conseguir, sin éxito, el amor de doña Fulana. Tras este último tentativo, un epílogo improviso, «en que se repite lo expuesto en los prólogos, viene a cerrar la narración con un explicit datado y unas cantigas dedicadas a la Virgen».[6]

Estructura de la obra[editar]

El Libro de buen amor se estructura a partir de un doble fundamento: un yo narrativo que cuenta sus éxitos y fracasos en terreno amoroso, y la reflexión en torno a la temática del amor. La acción principal, sin embargo, se ve a menudo afectada por digresiones, interrupciones y excursus que pueden desconcertar al lector moderno, pero que no debían extrañar al público medieval.[7]​ En su conjunto, la obra, lejos de ser el relato lineal de unas aventuras amorosas, es un vasto Cancionero —como dijo Ramón Menéndez Pidal[8]​―, donde se van intercalando una gran variedad de fuentes, como por ejemplo la liturgia[9]​, la fábula[10]​, la disputa[11]​, la parodia o la sátira[12]​, a través de un discurso que se apoya continuamente en las técnicas retóricas de la amplificatio y digressio[13]​.

La introducción, en donde aparece una suerte de declaración del propósito de la obra (44-70), se enlaza con la breve conclusión final, antes de las cantigas, en donde se repite lo expuesto en los prólogos[14]​, formando así una estructura general de anillo que encierra el cuerpo central de la obra y la culmina: (“Fizvos pequeño libro de testo, mas la glosa/ non creo que es chica, ante es bien grand prosa,/ que sobre cada fabla entiende otra cosa/ sin la que se alega en la razón fermosa”) (c. 1631).

Manuscritos[editar]

Existen tres manuscritos del Libro de buen amor, aunque ninguno de ellos se encuentre completo:

1) El Manuscrito S, compuesto por 105 folios y llamado así por proceder de Salamanca, más concretamente del Colegio Mayor de San Bartolomé. Por la letra, se puede deducir que fue copiado durante el siglo XIV, por Alfonso de Paradinas, un estudiante que, en ese momento, se encontraba en la ciudad. Es, quizás, el más relevante de los tres de que se dispone ya que contiene el texto más extenso al incorporar fragmentos que no existen en los otros dos códices. Algunos académicos consideran, además, que es el más cuidado.[15]

2) El Manuscrito G, compuesto por 87 folios y nombrado así porque perteneció al archivero del Despacho Universal de Estado, don Benito Martínez Gayoso. Actualmente se encuentra en la Biblioteca de la Real Academia Española.[16]

3) El Manuscrito T, formado por 48 folios y denominado así por pertenecer a la Catedral de Toledo. La letra es claramente del siglo XIV. El texto que corresponde al Libro de buen amor de Juan Ruiz ocupa solamente los folios que van del 1 al 37 mientras que, curiosamente, en la parte restante se conservan distintas hojas de la Visión de Filiberto. Fue reencuadernado en 1899 y, actualmente, se conserva en la Biblioteca Nacional de España.[17]

Fecha de composición de la obra[editar]

La posibilidad de fechar el Libro de buen amor procede de los datos contenidos en los manuscritos T y S: el primero fecha la composición en el año 1330: “Era de mil e trezientos e sesenta e ocho años, / fue acabado este libro…”[18]​, mientras que en el segundo aparece el 1343 como año de escritura de la obra: “Era de mil e trezientos e ochenta e un años, / fue conpuesto el romance…”.[19]​ Es por ese motivo que la podemos situar temporalmente, de forma orientativa, entre esas dos fechas[20]​. En la comunidad de académicos y especialistas, el debate acerca de los probables momentos de escritura de los diversos manuscritos mencionados sigue abierto hoy día. Menéndez Pelayo cree que las ausencias que presentan los manuscritos G y T derivan de su procedencia de una edición primitiva de la obra, datada aproximadamente en 1330. El manuscrito S, que es el más completo, sería, en cambio, una copia de una edición posterior, del 1343.[21]​ Otros investigadores, como Blecua, conciben, en cambio, la hipótesis de una escritura unitaria y simultánea que estaría basada en un hipotético primer códice, definido arquetípico que, sin embargo, no ha pervivido hasta la actualidad.[22]

