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La literatura neoclásica fue la corriente literaria que siguió los ideales del neoclasicismo, siendo utilizada por los ilustrados para llevar a cabo una transformación de la sociedad. Los autores de la época intentaron traer la antigüedad al presente mediante esta corriente literaria, basándose en la literatura grecolatina como punto de partida. Por consiguiente, a lo largo del siglo XVIII, también llamado el “Siglo de las Luces” o “Ilustración”, todas las formas de arte, incluyendo la literatura, buscan regresar a las obras clásicas grecolatinas y lograr orden y equilibrio, rechazando los excesos barrocos. En esta forma de arte domina el racionalismo, en el que la razón dirige la innovación artística e intelectual por encima de los sentimientos. Esta inminente reflexión ocupa un papel predominante en los textos neoclásicos al ser impulsada por las ideas ilustradas que rechazaban las supersticiones. Asimismo, se encuentran reglas fijas en el arte neoclásico, al igual que una inminente finalidad didáctica o intención instructiva a través de la cual los escritores intentaban mantener a la población lo más culta posible. Consecuentemente, los neoclásicos priorizaron las enseñanzas morales, históricas y éticas transmitidas con un carácter crítico y didáctico, dejando de lado el simple fin de entretener sin aportar conocimientos.

Contexto histórico[editar]

El neoclasicismo fue el movimiento artístico predominante durante el siglo XVIII. Deriva de las etapas de transformaciones y revoluciones de la ilustración, por lo que recoge los principios de los movimientos ilustrados: la razón y el conocimiento. [1]

Esta forma de arte coincide con los eventos conocidos de La Revolución Francesa y El Imperio Napoleónico. El estilo Barroco, previamente abundante en la sociedad, fue reemplazado por otro basado en el redescubrimiento de la antigüedad clásica.[2]​ Notablemente, la burguesía, al ser un grupo influyente con ideas racionales y liberales propias de la Ilustración, alcanza gran relevancia durante esta época.[3]

Poesía[editar]

La poesía neoclásica, originada en el siglo XVIII, seguía las normas del orden y del didactismo, en la cual se rechazaba la idea de expresar emociones en los textos. Además, busca el buen gusto, se huye del exceso y se trata de conseguir la utilidad de la poesía.

Imagen de Juan Meléndez Valdés

Los autores del neoclasicismo se centraron en dos tipos de poesía principales. Dentro de la poesía lírica, se encuentran la imitación de la naturaleza humana y la verosimilitud presente en las obras. Esencialmente se conlleva una función moral y didáctica, a la vez que una sencillez artística. Pertenecientes a las características del arte grecolatino, el orden y la norma tienen una presencia fundamental.[4]

La poesía lírica es protagonizada por su gran impulsor Juan Meléndez Valdés. En su obra se demarcan dos etapas que abarcan diferentes estilos. La poesía rococó de Valdés refleja el gusto por lo decorativo, la elegancia y la sensualidad. Por otro lado, el autor transmite un tono más reflexivo en sus escritos de poesía barroca , la cual utiliza para manifestar las ideas de la ilustración.

La poesía didáctica tiene como objetivo principal enseñar o transmitir conocimientos sobre un tema específico. Este subgénero de la épica intenta expresar los fundamentos de la poesía neoclásica, y su definición se concibe por su finalidad, instruir. Cuenta con un lenguaje sencillo y claro para facilitar la comprensión. Al pretender no sólo transmitir información, sino también fomentar la reflexión y el pensamiento crítico sobre el tema en cuestión, la poesía didáctica era utilizada en contextos educativos; haciendo más ameno el aprendizaje.

Entre sus genios esta Tomás de Iriarte, poeta satírico y traductor, que alcanzó su fama gracias a la creación de las Fábulas literarias cuya tesis es el deber del arte de difundir virtud. Con similar prestigio, Félix María Samaniego fue un escritor de sólida formación a la par que músico. A través de las Fábulas morales ridiculiza defectos y satiriza hábitos; siguiendo el propósito ilustrado de la sociedad, costumbres y arte. [5]

Algunos ejemplos de poesía didáctica incluyen las fábulas, los poemas sobre animales y la poesía sobre la naturaleza.

Ilustración de las Fábulas de Samaniego

Las fábulas[editar]

Las fábulas de la poesía neoclásica eran historias cortas que contaban con una moraleja o lección moral y representaban con frecuencia a animales como los protagonistas principales. En la literatura del siglo XVII, estos escritos llegaron a ser muy famosos, usándose para enseñar valores y virtudes a los jóvenes.

Las fábulas como la del zorro, la liebre, el león y el ratón fueron escritas por escritores neoclásicos como Jean de La Fontaine y Félix Mara de Samaniego. Los personajes principales representados por animales eran a menudo antropomorfizados, es decir, poseían características humanas como el habla y el pensamiento.

Por lo común, en la mayoría de las fábulas se presentaba una situación o conflicto, como la rivalidad entre dos animales o la necesidad de ayuda de uno de ellos, y la manera en que se resolvía ese problema servía para impartir una lección moral. Las fábulas neoclásicas habitualmente enfatizaban la importancia de la honestidad, la humildad, la perseverancia y el trabajo duro.

Prosa[editar]

Imagen de Benito Jerónimo Feijoo

La prosa neoclásica, que resalta en el siglo XVIII, se usaba como instrumento para divulgar las ideas de los ilustrados, quienes divulgaban sus ideas a través de ensayos, informes y novelas. Los autores de esta era intentaron renovar y promulgar la cultura en España desde un punto de vista crítico, convirtiendo la intención en principalmente didáctica y social.

