Usuario:Jialxv/Taller/Vernacularización

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El término vernacularización significa la traducción y adaptación de textos de una lengua más universal (como los textos latinos), a otras más locales a su lengua vulgar o lengua vernácula, haciendo el conocimiento más accesible a estamentos sociales diversos que no conocen o dominan aquella. Este proceso afecta a obras tanto literarias como científicas que originalmente, en la mayoría de los casos, se habían escrito en latín.

Contexto histórico[editar]

Los primeros textos en ser vulgarizados fueron los romances de caballería y los textos clásicos, pero pronto fueron objeto de traducciones también textos sagrados y devocionales.

España[editar]

España produjo en su siglo de oro algunas estéticas y géneros literarios característicos que fueron muy influyentes en el desarrollo ulterior de la literatura universal. Entre las estéticas, fue fundamental el desarrollo de una realista y popularizante, tal como se había venido fraguando durante toda la Edad Media peninsular como contrapartida crítica al excesivo, caballeresco y nobilizante idealismo del Renacimiento: se crean así géneros tan naturalistas como el celestinesco (Tragicomedia de Calisto y Melibea, Segunda Celestina, etc.), la novela picaresca (La vida de Lazarillo de Tormes, Guzmán de Alfarache, La vida del Buscón o Estebanillo González), o la proteica novela polifónica moderna (Don Quijote de la Mancha), que Cervantes definió como «escritura desatada».[1]

A esta vulgarización literaria corresponde una subsiguiente vernacularización de los saberes humanísticos mediante los populares géneros de las misceláneas o silvas de varia lección, harto leídas y traducidas en toda Europa, y entre cuyos autores más importantes se encontraban Pedro Mejía, Luis Zapata o Antonio de Torquemada.

Italia[editar]

En Italia, la primera vernacularización impresa fue precisamente la traducción de la Biblia de Nicolò Malermi, publicada en Venecia por Vindelino da Spira en 1471. Aunque muchos de estos textos tienen poco valor literario, su peso cultural es muy fuerte debido al gran éxito que tuvieron entre una audiencia compuesta de diversos orígenes sociales y culturales. Entre las vernacularizaciones medievales, al menos las realizadas por Brunetto Latini (Cicerón), Bono Giamboni (Orosius, Vegetius, Inocencio III), Bartolomeo da San Concordio (Sallustio), Andrea Lancia (Ovidio, Virgilio), Alberto della Piagentina (Boecio), Arrigo Simintendi (Ovidio) y Ciampolo di Meo degli Ugurgieri (Eneida), Filippo Ceffi (Heroides).

Probablemente, también el joven Boccaccio fue autor de una vernacularización del historiador latino Livio, experiencia que contribuyó en gran medida a formar el lenguaje y el estilo de sus obras más maduras. Tampoco debemos pasar por alto las numerosas vernacularizaciones anónimas (Disciplina clericalis de Pietro Alfonsi, Formula vitae honestae de Martino di Bracara, Historia septem sapientium, Fait des Romaines, Epitoma rei militaris, Pharsalia, De consolatione philosophiae, Legenda Aurea).

Particular importancia debe darse a Andrea da Grosseto, que tradujo los Tratados morales de Albertano da Brescia del latín a la lengua vernácula, en 1268, con la intención de crear una lengua vernácula nacional, que definió como cursiva, comprensible en toda la península.[2]

Referencias[editar]

  1. Quijote, I, 47: «Porque la escritura desatada destos libros da lugar a que el autor pueda mostrarse épico, lírico, trágico, cómico, con todas aquellas partes que encierran en sí las dulcísimas y agradables ciencias de la poesía y de la oratoria». La expresión es analizada, entre otros, por Javier Blasco, «La compartida responsabilidad de la "escritura desatada" del Quijote», Criticón , 46 (1989), pp. 41-62.
  2. Selmi et al., 1873, p. Avvertenza, p. XII-XIII.

Bibliografía[editar]

Enlaces externos[editar]