El autor del libro[editar]

Tradicionalmente la autoría del Libro del buen amor ha sido atribuida a Juan Ruiz, Arcipreste de Hita. Esto se fundamenta en las referencias explícitas que se encuentran en la propia obra donde el mismo narrador se da a conocer de esta forma: “por ende yo joanroyz, / açipreste de Fita” (ms. G, T y S: estrofa 19bc); “yo johan ruyz, el sobredicho açipreste de Hita” (ms. S: estrofa 575a). Sin embargo, el hecho de que la autoría se explicase sólo por medio de referencias literarias no dejaba de ser un motivo de debate entre la crítica, ya que bien podía tratarse de un personaje de ficción dada la ausencia de testimonios históricos que corroborasen la existencia de Juan Ruiz fuera de la obra.

Fue a partir del descubrimiento de Francisco J. Hernández en 1984 de un libro oficial de la Iglesia de Toledo en que figura el nombre y cargo de Juan Ruiz, cuando la mayoría de la crítica asumió la existencia del personaje histórico y lo identificó con el creador del Libro de buen amor. El códice, hallado en el Archivo Histórico Nacional de Madrid, es una sentencia arbitral sobre un pleito eclesiástico en que se identifica a Juan Ruiz Arcipreste de Hita como primer testigo: “presentibus uenerabilibus johanne roderici, archipresbitero de Fita”.[23]​ No obstante, aún hay estudiosos como John K. Walsh[24]​ o Louise O. Vasvári[25]​ que continúan defendiendo el posible carácter ficcional de la figura del Arcipreste que aparece en la obra, al que no identifican necesariamente con el personaje histórico. Para estos estudiosos, el Arcipreste vendría a responder a un tipo de personaje folclórico creado por el autor y al servicio de la intención satírica que anima la obra. En cualquier caso, los esfuerzos de la mayoría de la crítica por reconstruir la figura histórica de Juan Ruíz han pasado por aquello que revela su obra, en ausencia de más testimonios históricos. En este sentido, también ha sido objeto de debate el carácter autobiográfico del Libro de buen amor y si realmente aquellos pasajes que cuenta el narrador sobre su vida pueden ser considerados como testimonios de la vida del Juan Ruiz histórico. El estudioso Ramón González Ruiz añade a este respecto:

El Libro de buen amor adopta una estructura de características próximas al de una autobiografía libremente construida, en la que su autor se revela a sí mismo a lo largo de toda su obra con una gran fuerza expresiva […] Pero hay que tener sumo cuidado, […] algunas de las noticias que transmite en su obra pueden ser reales, otras, en cambio, imaginarias, y otras, en fin, voluntariamente deformadas. El discernimiento entre estos planos constituye probablemente la tarea más arriesgada que plantea la interpretación del Libro de buen amor. [26]

Por tanto, la propia complejidad de la obra y la ambigüedad que mantiene entre su intención satírica y didáctica hacen que los datos biográficos que aporta sobre el protagonista, y supuesto autor, hayan de ser considerados, cuando menos, con precaución.

La reconstrucción del Juan Ruiz histórico[editar]

A grandes rasgos, tomando como punto de partida los elementos contenidos en la obra, se podría determinar que, como personaje histórico, Juan Ruíz naciese en Alcalá, tal y como el autor afirma en la obra: “Fija, mucho os saluda uno que es de Alcalá” (estrofa 1510a). Numerosos estudiosos como Janet Chapman[27]​ o Horacio Santiago[28]​ han destacado el nivel intelectual del autor, determinando que debió recibir una buena educación, pero sin alcanzar el grado de maestro ni de doctor, como él mismo confiesa (estrofa 1135a). Tal y como vendría a demostrar el documento descubierto por Francisco J. Hernández, ya en 1330, Juan Ruiz ocupaba el cargo de Arcipreste de Hita, un cargo medio dentro de la clerecía que lo convertía en intermediario entre el obispo y el pueblo cristiano. Durante este periodo, 1330-1343, es cuando se cree que compuso el Libro de buen amor, entre otros motivos porque la datación de los manuscritos así lo corrobora. En este cargo se mantuvo al menos hasta 1350 ya que a partir de esta fecha aparece un nuevo Arcipreste de Hita en los documentos. Algunos consideran que ese es el año en que Juan Ruiz fallece.