Entre los autores de la prosa neoclásica destaca Fray Benito Jerónimo Feijoo, uno de los autores más importantes de la prosa neoclásica española. Los temas principales de sus obras son mostrar al pueblo la verdad, atacar a las falsas ideas y la superstición. Sus dos obras más conocidas son: Cargas eruditas y curiosas y Teatro crítico universal. De la misma manera, alcanzó gran popularidad Gaspar Melchor de Jovellanos, un político español durante la segunda parte del siglo XVIII. Sus obras tratan principalmente sobre los problemas económicos y sociales del país y de la necesidad de modernizar España. Su obra más característica es Informe sobre la ley agraria. [6]

La novela[editar]

Las novelas clásicas debían ceñirse a las normas de credibilidad y decoro, responder a un modelo universal y reflejar la realidad. Al no poder combinar lo trágico y lo humorístico, las creaciones no tuvieron otra alternativa que adherirse a la prescripción tradicional.

El principal autor es José Caldoso, un militar español altamente influyente en la cultura española del siglo XVIII. Caldoso utilizó el pseudónimo literario de Dalmiro para no ser reconocido y esconder su identidad. Las obras del autor muestran un gran espíritu crítico y, por medio de Cartas marruecas, su ensayo más notable, reflexiona sobre España desde el punto de vista marroquí.

Teatro[editar]

El teatro neoclásico fue el teatro más característico del siglo XVIII en España. Al igual que en los otros géneros literarios del siglo XVIII, predominó la intención educativa. Esta rama artística teatral busca imitar el clasicismo grecolatino, estilo que representa el orden y el equilibrio. Con el objetivo de imitarlo, usa la regla de las tres unidades: acción, tiempo y lugar; diferencia el género de la tragedia con el de la comedia; se distingue por el realismo y la verosimilitud; tiene un lenguaje natural y el diálogo pasa a un primer plano.

En la comedia del teatro grecolatino destacan las comedias de figurón, cuyo personaje principal es cómicamente ridiculizado, y las comedias de magia, en las que siempre se presentan los mismo tipos de personajes: los burgueses y sus criados. Estas últimas desarrollaron una alta popularidad gracias a efectos sorprendentes. Por otra parte, también destacó la tragedia en el teatro español, cuyos personajes, al ser generalmente reyes, cumplen con un papel muy importante ya que el escarmiento de estos personajes principales era el objetivo primordial del género de la tragedia. [7]

Retrato de Leandro Fernández Moratín

Autores[editar]

Uno de los escritores más reconocidos dentro del teatro neoclásico fue Nicolás Fernández de Moratín, creador de la notable obra Lucrecia y Hormesinda.

El autor más destacable del teatro español del siglo XVIII fue Leandro Fernández de Moratín. Leandro escribía sustancialmente comedias escritas en prosa, que criticaban el teatro tradicional y costumbres de la época. Entre sus obras más conocidas encontramos El sí de las niñas y La comedia nueva o el café.

El sí de las niñas[editar]

El sí de las niñas es una obra teatral de Leandro Fernández de Moratín que consta de una comedia en prosa dividida en tres actos. La obra refleja un carácter didáctico y el realismo, características centrales del teatro neoclásico.

Idea principal: La idea principal de la obra es criticar un tipo de educación donde uno está obligado a aceptar la voluntad de los padres y a ocultar sentimientos sinceros, impidiendo que las mujeres tengan libertad a la hora de elegir un marido.

Personajes: Los personajes representan una forma de pensamiento y comportamiento propios de la época, al tratarse de un teatro de divulgación de ideas.

  • Doña Francisca representa una joven obligada a casarse con un hombre por su madre, teniendo que ocultar su amor y sentimientos verdaderos hacia su pretendiente, Don Carlos.
  • Doña Irene, la madre de Doña Francisca, es la encargada de organizar la boda de su hija y el elegido, ignorando por completo los sentimientos que siente Francisca hacia Don Carlos.
  • Don Diego es el marido elegido y el sobrino del amante de Doña Francisca. Su papel en la obra es tomar la voz del pensamiento ilustrado, cancelando el matrimonio y defendiendo los derechos de la joven.

Estructura y estilo: El sí de las niñas tiene una estructura lineal y sencilla. La obra presenta los hechos de manera cronológica y divulga ideas expresadas artísticamente. Asimismo, utiliza recursos de la filosofía y tiene un lenguaje elaborado, claro e inteligible junto con su objetivo didáctico. El desenlace de El sí de las niñas representa el triunfo de los sentimientos sinceros a pesar del egoísmo y la hipocresía social.

Referencias[editar]

  1. «Más de arte». 
  2. Grudemi, Editorial (9 de abril de 2020). «Neoclasicismo - ¿Qué es?, contexto histórico, características y más». Enciclopedia de Historia. Consultado el 16 de marzo de 2023. 
  3. 4º ESO. Lengua castellana y literatura. Savia. Grupo SM Educación. 2016. p. 416. 
  4. «3.1. La poesía neoclásica - La poesía y la música – Recitales para Jóvenes – Música • Fundación Juan March». www2.march.es. Consultado el 16 de marzo de 2023. 
  5. Vizcaíno, Candela. «5 Poemas del Neoclasicismo y mínimo análisis literario - Candela Vizcaíno». www.candelavizcaino.es. Consultado el 16 de marzo de 2023. 
  6. «PROSA NEOCLÁSICA». prezi.com. Consultado el 16 de marzo de 2023. 
  7. lclcarmen1 (4 de mayo de 2022). «El teatro del siglo XVIII». lclcarmen1bac. Consultado el 16 de marzo de 2023.