Otro de los aspectos que genera discusión acerca de la vida del Arcipreste es una supuesta estancia en prisión. Ello se fundamenta en que al comienzo del libro, el narrador confiesa encontrarse en una prisión pero sobre todo porque en el colofón del manuscrito S, el copista Alfonso de Paradinas escribe: “Éste es el libro del Arcipreste de Hita, el qual conpuso seyendo preso por mandado del Cardenal don Gil arçobispo de Toledo” (colofón del ms. S: tras la estrofa 1709). De nuevo, aquí la crítica se divide entre aquellos que conciben la prisión como un hecho verídico y otros que ven en ella un tópico literario.

Los "otros" Juan Ruiz[editar]

La escasez de testimonios históricos acerca de la figura de Juan Ruiz ha motivado la búsqueda de personajes alternativos que pudiesen encajar en el perfil de creador del Libro del Buen Amor. Emilio Sáez y José Trenchs[29]​ identifican al Arcipreste de Hita con Juan Ruiz de Cisneros, sirviéndose de archivos secretos del Vaticano. Cisneros, personaje histórico real, encajaría como posible autor del Libro del Buen Amor por su relación con el arzobispo de Toledo, Don Gil de Albornoz además de por su trayectoria vital que le daría el conocimiento doctrinal y jurídico que el autor del Buen Amor demuestra en la obra. Otro posible Juan Ruiz es el que defiende José Figueira Valverde[30]​, quien lo identifica con el posible maestro de canto, en el Códice musical de Las Huelgas, “Johannes Roderici”. Esto explicaría el conocimiento y gusto musical que demuestra Juan Ruiz en su obra, especialmente en episodios como el Combate de don Carnal y doña Cuaresma. Otra teoría, propuesta por José Jurado[31]​, está basada en un documento de 1352, donde aparece el nombre de “Johan rroyz, rraçionero de la dicha eglesia de Toledo”. Según Jurado, este “Johan rroyz” vendría a ser el mismo Juan Ruíz que fue Arcipreste y que, a partir de 1350, ascendió a miembro del cabildo de la Iglesia de Toledo. Como tal, hace las veces de testigo y notario del proceso jurídico que registra el documento.

Contexto de producción de la obra[editar]

A principios del siglo XIV, uno de los factores más relevantes en el contexto cultural de la península ibérica es la cuestión de la convivencia entre árabes, judíos y cristianos. En el momento de la probable composición del Libro de buen amor, la Reconquista se encontraba en una fase adelantada, con el territorio árabe reduciéndose progresivamente hasta ocupar poco más del territorio del Reino de Granada. Este proceso conllevó la incorporación a los reinos cristianos de una parte importante de poblados moros y judíos, entre ellos la misma Hita, que se encontraba en zona mozárabe.[32]​ En la época de Juan Ruiz, de forma general, a los moros se les permite continuar con su fe y costumbres, un hecho que, lejos de producirse como consecuencia de una cierta tolerancia religiosa, era consecuencia de que se continuaba necesitando la fuerza de trabajo que proporcionaban a la sociedad.[33]​ La población de los reinos peninsulares, que había aumentado considerablemente en los siglos XII y XIII empezó a disminuir progresivamente durante el siglo XIV, sobretodo durante la segunda mitad, debido a una epidemia de la peste, no comparable con respecto a otros países europeos afectados, pero que diezmó severamente la población comportando una gran caída del nivel demográfico. Por lo que respecta más específicamente al ámbito cultural, el siglo XIV continúa con el impulso iniciado en el siglo anterior, estando Alfonso X “El Sabio” al poder, con la creación de más universidades y el “salto de importancia” que da el castellano con respecto al latín, convirtiéndose en la lengua de cultura de la corte.[34]​ Asimismo, cabe mencionar el auge de la industria del papel que experimenta esta época[35]​, en consecuencia del cual se difunde su uso, abaratando el coste de los libros, que se hacen más asequibles, por parte, claro está, de las clases sociales más elevadas.

Principales problemas interpretativos del libro[editar]

Esclarecer el sentido y las intenciones del Libro de buen amor es una de las cuestiones más controvertidas que debate la crítica, entre otras cosas a causa del grado de heterogeneidad del texto. Si el tema principal de la obra, tal y como pensaba Menéndez Pidal, quien le dio el afortunado título, es el del “buen amor”, dependiendo de la función que se le atribuya en el texto a este concepto, la interpretación variará en una dirección u otra. Lida de Malkiel recoge la multiplicidad de significados que el buen amor puede adquirir a lo largo de la obra: «esta expresión designa el amor divino en el Prólogo, en 1452 b, el profano, y en 13 c, 18 d, 66 d, 68 a, 932 b, 1507 c, 1630 a [...] quizás posea, aunque no necesariamente, sobretono moral».[36]​ El autor del Libro, de hecho, emplea la misma expresión para referirse al “amor divino”, “el buen amor de Dios e sus mandamientos”, “el buen amor que es el de Dios”, en la primera parte de la obra, después lo emplea como sinónimo de “amor cortés” (433 b), “muestral buen amor”, es decir amistad, “amistad, cortesía”. Pero también, de forma irónica, cuando Trotaconventos reclama para sí el nombre eufemístico de “buen amor”.[37]​ El principal reto que la obra supone para la interpretación, que a la vez constituye una de sus grandes virtudes, es justamente moverse a través de esta calculada ambigüedad, que incentiva el lector a no quedarse con una lectura superficial y literal de la obra. Al despedirse de su público, el Arcipreste señala, no menos de tres veces, el contenido del Libro, y detalla claramente el triple valor, moral (“por muchos males y daños/que hacen muchas a otros con sus engaños”), narrativo (“y por mostrar a los simples fablas”) y lírico (“versos extraños”), que posee la obra.[38]​ Esta tripartición admite diferentes niveles de lectura de la obra, que bien puede considerarse satírica, didáctica, narrativa o lírica a un tiempo. La interpretación no puede más que oscilar entre la sátira e irreverencia, y la seriedad y consistencia de los ejemplos a través de los cuales el texto narra, divierte y educa a sus lectores. Es decir, en el Libro de buen amor conviven la interpretación moralizadora y satírica del concepto de “buen amor”, manteniendo abierta la atribución de significado a esta expresión.

No obstante, estas dificultades no han impedido que algunos críticos tomasen partido por una interpretación determinada en favor de otra. Así pues, Maite Cabello lee un claro y sano sentido del humor que anima el Libro de buen amor, que sería el adalid de la literatura castellana: «una clase de humor que luego hará famosa a la literatura castellana: ternura y crueldad, trascendencia y frivolidad, gravedad sentenciosa y desmesurada se imbrican con tanta naturalidad que nada parece cierto pero tampoco hay nada que sea mentida».[39]​ Siguiendo un razonamiento parecido, Brey Mariño considera que el Libro de buen amor es un texto destinado a hacer reír, de ahí derivaría también su carácter episódico que, aunque no altera el sentido de la obra, sí que otorga una cierta singularidad a cada parte, cosa que posiblemente favorecía también la recitación juglaresca de los diferentes episodios, de forma independiente.[40]​ El hecho de que la crítica haya acabado tomando partido por una interpretación en favor de otra se debe, también, a que la obra interpela directamente el lector, que experimenta la urgencia de dar sentido al texto, de fijarlo en una determinada dirección. De hecho, es el autor mismo quien induce el lector a hacerlo, poniendo en entredicho, sin embargo, al mismo tiempo la posibilidad de formular unas interpretaciones unívocas o demasiado apresuradas: “La bulra que oyeres non la tengas en vil;/ la manera del libro entiéndela sotil;/ que saber bien e mal, dezir encobierto e doñeguil,/ tú non fallarás uno de trobadores mill [...] En general a todos fabla la escriptura:/ los cuerdos con buen sesso entendrán la cordura;/ los mançebos livianos guárdense de locura:/ escoja lo mejor el de buena ventura”.

Otro tema de debate, vinculado al del sentido de la obra, es el de la unidad de la composición. Importantes especialistas de la materia, entre ellos Jacques Joset, afirman que la unidad de la obra es patente.[41]​ Este punto no es secundario, ya que algunos críticos han querido interpretar la obra como la mera yuxtaposición de episodios. acabando por poner demasiado énfasis en las partes frente al todo, y sobreinterpretando a menudo su importancia en el conjunto de la obra. El problema está, según Jacques Joset, en que el sentido del texto sólo es apreciable al final de su lectura. Para Joset, «Juan Ruiz no sale de la tónica dominante del pensamiento simbólico-alegórico del tiempo medieval: descubrir las cosas que están detrás de lo inmediatamente visible impregna la exégesis medieval, pues toda escritura es lectura»[42]​, y su sentido sólo es comprensible al final del proceso. Por lo tanto, una posible clave de lectura, para discernir el sentido de la obra, estaría vinculada a la cuestión de la exégesis, que remite a la relación entre esencia y apariencia, en este caso, del ambiguo concepto de “buen amor”. Según otros autores, como por ejemplo G.B. Gybbon-Monypenny, la obra refleja la crisis que el mundo medieval estaba atravesando en aquel momento. De ahí que no pueda haber univocidad en su sentido, y que sea una mezcolanza, aunque bien trabada, de diferentes géneros e intenciones, una cualidad que, a veces, ha evidenciado la afinidad del Libro de buen amor con cierta literatura posmoderna. Su contrapunto lo representaría la literatura épica, que surge en aquellas épocas de fortalecimiento de la nación, cuando el socorro de la literatura en la constitución de una identidad comunitaria es más evidente.[43]​ Por último, cabe señalar que existen lecturas del Libro de buen amor hechas desde la contemporaneidad, como la de Eduardo José Jacinto García, que aplica al Libro alguna de las intuiciones de Umberto Eco, reunidas en Opera aperta, sobre el carácter abierto de algunos textos y la riqueza de las interpretaciones que posibilitan. Un acercamiento de este tipo resulta adecuado al estudio del Libro de buen amor, por su característica “ambigüedad", típica de las obras medievales abiertas a múltiples niveles interpretativos, pudiendo ampliar el abanico de las posibles interpretaciones de la obra.[44]

Repercusión de la obra[editar]

El registro más temprano de una repercusión del Libro de buen amor en el mundo literario data del año 1366: se trataría de una lectura de Chaucer del Libro atestiguada por una referencia en un salvoconducto, que daba permiso a Chaucer para viajar a Navarra, y también a  Castilla, en una misión diplomática al servicio de Pedro I. Aunque la hipótesis de esta primera lectura temprana se revelase infundada, existe un registro más certero de una “segunda” lectura, más detenida, del Libro, posterior de diez años a la “primera”, en un manuscrito custodiado en Londres. Siguiendo esta pista, se explican las profundas semejanzas de espíritu y de tono entre el Libro de buen amor y los Cuentos de Canterbury.[45]​ Sin embargo, si prescindimos de la posible influencia en Chaucer, y de una traducción al verso portugués, hecha hacia el año 1375, la influencia poética de la obra se concentra sobretodo en el Cancionero de Baena, escrito a principios del siglo XV. En este caso, la influencia es tan acentuada que algunos críticos han llegado a considerar que el propio Juan Ruiz pudiera ser uno de los autores de la generación de poetas más antiguos del Cancionero mismo. El vínculo entre el Libro del buen amor y la poesía cancioneril, sin embargo, no acaba aquí, ya que los críticos se han planteado la posibilidad de que el Libro pudiera ser una de las claves subtextuales del discurso poético, en los inicios del siglo XV, puesto que la influencia de Juan Ruiz pudo haber llegado a otros cancioneros de la época, como el de las serranas de Carvajal, presentes en el Cancionero de Estúñiga, el Cancionero de Palacio salmantino, o el Cancionero de Palacio matritense.[46]​ Por otro lado, el Libro podría contarse como una de las fuentes vernáculas de La Celestina. Esto no sería inverosímil, puesto que la obra era bien conocida por los intelectuales de final del siglo XV. Ciertamente no se han demostrado préstamos textuales seguros en La Celestina, pero no sería desproporcionado afirmar que el Libro haya influido en el argumento y el personaje de la obra.[47]​ También ha sido estudiado el legado que el Arcipreste de Hita deja a los poetas barrocos. En un periodo en que la poesía trata de expresar la decadencia de España en el ámbito político, económico y social, “don Dinero” se reconoce como el caballero más poderoso del mundo. Sin embargo, si a don Amor le resulta evidente que el protagonista del Libro soluciona todos sus problemas con el dinero, no es así para los poetas barrocos que, pese a reconocer su poderío, no dejan de ver en el dinero una vanitas vanitatis, incapaz de eludir la Muerte.[48]​ Por último, el Libro tuvo influencia en la prosa miscelánea erudita del siglo XV, hasta la miscelánea de Gómez de Castro, de 1550. Tras esto, la importancia del Libro pasa en segundo plano por un espacio de tiempo de casi dos siglos. Cuando más tarde se “redescubre” la obra, será tarea de la crítica volver a actualizar la importancia del buen amor. [49]

Principales ediciones modernas[editar]

El Libro de buen amor ha sido tan trabajado que incluso se han creado compendios en los que se realiza una síntesis de las ediciones y los análisis más representativos de la obra, aunque si hay un momento concreto en el que fijar la atención es el de a mediados del siglo XX, con los estudios críticos que realizaron G. Chiarini, M. Criado y J. Corominas, dando a conocer la obra a una amplio y heterogéneo público y yendo, por lo tanto, más allá del ámbito académico.[50]

Listado de las principales ediciones impresas del Libro de buen amor:[51]​ 

-Ruiz, Juan, Arcipreste de Hita, Libro de buen amor. Edición de Tomás, Antonio Sánchez, Colección de poesías castellanas anteriores al siglo XV, Madrid, 1790.

  • Edición de E. de Ochoa, París, 1824.
  • Edición de F. Janer, Biblioteca de Autores Españoles, LVII, Madrid, 1864.
  • Edición paleográfica de Jean Ducamin, Toulouse, Privat, 1901.
  • Edición de Alfonso Reyes, Madrid, 1917.
  • Edición de María Rosa Lida de Malkiel, Buenos Aires, 1941 (selecciones).
  • Edición mod. de M Brey Mariño, Valencia, Editorial Castalia, «Odres Nuevos», 1954.
  • Edición de Julio Cejador y Frauca, Madrid, Espasa Calpe, 1960.
  • Edición mod. de C. Canales Toro, Santiago de Chile, 1962.
  • Edición de Giorgio Chiarini, Milano, Ricciardi, 1964.
  • Edición de M. Criado de Val y Eric W. Naylor, Madrid, C.S.I.C., 1965.
  • Edición de Joan Corominas, Madrid, Gredos, 1967.
  • Edición mod. de Nicasio Salvador Miguel, Madrid, EMESA, 1972.
  • Edición de Jacques Joset, Madrid, Espasa Calpe, 1974.
  • Edición facsímil del manuscrito Gayoso (1389), Real Academia Española, 1974.
  • Edición facsímil del Códice de Salamanca. Publicación de la Universidad de Salamanca, Edilan, 1975.
  • Edición de Alberto Blecua, Barcelona, Editorial Planeta, 1983.
  • Edición facsímil del Códice de Toledo. Barcelona, Editora de los Amigos del Círculo del Bibliófilo, 1983.
  • Edición de Jesús Menéndez Peláez, León, Editorial Everest, 1985.
  • Edición de Gerard B. Gybbon-Monypenny, Madrid, Castalia, 1988.
  • Edición sinóptica de Anthony Zahareas, Madison, Wisconsin, Seminary of Medieval Studies, 1989.

Bibliografía[editar]

  • BELTRÁN, Luís (1977): Razones de buen amor. Valencia: editorial Castalia.
  • CABELLO, Maite (1983): “Introducción” en, Juan Ruiz, Libro del buen amor. Edición de Maite Cabello. Barcelona: la gaya ciencia.
  • CHAPMAN, Janet (1970): “Juan Ruiz's Sermon”, en Gybbon-Monipenny, ed., Libro de buen amor Studies.
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Enlaces externos[editar]

Referencias[editar]

  1. Lida de Malkiel, Maria Rosa (1966). Dos obras maestras españolas: El Libro de buen amor y La Celestina. Buenos Aires: Editorial Universitaria de Buenos Aires. 
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  4. Este apartado se basa en: Blecua, Alberto “El hilo narrativo”, en Ruiz, Juan (1992): Libro de buen amor. Edición de Alberto Blecua.  Barcelona: editorial Planeta; p. 14-17.
  5. Ruiz, Juan (1992). Alberto Blecua, ed. Libro de buen amor. Barcelona: Planeta. p. 15. 
  6. Ruiz, Juan (1992). Alberto Blecua, ed. Libro de buen amor. Barcelona: Planeta. p. 15. 
  7. Ruiz, Juan (1990). Jacques Joset, ed. Libro de buen amor. Madrid: Taurus. p. 16. 
  8. Citado en: Jauralde y Sevilla (1988): op. cit.; p.8.
  9. Véase la oración inicial (cc. 1-10).
  10. Podrían provenir del Romulus o Isopete, libros que formaban parte del currículum, como los Disticha Catonis, o bien de las tradiciones orales o escritas de la Edad Media, según Blecua, Alberto (1992): op. cit.; p. 17.
  11. Véase la disputa entre don Amor y el protagonista (cc. 181-575).
  12. Véase la sátira contra los clérigos de Talavera (cc. 1690-1709).
  13. Ruiz, Juan (1990). Jacques Joset, ed. Libro de buen amor. Madrid: Taurus. p. 16. 
  14. Ruiz, Juan (1992). Alberto Blecua, ed. Libro de buen amor. Barcelona: Planeta. p. 14-17. 
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  18. Ruiz, Juan (2001). Alberto Blecua, ed. Libro de buen amor. Barcelona: Crítica. p. 299. 
  19. Ruiz, Juan (2001). Alberto Blecua, ed. Libro de buen amor. Barcelona: Crítica. p. 299. 
  20. La incoherencia en la datación se debe a que, si se cuenta desde el nacimiento de Cristo las fechas son las de 1330 y 1343; mientras que, si se hace a partir de la era de César (también conocida como Hispánica) los años correspondientes son el 1368 y el 1381
  21. Menéndez, Ramón y otros (2005). «Volumen I: Edad Media». Historia de la Literatura Española. Madrid: Everest. p. 210-211. 
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  25. Vasvári, Louise (2008). “Juan Ruiz, arcipreste de Hita as Textual Author and Onomastic Pun”, en Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, y el Libro de buen amor". Congreso homenaje a Alan Deyermond, coord. por Francisco Toro Ceballos; p. 371-392.
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  31. Jurado, José (2009). “De nuevo sobre el autor del Libro de buen amor", Bulletin of Hispanic studies, Vol. 86, N.º 3; p. 341-361.
  32. A este propósito, Lida de Malkiel, habla de la evidente influencia de la literatura semítica en el Libro, que estaría muy cerca al género de las maquamats, véase Lida de Malkiel (1996): op. cit.
  33. Lida de Malkiel, María Rosa (1966). El libro de buen amor y La Celestina. Buenos Aires: Editorial Universitaria de Buenos Aires. p. 16. 
  34. Garrigós, Provencio (2007). La época alfonsí y los inicios de la prosa castellana. Alicante: Biblioteca Digital Cervantes. 
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